¡No Puedo Firmar!
"Te amo, oh Señor, fortaleza mía"
(Salmos 18:1).
* * * * * * *
Charles Spurgeon cuenta la experiencia vivida al visitar una
mujer cuya fe, una vez brillante, había sido encubierta por
una nube que provocara un eclipse total. Dijo ella a
Spurgeon: "Mi fe acabó. Yo no siento más cualquier amor
verdadero por Cristo." Spurgeon era un hombre sabio. Él no
discutió y ni rebatió lo que la señora le había dicho.
Apenas agarró un folio de papel y se dirigió hasta la
ventana. En él escribió: "Yo no amo el Señor Jesus
Cristo." Regresando al lugar donde estaba la mujer, le dio
el papel y el lápiz y habló: "Firme esto." Al leer lo que
estaba escrito empezó a llorar. "No es verdad. Yo no voy a
firmar y sí desgarrar en muchos pedazos." Spurgeon dijo:
"Usted dijo que no lo amaba." "Sí, pero yo no puedo firmar
esto." "Bien, entonces," prosiguió Spurgeon, "concluyo que,
por el contrario, usted lo ama al final." "Sí, sí," ella
exclamó, "yo ¡percibo esto ahora! Yo lo amo. ¡Cristo sabe
qué yo lo amo!"
Ninguna persona, habiendo tenido una experiencia personal
con el Señor Jesus, es capaz, mismo delante de las agruras
que la vida ofrece, de dejar de amarlo un instante siquiera.
Él se dio por todos nosotros, sufrió aflicciones muy
mayores, para transformar nuestro vivir y darnos vida con
abundancia.
Es posible que haya personas que, mismo si an viviendo largos años
adentro de una iglesia, cantando en el coro, participando de
las reuniones de oración y evangelismo, nunca hayan tenido
una experiencia personal con el Salvador. Ésos no sintieron
el amor del Señor y no vivieron la maravilla de poder
amarlo.
Pero, con todo el certeza, tanto ésos como aquéllos que ni
mismo estuvieron participando de algún grupo cristiano,
si coloquen en la presencia del Señor y sientan las caricias
de su amor, jamás de él querrán alejarse y ni serían
capaces de firmar aquel papel escrito por Spurgeon.
El amor de Cristo colocado en nuestros corazones dura para
siempre y no hay nada en este mundo que pueda sustituirlo o
ocupar su lugar.
¿Usted ya sintió el amor del Señor? ¿Usted lo ama?
Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet