TOFU O QUESO DE SOJA, 1ª. PARTE
Se obtiene al cuajar la leche de soja, la leche es obtenida tras hervir y triturar los granos de la soja, se cuela y esa leche es la que nos sirve para hacer el requesón, que debe ser prensado para obtener la consistencia deseada, es de color crema, de textura suave, sirve para preparar rellenos, sopas, salsas, salteado. Debe conservarse en el frigorífico, metido en agua con una pizca de sal, cambiar el agua a diario. Tiene un elevado nivel nutritivo (por 100 gramos de tofu):
-5 gramos de Grasas
-20 gramos de proteínas
-86 kilocalorías
-sodio: sólo posee 8 miligramos
-no contiene fibra
IDEAL PARA:
Personas con sobrepeso
Salud arterial: en problemas de exceso de colesterol, enfermedades del corazón
Prevención de desarreglos ginecológicos y menopausia
Diabéticos por su mínimo contenido en azúcares
Vamos a ingresar en el mundo del queso de soja o "tofu", como lo denominan los orientales. Ajeno a nuestra cultura, suele producir rechazo o caras raras cuando nos referimos a él. De ahí la importancia de conocer sus valiosos aportes a nuestra alimentación.
El tofu es el queso de soja o sea la caseína (que es la proteína de la soja) coagulada de la leche de soja.
"La soja", forma parte de las cinco semillas consideradas sagradas por los chinos. Las otras son: el trigo, el arroz, la cebada y el mijo.
La soja fue utilizada durante miles de años en la alimentación y ya hace muchísimo tiempo que sumado al valor nutricional se ha descubierto su capacidad terapéutica.
Más allá del poroto mismo los orientales elaboran productos artesanales que no sólo son exquisitos sino de altísimo valor terapéutico: salsa de soja, miso, tempeh.
Se atribuye el descubrimiento del tofu a Liu-An, sabio y filósofo chino, más de 2000 años atrás.
Los sacerdotes y nobles chinos se ocuparon de hacerlo conocer tanto en China como Japón.
Los monjes budistas que llevaban una alimentación vegetariana, difundieron el tofu, vendiéndolo en las tiendas de los templos y dándolo a su vez a degustar para que se conociese su sabor.
Los samuráis utilizaban el tofu concentrado. Una vez preparado lo dejaban todo el invierno en una red de paja colgada del techo de una galería exterior. Al pasar por el frío nocturno y el sol diurno, se desecaba conservando todas las propiedades nutritivas durante largo tiempo.