El silencio fue eterno ya que temía que le echara de la casa después de un buen sermón que le dejara en ridículo. Pero en su lugar descubrió al lindo peliblanco avergonzado confesando que aquel beso había estado "raro, pero bien..." según sus propias palabras. El ojigris le observaba fijamente, mirando sus ojos y arrimándose nuevamente hasta posar su frente en la frente ajena - ...más? - murmuró en susurros, sosteniendo su miarada intensamente fija. Cada gota de ternura en Tateki hacía rebalsar el deseo del pelirrojo por besarlo más, pero no estaría seguro que le dejara hacerlo, de todos modos él siempre respetaba la voluntad de los demás y ya quedaba poco para partir.

No se sorprendió ante su reacción, después de todo tenía razón. Era la primera vez que sentía cosas fuertes por alguien y su personalidad siempre había sido la misma. Brutal y directa. Tanto como para atacar como en su coteidaneidad. -Lo siento - musitó cuando le vió ponerse de pie, su intensión no era herirlo ni asustarlo. Él también se puso de pie y habló con naturalidad, tratando de calmar al peliblanco - ...Tateki - le llamó primero para tener su atención - ..donde está la ropa con la que llegué? - preguntó peinando con su mano su cabello hacia atrás. Sus ojos fijos, aunque entrecerrados apenas le miraban... intensos pero perdiendo su mirada de vez en cuando en otra parte, antes de mirarlo directamente a él. No podía quedarse a vivir eternamente en aquel lugar, debería ir a buscar el motivo de su vida. Apenas y se conocía un poco, si quiera podía hablar de sí mismo con confianza pues en nada estaba seguro cuando se trata de él o su pasado. Se quedó allí, quieto, junto a la mesa de pie.

Tomó la ropa, rozando las manos del menor. Mirándolo atentamente - ....eso no es importante - murmuró, hablándole. No interesaba la ropa, solo no quería llevarse la ropa que le había prestado pues, no era suya. Notó su intranquilidad y se mantuvo observándolo, solo observándolo. Era precioso... sus ojos ámbar brillaban por pura naturalidad y su cabello blanco no hacía más que resaltarlo. Estaba seguro que esa apariencia debían tener los ángeles. Le miró ante su pregunta, sentándose mientras se cambiaba rápidamente y sin ningún tipo de vergüenza. Su ropa interior le cubría, no había nada por lo que preocuparse. Dejó el pantalón sobre la silla, volviéndose a poner de pie ya con las botas puestas, su jean y sacarse la camisa prestada. Dejando ver sus aros en las tetillas, y en algunas partes más de su piel - ...No tengo donde ir. Pero... tengo donde volver - corrigió mirando sus ojos en cuanto se sintió listo - ...verdad? - casi susurró, sus ojos grises le miraban intensamente parado justo frente a èl. Se mantuvo unos minutos así, sin dudar la respuesta pero solo deteniéndose para mirarlo. Mirarlo, mirarlo, mirarlo... no quería olvidarse de cómo era, de lo hermoso de su voz. Cuando finalmente se dignó a caminar, dio unos pasos tan solo para abrir la puerta y mirar hacia fuera. Todo estaba tan normal, como si nada hubiera ocurrido. Dio vuelta su rostro para observar a Tateki.