En el Fondo De la Olla
"El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley
está en medio de mi corazón"
(Salmos 40:8).
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Vendedores de huevos, en muchos mercados de calle en África,
mantienen una olla de barro a la mano, llena de agua. Los
compradores pueden escoger los huevos que anhelan adquirir y
colocarlos adentro de la olla. Aquéllos que ahondan son
frescos y los que flotan son pasados. Nuestra vida y nuestro
testimonio necesita ser semejante a los huevos frescos en el
agua.
Muchas veces nos tornamos cristianos a través del
recibimiento de Cristo como Señor y Salvador, nos alegramos,
sentimos el corazón arder por la obra del Señor, pero luego
enfriamos y pasamos a vivir como aquellos huevos que
flotaban en las ollas de barro de los mercados africanos.
Nuestro testimonio es somero, nuestra vida en el altar de
Dios no cria raíces profundas y nuestro compromiso es
limitado. Hablamos que amamos a Cristo pero no lo
demostramos. Decimos que la iglesia puede contar con
nosotros pero faltamos a casi todas las convocaciones.
Proclamamos que la congregación necesita orar mucho para que
el nombre del Señor sea glorificado en todos los propósitos
pero no comparecemos a las reuniones. Somos cristianos
flotando en el margen de la olla sin ir al fondo.
Jesus dijo que nos escogió y nos envió para producir frutos
que permanezcan. Y para que eso sea real en nuestras vidas
es necesario mucho más de lo que flotar en la superficie de
la olla. Necesitamos tener el vigor espiritual que nos leve
a una relación profunda con el Señor. Así como los huevos
buenos permanecían en el fondo y los malos en la superficie,
aquéllos que experimentaron verdaderamente una
transformación por Espírito Santo no se contentan con la
superficialidad. Quieren estar envueltos completamente,
quieren bucear en los propósitos de Dios y no esperarán ser
visas para recibir aplausos y alabanzas. Su mayor placer es
desaparecer para que el nombre de Jesus reciba todo honor y
gloria.
Que su vida cristiana deje de ser somero y pase la
glorificar a Jesus en el fondo de la olla.
Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet