
A camino de la vega llevaba mi desconsuelo; me llegó el son de un canto en la guitarra del viento. Quien cantaba era un gitano su soleá de lamentos.
En su cortina de ocasos se desenredaba el cielo.
-Muestra, gitano de sangre, el destino de mis miedos, si en la palma de mi moro y en las páginas del cielo habrán escrito los hados el camino del destierro.
La noche extendió su gasa sobre el verde de los yermos.
-Dime que en nuestra fortuna la noche vieja del tiempo no apagará el resplandor del Creciente sarraceno y que el sol de Andalucía resplandecerá de nuevo.
En las orillas del Darro se escuchaban los silencios.

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