El bautismo de Juan significa que somos terminados
Lucas 3:16:16 Respondió Juan, diciendo a todos: Yo os bautizo en agua; pero viene el que es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de Sus sandalias; Él os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego.
Aquí vemos que aunque Juan predicaba un bautismo de arrepentimiento, la meta de su ministerio era una persona maravillosa, Jesucristo, el Hijo de Dios. Juan no se hizo a sí mismo el centro de su ministerio, como si fuera un imán que atraía a otros. Él comprendió que sólo era un mensajero enviado por Jehová de los ejércitos para traer a la gente a Jesucristo, y para exaltarlo como la meta de su ministerio.
En el versículo 16 Juan dijo que él bautizaba en agua, pero Aquel que vendría, el Salvador-Hombre, bautizaría a la gente en el Espíritu Santo y en fuego. El agua representa la muerte y la sepultura, cuyo propósito es darle fin al pueblo arrepentido; el Espíritu Santo es el Espíritu de vida y resurrección cuyo fin es hacer germinar al pueblo aniquilado. El agua era señal del ministerio del arrepentimiento llevado a cabo por Juan; el Espíritu Santo era señal del ministerio de vida llevado a cabo por el Salvador-Hombre. Juan sepultaba a las personas arrepentidas poniéndolas en las aguas de la muerte; el Salvador-Hombre las resucitaba para regenerarlas en el Espíritu por Su vida de resurrección.
Las aguas de la muerte, las cuales representan la muerte todo-inclusiva de Cristo en la cual Sus creyentes son bautizados (Ro. 6:3), no sólo sepultaban a las personas bautizadas sino también sus pecados, el mundo, su vida pasada y su historia (tal como el mar Rojo sepultó a Faraón y al ejército egipcio por el bien de los hijos de Israel, Ex. 14:26-28; 1 Co. 10:2). También los separaban del mundo corrupto que había abandonado a Dios (tal como el diluvio lo hizo con Noé y su familia, 1P. 3:20-21.