¿Qué es la Enfermedad de Parkinson?
Basándose en 6 casos examinados en Londres en 1817, James Parkinson describió las características clínicas de una enfermedad a la que llamó Parálisis Agitante. Charcot, un famoso neurólogo francés, sugirió un nuevo nombre para dicha alteración, el de Enfermedad de Parkinson (EP). Desde entonces, la descripción original -caracterizada por temblor y alteraciones en la postura y su curso clínico- permanece sin cambios, aunque actualmente se incluyen la rigidez en rueda dentada y la bradiquinesia (ralentización del movimiento). En su día, Parkinson confundió estos dos últimos síntomas como manifestaciones de parálisis.
La enfermedad de Parkinson se produce como resultado de una pérdida progresiva de las células productoras de dopamina en una parte del cerebro llamada sustancia negra y que tiene un importante papel en el control del movimiento. La falta de dicha sustancia provoca la muerte de las células, lo que da lugar a un trastorno progresivo del movimiento y del equilibrio, que acaba afectando seriamente las actividades de la vida cotidiana.
¿Quién padece la enfermedad de Parkinson?
La EP afecta 1 a 2 personas por cada 100.000 de toda la población. El principal factor de riesgo para esta entidad es la edad. Muy pocos pacientes desarrollan la enfermedad de Parkinson antes de los 20 años, siendo muy raro en menores de 40 años, con sólo un 5% de incidencia, en Europa. El riesgo aumenta con la edad de modo que, a los 80 años, 2 personas de cada 100 presentan alguno de los signos de la enfermedad. La incidencia por sexo es aproximadamente igual, y la prevalencia (total de casos acumulados en la población) de la EP es similar en todo el mundo y en todas las razas. Algunos autores sugieren una menor incidencia en la población de China y Africa y mayor en la población de origen Indio, Africana y del Caribe, pero, al ser una enfermedad de curso insidioso, es difícil obtener datos exactos. Además, en las fases tempranas de la enfermedad se puede confundir como ciertos trastornos neuropsiquiátricos y problemas articulares. Existen también factores genéticos, pero cabe decir que la EP es hereditaria tan sólo en una minoría de los pacientes. Este tipo de personas suele desarrollar la enfermedad antes de los 50 años y tiene ya previamente otros familiares enfermos, por lo general
Otros factores de riesgo que se han sugerido son también los siguientes:
Exposición a pesticidas y herbicidas.
Entornos rurales.
Traumatismos cráneo-encefálico previos.
Alteraciones en la capacidad olfativa.
Personalidad obsesiva.
Traumas emocionales graves.
Estrés.
Sin embargo, la evidencia que respalda la asociación de estos factores con la EP es demasiado baja como para tenerlos muy en cuenta.
¿Cuáles son los síntomas de la EP?
Los principales síntomas de la EP son:
Temblor, especialmente de reposo, con gestos típicos como el de pasar monedas.
Rigidez de las extremidades.
Falta de iniciativa a la hora de hablar, gesticular o caminar, y ralentización del movimiento (bradiquinesia).
Inestabilidad en la marcha (inclinación hacia adelante, dificultad en cambiar de posición y caídas ocasionales).
Otros síntomas son: inexpresividad facial, disminución de la habilidad manual, dificultades en la escritura, alteraciones del sueño, incontinencia urinaria nocturna, depresión, ansiedad, salida involuntaria de la saliva. Son frecuentes el estreñimiento, la piel seca y las dificultades para cambiar de posición en la cama, y para doblar esquinas, caminando.
Los síntomas son insidiosos, de muy lenta presentación y evolución, y suelen pasar desapercibidos al principio. Inicialmente, en los primeros dos años, afectan a un lado del cuerpo, y al progresar acaban involucrando al otro lado. El síntoma inicial es temblor y constituye la principal causa de consulta al médico, aunque un 30% de los pacientes no lo presentan. En estos casos es más difícil llegar al diagnóstico.
SALUDOS...ADRY