Lo que sucede a veces es que la meditación está muy cerca, pero tú estás entretenido en otras cosas. Esa suave y pequeña voz está dentro de ti, pero tú estás lleno de ruidos, compromisos, ocupaciones, responsabilidades. Y la meditación viene como un murmullo, no llega como una consigna gritada; viene en forma muy silenciosa. No hace ruido, ni siquiera se oyen sus pasos... de manera que si estás ocupado, ella aguarda y se marcha. Así que, al menos una hora al día, acostúmbrate a sentarte silenciosamente y a esperar por ella. No hagas nada ...tan sólo siéntate con los ojos cerrados en gran espera , con un corazón en espera...con un corazón abierto, tan sólo esperando. Si algo sucede, estarás listo para recibirlo. si nada sucede, no te sientas frustrado. Incluso sentarte durante una hora sin que nada suceda es bueno, es relajante... te calma, te aquieta, te hará más centrado y aplomado. Ello vendrá más y más, y poco a poco establecerás un acuerdo mutuo con el estado meditativo. Si esperas a una cierta hora, en un cuarto determinado, y en un momento determinado, él vendrá más y más. Esto no es algo que venga desde afuera; viene desde tu núcleo más interno. Pero cuando el consciente interno sabe que el consciente externo está aguardando por él, es mayor la posibilidad de un encuentro. Siéntate bajo un árbol...la brisa está soplando y las hojas del árbol están susurrando... el viento te toca, se mueve a tu alrededor... sigue de largo, pero no le permitas que tan sólo siga de largo... permítele moverse dentro de ti y a través de ti. Sólo cierra tus ojos y mientras esté pasando a través del árbol y se produzca un murmullo de hojas, siente que tú también eres como el árbol... abierto, y que el viento está soplando a través de ti...no a tu lado, sino a través de ti. del libro Naranja de Osho |