"En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios" Lucas 6:12.
Si tuviese que escibir una biografía de la vida terrenal de Jesús, le pondría por título El Hombre del monte. No sólo porque murió en un monte, sino tambbién porque vivió en el monte; sólo, buscando a su Padre en oración: ahí estaba el secreto de su vida victoriosa. Después de pasar horas en comunión con la Fuente de su poder, descendía a valle encontraba a los hombres destruidos por el pecado y los restauraba; les devolvía la dignidad y las ganas de continuar viviendo.
Los seres humanos corremos el peligro de tomar la vida de Jesús sólo cómo un ejemplo de obediencia, y es verdad que nadie cómo Él obedeció. Pero antes de ser nuestro ejemplo de obediencia, Jesús es nuestro ejemplo de oración y de comunión con el Padre. El maestro vino a enseñarnos, entre otras cosas, que sólo es posible vivir una vida de obediencia en la medida en que vivamos una vida de oración.
Un joven me preguntó, cierto día: "¿Que se puede decir en una hora de oración? Cuando yo oro, acabo acabo todo lo que tengo que decir en cinco minutos". La razón porque la oración de este joven no duraba mucho es porque sólo oraba con el objeto de pedir, siendo que lo que le debía motivar no era sólo eso; Dios conoce todo antes de que le pidamos: el propósito de la oración es cultivar el compañerismo y la comunión con Jesús. A fin de cuentas la vida cristiana consiste en vivir un experiencia diara de compañerismo y comunión con Él.
La vida de Jesús fue una vida de constante oración. A veces, cansado, después de un día extenuante de arduo trabajo, el cuerpo le pedía dormir. Pero, Él buscaba tiempo para conversar con su Padre porque sabía que al día siguiente, le esperaba una jornada de tentaciones y de dificultades, y sólo sería posible salir victorioso en la medida que buscase el poder de parte de su Padre, por medio de la oración.
haz de tu vida una vida de oracón. Ora no sólo de mañana y por la noche; ora constantemente, cada minuto de tu vida. Relaciona con Jesús todo lo que haces. En vez de concentrarte sólo en las dificultades a que te enfrentas, direcciona estos pensamientos hacia Dios, y ya estarás en una actitud de oración. Que Dios te conceda muchas victorias. ¡Ah!, y no te olvides de que "é fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.
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