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De: Sierva-fiel (Mensaje original) |
Enviado: 20/09/2012 22:59 |
CONCILIOS DONDE SE ESCOGIERON LOS LIBROS DE LAS BIBLIAS
Introducción (concilios 1...)
LAS BIBLIAS, EL VIEJO TESTAMENTO, LAS CARTAS ATRIBUIDAS A PABLO, O EL EVANGELIO , ¿QUÉ NOS MANDÓ PREDICAR JESUCRISTO?...
Jesucristo, antes de despedirse de sus discípulos, les dijo: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado". (Marcos 16:16)
Lo que mandó Jesucristo a sus discípulos predicar por todos los pueblos fue el Evangelio que Él les había predicado. El Evangelio era la verdadera Ley de Dios porque Jesucristo era Dios hecho Hombre... Y, enseñando la Ley del Evangelio, fue muy perseguido hasta que fue condenado a muerte por aquellos que querían seguir imponiendo al pueblo elegido las leyes del viejo testamento.
Jesucristo abolió los preceptos de muerte del viejo testamento que tenían los judíos porque aquellos preceptos ya no eran la verdadera Ley de Dios entregada a los pueblos desde el principio. Aquellos preceptos abolidos sólo eran preceptos de hombres. Jesucristo así les dijo a los escribas y fariseos:
"Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:
Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.
"Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres". (Mateo 15,7-9)
Los mandamientos de Dios son todos misericordiosos. Jesucristo abolió todos los mandamientos del viejo testamento que faltaban al perdón y a la misericordia... Pero ¿qué pasó después de los siglos?... Muchos hombres poderosos de los pueblos que querían dominar sobre los demás y vivir mejor que los demás, después de Jesucristo y los apóstoles volvieron a imponer a los pueblos las leyes del viejo testamento que Jesucristo había abolido, leyes que imponían a los humildes esclavitud, guerras y castigos terribles. A todas estas leyes del viejo testamento las volvieron a llamar Ley de Dios y Palabra de Dios. Desde entonces, los dictadores poderosos de los pueblos llamados "cristianos" que, de alguna forma, se habían vuelto de nuevo a las leyes del viejo testamento, impusieron al mundo sistemas e imperios de terror y de guerras tan despiadados que dejaron espantado al mundo.
¿QUÉ HABÍA PASADO CON LAS LEYES DEL VIEJO TESTAMENTO ANTES DE JESUCRISTO?
En tiempos de Moisés, Dios entregó a Israel la Ley para que los hombres vivieran en paz y con amor. Aquella Ley era sencilla y piadosa, pero muchos poderosos del pueblo no querían aquella Ley, y, más tarde, los escribas cambiaron la Ley de Dios haciendo de la Ley una carga que nadie podía soportar... Los profetas así nos dicen:
"Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado" (Isaías 29,13)
"Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Yavé. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yavé está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas" (Jeremías 8:7-8).
La Ley que Dios había dado a su pueblo, a través de los años había sido aumentada con muchos preceptos crueles de hombres. Cuando Jesucristo comenzó a predicar, recordando al profeta Isaías, también les dijo a los escribas y fariseos:
"Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:
Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.
"Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres". (Mateo 15,7-9)
Muchos preceptos del viejo testamento mandaban penas de muerte, mandaban matar, apedrear hasta morir, quemar viva a la gente, exterminar totalmente a hombres, mujeres y niños de los pueblos enemigos vencidos en las guerras... También mandaban que unos hombres fueran amos y otros esclavos..., como si todo aquello fuera mandado por Dios. Igualmente había muchos preceptos dedicados a los sacrificios y holocaustos, y otras cosas muy crueles escritas como si las hubiese mandado Dios. En esos tiempos de angustia nació Jesucristo.
EL EVANGELIO ENTRE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Desde que Jesucristo predicó el Evangelio, sus piadosos mandamientos fueron la Ley de los primeros cristianos. Pero vivir únicamente la Ley del Evangelio requería mucha entrega y mucha pureza, entrega y pureza que no eran compatibles con los pensamientos de muchos hombres codiciosos que querían dominar sobre las Iglesias, y por estas causas y estos intereses, en los siglos II y III los "cristianos" judaizantes ya incluían en sus catálogos muchos libros que no eran el Evangelio..., los imponían a los creyentes como dogma de fe y en muchos casos ponían las enseñanzas de estos libros a la altura de los piadosos mandamientos de Jesucristo. Muchos predicadores, arrastrados por las filosofías de los hombres, dejaron de ser fieles a la Ley del Evangelio para imponer a los pueblos otras enseñanzas que ya no eran la Ley de Jesucristo.
LAS BIBLIAS DE LAS DIFERENTES RELIGIONES
Una Ley basada únicamente en los piadosos mandamientos de Jesucristo, que mandaban igualdad, respeto a la vida de las personas y practicar siempre la misericordia, ataba las manos a los emperadores dictadores de los imperios de terror que asolaban la tierra. Aquellos emperadores dictadores querían sentirse adorados como "dioses" y querían leyes que les permitieran "suprimir" de sus pueblos a todos aquellos que no les adoraban... Aquellos que adoraban solamente a Jesucristo fueron muy perseguidos y, muchos de ellos, muertos en aquellos tiempos de angustia.
Aquellos emperadores dictadores necesitaban otras leyes que justificaran su crueldad y deseos de poder... Y esto fue lo que les motivó a volverse a las viejas leyes judías para imponerlas de nuevo como si fueran "palabra de Dios" y "ley de Dios". Aquellas leyes judías que ellos escogieron, en muchos casos eran parecidas a las romanas, pues los castigos terribles, las penas de muerte y la esclavitud eran cosas justificadas en aquellas leyes. Aquellos emperadores dictadores tan incómodos con la Ley de Jesucristo, que les mandaba repartir sus bienes con los pobres y no hacerse ellos más grandes que los demás, al final encontraron una justificación para hacerse pasar por cristianos sin necesidad de cumplir con los piadosos mandamientos de Jesucristo, pues arropados con las leyes del viejo testamento, tan parecidas en muchos casos a las leyes romanas, edificaron imperios de terror para dominar sobre todos los humildes mientras que se hacían pasar por cristianos..., pues, por un lado, muchos humildes no conocían la verdadera enseñanza del Evangelio ni su Ley de misericordia e igualdad, y, por otro lado, los que habían conocido la verdadera Ley del Evangelio y contestaban de alguna forma ante aquel poder del mundo, fueron muy perseguidos y, muchos de ellos, condenados a muerte. Nadie podía oponerse a las leyes de los emperadores.
Aquellos poderosos habían encontrado la llave para seguir manteniendo su poder sobre los pueblos llamados cristianos sin necesidad de repartir sus bienes ni sus privilegios, pues aquellas leyes que ellos había impuesto les justificaban. Estas leyes escritas en el viejo testamento iban a ser el soporte de su poder y despótica autoridad, y además aquellos poderosos tenían el apoyo de todos los judaizantes que, desde el primer siglo, querían seguir imponiendo las leyes del viejo testamento como si todas ellas fueran Ley de Dios.
Las biblias que tienen muchas religiones ahora, con tantos libros judíos y tantas leyes y preceptos de hombres, fueron compuestas e impuestas por los emperadores y obispos de Roma desde el siglo IV a los pueblos llamados cristianos. En el Concilio de Hipona (año 393) convocado por el imperio romano fue donde se escogieron los libros de las biblias que aquel imperio iba a imponer a los pueblos. Desde entonces se les llamó a todos los libros de estas biblias "palabra de Dios" y "Ley de Dios". Todos aquellos que no aceptaban aquellas decisiones de Roma, podían ser perseguidos y castigados terriblemente.
En esta introducción hemos recordado algunos hechos que ocurrieron en los pueblos llamados "cristianos" hasta que los emperadores de Roma en el siglo IV y otros dictadores de otros pueblos impusieron su poder sobre las comunidades cristianas. Pero creemos que aquellos acontecimientos merecen un mayor detalle y por ello dedicamos los siguientes capítulos a recordar los principales cambios religiosos que ocurrieron desde el tiempo de los apóstoles hasta nuestros días.
Jesucristo, los apóstoles y primeros cristianos predicaron el Evangelio por muchos pueblos siguiendo el camino de la paz y el amor. Ellos no impusieron sistemas de terror ni sistemas de esclavitud... Fueron los emperadores de Roma y las religiones sometidas a ellos los que impusieron a muchos pueblos otro "cristianismo" diferente donde la esclavitud, la desigualdad, las guerras, los castigos de muerte y las diferentes inquisiciones que aparecerían después, dejaron aterrorizados a muchos pueblos del mundo. La piedad y el amor predicados por Jesucristo y los primeros cristianos, no se volvieron a vivir desde el siglo IV en los pueblos llamados "cristianos".
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Concilios 2...
EL CONCILIO DE JERUSALÉN PRESIDIDO POR LOS APÓSTOLES FUE NECESARIO EN EL PRIMER SIGLO PARA PODER MANTENER A LOS CRISTIANOS EN LA MISERICORDIOSA LEY DE JESUCRISTO.
La reunión de los Apóstoles en el concilio de Jerusalén fue necesaria para dejar establecida la Ley que debían guardar los cristianos, pues fueron los judaizantes los que, confundidos y celosos de todas las leyes del viejo testamento a las que ellos llamaban Ley de Moisés, querían imponer a los cristianos el cumplimiento de aquellas viejas leyes. Los apóstoles no estaban de acuerdo con aquellos judaizantes:
"Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés". (Hechos 15:5)
Esto decían aquellos judíos. Pero los apóstoles, conocedores de la misericordiosa Ley del Evangelio, que era la verdadera Ley que Dios había dado a Moisés, no estaban de acuerdo con ellos. Y entonces, el apóstol Pedro, les dijo:
"Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?. Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos". (Hechos 15:10-11)...
Después, los apóstoles también dijeron:
"Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo" (Hechos 15,24-25)
"Después de esta discusión, los Apóstoles escribieron una carta a los hermanos: Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: "a saber, que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de la sangre, de la impureza y de hacer a los otros lo que no queráis que se os haga a vosotros. Haréis bien en observar todo esto. Caminad en el espíritu Santo Amen". Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta" (Hechos 15:28-30).
En este Concilio de Jerusalén quedó establecido por los Apóstoles cuál era la Ley que debían guardar los cristianos: "a saber, que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de la sangre, de la impureza" (esto por respeto a los judíos, que tenían estas cosas como impuras)..., y también abstenerse "de hacer a los otros lo que no queráis que se os haga a vosotros"... Este último mandamiento era tomado de la Ley que nos entrega Jesucristo (la Regla de Oro), que nos dice así:
"Haced con los hombres todo lo que queráis que ellos hagan con vosotros; porque ésta es la Ley y los Profetas" (Mateo 7,12).
Desde entonces, los primeros cristianos sólo tenían como Ley de Dios la Ley de Jesucristo, pero difícilmente entenderán esta decisión de los Apóstoles muchos cristianos, pues en el libro de Hechos, en la mayoría de las biblias que han llegado hasta nosotros, no está esta forma en la que aparece la Regla de Oro predicada por Jesucristo ("Haced con los hombres todo lo que queráis que ellos hagan con vosotros"), dándole así otro significado a la decisión de los Apóstoles... Ésta es una de las más importantes variantes que afectan al sentido del texto en cuanto a la Ley de Dios predicada por Jesucristo (Hechos 15, 23-29).
LOS LIBROS DE LAS ESCRITURAS QUE RECOGEN LA REGLA DE ORO
El texto donde se encuentra la decisión de los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén, se nos presenta de una doble forma: la Oriental y la Occidental.
La forma Occidental (la más antigua), que es la que hemos expuesto, la que contiene la Regla de Oro, ha sido la forma desechada actualmente en las biblias modernas. Esta forma que ha sido más desechada nos dice así: "..... a saber, que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de la sangre, de la impureza y de hacer a los otros lo que no queráis que se os haga a vosotros. Haréis bien en observar todo esto. Caminad en el espíritu Santo Amen". En cambio, la forma Oriental, más moderna, que es la que se impone en nuestras biblias desde que Jerónimo y su equipo de escrituristas (escrituristas del imperio romano) escribieron la Biblia Vulgata en el siglo IV, nos dice así: "Que os abstengáis totalmente de la carne inmolada a los ídolos, de sangre y de ahogado y de la fornicación". Aquellos escrituristas del imperio Romano quitaron la Ley de Jesucristo (que es la verdadera Ley de Dios) del libro de los hechos de los apóstoles. Quitaron la llave de la ciencia como nos dice Jesucristo:
"¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle". (Lucas 11:52-54)
Los escrituristas y eruditos de las Escrituras observan que las Escrituras del Nuevo Testamento proceden de cuatro formas o familias de códices, que son: la forma ANTIOQUENA (A); la forma ALEJANDRINA (B); la forma OCCIDENTAL (D); y la forma CESARIENSE (?); en total 4 familias.
El texto D (forma Occidental) aparece en las citas de Justino, de Ireneo y de Clemente Alejandrino..., entre otros; y se encuentra en los códices bilingües D y E, en los papiros P.37 y P.48, en las versiones Siríaca antigua, en la Vetus Latina, y en otras escrituras.
Se puede observar fácilmente cómo ya desde el siglo IV, Jerónimo y su equipo de escrituristas, bajo las órdenes del obispo Dámaso, de Roma, eliminan de la decisión de los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén la señal de la Ley de Jesucristo (haced con los hombres todo lo que queráis que ellos hagan con vosotros), que nos da la libertad y no nos carga con pesadas cargas de leyes que son, como decía Pedro, "un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar".
En los primeros siglos, la versión Vetus Latina, fué muy defendida por muchos Cristianos, sobre todo en España. Jerónimo había quitado o cambiado muchas palabras de la Vetus Latina, y había impuesto su versión de la Vulgata, con el apoyo del gobierno eclesiástico de Roma y de los emperadores. Por este motivo, quedó olvidada la Vetus Latina y en su lugar se puso la Vulgata Latina de Jerónimo, que la suplantó.
Querer conocer la decisión de los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén, sin conocer y tener en cuenta todos estos detalles sobre las variantes y las diversas versiones, es un gran error que puede llevar a muchos cristianos a la confusión y a defender una ley judaizante que no es la Ley de Jesucristo.
Hasta aquí hemos recordado la fe de los primeros cristianos y el concilio de los Apóstoles donde se decidió cuál era la verdadera Ley de Dios que los cristianos debían seguir según la enseñanza de Jesucristo: "Haced con los hombres todo lo que queráis que ellos hagan con vosotros; porque ésta es la Ley y los Profetas" (Mateo 7,12).
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Concilios 3...
DESPUÉS DEL CONCILIO DE JERUSALÉN, MUCHOS AÚN INTENTABAN VOLVER A IMPONER LAS LEYES DEL VIEJO TESTAMENTO
Después del Concilio de Jerusalén, a partir del siglo II parece ser que ya algunas comunidades cristianas estaban influenciadas por los que querían seguir imponiendo las leyes del viejo testamento, que "ignoraban" el Decreto del concilio de los apóstoles en Jerusalén. Pero la enseñanza de Jesucristo y los apóstoles seguía viva en el corazón de muchos cristianos, como Ignacio de Antioquia, del que recogemos algunas palabras.
IGNACIO DE ANTIOQUIA
Ignacio de Antioquia (siglo I-II): "No os dejéis engañar con doctrinas extrañas ni con esas viejas fábulas que ya no tienen utilidad. Porque si aun ahora vivimos según el judaísmo, confesamos con ello que todavía no hemos recibido la gracia.
Los divinos profetas vivieron según Cristo Jesús, y por eso fueron perseguidos, estando inspirados por su gracia para convencer a los incrédulos de que hay un solo Dios que se manifestó en Jesucristo, su Hijo, que es la Palabra suya proferida en el silencio, y que agradó en todo al que le había enviado...........
..........Es absurdo hablar de Jesucristo y vivir judaicamente. No fue el cristianismo el que creyó en el judaísmo, sino el judaísmo en el cristianismo, que ha congregado a toda lengua que cree en Dios..." (Carta a los de Magnesia).
"Amemos también a los profetas, como quiera que también ellos anunciaron el Evangelio y pusieron en Jesús su esperanza y aguardaron su venida. Y por haber creído en Él se salvaron, estando que estaban en la unidad de Jesucristo. Santos, en fin, merecedores de nuestro amor y admiración, como que fueron atestiguados por Jesucristo y contados en el Evangelio de la común esperanza.
Mas si alguno os viniere con interpretaciones sobre judaísmo, no le escuchéis. Porque más vale oír el cristianismo de labios de un hombre con circuncisión que no el judaísmo, de labios de un incircunciso; pero si ni uno ni otro hablaren de Jesucristo, esa gente sólo son para mí estelas funerarias y sepulcros de muertos, sobre los que sólo hay escritos meros nombres de hombres..." (Carta a los de Filadelfia)
Mientras los cristianos de los siglos I y II luchaban heroicamente predicando el Evangelio de Jesucristo, los judíos también luchaban para imponer en muchos pueblos sus leyes, sus tradiciones y sus libros.
LOS LIBROS JUDÍOS
El pueblo judío había ido formando un canon de las Escrituras a lo largo de los siglos. La Ley, los Profetas y otros escritos forman la Biblia de los judíos. Solo quedó definitivamente establecido en el concilio de Jamnia, por 72 ancianos judíos religiosos, estando a la cabeza de la Academia el rabino Eleazar ben Azarías, hacia el 90 d.C.
Para incluir los libros en el canon, consideraron los escritos debían ser de autores de importancia, antiguos y escritos en Hebreo.
La parte hebrea del A. T. es llamada Tanak por los judíos. Tanak proviene de: Torah (el Pentateuco), Nebiim (los Profetas) y Ketubim (Escritos). En la Guenizah, especie de despensa anexa a la sinagoga, se guardaban las escrituras sagradas cuando no se usaban.
Otro importante canon es el alejandrino, el de la traducción de los setenta (LXX). Este canon contiene todos los libros del canon judío mas otros siete libros: Baruc, Eclesiástico, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Tobías y algunos trozos de los libros de Ester y de Daniel que fueron escritos en Griego. Estos últimos, escritos en griego, aunque fueron apreciados por los judíos hasta el comienzo de la era cristiana, fueron llamados a partir del siglo XVI "deuterocanónicos".
LOS SETENTA ANCIANOS (la Versión de los Setenta Ancianos o Septuaginta) y el canon Samaritano (siglo II a. C.).
El famoso cristiano y escritor del siglo II Justino, en su diálogo con Trifón (hebreo que vivió en Grecia en el siglo II y seguidor de la exégesis rabínica), discutiendo con éste sobre la ley judía nos dice: "Ahora bien, una ley puesta contra otra Ley anula la primera, y un Testamento hecho posteriormente, deja sin efecto el primero. Y a nosotros, Cristo nos ha sido dado como Ley Eterna y última y como Testamento fiel" (San Justino, Diálogo con Trifón 11,2)
Los cristianos conocieron la Versión de los Setenta Ancianos o Septuaginta, donde la "ley de Moisés" ya no era un solo libro, sino que estaba contenida en cinco libros (Pentateuco), también conocidos por los judíos como la Torá, donde aparecen más de 600 mandamientos.
También existe un canon Samaritano (siglo II a. C.), menos conocido, y del que posteriormente los samaritanos hicieron una traducción al arameo, fue originalmente escrito en hebreo antiguo. Consta unicamente del Pentateuco, ya que no aceptaron los demás libros.
LOS LIBROS CRISTIANOS
Los cristianos desde el comienzo, se cree que conocieron la versión alejandrina del viejo testamento, la de los Setenta, escrita en Griego. Después fueron escribiendo los libros de Nuevo Testamento, según los apóstoles y otros cristianos los fueron escribiendo.
La comunidad cristiana, desde el primer siglo, tuvo que discernir, entre los múltiples escritos que surgieron en torno a Jesús, los que eran inspirados. El criterio de juicio sobre la autenticidad de estos escritos, fue que por un lado tuvieran origen apostólico, y por otro, hubieran sido aceptados por las comunidades cristianas que conocieron a los apóstoles. No fue nada fácil el proceso de la selección de estos escritos, ya que hubo mucha discusión sobre la inclusión de algunos en el canon del Nuevo Testamento.
A finales del siglo II, existía ya en Roma el "fragmento de Muratori", que contiene la lista aceptada de los libros del N. T. considerados inspirados.
El Fragmento Muratori: De finales del siglo II o principios del III, es un manuscrito que contiene una lista de libros del Nuevo Testamento, escrita en latín, conocida como el Fragmento Muratori, por el nombre del anticuario y teólogo que descubrió el documento: Ludovico Antonio Muratori. En el Fragmento Muratori se mencionan, como libros aceptados, 22..., de los que componen nuestra versión del canon del Nuevo Testamento. Faltan los siguientes: Hebreos, Santiago, 1 y 2 de Pedro, 3 de Juan. Pero se añaden, como aceptados, otros dos libros: Apocalipsis de Pedro y Sabiduría de Salomón. Además, se da una lista de obras que fueron rechazadas por los primeros cristianos, por diversas razones. En este fragmento no se menciona ningun libro del viejo testamento. No todas las Iglesias estuvieron de acuerdo con el canon del fragmento Muratori.
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Concilios 4...
JUSTINO (cristiano del siglo II) Y SU DISCUSIÓN SOBRE EL LIBRO DE LOS SETENTA ANCIANOS
El famoso cristiano y escritor del siglo II Justino, en su diálogo con Trifón (hebreo que vivió en Grecia en el siglo II y seguidor de la exégesis rabínica), discutiendo con éste sobre la ley judía nos dice: "Ahora bien, una ley puesta contra otra Ley anula la primera, y un Testamento hecho posteriormente, deja sin efecto el primero. Y a nosotros, Cristo nos ha sido dado como Ley Eterna y última y como Testamento fiel" (Justino, Diálogo con Trifón 11,2)
Justino nos dice que Jesucristo "nos ha sido dado como Ley Eterna y última y como Testamento fiel". Si el Evangelio de Jesucristo es el Testamento fiel, ¿qué había pasado con el viejo testamento?... Bien claro está que para estos cristianos el Testamento fiel sólo era el Evangelio.
EL LIBRO DE LA LEY:
En tiempos de Moisés y los profetas el pueblo sólo tenía como Ley un sólo libro: "El Libro de la Ley". Pero en los primeros siglos del cristianismo, los cristianos conocieron otra versión la Ley: la Versión de los Setenta Ancianos o Septuaginta, donde la "ley de Moisés" ya no era un solo libro, sino que estaba contenida en cinco libros (Pentateuco), también conocidos por los judíos como la Torá, donde aparecen más de 600 mandamientos. Justino, hablándonos de las leyes del viejo testamento (de esta Versión de los Setenta), en su discusión con Trifón nos avisa y nos previene de aquellos que no eran fieles a las escrituras y cambiaban algunos textos del viejo testamento con la intención de anular las profecías sobre Cristo:
"A quienes no presto fe alguna es a vuestros maestros, que no admiten esté bien hecha la traducción de vuestros setenta ancianos que estuvieron con Ptolomeo, rey de Egipto, sino que se ponen ellos mismos a traducir, y quiero además que sepáis que ellos han suprimido totalmente muchos pasajes de la versión de los setenta ancianos". (Justino, Diálogo con Trifón 71,1-2).
"De las profecías de Jeremías quitaron también este paso: Yo soy......." (72,2).
"Y del Salmo 95 de las palabras de David, suprimieron estas breves expresiones: De lo alto del madero." (73,1) (Según Justino, esto lo hacían para que se ignorara que Dios era Jesucristo).
"En conclusión, amigos, bueno fuera que vosotros aprendierais lo que no entendéis, de nosotros los cristianos, que hemos recibido la gracia de Dios, y no luchar por todos los modos por sostener vuestras propias doctrinas, despreciando las de Dios. Por eso, a nosotros también se ha pasado esta gracia, como dice Isaías: Este pueblo se acerca a mí. Con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí. Vanamente me reverencian, enseñando preceptos y doctrinas de hombres." (78,10-11).
Justino escribe las palabras del profeta Isaías, que nos recuerdan que se estaban enseñando preceptos y doctrinas de hombres. Y hablando sobre otras palabras referentes a la Segunda Venida de Jesucristo, nos dice:
"Pues no lo interpretaron así los setenta, sino: "hasta que venga Aquél a quien está reservado"...... "y a fe que si vuestros rabinos las hubieran entendido, sabed bien que las hubieran hecho desaparecer, como ha sucedido con la muerte de Isaías, a quien serrasteis con una sierra de madera" (120,4 y 5).
Justino dice que si los rabinos hubieran entendido muchas otras palabras del viejo testamento que nos profetizan la Venida de Jesucristo, las hubieran hecho desaparecer. También nos recuerda cómo murió el profeta Isaías a manos de los judíos de aquel tiempo: "como ha sucedido con la muerte de Isaías, a quien serrasteis con una sierra de madera"... ¿Hasta dónde puede llegar la dureza de corazón de los hombres cuando están llenos de odio contra los profetas del Señor?... Si estas atrocidades cometían con los profetas, ¿qué no iban a hacer con las escrituras?
Justino nos dice que los rabinos de aquel tiempo cambiaban los textos del viejo testamento a su antojo, y Jeremías varios siglos antes también había dicho que los escribas cambiaban la Ley de Dios en falsedad (Jeremías 8:7-8). Muchos escribas, habían quitado de las escrituras la llave de la ciencia, que es la verdadera Ley de Dios. Por eso, Jesucristo así les había dicho a los intérpretes de la ley:
"¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle". (Lucas 11:52-54).
Los hombres serraron al profeta Isaías provocándole un dolor indecible..., y muchos hombres, movidos por la confusión y por sus codicias, habían torturado y matado a muchos semejantes suyos...; hasta llegaron a poner sus manos sobre el Autor de la Vida, Jesucristo, al cual torturaron hasta matarlo crucificándole en una cruz. Si esto hicieron los hombres con muchas personas piadosas que predicaron el amor y la justicia, ¿qué podemos esperar de las escrituras que cayeron en sus manos y que les mandaban tener caridad? Este testimonio de Justino y los testimonios de otros cristianos nos enseñan a escudriñar las escrituras examinándolas a la luz del Evangelio de Jesucristo, pues es el Evangelio de Jesucristo el que trajo la luz a las naciones. Por eso Justino decía que "Cristo nos ha sido dado como Ley Eterna y última y como Testamento fiel".
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Concilios 5...
CRISTIANOS DEL SIGLO II QUE INTENTARON COMPONER UN CANON DE LAS ESCRITURAS...
Alrededor del año 200 después de Jesucristo, ya se hablaba de canon de libros y ya se iban reuniendo por los cristianos los libros que se debían aceptar. Sin embargo, no había acuerdo en cuanto a la lista de los libros que debían o no ser aceptados, pues las listas diferían según los diversos grupos y lugares donde se había desarrollado el cristianismo; era variada la relación de libros de unas listas con respecto a otras. Pero lo que sí se descubre por estos documentos es que los cinco libros de leyes del viejo testamento no estaban incluidos dentro de estas primeras listas de libros, aunque había muchos que ya querían imponer las leyes del viejo testamento como doctrina de los cristianos.
EL PRIMER CANON DE LAS ESCRITURAS CRISTIANAS
El cristiano Marción, nacido en el siglo II, quiso romper con la desviación de querer volver a las leyes del viejo testamento e intentó recomponer de nuevo el verdadero mensaje de Jesucristo. Y para ello, hizo un canon de las Escrituras que pasaría a ser el primer canon de las Escrituras cristianas que se conoce. En ese canon Marción suprimió el viejo testamento, y también algunas cartas de Pablo porque decía que no eran de Pablo (las cartas atribuidas a Pablo fueron polémicas desde el primer siglo y el apóstol Pedro nos dejó constancia de ello (2ª Pedro 3:16).
Estas decisiones de los cristianos marcionitas podrían ser entendidas como el segundo concilio de los cristianos donde se decidieron los libros que deberían mantener los cristianos para su fe. Estos cristianos se extendieron mucho sobre todo por las orillas del Mediterráneo. Pero fueron muy difamados por los "cristianos" judaizantes, amigos de las leyes del viejo testamento.
MARCIÓN (Marción del Ponto; 85-160)
Se sabe muy poco sobre Marción, y lo poco que se sabe de él lo conocemos a través de escritos de sus adversarios, que lo combaten. Incluso, de muchos escritos que hubo contra Marción, sólo conocemos el título, pues no queda nada de ellos.
Marción nació por el año 85 en Sínope (el Ponto). Recibió educación según la doctrina cristiana de su padre. Pero después, hubo muchos que no aceptaron la doctrina de Marción y su punto de vista sobre las cartas de Pablo, por lo que fue expulsado de la comunidad a la que pertenecía, siendo su propio padre el que lo expulsó. Entonces fue a Roma, cuando tenía unos 54 años, y parece ser que fue discípulo de Cerdón. Marción había adquirido una gran fortuna por su negocio de armador de barcos, que en aquel tiempo producía importantes beneficios..., y con aquellas ganancias benefició a la comunidad cristiana allí en Roma, donándoles doscientos mil sestercios.
Marción se afilió a la comunidad cristiana de Roma, y también de allí lo expulsaron (probablemente en el 144 d.C). Consideró que el Dios de quien habla el viejo testamento no es el Dios verdadero, por lo que rechazó todos los libros de la Biblia hebrea. Por aquel entonces no se había establecido en la iglesia ningún canon, y por eso puede afirmarse que fue Marción el primero que definió un canon de libros cristianos y también el que estableció con sus seguidores el segundo concilio para tratar el tema de las escrituras.
Según él, este canon estaba constituido por el Evangelio de Lucas y por diez de las epístolas paulinas (todas menos las cartas pastorales). Aun en esos libros que aceptó, Marción hizo recortes, pues consideraba que los judaizantes habían manipulado el texto y lo habían pervertido. La acción de Marción fue muy significativa, y a él se unieron muchas comunidades cristianas. Muchos escritores defensores de las leyes del viejo testamento lo atacaron. Fue condenado en el 144 d.C. Pero su intento dio como resultado que muchos cristianos posteriores examinaran más profundamente lo que era palabra de Dios y lo que no lo era en los libros de las escrituras que se conservaron.
PRISCA Y MAXIMILA: En la difusión de las enseñanzas de Marción intervinieron, acompañándole, dos mujeres (Prisca y Maximila) que tuvieron un gran éxito en su predicación. Crecieron en gran número los seguidores de la doctrina de Marción, y ésta fue muy extendida por muchas comunidades en el siglo II.
Marción también fue a Oriente y allí muchos le siguieron, llegándose a formar numerosas comunidades cristianas que guardaban sus enseñanzas.
Murió por el año 160, pero su predicación se mantuvo viva con muchísimo éxito durante varios siglos (siglo II-V), llegándose a extender por numerosas ciudades de las costas del Mediterráneo (Egipto, Italia, Palestina, Arabia, Persia...), a pesar de ser tan combatida por algunos personajes de aquel tiempo, como Teófilo de Antioquia, Tertuliano y Justino, entre otros.
En Persia, donde llegó el marcionismo, surgió también el maniqueísmo (procedente de Mani), cuyas enseñanzas son parecidas en algunos puntos a las de Marción.
Doctrina de Marción:
Para Marción el Evangelio y la gracia eran opuestos a las leyes del viejo testamento. Por eso determinó que las escrituras del viejo testamento eran contrarias al Evangelio de Jesucristo. Él decía que el "dios" que ordenó las leyes del viejo testamento era diferente que el Dios Padre de Cristo (Dios del amor revelado por Jesucristo), y declaró que había oposición entre el Dios Supremo (Padre de Cristo), y el autor de las leyes del viejo testamento, ("dios" de los judíos).
Para demostrar sus argumentos, escribió ANTITESIS (ver más adelante), obra en la que exponía escritos del viejo testamento en contraposición con escritos del Evangelio. Ésta es la única obra que nos ha llegado de Marción. Algunos autores nos recuerdan otros escritos suyos, como una Carta de Marción, de la que hace mención Tertuliano. Se dice que algunos prólogos de las cartas de Pablo en antiguas versiones latinas proceden del marcionismo (siglo II o III).
Afirmaba Marción que Cristo había venido a librarnos de las leyes judías, y, por tanto, el cristianismo sustituía al judaísmo, no cumplía con él. Había que seguir el Evangelio y los Apóstoles, y no las leyes del viejo testamento. Decía Marción que Cristo había revelado a Pablo el verdadero Evangelio, y decía también que los judaizantes habían manipulado las cartas de Pablo añadiendo elementos judaizantes. Por supuesto, aquellos cuyas tendencias eran judaicas, no aceptaron ese canon y pronto empezaron a establecer el suyo propio.
Debemos tener en cuenta que los escritos de Marción fueron todos destruidos y sólo han quedado las Antitesis. Las demás escrituras que hablan sobre Marción pertenecen a los que persiguieron sus creencias, y en estos escritos presentan a Marción como hereje, gnóstico, etc.
LAS ANTITESIS DE MARCIÓN:
1. "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo" (Lc 10,22). El Padre de Cristo es desconocido, mientras el Creador es conocido por Adán y por los demás impíos. 2. Cristo conocía lo que hay en el corazón del Hombre (Lc 5,22); el Creador pregunta a Adán: ¿dónde estas? (Gn 3,9). 3. Cristo era bueno con los ciegos, que David había mandado matar (2Sam 5,6-8, Adv. Marc. IV,36,13) 4. Cristo da vista a los ciegos (Lc 7,21), mientras el Creador no cura la ceguera de Isaac (Gn 27,1-2). 5. Moisés se impone como juez entre sus hermanos que pelean (Ex 2,13-14). Cuando a Jesús le piden que resuelva una disputa, él se niega (Lc 12,14; Adv. Marc. IV,28,9-10). 6. Los israelitas salieron bien equipados de Egipto (Ex 13,18) después de despojar a los egipcios por orden del Creador (Ex 11,2-3; 12,35-36); Cristo manda a predicar a sus discípulos «sin nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno» (Lc 9,3, Adv. Marc. IV,24,2). 8. El Creador legisla «ojo por ojo, y diente por diente» (Ex 21,24); el Hijo del Dios Supremo dice «si te pegan en una mejilla, presenta la otra» (Lc 6,29). 9. La Ley declara que si uno toma un vestido ajeno, el culpable pagará el doble (Ex 22,8); Cristo declara «al que te quite el manto, no le niegues la túnica» (Lc 6,29, cf. Adv. Marc. IV,16,2) 12. El Creador envía fuego sobre los enemigos de Eliseo (2Rey 1,9-10); Jesús reprende a los discípulos que le piden que envíe fuego (Lc 9,54-55, Adv. Marc. IV,23,7). 13. El Creador envía los osos que devoran a 42 niños que se habían burlado de Eliseo (2Rey 2,23-24); Cristo dice a sus discípulos «dejad que los niños vengan a mí» (Lc 18,15-16, Adv. Marc. IV,23,4). 14. El Creador sanó sólo un leproso por medio de Eliseo, cuando en Israel habían muchos (Lc 4,27), y para ello necesitó que se lavara en agua siete veces (2Rey 5); el Hijo del Dios Supremo sanó a diez, con su sola palabra, e inmediatamente; por otra parte, el que regresa glorificando a Dios no cumple la Ley (Lc 11,19, Adv. Marc. IV,35,4). 16. El profeta del Creador dice «que no oigan los que tienen oídos» (Is 6,9); Cristo dice «el que tenga oídos, que oiga» (Lc 8,8, cf. Adv. Marc. IV,19,2). 17. La Ley dice «Maldito el que está colgado de un madero» (Dt 21,23); Cristo fue colgado en un madero (Gal 3,13). 18. El Cristo judío vendrá sólo para Israel; el Cristo de Dios viene para todos los pueblos de la tierra. 19. El Dios bueno es bueno ante todos; el Creador se preocupa sólo de los que le pertenecen. El Bueno salva a los que creen en Él, pero no castiga al resto; el Creador salva sus fieles y castiga al resto. 20. La maldición es la característica de la Ley; la bendición caracteriza al Evangelio. 22. En la Ley, el Creador ha dicho: «Yo hago al rico y al pobre»; pero Cristo sólo llama bienaventurado al pobre (Lc 6,20). 23. En la Ley se le da la fortuna a los ricos y la desgracia a los pobres; en el Evangelio es al revés. 24. La ley manda amar al prójimo y odiar al enemigo (Lv 19,18, según Mt 5,43); pero es necesario amar a los enemigos (Lc 6,27-35). 25. El Creador ha establecido el Sábado, que Cristo no ha observado. 27. La Ley prohibe tocar a una mujer con flujos de sangre (Lv 15,25-27); el Cristo de Dios no sólo la toca sino que la sana (Lc 8,43-48).
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MANI y el maniqueismo (siglo III)
Mientras el marcionismo se desarrollaba en Oriente y en Occidente, otro movimiento cristiano (el maniqueísmo) apareció, también en Oriente, después de más de medio siglo de la muerte de Marción. Los marcionitas y los maniqueos coincidían en rechazar el viejo testamento.
El movimiento maniqueo procede de Mani al que también llaman Manes, que nació en el sur de Babilonia, el 14 de abril del 216 de una familia aristrocrática. Se cree que fue educado por su padre en la secta de los mandeos.
Maní tuvo apariciones a los 12 años y a los 24 años de edad. Un ángel se apareció a Maní dándole revelación y nombrándole profeta. Sus seguidores sentían que Dios le había inspirado.
Maní Viajó a predicar a la India, parece que éste fue su primer viaje. Predicó en todo el Imperio persa cuando reinaba el emperador Shapur I (241-272). Su doctrina se extendió por todo el oriente, aunque también su predicación llegó a muchas partes del Imperio romano, ya que allí envió a predicar a colaboradores suyos.
Cuando los zoroastristas veían que el maniqueísmo se extendía rápidamente, empezaron a sentirse recelosos y actuaron contra Maní, acusándole de hereje ante el emperador que sucedió en el trono a Shapur I, Bahram I (274-277), al que convencieron para que arrestara a Maní.
Maní fue llevado a prisión. Murió crucificado por el año 275 por orden de Bahram I.
Después de su muerte sus enseñanzas se siguieron propagando por todo el Oriente, llegando hasta la China, y se desarrollaron también fuertemente en el norte de África, aunque se extendieron por todo el imperio romano. Uno de los grandes perseguidores del Maniqueísmo fue Agustín de Hipona (siglo IV), quien antes fuera maniqueo durante 9 años hasta que se hizo obispo católico, que compuso escritos contra los maniqueos.
Doctrina de Mani:
Mani enseñaba la lucha entre el bien (la luz, el espíritu) que está gobernado por Dios, y el mal (la oscuridad, las cosas malas), que está gobernado por Satanás.
Para los maniqueos, el Creador de todo lo bueno es Dios..., y Satanás es el causante de todo lo malo. En su predicación también enseñaban haciendo distinción entre el "dios" del viejo testamento (para ellos malo), y el Dios del Nuevo Testamento (para ellos bueno)... Posiblemente querían decir que muchas leyes crueles de muerte escritas en el viejo testamento no eran del Dios verdadero sino de los hombres, pues Jesucristo abolió del viejo testamento todo precepto que mandaba hacer daño a las personas, esclavizarlas y matarlas.
Los primeros cristianos siempre tuvieron con mucho respeto la parte histórica y profética de los libros del Antiguo Testamento. Sin embargo, siempre tuvieron en el recuerdo que la parte que se refiere a las leyes eran libros imperfectos que no guardaban fidelidad a la verdadera Ley que Dios había dado desde el principio y que es la misma Ley que nos enseñó Jesucristo.
Los Apóstoles y muchos cristianos fieles al Evangelio, en los primeros siglos intentaron tener como conducta social y económica solamente las palabras y ejemplos que les había enseñado Jesucristo. Pero seguir este camino requería desprenderse de toda codicia y de todo comportamiento injusto. También requería tener a los hermanos como iguales y no como esclavos. Por este motivo, muchos poderosos de los pueblos y de los imperios preferían las leyes esclavitud y castigos de muerte del viejo testamento y a ellas volvieron para poder seguir dominando sobre las naciones.
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Concilios 7...
ESCRITORES CRISTIANOS DE LOS SIGLOS II Y III QUE COMPUSIERON UN CANON
Las opiniones sobre lo que era inspirado, diferían entre los primeros cristianos en las distintas iglesias o religiones, que en los primeros siglos no tomaron ninguna determinación sobre el "canon" de las Sagradas escrituras. La carta a los Hebreos fue rechazada en algunas ciudades del Medio oriente. Ciertamente, había muchos escritos falsos en esos tiempos. En el año 200 se utilizaba en Antioquía el "Evangelio de Pedro" , considerado ahora apócrifo. Se cree que existían en los primeros siglos, otras cartas de Pablo aparte de las que conocemos ahora.
Marción: Los cristianos deberían rechazar todo el A. T. y todo lo "judío" de los escritos cristianos, escribía Marción en el año 110 d. de C. Esto fue rechazado posteriormente por los obispos de la religión de Roma, quienes aseguraron que las Escrituras hebreas eran revelación y declararon hereje a Marción.
Tacio: Se tienen también noticias, de que un tal Tacio trató de hacer un solo Evangelio, quitando lo repetido y uniendo los cuatro, pero parece ser que no muchos aceptaron esta idea.
Serapión: Obispo de Antioquía en el año 190 d. de C., a pesar del aprecio que los fieles siguieron mostrando después a leer el Evangelio de Pedro, había prohibido a su diócesis el considerarlo inspirado.
Taciano: Fue discípulo de Justino Mártir, y escribió antes de finales del siglo II, su famosa obra titulada "Diatessaron" (ca. 170 d.C.). Se trata de una armonía de los cuatro evangelios. Esto nos da un indicio de que en ese tiempo ya se aceptaban en muchas comunidades cristianas esos cuatro evangelios.
El Fragmento Muratori: Se conoce con este nombre al documento descubierto por el teólogo y anticuario Ludovico Antonio Muratori. Se trata de un manuscrito de finales del siglo II o principios del siglo III, que contiene una lista de libros del Nuevo Testamento, escrita en latín. En éste documento se citan 22 libros como aceptados: los cuatro Evangelios, trece cartas de Pablo, El Apocalipsis del apóstol Juan y el libro de la Sabiduría. Omitía esta lista todos los demás libros de la biblia actual. En este documento también se detalla una lista de libros que los primeros cristianos rechazaron por diferentes motivos.
Orígenes: (Murió por el año 254 después de Jesucristo). Éste señaló veintiún libros del Nuevo Testamento actual como aceptados para los cristianos, y también le da el rango de "escritura" a la Carta de Bernabé y a la Didajé. Y mencionó como libros de los que algunos dudaban, los siguientes: Hebreos, Santiago, Judas, 2 de Pedro, 2 y 3 de Juan, y otros libros (Predicación de Pedro, Hechos de Pablo...)
Por los escritos de Justino y de otros escritores cristianos de los siglos II y III, se sabe que los cinco libros de leyes (la Torá) no estaban en las biblias cristianas aún aceptados todo su contenido como palabra de Dios. Tampoco estaban aceptadas como inspiradas algunas cartas de Pablo por todos los cristianos, pues Tertuliano nos dice en sus comentarios que Basílides (año 130) y Marción (año 140) no aceptaban las cartas pastorales. Y según Jerónimo, de las pastorales Taciano (año 170), sólo aceptaba la carta a Tito. De todas formas tampoco Jesucristo nos dijo nada de las cartas atribuidas a Pablo. Él sólo nos mandó predicar por todos los pueblos el Evangelio. Lo de incluir las cartas de Pablo en las biblias también fue decisión de los emperadores de Roma (S. IV)
Eusebio de Cesarea (SIGLO III-IV): EUSEBIO DE CESÁREA Y LA HISTORIA DE LA IGLESIA:
En los diez volúmenes escritos por Eusebio de Cesarea sobre la Historia de la Iglesia (263-339) se recoge la historia de la Iglesia desde el comienzo hasta el 335 aproximadamente. Eusebio de Cesárea nos presenta, en su Historia eclesiástica, una síntesis de la situación a principios del siglo cuarto, en cuanto al status de los libros sagrados dentro del cristianismo. Dice así Eusebio de Cesárea:
"En primer lugar hay que poner la tétrada santa de los Evangelios, a los que sigue el escrito de Hechos de los Apóstoles". Aquí vemos que en tiempos de Eusebio todavía el Evangelio era la primera señal de fe de los cristianos, y luego, en segundo lugar, los hechos de los Apóstoles. Los demás libros se pondrían en tercer o cuarto lugar. Las leyes del viejo testamento ni las menciona en la lista de lugares. Esto es una señal que nos muestra que aún vivían aquellos cristianos el respeto a la decisión de los Apóstoles en el concilio de Jerusalén (que los cristianos no tenían que observar ya los preceptos judaizantes escritos en el viejo testamento) (Hechos 15).
LAS IGLESIAS CRISTIANAS SUFRIRÍAN UN GRAN CAMBIO EN EL SIGLO IV
Hemos visto que los siglos II y III todavía se mantenía respeto por la decisión de los apóstoles en el Concilio Jerusalén: que los cristianos estaban libres de las leyes del viejo testamento y sólo tenían que guardar los mandamientos de Jesucristo escritos en el Evangelio. Pero a partir del siglo IV cambiarían las cosas, pues las Iglesias cristianas, aunque muy perseguidas, se habían extendido por todos los pueblos del imperio romano y muchos otros pueblos del mundo..., y los emperadores de Roma, al no poder parar el entusiasmo de aquella inspiración del Evangelio, que prometía respeto e igualdad para los pobres y los esclavos, decidieron aparentar que se hacían amigos de los cristianos para luego dominar sobre las comunidades cristianas y cambiar la doctrina social y económica de los primeros cristianos, la cuál estaba en contra de los intereses y ansia de poder de los emperadores y poderosos de Roma, igual que estaba en contra de los intereses y ansias de poder de los poderosos de muchos pueblos del mundo.
EL EDICTO DE MILÁN (313 d.C.)
EL EDICTO DE MILÁN que fue emitido por el Emperador Constantino en 313 d.C. supuestamente mandaba libertad para los cristianos.
Constantino Augusto emperador del Imperio Occidental, y Licinio Augusto emperador del Imperio Oriental, cuando comenzaron sus dominios sobre el imperio romano, proclamaron el Edicto de Milán en el año 313 d.C. Desde entonces, supuestamente terminó la persecución contra los Cristianos (otro tipo de persecución iban a sufrir los verdaderos cristianos)... A continuación escribimos los primeros párrafos de este edicto de Milán:
"Cuando yo, Constantino Augusto, al igual que yo, Licinio Augusto, afortunadamente nos reunimos cerca de Milán, considerando todo lo pertinente al bienestar y la seguridad pública, pensamos, entre otras cosas, las que vimos serían para el bien de muchos, aquellas regulaciones pertinentes a la reverencia de la Divinidad que deben ser ciertamente prioritarias, para que podamos conceder a los Cristianos y a otros, completa autoridad para observar esa religión que cada quien prefirió; desde donde provenga cualquier Divinidad en el asiento de los cielos pudiera ser propicia y amablemente dispensada a nosotros y a todos aquellos bajo nuestro decreto...........
El poder de Dios derramado sobre sus hijos había hecho que el conocimiento del Evangelio llegara a muchos pueblos del mundo, lo mismo en Occidente que en Oriente. Los emperadores de Roma no podían parar aquel amor tan grande al Evangelio de Jesucristo..., pero ellos no estaban dispuestos a ser igual que los demás, no querían vivir la igualdad que mandaba el Evangelio..., y esto fue lo que les obligó a dejar de perseguir aparentemente a los cristianos para luego dominar sobre ellos y, de una forma sofisticada, volver a imponer a los pueblos cristianos las mismas leyes que Jesucristo había abolido. Todos estos cambios serían impuestos como Decreto de Ley en los concilios religiosos que aparecerían después del famoso Edicto de Milán.
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Concilios 8...
EL CONCILIO DE NICEA (325 d.C.)
En el año 313 d. de C., habiendo sido firmado por Constantino el Edicto de Milán, aparentemente se dio libertad de culto a los cristianos para que no tuvieran ya que esconderse en las catacumbas por miedo a las persecuciones que hasta entonces se habían lanzado abiertamente contra ellos por practicar su fe. Era entonces el obispo Melquiades el obispo de Roma número 32. Pronto, después de esto, empezaría a llamárseles "Papas", en una línea sucesoria.
Ciertas iglesias (Roma, Alejandría, Antioquia, y Constantinopla), habiendo alcanzado un cierto poder político, hicieron grandes esfuerzos para suprimir lo que ellos llamaban "herejía". Empezaron entonces a convocarse concilios para determinar que libros habían de ser considerados "autorizados". Muchas veces, eran los Emperadores, más que el obispo Romano, quienes convocaban los concilios.
Constantino eligió la ciudad de Nicea, cercana a Constantinopla, para sede de la reunión del concilio del año 325, que se inauguró la misma mañana del 20 de mayo, en que se celebraban las fiestas de conmemoración de su victoria sobre Licinio. Fue este el primer encuentro universal o "ecuménico" de obispos; se cree que fueron unos trescientos los que acudieron al encuentro.
La primera cuestión y la de mayor importancia a discutir fue la disputa que había planteado Arrio (doctrina que negaba la divinidad de Jesucristo) sobre la que se mostraron diversas opiniones. Habiendo llegado a la resolución de condenar como "herejía" la doctrina que negaba la divinidad de Jesucristo. Igualmente, se determinó la forma de elección y ordenación de presbíteros y obispos y la precedencia de sus distintas sedes.
El Papa Silvestre, y los obispos asistentes al concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino, formularon el Credo o símbolo niceno.
Pero parece ser que la doctrina misericordiosa del Evangelio no era la enseñanza que más destacaba en aquel imperio aparentemente cristiano, pues después de estos decretos sobre la "libertad religiosa", y según documentos históricos, Constantino mato a su esposa, su hijo, un sobrino y su esposa, y estranguló a Licinius (su coemperador) y su hijo después de prometerles la vida. Según estos hechos, parece ser que Constantino, aparente defensor de los cristianos, no había conocido o había ignorado la Ley del Evangelio, que manda a todos misericordia, perdón y "NO MATARÁS".
Los desacuerdos y la guerra entre Constantino y Licinio habían estallado en los conflictos religiosos de los años 322-323. Constantino, habiendo sido proclamado emperador único de los gobiernos del imperio, lo mismo en Oriente que en Occidente, después de vencer a Licinio, se ocupó de imponer su religión y el orden civil.
Fueron enviadas cartas a los obispos de los distintos países, pidiéndoles el propio Constantino que se presentaran en Nicea para celebrar concilio. Acudieron incluso algunos obispos de países no pertenecientes al imperio romano, entre ellos el de Persia. Dio a los obispos facilidad, proveyéndoles de transporte público o incluso los correos del imperio, para que acudieran al concilio; además proporcionó los medios para el mantenimiento de los asistentes a éste.
La situación de Nicea, era la mejor para la asistencia al concilio de muchos obispos, especialmente los de Palestina, Egipto, Grecia, Asia, Siria, y Tracia. Fue en el mismo templo imperial y en el palacio, donde se celebraron las sesiones.
Después de esto, la doctrina arriana que defendía Eusebio de Nicomedia, fue considerada condenable, así como sus defensores. Habiendo comprobado que los arrianos interpretaban de distinta manera las citas bíblicas que fueron esgrimidas para invalidar la doctrina arriana, se decidió elaborar un Credo que declarara la fe de la religión de Roma sobre las creencias que se discutían.
Este escrito, aumentado de varias cláusulas, es la esencia del que ellos llamaron "Credo de los Apóstoles", actualmente llamado "Credo Niceno", usado solo por las religiones occidentales: la romana y las protestantes. No fue conocido entonces en las iglesias orientales. Sin embargo es el más común en las iglesias ortodoxas griegas; rusas, etc.
ORDEN DE DESTRUIR LIBROS CRISTIANOS
En el Concilio de Nicea fue decretada también la orden de destruir todos los documentos que ellos consideraron heréticos. Así, los evangelios y cartas o libros considerados inspirados por muchas iglesias, fueron destruidos, como se había hecho anteriormente bajo las órdenes de Diocleciano, que mandó quemar todos los documentos cristianos que se hallaran al alcance de los dominios romanos.
Son 21 los concilios ecuménicos celebrados. El Emperador Constantino asistió personalmente al primero de ellos: el de Nicea.
Según datos existentes en documentos históricos delas iglesias, la elección de los Evangelios que en adelante habrían de ser considerados como los únicos verdaderos, fue hecha de esta manera:
Se colocaron los documentos debajo de una mesa, en la sala del concilio y se pidió en oración, durante toda la noche, que las versiones correctas y fiables, aparecieran sobre la mesa. A la mañana siguiente, se hallaron sobre la mesa los cuatro Evangelios de Mateo; Marcos; Lucas y Juan, los elegidos por Atanasio, el representante de Alejandro.
Decidieron que se debía destruir cualquier otro Evangelio diferente de los cuatro mencionados, incluidos los hebreos. A partir de entonces, fue considerado delito mayor la posesión de cualquier Evangelio no autorizado por la iglesia. Se llegó hasta proclamar edictos de muerte a los desobedientes.
En los tres años siguientes, murieron más de un millón de cristianos unitarios. Así vemos que, lejos de alcanzar mayor unión, el concilio vino a causar aún más división, más persecución y más muertes entre los cristianos. El Edicto de Milán, donde se había proclamado la supuesta libertad religiosa de los cristianos, parece que no fue recordado en estas terribles persecuciones.
Arrio, que algún tiempo después fue nombrado obispo de Constantinopla, murió envenenado en el año 336 d. de C. Atanasio fue condenado como el responsable de esta muerte.
La aparente libertad que hasta entonces habían vivido en Roma las distintas iglesias, sucumbió al concilio de Nicea, que logró convertir sus decisiones y doctrinas en la religión del estado. Perdieron de esta manera las demás iglesias su derecho a decidir qué ejemplos debían tener como inspirados y qué tradiciones considerar como verdaderas. Muchos cristianos, al ver que los poderosos de Roma dominaban sobre la religión cristiana y que la Ley del amor predicada por Jesucristo era cambiada por la ley del terror, huyeron a lugares alejados de Roma para poder sobrevivir y poder seguir viviendo la Ley de la misericordia predicada por Jesucristo. Las bases de las inquisiciones medievales que aterrorizaron al mundo estaban naciendo. Obviamente, se quería poner bajo una represiva y única autoridad, todos los cultos y a todos los cristianos.
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Concilios 9...
LOS EVANGELIOS NO AUTORIZADOS Y EL CONCILIO DE LAODICEA
Desde el concilio de Nicea, tener uno de los Evangelios que no fueran los autorizados se convirtió en delito grave por el que las personas podían ser condenadas a muerte.
En Nicea se prohibió la inspiración libre que vivían las diferentes comunidades cristianas y se impuso la ley religiosa romana para convertir a la religión de Constantino en la religión del Imperio romano. El Cristianismo primitivo empezaba a desaparecer mientras la religión del imperio romano intentaba dominar sobre todos los pueblos conocidos en aquellos tiempos.
La religión del imperio también tomó el pasaje de las citas bíblicas donde Jesús había entregado a Pedro las palabras "sobre esta piedra edificaré mi iglesia" para hacerlas suyas, llamarse sucesores de Pedro y para que Roma y su imperio de terror se impusiera sobre las demás comunidades cristianas.
A continuación recordamos algunos evangelios desaparecidos que no constan en el catálogo de libros apócrifos existentes pero de los que se hace mención en algunos escritos patrísticos. Estos son los siguientes: El Evangelio de los Hebreos, de los 12 apóstoles, de los Nazarenos, de Basílides, de Apeles, de Taciano, de los Encratitas, de Matías, de Tadeo, de Andrés, de Carpócrates, de Santiago el Mayor, etc...
Para el conocimiento del concilio de Nicea y de los libros escogidos en este concilio, tenemos los diez volúmenes de Eusebio de Cesárea (263-339) que nos hablan de la historia de Israel desde antes de Jesucristo hasta el año 335 aproximadamente después de Jesucristo.
Al concilio de Nicea le siguió el concilio de Laodicea (año 363), donde se siguieron escogiendo más libros para componer las biblias de la religión del imperio.
Desde tiempos del emperador Constantino, el poder religioso del imperio romano se fue imponiendo en todos los pueblos dominados por el imperio.
CONCILIO DE LAODICEA (año 363)
El emperador Constantino dio privilegios a los presbíteros y demás cristianos que accedieran a ponerse bajo su protección, acogiéndose así al poder temporal y aceptando participar en los concilios o encuentros que el emperador convocase. Desde entonces, empezaron a surgir como reacción a esta secularización, grupos y órdenes monásticas que trataban de volver a la pureza cristiana primitiva. Pero estos quedaban aislados en sus comunidades y a veces muy perseguidos dentro de ellas.
Después del concilio de Nicea que presidió Constantino, tuvo lugar el Concilio de Laodicea (año 363). Laodicea, ciudad griega, se encontraba en Asia Menor, al este de Roma. Y se cree que Pablo fundó la Iglesia de Laodicea, una de las Iglesias a las que el apóstol Juan escribió.
En el Concilio de Laodicea se estableció como el día de descanso el Domingo. También se decidió qué libros eran aceptados (canónicos) y qué libros eran aceptados (apócrifos), y se prohibió que se leyeran en las iglesias los libros que no habían sido aceptados por la religión del imperio, es decir se impuso que sólo se leyeran los libros del Antiguo Testamento (no el de los Macabeos), y los 27 del Nuevo Testamento que tenemos ahora, decisión que fue confirmada en los posteriores concilios de Nicea, Hipona (393) y Cartago (397). Se dice que en el concilio de Laodicea no se aceptó el Apocalipsis, sino que fue aceptado en el concilio de Trento.
Hay varias versiones sobre cómo se decidió la elección de los libros, y una de ellas dice que, después de puestos en un altar todos los libros, cayeron al suelo los que ellos llamaron apócrifos. Esa forma de escoger los libros parece muy inocente para un imperio de terror tan entregado a dominar sobre los pueblos y a imponer las leyes de los libros religiosos que más les interesaba.
Jesús nos predicó el Evangelio y mandó a sus discípulos predicar por todos los pueblos solamente su Evangelio. Las biblias impuestas por los emperadores romanos empañaban de judaísmo todo el mundo antes llamado cristiano. El Evangelio de Jesucristo se entendería desde entonces para muchos, no desde las palabras de Jesucristo, sino desde las leyes del viejo testamento y los preceptos escritos en las cartas atribuidas a Pablo interpretados por los poderosos del imperio.
Según nos cuenta en su ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana el cardenal J. H. Newman, Eusebio explica que Constantino introdujo en su nueva religión muchos elementos y costumbres de los paganos para atraer a estos, símbolos y señales tales como templos, lámparas, incienso, fiestas, procesiones, vestidos sacerdotales, entre otros.
Cuando murió el emperador Constantino, sus tres hijos recibieron diferentes regiones. La región de Gran Bretaña, las Galias, España y Marruecos le tocó a Constantino II. A Constante le tocaron algunas tierras al norte de Italia, Italia y norte de África. Y Constacio recibió la mayor parte del Oriente.
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CONCILIO DE ROMA (año 382)
EL IMPERIO ROMANO SE IMPUSO SOBRE LAS COMUNIDADES CRISTIANAS
LOS EMPERADORES ROMANOS Y LAS BIBLIAS
Como hemos dicho anteriormente, desde los siglos II y III había muchos que querían volver a imponer las leyes del viejo testamento a los cristianos. Pero fue en el siglo IV cuando la doctrina del cristianismo en cuanto a las leyes que había que seguir, sufriría grandes cambios. Y es que la doctrina del cristianismo de los primeros siglos sólo reconocía como Ley de Dios el Evangelio de Jesucristo, que es la Ley de misericordia...; y la misericordia les mandaba repartir los bienes entre ellos, tener caridad de todo el mundo, dejar libres a los oprimidos, y no hacer daño a nadie..., ni siquiera a los enemigos, pues era costumbre entre los primeros cristianos que cuando había algún condenado a muerte en alguna parte, y por allí pasaba algún cristiano, era su obligación hacer todo lo posible por salvarle. Pero esta piadosa forma de vida no era compatible con las ansias de poder y riquezas que tenían los emperadores y otros poderosos de Roma... Así es como estos poderosos de Roma dejaron la Ley del Evangelio ahogada y mal entendida entre un montón de libros de leyes de muerte y esclavitud del viejo testamento y las cartas atribuidas a Pablo tan discutidas por muchos cristianos... Con estos escritos que ahogaban el Evangelio y las interpretaciones de sus "ministros" religiosos, hicieron ver que Jesucristo había venido a cumplir con aquellas leyes de muerte del viejo testamento y que no había venido a abolirlas.
El Evangelio de Jesucristo no les interesaba a los poderosos de Roma, pues estos tenían mucho poder y muchos esclavos, y también leyes para castigarlos de muerte cuando ellos querían. Estos poderosos de Roma vivían de la guerra y subsistían debido a sus leyes de terror y de muerte. Nada de esto lo justificaba el Evangelio. Y así, en las últimas décadas del siglo IV, desde Roma se impuso una revisión general de libros, se destruyeron muchos libros cristianos y, en cuanto a las leyes, se impuso la creencia de que todas las leyes del viejo testamento eran "palabra de Dios" y "Ley de Dios". Desde entonces, y durante varios siglos, nadie pudo discutir estas decisiones, pues los distintos tipos de inquisición que surgieron en muchos imperios del mundo aplastaron toda inspiración de volver a la piadosa Ley de Jesucristo, que mandaba misericordia, reparto de bienes y perdón para todos.
En los concilios de Roma del siglo IV, bajo la autoridad de los emperadores de Roma, es donde se escogieron los libros de las biblias... Desde entonces, muchos libros de las comunidades cristianas que no eran interesantes para ellos, fueron siendo requisados y destruidos..., y fue desde ese tiempo cuando volvió a llamarse a todos los preceptos del viejo testamento "palabra de Dios".
Éste fue el cristianismo que se ha vivido desde entonces..., pues las penas de muerte, las guerras, los genocidios, las torturas, la desigualdad y las diversas inquisiciones, siempre estuvieron a la orden del día en las religiones impuestas por aquellos imperios de terror..., todo por haber despreciado el amor que se le debe a Jesucristo y haberse querido justificar siempre y de alguna forma en las leyes crueles e imperfectas del viejo testamento, leyes que al final volvieron a imponer a los cristianos en sus concilios religiosos como si todas ellas fueran palabra de Dios y ley de Dios. En las leyes del viejo testamento hay algunos mandamientos piadosos parecidos a los del Evangelio de Jesucristo, pero estos mandamientos piadosos quedan ahogados entre muchos mandamientos de hombres que predican castigos terribles y esclavitud que no se encuentran en el Evangelio y que además lo contradicen... El Evangelio es la única y verdadera Ley de Dios.
EL CONCILIO DE ROMA
En el concilio de Roma (año 382) es cuando se escogieron todos los libros de la Biblia que iban a componer en aquel tiempo el canon romano. En este canon se incluyeron los libros judíos del viejo testamento que contenían muchas leyes que Jesucristo había abolido (Mateo 5).
Jerónimo (342-420 d. C.) en su traducción de las escrituras judías del hebreo al latín, excluyó los libros escritos en griego que él consideró no canónicos. Agustín se opuso a esto y en el concilio de Hipona (393), insistió en la importancia de los libros escritos en griego.
Fue en el siglo IV, cuando la Iglesia introdujo el término "canon", considerando terminada definitivamente la elección del conjunto de libros que habrían de ser los únicos que integrasen la Biblia de la religión de Roma.
Hasta el concilio de Roma en el año 382, no fué definitivamente establecido el canon del Nuevo Testamento. No todos estos libros habían sido siempre aceptados como inspirados por todas las Iglesias, especialmente varias cartas atribuidas a Pablo. Estas decisiones de los obispos romanos que escogieron los libros de las biblias, fueron luego impuestas a todas las demás comunidades cristianas hasta donde llegaba el poder del imperio romano. En este concilio se escogieron los libros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, y estas decisiones fueron ratificadas en el concilio de Hipona y en otros concilios posteriores donde dominaba la presencia de los obispos pertenecientes a la religión del imperio romano.
En el año 382, en el Sínodo Romano, por el Decreto de Dámaso, se decide qué libros se aceptan y qué libros se rechazan. Después, en 386, en el III Concilio de Cartago se prohíbe tener como escritura divina cualquier libro que no sea de los que allí se han escogido. La carta de Inocencio I a Exuperio (año 405) indica los libros que entran en el canon y los libros que son rechazados y condenados...: además de los libros del Nuevo Testamento, en aquellos tiempos también entran en el canon los libros del viejo testamento.
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Concilios11...
PRISCILIANO (340 aprox - 385)
(Prisciliano comenzó a predicar por el año 379 y murió en el año 385)
Un siglo después de la muerte de Mani apareció un movimiento cuya doctrina sobre el Antiguo Testamento era parecida a la del marcionismo y el maniqueísmo: el priscilianismo, que rechazaba parte del Antiguo Testamento se sentía libre de las leyes impuestas por el imperio romano y no aceptaba el canon de las escrituras como el imperio romano lo había establecido.
Prisciliano nació en Galicia por el año 340 aprox. Comenzó a predicar por el año 379, siendo obispo hispanorromano. Los obispos Instancio, Salviano e Higinio (obispo de Córdoba, y anteriormente enemigo de Prisciliano), también predicaron la doctrina priscilianista. En el año 380 Prisciliano fue nombrado obispo de Ávila, pero en ese mismo año los priscilianistas sostuvieron una gran lucha contra Itacio de Osobona e Idacio de Mérida, obispos respaldados por el emperador Graciano que, en el concilio que celebraron en Zaragoza, condenaron a los priscilianistas por vez primera, siendo desterrados en el año 381.
De este modo, Prisciliano, Salviano e Instancio predicaron en Aquitania, mayormente en Burdeos, y después fueron a Italia.
Más tarde, cuando Graciano revocó el destierro, regresaron a España, aunque Salviano murió antes. Ya en España, Prisciliano e Instancio fueron llamados a Burdeos por el emperador que entonces dominaba España, Máximo, influenciado por el obispo Itacio de la diócesis de Lusitania.
En el Sinodo celebrado en Burdeos, en el 384, fue condenado el priscilianismo por los obispos Magno y Rufo, amigos de Itacio, sin que el obispo San Martín de Tours pudiera convencer a Itacio para que no siguiera adelante con sus propósitos de matar a los priscilinistas. San Martín de Tours, que se oponía a aquellas condenas, no pudo evitar que al final juzgaran a Prisciliano en Tréveris, acusado de herejía (según su enemigo Sulpicio Severo, fue acusado de maniqueo) y que allí lo decapitaran en el año 385 (Prisciliano no pudo evitar su muerte, a pesar de haber apelado al emperador). También allí torturaron y mataron a algunos seguidores suyos, acusándoles igualmente de herejía.
Más tarde, los restos de aquellos mártires fueron llevados a Galicia. Las enseñanzas priscilianistas se propagaron con gran éxito, combatiendo en todo tiempo contra aquellos que se les oponían, y perduraron hasta finales del siglo VI.
Honorio, en el 409 lanzó una gran persecución contra los priscilianos, condenándoles a ser desposeídos de bienes y derechos civiles e imponiendo multas a los funcionarios que se declarasen en contra de la persecución. Más tarde, el obispo de Astorga, Toribio, hizo que se les quitaran a los priscilianos sus libros y consignó por escrito refutaciones contra el priscilianismo. Finalmente, en el año 567, en el segundo Concilio de Braga, se condenó el priscilianismo.
DOCTRINA DE PRISCILIANO:
Al igual que de Marción y de Maní, se sabe muy poco de Prisciliano, y prácticamente lo que se sabe de él procede de aquellos que eran enemigos suyos.
Se cree que Prisciliano aprendió de los agapetas (un grupo de finales del siglo IV que tuvo muchos seguidores hispanos y fue iniciado por una mujer que se llamaba Ágape, que había sido una matrona rica, y se cree que junto a Elpidio, fue discípula de Marco de Menfis, un egipcio maniqueo que se educó en Alejandría y parece ser que fue discípulo de Basílides. Los Agapetas practicaban la comunión). Los priscilianistas estaban en contra del matrimonio. Se les acusó, entre otras cosas, de rezar desnudos hombres y mujeres. Enseñaban, entre otras cosas, que Cristo había clavado en la cruz el signo de servidumbre.
Se cree que once opúsculos anónimos encontrados en 1885 pertenecen a Prisciliano. En estos escritos, sobre todo en los dos primeros opúsculos, él rebate las acusaciones de sus enemigos, que le acusan de diversas herejías.
Prisciliano se defiende acaloradamente de las acusaciones que sus enemigos hacían contra él de adorar a los demonios y de cometer actos de encantamiento (en aquel tiempo los actos de magia eran castigados con la muerte).
Prisciliano defendía la Divinidad de Cristo y enseñaba que El Padre, El Hijo y Espíritu Santo son uno (Dios).
También decían algunos que los priscilianistas, al igual que los maniqueos, predicaban que el diablo (malo en esencia) no había sido creado por Dios, sino que procedía de las tinieblas.
En cuanto a las Escrituras, decía que el canon no se había cerrado, que toda la revelación no se encontraba en el canon impuesto por Roma, y que ahí no había acabado, sino que continuaba..., y pensaba, además que había que aceptar toda escritura que predicara y profetizara a Jesucristo (Cristo Dios):
"Esto estuvo siempre en nuestro corazón: que no puede ser condenado todo lo que hay en las escrituras proferido bajo la autoridad de cualquier Apóstol, Profeta, Obispo, que profetizan a Cristo Dios, o lo predican, y que concuerdan con el canon de los evangelios o los profetas"
Él no estaba de acuerdo con el canon de libros que se querían imponer como "sagrados" por el imperio, pues según él no se debían rechazar los libros que se tenían como apócrifos, y además, los mismos libros que habían sido aceptados, daban autoridad a los apócrifos. En cuanto al canon, así escribió Prisciliano: "Se hace referencia en los libros canónicos a materias cuya precisa descripción no se halla en ningún lugar de la Biblia. Tenía pues que existir en otros textos cuyo carácter debe ser tan venerable y sagrado. Por otra parte se encuentran en la Biblia referencias claras e indiscutibles a estos libros. Entonces, ¿por qué rechazarlos?".
Defendía los libros apócrifos (rechazados por la religión de Roma) porque para él los textos, sean o no canónicos, deben ser examinados y bien interpretados, y los hombres espirituales tienen el don para hacerlo, pudiendo discernir en las escrituras lo verdadero de lo falso y hacer distinción en ellas entre lo bueno y lo malo (así, los priscilianistas rechazaban parte del Antiguo Testamento). Pero ciertos representantes del clero no aceptaban escritos que no fueran los que ellos escogían para el canon, ni que se rechazasen los que ellos habían escogido, ni aceptaban la libre expresión de hombres que defendieran y trajeran una revelación que se opusiera a sus intereses.
Prisciliano en la Península Ibérica y el sur de las Galias: Este cristiano, pidió a Egeia, su discípula, que viajara hasta Egipto en busca de las fuentes originales de las doctrinas cristianas, debido a los resultados de la destrucción de manuscritos ordenada por Roma, que según se entiende por la Historia, había hecho desaparecer gran parte de ellos. Ya Diocleciano había ordenado en su tiempo , quemar todos los libros cristianos. Se conservan documentos en los que el obispo de una sola diócesis, jactándose, cuenta como hizo quemar más de 200 copias de Evangelios no canónicos, dentro de los territorios de su administración.
Prisciliano fué perseguido desde el principio por muchos obispos, que lograron incluso que el Emperador Máximo le mandara presentarse en Tréveris, para ser juzgado por acusaciones de hechicería, que sus enemigos habían lanzado contra él. Los intereses del Imperio y los del clero, condenaron a Prisciliano a morir decapitado. Un tiempo después, Teodosio mandó cortar la cabeza al emperador Máximo.
Prisciliano: HIMNO A JESUCRISTO
Quiero desatar y quiero ser desatado. Quiero salvar y quiero ser salvado. Quiero ser engendrado. Quiero cantar; cantad todos. Quiero llorar: golpead vuestros pechos. Quiero adornar y quiero ser adornado. Soy lámpara para ti, que me ves. Soy puerta para ti, que llamas a ella. Tú ves lo que hago. No lo menciones La palabra engañó a todos, pero yo no fui completamente engañado.
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Concilios12...
LA BIBLIA VETUS LATINA
Antes de que Jerónimo (escriturista del imperio) compusiera la Vulgata, existía la Vetus Latina, que es un grupo de versiones latinas más antiguas (versión de la Biblia anterior a la Vulgata Latina). Prisciliano, que murió en el año 385, lógicamente no utilizó la Vulgata de Jerónimo, compuesta en el 390 en Belén desde el texto hebreo, sino que se cree que en sus escritos usaba la Vetus Latina Hispana (liturgia Hispana), que fue muy difundida en España (la liturgia hispana fue tan arraigada en España, que no pudo ser oficialmente suplantada por la romana hasta el siglo XI, a pesar de los esfuerzos de los que se oponían a ella).
Por defender y utilizar la Vetus Latina (liturgia Hispana) y otros libros rechazados por Roma, entre ellos los Hechos de Tomás (libro usado también por los maniqueos), los priscilianistas fueron muy perseguidos.
SUSTITUCIÓN DE LA VETUS LATINA POR LA VULGATA EN ESPAÑA (IMPOSICIÓN DE LA LITURGIA ROMANA)
En España, la Biblia Vulgata (revisión de libros efectuada por Jerónimo y su equipo de escrituristas) entró a finales del siglo IV a través de los escribas de Licinio. La Vetus Latina y la familia Occidental de manuscritos de la Biblia (forma D, versión antigua latina), desde Jerónimo, Damaso y Constantino, fue muy perseguida y desechada por estos, y después por otros grandes perseguidores como ellos. Se querían quitar sus escritos, no solamente de las versiones de las Biblias, sino también de la liturgia de los pueblos. En España, esta decisión fue rechazada durante varios siglos, pero al final venció el poder de Roma.
Algunos estudiosos aseguran que la Vulgata compuesta por Jerónimo no es tan correcta como lo son las versiones antiguas latinas, y que el sentido del texto se ve afectado a causa de las expresiones "oscuras" que utiliza la Vulgata en ciertas ocasiones. De la Vulgata proceden varios códices bíblicos españoles. En ellos se comprueba -en sus anotaciones- que hay muchas variantes (partes del texto de la Vulgata que no coinciden con la Vetus Latina, texto anterior a la Vulgata).
Los códices de los que procede la Vulgata se fueron distanciando, más y más, de la liturgia hispana escrita según la Vetus Latina, por la presión que ejercieron las autoridades y la religión romana desde el siglo IV. En el período del imperio de Carlomagno hubo una gran presión contra la liturgia hispana. En un concilio celebrado en el año 794 en Francfort se condenó a Elipando de Toledo y a Félix de Urgel; eran adopcionistas que habían utilizado la liturgia hispana para apoyar sus doctrinas, y con ese pretexto, al condenar los "errores" de ellos, querían también suprimir los textos hispanos para imponer los romanos.
También hubo una fuerte persecución contra el rito hispano durante la reforma cluniaciense, con los monasterios de mojes benedictinos, y después con los premostratenses y cistercienses. A través de los monjes en cuyos monasterios estaban los códices que procedían de la Vulgata Latina, se fue sustituyendo el rito hispano por el romano, hasta que se suprimió totalmente en España la Vetus Latina: Cuando los franceses iban tomando gran poder sobre Castilla (bajo protección del rey Fernando I), los monasterios de monjes benedictinos, procedentes de Cluny (sede de la orden cluniacense en 910 en Francia), ejercieron toda su fuerza contra la liturgia hispana, e iban imponiendo el rito romano.
El pontífice Alejandro II, que tenía como legado a Hugo Cándido, envió a éste en 1064 con la intención de acabar con la liturgia hispana. Después Gregorio VII (sucesor de Alejandro II), envió a otro legado (Ricardo, abad de San Víctor de Marsella) con la misma intención, pero fracasó en sus primeras tentativas a causa de la oposición de Roberto de Sahún (un monje que procedía de Cluny pero que después defendería con gran ardor la liturgia hispana).
Después se celebró el Concilio Nacional de Burgos en 1081, que fue convocado por el legado bajo el apoyo del rey Alfonso VI de Castilla (hijo y sucesor de Fernando I), y allí quedó oficialmente abolida la Liturgia Hispana, siendo destituidos de su cargo aquellos que se oponían, entre ellos Roberto, que hasta entonces era abad de Sahagún. Ello no se pudo evitar a pesar de los esfuerzos de sus defensores. Un monje de S. Millán, escribió: "conservemos la herencia de nuestros antepasados y, libres de toda sutileza de impía infidelidad, defendamos con saludable consejo lo que está establecido, contra la conjuración de los que quieren destruirlo". Pero al fin venció el poder de la religión del imperio. El monarca introdujo la reforma cluniacense en los monasterios y fue sustituida la Liturgia Hispana por la romana.
LA VULGATA LATINA: La Vulgata Latina, escrita por Jerónimo, se impuso desde el Imperio Romano, a todas las comunidades cristianas que estaban bajo el dominio de Roma...; y, desde el 385, Jerónimo, Damaso, Agustín, y otros obispos, escogieron la lista de los libros de la Biblia que el Imperio de Roma quería imponer a todos los pueblos. Así, muchas versiones de la Biblia, como la Vetus Latina, y muchos otros libros de autores Cristianos, fueron prohibidos..., y la mayoría de ellos, secuestrados, destruidos y quemados. Sobre este tema de la destrucción y prohibición de libros, nos hablan muchos libros antiguos y contemporáneos; entre ellos tenemos: Introducción a la Biblia (dos tomos; de la B.A.C.); Historia de los heterodoxos españoles (de Marcelino Menéndez Pelayo); Prisciliano Mártir, Apócrifo (de Daniel Terán Fierro); Religiones en la España Antigua (de José Mª Blázquez); Tratado y Cánones de Prisciliano (de Biblioteca de Heterodoxos y Marginados); y otros muchos libros.
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Concilios13...
PERSECUCIÓN Y DESTRUCCIÓN DE ESCRITURAS Y DE LIBROS...
En el siglo V se empezó a combatir el Diatessaron de Taciano (una armonía de los cuatro Evangelios). Se llegaron a destruir en el año 458 doscientos ejemplares de su obra, por mandato de Teodoreto Cirense, que obligó a leer los Evangelios separados.
Ya en tiempos del obispo Agustín de Hipona, éste dice que había muchos traductores latinos. Agustín así nos dice: "Si los que tradujeron las escrituras del hebreo al griego se pueden contar, no así los traductores latinos. Porque cualquiera que tuviera a su disposición un códice griego y supiera un poco de las dos lenguas, se atrevía a interpretar".
En cuanto a la variedad de lecciones variantes (partes de las escrituras expresadas de otra forma) que se introdujeron en las versiones latinas, nos dice Agustín de Hipona: "Se encuentra tal diversidad en los diferentes códices, que a penas se puede tolerar, y entra tal duda de que quizá no se encuentre en el griego, que en adelante es difícil saber si significa o prueba algo".
La mayor parte del texto de las versiones antiguas latinas (Vetus Latina) se ha perdido, pues fue suplantado por la Vulgata de Jerónimo. Éste corrigió entre los años 382 al 385 aprox., los cuatro evangelios y el salterio de la antigua versión latina . Después corrigió el viejo testamento (hasta el año 390). Por último, compuso la Vulgata Latina, que quedaría terminada por el 406. Se basó en la forma B (la forma ALEJANDRINA), menos antigua que la Vetus Latina.
Se dice que las discrepancias y variantes que había entre los diferentes códices latinos, que eran muchos, dio lugar a la elaboración de la Vulgata de Jerónimo. Sin embargo, no todos los escritores e investigadores de la Biblia, piensan igual..., porque en los primeros siglos, la versión Vetus Latina, fue muy defendida por muchos Cristianos, sobre todo en España. Desde esa época, se quemaron y se eliminaron muchos libros (versiones de los Evangelios y cartas de los Apóstoles).
CONCILIO DE HIPONA
En la Epístola Pascual de Atanasio de Alejandría (367 después de Jesucristo), podemos encontrar el canon de las escrituras de la Iglesia oriental. Y en el sínodo de Hipona (393 después de Jesucristo), se encuentra consignado el canon de la Iglesia occidental. Después, en la carta del pontífice Inocencio I (año 405) también se encuentra el canon de los libros de la biblia escogidos por los poderosos de Roma en el siglo IV.
Al conjunto del Nuevo Testamento y del viejo testamento (72 libros en total), se le ha llamado Biblia desde entonces.
EL CANON
El "canon" (en griego nwnak, que significa caña, regla, unidad de medida) consiste en la lista de los libros aprobados como "inspirados" y que componen la lista de libros de las diferentes biblias. Estos libros, según disposición de los escrituristas del imperio, eran clasificados, según el criterio de ellos, en dos grupos principales:
Canónicos: aquellos de los que, según ellos dicen, "nunca ha habido duda de autenticidad de inspiración". Esto es una forma de expresar las cosas que no corresponde con lo que nos dice la historia de los pueblos sobre las religiones y sus libros, pues sobre la autenticidad de los libros impuestos por el imperio siempre ha habido dudas en las religiones cristianas y en las no cristianas.
Deuterocanónicos: los libros que, según ellos, "no fueron aceptados unánimemente desde siempre", pero que finalmente fueron incluidos en el canon definitivo. En griego, deuterocanónicos significa que fueron admitidos como canónicos solo en un segundo tiempo. ¿"No fueron aceptados unánimemente desde siempre"?... Esta forma de hablar tampoco parece correcta, pues la historia de las religiones nos dice que ciertas religiones y ciertos grupos cristianos tenían unos libros como sagrados mientras otros los rechazaban.
La decisión de incluir en la lista oficial (o canon) de los libros de la Biblia, los libros que la integran actualmente fue tomada en el Concilio de Hipona el año 393 d. de C., siguiendo la proposición de los obispos del imperio en el concilio de Roma (en el año 382 d. de C. ), siendo en aquel tiempo el obispo Dámaso la máxima autoridad eclesiástica de Roma, y aceptando la aún más temprana decisión del concilio de Laodicea del año 363, sobre este mismo tema.
Fue en Roma, en el concilio que se celebró siendo Dámaso obispo jefe de la religión de Roma, entre los años 366 al 384, cuando por primera vez se impuso la decisión de los libros que debían ser aceptados, estableciéndose una lista de ellos, como la lista de libros de la "Iglesia Universal".
En el concilio de Hipona, convocado por Dámaso durante el Sínodo de Roma en 393 d. de C., es oficialmente confirmado el canon. Después, aparece la lista de los libros del N. T. en los decretos de los pontífices y en todas las actas de los sínodos tanto orientales como occidentales de la religión del imperio romano.
CONCILIOS DE CARTAGO
El canon de las escrituras, que contiene todos los libros de la biblia de la religión del imperio romano, definido en el 382 en el concilio de Roma, siendo obispo Dámaso I, fue reafirmado en los concilios de: Hipona (393); Cartago (397); en el año 405, en la carta que mandó el pontífice de Roma Inocencio I al obispo Exuperio de Tolosa; en un nuevo concilio en el año 419 en Cartago donde se le pidió al obispo de Roma Bonifacio, que lo confirmara porque, según decían ellos, "estas son las cosas que hemos recibido de nuestros padres para ser leídas en la Iglesia".
EL DECRETO GELASIANO
El Decreto Gelasiano nos habla de los libros recibidos en el Concilio de Roma del año 393, que fue presidido por Dámaso I, pontífice de la religión de Roma. En este Decreto, aparte del dogma de fe de la religión católica de aquellos siglos, también se habla de la lista de libros que fue aceptada en el concilio de Roma del año 393.
Al Pontífice de Roma Gelasio I se le atribuye el Decreto Gelasiano. Gelasio nació en el siglo V en África. Llegó a ser pontífice y jefe de la religión de Roma. Se cree que fue él quien escribió el llamado Decreto Gelasiano. Se le conoció también con el sobrenombre de "padre de los pobres", y Dionisio el Exiguo escribió de él que murió pobre después de ayudar a muchos necesitados. Gelasio mantuvo buenas relaciones con el emperador de Oriente Anastasio y también con el rey de Italia Teodorico.
Según algunos investigadores recientes, hay comentarios que nos dicen que el Decreto Gelasiano no fue obra de Gelasio, sino de un clérigo de las Galias del siglo VI que escribió sobre las costumbres romanas de ese tiempo.
OTROS TEMAS QUE ABARCA EL DECRETO
En este Decreto se habla también del concilio de Nicea, del concilio de Constantinopla, el de Éfeso ("en el que Nestorio fue condenado"), el de Calcedonia, y también nos dice que hubo otros concilios de menor importancia. En cuanto a los libros que se deben leer y que son aceptados aparte del canon, nos da una lista de libros y autores muy extensa, al igual que nos da una lista de libros que no se aceptaban (apócrifos).
En este Decreto, aparte de dar detalle de los libros que no son aceptados, también se recuerda lo siguiente: "y no sólo son repudiados por toda la Iglesia Católica Apostólica Romana, sino que deben ser eliminados los autores y sus seguidores, y condenados con el indisoluble vínculo del anatema eterno".
En este Decreto se nos descubre la autoridad que se tomó el imperio de Roma sobre la vida y la fe de las personas y la persecución que tuvieron que sufrir tantísimos cristianos por causa de las decisiones tomadas en estosconcilios("deben ser eliminados los autores y sus seguidores").
Se ve claramente que aquellos dictadores religiosos, apoyados por el imperio de Roma, ignoraban o hacían ignorar el Evangelio de Jesucristo, pues el Evangelio de Jesucristo manda tener misericordia siempre con las personas y perdonarlas setenta veces siete. Ésta y otras religiones parecidas, movidas por los imperios de terror, durante siglos ignoraron la Ley misericordiosa del Evangelio predicada por Jesucristo y, desde entonces, las guerras, los genocidios, las inquisiciones, las torturas y las penas de muerte han sido el panorama presentado al mundo por los imperios de terror.
"deben ser eliminados los autores y susseguidores"; esto decían los jefes que presidían aquellos concilios de los imperios de terror. Ninguno de estos concilios siguió fielmente las enseñanzas y mandamientos del Concilio de los apóstoles celebrado en Jerusalén en el primer siglo, pues los apóstoles, fieles a los piadosos mandamientos de Jesucristo, nunca mandaron castigos de muerte ni persecución alguna contra las personas. Pidamos a Dios que los hombres y mujeres que aman a Jesucristo vuelvan algún día de nuevo a la piadosa vida y enseñanza de Jesucristo y los apóstoles.
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Concilios 14...
CONCILIO DE TRENTO
Fue en los siglos IV y V cuando en los concilios de la religión del imperio de Roma se escogieron los libros de las Biblias que han llegado hasta nosotros... Después de estos siglos, el poder religioso del imperio romano impuso sus biblias y su liturgia por la fuerza de las armas a todos los pueblos cristianos. Pasarían mil años sin grandes discusiones sobre los catálogos de los libros de las biblias impuestas por Roma; el poder de Roma era aplastante y sólo los pueblos más alejados del imperio, en este caso los pueblos del medio oriente y oriente lejano (iglesias ortodoxas, sirias, caldeas, cristianos de santo Tomás en la India, etc), se escapaban, en parte, de aquella autoridad. Más tarde, la autoridad del imperio de Roma y las religiones de los imperios protestantes también llegaría hasta los pueblos más alejados del Oriente.
Pasaron los siglos, y desde el siglo XIII aparecieron varios movimientos, como los primeros franciscanos, los valdenses, movimientos del "libre espíritu", y otros muchos, más o menos avanzados, que cuestionaron la autoridad de la religión del imperio romano en sus leyes, tradiciones y doctrinas, y especialmente en sus decisiones sobre los libros de la Biblia. Algunos de estos grupos querían volver a la vida sencilla que mandaba la Ley del Evangelio (como habían vivido los apóstoles y primeros discípulos), pero fueron muy perseguidos, y se cometieron con algunos de estos grupos terribles persecuciones y masacres.
Todos estos movimientos cuestionaron la autoridad de la religión romana en materia de escrituras, y, examinando los libros de la biblia y la historia de los concilios donde fueron escogidos, decidieron seguir cada movimiento su propio canon de la Biblia, de la cual algunos excluyeron algunos libros escogidos desde el siglo IV por los obispos de Roma. La religión de Roma arremetió contra estas decisiones reformadoras convocando otro concilio: el concilio de Trento.
En la cuarta sesión del concilio de Trento (8 de Abril de 1546) quedó definitivamente establecida la lista de libros tenidos como canónicos y la lista de los que llamaron apócrifos. Los obispos de Roma salían así al paso de los reformadores para volver a imponer la lista de libros de la biblia escogidos por los obispos de Roma en los siglos IV y V.
Los libros III y IV de Esdras y la Oración de Manases, libros hasta entonces contenidos en la Vulgata (biblia escrita en latín por Jerónimo y su equipo de escrituristas a las órdenes del obispo Dámaso, en el siglo IV), fueron excluidos de ésta. Son únicamente, por tanto, los libros llamados Canónicos, los que la religión de Roma impuso que fueran aceptados como si todas sus leyes y mandamientos hubieran sido revelados por Dios.
Por este motivo se celebró el concilio de Trento (1545-1563), el de mayor resonancia en la historia de la religión de Roma, como respuesta a los protestantes y sus doctrinas, pues los protestantes acababan de excluir siete libros y algunas partes de libros del viejo testamento y los llamaron "Apócrifos". El Concilio de Trento, por el contrario, decidió que esos libros permanecerían en la Biblia como habían permanecido por más de 1000 años en la Vulgata.
Los protestantes quitaron de sus biblias algunos libros que tenían las biblias del imperio romano, pero siguieron manteniendo y llamando "ley de Dios" a las leyes de muerte y de esclavitud del viejo testamento que Jesucristo había abolido y que luego el imperio de Roma había incluido en sus biblias llamando a todas esas leyes "palabra de Dios". Los protestantes también incluyeron en sus biblias las discutidas cartas atribuidas a Pablo (algunas partes de ellas eran un gran apoyo para los intereses de los emperadores dictadores). Poco variaron las decisiones de las religiones protestantes de las decisiones de la religión del imperio romano en cuanto a las leyes del viejo testamento y las cartas atribuidas a Pablo. Y así, la confusión siguió en aumento y el mundo se separaba cada día más y más de los piadosos mandamientos de Jesucristo escritos en el Evangelio.
Las leyes del viejo testamento y las cartas atribuidas a Pablo pasarían a ser la doctrina oficial y principal de todas estas religiones..., mientras que el Evangelio quedaba ahogado y desplazado en sus biblias y, en último caso, como utopía impracticable en este mundo de dictadores y hombres despiadados llenos de codicia.
Jesucristo había dicho "No Matarás"..., pero los imperios de terror del mundo llamados cristianos justificaban las guerras y las penas de muerte. Jesucristo había dicho a los que tenían muchas riquezas que repartieran sus bienes entre los pobres..., pero los imperios de terror del mundo llamados cristianos justificaban la desigualdad y la opulencia de unos hombres mientras otros vivían en la miseria. Jesucristo había dicho que el que quisiera ser más grande que los demás fuera servidor de todos..., pero los imperios de terror del mundo llamados cristianos justificaban la esclavitud y a los codiciosos que se hacían más grandes que los demás diciendo que Dios había puesto a los que se hacían grandes y poderosos para administrar los bienes de los pobres. Pero el caso es que los "administradores" poderosos del mundo siempre se olvidaban de administrar con justicia los bienes de los pobres y también sus propios bienes... y, de esta forma, la miseria y la desigualdad era soportada por la mayoría de los humildes. Los pueblos llamados cristianos se "olvidaron" de vivir los piadosos mandamientos de Jesucristo.
DECISIÓN DE LOS OBISPOS DE ROMA
Los obispos de la religión de Roma escogieron los libros del Nuevo Testamento y del viejo testamento que debían ser aceptados. Estas fueron las decisiones de los obispos de la religión de Roma. Los protestantes, a partir del siglo XV tomaron otras decisiones.
El canon de libros que se había aprobado en el Concilio de Hipona fue corroborado en el séptimo concilio ecuménico, II de Nicea (787); y en los de Florencia (1442), Trento (1546), Vaticano I (1870) y Vaticano II (1965). Los emperadores dictadores que dominaban sobre estas religiones durantes siglos y siglos vivieron las leyes de estos concilios sin cambiarlas. No tenían prisas en cambiarlas, pues ellos vivían en la opulencia mientras la voz ahogada de los pobres pedía igualdad y justicia.
LAS RELIGIONES LLAMADAS CRISTIANAS, SUS BIBLIAS Y EL EVANGELIO DE JESUCRISTO
Son muchas las religiones llamadas cristianas que hay en el mundo. Cada una tiene sus biblias con más o menos libros, y los imponen todos como si fueran "palabra de Dios". Pero el Evangelio de Jesucristo, aunque ahogado entre montones de libros de ésta o aquella religión, aún está presente en el mundo, aún está esperando una respuesta de los hombres de buena voluntad, pues Jesucristo no mandó predicar biblias impuestas por los hombres; Jesucristo, lo que mandó es que predicáramos el Evangelio por todos los pueblos... Que predicáramos su Ley de misericordia, pues Él era todo bondad y pedía a todos los hombres que tuvieran misericordia con sus semejantes. Él no quería crueldades, ni esclavitud, ni guerras entre los hombres, ni codicias, ni falsos intérpretes de la Ley de Dios que siempre están quitando de en medio la llave de la ciencia (nunca enseñan lo que Dios manda realmente). Jesucristo así les dijo:
"¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle". (Lucas 11:52-54).
"¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis". Esto es lo que dijo el Señor a los que no amaban el Evangelio y le perseguían. Y a los que aman el Evangelio, así les dijo:
"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado". (Marcos 16,15-16).
Es el Evangelio la enseñanza que los cristianos deben llevar a todos los pueblos. Y al Evangelio debemos volver otra vez todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad que amamos a Jesucristo y amamos a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Un hombre preguntó a Jesucristo:
"¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos" (Marcos 12:28-31).
"todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12)
(Páginas de un cristiano)
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LOS MANDAMIENTOS DE JESUCRISTO
Jesucristo dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”...
DEDICACIÓN:
Dedicamos a Jesucristo, Nuestro Dios y Nuestro Señor, este examen de las escrituras del Evangelio para darle gracias por su predicación del Evangelio, que nos hizo comprender cuáles son los verdaderos mandamientos de Dios.
Gracias, Señor. |
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