Las emociones
por Aart Jurriaanse
La emoción es la relación entre el sentimiento y el pensamiento. En otras palabras, cuando se encuentra al sentimiento y se lo somete a la consideración mental y la reacción es irradiada al cuerpo astral, 'la emoción' es generada. Este proceso puede continuar consciente y deliberadamente y por tanto con un efecto un tanto retardado y discriminatorio, como por ejemplo cuando se saborea el gusto de la comida. La manera de acontecer más usual, sin embargo, es que el proceso sea mayormente automático, con la reacción dirigiéndose instantáneamente desde la zona afectada al cerebro, y de allí al cuerpo emocional.
Un ejemplo de esto último es cuando se sufre un daño físico, seguido por una inmediata cadena de reacción, que varia de un sentimiento de dolor, seguido quizás por ira o temor, o una combinación de estos efectos.
La emoción puede también evocar deseo. Cuando la mente reconoce el sentimiento producido en el cuerpo astral, y la emoción resultante es placentera, entonces es creado el deseo por la continuidad o la repetición. Si por otro lado la sensación es dolorosa, entonces la reacción mental será de desistir del agente causal.
A través de la presentación de hechos la mente puede lograr dominar las emociones. Muy a menudo el problema es cómo inducir al individuo bajo presión emocional a que haga uso de sus poderes mentales, que le permitirán evaluar la situación y someterla a un escrutinio calmado y desapasionado.
Las condiciones de salud pueden estar seriamente afectadas por las actitudes emocionales. Esto sucede porque el cuerpo vital del hombre está aún gobernado en primera instancia y llevado a la acción por su vehículo emocional. Cuando este último se agita violentamente y es por ejemplo perturbado por un temperamento excesivo, una preocupación intensa u otra irritación continua, entonces una corriente de energía emocional fluirá al cuerpo etérico,. impulsando a centros como el plexo solar a una actividad intensa. Esto será reflejado en los sistemas endocrino y nervioso, como también en el flujo sanguíneo, causando indigestión, trastorno biliar, otras afecciones gástricas, o jaquecas y dolencias relacionadas.
De forma similar, la amargura, el disgusto, el odio o el sentimiento de frustración, son aptos para inducir muchas de las condiciones tóxicas predominantes en el sistema físico, evocando un estado general de insalubridad. 0 los ideales pueden haber sobrepasado a los logros, conduciendo a la frustración y el sufrimiento. La cura a muchas de estas dolencias yace en la simple palabra aceptación - que es la actitud positiva de aceptar las condiciones que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, parecen inevitables - pero con la determinación de poner a las emociones bajo un control más estrecho, y de realizarlo mejor la próxima vez.
Lo ideal debería ser lograr la tranquilidad perfecta - esto incluye el completo apaciguamiento del cuerpo astral y la superación y minimización de las convulsiones emocionales. Ser liberado de una reacción emocional excesiva debe conducir a una mejora considerable de la claridad mental y por tanto a un discernimiento más claro.
Ahora se realizará un escrutinio más detallado de algunas de las emociones que se encuentran diariamente, y que como norma son tan difíciles de controlar.
Temor
El temor - ¡esa nube oscura y depresiva que de una forma u otra cubre cada vida humana! El temor es evocado en primera instancia por la ignorancia. Donde gobierna la sabiduría, donde hay conocimiento y comprensión verdaderos, y donde las influencias astrales por tanto ya no dominan, el temor desaparece. Está basado en el instinto y juega un papel predominante en el mundo animal donde el temor instintivo es una condición previa para la supervivencia, porque se carece del equipamiento mental para prever el peligro inmediato. En el ser humano se retienen trazas de este instinto animal, pero paradójicamente el poder del temor se agrava enormemente por la misma cualidad que le debería salvaguardar del mismo - el poder de la mente.
El problema es que el conocimiento es todavía incompleto y la mente está utilizada erróneamente; el dolor y la miseria pasados son recordados y proyectados al futuro en anticipo a lo que pudiera ocurrir, construyendo así una forma mental exagerada que describe nuestros peores temores. Prestando atención a tales formas mentales estas son adornadas y agrandadas aún más, porque 'la energía sigue al pensamiento', hasta que el individuo es apresado completamente por estos temores, sufriendo a menudo un dolor mental agudo.
El temor es una característica que todos los seres humanos sufren en común. Es la energía astral dominante, y es creado por la interacción de los planos emocional y mental. Oscila de los temores instintivos pero relativamente simples del salvaje, que surgen de su ignorancia de las leyes y fuerzas de la naturaleza y de su consecuente temor a lo desconocido, hasta la gama de temores del hombre moderno, resultante de la complejidad de una existencia más competitiva junto con mayores responsabilidades y sensibilidad asociadas con una conciencia en evolución.
Existen los temores a la pérdida de la salud y finalmente la muerte; el temor al futuro, incluyendo la pérdida de la propiedad y del dinero, de la posición, la popularidad y la amistad; el temor a la soledad, al justo castigo, a la oscuridad, a lo no revelado, al gran más allá ... y así la lista de temores puede ampliarse, lo que parece multiplicarse en proporción directa al desarrollo del hombre, hasta alcanzar un estado donde la comprensión del ser y del alma ejercen gradualmente un control sobre los vehículos inferiores.
La afirmación de que el temor es una ilusión, es bastante correcta, pero qué difícil es desechar esta ilusión y mitigar las torturas del presentimiento, la duda y la incertidumbre. El temor indebido e irracional ya ha sustraído muchas oportunidades al hombre, así que dejemos que las actividades de la vida sean guiadas por el sentido común, los hechos y la realidad, y no por la imaginación ficticia. |