
Sin corolas como base, ni pistilos de polen amargo, un millar de pétalos libres; florecen en el pecho. Aterciopelados sanadores de heridas.
Al alba de estos asombrosos instantes, el corazón agota su hueco. Luego, apaciguado, regresa a su ser. Reconfortado... Dosis doble de oxígeno se afanan por inhalar los pulmones.
No existe el ruido, todo es sinfonía. Notas musicales besan los sentidos. La dicha eclosiona en la mente. Risueñas sensaciones acarician el alma.
Nada importa que Selene asome hoy menguante. La luz interior se ha multiplicado. Al relente, allá en el cielo, se divisa mayor número de estrellas. ¿O son los ojos, que rebosan chirivitas?...
De tarde en tarde la vida se viste de rosa y desfila para nosotros en su alta pasarela, cosquilleándonos con su sonrisa perfilada de carmines.
La felicidad perpetúa es una quimera. La realidad, son estas gotas de rocío con las que de vez en cuando, a capricho, la dicha nos empapa.


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