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Reflex. Pastor-Batista: No se desanimen
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Enviado: 24/01/2010 10:10 |
No se desanimen
Dios bendiga este hermoso dia y nos ampare con su paz y amor dandonos fuerzas para continuar sin desanimo predicando su palabra No se desanimen Por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria. Efesios 3: 13 El temor, la angustia y el desánimo invadían el corazón de los cristianos de la iglesia de Éfeso. ¿Cuál era la causa? ¿Por qué el desánimo? ¿Cuál era la razón para que sus corazones estuviesen deprimidos? Era que su amado pastor, el apóstol Pablo, se encontraba prisionero. Ellos pensaban que si esa era la suerte del hombre de Dios, ¿qué sería de ellos? Pero Pablo les escribió desde la prisión, diciéndoles: «Por lo cual os pido que no desmayéis». No se desanimen. No se angustien. No desmayen. ¿En qué basaba el apóstol este mensaje de ánimo? Hay tres razones por las cuales Pablo pidió a los efesios —y pide a todo cristiano— que no desmayasen. Pablo dice: «Soy prisionero de Jesucristo, no tengo por qué desalentarme. No soy prisionero del César». No se encontraba en aquellas circunstancias por el capricho, los deseos o los planes de los hombres. Eran la voluntad y los planes de Dios. Las adversidades en la vida del cristiano no son accidentes, no son producto del destino, no son resultado de la mala suerte o el azar. Son los propósitos de Dios para su vida. San Pablo era feliz y estaba en paz donde Dios quería que estuviera. Lo mismo debe ocurrirnos a nosotros. Pablo no desmayaba porque consideraba que Dios está por encima de todas las cosas. Por eso dice que de Dios «toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra» (Efe. 3:15). No hay nada que supere a Dios; nada lo incapacita; nada lo inhabilita. Él es el vencedor del sepulcro. Está por encima de la muerte. Está por encima del cáncer y de cualquier enfermedad incurable. Pablo estaba enraizado en lo más profundo del corazón de Dios. Por eso dice: «A fin de que arraigados y cimentados en amor, seáis capaces de comprender» (Efe. 3:17). Estaba tan escondido en el amor de Dios que no temía ni la prisión ni la muerte. Sabía que, aunque tuviera que ir al descanso, el amor de Dios jamás lo olvidaría. No tienes por qué desanimarte. Si el dolor del abandono del esposo embarga tu corazón, no te desalientes hasta el punto de perder tu fe. Si has escuchado el diagnóstico de una enfermedad incurable, no te desanimes. Tu Dios dirige tu vida. Él es más grande que las circunstancias. Dios te lleva en lo más profundo de su corazón. No te desanimes; no desmayes. Confía en Dios.
Dios te bendiga; es mi deseo y oración, ¡El Dios al que yo sirvo esta aquí!
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