El párpado de su único ojo libre de
cicatrices se apresura a cerrarse, al mismo tiempo en que su entrecejo se
frunce en una expresión clara de concentración. Su mente intenta recordar con
exactitud las palabras antes dichas por su maestro, cuando siendo tan sólo un
niño se disponía a comprender la compleja naturaleza del llamado cosmos.
“La esencia de la cosmos-energía es la comunión entre la fuerza
del cosmos absoluto y tu propia fuerza interior. Como caballero, debes ser
capaz de hacerte con ambas y canalizarlas a través de tu cuerpo. El cosmos es
infinito y así misma es la cosmos-energía.”
Acompañado de recuerdos sobre su
entrenamiento en Siberia y obligándose a dejar a un lado la amargura implícita,
Isaak toma una postura propia de combate, estableciendo una sintonía entre sus
sentidos que se traduce en la base primitiva de su propia fuerza interior.
“Verás, Isaak. Un caballero de los hielos debe ser capaz de
manipular los átomos del aire en su entorno. Al hacerlo, la temperatura
desciende potencialmente y el movimiento atómico disminuye hasta volverse nulo.
Y allí, en ese momento, es donde nace el aire congelado”
Aquellas bases teóricas se conjugan en
su mente como piezas de un rompecabezas complejo en desmedida. Los minutos
transcurren y la frustración comienza a notarse en una tensión exagerada en sus
puños. Y un súbito golpe hacia el helado suelo de aquella tierra hace evidente
una impotencia que obliga a romper su concentración previa, en el mismo momento
en que su única pupila se descubre de su párpado y se fija en el vacío.
-Maldición… - masculla, con la
mandíbula tensa y sintiéndose incapaz de deshacerse de una cadena de recuerdos
que, aunque corta, trae consigo infinitos sentimientos.
“Existe una característica determinante en la casta de los
Santos de Hielo: el manejo de las emociones y sentimientos. En el campo de
batalla, es estrictamente necesario dejar a un lado los lazos personales entre
tus allegados, incluso entre tus mismos camaradas. Si no lo haces, Isaak,
estarás arriesgando no sólo tu vida, sino la de Atenea y tus propios
compañeros”
Una luz se enciende metafóricamente en
el tormentoso océano de sus pensamientos. Pronto, todas sus amarguras son mitigadas
por una estoica frialdad que acalla sus propios gritos y los enmudece, logrando
una absoluta paz.
El peliverde retoma su postura, su ojo
vuelve a cerrarse. Uno de sus puños se cierra junto a su cintura mientras que
su otra mano se extiende por encima de su cabeza.
Un gruñido, una experiencia invisible
e indescriptible. Un despertar profundo del que no tiene consciencia, pues es
su cuerpo es el que ahora opera bajo su espíritu y en compañía intrínseca de la
energía del cosmos, la que se manifiesta como una brillante y escarchada aura
que recubre su espigado cuerpo.
El puño antes retraído se extiende
abruptamente y un torrente violento de aire congelado toma forma y velocidad en
dirección hacia uno de los glaciares cercanos, fragmentándolo antes de
derrumbarle. Sólo cuando el murmuro del desplomo de aquella montaña irrumpe con
el silencio apabullante de Siberia, su ojo vuelve a abrirse.
La satisfacción está allí. La
realización centellea en su interior y puede ahora sentir con mayor claridad el
significado de una enseñaza excesivamente abstracta. Sin embargo, aquello nace,
permanece y posteriormente muere en su interior. Su rostro, en cambio, ha
ganado también la coraza característica de una témpano de hielo. Ahora,
finalmente, podía reconocerse a sí mismo como un Santo de Hielo, carente de
cualquier emoción.
- Como el mitológico Kraken, he ganado
el poder de eliminar la maldad en este mundo… sin misericordia, sin piedad… –
sus palabras son orgullosas, severas. Su voz es grave, pronunciada por una
convicción irrefutable – Nadie… ¡nadie impedirá que ejerza la justicia! –
finaliza, vitalizado por la experiencia reveladora y con su pupila aguamarina
fija en un cielo pálido y grisáceo. Un cielo indiferente que con el silbido del
viento gélido de aquellas tierras ofrece la bienvenida a un caballero que, en
contraposición a su pasado, se abre un camino hacia un futuro justo. A un
caballero que olvidó los sentimientos.
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|| Sea General´s Apprentice || Isaak