El loto que se abre
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Después de difundir la energía de forma activa y dinámica con el «curl»
pelviano, resultará beneficioso recuperar la energía para conseguir la
calma y la quietud a través del ejercicio que denominamos el loto que se
abre. Cuando pasamos de un ejercicio cargado de energía a la
inmovilidad conseguimos unos momentos vitales de paz y reflexión.
Objetivos y ventajas
La postura del loto que se abre se utiliza en tantra, yoga, zen y otras
muchas tradiciones espirituales. Fomenta la autocontemplación, la paz y
la tranquilidad a la vez que nos permite penetrar en el interior de
nuestro cuerpo con más facilidad, haciéndonos conscientes de las
sensaciones más sutiles.
Más adelante, utilizaremos la postura del loto que se abre en estadios
superiores del sexo sublime, en que mantenemos el cuerpo vertical. Al
hacer el amor en posición horizontal, la energía se acumula de forma
natural en la pelvis, sin embargo en la posición vertical puede
conseguirse fácilmente una conexión entre la pelvis y la cabeza, lo cual
permite transformar la energía sexual en sensaciones más delicadas, que
nos acercan más al éxtasis. Al introducir esta postura hemos tenido en
cuenta la importancia de familiarizarnos con ella. Si bien el loto que
se abre no exige movimiento, requiere la misma práctica que el «curl»
pelviano. Cuanto más flexibles y cómodos nos sintamos en el loto que se
abre, más facilidad tendremos para experimentar el sexo sublime.
Preliminares
Puede ejercitarse esta postura en solitario o acompañado. Nos sentaremos
sobre un cojín estable y cómodo. Probablemente el más indicado sea el
que tiene forma redonda y se usa en el zen, llamado zafú. Podemos
encontrarlo en tiendas japonesas especializadas en meditación.
Prepararemos el entorno sagrado.
Intentaremos evitar distracciones y ruidos externos. Podemos poner
música tranquila, relajante. Dedicaremos 20 minutos al ejercicio.
Ejercicio
Nos sentamos sobre el cojín a fin de relajar el vientre, para que las
rodillas toquen el suelo. Cruzamos las piernas, al estilo indio, con los
talones dirigidos hacia las ingles.
El vientre debe permanecer libre. Denominamos «vientre de Buda» a esta
postura. No hay que comprimir la cintura con ningún tipo de cinturón. No
arquear la espalda, mantenerla firme aunque relajada. Mantener el
cuello recto al igual que la columna vertebral, la barbilla ligeramente
inclinada hacia el pecho, los hombros relajados. Colocaremos las manos
sobre las rodillas. Las palmas pueden girarse hacia arriba, en espíritu
receptivo, o hacia abajo para reforzar la potencia y la sabiduría. Para
conseguir un nivel de meditación, juntaremos las manos, las palmas hacia
arriba, la palma derecha apoyada sobre la izquierda y los pulgares
juntos. Experimentaremos cada una de las posiciones de las manos y
constataremos hasta qué punto nos cambia el estado de ánimo.
Respiraremos lentamente, acompasadamente, por la nariz, conscientes del
aire que entra y sale por los orificios nasales. Notaremos cómo entra el
aire fresco y como sale el templado. Relajaremos las mandíbulas.
Permaneceremos así durante 20 minutos, observando la respiración. No hay
que dirigir la mente ni manipular los pensamientos: simplemente
observar qué va pasando a través de ellos. Disfrutemos de la actitud
relajada, contemplativa del estado de observación. Finalizaremos con una
salutación sincera dirigida a nosotros mismos o a nuestra pareja.
Consejos
En esta postura, las rodillas deben tocar el suelo; con ello relajaremos
el vientre y abriremos la parte frontal del cuerpo. Para que las
rodillas bajen más, utilizaremos un cojín más alto que nos levante la
pelvis.
Resultará difícil mantener la postura del loto que se abre si los
músculos de los muslos y caderas están tensos. Para relajarlos,
practicaremos asanas. Es esencial familiarizarse gradualmente con esta
postura hasta sentirse cómodo en ella ya que nos preparará para los
ejercicios superiores. Practicaremos esta postura cada día durante un
mínimo de diez minutos.
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