Cuenta
una leyenda que el Rey estaba cazando en un bosque, cuano se encontró
con un niño huerfáno y ciego que estaba viviendo casi como un animal. El rey sintió gran compasión, y adoptó al muchacho como su hijo, enseñándole todo lo que se le puede enseñar a un ciego. Cuando
el muchacho cumplió veintiún años, el rey, que era además un médico
famoso, le devolvió la vista y le llevó al palacio en donde luego de
mostrarle toda la magnificencia de la corte, lo proclamó hijo, ordenando
a todos que le sirvieran.
Cristo es el Rey que ha encontrado a nuestras almas en el desierto de este mundo pecaminoso. Nos encontró “pobres, ciegos y desnudos.” Nos lavó de nuestros pecados con su sangre. Nos ha cubierto con un manto de justicia.
D.L. Moody