COMO VIVÍAN LOS PRIMEROS CRISTIANOS
En tiempos de los primeros cristianos, los judíos no conocían cuál era la verdadera Ley de Dios en cuanto a las faltas y los castigos. Fue Jesucristo el que, de nuevo, nos vino a revelar la verdadera Ley de Dios, mandándonos perdonar y practicar siempre la misericordia.Pero en cuanto a la vida social también estaban perdidos, porque las leyes judaizantes permitían que unos tuvieran mucho, otros muy poco, y los que mucho tenían pudieran comprar muchas mujeres concubinas y muchos hombres y mujeres como esclavos. Todo esto provocaba que hubiera mucha pobreza y mucha desigualdad.
Los Apóstoles y demás cristianos de la Iglesia, en Jerusalén intentaron vivir una comunidad diferente, donde todos los hermanos fueran libres, y donde todos los bienes se repartieran con igualdad, y así poder acabar con aquella sociedad injusta que vivía Israel:
«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.» (Hechos 2, 42-47).
«Y la multitud de los que habían creído era de un solo corazón y una sola alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.» (Hechos 4, 32-35).