Pacto Antiguo y Buenas Nuevas de Salvación:
El Pacto antiguo:
Anteriormente de acuerdo al establecimiento del Pacto Antiguo, lo ordenado por IEUE Dios, a los hijos de Israel, era con respecto al cumplimiento de la ley. Pero por la rebeldía que tenían de no querer darle cumplimiento, Dios se desentendió de ellos, y determinó concertar un nuevo pacto, no como el primero, que para buscar el perdón de sus transgresiones, debía el sacerdote de año en año hacer sacrificios de animales, y todo se había hecho una costumbre, que a Dios ya no le Agradó; y que lejos de quitar el pecado, lo que hacía era lavarlos en el estado corporal de las personas, pero el alma continuaba empecatada y expuesta a una muerte segura, pues el alma que pecare esta morirá (Hb. 10.1-8; Ez. 18.4; y Ro. 6:23).
Buenas Nuevas de Salvación:
Una vez venido Cristo y tras predicar la buenas nuevas de salvación, se concertó el nuevo pacto, no conforme a la Ley, en lo cual se basaba lo anterior, sino conforme a la gracia cimentada en la fe y en el amor de Dios, de acuerdo a las cosas del espíritu, y ya no solo para los hijos de Israel (Jacob), sino para todas las naciones del mundo (Ro. 6; 14.15).
Las buenas nuevas de salvación, es un nuevo mensaje distinto al anterior, para toda la humanidad, conforme a ciertos requisitos, que gracias al amor de Dios se nos ha permitido dar cumplimiento; y en consecuencia, el Evangelio Santo y eterno, que significa precisamente “buenas nuevas de Salvación”, y es una luz que resplandece en las tinieblas, Jesucristo lo mandó a predicar a toda Criatura diciendo:
"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere será condenado (Mc. 16.15-16).”
En tal virtud y con base a ese mandamiento, es pues necesario predicar en el Nombre de Jesucristo, el arrepentimiento y perdón de pecados en todas las naciones del mundo, para que todo aquel que crea con el objeto de obtener la salvación, se bautice en su Nombre, ya que no hay otro nombre bajo el cielo en el que podamos ser salvo (Lc.24-47; Hec. 2:38; y 4.12).
Comentarios relacionados:
1) Es pues muy significativa la diferencia que se observa entre el Pacto Antiguo y el Nuevo Pacto, ya que si el primero a los hijos de Israel le era por demás gravoso, se puede ver ahora que tenemos el Evangelio Santo y Eterno, que significa “Buenas Nuevas de Salvación”; y en esto siendo en tanto importante, que todos los que se arrepientan y se bauticen en el Nombre de Jesucristo, los pecados les serán perdonados; y de hecho, al permanecer en el camino del Evangelio, guardando la palabra de Dios, en la que implica unidos en el perfecto amor, acontecerá, que por no imputárseles ninguna culpa, cuando se realice ante el Gran Trono Blanco el juicio final, no serán condenados y el galardón que recibirán, será la vida eterna (Hec. 2.38).
2) Satanás sabiendo, que todo el que cree y es bautizado conforme al Santo Evangelio será salvo, ha estorbado por todos los medios a su alcance, para que muchas almas no se conviertan de las tinieblas a la luz, es decir, sean incrédulos y no se conviertan al Señor Jesucristo. Y es entonces que por este motivo, el Apóstol Pablo en una oportunidad dijo:
“Pero si nuestro Evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no le resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y nosotros como vuestros siervos por amor a Jesús (2ª Co. 4.3-5).
Finalmente, hay salvación para los que creen, se arrepienten y se bautizan en el Nombre de Jesucristo conforme al Evangelio Santo y Eterno, pero hay condenación, para los que no creen (Mc. 16.15-16).