La mente
debe convertirse en servidora del intelecto, no en esclava de los
sentidos. Deberá discriminar y apartarse del cuerpo. Al igual que el fruto
maduro del tamarindo, que se suelta dentro de la cáscara, debe estar
despegada de esta cáscara o vaina que es el cuerpo. Golpéen un fruto verde
de tamarindo con una piedra y dañarán la pulpa interior. Mas háganselo a
un fruto maduro ¿y qué sucede? Es la cáscara seca la que se desprende,
nada afecta al fruto ni a la semilla. El aspirante maduro no siente los
golpes del destino o la fortuna. Es el hombre inmaduro el que es herido
por cada golpe. De igual manera, su ignorancia habrá de desprenderse
gracias a sus propios esfuerzos. No llegará a ustedes como bajo forma de
un don ni un milagro. La Verdad, la Ventura y la Paz que ganen por su
propia lucha en contra de la falsedad y la injusticia, se transformarán en
una tesoro duradero para ustedes. - Divine Discourse, Mar 1, 1965.
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