
Conversábamos de cosas sencillas:
de sublimes Ítacas y demoras, del celeste pan de cada día, de escaleras hacia las nubes, soledades, perspectivas; de los gozos que te negaron, de mi esperanza en rebeldía, de éxodos y espantos, jaulas, profecías.
Conversábamos de cosas sencillas:
de iras contra todo y a deshoras de corolarios de la vida, de desvíos hacia las cumbres, vanidades, pesadillas; de los huecos que nos legaron, de la fe por ti perdida, de Eros y Tánatos, ascuas, travesías.
Conversamos de cosas sencillas y, mientras hablábamos, dos infiernos se invertían.

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