Los violines se detuvieron, el arpa se detuvo y el armonio dejó de sonar. La mano de Yessika se posó suave sobre el dorso de la mano de Yonna y ella le miró con una sonrisa enorme. Increíblemente desacorde con el rostro de su hermano que parecía serio. 

Caminaron hacia el centro de la pista, en donde todos... Por inercia retrocedieron para dejarles lugar. Formando un amplio círculo en el centro del salón, que comenzaron a recorrer en un baile al principio lento, al compas de la música que había empezado. Movimientos lentos, giros suaves, como si estuvieran volando. De hecho, incluso más allá de las miradas de todos, los hermanos comenzaron a danzar al ras del suelo, levitando con suavidad a centímetros del piso, provocando un ritmo parejo y fluido, sin detener sus pasos, dando vueltas como si fueran dos príncipes. Príncipes de ningún tipo. De una historia de fantasía quizás. 

Los ojos color miel de Yessika, observaban los de su hermano, tan profundamente que parecían compartir pensamientos. Pero su respiración que era calmada que mostraba una faceta de la muchacha que muy pocos habían visto, se detuvo. Incluso los aleteos de su psiché se detuvo en su interior. Abriendo los ojos grandemente observando en un segundo del tiempo que se había detenido frente a sus ojos. 

Como en unos de sus sueños, o imaginación, no estaba segura. Pero estaba allí, en toda su gloria, Yeremi. Su Yeremi. 

-Yeremi... - Susurró inaudiblemente, haciendo poner en alerta a Yonna. Pero continuaron el baile, como lo harían cualquier noble educado sabiendo que pese a todos los conflictos, debían seguir la actuación frente a los demás. Ya habría tiempo de preocuparse cuando estén solos. Pero Yessika no era así, su alegría radiante que disimulaba su dolor, propio de un fantom, había desaparecido junto con su sonrisa. Junto con su todo. Como siempre pasaba si tenía a Yeremi frete a ella - Yeremi - Volvió a decir ahora sin susurrar, mientras Yonna guiaba otra vuelta. Haciendo que la fantom girara su cabeza hacia el lado contrario tratando de encontrar de nuevo el rostro de su amado. Por si, podía ver más allá de la máscara. Podía observar la blancura perfecta que el rubio casi albino lo vestía. El color blanco de la muerte. Como podría ignorar ese color que lo seguía a todos lados, o mejor dicho... Como podía ignorar la muerte que seguía a Yeremi como si fueran aliados, socios, dos partes de un contrato en donde los dos salían favorecidos. 

Su rostro casi desesperado buscaba su rostro entre la gente y las máscaras, aun cuando probablemente el Teufel continuaría en el mismo lugar, las vueltas del baile la mareaban, la confundían, y bajan su poco nivel de energía que tenía. Sentía que pronto caería desmayada en medio de la pista y sobre los brazos de su hermano.

-Yeremi!- Casi gritó, y esta vez pudo oírse sobre la música que seguía tocando. 

-Ssh...-Yonna posó su mano en la nuca de su compañera y acercó el oído ajeno a su propia boca -Cálmate...- Susurró armoniosamente con sus ojos cerrados. Era tan suave, tan tranquilizante, tan.... pacífico. Nadie de los que estaban en ese salón lo habían visto alguna vez así. Elioth, quizás si lo conocería de esa romántica manera, algún día que los vio en algún lugar mientras se creían solos. 

Y todos entendieron esos rumores, esos rumores que se corrían pretendiendo el amor de Yonna hacia Yessika, pero nadie podía estar seguro. Ahora podía verse en su máximo esplendor. 

Jah... Que escena tan dramática. Hasta las más nobles familias tenían conflictos, verdad? Esas familias adineradas, supuestamente dichosas, que tienen todo y no necesitan nada. No... De hecho no era así. Yessika y Yonna, Yonna y Yessika. Yonna, Yessika y Elioth. El anfitrión suspiró sosteniendo la nuca de su hermana tratando que ella lo mirara a los ojos, esos fijos ojos claros que parecían poseerla con solo observarla. 

Yessika volvió a dirigir sus ojos hacia las personas detrás de Yonna. Y de nuevo ese rostro. De nuevo lo vio. El vivo recuerdo de Yeremi aparecía en su cabeza casi burlándose de ella. El murmullo de los invitados seguían escuchándose sutiles, se lo imaginan? Los grandes nobles opinando de qué polémica había resultado la fiesta, esa polémica mocosa perdiendo su porte en medio de la pista. Ah, pero aún así otros invitados se tomaron de las manos y en pareja se fueron acercando a la pista de baile, y de nuevo, ese gran círculo vacio se llenó nuevamente.

-Yessi estas bien? – Susurró Yonna en el oído de la fantom, mirando fijamente las personas bailar por sobre el hombro desnudo de su hermana.

-Tu… Tu lo sabes… Sabes que Yeremi está aquí…- hizo silencio pero Yonna no dijo ninguna palabra-… verdad? –Concluyó sin atreverse a levantar la mirada por si sus ojos descubrían de nuevo el rostro del Teufel.

Pero el anfitrión se quedó en silencio. Si, claro que lo había visto. Sabía que tendría que lidiar con su molesta presencia y con el corazón roto de su hermana. Solo rogaba que Elioth no se cruzara con él, que Elioth no se enterara de nada, que su padre siga siendo un desconocido para él. Rogaba que… Quedase con el beneficio de la duda.

Otra vuelta más. Sabía. Sabía Yessika que Yeremi estaba ahí, y la estaba mirando. Sabía que si levantaba la vista se encontraría con su rostro, con sus hermosos ojos, su hermosa sonrisa, sus hermosos dientes y su hermosura misma.

 Las pestañeas largas de los ojos miel se levantaron. Para que hacía eso?. No lo sabía, no sabía nada… Porque de nuevo lo tenía frente a ella. Y un nudo en su garganta apareció nuevamente. Lo extrañaba tanto. Lo amaba tanto. En el próximo giro ya lo no vio, su rostro desesperado lo buscaba… Y cerró los ojos con fuerza, impotente, luchando por no llorar.

-YEREMI ! - Se alejó de su hermano y fué tras él, esquivando los enormes vestidos que se interponian en su camino, perdiendose en medio de la pista, girando y buscando con despesperación su rostro. 

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