Las mujeres suelen gastar mucho dinero para mejorar su aspecto físico para supuestamente atraer a los hombres, pero no siempre su ideal de belleza femenina coincide con el ideal de mujer que tienen los hombres.
Una mujer es capaz de someterse a riesgosas cirugías estéticas, desarrollar músculos en un gimnasio, pasarse el día en un instituto de belleza, renovar su vestuario aunque no lo necesite y hacer rigurosas dietas; para lograr su ideal de belleza femenina; y según un estudio realizado en 2007, en Latinoamérica, por la Agencia Gallup; las mujeres tienen más interés en someterse a operaciones estéticas que los hombres.
Argentina ocupa el tercer lugar en el mundo en el ranking de cirugías estéticas, según los últimos datos obtenidos por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, figurando Estados Unidos y México en primero y segundo lugar.
La obsesión estética no siempre está dirigido a agradar a los hombres, porque hay mujeres que desean ser envidiadas por otras mujeres y también las hay que desean sentirse mejor con ellas mismas.
Es probable que muchas mujeres no sepan con exactitud qué es lo que principalmente motiva la atracción de los hombres.
El Dr. Jorge Alberto Franco, autor del libro “Sexo y sexualidad en el siglo XXI”; médico psiquiatra y profesor adjunto de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UBA; sostiene que tanto el ideal de mujer como el de varón, es el resultado de varios factores, como la historia social e individual y los datos sobre el grupo social, económico y cultural al que pertenece; y la simetría y la proporción de sus rasgos cuando existe la intención de tener descendencia.
Sin embargo, la creencia femenina es que los hombres prestan mayor atención al físico femenino y los investigadores coinciden en parte con ellas.
Según los expertos los varones tienden a percibir más el esquema corporal y se detienen en distintas zonas como los ojos y la manera de mirar; y en la boca, aunque algunas características de su personalidad no les agraden.
Las mujeres en cambio, observan al varón en una forma más integral que incluye sus rasgos de personalidad, simpatía, humor e inteligencia.
Se pueden sentir también atraídas por las capacidades de los hombres que valora la sociedad, como el reconocimiento artístico, cultural, deportivo o económico, aunque en la actualidad las mujeres tienen una mayor tendencia a fijarse más en el aspecto físico de los hombres que en el emocional.
A simple vista los hombres más jóvenes hoy en día parecen fijarse más en las curvas de las mujeres y en los ojos, aunque también algunos pueden tener en cuenta su actitud y su presencia.
Los hombres más maduros, en cambio, aunque obviamente se sienten también atraídos por las curvas, se fijan en otras características como el misterio que sugiere la mujer, su capacidad de seducción y su sensualidad.
La belleza, no es algo objetivo sino que depende de quién es el que la percibe, de modo que en general, desde el punto de vista genético lo que más atrae a ambos sexos son los signos característicos de la masculinidad y los propios de la feminidad.
Se ha comprobado que aún subsisten en los humanos algunas formas del cortejo animal, como por ejemplo el ritual de las hembras cuando simulan interesarse y desinteresarse para provocar el seguimiento del macho.
La atracción sexual, desde esta perspectiva, es principalmente una cuestión química, estímulos físicos que aumentan la producción de hormonas como la oxitocina y la dopamina que son las que se relacionan con el bienestar y el placer.
Sin embargo, el misterio del enamoramiento aún subsiste y no se puede explicar en forma científica porque suele desvirtuar cualquier criterio científico.
También, no se puede ignorar la importante influencia que tienen en la atracción sexual las identificaciones de la infancia con las personas significativas.
No obstante, es probable que existan otros factores de la atracción sexual más difíciles de evaluar, que aún no se conocen y que tal vez podrían ser los más importantes; porque tanto el hombre como la mujer se enamoran de una persona, no de cualquier persona.
Fuente: “Sexo y sexualidad en el siglo XXI”; Dr. Jorge Alberto Franco.