Juan 1:1
E el principio era el Verbo, y el verbo estaba con Elohim, y el Verbo era Elohim. (NIV)
1. [Es claro en este pasaje que se está hablando de dos personajes, el Verbo y el Elohim (el “Dios”), y no hay que confundir a las dos personas. También hay que notar que en el griego, al Padre se le aplica el término Ho Theós (con artículo) mientras que al Hijo se le aplica el término “theós” sin artículo, lo cual hace una diferencia notable.
Algunos, aunque no son trinitarios, entienden que la palabra “logos” aquí no se refiere al Mesías sino al plan divino que tuvo el Padre en el pasado para enviar al Mesías en el futuro. Sin embargo, nosotros pensamos diferente y estamos de acuerdo con los trinitarios en que esta palabra en este versículo se refiere al Mesías. Sin embargo creemos que el pasaje ha sido muy mal entendido porque no se ha respetado en las traducciones una diferencia importante que hay en el texto griego entre las dos veces que aparece aquí la palabra “theós”.
Es importante entender que cuando los traductores vertieron la frase kai theós en ho logos como “y el Verbo era Dios” no respetaron la diferencia que hace el artículo definido en la primera ocurrencia de theós y la falta de éste en la segunda ocurrencia. Y a raíz de esta traducción defectuosa el sentido del texto fue alterado sustancialmente.
Es perfectamente entendible por qué a Yahoshúa se le llama la “Palabra.” Yahoshúa es una expresión externa de lo que es su Padre Elohim. Por eso se le llama en Revelación 19:13 “la Palabra de Elohim”. Este título en Revelación lo identifica como la misma “Palabra” de Juan 1:1.
La Escritura dice que la “Sabiduría” de Elohim (otra personificación del Mesías) fue producida “desde el principio” como la primera criatura de Elohim (Prov. 8:22,23). Es muy común en los escritos hebreos personificar un concepto como la sabiduría. Esta personificación se hace más evidente como una persona separada de Elohim cuando se la describe como una persona en pasajes como Proverbios 8:29 y 30: “…cuando Él establecía los cimientos de la tierra, con él estaba yo [la sabiduría] como un artífice maestro,” Reina-Valera Actualizada; “yo estaba allí como arquitecto”, Biblia de Jerusalén; “llegué a estar a su lado como un obrero maestro”, Traducción del Nuevo Mundo; “yo estaba entonces junto a él como arquitecto”, Nueva Biblia de los Hispanos; “allí estaba yo afirmando su obra”, La Biblia al Día.
2. Aquel que era el logos, esto es, la Palabra, la Sabiduría personificada de Elohim, “se hizo carne” (vino a la existencia física como humano) en Yahoshúa el Mesías. Yahoshúa es la “imagen del Elohim invisible” (Col. 1:15) y Su principal emisario, representante y agente. Por cuanto Yahoshúa obedeció perfectamente al Padre, él representa todo lo que Elohim podría comunicar acerca de sí mismo en una persona humana. Como tal, Yahoshúa podía decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). El hecho de que el logos “se hizo carne” muestra que él no existió antes de esa manera, como humano. Su existencia anterior fue como espíritu en el cielo y no se llamaba Yahoshúa. Tampoco era “el Mesías” antes de nacer como hombre, excepto en el plan salvífico de Elohim. Su posición de Mesías le fue dad por el Padre después de nacer como hombre y ser ungido con espíritu santo para la salvación de la humanidad.]
3. La última frase en el verso, que la mayoría de las versiones traducen como “y la Palabra era Dios,” no debe traducirse de esa manera. El idioma griego (al igual que el hebreo) usa la palabra “Dios” (griego = theós) para referirse al Padre así como también para referirse a otras autoridades. Estas incluyen al Diablo (2 Cor. 4:4), a deidades menores (1 Cor. 8:5) y a hombres con gran autoridad (Juan 10:34 y 35; Hechos 12:22). En el tiempo cuando fue escrito el “Nuevo Testamento”, los manuscritos griegos se escribieron con todas las letras mayúsculas. No se mezclaban letras mayúsculas y minúsculas como se hace hoy día. Así que no se podía hacer la distinción entre el primer “Theós” del texto, que es un sustantivo, y el Segundo “theós”, que es un adjetivo, y el contexto y la gramática griega eran los jueces en determinar a cuál “THEÓS” se refería.
Aunque el contexto es el árbitro final, casi siempre es el caso que en el “Nuevo Testamento” cuando la palabra “Dios” se refiere al Padre, aparece el artículo definido en el texto griego (este artículo puede verse solamente en el texto griego, nunca se traduce al español). Los traductores son normalmente muy sensitivos a esto (vea Juan 10:33 más adelante bajo el punto #4). La diferencia entre theós con y sin el artículo ocurre en Juan 1:1: “En el principio era la Palabra, y la palabra estaba con “el theós,” y la Palabra era “theós.” Siendo que el artículo definido está ausente de la segunda ocurrencia de “theós” (“Dios,”) el significado usual sería “poderosa” o “divina.” La New English Bible capta el sentido de esta frase al traducirla, “Lo que era Dios, la palabra lo era.” James Moffatt, que fue un profesor de griego y Exégesis del “Nuevo Testamento” en el Colegio Mansfield de Oxford, Inglaterra, y autor de la bien conocida Biblia de Moffatt, tradujo la frase como “el logos era divino.”
Una muy clara explicación de cómo se debe traducir theós sin artículo definido se puede encontrar en la obra Jesús As They Knew Him, (Jesús como lo conocían), por William Barclay, un profesor en el Trinity College en Glasgow:
En un caso como éste no podemos hacer otra cosa que ir al griego, que es theós en ho lógos. Ho es el artículo definido, el, y se puede ver que hay un artículo definido con logos, pero no con theós. Cuando en griego dos sustantivos son unidos por el verbo “ser”, y cuando ambos tienen el artículo definido, entonces se sobreentiende que uno está plenamente identificado con el otro; pero cuando uno de ellos está sin el artículo, viene a ser más un adjetivo que un sustantivo, y describe más bien la clase o la esfera a la cual pertenece el otro.
Una ilustración del castellano aclarará esto. Si yo digo: “El predicador es el hombre,” uso el artículo definido tanto antes de “predicador” como ante “hombre”, y así identifico al predicador con un individuo bien definido que tengo en mente. Pero si digo: “El predicador es un hombre,” he omitido el artículo definido antes de “hombre”, y lo que quiero decir es que el predicador debe ser clasificado como un hombre, que está en la esfera de la humanidad, que es un ser humano.
[En la última frase de Juan 1:1] no hay artículo definido antes de theós, dios. El logos, por lo tanto, no está identificado como Dios ni con Dios; la palabra theós ha venido a ser adjetival y describe la esfera a la cual pertenece el logos. Tendríamos por lo tanto que decir que eso significa que el logos pertenece a la misma esfera de Elohim; sin que se le identifique con Elohim, el logos tiene la misma clase de vida y de ser que Elohim. Aquí la NEB [New English Bible] encuentra la traducción perfecta: “Lo que Dios era, la Palabra lo era.”[16]
4. Es importante entender que la Biblia no fue escrita en un vacío, sino que fue registrada en el contexto de una cultura y fue entendida por aquellos que vivieron en esa cultura. Algunos versos que nos parecen superfluos o confusos fueron significativos para los lectores de aquel tiempo porque todos ellos estaban conscientes de la cultura y las creencias que proponían los que los rodeaban. En el siglo primero, había muchas creencias competidoras en el mundo (y desafortunadamente, creencias erróneas en la cristiandad) que estaban confundiendo a los creyentes en cuanto a las identidades de Elohim y del Mesías. Por siglos antes del Mesías, y en el tiempo cuando fue escrito el “Nuevo Testamento”, se habían transmitido las creencias irracionales acerca de los dioses de Grecia. Ese cuerpo de información religiosa era conocido con la palabra “muthos,” lo cual llamamos hoy día “mitos” o “mitología.” Esos muthos, esos mitos, eran a menudo irracionales, místicos y más allá de todo entendimiento o explicación. Mientras más se familiariza uno con los mitos griegos, mejor entiende nuestro énfasis en su irracionalidad. Si alguien no está familiarizado con ellos, le sería útil leer un poco sobre el tema. La mitología griega es una parte importante del trasfondo cultural del “Nuevo Testamento”.
Los mitos eran a menudo incomprensibles, sin embargo, habían sido ampliamente aceptados como la “revelación de los dioses.” Lo diseminados que estaban los muthos en el mundo greco-romano del “Nuevo Testamento” puede verse en muchas partes del “Nuevo Testamento” como la punta de un témpano sobre el agua. Cuando Pablo y Bernabé sanaron a un lisiado en Listra, la gente asumió que los dioses habían bajado en forma humana, y el sacerdote de Zeus vino a ofrecerles sacrificios. Cuando Pablo estaba en Atenas, quedó asombrado a causa del inmenso número de ídolos allí que eran estatuas en honor de los diversos dioses. En Éfeso, la enseñanza de Pablo en realidad causó el levantamiento de una turba. Cuando algunos de los locales concluyeron que si su doctrina se diseminaba, “el templo de la Diosa Artemisa quedaría desacreditado, y a la Diosa, la cual es adorada en toda la provincia de Asia y en el mundo, se le robará su divina majestad” (Hechos 19:27). Hay muchos otros ejemplos que muestran que había muthos, es decir, un cuerpo de creencias religiosas que era en gran parte incomprensible para la mente humana, firmemente establecido en las mentes de algunos del pueblo común en los tiempos del “Nuevo Testamento”.
Comenzando varios siglos antes del Mesías, ciertos filósofos griegos laboraron para reemplazar los muthos con lo que ellos llamaban el logos, una explicación razonable y racional de la realidad. Es apropiado que, en los escritos del “Nuevo Testamento”, Elohim usó la palabra logos, y no muthos, para describir a Su enviado. Elohim no ha venido a nosotros en experiencias místicas ni en ideas irracionales que no pueden entenderse; más bien, Él se revela en maneras que pueden ser entendidas racionalmente y argumentadas persuasivamente.
5. En adición al contexto cultural que aceptó los mitos, en el tiempo cuando se escribió el Evangelio de Juan, estaba echando raíces en el cristianismo un sistema de creencia llamado gnosticismo. El gnosticismo tenía muchas ideas y palabras que son extrañas y confusas para nosotros hoy día, así que, a riesgo de sobre-simplificar, describiremos unos pocos fundamentos del gnosticismo tan sencillamente como podamos.
El gnosticismo asumió muchas formas, pero generalmente los gnósticos enseñaban que había un Ser supremo y no-conocible, que ellos designaban como el “Mónada.” El Mónada produjo varios dioses, quienes a su vez produjeron otros dioses (estos dioses eran llamados por diferentes nombres, en parte debido a sus poderes o posiciones). Uno de esos dioses, llamado “Demiurgo,” creó la tierra y luego gobernó sobre ella como un dios iracundo, malo y celoso. Ese dios malo, creían los gnósticos, era el Dios del “Antiguo Testamento”, llamado Elohim. El Mónada envió a otro dios, “Cristo,” para traer un conocimiento especial gnosis (conocimiento) a la humanidad y librarla de la influencia del dios malo Elohim. Así que un cristianismo gnóstico estaría de acuerdo en que Elohim creó los cielos y la tierra, pero no estaría de acuerdo en que él era el Elohim supremo. La mayoría de los gnósticos afirmarían también que Elohim y el Mesías tenían propósitos mutuamente contrarios. Por eso fue tan importante que Juan 1:1 dijera que el logos estaba con Elohim, que a primera vista parecería una afirmación totalmente innecesaria.
La apertura del Evangelio de Juan es una maravillosa expresión del amor de Elohim. Elohim “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4). Él escribió la apertura de su Evangelio de tal modo que revele la verdad acerca de Elohim y Su plan para toda la humanidad y, a la misma vez, refute la enseñanza gnóstica. Dice que desde el principio estaba el logos (compañero de Elohim), que estaba con Elohim. No había otro “Dios” existiendo con Elohim, especialmente no un Elohim opuesto a Elohim. Además, el compañero de Elohim era semejante a Elohim; era divino. Y ese compañero de Elohim se hizo carne cuando Elohim hizo que María quedara embarazada.
6. Estros son elementos en Juan 1:1 y otras partes en la introducción de Juan que no sólo se refieren a un tiempo pasado en la obra creativa original de Elohim, sino que también prefigura la obra del Mesías en la nueva administración y la nueva creación. El notable comentarista bíblico F.F. Bruce argumenta en favor de esta interpretación:
No es por accidente que el Evangelio comienza con la misma frase que el libro de Génesis. En Génesis 1:1, ‘En el principio’ introduce la historia de la Antigua creación; aquí introduce la historia de la nueva creación. En ambas obras creación el agente es la palabra de Elohim.[17]
En el pasaje citado (Juan 1:1) donde se dice que la palabra estaba en el principio, no hay referencia a una eternidad precedente sin comienzo, porque se hace mención aquí de un comienzo, que es lo opuesto a la eternidad. Pero la palabra principio, usada absolutamente, ha de entenderse en cuanto al tema que está bajo consideración. Así, Daniel 8:1, En el año tercero del reinado del rey Belshazar me apareció una visión, a mí Daniel, después de la que me apareció AL PRINCIPIO.” Juan 15:27, “Y ustedes también darán testimonio porque ustedes han estado conmigo DESDE el principio.” Juan 16:4, “Les dije a ustedes estas cosas AL PRINCIPIO porque estuve con ustedes.” Y Hechos 11:15, “Y cuando comencé a hablar el Espíritu santo cayó sobre ellos, como sobre nosotros AL principio.” Y así es con el asunto tratado en Juan 1:1; no debe entenderse como algo más allá del origen de la creación de este universo.
Estamos de acuerdo con el Catecismo Racoviano en que el único significado del principio en Juan 1:1 es el comienzo de la creación. Además, en el contexto de la nueva creación, entonces, “la Palabra” actúa en el plan o propósito según el cual Elohim está restaurando Su creación.
7. Para entender plenamente cualquier pasaje de la Escritura, es imperativo estudiar el contexto. Para entender plenamente Juan 1:1, se necesita entender también el resto el capítulo, y el resto del capítulo añade mayor entendimiento a Juan 1:1. Creemos que estas notas sobre Juan 1:1, leídas con el resto de Juan y nuestras notas sobre Juan 1:3, 10, 14, 15, y 18 ayudará a hacer más comprensible el entero capítulo uno de Juan.