(1984)
MOMENTO I Nocturno
Y la música ardiendo, estallando, araña es de cristal, o una bengala; el limón sobre un vaso teñido de violeta, vigilante; y el blanco pantalón, que en medio de la noche resplandece, arrogante y magnífico como un corcel de Uccello, hasta la madrugada perseveran.
MOMENTO II
Y la larga experiencia femineidad rapaz del ojo ha descifrado en cierta boca triste o impaciente ademán, o en tráslucida cera de una carne vencida, al tasador más alto. Lentos dedos resbalan, por la cadena, un dije, del escote el confín, yerta gota cayendo, amenazando al torso que se ahueca.
MOMENTO III
Y ese instante: la puerta traspasada que se cierra apresando, y el peligro contiguo y el abrazo inminente pues la luz ha prendido por sorpresa la estancia y una ajena presencia, radiante entre las joyas, devuelven las vitrinas. Y quizás la belleza sea sólo desconcierto.
MOMENTO IV
Y después, las arrugadas sábanas por entre las baldosas serpentean; los cajones volcados, vacíos los estantes y roto el estilete tras obstinado estupro. Mas si él tuvo la fruta del verano y la ilusión de amor casi duró una hora, quién fue el depredador y qué lo más valioso.
SIEMPRE NOCTURNO
Cada noche implacable, cada noche, la ginebra cimbrea visiones y deseos, y un lamento de intolerable ansia dice llamarse música exhausta se sucede. Y el neón carmesí, cordoncillo enredado en la pálida estrella de la aurora sólo es sangre delgada.
Despedida.
Ana Rossetti
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