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General: Agricultura cubana ...Empezar de cero con ciencia
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 27/10/2013 07:05 |
Empezar de cero con ciencia
JUAN VARELA PÉREZ
Hoy las tierras en usufructo de la finca que Nicolás Águila Corzo fomentó hace tres años en Nueva Paz, acogido al Decreto-Ley 259, reflejan lo que puede lograrse en 13,42 hectáreas.
Nicolás está orgulloso de las plantaciones de malanga y la calidad de las semillas traídas del INIVIT.
Esta finca rebasa los planes en cultivos varios y el rendimiento planificado, gracias a una constante aplicación de la ciencia y la técnica y el uso racional del potencial humano.
Cerca de la Autopista Nacional, en abandonados suelos, cubiertos largo tiempo por malezas, piedras y basura, no queda ahora un cordel sin aprovechar. "Meter esto en cintura no ha sido fácil", recuerda Nicolás.
Los resultados en los diferentes cultivos la sitúan en el borde delantero de las fincas del municipio. Los rendimientos que allí logran en todos los renglones en corto tiempo, es como burlarse de condiciones climáticas, a veces muy justificativas, armas de la cadena cumplidora.
A partir del 2010, producción y rendimiento no paran de ascender, y de las 161 toneladas vendidas al Estado en ese año, llegaron a 328 en el 2011 y cerraron el pasado mayo con 72 toneladas.
Este análisis parcial los pone de nuevo en situación ventajosa para cumplir las cifras contratadas con la Cooperativa de Crédito y Servicios Abel Santamaría.
Aunque es un agricultor de pies a cabeza, siempre añoró estar al frente de una finca que partiera de cero para utilizar, junto a su experiencia, las orientaciones del Instituto Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales (INIVIT), que radica en el municipio de Santo Domingo, en Villa Clara.
El apoyo decisivo de esa prestigiosa institución en el manejo de las plantas —no siempre utilizada como se debe—, y su jefe e investigador, el miembro del Consejo de Estado, Doctor Sergio Rodríguez, gira en torno a la calidad de las semillas, "elemento que define los rendimientos e introduce variedades resistentes, que paren en menos tiempo".
La calidad de los productos del INIVIT es resultado de la investigación científica.
Durante el recorrido de Granma por la finca, pudo observarse la salud y tamaño de la malanga, la yuca, las cuatro variedades de boniato y la introducción de la frutabomba tipo Maradol, obra de los técnicos del INIVIT, dotada de excepcionales cualidades.
Sembrar la malanga tipo Colocacia (conocida por isleña o chopo), por ejemplo, era una angustia por sus pobres rendimientos y la pérdida de tiempo y recursos. Ahora, gracias a la dedicación del INIVIT, utilizan variedades que pueden cosecharse antes de los nueve meses. Cuantos visitan la finca quedan impresionados por el vigor y los "hijos" que traen esos plantíos.
Igual sucede con los cordeles dedicados a la yuca, vianda en nada parecida a la de otras fincas. Impresiona el tamaño y la cantidad de retoños. La utilidad de la ciencia contribuirá a que la finca rebase sus planes en la malanga, boniato, yuca y plátanos.
Invertir en la ciencia parece costoso, explicó Nicolás, pero son gastos que pronto se amortizan al acopiar por hectárea más de lo usual y, a la vez, organizar bancos de semilla para surtir al resto de los productores de la empresa. Si se emplea la semilla en forma indiscriminada, entonces "lo barato" saldrá caro.
Los vínculos con el INIVIT, apunta, son cada vez más estrechos y aspiran a ser un laboratorio capaz de trasladar esos conocimientos a todos los cultivos e intercalarlos según los ciclos: corto, mediano y largo. Además de las semillas y su calidad, es vital una adecuada preparación del suelo y la atención sistemática.
En la finca no laboran decenas de hombres. Nicolás es el alma y guía de los cuatro o cinco que contrata si la siembra o la cosecha hacen "pico" (concentración).
Por el elevado costo del grano en mercados foráneos, urge aumentar la producción nacional y disminuir las compras en el exterior. El maíz, una de las materias primas de importación utilizadas en la fabricación del pienso para alimento animal, logra en esta finca impresionantes rendimientos por hectárea.
Aquí defienden un principio: la gente come todos los días, por eso hay que evitar los fatídicos baches de la cotidianidad. |
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Bondades del bambú
Freddy Pérez Cabrera
Cuenta la historia que cuando se desvanecieron los vapores contaminantes en Hiroshima, después de la explosión de la bomba atómica, las brigadas que se aventuraron hacia el epicentro solo encontraron muerte y desolación. Todo había sido arrasado, nada quedaba, pero en medio del cráter asomaba erguida, como un símbolo de esperanza, una caña de bambú totalmente quemada, muerta, pero en pie.
Para el doctor José Fernando Martirena, director del proyecto que obtuvo el Premio Mundial Hábitat 2007, en el bambú Cuba tiene una importante reserva de madera mucho más sustentable que otras especies.
Este solo ejemplo demuestra la capacidad de resistencia de esta planta milenaria que cada día es empleada por millones de seres humanos en el mundo, como una alternativa a la creciente escasez de madera, fenómeno del cual los cubanos no estamos exentos.
En el fomento de la producción del bambú nuestro país encuentra una fuente renovable de recursos, además de constituir otra importante vía para proteger el medio ambiente de sustancias tan dañinas como el dióxido de carbono.
Estudios realizados por científicos de varias instituciones nacionales, coordinados por la Universidad Central Marta Abréu de Las Villas, demuestran la utilidad de esta planta en la fabricación de casas, andamios, mobiliarios y utensilios para el hogar, como sillas y mesas, entre otros beneficios, con lo cual el país pudiera ahorrar decenas de miles de pesos al dejar de emplearse algunos tipos de maderas usados tradicionalmente con esos fines.
La planta ha sido muy empleada en la construcción de techos y naves.
El Doctor en Ciencias José Fernando Martirena, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM), perteneciente a esta casa de altos estudios, explica que se ha pensado en el bambú debido a que los programas tradicionales de reforestación necesitan entre diez y 20 años para poder aportar a la construcción; en cambio esta planta tiene la capacidad de crecer muy rápido y proveer un volumen considerable de madera en muy poco tiempo.
En la extensión del bambú, planta originaria de Asia, ha tenido mucho que ver el Instituto de Biotecnología de las Plantas (IBP), de Villa Clara, institución que desarrolló un protocolo de propagación "in vitro" de la gramínea, capaz de generar cerca de un millón de posturas por año. Esta tecnología ha sido transferida a varias instituciones de la agricultura en otros territorios.
El proyecto iniciado en el 2005 permitió plantar aproximadamente 4 500 hectáreas en el periodo 2005-2010, a la par que se creaba una red de fábricas de muebles a lo largo del país, aseguró el doctor Martirena y puso como ejemplo un taller de la ANAP en Mayarí, que fue capaz de fabricar 400 juegos de muebles en un año.
Al bambú se le admira por su rápido crecimiento, resistencia y versatilidad. Además, resulta el mejor captador de dióxido de carbono de cuantos se conocen.
Según el científico, el bambú, una vez plantado puede llegar a crecer entre 15 y 20 centímetros diarios, según la especie y condiciones de humedad, razón por la cual ya después de los cuatro años puede estar en explotación.
Pero la utilidad de esa especie va más allá del servicio que puede prestar como hierba maderable. También contribuye a la recuperación de los suelos salinizados y a captar buena parte del dióxido de carbono que se emite al medio ambiente, con sus nefastas consecuencias para la vida en el planeta.
Está demostrado científicamente que una hectárea de bambú puede absorber entre 11 y 18 toneladas de CO2 por año, y Cuba tiene plantadas más de 6 000. Además, intencionalmente por cada tonelada de CO2 que se capte, acreditada y certificada, pueden obtenerse entre 15 y 20 dólares, lo cual pudiera convertirse en una fuente importante de captación de las divisas, tan necesarias para nuestra economía.
Loable ha sido la labor de algunos territorios como Villa Clara, que sembró el pasado año 650 hectáreas en ocho municipios, experiencia que también ha sido extendida a otras provincias como Granma, Holguín, Ciudad de La Habana, Santiago de Cuba, Sancti Spíritus y Pinar del Río, las más avanzadas en esta tarea, aseguró el director del CIDEM. |
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