Empezó a reírse, malicioso como era costumbre suya, atrapando al espectador con cada reacción impensable suya – Pero si no te eh herido! – exclamó desde el interior de los muros de tierra que lo rodeaban, elevando su cabello hacia arriba y sus ropas como si tuviera un ventilador bajo los pies – O acaso hay algo que te duele? – mencionó ya con más serenidad, entrecerrando sus ojos y dejando entre ver su sonrisa. Era verdad, la sangre ya no estaba en ninguna parte, ni si quiera en la boca del ojiceleste que observaba atento el lugar donde se suponía estaba Remiel, a través de la tierra. Nada estaba lastimado en el cuerpo ajeno, y así había sido desde un principio, el hecho de vomitar ya de por sí era un suceso extraño y quizás por eso el menor no se había percatado que nada en él parecía haberse lesionado. ¿Cómo había hecho con la sangre que salía desde el interior de su cuerpo? Si salió de allí, algo tendría que haberla provocado. Espera un momento… ¿cómo estaba seguro que haya sido su propia sangre? …que haya salido desde el interior de su cuerpo no significa nada cuando se habla de Yeremi Valence. El rubio sonreía dentro de la trampa, abstraído, ¿cómo podía imaginar semejante hermosura que él podría llegar a herirlo?, sonrió más ante su reflexión - …¿me tendrás aquí todo el día? Pensé que tu recibimiento para conmigo sería otro – susurró, su voz voluptuosa se dejaba oír sin manifestar su sonrisa detrás del muro.

Perdona Mary, como estoy por viajar el Domingo ando entrando y saliendo de Mariollette Empire, ya que estoy con el equipaje y todo lo que ya te imaginas que consta un viajesito, ayer pude responder solamente el roll de Damien y Eyes, hoy vino gente a casa así que recién ando respondiendo, lo siento! :P

Los ojos entrecerrados se encontraron con los ajenos, sus cabellos más relajados, y su mirada intensa como siempre, penetrante y aguda. Sus labios se curvaban en una sonrisa leve al oírlo hablar, e inmediatamente se movieron con serenidad - …no recuerdo en qué momento comenzaste a tenerme tanto miedo… si es que puedo llamarlo así, tanto desasosiego, tanta ansiedad – una de sus cejas se elevó, y sonrió un poco más, su forma de mentir, su forma de traicionar, de desnaturalizar hasta lo más común, su desquiciada manera de contraatacar, podrían hacer dudar a cualquiera. Mas sin embargo ¿quién podría juzgar qué era la verdad y qué la mentira con Yeremi? Estaba claro, él mismo. Él mismo y atrozmente nadie más. – No recuerdo en qué momento… - susurraba sonriente, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón – ¿Cómo no iba a volver a verte? Estoy seguro que aún si renaciera en una vida nueva, aún te perseguiría… - sonrió un poco más - …quiero decir, te idolatraría como hoy -. La cursilería era su especialidad, pero también era una particularidad de su persona.
 

“Y a mi qué diablos me importa Gaia”. Sonrió ante su propio pensamiento y miró hacia abajo cuando dijo que resultaba bastante más agradable con la boca cerrada, eso quería decir que ya era agradable de por sí. Observó que se alejaba – Que cosas… - murmuró con una sonrisa, saltando el muro de tierra como si no fuese nada y dedicándose a caminar con suma tranquilidad tras él - …Que puede ser más importante que dejarte agasajar con tu querido sirviente – se nombró a sí mismo con aquellas palabras, dispuesto a obedecerlo – Debe ser que no estás de humor últimamente.. Me pregunto si no estás embarazado – sonrió, sarcástico tras sus pasos. Sacando de un bolsillo de su pantalón un cigarro. Tomándolo con elegancia y colocándoselo en los labios. Sus ojos brillaron en rojo por un segundo, y el cigarrillo se prendió instantáneamente. Dio una pitada, dejando salir el humo por la nariz – porque si ese es el caso… reclamaré mi paternidad digas lo que digas – sonrió un poco más, estirando su brazo y tocando con su mano la cintura ajena. Apenas posando su mano.

Yeremi es un idiota x3

Sonrió cuando apartó su mano con el bastón, observándolo indiscretamente sin guardarse su sucia imaginación de lo que podría hacer con el rubio y ese bastón de mierda que lo apartaba siempre a cada segundo del rubio ojos carmesí. Se mantuvo en silencio para fumar tranquilo su cigarro, arrojándolo a cualquier parte antes de observar el lugar donde se encontraba, dejando salir el humo de su nariz y sonriendo un poco, era su ambiente, o por lo menos el ambiente del que aparentaba ser experto y conocedor. Camino como siempre, con elegancia, guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón, hasta llegar a la mesa que evidentemente el Serpentmaister había escogido. Tomo asiento sin ninguna clase de invitación, justo frente al rubio menor y le miro, tan callado, tan elegante y tan… aborrecedor como siempre, como le gustaba al demonio que lo fuera – Te estás empeñando en ignorarme simplemente o es que te has conseguido ya un nuevo amante y pretendes botarme? – puso una mano justo bajo su pera, apoyando el codo en la mesa y sonriendo atrayentemente.  Los ojos celestes, intensos y fijos en el rostro ajeno. Una de sus piernas se estiró para apenas rozar la de Remiel, sonrió un poco más tomando la carta que el rubio menor leía, sacándosela con suavidad y mirando el interior – Tenemos que brindar por nuestro reencuentro – sonrió leyendo las opciones – hum.. algún vino afrodisiaco quizás – sonreía susurrante, sus ojos vuelven a mirar al frente, a su acompañante - que te parece, Remiel? -.

Siento la tardanza, hasta el sabado no sè si tendrè buen internet, se me corta mucho y no me deja entrar =w=

Sonrió al ser agredido y rechazado, él siempre había sido así de rudo pero nunca habría de superar lo tedioso que resultaba el ojiazul, miró a la mesera lascivamente e incluso lamiendo sus propios labios y sonriendo un poco más al escuchar a Remiel – Hubieras esperado a que hablara, no me molestaría pagar la cuenta si optas por ser egoísta con tu dinero – sonrió estirando la mano en la mesa, rozando con uno de sus dedos la mano de Remiel, aún sonreía y fijaba firmemente los ojos en los ajenos. Quedándose en silencio por unos momentos… una reacción muy extraña para el rubio de ojos escarlata, sin embargo, el demonio tomó cuidadosamente la mano sobre la mesa y la arrimó con tranquilidad a sus propios labios, neutralizando su rostro y por lo tanto descartando su sonrisa prepotente de siempre para dar lugar a presionar sus finos labios en la cándida piel de la mano ajena y cerrando sus ojos con serenidad para depositar un beso eterno como sello, como marca, como brindis. Permaneciendo unos segundos así, y elevando su mirada a los ojos de Remiel, sin sacar la boca de su piel, sonriendo levemente, una mueca con los labios.. - Te gustan las atenciones, rubio - musitò, acariciando esa mano hasta apartarla, pues llegaban los vinos junto con la mesera.

Rió simpático, fijando sus ojos claros en los escarlata. Encantado de èl, completamente encantado - Es interesante cuando te haces el gracioso - dejó escapar junto con su carcajada sutil. Sirviéndose de aquel vino y bebiendo con cuidado, entrecerrando un poco sus ojos sin alejarlos de èl. Cuando alejo el vaso de sus labios, brillantes por el licor, pidió - ...yo tambièn quiero comer... - mirando como el rubio arrimaba esas uvas y presionaba alrededor con sus labios. Sonreía al pensar perversidades e imaginar situaciones de las cuales el otro jamás sabría - me darías una? - murmuró - boca a boca... - aclaró sonriente, campante y divertido como siempre. Estirando su mano para tomar el vino ajeno - ...con permiso, voy a ser desconsiderado como acostumbro - sonreía mientras se servía y volvía a dar un silencioso trago, cerrando sus ojos para sentir levemente el sabor y la sensación vehemente en su garganta, volviendo a mirarlo después - ...estás risueño y con ganas de hacer chistes, ¿tan feliz te pone volver a verme? – sonrió apenas – Debería alegrarme? -

Detuvo sus pupilas sobre el rubio, borrando su sonrisa lentamente. ¿Realmente era aquel el rubio que tanto le atraía, por el que tanto molestaba… por el que el demonio daría hasta su muerte? “Aburrido..” pensó, ladeando quizás un poco su cabeza a la izquierda, sin quitar los ojos de los escarlata “Hermoso, pero aburrido…”. Quizás, solo quizás èl habría cambiado, o era el rubio ojiazul que ya se había aburrido del menor, como de todo durante su vida, y había desistido por tenerlo. Pensativo, posó el suelo del vaso en la mesa y levantó su cuerpo, sonriendo al imaginar que el rubio creía verse librado de èl, que pensaría que se iría. No… se arrimó a su rostro sin sonreír ya, mirando fijamente sus ojos y se paró erguido frente a èl, extendiendo su mano con elegancia - …me concedes esta pieza? – murmuró, sonriendo, si.. pero con cortesía. ¿Qué pensaba hacer? Si quiera èl mismo podía precisar sus movimientos con exactitud, pero lo cierto era que le molestaba que le ignoraran, para él eso era algo inaguantable. Esperó la mano de Remiel con calma pero mirando los ojos escarlata sin una expresión clara y manteniendo una sonrisa formal, la música era suave y algunas parejas bailaban en el lugar.