**La guerra sana contra Hades aun continuaba sin que ningún bando presentara una clara ventaja, por ambos lados hay muertes y grandes batallas, las fuerzas son iguales y nadie quiere ceder terreno en defensa de sus ideales en el caso de Athena o sus ambiciones por el lado del Infierno. En un movimiento desesperado por obtener la victoria la Diosa de la Guerra ha decidido pedir ayuda a uno de sus encarnizados enemigos, su tío, el hermano de su padre Zeus y aquel que desde siempre ha querido dominar la tierra y el mar al mismo tiempo, no es otro que el dios Poseidon, el cual aun a pesar de estar dormido, su cosmos es capaz de manifestarse y tener voluntad. Aquel ser durmiente tiene en su propiedad un material mas valioso que el oro y los diamantes, un material que de poseerlo cualquiera de los dos bandos le daría una ventana inalcanzable, conocido como Oricalcium. Athena ha tomado la inciativa y ha enviado una expedicion hacia el Asgard, dado que ahí se rumora que se esconde el material, sin embargo esa expedicion fue victima de una emboscada y a pesar de que solo un santo sobrevivió, no se encontro el Oricalcium. Sin embargo no todo estaba perdido, la investigacion dio como resultado que el Oricalcium se encontraba escondido en la legendaria Atlantida, hogar y templo de Poseidon desde siempre. La entrada se encontraba precisamente en el Asgard, en un lago congelado por el frío, debajo de aquel hielo se abre un torbellinno y aquel que logre atravesarlo entrará a la Atlantida. Un sobreviviente, un caballero de elite ha logrado superar esas pruebas y ha llegado hasta el subsuelo marino, un lugar muy húmedo, visiblemente deshabitado, las ruinas de los edificios cubiertas por corales, completan aquel paraje desolado. El visitante, investido por la diosa Athena con una de las doce armaduras doradas, camina lentamente por aquel sendero, su alba capa de seda se mece al compás de la brisa que levemente sopla y las gotas de agua que caen del cielo, salpican sus cabellos y el sonido del goteo, aunado a sus metálicos pasos, es lo único que se alcanza a percibir. --Maldicion-- se escucha de su boca, --maldito ambiente, me incomoda y me hastía-- continua en sus reflexiones, --debo darme prisa en encontrar el templo principal y el Oricalcium, solo asi podre salir de aqui-- finaliza el caballero, mientras continua su camino siempre mirando hacia el frente y soportando aquel hostil ambiente.**
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