Aprendiendo a trabajar con cuencos
De entrada no hay una gran diferencia a la hora de llevar a cabo
experiencias con cuencos. Será su tamaño y diámetro lo que nos haga
adoptar diferentes posiciones de uso, pero básicamente, procederemos de
forma similar con todos ellos. No obstante, antes de tocar el cuenco
tenemos que aprender a conocer cuál es su secreto. Ciertamente, uno de
sus secretos reside en el tono y la vibración que ejerce en el entorno. Y
hablando del entorno, no podemos pasar por alto otro punto relevante:
su incidencia en el usuario.
Supongamos que ya tenemos un cuenco. La persona que va a experimentar
con él, debe seguir, en todo momento, unas normas muy sencillas de uso:
1.-Tener la receptividad adecuada: Si nuestra energía es contraria a la
que perseguimos, el resultado vibracional del cuenco no será el esperado
Por tal motivo es importante que la receptividad se circunscriba dentro
de lo positivo y del amor. Quien usa el cuenco por puro capricho o para
pasar el rato, se equivoca en sus propósitos.
2.-Crear un ambiente agradable: Aunque cualquier sitio puede ser
apropiado para experimentar con un cuenco o campana, todos sabemos que
hay lugares más propicios que otros. Siempre trabajaremos mucho mejor
cuando el ambiente nos reporte placidez, sosiego y tranquilidad. Cuando
sepamos que no seremos interrumpidos por molestos teléfonos o
inoportunas visitas. Por supuesto el ambiente agradable se creará cuando
seamos capaces de trabajar con cierta privacidad.
3.-Disponer de un lugar adecuado: Si ser positivo y tener un buen
ambiente es vital, poder experimentar o trabajar algunas facetas
espirituales o energéticas con el cuenco, precisará de un recinto en el
que nos sintamos a gusto. Es evidente que, tanto cuencos como campanas
se usarán en diferentes estancias de la casa e incluso, fuera de ella,
pero debemos buscar un lugar, una estancia que sea "especial". Ese
recinto tiene que poseer la esencia de nuestro ser para poder
experimentar y desarrollar otro tipo de prácticas como las meditativas,
curativas o también las de proyección de la conciencia.
4.-Adecuar un recinto: En nuestro pequeño templo dispondremos de una
esterilla, manta o colchoneta colocada sobre el suelo para poder así
trabajar mucho mejor. Incluiremos en este recinto aquellas músicas que
nos ayuden a canalizar las energías. Por supuesto, cada persona adecuará
el recinto a su naturaleza, pero no estada de más que tuviera: una
ventana con iluminación exterior, un color de paredes y techos armónico y
una planta o flores sin cortar que nos revitalicen. Otros elementos
serán un armario o estantería para guardar el material de trabajo, como
esencias, cuarzos, gemas, incienso, etc.
Respetar los puntos citados con anterioridad será más que suficiente
para iniciarnos a trabajar y experimentar con cuencos y campanas. Así
pues, debemos empezar a tomar contacto con nuestros elementos y lo
haremos con un sencillo ejercicio de percepción, en este caso no
psíquico ni energética, sino física y auditiva.
Previamente y como advertencia para todos los ejercicios, quisiera hacer
una observación y es que, salvo que se indique lo contrario, cuando se
mencione el término "elementos" me estaré refiriendo de forma indistinta
a cuencos y campanas. Cuando en un ejercicio sea preciso trabajar con
el cuenco de una forma y con la campana de otra, quedará oportunamente
especificado.
De entre los diferentes sonidos y vibraciones que tenemos a nuestro
alcance, los producidos por instrumentos orientales, son hasta la fecha
algunos de los que más efectividad tienen, no solamente a nivel de
captación sino también a nivel de grandes efectos sobre las personas.
Ejercicio 1:TOMA DE CONTACTO
Este ejercicio tiene la finalidad de empezar a familiarizarnos con los
elementos que nos acompañarán en nuestras prácticas. Dado que nos van a
obsequiar con su sonido, es muy importante que antes hagamos una
testación táctil y auditiva de los instrumentos o sea, que los toquemos y
escuchemos.
1.-Comenzaremos por sentarnos cómodamente en el suelo de nuestra
habitación de trabajo o, en un sillón. Frente a nosotros colocaremos
todos los elementos.
2.-Cerraremos los ojos y respiraremos tranquila y pausadamente durante
un par de minutos. Durante este tiempo dejaremos que la mente divague
libre. No nos preocuparemos de nada. Simplemente respiraremos sin más,
tranquilamente.
3.-Pasado el tiempo indicado abriremos los ojos y recorreremos los
elementos con la mirada. Tras un primer vistazo, los tomaremos
dulcemente entre las manos. De nuevo, cerraremos los ojos y sentiremos
la textura y el calor que desprende cada uno de ellos.
4.-Al tiempo que realizamos la inspección táctil, debemos tomar
conciencia de que esos elementos son sagrados, puesto que tienen la
capacidad de desprender energía o de modificar la ya existente.
5.-Pasado un tiempo prudencial, y manteniendo la relajación y los ojos
cerrados, haremos sonar con la baqueta de madera los elementos, cuenco o
campana, con suavidad. Se trata simple y llanamente de que emitan su
sonido y que lo captemos, que notemos auditivamente su frecuencia.
Repetiremos el proceso un par de veces para familiarizarnos con el
utensilio musical y después daremos por finalizada la práctica.
El ejercicio anterior nos servirá para darnos cuenta que las campanas y
los cuencos tienen varias formas de frecuencia y sonoridad. De esta
manera iremos "ajustando" la producción del sonido de cara al futuro.
Vamos a realizar otra prueba. Como iremos indicando, los cuencos o las
campanas tienen diversas formas de tocarse. En el caso del cuenco no
será lo mismo aplicar un golpe seco con la baqueta que, simplemente,
rozarlo con suavidad o girar la baqueta sobre el borde del cuenco para
que éste emita un sonido monótono y muy agudo. Por lo que a la campana
se refiere, podemos agitarla con mayor o menor energía y su sonido
cambiará. En definitiva se trata que sea el usuario quien ajuste los
tonos de emisión de sonido a sus intereses particulares.
Ejercicio 2:TEST DE AGRADABILIDAD
En los diferentes ejercicios daremos orientaciones sobre la intensidad o
fuerza del golpe a dispensar con la baqueta, pero deberá ser la persona
en cuestión la que trabaje con el cuenco el que, en última instancia,
ajuste y extraiga la vibración más afín a su deseo y naturaleza.
El lector debe "hacer suyo" el sonido del cuenco y la mejor forma para
ello es probar y testear la agradabilidad, sobre todo cuando las
prácticas estarán dirigidas a un trabajo de interiorización unipersonal.
1.-Tomaremos un cuenco y lo situaremos sobre la palma de la mano. Con la
otra mano sostendremos la baqueta. En este primer punto, ladeando la
baqueta de forma que quede en posición horizontal y dejando la mano
completamente relajada, daremos un suave golpe sobre la superficie del
cuenco. Cerraremos los ojos y escucharemos el sonido.
2.-Ahora probaremos otra modalidad. Mantendremos la misma posición, pero
en este caso la mano permanecerá rígida al golpear. Como verá el
lector, el sonido tiene un matiz diferente.
3.-Veamos ahora otra prueba. Tomaremos la baqucta en posición vertical,
cerraremos la mano sobre ella y cogiéndola con todos los dedos menos el
pulgar, golpearemos la superficie del cuenco, prestando toda la atención
al sonido con los ojos cerrados.
4.-Realizaremos la cuarta y última prueba con el cuenco. Manteniendo la
baqueta en posición vertical, la cogeremos sólo con dos dedos y
golpearemos. Sin duda, el sonido y la intensidad, habrá variado.
Notas:
* Al margen de los cuatro puntos destacados sugerimos al lector que
"juegue" a tocar el cuenco de cuantas formas y maneras se le ocurra. De
esta forma irá viendo que el cuenco, "misteriosamente", no suena igual
cuando lo hacemos cantar con la mano derecha o con la mano izquierda.
Este ejercicio nos ayudará notablemente en nuestro trabajo.
* Recomendamos efectuar el mismo tipo de ejercicio con las campanas,
haciéndolas teñir, de forma alternativa, con una u otra mano. Otra
posibilidad es que, en función del tamaño de la campana, nos abrevamos a
golpearla con una baqueta.
Las campanas son unos instrumentos que pueden variar en tamaños, y están
preferentemente destinados a las prácticas de meditación, reflexión y
visualización, aunque también es verdad que convenientemente pueden ser
aplicados en diversas técnicas curativas
Ejercicio 3:TOMA DE CONTACTO CON LA ENERGÍA
Ahora que ya sabemos cómo suena el cuenco y hemos podido comprobar sus
distintos matices auditivos, vamos a centrarnos en trabajar con la
percepción de la energía para ver qué impresiones podemos sacar de su
vibración.
Como su nombre indica es un ejercicio para tomar contacto. No debemos
preocuparnos en sentir ni canalizar, ni visualizar. Sólo tenemos que
dejarnos llevar.
1.-Nos recluiremos en un lugar agradable y tranquilo, preferentemente la
habitación de trabajo. La luz debería ser tenue, que no moleste a los
ojos y, si es indirecta mucho mejor. Para esta primera sesión no es
recomendable que en la sala haya música u otro tipo de vibración.
2.-Nos sentaremos y colocaremos el cuenco enfrente nuestro a una
distancia que nos permita tocarlo con la baqueta con solo alargar
ligeramente el brazo.
3.-Cerraremos los ojos y nos dispondremos a relajarnos mediante la
respiración, para ello realizaremos una serie de respiraciones profundas
y lentas, de manera que notemos que el aire entra y sale con mucha
suavidad.
4.-Pasado un minuto o dos, según la persona, tomaremos conciencia del
cuerpo. Lo notaremos efectuando un repaso del mismo y de los pies a la
cabeza. Seguidamente procederemos a alargar la mano en las que portamos
la baqueta y daremos un golpecillo al cuenco. Cerraremos de nuevo los
ojos y nos concentraremos en la energía del sonido. Se trata simplemente
de sentir que el sonido está en el aire y que nos rodea.
5.-Tras el sonido anterior nos concentraremos de nuevo en la
respiración. En este caso se trata de sentir la energía del cuenco al
tiempo que inhalamos el aire. Para ello, expulsaremos el aire y justo en
el momento que demos un golpe al cuenco y éste comience a sonar,
procederemos a realizar la inhalación. Debemos imaginar que estamos
respirando la energía del cuenco, su vibración, su sonido.
6.-Concluiremos el ejercicio con un poco de imaginación. Vamos a suponer
que cada vez que el cuenco suena, el sonido que emite es como un chorro
de energía verde pálido (u otro color que deseemos y nos resulte
agradable).
Partiendo de esta premisa debemos volver a concentrarnos en la
respiración y de nuevo, como en el punto anterior, imaginaremos que la
energía del cuenco entra en nosotros cuando respiramos.
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