CONSUMADO ES Y HEREDEROS SEGÚN LA PROMESA:
El viejo régimen de la ley de Moisés del Antiguo Pacto, no está en vigencia; porque Cristo para terminar de cumplirlo sobre la estaca de crucifixión, dijo entre otras cosas: Tengo sed; y así cuando un soldado romano, al darle de beber vinagre mediante una esponja que se puso en un hisopo, lo acabó diciendo: Consumado es (Jn. 19:28, 30; y Salm. 69.21).
El tiempo verbal de la expresión “Consumado es”, en griego indica que la obra de la redención se había completado de una vez para siempre (B.P). Cristo ya redimió una vez y para siempre a los que estaban bajo la ley de Moisés del Antiguo Pacto, es decir a los israelitas; y por tanto ya de ella no deben ser esclavos, sino hijos herederos de Eloah por medio de Cristo, con derecho a disfrutar en libertad la herencia, sin tener que estar más bajo el tutor “la ley de Moisés” (Gl. 3:23-25; y 3:1-2; Cód. Sinaítico; y B.P.).
Entre tanto estuviese rigiendo la ley mosaica del viejo pacto con todo lo que ella implicaba, no se podía invalidar o dejar sin efecto, a fin de que para justificar por la fe a los de la circuncisión (judíos) y a los de la incircuncisión (gentiles), Cristo la terminara de cumplir y la ratificara con su muerte sobre la estaca de crucifixión. Así que para el cumplimiento de esto, la ley no fue invalidada sino confirmada (Ro. 3.28-31; y Heb. 9:16-17). Esto significa: “validar o corroborar lo que en ella respecto a Cristo se acordó”; y por él dada por consumada o finalizada sobre la estaca de crucifixión (Jn. 19:28, 30; y Ro. 10:4, 6-21). Por esto que venido Cristo, no podía abrogarla antes de morir, pues de él se tenía que cumplir lo que en ella, en los profetas y en los salmos está escrito (Ex. 12:6; Lv. 23:5; Nm. 9:3; Dt. 16:1; Is. 52:13-15; 53:1-12; Salm. 22:1,7. 16-18; 69:21; Zc. 11:10-13; Mt. 5:17; 26:15; 27:3-10,34; y Lc. 18:31-33; y 24:44-46). De manera que la ley del viejo pacto y los profetas fue hasta el tiempo en que Juan el Bautista se manifestó, cuando vino la simiente (Cristo), a quien se le hizo en Abraham la promesa; y así que siendo ahora la justificación de vida por la fe y no como antes era por cumplimiento de dicha ley, ya no se está bajo el tutor o ayo “la ley de Moisés”, sino que ahora hijos de Eloah por la fe en Cristo IESUÉ (Mt. 11:13; Lv. 18:5; Ro. 10:3; y Gl. 3:19, 23, 26). Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos (Gl. 3:27). Indudablemente por cuanto:
“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo IESUÉ, hemos sido bautizados en su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva…” (Ro. 3-11). Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni varona; porque todos vosotros sois uno en Cristo IESUÉ. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois y herederos según la promesa (Gl. 3.28; 4:28, y 1 Co. 3:23).
Bajo la ley de Moisés, el pueblo hebreo era como un heredero durante la minoría de edad, sujeto a tutores hasta alcanzar la edad requerida, pues: “Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor (amo-dueño) de todo, sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el Padre. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Eloah envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo el tutor “la ley de Moisés”, a fin que se recibiese la adopción de hijos…. Así que ya no se es esclavo sino hijo, y si hijo también heredero de Eloah por medio de Cristo" (Gl. 4.1-2).