El ejercicio físico suele ser, para una persona con hábitos sedentarios y obesa, algo que desea evitar.
Tanto la actividad física como el sedentarismo dan señales al cuerpo que sirven para aprender de ellos.
Por ejemplo, el exceso de actividad aeróbica puede producir dolor en los talones, señal de que hay que reducir el tiempo de esa práctica; y la inactividad puede producir depresión y sensación de embotamiento por falta de movimiento.
El corazón también brinda señales, como dolor, alteraciones del ritmo cardíaco y desmayos.
Cuando nos damos cuenta de estos mensajes que nos transmite el cuerpo podemos interpretar otros más ambiguos y aprender a entender el lenguaje del cuerpo, como el deseo de comer algo dulce que provoca la ansiedad o la verdadera necesidad de descanso que se suele ignorar.
Al iniciar un programa de ejercicios físicos hay que tener en cuenta tres condiciones importantes:
1) Exigirle al cuerpo solamente el 50% de su capacidad, o sea estar dispuesto a interrumpir la actividad cuando se comienzan a percibir las señales de cansancio, cuando la respiración se hace más dificultosa, aumenta la tensión y los movimientos se vuelven más torpes. Si ponemos debida atención, la percepción del nivel de esfuerzo suele ser tan precisa como un marcador electrónico; y con el tiempo, la capacidad del cuerpo para la actividad física irá aumentando progresivamente y se convertirá en algo placentero.
2) Ejercitarse si es posible diariamente, porque esta práctica incentivará el deseo de hacerla, a menos que la persona se haya esforzado demasiado y entonces sí tenderá a evitarla.
3) Guiarse por la respiración y la transpiración, porque quedarse sin aliento y sudar demasiado es señal de que le estamos exigiendo demasiado al cuerpo.
De todos modos si hay antecedentes de problemas cardíacos, siempre es necesario consultar con el médico, principalmente luego de haber pasado mucho tiempo sin realizar actividad física programada.
El Ayúrveda, medicina milenaria de la India, enseña que para lograr el máximo beneficio de una actividad física hay que tener en cuenta el tipo de fisiología que tiene cada uno.
Por que esto sea posible, distingue tres tipos de personalidad que denomina: Vata, Pita y Kapha, según ciertas características.
Los tipos Vata, que son más emocionales, sensibles y fáciles de desestabilizar, se pueden desequilibrar con el esfuerzo físico intenso; por lo tanto, lo más apropiado para ellos son las caminatas livianas, andar en bicicleta, practicar yoga o bailar.
Los tipos Pita disfrutan enfrentándose a desafíos, pero tienden a exigirse demasiado, por lo que las actividades más adecuadas para este tipo de personalidad son el trote, el esquí, el ciclismo y la natación, practicadas con fines placenteros y no para competir.
La competencia, aunque sólo sea contra sí mismo, puede producir frustración y generar hostilidad, emociones que pueden afectar el corazón.
Los tipos kapha necesitan ejercicios vigorosos y actividades que pongan en juego su capacidad de resistencia, como la carrera, el ciclismo, la natación, el levantamiento de pesas y el aerobismo, que son las actividades más adecuadas para ellos, aunque les resulte difícil empezar.
Los tipos kapha son personas fuertes que pueden realizar ejercicio competitivo amistoso y de esta forma evitar su tendencia al sedentarismo y a los malos hábitos alimenticios, que son las condiciones que favorecen la enfermedad coronaria cardíaca.
Los ejercicios de respiración tienen también una gran importancia para la salud del corazón y de todos los demás órgamos, porque es la forma primordial de nutrir el cuerpo con esa energía.
Respirar en forma consciente durante la meditación o el ejercicio físico es muy beneficioso para mantener el cuerpo y la mente saludables.
Fuente: “Sanar el corazón”; Deepak Chopra.