Automedicación
La automedicación es la medicación sin consejo médico. Crea diversos problemas si no se tienen suficientes conocimientos. Algunas de estas complicaciones son las siguiente
Disminuir la efectividad de los antibióticos en la persona que los toma y generación de cepas de bacterias resistentes al antibiótico, que pueden infectar a otras personas
Intoxicación.
Interacciones indeseadas entre otros medicamentos o enfermedades del paciente. Por ejemplo, un diabético no debería tomar un medicamento que contenga algún azúcar.
Un caso con poco riesgo de automedicación son la de los medicamentos contra la constipación. Normalmente los médicos los recomiendan cuando el paciente va a consulta y, a veces, el médico recomienda su uso sin necesidad de volver a visitarle. Una alternativa a la consulta médica es consultar con el farmacéutico, que posee un importante conocimiento de los medicamentos que dispensa adquiridos mediante una carrera universitaria y mediante su constante formación postuniversitaria. El farmacéutico, en caso de que vea necesario un diagnóstico, debe remitirle al médico.
Aunque el uso incorrecto de medicamentos es asociado con el que los toma, en algunos casos, el tratamiento no adecuado es prescrito por el propio médico. Es el caso de recetar sistemáticamente antibióticos para el catarro o la gripe. Los antibióticos no tienen ningún efecto en estas enfermedades, ya que sólo son útiles en los casos que se combinan con otra infección.
Medicamentos sin receta
En las farmacias se pueden dispensar algunos medicamentos sin necesidad de una receta. Por eso se les llama medicamentos sin receta. Los medicamentos con receta no deben ser expendidos por el farmacéutico más que en contados casos. Por ejemplo, en el caso de que una persona aparezca en la farmacia con un infarto que requiera una acción urgente. Sería deseable administrarle el medicamento y acto seguido enviarle a urgencias o pedir una ambulancia.
Los farmacéuticos reclaman que se revise la lista de medicamentos con receta, ya que ésta no se modifica hace años.Existen algunos casos llamativos, como el de los medicamentos Fluimicil (con receta) y Flumil (sin receta) que tienen igual composición, dosis y mismo fabricante; sólo los diferencia que uno necesita receta y el otro no.