La señora Danvers es la prueba de que bajo la capa de buena educación se puede esconder una personalidad terriblemente dañina. Se muestra falsamente servicial y cortés con la protagonista. Por dentro siempre sabe cómo hacerla sufrir, como una forma de venganza por haber ocupado el lugar de su antigua señora. Es atenta, contesta a todas sus dudas, pero también calla cosas que debería contarle y en su tono de voz se hace patente la tirantez de una persona que no te traga. No obstante, ¿de qué se la puede acusar si a ojos de todos no ha hecho nada malo? Ese es el gran problema al que debe enfrentarse la protagonista: sufre en silencio porque no hay nada que le permita demostrar que la señora Danvers la está perjudicando.