Amar a sus enemigos
(Jesús
dijo:) Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced
bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos,
que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre
justos e injustos.
El
sermón del monte es una maravillosa revelación de las palabras de Dios
respecto a las relaciones de los hombres en la tierra. “Amad a vuestros
enemigos”. ¡Qué declaración sorprendente! ¿Debemos amar a los que nos
atacan y nos hacen daño?
Jesús, el Hijo de Dios, así nos lo pide.
Pero, ¿Quién puede obedecer a ese mandamiento de amor? La Biblia
responde: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Así es como
pasamos a formar parte de la familia de Dios. Si somos hijos de Dios,
entonces tendremos la misma actitud de amor que nuestro Padre.
Dios
ama a todos los hombres, tanto a pequeños como a grandes. Permite que
todos disfruten del calor del sol y de la lluvia, tan necesarios para
nuestra vida. También quiere que todos los hombres sean salvos (1
Timoteo 2:4). A nosotros no nos corresponde hacer diferencias entre una
persona y otra. Por lo tanto debemos orar por todos los hombres para que
reciban a Jesús como su Salvador. Pero para orar es necesario que nos
acerquemos a él buscando su voluntad. “Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos
en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). Así podremos amar a nuestros
enemigos.
Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY