**El ambiente es completamente hostil. Dentro de aquella cueva en la oscuridad, incluso los caballeros negros tienen rivalidad entre ellos. Tomando entre sus dedos la parte correspondiente a las hombreras, un muchacho se pone de pie. Su cuerpo es revestido por una armadura que recuerda al mítico cisne de los hielos, pero carece de su resplandor blanco pues su plumaje es tan negro como la noche. Su cabellera, de tonalidad verdosa, cae con elegancia hasta sus hombros mientras un yelmo con alas negras y el emblema de un cisne sobre su frente corona su cabeza. –Nos veremos luego después… Si es que sobreviven.- comenta con cierto desdén a sus compañeros, dibujándose en sus labios una ligera sonrisa diabólica, para dar media vuelta y salir con veloces pasos de aquella caverna. Pronto, encuentra la luz al final del túnel para contemplar un sol que agoniza en el horizonte. °°Los caballeros de bronce tendrán el honor de ser muertos por el Cisne Negro°° piensa mientras en su rostro se dibuja una mueca llena de maldad con la forma de una sonrisa. Tras este fugaz pensamiento, el muchacho sigue si camino por los serpenteantes senderos cuesta abajo, con la dorada armadura en su brazo y la mirada fija en su objetivo.**

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**Por su parte, una silueta de larga cabellera oscura hace aparición entre la misma oscuridad de la cueva, como si intentara ser abrazado y envuelto por la única compañera que ha tenido desde el día en que decidió entregarse al camino de la rebelión, tanto así que incluso la parte blanca de sus ojos destila un color azabache, funcionando como el único nexo entre su alma corrompida y el mundo exterior -Mi pieza será el peto, aquí nos separamos, y aquí nos reuniremos...- confiado de sobremanera en la supuesta superioridad de los santos negros sobre sus contendientes de bronce, el guerrero de rostro anguloso y facciones crueles dá un salto hacia adelante, dirigiéndose al mismo puente que le servirá de punto de salida para dirigirse a los sinuosos caminos de la Muerte, senderos que él conoce como si fuesen la palma de su mano**

 

**Todo es oscuridad en lo más profundo de la cueva que corona la cima del Valle de la Muerte, donde el silencio reina de forma absoluta. Una figura bañada por las sombras se encuentra ahí, inmóvil, como si esperase que algo sucediera. De pronto, el lugar se ve iluminado por un instante gracias al destello de luz roja, negra y azul que se concentra en el centro de aquel lugar. Pronto la luz vuelve a ser tragada por la oscuridad, revelando un sagrado objeto manchado de sangre: Las hombreras de la Armadura Dorada.  Incluso en la oscuridad, aquel ropaje brilla con un tintineante fulgor dorado que alcanza a aclarar la oscuridad del lugar. -¿Así que el Cisne Negro fue derrotado?- se escucha pronunciar de forma sarcástica a una ronca voz que retumba por las paredes de la cueva. –Da igual. Era confiado y estúpido… En todo caso, logro salvar su parte de la armadura.- Es entonces que otro grotesco objeto se revela junto a la armadura: Un ensangrentado globo ocular, el del Cisne Negro.  La ignota figura toma entre sus poderosos dedos aquel ojo y lo examina, para después soltar una terrible carcajada. -¡No era tan idiota como creía! Ahora tenemos una ventaja sobre esos caballeros…- Entre risas, aquella figura toma con un brazo su parte la ensangrentada parte de la armadura y con el otro el cercenado globo ocular del Cisne Negro y se adentra nuevamente en lo profundo de la cueva.**

 

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Ankoku Saint  Hidden Leader

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