STERNSTEINE
Ángel Almazán - 20/12/2002
En la Wetsfali germana hay un paraje sagrado desde la más remota antigüedad: Sternsteine. El solsticio de verano y la más septentrional salida de la Luna se pueden constatar desde una de sus capillas.
De nuestro ensayo-novelado iniciático LOS CÓDICES TEMPLARIOS DEL RÍO LOBOS. LOS CUSTODIOS DEL GRIAL. En la cumbre del "pog" de Montségur conversa el protagonista, frey Diego de Ucero, con el más esotérico de los "minnesanger" o trovadores germanos, Wolfram von Eschembach, autor de "Parzival".
Nos sentamos. Miramos las cumbres nevadas del pico de Saint Bharthélémy, el "Tabo" y, más allá, los Pirineos. Le hablé de San Juan de Otero y del "Altar de San Juan" del río Lobos. También le referí alguna de las conversaciones mantenidas con mi tutor y frey Cornelio de Caravaca. Él escuchaba atentamente. Finalmente le referí algunas vivencias espirituales y biográficas; él, en correspondencia, hizo lo mismo. Así me enteré que era bávaro y que, tras regresar desde Tierra Santa a Germania, había obtenido la protección del landgrave Hermann de Truringia que le había donado un castillo.
-- Mi iniciación tuvo lugar en Westfalia, frey Diego.
-- Me sentiría muy honrado si me contarais cómo fue.
-- " Cerca del bosque de Teotoburg - me dijo- hay un paraje con cinco enormes bloques de piedra al que llamamos el Sternsteine, tan sagrado o más que Stonehenge, el templo megalítico solar de Bretaña.
En sus escarpaduras hay cuevas hechas por la mano humana.
Hay capillas rupestres en las que se han venido efectuando rituales iniciáticos durante decenas de siglos porque allí la Madre Tierra se manifiesta con sus energías telúricas.
En una de las capillas más altas, en la que hay una tumba excavada en la roca y orientada al sol naciente de verano, medité durante una noche solsticial siguiendo las indicaciones de mi maestro.
Y los primeros rayos de sol que iluminaron mi frente abrieron dentro de mí la puerta de la iluminación.
Luego subí a una de los bloques pétreos y balanceé durante unos minutos una piedra móvil e inestable que hay en su cima, mientras dibujaba con mis dedos las runas en su superficie.
En este santuario sagrado, en el que mis ancestros rendían culto al fresno sacro de Irminsul -símbolo de la columna que une el cielo con la tierra, del mítico Pilar del Mundo-, pasé a formar parte de la Iniciación de A-Mor. De este modo era fiel a mi "Minne" puesto que el "Irminsul" fue quemado por Carlomagno en el año 772, quien trece años más tarde impondría el cristianismo a los sajones bajo pena de muerte.
Y pese al bajorrelieve cristiano, que los monjes de Pederborn labraron en una de las rocas convirtiendo al Irminsul en cruz cristiana, el misterio nórdico subsiste, pues la propia naturaleza ha inscrito en una de las grandes piedras a Wotan, crucificado en el árbol Iggdrasil durante nueve días y nueve noches hasta que descubrió la sabiduría por medio de las runas, quedó liberado, alcanzó la inmortalidad y donó tales runas a los hombres para que pudieran seguir su ejemplo.
Así que Wotan fue el primero de los trovadores, frey Diego", concluyó su confesión Wolfram.
-- ¿Qué propiedades tienen estas runas, sire?
-- Basta aplicar la runa exacta en la zona del cuerpo que corresponde para que comencemos a sentir la nueva Luz. Algunas runas son empleadas por vuestro Círculo cuando saludáis y otras se plasman en la imaginería gótica a través de la posición del cuerpo, cabeza y extremidades. Ellas despiertan vibraciones sutiles en nuestro cuerpo físico y etéreo, frey Diego.
Mas tarse Wolfram y yo subimos hasta el castillo para continuar hablando de otros muchos temas.
Aquella noche, bajo el cielo estrellado más claro y poblado que he visto nunca, y en la cima del puch de Montségur tuve un sueño: Frey Beltrán de Rennes, envuelto en un halo blanco y luminoso, me daba un abrazo y, tras indicarme que tenía que viajar hasta Alejandría para entrevistarme con el mayor maestro sufí de Oriente, ascendía en dirección a Venus como si fuera una pluma impulsada por el viento. Supe así dos cosas: que mi tutor había muerto y que el sufismo, que frey Beltrán había conocido en Tierra Santa como le aconteciera al minnesanger de Parzival, tendría que pasar a formar parte de mi educación iniciática.
A la mañana siguiente me despedí de Wolfram von Eschembach y emprendí junto a frey Isarn el regreso a Foix. En la encomienda nos estaba esperando el obispo de Osma.