El termino de espina bífida engloba una serie de malformaciones congénitas de la médula espinal y de la columna vertebral originadas por un defecto embrionario en su formación, que se produce entre le tercera y cuarta semana del desarrollo intrauterino.
La espina bífida abarca toda una serie de malformaciones
Desde el nacimiento de la médula espinal y la columna vertebral
Estas malformaciones congénitas se caracterizan por un fallo en el cierre del tubo neural del embrión.
La incidencia de espina bífida en nuestro país es de un 0,6 % de nacidos vivos. Predomina en el sexo femenino en una proporción de 2:1.
La enfermedad se clasifica, según el grado de extensión de la lesión medular y presenta como síntomas: formación de un quiste en la columna vertebral, presencia de cabello o cambio de color en la zona, incontinencia urinaria y fecal, parálisis fláccida y pérdida de sensibilidad táctil y dolorosa.
Prevención
Aunque se desconoce la causa última que provoca la malformación, deben evitarse todos los factores que se han relacionado con su aparición.
El consumo de 0,4 mg de ácido fólico diariamente antes de la concepción y durante las primeras semanas de embarazo reduce las posibilidades de aparición de este tipo de malformaciones. El ácido fólico es una vitamina del complejo B que se encuentra en algunos alimentos como cereales, vegetales verdes y otros, así como en algunos suplementos vitamínicos.
Las mujeres con algún antecedente personal o familiar de malformaciones del conducto vertebral deben ser controladas durante sus embarazos en centros especializados, pues esta alteración puede ser detectada a partir de la 16-18 semana de gestación mediante técnicas de diagnóstico prenatal, lográndose una certeza diagnóstica cercana al 98%. Toda familia con uno o más miembros afectados debe planear y recibir asesoramiento genético, pues el riesgo es tres veces mayor si ha habido un embarazo anterior afectado de la malformación. Debe evitarse la ingesta de fármacos sin control médico durante el embarazo. El ácido valproico, un fármaco empleado como anticonvulsionante puede ocasionar alteraciones en la formación del conducto vertebral si se administra durante el embarazo. Debe evitarse la ingesta de alcohol durante la gestación pues también se ha relacionado con la aparición de espina bífida.
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