“El Encuentro”, de Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez, relata la trama que reunió por primera vez a Fidel Castro y Hugo Chávez. Ocurrió el 13 de diciembre 1994. El libro se publicó en el 2005, por la Editora de Publicaciones del Consejo de Estado, en La Habana.
El Encuentro, escrito por Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez en el año 2005, relata el nacimiento de una amistad y la trama que unió por primera vez al teniente coronel Hugo Chávez Frías y al Comandante en Jefe y líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, el 13 de diciembre de 1994. Al pie de la escalerilla esperaba a Chávez el Presidente Fidel Castro, quien le tributó al revolucionario bolivariano un recibimiento de Jefe de Estado y lo acompañó durante toda la visita en Cuba. El 14 de diciembre el joven bolivariano, quien encabezaba entonces el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 que lo llevaría al poder cinco años después, ofreció una Conferencia Magistral en la Universidad de La Habana.
El libro es también un repaso histórico de la amistad entre los pueblos de Cuba y Venezuela a través de los recuerdos de ambos mandatarios.
10. Carácter politizado e irracionalmente desmesurado de las sentencias.
La jueza no aceptó ninguna de las circunstancias atenuantes probadas en el proceso y acogió las agravaciones solicitadas por la Fiscalía. Como se ha dicho, Gerardo, fue condenado a dos cadenas perpetuas, más 15 años; Ramón, a una cadena perpetua, más 18 años; Antonio, a una cadena perpetua, más 10 años; Fernando, a 19 años; y René, a 15 años.
Los Cinco son prisioneros políticos a los cuales se les niega su condición y se les mantiene sujetos al mismo régimen y en promiscuidad con delincuentes comunes, violándose el artículo 8 de las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos.
11. Los Cinco fueron dispersados en cinco cárceles, en 5 distintos Estados, en los puntos más distantes de la geografía estadounidense.
Los Cinco se encuentran a una gran distancia de las oficinas de sus respectivos abogados en el territorio de Estados Unidos, lo cual hace sumamente difíciles sus contactos con ellos, así como con familiares y amigos. Se intenta dificultar el trabajo de sus representantes legales.
12. El verdadero problema: Terroristas con impunidad
Los Cinco demostraron en el juicio que sus únicas acciones de búsqueda de información en los Estados Unidos estaban relacionadas con la vigilancia al terrorista de origen cubano José Basulto y a la organización que creó bajo el apelativo de “Hermanos al Rescate”, así como las actividades de otros connotados terroristas de origen cubano que actúan con impunidad contra Cuba desde los Estados Unidos, como Orlando Bosch, responsable de la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano donde murieron 73 personas, incluido todo el equipo olímpico de esgrima. Otro terrorista cuyas actividades contra el pueblo cubano fueron objeto de seguimiento por los Cinco, fue Luis Posada Carriles, también responsable del atentado terrorista contra un avión civil cubano en 1976, que provocó la muerte a las 73 personas a bordo y uno de los implicados en el plan de asesinato contra el Jefe de Estado cubano, Fidel Castro, que sería llevado a cabo colocando varias bombas en el paraninfo de la Universidad de Panamá, que serían detonadas en el momento en que el líder cubano se estuviera reuniendo allí con miles de estudiantes y profesores panameños. Posada Carriles, con el dinero y el apoyo de la Fundación Nacional Cubano Americana – que también tiene su sede en Miami -, orquestó los atentados terroristas contra hoteles cubanos en 1997, que tuvieron como resultado la muerte de un turista italiano y varias personas heridas[4].
13. La jueza Joan Lenard cometió varias violaciones que contribuyeron a privar a los acusados de sus más elementales derechos y obstaculizó el trabajo de la defensa.
En la Corte Federal de Miami, la Jueza Lenard, primero rechazó la solicitud de los abogados de la Defensa para tener acceso a la documentación que fue clasificada – en la cual estaría la inmensa mayoría de las supuestas evidencias utilizadas para acusar y sancionar a los Cinco -, y luego otra Moción presentada por el Sr. Weinglass, defensor de Antonio Guerrero (y a la que se sumaron el resto de los abogados de la Defensa), solicitando un nuevo juicio y su celebración en una sede distinta a Miami.
Para esta Moción, la Defensa presentó una nueva evidencia, basada en el caso Ramírez vs. Ashcroft, del año 2002, en el que concurrió una actitud dolosa y mal intencionada de un gobierno. En el litigio Ramírez vs. Ashcroft, la Fiscalía terminó siendo la acusada, y cuando tuvo que concurrir al juicio, el gobierno alegó que en Miami no podía juzgarse con ecuanimidad e imparcialidad, puesto que el hecho tenía que ver con Cuba. ¿Cómo interpretar ese doble rasero? Estamos frente a un delito de prevaricación, por el uso premeditadamente doloso del poder que ejerce una autoridad.
14. Lamentable y extraño rechazo de la Corte de Atlanta al Informe sobre los Cinco Cubanos Prisioneros en EE.UU. (junio del 2003).
El rechazo por parte de la Corte de Apelaciones del Onceno Circuito de Atlanta del informe presentado ante ella por el jurista Erick Luna, reconocido profesor de la Universidad del Estado de Utah, a nombre la Sociedad Cubana de Ciencias Penales (recurso que se conoce comúnmente como “Informe de amigos de la Corte”), es un hecho que no ocurre casi nunca en el sistema jurídico estadounidense, pues sólo tiene como objetivo ampliar la visión de la Corte sobre los casos que juzga.
En el informe se abundaba en la información de las actividades de terrorismo contra el pueblo cubano y otros datos de particular interés que permitirían probar la Defensa por necesidad, principio bajo el cual actuaron los Cinco y que está reconocido por el sistema legal de EE.UU.
15. Silencio cómplice de los medios de comunicación norteamericanos con relación al injusto proceso.
Por sus características, el caso de los cinco debería haber sido una noticia de interés nacional en los Estados Unidos. Hubo ex generales y ex almirantes testificando, 72 testigos, notas diplomáticas, Memorandums de la Casa Blanca, incluso, testificó un asesor del ex Presidente Clinton. Por otra parte, en el año en que tuvo lugar el juicio, fue el caso más largo en EE.UU. y, al mismo tiempo, fue el único juicio que involucró cuestiones de relaciones exteriores de Estados Unidos.
Sin embargo, y siguiendo claras instrucciones de su Gobierno, el injusto e ilegal proceso contra los Cinco no ha recibido la más mínima atención de los numerosos medios de comunicación estadounidenses, con la excepción de los medios controlados por la mafia terrorista cubano americana, los que por supuesto, alentaron la venganza y el odio contra los héroes cubanos, una verdadera cacería de brujas contra los Cinco luchadores antiterroristas.
16. Apoyo de la comunidad jurídica estadounidense y solidaridad internacional
Algunas de las asociaciones de abogados y juristas más prestigiosos de los Estados Unidos y del mundo, se han sumado a la batalla por la liberación de los Cinco. El Proyecto Nacional de Jurados, que está integrado por expertos destacados en el sistema de jurados de los Estados Unidos, ha presentado un alegato al Tribunal de Juicios instando a una nueva vista.
Además, el National Lawyers Guild (Asociación Nacional de Abogados), que representa a cerca de 5000 letrados en los Estados Unidos, también ha presentado una solicitud formal al Tribunal pronunciándose por un nuevo juicio en una sede imparcial. Esa solicitud recibió el apoyo de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas, que cuenta con miembros en 90 países y tiene entidad consultiva en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
Existen ya 208 Comités de Solidaridad con los Cinco jóvenes luchadores antiterroristas injustamente en prisión en los Estados Unidos, creados en 79 países del mundo. Cada día crecen las voces solidarias en el mundo y dentro de Estados unidos en un esfuerzo por reparar la injusticia y lograr el regreso de los Cinco a su país y al seno de sus familias.
El pueblo cubano reitera su demanda de justicia y solidaridad con estos Cinco defensores de sus derechos a la vida, a la libre determinación, al más alto grado de bienestar y al desarrollo, los cuales han sido violados y siguen siendo amenazados por las acciones de los grupos terroristas de origen cubano que actúan bajo el estímulo o la impunidad que les confiere el Gobierno de los Estados Unidos.
17. Malos Tratos y Tortura emotiva y psicológica contra los familiares de los Cinco Jóvenes:
Obstáculos interpuestos a las visitas consulares
Limitación al acompañamiento de funcionarios consulares a los familiares que han podido visitar a los Cinco.
Negativas de Visas.
Dilación al otorgamiento de las visas.
Los Cinco han sido blanco preferido de la escalada de hostilidad y agresividad de la administración Bush contra nuestro pueblo.
Desde el año 2003, el gobierno norteamericano con abiertas intenciones provocativas y motivaciones de venganza, incrementó las medidas encaminadas a aislar y a castigar aún más a esos jóvenes defensores de los derechos humanos del pueblo cubano, saboteando el proceso de apelación, y tratando de doblegar el espíritu y la firmeza de los cinco y sus familiares.
A partir del 2003 se incrementaron los obstáculos a las visitas consulares y a los contactos de los Cinco con sus familiares. Las dilaciones al otorgamiento de visas y la negativa de visas a Adriana Pérez y Olga Salanueva, esposas de Gerardo Hernández Nordelo y René González respectivamente, representan una de las acciones más crueles, inhumanas y violatorias del Derecho Internacional, y en particular de los instrumentos internacionales de derechos humanos, y de la propia legislación norteamericana.
En marzo de 2003, coincidiendo con la imposición de nuevas restricciones de movimiento a nuestros funcionarios en Washington, el Departamento de Estado canceló las visitas consulares planificadas a Gerardo y a Fernando.
A partir de junio de 2003, el Departamento de Estado norteamericano comenzó a tomar las primeras decisiones, que conllevaron ulteriormente a la eliminación total de la posibilidad de que los funcionarios consulares cubanos acreditados en Washington acompañen a los familiares de los Cinco durante sus visitas a las prisiones.
Durante las visitas familiares en junio, julio y agosto del pasado año, impusieron la condición adicional que los funcionarios consulares no podían permanecer durante los fines de semana con los familiares en los pueblos aledaños a las prisiones y que tenían que regresar a Washington.
Los familiares quedaban sin atención consular y con la carga emotiva que significa el contacto con sus seres queridos después de una muy larga espera.
En diciembre de 2003, el Departamento de Estado negó el primer permiso para el acompañamiento consular a familiares de Gerardo en el curso de su visita, usando como pretexto que se trataba de un viaje de índole personal y no consular.
Debe recordarse que las familias de los Cinco cubanos defensores de derechos humanos, tienen que viajar a los Estados Unidos transitando los enormes obstáculos y complejidades que impone el bloqueo a Cuba, a lo que se adiciona el hecho que los Cinco heroicos jóvenes fueron recluidos en distantes parajes. Ellos se ven obligados a realizar numerosos cambios de aviones, recorrer cientos de kilómetros por carretera, hospedarse en lugares que le son desconocidos, moverse a las prisiones ubicadas en lugares inhóspitos, sin el más mínimo apoyo.
A estas crueldades y a más se han enfrentado de forma valiente y firme las madres, esposas y otros familiares de los Cinco.
En el caso de Adriana Pérez y Olga Salanueva, esposas de Gerardo Hernández Nordelo y René González respectivamente, las violaciones de derechos humanos son aún más crueles.
El 7 de enero de 2004, se publicó una Declaración del MINREX en la que se denunció la absurda y revanchista conducta de las autoridades norteamericanas, las que a través de la Nota 845 de su Sección de Intereses en La Habana, de fecha 23 de diciembre de 2003, devolvieron una vez más los trámites de solicitud de visas a favor de Olga Salanueva y Adriana Pérez, informando que los trámites a favor de estas personas no serían recibidos en lo adelante a través del MINREX, y que debían ser presentados de forma personal y directa.
A partir del 2 de febrero de 2004, la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana comenzó a aplicar estas medidas al resto de los familiares de los Cinco, o sea, a partir de esa fecha sus solicitudes de visas no son admitidas a través del MINREX, sino deben hacerse de forma personal por los familiares de nuestros compañeros.
El 27 de febrero de 2004, mediante Nota Diplomática, el Departamento de Estado – en una abierta violación de sus responsabilidades en virtud de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1961 -, comunicó a la Sección de Intereses de Cuba en Washington, que a partir de ese momento las visitas consulares de nuestros funcionarios en Washington, sólo serían autorizadas una vez por trimestre.
Esa acción de hostilidad recibió la respuesta de Cuba a través de la Declaración del MINREX del 4 de marzo de 2004, publicada bajo el título: “Una nueva infamia contra nuestros 5 Héroes”. En la misma fueron denunciadas las nuevas restricciones a la actividad consular de nuestros funcionarios en Washington.
La negativa de visas en los casos de Adriana Pérez y Olga Salanueva, no es la única violación flagrante de los derechos de los Cinco y sus familiares a mantener comunicación mediante visitas periódicas. También se producen prolongadas dilaciones al otorgamiento de las visas a otros familiares.
Ha sido angustioso el camino que han tenido que recorrer el resto de los familiares en el proceso de obtener sus visas. Sólo por citar un caso, las visas de Carmen Nordelo, Magalys Llort, Irma Sehwerert y Colmes Labañino, cuyas solicitudes fueron presentadas unas el 7 de agosto de 2003 y el resto el 23 de septiembre de 2003, sólo fueron otorgadas en el mes de abril del 2004, siete meses después de las últimas solicitudes.
En su inhumano proceder, las autoridades estadounidenses obvian incluso la avanzada edad de varios de los familiares de los Cinco Héroes.
Negativa de visas a Olga Salanueva y a Adriana Pérez, esposas de René González y Gerardo Hernández, respectivamente.
A Olga y Adriana les han sido negadas las visas en reiteradas ocasiones y de esta forma se les ha impedido ver a sus esposos.
La última solicitud de visas para ambas se realizó en el mes de febrero de 2004 y fueron denegadas en abril de 2004.
Caso de Adriana Pérez
Nunca ha visitado los Estados Unidos. Nunca ha podido ver a su esposo luego de su detención el 12 de septiembre de 1998.
En la práctica, el Gobierno de Estados Unidos no dispone ni podrá disponer de prueba o indicio alguno para sostener que la presencia de Adriana en territorio norteamericano pueda dañar los intereses o la seguridad nacional de ese país.
El nombre de Adriana no aparece en el acta acusatoria vinculado a los cargos que se le imputaron de forma dolosa a Gerardo, ni ninguno de sus cuatro compañeros.
Su único interés al solicitar visa de entrada a los Estados Unidos es visitar a su esposo, Gerardo Hernández Nordelo, quien cumple sentencia de dos cadenas perpetuas más 15 años en la prisión de Victorville, California.
El 29 de marzo del 2002, el Gobierno de Estados Unidos le concedió visa después de un proceso de consulta inter-agencias, que es lo usual en el caso de un ciudadano cubano. En julio del 2002 viajó a los Estados Unidos para visitar a su esposo, pero al arribar al aeropuerto de Houston, Texas, fue detenida y sometida durante 11 horas a un humillante interrogatorio y finalmente no se le permitió entrar al territorio norteamericano, teniendo que retornar a Cuba.
De haber tenido alguna evidencia concreta en su contra, podrían haber procedido a arrestarla en el momento que se le impidió su entrada al territorio de Estados Unidos.
En abril del 2003, el gobierno de Estados Unidos le negó la visa nuevamente, invocando la sección 212-3 (A) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad estadounidense, que niega la entrada al país a personas que se consideren quieran hacerlo para realizar actividades de espionaje o sabotaje.
En junio del 2003, solicitó una vez más la visa al Gobierno de Estados Unidos, la cual se le volvió a negar.
Caso de Olga Salanueva
La última vez que ella vio a su esposo fue en la víspera de su juicio en noviembre del 2000. En este caso la situación es aún más inhumana, porque existe una niña víctima de esta tragedia.
Al momento de la detención de su esposo, René González, Olga residía legalmente en Estados Unidos y permaneció durante 2 años y dos meses en territorio norteamericano.
En ese período de tiempo – hasta su deportación a Cuba en noviembre del 2000 -, asistió a la presentación del acta de detención y acusación de René, sostuvo contactos con oficiales del FBI y con su abogado defensor. En ningún momento se le indicó vinculación alguna con los cargos de los que posteriormente fue acusado su esposo.
De haberla considerado el gobierno de Estados Unidos una agente infiltrada, dos años y dos meses fue tiempo suficiente para presentar los cargos en su contra y encausarla. Sin embargo, no fue acusada ni encausada por ningún cargo federal.
En agosto del 2000, fue detenida por las autoridades migratorias para ser sometida a un proceso de deportación. Un mes antes – julio 2000 -, la Fiscalía le propuso a su esposo un arreglo para que reconociera los dos cargos de los que estaba acusado (conspiración y agente extranjero no registrado) en cuyo caso, su esposa, Olga Salanueva, no sería deportada.
Ante la digna negativa de René González, Olga fue deportada a Cuba.
El 29 de marzo del 2002, el gobierno de Estados Unidos le concedió visa para entrar a territorio norteamericano a fin de visitar a su esposo.
El 23 de abril del 2002, el gobierno de Estados Unidos le revocó esa visa alegando que habían descubierto información según la cual, Olga Salanueva podía ser inadmisible en virtud de la Sección 212 (a) (3) (B) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, que niega la entrada a territorio norteamericano a personas vinculadas a actividades terroristas. En la práctica, René González, su esposo, no fue acusado de vinculación alguna con el terrorismo, sino específicamente de todo lo contrario, de haber actuado contra grupos terroristas. Por tanto, es absurdo que en contra de Olga se esgrima una calumnia semejante.
En dos ocasiones posteriores, octubre 2002 y abril 2003, el gobierno de Estados Unidos le negó la visa nuevamente.
En la última de esas ocasiones, el Departamento de Estado alegó que se le negaba la visa acorde a la sección 212-3 (A) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, que niega la entrada a Estados Unidos a personas que se considere quieran hacerlo para realizar actividades de espionaje o sabotaje. Nuevamente un argumento absurdo, máxime cuando su esposo no fue acusado de espionaje, sino de ser un agente extranjero no registrado y de conspiración.
En junio del 2003, solicitó una vez más la visa de entrada al Gobierno de Estados Unidos, la cual no le fue otorgada.
En octubre 2003 y abril del 2004, el gobierno de Estados Unidos le negó nuevamente la visa a Olga y en estas dos ocasiones volvió a modificar el argumento para la negación de la visa.
Al negarse la visa a Olga Salanueva, se impide que una de sus hijas, Ivette González, una niña de tan solo 6 años de edad y ciudadana norteamericana, vea a su padre.
Ivette González Salanueva, nació el 24 de abril de 1998, en Miami, Florida. Sus primeros cuatro meses de vida transcurrieron sin muchas dificultades junto a sus padres y su hermana Irma González.
El 12 de septiembre de 1998, la vida de Ivette y su familia cambiarían de forma cruel y dramática. En esa fecha, el FBI procedió al arresto de René González Sehwerert, el cual no tuvo oportunidad de despedirse de su familia.
El 3 de agosto del año 2000, René recibió una carta de la Fiscalía donde se le ofreció una rebaja de condena si colaboraba inculpando a las restantes personas, también acusadas en su caso criminal. En ese documento le advertían que el estatus migratorio de Olga podría verse afectado si él se negaba a colaborar, al ella no ser ciudadana norteamericana. René rechazó el intento de chantaje y en breve tiempo el INS arrestó a Olga.
Olga debió haber sido remitida a un centro de internamiento, al imputársele la violación de la Ley migratoria, pero permaneció encarcelada en Fort Lauderdale en una cárcel para reclusos de mala conducta, por un período de tres meses, a partir del 16 de agosto del 2000. Ivette quedó al cuidado de su bisabuela paterna. A Olga no se le permitirían visitas de contacto con sus hijas, solo pudo verlas una vez a través de un cristal. Por tanto, prefirió que no le llevaran a la pequeña Ivette. El 22 de noviembre del 2000, fue deportada e Ivette viajó en compañía de su abuela paterna, Irma Sehwerert. Desde entonces, Olga vive en Cuba con sus dos hijas. Hace más de cuatro años que Ivette no ve a su padre.
Si Ivette es ciudadana de Estados Unidos, ¿qué ha impedido que haya podido reunirse con su padre en los últimos cuatro años?
La Corte Suprema de los Estados Unidos ha dado reconocimiento a los lazos familiares íntimos cobijándolos bajo la primera enmienda de la Constitución de ese país y el derecho de asociación por ella reconocido. Ya tan temprano como en 1923, en el famoso caso Pierce vs. Society of Sisters, la Corte se refirió a las relaciones familiares como centrales al Derecho Civil y merecedoras de la mayor protección ante la intrusión del Estado. Se trata de un aspecto del derecho de asociación, de naturaleza no tanto expresiva como intrínseca, que juega un papel fundamental, particularmente en el desarrollo emocional y psicológico de los niños, como bien reafirmó la Corte Suprema en el caso Roberts vs. United States Jaycees, en 1984.
El 16 de junio de 2003, la Corte volvió a manifestarse sobre el tema, indicando en el caso Overton vs. Bazzetta que la Constitución, si alguna cosa protege, son las relaciones personales íntimas que se desarrollan en el marco de la unidad familiar. En el dictamen del caso Overton vs. Bazzeta, se planteó: “Es razonable asegurar que los niños que visiten (un prisionero), estén acompañados y supervisados por aquellos adultos encargados de la protección de los mejores intereses del niño”.
Ivette González, ha experimentado un sinnúmero de cambios bruscos, separaciones importantes y situaciones emocionalmente traumáticas en su corta vida, causadas precisamente por el gobierno de Estados Unidos. Olga Salanueva ha logrado darle a Ivette un hogar estable y un ambiente familiar afectuoso en Cuba. Lo esencial ha sido la disponibilidad permanente de la madre como figura principal de apego. Exponerla nuevamente a una situación de cambio, de viaje a otro país y de una visita a una cárcel federal sin la compañía de la madre, sería jugar irresponsablemente con factores que podrían afectarla psicológicamente de forma negativa y permanente.
De acuerdo a lo recomendando por experimentados especialistas en Sicología Infantil, la niña debe viajar acompañada de su madre para ver a su padre, ya que la no se puede exponer a una separación de la figura de apego principal en tanto podría provocarle reacciones emocionales de ansiedad y otros efectos psicológicos negativos.
La negativa de conceder una visa para que Olga Salanueva e Ivette visiten juntas a René González, no es solo arbitraria y caprichosa, sino que viola el derecho de Ivette, bajo la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, a relacionarse con su padre. Se está produciendo una obstaculización arbitraria e impropia del derecho a la libre asociación entre René, su hija y su esposa.
La Convención sobre los Derechos del Niño guía directamente el debate del caso de Ivette. Según el texto de la Convención, en su articulo 10: “El niño cuyos padres residan en Estados diferentes tendrá derecho a mantener periódicamente, salvo en circunstancias excepcionales, relaciones personales y contacto directo con ambos padres.”
La única circunstancia excepcional que se interpone entre Ivette y su padre es la arbitrariedad y la soberbia de la administración Bush, su desprecio al clamor de una niña de seis años.
La niña, de seis años, acaba de aprender sus primeras letras en la escuela y, justamente, la palabra que aprendió a leer fue: solidaridad.
Condiciones de reclusión impuestas recientemente a Gerardo Hernández Nordelo.
El penal de Victorville en el estado de California, donde está encarcelado Gerardo Hernández Nordelo, uno de los luchadores antiterroristas cubanos detenido injustamente en cárceles de Estados Unidos, está confinado desde el 1 de noviembre de 2004 hasta la actualidad, en lock down (régimen de cierre temporal), por disturbios ocurrido entre la población penal.
Cuando una prisión está bajo este régimen, los reclusos no pueden recibir visitas ni llamadas telefónicas, se les suministran comidas frías y sólo se les da acceso a un breve tiempo para el aseo.
Según se conoció, el estado de salud de Gerardo es bueno, mantiene además un alto espíritu moral y de lucha.
“No podemos hablar, porque sigo en lock down. No sé cuánto dure, pero el tiempo que sea, no te preocupes”, escribió recientemente en una carta a Adriana Pérez, su esposa. Con tan injusta disposición, le cortan toda vía de contacto, aumentando el sufrimiento de esta pareja y la tortura psicológica a que son sometidos.
ENTREVISTAS DE ALGUNOS FAMILIARES DE LOS CINCO EN LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS
Con el objetivo de denunciar las flagrantes violaciones de derechos humanos de que son víctimas los Cinco y sus familiares, varios familiares se han entrevistado con diversos procedimientos temáticos de la Comisión de Derechos Humanos y con funcionarios de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) durante el 59 y el 60 período de sesiones de la Comisión.
En el 59 período de sesiones de la Comisión, participaron Olga Salanueva, Ivette González y Adriana Pérez. En el 60 período de sesiones del Órgano, participaron nuevamente Adriana, Olga y la pequeña Ivette, así como Magalys Llort, madre de Fernando González.
A continuación un listado de los representantes de los mecanismos temáticos y funcionarios de la OACNUDH que contactaron los familiares de los Cinco:
59 período de sesiones (2003):
Alto Comisionado Adjunto para los Derechos Humanos, Sr. Bertrand Ramcharan.
Presidente del Grupo sobre la Detención Arbitraria, Sr. Louis Joinet.
Relator Especial contra la Tortura, Sr. Theo C. van Boven.
Relatora Especial sobre la Independencia de Jueces y abogados, Sra. Param Cumaraswamy.
Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, Radhika Coomaraswamy.
A todos ellos les hicieron entrega de un informe denunciando las violaciones de derechos humanos cometidas en los casos de los Cinco jóvenes cubanos defensores de derechos humanos. Asimismo, los familiares entregaron un documento en nombre de las ONGs cubanas con estatus consultivo ante el ECOSOC, denunciando las violaciones de derechos humanos llevadas a cabo por las autoridades estadounidenses contra los Cinco Héroes y sus familiares.
Durante todo el año 2003, no se recibió ninguna respuesta de estos mecanismos.
60 período de sesiones (2004):
Coordinador para América Latina y el Caribe de la OACNUDH, Sr. Dougan-Beaca.
Relator Especial sobre la Independencia de Jueces y abogados, Sr. Leandro Despouy.
Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, Sra. Yakin Erturk.
Relator Especial sobre la Tortura, Sr. Theo Van Boven.
Presidenta del Grupo sobre Detenciones Arbitrarias, Sra. Leila Zerrougui.
A todos ellos, los familiares entregaron documentos denunciando las violaciones de derechos humanos cometidas contra sus esposos e hijos.
En junio del 2003, Olga Salanueva y Adriana Pérez enviaron cartas denunciando el tratamiento cruel, inhumano y degradante que estaban recibiendo de las autoridades estadounidenses y solicitando apoyo en virtud de sus respectivos mandatos, a los siguientes funcionarios de la OACNUDH y de otras áreas de la Secretaría de las Naciones Unidas, presidentes de órganos intergubernamentales, así como relatores especiales, expertos independientes y presidentes de grupos de trabajo de la CDH:
NOMBRE
FUNCIÓN
Bertrand Ramcharan
Alto Comisionado Adjunto de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Raadi Azarakheki
División de Procedimientos Especiales, Comisión de derechos Humanos
Louis Joinet
Presidente Relator del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias, Comisión de Derechos Humanos.
Param Cumaraswamy
Relatora Especial sobre Independencia de Jueces y Abogados, Comisión de Derechos Humanos.
Theo van Boven
Relator Especial sobre la Cuestión de la Tortura, Comisión de Derechos Humanos.
Enrique Bernales Ballesteros
Relator Especial sobre el Uso de Mercenarios, Comisión de Derechos Humanos.
Radhika Coomaraswamy
Relatora Especial sobre Violencia contra la Mujer, Comisión de Derechos Humanos.
Carola Hannah
Directora Departamento de Asuntos Sociales y Económicos. Division for the Advancement of Women (DAW)
Ángela King
Subsecretaria ONU para Asuntos de Género y el Adelanto de la Mujer. DAW
Gert Rosenthal
Presidente del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC)
Feride Acar
Presidenta de la División para el Adelanto de la Mujer (CEDAW)
Paulo Sergio Pinheiro
Experto Independiente para el estudio sobre la violencia contra los niños, Comisión de Derechos Humanos
Renate Bloem
Presidenta de la Conferencia de Organizaciones No Gubernamentales (CONGO)
Carol Bellamy
Secretaria General UNICEF
En el año 2004 ha continuado la correspondencia de los familiares de los Cinco con diversos procedimientos temáticos de la Comisión de Derechos Humanos
FECHA
NOTA O DOCUMENTO
DIRIGIDO A
ASUNTO
RESPUESTA MECANISMO
16/07/04
Nota Verbal de la Misión Permanente de Cuba en Ginebra. Nro. 309
Alto Comisionado Adjunto, Coordinador América del Norte OACNUDH, Coordinador América Latina OACNUDH, Relatora Especial sobre Violencia contra la Mujer, Relator Especial contra la Tortura
Adjunta una carta de Adriana Pérez y una de Olga Salanueva sobre la negativa de visas el 27 de abril de 2004
23/08/04
Nota Verbal de la Misión Permanente de Cuba en Ginebra. Nro. 379
Sra. Leila Zerrougui, Presidenta Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria.
Adjunta Comentarios y observaciones remitidos por los familiares de los 5 Héroes que permanecen como prisioneros políticos en cárceles de Estados Unidos acerca de la respuesta del gobierno norteamericano contenida en carta de referencia G/SO 218/2 de fecha 8 de junio de 2004. Se adjunta Carta personal a la Relatora de Adriana Pérez y Olga Salanueva y otros documentos
Carta de la relatora G/SO 218/2 de fecha 11/10/04 solicitando información adicional.
23/08/04
Nota Verbal de la Misión Permanente de Cuba en Ginebra. Nro. 381
Sr. Leandro Despouy, relator Especial de la CDH sobre Independencia de Jueces y abogados
Ajunta carta del Sr. Roberto González Sehwerert, abogado y hermano de René González mediante la cual expresa su disposición a intercambiar con el Relator sobre las violaciones de derechos humanos en el caso de los Cinco presos políticos.
Responde, solicita más información.
23/08/04
Nota Verbal de la Misión Permanente de Cuba en Ginebra. Nro. 382
Sr. Theo Van Boven, Relator Especial de la CDH sobre la Tortura
Adjunta carta que dirige al Relator la abogada, Sra. Nuris Piñeiro Sierra, mediante la cual se adjuntan varios documentos presentados como Mociones sobre el caso de los Cinco.
09/04
Nota Verbal de la Misión Permanente de Cuba en Ginebra. Nro. 403
Sr. Theo Van Boven, Relator Especial de la CDH sobre la Tortura
Adjunta carta de la esposa de Fernando, Rosa Aurora
28/10/04
Nota Verbal de la Misión Permanente de Cuba en Ginebra. Nro. 475
Sra. Leila Zerrougui,
Presidenta Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria.
Adjunta respuesta a su solicitud de información adicional. Se adjunta copia de un Memorando del abogado Leonard Weinglass y copia del recurso presentado al Onceno Circuito de Atlanta por el abogado de la defensa Joaquín Méndez que aborda este tema en páginas 18 a la 42.
Como se ha probado, la administración Bush ha saciado su sed de venganza y odio contra nuestros Cinco Héroes, mediante numerosas arbitrariedades, abusos y nuevas violaciones de sus más elementales derechos humanos.
Ellos han demostrado fehacientemente a Bush y sus protegidos de la mafia terrorista miamense que ninguna de estas medidas podrán amedrentarlos, ni debilitar la firmeza con la que hasta el momento han defendido el derecho de todos a disfrutar de sus derechos, en primer lugar, de su propia existencia.
Al igual que sus familiares, todo el pueblo cubano no descansará hasta lograr que la justicia se imponga y los Cinco Héroes puedan regresar dignamente a su Patria. Para lograrlo, se recaba el apoyo de hombres y mujeres honestas de todo el mundo. Ellos merecen comprensión y ayuda, ellos son acreedores de la justicia y reclaman que su verdad se conozca y se abra paso.
ANEXO Información acerca de los Cinco Jóvenes luchadores antiterroristas y defensores de derechos humanos encarcelados injustamente en los Estados Unidos.
Gerardo Hernández Nordelo
Tenía 33 años cuando fue detenido en 1998. Es graduado del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”.
SENTENCIA: 2 cadenas perpetúas más 15 años de privación de libertad PRISIÓN: Dirección Postal USP VICTORVILLE NO. 58739-004 PO BOX 5500 13777 Air Expressway Road Adelanto, CA 92301 Telf. 760-530-5000
Ramón Labañino Salazar
Tenía 35 años cuando fue detenido en 1998. Es graduado de Economía de la Universidad de La Habana. SENTENCIA: Una cadena perpetua PRISIÓN: BEAUMONT, TEXAS No. 58734-004 Postal address USP BEAUMONT PO BOX 26035 Beaumont, TX. 77720 Telef: 409-727-8188 Fax: 409-626-3700
Antonio Guerrero Rodríguez
Tenía 40 años cuando fue detenido en 1998. Es ingeniero graduado en el Instituto de Kiev, en Ucrania. Es también poeta. SENTENCIA: Una cadena perpetua PRISIÓN: FLORENCE, COLORADO No. 58741-004 Postal Address USP FLORENCE 5880 State HWY 67 South Florence, CO. 81226 Telef: 719-784-9454 Fax: 719-784-5157
Fernando González Llort
Tenía 35 años cuando lo arrestaron. Es graduado del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. SENTENCIA: 19 años de privación de libertad PRISIÓN: OXFORD, WISCONSIN No. 58733-004 Postal Address FCI Oxford PO BOX 500 Oxford, WI 53952-0500 Telef: 608-585-5411 Fax: 608-585-6371
René González Sehwerert
Tenía 42 años cuando fue arrestado. SENTENCIA: 15 años de privación de libertad. PRISIÓN: No. 58738-004 Dirección Postal FCI Edgefield PO BOX 723 Edgefield 501 Gary Hill Road, SC 29824 Telf. 803-637-1500 Fax. 803-637-9840
Algunos de los familiares de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos, cuyos más elementales derechos humanos están siendo violados por el gobierno de los Estados Unidos de América.
Ivette González Salanueva (Niña) y Olga Salanueva
Ivette González, niña de 6 años. No ha podido conocer a su padre, René González Sehwerert. Lo impide el gobierno de los Estados Unidos.
Junto a ella, Olga Salanueva, esposa de René y madre de Ivette. No ha podido visitar a su esposo. Lo impide el gobierno de los Estados Unidos.
Adriana Pérez O´Connor
Esposa de Gerardo Hernández Nordelo. No ha podido visitar a su esposo. Lo impide el gobierno de los Estados Unidos.
Mapa de localización de los estados donde se encuentran los Cinco Héroes injustamente encarcelados.
ANEXO
Declaración de los familiares de los Cinco Héroes. Abril de 2004
Nosotros, familiares de los Cinco Cubanos que están presos en cárceles de Estados Unidos, queremos dejar constancia de los innumerables obstáculos que el Gobierno de los Estados Unidos nos ha impuesto para visitarlos los que podemos resumir en:
no permitir la entrada a territorio norteamericano a Olga Salanueva y Adriana Pérez, esposas de René González y Gerardo Hernández respectivamente, impidiendo por consiguiente la visita de la pequeña Ivette a su padre René;
demorar reiteradamente y sin justificación alguna las visas del resto de los familiares por períodos de hasta 7 meses;
dificultar la visita conjunta de otros hijos adolescentes;
impedir el apoyo por parte de diplomáticos cubanos a las visitas de los familiares.
En los casos de Olga Salanueva y Adriana Pérez, la prohibición por parte del Gobierno de Estados Unidos de permitirles su entrada a territorio norteamericano se les ha aplicado sobre la base de decisiones arbitrarias y sin fundamentación.
El 29 de marzo de 2002, Olga recibió una visa para entrar a territorio norteamericano a fin de visitar a René.
El 23 de abril del 2002, el Gobierno de Estados Unidos le revocó esa visa declarándola inadmisible en virtud de la Sección 212 (a) (3) (B) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, alegando por consiguiente que OIga era una terrorista.
En octubre 2002 el Gobierno de Estados Unidos le volvió a negar la visa sin dar explicación alguna. En abril 2003 una vez más se la negó invocando esta vez la Sección 212 (f), según la cual el Presidente puede suspender la admisión a territorio norteamericano de cualquier extranjero si considera que es contraria a los intereses de seguridad nacional.
En octubre 2003 y abril del 2004, el Gobierno de Estados Unidos le negó nuevamente la visa a Olga y en estas dos ocasiones volvió a modificar el argumento para la negación de la visa.
Olga dejó de ser inadmisible por “terrorista” para pasar a serlo por supuesta “agente de inteligencia, saboteadora, o alguien que pudiera provocar el derrocamiento del Gobierno de los Estados Unidos por la fuerza, violencia u otros medios ilegales”, según se infiere de la letra de la Sección 212 (a) (3) (A) invocada por sustentar la negación de su visa.
Olga permaneció residiendo legalmente durante dos años y dos meses en territorio norteamericano, después del arresto de René, el cual se produjo en su casa y en su presencia. En ese período de tiempo, no se le indicó vinculación alguna con los cargos de los que posteriormente fue acusado René, ni tampoco fue acusada ni encausada por ningún cargo federal.
De haberlo considerado necesario, dos años y dos meses fue tiempo suficiente para que el Gobierno de Estados Unidos presentara cargos en su contra y la encausara.
Negarle la visa alegando una presunta actividad de inteligencia constituye, además, un argumento absurdo, máxime cuando René no fue acusado de espionaje.
En cuanto a Ivette González, la pequeña hija de Olga y René, de 6 años de edad y a quien se le ha impedido ver a su padre desde que era una bebé, es ampliamente conocido que especialistas en sicología infantil, no recomiendan que cuando un menor ha sufrido una situación de privación paterna de manera traumática, como es su caso, se exponga a una separación de la figura de apego principal en tanto podría provocarle reacciones emocionales de ansiedad y otros efectos psicológicos negativos.
La necesidad de que Ivette viaje en compañía de su madre, no sólo está avalada por estos criterios científicos, sino, incluso por decisiones de la propia Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en su dictamen del caso Overton, VS Bazzetta, de fecha 16 de junio de 2003, en el en el que se plantea que: “Es razonable asegurar que los niños que visiten (un prisionero) estén acompañados y supervisados por aquellos adultos encargados de la protección de los mejores intereses del niño”.
En el caso de Adriana Pérez, el 25 de julio del 2002, el Gobierno de Estados unidos le impidió su entrada al territorio norteamericano después de haberle concedido la visa correspondiente. A su llegada al aeropuerto de Houston, Texas, Adriana fue aislada, detenida arbitrariamente, privada de su pasaporte, fotografiada, fichada y sometida a ilegales interrogatorios por el FBI durante once horas hasta finalmente tener que regresar a Cuba sin cumplir su propósito de visitar a Gerardo en la prisión.
El FBI no ofreció a Adriana explicación alguna que sustentara su decisión de impedir su entrada a territorio norteamericano.
En abril 2003 el Gobierno de Estados Unidos le volvió a negar la visa invocando la Sección 212 (f), según la cual el Presidente puede suspender la admisión a territorio norteamericano de cualquier extranjero si considera que es contraria a los intereses de seguridad nacional.
En octubre 2003 y abril del 2004, el Gobierno de Estados Unidos le denegó la visa nuevamente a Adriana, invocando la Sección 212 (a) (3) (A) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1996. ¿Es que acaso el Gobierno de Estados Unidos considera a Adriana Pérez como una presunta “agente de inteligencia, saboteadora, o alguien que pudiera provocar el derrocamiento del Gobierno de Estados Unidos por la fuerza, violencia u otros medios ilegales” lo que podría inferirse de la letra de la Sección utilizada para sustentar tal decisión?
Las autoridades norteamericanas no pueden alegar que Adriana haya actuado en contra de los Estados Unidos ni provocado daños a su seguridad nacional.
El Gobierno de Estados Unidos no dispone ni podría disponer de prueba o indicio alguno para estimar que la presencia de Adriana en territorio norteamericano pueda dañar los intereses de ese país. Su nombre no aparece en el acta acusatoria vinculado a los cargos de que fue acusado Gerardo, ni ninguno de sus cuatro compañeros.
De haber tenido alguna evidencia concreta en su contra, el Gobierno de Estados Unidos podría haber procedido a arrestar a Adriana en el momento en que le impidió su entrada a territorio norteamericano.
Resulta inconcebible tratar de justificar la negativa de las visas a Olga y Adriana cuando son numerosos los preceptos y principios del derecho internacional y de la propia legislación estadounidense que obligan al gobierno de los Estados Unidos a facilitar sus visitas a sus esposos encarcelados en prisiones norteamericanas.
Continuar negando las visas a Adriana y Olga, además de constituir una violación de sus derechos humanos, -tanto los de ellas como los de Gerardo y René y de sus respectivas familias-, significa seguir ignorando numerosos instrumentos del derecho internacional que expresan muy claramente los derechos de los prisioneros a recibir visitas de sus familiares y la obligación de los gobiernos a facilitarlas.
En cuanto a las visas concedidas al resto de los familiares, en los últimos tres años sólo hemos podido viajar a los Estados Unidos a visitarlos dos veces al año como promedio, aun cuando, de acuerdo al régimen de visitas de sus respectivas prisiones, podíamos haberlo hecho con una frecuencia mayor, de no existir el impedimento de la visa.
Sólo a modo de ejemplo podemos expresar que tres de las madres fueron obligadas por el Gobierno de Estados Unidos a esperar desde agosto del 2003 hasta marzo del 2004, -7 largos meses- para que les fueran concedidas las visas y poder visitar a sus hijos.
O el caso de las hijas de Ramón, Ailí, Laura y Lisbeth, particularmente estas últimas, quienes a pesar de su corta edad -11 y 7 años-, sólo han tenido la oportunidad de ver a su papá en 4 ocasiones durante los últimos 6 años, al igual que Tonito, el hijo de Antonio, también como resultado de la dilación en el otorgamiento de las visas.
A nuestra larga lista de dificultades recientemente se adicionó una más. En febrero del 2004 el Gobierno de Estados Unidos comunicó su decisión de no continuar permitiendo que nuestras visas se solicitaran oficialmente como visas humanitarias, lo cual obviamente agilizaba el trámite de solicitud. A partir de ese momento, estamos obligados a solicitar la visa como cualquier ciudadano común interesado en visitar Estados Unidos, lo que de hecho ya ha significado una demora de hasta 4 meses sólo para presentar la solicitud.
Atendiendo al carácter humanitario de estas visitas y su obligación moral y legal de facilitarlas, el Gobierno de Estados Unidos debe otorgar las visas que hasta ahora ha estado negando reiteradamente y garantizar que las visitas puedan realizarse con mayor frecuencia.
[1] La encuesta realizada por el Doctor Gary Morgan, Profesor de la Universidad Internacional de la Florida y Miembro de la Asociación de Psicología de los Estados Unidos, reveló que en el Condado Dade el 69% de los encuestados, estaban predispuestos en contra de los acusados. Además casi el 49% de todos los encuestados dijo realmente que no podían ser justos o imparciales. Aproximadamente el 90% de todos los encuestados dijo que bajo ninguna circunstancia cambiarían de opinión.
[2] En el colmo de los despropósitos y la desfachatez, la administración estadounidense ha utilizado como pretexto para la negativa de visa la supuesta condición de Adriana y Olga de terroristas, y más recientemente, alegaciones como supuestas agentes de inteligencia, saboteadoras o que pueden provocar el derrocamiento del gobierno de los EE.UU. por la fuerza, la violencia u otros medios ilegales.
[3] General James R. Clapper, ex-jefe de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa; General Charles Wilhelm, ex-comandante en jefe del Comando Sur; General Edward Atkeson, ex-vicejefe del Estado Mayor del Ejército para Inteligencia; Almirante Eugene Carroll, ex-vicejefe de Operaciones Navales y el Coronel George Buckner que ocupó una posición destacada en el Comando del Sistema de Defensa Aérea de Norteamérica
[4] En sendos artículos de fecha 12 y 13 de julio de 1998 del diario “The New York Times”, Luis Posada Carriles admitió haber organizado la campaña de atentados con el uso de explosivos contra centros turísticos en Cuba y reconoció que los líderes de la Fundación Nacional Cubano Americana habían financiado sus operaciones. Admitió haber pagado y enviado a Cuba a quienes colocaron las bombas en los hoteles habaneros. Refiriéndose al turista italiano asesinado por una de ellas, dijo al Times “… estaba sentado en el sitio equivocado, en el momento equivocado”.
Sabotaje a la tienda “El Encanto” en la capital del país
Capítulo 3 del libro “Cuba y los derechos humanos : Terroristas, ¿”buenos” y “malos”?
El pueblo cubano ha sido víctima por más de cuatro décadas de innumerables actos y ataques terroristas concebidos, financiados y apoyados desde el exterior – en la abrumadora mayoría de los casos desde Estados Unidos -, que han ocasionado cuantiosas pérdidas humanas y materiales y un irreparable daño psicológico y afectivo a miles de familias cubanas. Muy graves han sido también las afectaciones económicas sufridas por la nación cubana como consecuencia de sucesivos sabotajes, e incluso, agresiones biológicas contra su patrimonio y salud.
Estos actos terroristas han tenido como objetivo destruir mediante el terror, la inestabilidad y la incertidumbre, la opción política, económica y social que el pueblo cubano libremente ha adoptado en pleno ejercicio de su derecho a la libre determinación. El territorio de Estados Unidos ha sido utilizado de forma sistemática y permanente para planear, financiar, reclutar, entrenar y apoyar la realización de actos terroristas contra el pueblo cubano.
Las modalidades de terrorismo empleadas contra Cuba han sido muy variadas, e incluyen: sabotajes o destrucción de objetivos económicos y civiles dentro del país; ataques contra instalaciones costeras, naves mercantes y embarcaciones pesqueras; atentados contra instalaciones, medios y personal cubano en el exterior, incluidas sedes diplomáticas, oficinas de aviación y naves aéreas; intentos de asesinato a sus principales dirigentes; introducción de gérmenes y plagas contra la agricultura y la producción pecuaria; e introducción de cepas de enfermedades contra las personas, entre otros.
Como resultado de al menos 681 acciones de terrorismo y agresiones contra el pueblo cubano que han sido probadas y documentadas, se ha producido la pérdida irreparable de la vida de 3 478 mujeres, hombres y niños, mientras otros 2 099 cubanos han quedado físicamente discapacitados por el resto de sus vidas. Cabe destacar que estas acciones no han cesado a lo largo de los años: 68 tuvieron lugar en la década de los años 90 y otras 39 en el curso de los últimos cinco años.
Las víctimas de las acciones terroristas contra Cuba no han sido sólo nuestros ciudadanos. Se han realizado 190 atentados terroristas contra personas o bienes de terceros países radicados en territorio norteamericano. Además, se organizaron y ejecutaron docenas de acciones contra bienes de compañías extranjeras que mantenían relaciones económicas con Cuba, o contra representaciones de países que mantenían vínculos con el país.
Las actividades terroristas se incrementaron significativamente y formaron parte sistemática de la política de hostilidad y agresiones contra la Revolución Cubana a partir del año 1961, como consecuencia del “Programa de Acción Encubierta Contra el Régimen de Castro”, aprobado el 17 de marzo de 1960 por el entonces Presidente D. Eisenhower y proseguido por el Presidente J. F. Kennedy. En ese plan, conocido como “Operación Mangosta”, se autorizaba la creación de una organización secreta de inteligencia y de acción para operar dentro de Cuba, asignando para ello los fondos necesarios a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El 18 de enero de 1962, se adoptó el conocido como “Proyecto Cuba”, que contenía 32 tareas de guerra encubierta que debían ser ejecutadas por los departamentos y agencias participantes en la “Operación Mangosta”.
Además de los centenares de acciones concebidas y realizadas directamente por los Servicios Especiales del gobierno de Estados Unidos, se produjo un amplio espectro de otras acciones terroristas, algunas de ellas consumadas y otras neutralizadas en su fase preparatoria. La responsabilidad de estas acciones terroristas que supuestamente no tenían el patrocinio directo de las autoridades de Washington, recayó en organizaciones radicadas en el territorio estadounidense, que reunían a terroristas de origen cubano – muchos de ellos entrenados por la CIA y por unidades del ejército estadounidense -, que, cuando menos, actuaban inspirados en la política oficial de destruir a la Revolución Cubana por cualquier medio y que se han beneficiado siempre de la más abierta impunidad que le han garantizado sucesivas administraciones norteamericanas. Muchos de estos terroristas, aun sin operar oficialmente al servicio del gobierno de los Estados Unidos, fueron incluso protegidos por los servicios especiales de los Estados Unidos y se les brindó asilo bien en el territorio norteamericano, o en bases militares de dicho país en el territorio de otras naciones.
En 1960 se realizaron numerosos actos de terrorismo contra instalaciones públicas como cines, teatros, escuelas y comercios, con el objetivo de sembrar el pánico y el terror entre la población. La más criminal y sangrienta de las acciones emprendidas durante ese año fue la voladura, el 4 de marzo de ese año, del barco francés “La Coubre”, en el puerto de La Habana, en los momentos en que se descargaban las municiones compradas en Bélgica para el Ejército Rebelde. Este criminal atentado ocasionó 101 muertos, entre ellos varios franceses, más de 200 heridos y numerosos desaparecidos.
Entre los ataques a objetivos económicos llevados a vías de hecho en 1960, podría destacarse el ocurrido el 18 de febrero. Ese día, el avión que bombardeaba el Central “España”, fue destruido en el aire por una de sus propias bombas. Piloteaba la nave el norteamericano Robert Ellis Frost, acompañado por Onelio Santana Roque, ex miembro de los cuerpos represivos de la dictadura batistiana. La carta de vuelo registraba la salida del avión del aeropuerto de Miami, Florida. Por otros documentos hallados junto al cadáver del estadounidense, se descubrió que en tres ocasiones anteriores había participado en ataques aéreos contra Cuba y que iba a cobrar por el bombardeo de ese día 1 500 dólares.
Resulta significativo que la mayoría de los más connotados cabecillas del cínicamente auto-calificado “exilio cubano”, participaron directamente y ejecutaron actos terroristas contra Cuba desde la década del 60. De hecho, muchos de ellos contenían haciéndolo de manera conceptual.
El 30 de diciembre de 1960, se ocupó una fábrica de bombas y se detuvo a 17 terroristas que siguiendo instrucciones de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, se habían dedicado a poner petacas con explosivos plásticos en tiendas comerciales. Entre los terroristas mencionados, aparecen dos renombrados personeros de la mafia terrorista-anexionista de origen cubano, beneficiados por el doloso eufemismo de la prensa occidental con el epíteto de “pacíficos opositores políticos anticastristas”. Uno de ellos era nada menos que el “periodista” y “publicista” Carlos Alberto Montaner – cabecilla de la mafia anticubana en Madrid -, que no fue condenado entonces porque era menor de edad; y salió posteriormente del país tras solicitar asilo en una embajada latinoamericana. El otro terrorista, que devendría “personaje célebre” de la campaña anticubana de Washington, era el “Embajador” de Estados Unidos para los “Derechos Humanos”, el “Excelentísimo Señor” Armando Valladares, el falso escritor y falso paralítico, desenmascarado ante la opinión pública al levantarse de su silla de ruedas y andar casi 400 metros para tomar el avión en el que salió del país.
Además, el gobierno de los Estados Unidos y las organizaciones terroristas con sede en los Estados Unidos y algunos países de la América Latina, contaron con una hornada de asesinos y torturadores de la tiranía batistiana que habían huido en enero de 1959 hacia tierras norteñas en busca de impunidad para sus crímenes contra el pueblo cubano.
Entre ellos se destacan Jesús Blanco Hernández, Conrado Carratalá Ugalde, Sotero Delgado Méndez, Martín Díaz Tamayo, Mariano Faget Díaz, Armentino Feria Pérez, Irenaldo García Báez, Pilar García García, Rafael Gutiérrez Martínez, Julio Estelio Laurent Rodríguez, Agustín Lavastida Álvarez, Lutgardo Martín Pérez Molina, Rolando Masferrer Rojas, José Eleuterio Pedraza Cabrera, Orlando Eleno Piedra Negueruela, José María Salas Cañizares, Ángel Sánchez Mosquera, Merob Sosa García, Manuel Antonio Ugalde Carrillo y Esteban Ventura Novo.
En la mayoría de los casos, el naciente Gobierno Revolucionario de Cuba solicitó oficialmente su detención provisional con fines de extradición, pedido al que las autoridades norteamericanas hicieron caso omiso.
En 1961 se intensificaron los atentados terroristas, que incluyeron la quema de cañaverales durante la zafra azucarera, el sabotaje a fábricas y los ataques contra fincas, actos en los que fueron asesinados 281 ciudadanos, en su mayoría campesinos, mujeres y niños civiles, así como milicianos y jóvenes voluntarios que participaban en la Campaña de Alfabetización[1] iniciada el propio año.
En el mes de abril de ese propio año, se produjo la invasión militar por Playa Girón (Bahía de Cochinos), perpetrada por un ejército de aproximadamente mil quinientos mercenarios, organizado, entrenado, equipado, financiado y transportado por el gobierno de Estados Unidos. El frustrado plan preveía el ulterior desembarco de tropas norteamericanas, que contemplaron desde sus barcos la derrota de los mercenarios.
Muchos de los mercenarios que participaron en aquella invasión y en otras acciones terroristas de la guerra sucia contra Cuba, se mantienen activos en las filas de las organizaciones terroristas que siguen operando actualmente contra nuestro país. Muchos otros se enrolaron como agentes a sueldo de la CIA para llevar a cabo operaciones encubiertas en América Latina y otras regiones del mundo en misiones de asesinato político, tráfico de armas y narcóticos, sabotajes y guerras sucias como la llevada a cabo contra la Revolución Sandinista en Nicaragua. A otra parte importante de ellos, se les instruyó disfrazarse de “exilio político pacífico” contra la Revolución Cubana, agrupándose muchos de ellos en la llamada Fundación Nacional Cubano Americana. Este grupo públicamente “redimido” de la violencia terrorista, sin embargo, nunca renunció a lo que realmente sabe y disfruta hacer. Se ha mantenido organizando y financiando acciones terroristas como las llevadas a cabo por mercenarios centroamericanos contra instalaciones turísticas cubanas en la década de los 90.
Otra forma de terrorismo empleada contra Cuba fue el bandidismo, bautizado así por el pueblo por las felonías y los asesinatos cometidos por las 299 bandas terroristas que, entre 1959 y 1965, actuaron a lo largo y ancho del territorio cubano, armadas, sostenidas y dirigidas por el gobierno de Estados Unidos. El bandidismo tuvo su enclave principal en las montañas del Escambray, en el centro del país. Dichas bandas asesinaron más de 500 personas, principalmente campesinos y obreros agrícolas inocentes.
Documentos oficiales estadounidenses hoy desclasificados, demuestran el vínculo directo, patrocinio y apoyo del gobierno de Estados Unidos a las bandas que operaban dentro de nuestro país. En octubre de 1961, el Inspector General de la CIA, Lyman Kirkpatrick, presentó un informe secreto que refería una acción encubierta, conocida como “Operación Silencio”, en la que por orden del gobierno norteamericano la CIA realizó 12 operaciones para el abastecimiento de armas, municiones y explosivos a las bandas armadas que operaban en nuestro país.
En el mismo documento, al hacer referencia al enorme centro establecido por la CIA en la Florida para llevar a cabo actividades encubiertas contra Cuba, Kirkpatrick reconoció que “de enero de 1960, cuando contaba con 40 personas, el Buró se expandió a 588 para el 16 de abril de 1961, convirtiéndose en uno de los más grandes buroes en los servicios clandestinos”.
El secuestro de aeronaves fue otro tipo de acciones terroristas concebidas por la CIA en su programa para derrocar a la Revolución Cubana. Con estos actos, la Agencia Central de Inteligencia del gobierno de Estados Unidos dio origen a una nueva modalidad terrorista que no tenía precedentes hasta ese momento. Entre 1959 y el 2001, 51 aviones cubanos fueron secuestrados. Casi sin excepción, todos fueron dirigidos hacia Estados Unidos y la inmensa mayoría de ellos nunca fueron devueltos. Pilotos, custodios y pasajeros fueron asesinados o heridos por los secuestradores. Varios aviones fueron destruidos o seriamente dañados en los intentos frustrados.
Al inicio de la década de los años 70 se crearon nuevas organizaciones terroristas integradas por torturadores y esbirros de la dictadura batistiana, y otros delincuentes y criminales que abandonaron el país a partir de 1959. El terrorismo siguió siendo un negocio lucrativo para la mafia anticubana, amparada por la complicidad y la tolerancia de las autoridades de Estados Unidos.
Organizaciones como Alpha 66 y la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), asentadas en los estados de la Florida y Nueva Jersey, fueron responsables de gran parte de las acciones terroristas contra el pueblo cubano ocurridas en la décadas del 70 y los 80 y contra intereses de otros países que mantenían relaciones comerciales y económicas con Cuba.
Por esos años, el terrorismo anticubano incorporó acciones paramilitares contra embarcaciones mercantes y pesqueras de Cuba. El 4 de octubre de 1973, los pesqueros cubanos Cayo Largo 17 y Cayo Largo 34 fueron atacados por dos cañoneras tripuladas por terroristas, que asesinaron al pescador Roberto Torna Mirabal y abandonaron al resto de los tripulantes, en balsas de goma, sin agua ni comida.
El 6 de octubre de 1976, ocurrió el más monstruoso y brutal acto terrorista cometido en ese período: el estallido en pleno vuelo de un avión de la aerolínea Cubana de Aviación con 73 personas a bordo, de ellas 57 cubanos, 11 jóvenes guyaneses (6 de ellos seleccionados para estudiar medicina en Cuba) y 5 ciudadanos de la RPD de Corea. Todos perecieron.
El atentado contra el avión civil cubano fue cometido por dos mercenarios de nacionalidad venezolana, contratados por dos de los más connotados terroristas de origen cubano: Orlando Bosch Ávila – autor de 321 acciones terroristas y que pese a la opinión contraria del Departamento de Justicia, recibió una autorización especial del presidente Bush (padre) para residir en Estados Unidos y vive en Miami desde 1990 -, y Luis Posada Carriles – vergonzosamente indultado por la ex presidenta de Panamá, Mireya Moscoso – sobre cuyo amplio historial terrorista se abundará más adelante.
Estos dos terroristas de origen cubano habían sido reclutados por la CIA desde 1960 y se les había especializado en sofisticadas técnicas de sabotaje con todo tipo de medios. Ambos integraban entonces la organización CORU, fundada en junio de 1976 por el propio Orlando Bosch, unificando varias organizaciones terroristas. CORU incrementó considerablemente las acciones terroristas no solo contra Cuba, sino también contra otros 24 países de Europa, América Latina y Caribe.
Al tiempo que se continuaron realizando actos terroristas en el territorio cubano, el escenario de algunas de esas actividades se desplazó hacia Estados Unidos, siendo dirigidas contra intereses asentados allí de países que mantenían relaciones y comercio con nuestra nación, contra funcionarios diplomáticos cubanos en la Misión ante las Naciones Unidas, contra instituciones privadas de ese país, contra emigrados cubanos que estaban en desacuerdo con la política terrorista de la mafia anticubana e incluso contra altos funcionarios de gobiernos extranjeros, como fue el asesinato del Canciller del gobierno chileno del Presidente Salvador Allende, Orlando Letelier, perpetrado en Washington por terroristas de origen cubano actuando al servicio de los órganos represivos de la dictadura del General Augusto Pinochet.
El pueblo norteamericano experimentó con horror en su propia casa el terror que sus gobernantes habían desatado contra un pequeño país vecino a partir de 1959.
Las autoridades de Washington – entonces sí -, reaccionaron deteniendo a algunos terroristas o intentando desmantelar ciertos grupos que actuaban de forma independiente y por cuenta propia. Para evadir la acción de las autoridades, muchos grupos utilizaron como ardid la disolución pública, el cambio en sus nombres, la interrupción temporal de sus acciones e incluso, cambiaron la base de sus operaciones hacia otros estados de la Unión.
Las bandas terroristas que respetaron las normas de conducta pública impuestas por las autoridades norteamericanas y mantuvieron su accionar terrorista exclusivamente contra el territorio cubano, han sido toleradas.
Entre algunas de las acciones terroristas llevadas a cabo contra Cuba en el propio territorio de Estados Unidos podrían mencionarse:
5 de junio de 1976, la Misión de Cuba ante la ONU fue objeto de un atentado con explosivos, que ocasionó importantes daños materiales;
año 1977, se produce el asesinato de los emigrados cubanos Carlos Muñiz Varela y José Eulalio Negrín, por sus posiciones favorables al diálogo con Cuba;
marzo de 1980, se colocó una potente bomba en el auto del Representante Permanente de Cuba ante la ONU, en Nueva York;
11 de septiembre de 1980, fue asesinado el diplomático Félix García, integrante de la representación cubana ante las Naciones Unidas.
Los sectores más reaccionarios y agresivos de la emigración cubana en Estados Unidos, y particularmente en la Florida, alentaron nuevamente la vía del terrorismo en su guerra contra Cuba en el período final de la administración Bush (padre). Ello motivó la realización – con renovada virulencia y asumiendo nuevas modalidades -, de numerosas acciones terroristas durante los dos mandatos de la administración del Presidente William Clinton.
La Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) – que contribuye “generosamente” a las campañas políticas de varios legisladores e incluso de presidentes estadounidenses -, asumió la organización y financiamiento de las acciones terroristas contra Cuba a partir de 1992. Al servicio, bajo las órdenes y con el dinero aportado por la FNCA, fueron reclutados en países de Centroamérica varios terroristas, que colocaron bombas en instalaciones turísticas cubanas por el cobro de una recompensa. En 1997, hicieron estallar siete bombas en hoteles e instalaciones turísticas del país. En uno de esos atentados, falleció el joven turista italiano Fabio Di Celmo. El objetivo era claro: arruinar la industria turística cubana, la cual ya se perfilaba como principal rubro económico del país.
Las acciones terroristas contra Cuba no han cesado durante la Administración de George W. Bush. Baste señalar que entre el 6 de agosto del 2002 y el 10 de abril de 2003, ocurrieron otros 11 actos terroristas, en su mayoría secuestros de aeronaves y embarcaciones para dirigirlas a Estados Unidos. En dichas acciones violentas, fueron utilizadas armas blancas, objetos punzantes e incluso armas de fuego, para amenazar y someter a la tripulación y los pasajeros.
Los terroristas juzgados en Cuba han sido sancionados con severas penas, lo cual salvo en contados casos, no ha ocurrido con aquellos de origen cubano que han sido procesados en Estados Unidos.
Historia de una infamia reciente.
El 25 de agosto de 2004, cinco días antes de concluir su mandato como presidenta de Panamá, Mireya Moscoso indultó a cuatro connotados terroristas internacionales de origen cubano, cuyo proceso de apelación a la condena que les había ido impuesta aún estaba inconcluso. Son ellos: Luis Faustino Clemente Posada Carriles, Gaspar Eugenio Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón Rodríguez (al final de este capítulo se presentan breves resúmenes del historial terrorista de los individuos indultados por la señora Mireya Moscoso).
Los cuatro terroristas fueron adiestrados por la CIA y utilizados directa o indirectamente para la ejecución de acciones terroristas contra Cuba y otros países, a lo largo de las cuatro últimas décadas.
Horas después de firmado el indulto y bajo protección oficial, los cuatro criminales fueron conducidos al aeropuerto internacional de la Ciudad de Panamá, donde eran esperados para facilitarles la salida del país.
Luis Faustino Clemente Posada Carriles, autor confeso de uno de los más atroces sabotajes perpetrados contra un avión comercial cubano en pleno vuelo, viajó a otro país centroamericano, donde permanece bajo falsa identidad.
Gaspar Eugenio Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón Rodríguez viajaron a Miami, Estados Unidos, sin ser siquiera molestados a su arribo por los complicados sistemas de seguridad y control que la Casa Blanca aplica a las personas que entran en su territorio, con la declarada intención de detectar presuntos terroristas.
Una vez más, el país que se autoproclama paladín en una supuesta y cacareada cruzada contra el terrorismo, acoge y protege en su territorio a connotados terroristas internacionales de origen cubano. Estos criminales terroristas se pasean libremente por las calles del Imperio e incluso, son homenajeados como “idealistas luchadores anticastristas”.
Todo indica que para la Administración del Presidente George W. Bush estos brutales malhechores calificarían en una categoría de terroristas “buenos”, que si bien resulta contraria al Derecho Internacional y a las decisiones adoptadas en el tema por las Naciones Unidas, resulta muy útil y conveniente a sus planes de dominación hegemónica.
Como se recordará, los citados terroristas habían sido arrestados en Panamá, en noviembre del año 2000, y la justicia de ese país había dictado sentencia en su contra por planificar un atentado contra la vida del presidente cubano Fidel Castro, mediante el empleo de decenas de kilogramos de explosivos de alto poder, durante un encuentro que la delegación cubana a la X Cumbre Iberoamericana sostendría con estudiantes, trabajadores e indígenas panameños, en el Paraninfo de la Universidad de Panamá.
La historia de la impunidad que hoy disfrutan estos cuatro terroristas se venía gestando desde el 10 de abril del año 2001, cuando la ex presidenta Moscoso, mediante las Resoluciones Ejecutivas 58, 59, 60 y 61, rechazó la justa y bien fundamentada solicitud de extradición presentada por las autoridades cubanas. La solicitud de extradición de los cuatro terroristas había sido oficializada por el gobierno cubano el 12 de enero de 2001, cumpliendo todos los requisitos exigidos para tales actos, tanto por la legislación panameña como por los instrumentos internacionales en vigor.
Con su decisión de indultarlos, la señora Moscoso puso en el descrédito y el ridículo las declaraciones formuladas el 15 de julio de 2004 por su Ministro de Relaciones Exteriores quien, según el comunicado No. 100 de la Cancillería panameña, había reiterado que “Posada Carriles y sus cómplices fueron juzgados, sentenciados y deberán cumplir la condena impuesta”.
Como se recordará, Luis Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo fueron condenados a 8 años de privación de libertad, y Pedro Remón y Guillermo Novo Sampoll a 7 años. Estas sentencias fueron apeladas por los abogados querellantes, en representación de organizaciones sindicales, estudiantiles e indígenas panameñas, debido a irregularidades en el proceso, y a que las penas impuestas no se correspondían con la gravedad de los delitos que les habían sido probados en el juicio.
Aún cuando la ex presidenta Moscoso se ha empeñado en aducir que tomó su decisión atendiendo a cuestiones de índole humanitaria, es ampliamente conocido que no es esa la explicación real para tan vergonzosa acción.
La excarcelación de los cuatro terroristas había sido insistentemente exigida a la ex presidenta Moscoso por personeros de Washington y de la mafia anexionista de Miami, incluidos los cabecillas de las bandas terroristas que desde allí operan impunemente contra el pueblo cubano. Medios de prensa hablan de una generosa recompensa monetaria otorgada a la señora Moscoso en premio por su siniestra e inmoral decisión.
El propio Colin Powell, entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos, durante su visita a Panamá con motivo del Centenario de la República, solicitó a la señora Moscoso la liberación de los cuatro terroristas en cuanto concluyera el juicio.
Al alinearse en favor del terrorismo contra Cuba protegiendo a criminales convictos y confesos, la ex presidenta Moscoso no solo ha actuado de manera indigna, sino que también lo ha hecho en flagrante violación de la propia legislación panameña, que impide proceder al indulto mientras no se haya concluido el proceso judicial y exista una sentencia firme.
Interrumpir el proceso judicial contra connotados terroristas, que en ese momento se encontraba en fase de apelación, e impedir que en un caso tan delicado la justicia se pronunciara de manera definitiva, constituye una afrenta al pueblo cubano, a las víctimas de los crímenes perpetrados por estos individuos, al pueblo panameño y a todos los que en el mundo luchan dignamente contra este flagelo.
Asimismo, liberar a estos terroristas en momentos en que la comunidad internacional se afana en combatir el terrorismo, es un acto inmoral y, además, una gran irresponsabilidad.
Cuba ha dejado bien claro que sobre la ex presidenta Moscoso caerá la responsabilidad histórica y las consecuencias que se deriven del indulto, incompatible tanto con los esfuerzos que se deben realizar a nivel internacional para prevenir eficazmente los actos de terrorismo, incluida la aplicación de la Resolución 1373 (2001) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como con las obligaciones asumidas por el Estado panameño como Parte en los instrumentos jurídicos internacionales pertinentes relativos al terrorismo, que incluyen, entre otros, el Convenio Internacional para la represión de los atentados terroristas cometidos con bombas, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de diciembre de 1997.
El 21 de septiembre del 2004, en Carta dirigida al presidente del Consejo de Seguridad, el Canciller cubano, Felipe Pérez Roque recordaba que en el primer informe presentado al Comité Contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad (S//2002/15), en cumplimiento de la Resolución 1373 (2001) de ese órgano, Cuba brindó amplia información sobre las actividades terroristas que se cometen en su contra y acerca de sus perpetradores.
Dicha información incluyó, entre otros elementos, un listado de las organizaciones terroristas que han actuado o actúan contra Cuba desde el extranjero y una relación de los autores materiales o intelectuales de los actos terroristas, entre los que se incluyeron los cuatro individuos indultados por la señora Moscoso.
Hasta la fecha y a pesar de nuestra solicitud de conocer qué medidas ha considerado llevar a cabo el Comité Contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad con la voluminosa información proporcionada por Cuba, no se ha recibido respuesta.
Cuba espera que el Comité Contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad establecido en virtud de la Resolución 1373 (2001) acometa una evaluación de los hechos protagonizados por la señora Moscoso, a la luz de las disposiciones de la propia Resolución 1373 (2001), con la esperanza de que pueda conducir al término de la impunidad de estos terroristas.
El pueblo y el Gobierno cubanos, que por varias décadas han luchado ejemplarmente contra el terrorismo internacional, tienen la firme voluntad de continuar enfrentando y combatiendo al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, sobre la base de la convicción de que todo acto terrorista es repudiable y debe ser combatido.
En tal sentido se manifestaron los Jefes de Estado y de Gobiernos participantes en la XIV Cumbre Iberoamericana celebrada en noviembre de 2004 en San José, Costa Rica. Los mandatarios se comprometieron, además, “a no prestar ayuda ni albergue a los autores, promotores o participantes en actividades terroristas”.
Cuba considera que todos los actos y acciones terroristas afectan la vida, la salud, los bienes y la seguridad de personas inocentes, violan la soberanía y la integridad territorial de los Estados, ponen en peligro el funcionamiento y la estabilidad de las instituciones nacionales, causan graves daños a la infraestructura productiva y a la actividad económica de los Estados y acentúan la desestabilización de la situación internacional, creando nuevos focos de tensión y provocando, en ocasiones, conflictos internacionales.
En consecuencia, Cuba aboga por una cooperación internacional verdaderamente eficaz, que permita prevenir y combatir todos los actos de terrorismo, eliminar sus causas, asegurar la aprehensión, el enjuiciamiento o la extradición de los autores, organizadores y patrocinadores de actos y acciones terroristas, así como de todos aquellos que las apoyan o financian. Sin embargo, esta cooperación debe tener legitimidad internacional y basarse en el respeto irrestricto del Derecho Internacional, de la Carta de las Naciones Unidas y de los instrumentos internacionales de derechos humanos.
La lucha contra el terrorismo no puede llevarse a cabo mediante el terror que imponen la negación de derechos y el ejercicio de una supuesta potestad unilateral de ser los primeros en desencadenar guerras.
Cuba, como muestra de su compromiso internacional en la lucha contra el terrorismo, ha ratificado o se ha adherido a los 12 Convenios y Protocolos internacionales existentes en materia de terrorismo. En diciembre de 2001, promulgó la Ley No. 93 Contra Actos de Terrorismo, que es un código integral, moderno y severo para el enfrentamiento de este flagelo.
No existe un terrorismo “bueno” y otro “malo”, en dependencia de quien lo lleve a cabo, cuales sean sus motivaciones declaradas o contra quien se ejecuten estos actos criminales.
Todas las víctimas de terrorismo, independientemente de las modalidades en que éste se manifieste, de donde tengan lugar estos actos, contra quienes sean cometidos y de quienes sean los responsables o sus auspiciadores , tienen el derecho y el deber de exigir justicia.
El pueblo cubano, por tanto, demanda que se haga justicia en su caso y se ponga fin a la impunidad que disfrutan los grupos terroristas que actúan contra sus mujeres, hombres y niños desde el territorio de los Estados Unidos de América.
Breves resúmenes del historial de los cuatro terroristas de origen cubano indultados por la ex presidenta de Panamá, Mireya Moscoso, tres de los cuales han sido acogidos por el gobierno de los Estados Unidos de América.
Luis Faustino Clemente Posada Carriles
Entre los principales alias empleados para sus actividades aparecen:
Ramón Medina, Ignacio Medina, Juan Ramón Medina, Ramón Medina Rodríguez, José Ramón Medina, Rivas López, Juan José Rivas, Juan José Rivas López, Julio César Dumas, Franco Rodríguez Mena.
Abandonó Cuba el 25 de febrero de 1961, tras introducirse en 1960 en la Embajada de Argentina.
Integró el Ejército de Estados Unidos, donde recibió entrenamiento militar.
En 1963 ya era sindicado como agente de la CIA, impartiendo entrenamiento en misiones marítimas.
En 1964 se le ubica cerca de Tampa, al frente de un campamento de la denominada Junta Revolucionaria (JURE), donde eran entrenados terroristas de origen cubano. En este lugar recibe preparación, que le brindan especialistas de la CIA, en explosivos y demolición. Por esa fecha, dirigió un team de infiltración de la CIA que realizó diversas acciones contra Cuba.
En el curso de la década de los 60, se vinculó a miembros de organizaciones terroristas como Alpha 66, Comandos L y Movimiento 30 de Noviembre.
A fines de la propia década, se radicó en Venezuela y en 1967 integró la Dirección del Servicio de Inteligencia y Prevención (DISIP) de ese país, donde ocupó el cargo de Jefe de Operaciones y cumplió tareas como enlace con la CIA. Creó más tarde la Agencia de Detectives, Investigaciones Comerciales e Industriales, clausurada cuando se comprobó su participación como coautor en el sabotaje al avión de Cubana de Aviación en Barbados, en 1976, que costó la vida a 73 personas, por lo cual fue acusado y encarcelado.
Permaneció detenido en varios penales venezolanos desde 1976 hasta el 18 de agosto de 1985, cuando se fugó con el apoyo de la Fundación Nacional Cubano Americana y la complicidad de autoridades corruptas (FNCA).
Se trasladó entonces a El Salvador, donde prestó servicio por un período de alrededor de dos años, en la base militar de llopango, como asesor de la contra nicaragüense.
En febrero de 1990 es herido gravemente en Guatemala. En ese país se desempeñaba como asesor de seguridad de Teléfonos de Guatemala (GUATEL). A raíz del atentado, es apoyado económicamente por el director de la FNCA, Alberto Hernández, quien sufraga algunos de los gastos de hospitalización.
Después de su recuperación, es trasladado a la ciudad de San Pedro Sula, en Honduras, donde es hospedado en un hotel por su amigo, el empresario de origen cubano Rafael Hernández Nodarse.
En la década de los años 90, mantuvo frecuentes contactos con Gaspar Jiménez Escobedo, conocido por “Gasparito”, y con otros terroristas, empeñándose en la organización de varios atentados contra el presidente Fidel Castro. Apoyó a organizaciones de Miami en la adquisición de armas en Centroamérica para la ejecución de acciones terroristas contra Cuba.
En esa época, hizo frecuentes viajes por países centroamericanos y en especial, Honduras, Guatemala, Costa Rica y El Salvador. En estos países posee estrechas relaciones con militares y empresarios que le brindan apoyo. También ha viajado a Miami, España, República Dominicana, Venezuela y Aruba.
En enero de 1994, participó en la organización de un plan de atentado contra el presidente Fidel Castro, financiado por la FNCA, que ejecutarían en Honduras, en ocasión de una eventual visita del jefe de Estado cubano a la toma de posesión del presidente Carlos Roberto Reina. En junio, con similares propósitos, viajó junto a Gaspar Jiménez Escobedo a Colombia.
En junio de 1995, viajó a Costa Rica para perpetrar una acción dinamitera contra un buque cubano; y en diciembre, con Ramón Orozco Crespo, preparó una acción dinamitera contra un objetivo cubano.
En 1995 Posada Carriles, en complicidad con algunos militares hondureños, colocó 41 bombas en Honduras, según denunció en 1997 el doctor Ramón Custodio, dirigente del Comité Hondureño de Derechos Humanos.
En 1997 organizó con el apoyo de la cúpula de la FNCA, la estructura terrorista creada en Centroamérica con el objetivo de ejecutar acciones de esa naturaleza contra Cuba, reclutando mercenarios de la región, lo cual reconoció públicamente a mediados de 1998.
Estuvo también involucrado en 1997, junto al directivo de la FNCA Arnaldo Monzón Plasencia, en los preparativos de un plan de atentado contra el presidente Fidel Castro, que sería realizado durante la celebración de la VII Cumbre Iberoamericana en Isla Margarita, Venezuela. Hizo partícipes de sus proyectos a los contrarrevolucionarios Nelly Rojas, Pedro Morales y Francisco Pimentel, entre otros elementos, quienes aparentemente le brindaron apoyo.
Fue el organizador directo de varios atentados terroristas con el uso de bombas en Cuba. El primero de ellos ocurrió en abril del 97, recurriendo a los servicios de mercenarios reclutados por él, como Chávez Abarca y Otto René Rodríguez Llerena. Se prepararon 14 bombas, de las cuales 8 explotaron, 4 fueron desactivadas sin explotar y 2 fueron ocupadas en el momento de introducirlas en el aeropuerto. Estas bombas ocasionaron un muerto, varios heridos y cuantiosos daños materiales. Fueron atacadas además con explosivos, las oficinas de las empresas cubanas Havanatur en Bahamas y Cubanchan en México.
Participó directamente en la organización de un plan de atentado contra el presidente Fidel Castro, durante su visita a República Dominicana en agosto de 1998, en el cual estaban involucrados otros terroristas radicados en Miami.
Ese mismo año planeó hacer estallar un avión de Cubana de Aviación, en ruta de La Habana a Centroamérica.
Posada Carriles continuó en 1999 y el 2000 los preparativos de diversos planes terroristas con similar perfil, dirigidos a afectar la economía cubana y medios e intereses cubanos en el exterior, para lo cual hizo compras de explosivos y otros pertrechos.
En cuanto al atentado preparado para la X Cumbre Iberoamericana, éste fue orientado directamente por Francisco “Pepe” Hernández y Alberto Hernández, en reuniones con Posada Carriles en países centroamericanos.
Para la organización de este plan sostuvo diversas reuniones, entre otras, con los terroristas Gaspar Jiménez y Antonio Iglesias, quienes entregaron dinero procedente de la FNCA para la compra de armas y explosivos.
Entre agosto y octubre del año anterior, Posada Carriles realizó varios viajes por Honduras, Costa Rica y Panamá en función de los preparativos. En Costa Rica, recibió apoyo financiero y facilidades para introducir clandestinamente por tierra hacia Panamá el armamento adquirido.
En Panamá, realizó las exploraciones necesarias para ejecutar el plan.
Durante la celebración de la X Cumbre Iberoamericana en noviembre de 2000, en la República de Panamá, fue detenido por las autoridades de ese país, junto con Gaspar Eugenio Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón Rodríguez, por estar involucrado en un plan de atentado contra el presidente de la República de Cuba.
Gaspar Eugenio Jiménez Escobedo
Entrenado por la CIA desde 1961, particularmente en el manejo de explosivos.
Fue miembro de las organizaciones terroristas Abdala, Cuba Independiente y Democrática y sustituyó al terrorista Orlando Bosch al frente del CORU, por encontrarse este último detenido en Venezuela después del atentado al avión de Cubana en Barbados.
Autor y ejecutor de varios atentados contra funcionarios cubanos en representaciones en el exterior.
Junto con los terroristas Gustavo Castillo y Orestes Ruiz Fernández, el 23 de julio de 1976, participó en la ejecución del intento de secuestro del cónsul cubano en la ciudad de Mérida, Estados Unidos Mexicanos, Daniel Ferrer Fernández, donde resultó asesinado el técnico cubano de la Flota Camaronera del Caribe, Artaignan Díaz Díaz. Luego de varios meses bajo arresto, logró evadirse del penal en que se encontraba en México.
En 1977, fue detenido por las autoridades norteamericanas acusado de violar la Ley de Neutralidad del gobierno de Estados Unidos, siendo puesto en libertad posteriormente.
En 1986, junto con Silas Cuervo, viajó a El Salvador y se entrevistó con el terrorista Luis Posada Carriles, para organizar un plan de atentado contra Fidel Castro. En esa fecha, Posada Carriles estaba al frente de un campamento donde se almacenaba gran cantidad de armamentos, que había solicitado a los norteamericanos para realizar acciones conjuntas contra la Revolución Sandinista.
Desde junio de 1993 se vinculó al grupo paramilitar de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), fungiendo desde entonces como uno de sus principales activistas.
Se desempeñó como “guardaespaldas” del ex directivo de esa organización Alberto Hernández.
Ese mismo año participó en los preparativos de un atentado contra el presidente Fidel Castro, que sería llevado a cabo durante la toma de posesión del presidente hondureño Carlos Alberto Reina. Al no efectuarse la visita, el plan quedó postergado para Colombia en 1994, durante la IV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, con resultados infructuosos.
Fue uno de los principales enlaces de la FNCA con Posada Carriles en los preparativos del plan de atentado frustrado en Panamá, en función del cual viajó a Centroamérica para reunirse con Posada Carriles y entregarle dinero.
Durante la celebración de la X Cumbre Iberoamericana celebrada en noviembre de 2000, en la República de Panamá, resultó detenido por las autoridades de ese país junto con Posada Carriles, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón Rodríguez, por estar involucrado en un plan de atentado contra el presidente cubano.
Guillermo Novo Sampoll
Connotado terrorista, responsable del asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier, junto con su hermano Ignacio Novo Sampoll y José Dionisio Suárez.
En 1961, se incorporó a los preparativos de la invasión mercenaria a Cuba por Playa Girón, pero su grupo no llegó a desembarcar, al producirse rápidamente la derrota de los invasores. Como parte del grupo terrorista de Julio Pérez Pérez, reconoció públicamente haber puesto bombas a nombre de “Comando Cero”.
En diciembre de 1964, ejecutó un atentado con una bazooka contra el edificio de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York, Estados Unidos, mientras realizaba una intervención en el plenario el Comandante Ernesto Ché Guevara, representando a la República de Cuba. Por este hecho, resultó arrestado por el FBI de EE.UU., quedando en libertad bajo fianza de quince mil dólares.
Fue arrestado en junio de 1967 por el Departamento de Policía de Nueva Jersey, junto a su hermano Ignacio, por tenencia ilegal de explosivos y sancionado en 1968 a una multa de 250 dólares y 2 años de libertad bajo palabra.
En 1973 fue puesto a disposición de la Corte del Distrito de Nueva Jersey por violación de la Ley de Neutralidad de esa nación, al ser partícipe de acciones contra el Consulado de Cuba en Montreal, Canadá, y contra un buque cubano. Fue condenado a una pena de 6 meses de privación de libertad y 5 años de libertad bajo palabra.
A finales de la década de los años 80, se incorporó al grupo paramilitar de la organización terrorista con sede en Miami, FNCA.
Durante la celebración de la X Cumbre Iberoamericana, celebrada en noviembre de 2000 en la República de Panamá, resultó detenido por las autoridades de ese país junto con Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo y Pedro Remón Rodríguez, por estar involucrado en un plan de atentado contra el presidente cubano.
Pedro Crispín Remón Rodríguez
Nació en Cuba en 1945 y abandonó el país para establecer su residencia en Estados Unidos.
Es uno de los miembros de la organización terrorista Omega-7.
Designado en un informe confidencial del FBI como el asesino del diplomático cubano Félix García Rodríguez y del ciudadano cubano americano Eulalio José Negrín.
Fue entrenado por la CIA, en la víspera de la invasión de Playa Girón.
Según un informe desclasificado por el FBI, fechado en octubre de 1993, Pedro Remón fue detectado por las autoridades estadounidenses asociado a actividades terroristas, cuando fue detenido en la frontera entre Canadá y Estados Unidos, en diciembre de 1980, horas después de la explosión de una bomba en el Consulado de Cuba en Montreal.
Estuvo involucrado desde el inicio en el plan de atentado contra el presidente Fidel Castro que sería llevado a vías de hecho en el paraninfo de la Universidad de Panamá en el año 2000, siendo uno de sus principales organizadores.
Durante la celebración de la X Cumbre Iberoamericana en noviembre de 2000, en la República de Panamá, resultó detenido por las autoridades de ese país junto con Posada Carriles, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón Rodríguez, por estar involucrado en un plan de atentado contra el presidente cubano.
[1] A la Campaña de Alfabetización se integraron casi 100 mil voluntarios que fueron hasta los sitios más recónditos del país para enseñar a casi un millón de cubanos a leer y escribir.
Capítulo 2 del libro “Cuba y los derechos humanos”: Un nuevo programa imperialista para la dominación de la nación cubana y la recolonización del país.
Uno de los ejemplos más contundentes del recrudecimiento de la política de hostilidad, bloqueo y agresiones de la administración de George W. Bush contra el pueblo cubano y el disfrute de su derecho a la libre determinación, lo constituye el endoso presidencial y la acelerada aplicación, de las disposiciones contenidas en el informe presentado el 6 de mayo de 2004 por la llamada “Comisión para Asistir a una Cuba Libre”. Dicho documento articula un amplio y agresivo programa dirigido a la destrucción del orden constitucional construido y refrendado por el pueblo cubano, con el objetivo de restablecer el esquema de dominación que sufrió la nación cubana por más de media centuria, como consecuencia de la ocupación militar de la Isla por las tropas estadounidenses y la imposición de un régimen de control neocolonial al país, tras la primera guerra imperialista de la historia.
La “Comisión para Asistir a una Cuba Libre” fue establecida por decisión del actual inquilino de la Casa Blanca, con el declarado propósito de acelerar lo que han dado en llamar “cambio de régimen” en la Isla. No era necesario aguardar al estudio del texto que sería presentado por la Comisión, para conocer de antemano la naturaleza anticubana, la profunda inspiración anexionista y la brutalidad de los métodos de agresión imperial que estarían incluidos en la letra y el espíritu del documento resultante de sus labores.
La hipótesis anterior estaba sustentada en varios argumentos. Destaca, en primer lugar, la composición de la Comisión. Fueron designados para integrar el “selecto” grupo varios personeros de los círculos más reaccionarios del poder en Estados Unidos, precisamente aquellos que propugnan la eliminación de la Revolución Cubana por cualquier vía, incluida una intervención militar. Descollaron también en la Comisión varios de los elementos más recalcitrantes, revanchistas y anexionistas de la mafia terrorista de origen cubano asentada en Miami.
En segundo lugar, el mandato conferido a la Comisión no dejaba margen alguno a la duda. Se le solicitó acelerar o precipitar – con un plazo temporal de urgencia – la “transición a la democracia” en Cuba, entendida como la destrucción del actual sistema político, económico y social decidido por el pueblo cubano, y su reemplazo por otro, predeterminado en Washington hasta el más mínimo detalle.
Por último y no por ello menos importante, la hipótesis expuesta era coherente con la conducta extremadamente agresiva del presidente Bush en política exterior y sus permanente acciones anti-cubanas durante todo el período de mandato de su administración. Frustrada su aspiración de ser el primer presidente estadounidense en visitar la Isla tras la derrota de la Revolución, en un año electoral y como prueba de su compromiso con el “cambio de régimen” en Cuba, Bush promovió una escalada sin precedentes en la política de hostilidad y agresiones que habían llevado a cabo sucesivas administraciones estadounidenses contra la nación cubana, al impulsar una plataforma programática que sistematizara todas las medidas, políticas y acciones anteriormente decididas y recomendara nuevas iniciativas para doblegar la determinación de soberanía del pueblo cubano y derrocar su gobierno de forma expedita.
Un principio rector en la concepción de la plataforma programática anticubana solicitada por el presidente Bush, fue que las propuestas de líneas de acción a seguir, debían incluir sugerencias de medidas concretas para garantizar el control por parte del gobierno de los Estados Unidos de la evolución de los acontecimientos, una vez alcanzado el objetivo de imponer un “cambio de régimen” en la Isla.
Nunca antes había sido tan evidente la brutalidad y la falta de escrúpulos de la política anticubana de un gobierno estadounidense. En el cumplimiento de los objetivos planteados, la Comisión no tuvo reparo siquiera en recomendar la trasgresión de derechos tan elementales como los del respeto a los vínculos afectivos entre familiares.
El informe de la llamada “Comisión para Asistir a una Cuba Libre” es un vasto programa de 450 páginas, dirigido a alcanzar el objetivo diametralmente contrario a lo que expresa su denominación, es decir, tiene por fin conculcar la libertad y la independencia de los cubanos y a convertir su patrimonio en una posesión norteamericana.
Propone medidas para la intensificación de la agresión contra Cuba en todas las esferas con el fin de provocar la desestabilización interna y crear condiciones que sirvan de pretexto a una intervención militar directa. También recomienda lineamientos de política para promover el descrédito y estigmatizar a la Revolución Cubana, neutralizando la acción solidaria de los pueblos, de la intelectualidad honesta y de todas las personas objetivas y justas de este mundo, que admiran, respetan y apoyan la resistencia del pueblo cubano.
El documento integra, como tareas estratégicas para el logro del derrocamiento del Gobierno cubano: el incremento del apoyo al reclutamiento, organización y financiamiento de la contrarrevolución interna; la promoción de campañas político-diplomáticas contra Cuba en los distintos foros internacionales; el recrudecimiento de la guerra de desinformación contra nuestro país; el financiamiento y comprometimiento del apoyo de actores internacionales – gobiernos aliados y subordinados, algunas supuestas “organizaciones no gubernamentales”, tanques pensantes” e instituciones “académicas” ideológicamente afines o que son financiadas con dinero de las nóminas de Washington, “intelectuales” que alquilan su talento y venden sus “principios”, y otros varios de igual “pedigree” – a su política de hostilidad anticubana; la adopción de nuevas medidas para escalar las acciones de bloqueo y guerra económica contra Cuba; y lo que han dado en llamar “socavar los planes de sucesión del régimen”, diseñando las modalidades y etapas del “cambio” y describiendo minuciosamente los requisitos que deberá cumplir el régimen títere que se imponga a la Isla.
El carácter irracional e ilegítimo de las motivaciones y el desempeño de la Comisión se hace evidente en las contradicciones que plantean un número importante de las sugerencias realizadas, no sólo con principios y normas básicas del derecho internacional, sino con las propias disposiciones incluidas en normas, reglamentos y leyes estadounidenses.
El informe recomienda la asignación de 59 millones de dólares en los próximos 2 años -adicionales a partidas financieras previamente aprobadas-, para financiar acciones dirigidas a derrotar la Revolución, que se desglosan del modo siguiente:
$18 millones de USD para financiar nuevas formas de llevar a cabo las transmisiones subversivas contra Cuba de las mal llamadas Radio y Televisión Martí. Se desplegaría de inmediato una plataforma de transmisiones utilizando un avión C-130 del conocido como Comando SOLO, que efectuaría transmisiones semanales y se autorizarían fondos para adquirir y reparar una plataforma de transmisión aérea que se dedicaría a transmitir a tiempo completo la programación anticubana de la Agencia de Información estadounidense.
$7 millones de USD para el programa subversivo de la USAID contra Cuba, en virtud de la Sección 109 de la Ley Helms-Burton.
$5 millones de USD en fondos para actividades de apoyo a los mercenarios de la política anticubana de Estados Unidos dentro de la Isla.
$5 millones de USD en programas para promover acciones subversivas infiltrando y manipulando el trabajo de organizaciones activas en materia de derechos de la mujer.
$4 de USD millones en programas para promover el reclutamiento de mercenarios de su política entre cubanos negros y mulatos (afrodescendientes).
$4 de USD millones para reclutar mercenarios a favor de sus acciones anti-cubanas entre la juventud.
$3 millones de USD para el financiamiento de programas anti-cubanos de supuestas ONG´s de diversas partes del mundo.
$3 millones de USD para el apoyo logístico a los mercenarios en la nómina de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
$2 millones de USD para promover la inserción de agrupaciones de mercenarios de la política de Estados Unidos contra Cuba en asociaciones u organizaciones internacionales, con el objetivo de facilitarles cierta “legitimidad” y “credibilidad”.
$3 millones de USD en programas para reclutar y financiar mercenarios que disfracen sus actividades con el manto de supuestos activistas sindicales y para facilitar sus “contactos internacionales”.
$5 millones de USD para iniciativas anti-cubanas de “Diplomacia Pública”, financiando, entre otras actividades, conferencias y seminarios internacionales y campañas mediáticas de desinformación.
En el primer capítulo del documento, se sugieren, además, un grupo de nuevas medidas dirigidas a reforzar el impacto del genocida bloqueo de Estados Unidos contra el pueblo cubano y prohibir los limitados vínculos de intercambio que existían entre los pueblos estadounidense y cubano.
A continuación aparecen identificadas algunas de estas irracionales – y en algunos casos inhumanas - medidas:
Limitar los receptores de remesas de dinero y paquetes a los familiares directos de cubanos residentes en los Estados Unidos, definidos estos exclusivamente como abuelos, nietos, padres, hermanos, esposas e hijos.
Prohibir a los cubanos residentes en Estados Unidos el envío de remesas y paquetes a sus familiares en Cuba, si estos son funcionarios del gobierno o miembros del Partido Comunista.
Reducir las visitas a su país de origen de cubanos residentes en Estados Unidos de un viaje anual, como era hasta ese momento, a un viaje cada tres años. Se establece la restricción adicional de la necesidad de un permiso específico para cada viaje, en lugar de la licencia general vigente hasta entonces.
Restringir el otorgamiento de permisos para viajar a Cuba, sólo para visitar a “familiares inmediatos”, que incluirán sólo a abuelos, nietos, padres, hermanos, esposos e hijos. Quedan prohibidas las visitas y el envío de cualquier tipo de ayuda a primos, tíos y demás familiares cercanos.
Establecer que los cubanos recién llegados a los Estados Unidos sólo podrán viajar a Cuba transcurridos tres años de haber emigrado.
Disminuir la cantidad de dinero que pueden gastar los cubanos residentes en Estados Unidos para cubrir sus gastos durante sus visitas a Cuba, de 164 dólares a 50 dólares diarios.
Ordenar a las autoridades norteamericanas que realicen “operaciones encubiertas” para impedir cualquier violación de las disposiciones anteriores. Se entregarán “recompensas” a aquellos que denuncien cualquier violación de dichas medidas.
Continuar restringiendo el otorgamiento de licencias para viajes educacionales y el intercambio académico a ciudadanos e instituciones norteamericanas, estableciendo regulaciones más rígidas que las actuales.
Redoblar los esfuerzos para involucrar a gobiernos de terceros países en las campañas contra la Revolución Cubana.
Promover acciones en terceros países para desestimular el turismo hacia Cuba.
Las medidas enunciadas violan derechos fundamentales de todos los cubanos, son una intromisión inadmisible en las relaciones intrafamiliares, en la vida privada de las personas y convierten a los cubanos residentes en Estados Unidos en una clase inferior, discriminada injusta y cruelmente.
Las restricciones adicionales contra el pueblo cubano y sus familiares residentes en Estados Unidos son ilegales, contradicen principios básicos consagrados en la Constitución de los Estados Unidos de América y el espíritu y la letra de numerosas decisiones adoptadas por el Congreso de ese país. Además, violan la Novena Enmienda de la Constitución norteamericana, que establece claramente que nadie puede denegar o menoscabar aquellos derechos que no aparecen normados en la Constitución y que, por tanto, son atributos exigibles de cada una de las personas que en ese país residen.
Para chequear y promover el riguroso cumplimiento de todas las medidas incluidas en su informe, la Comisión recomendó establecer el puesto de Coordinador de la “Transición en Cuba” dentro del Departamento de Estado, rememorando la función de pro-cónsules que desempeñaban los representantes de Washington en la Isla en la primera mitad del siglo XX.
Los otros cinco capítulos abordan las medidas que impondría el gobierno de Estados Unidos a Cuba – si alguna vez lograra derrotar a la Revolución Cubana -, como parte de un detallado plan de reordenamiento político, jurídico, económico y social de la Isla, a partir de la visión y pretensiones de dominación de Washington.
Cada capítulo merece un análisis independiente, ya que cada uno de ellos tiene mérito propio en el desenmascaramiento del fin último de la política de Estados Unidos hacia Cuba: privar al pueblo cubano de su soberanía y del ejercicio de su derecho a la libre determinación.
El segundo capítulo refiere algunas de las medidas que adoptaría el gobierno de Estados Unidos una vez que asumiera la administración de una Cuba ocupada, en áreas como la salud pública, la educación, la vivienda y otros servicios básicos. Se afirma sin ambages, que se realizarían transformaciones profundas y dramáticas, mediante las cuales se eliminarían todas las manifestaciones del “comunismo castrista” – se califican así las garantías existentes de asistencia y seguridad social para todos, los subsidios al consumo social, las garantías al acceso universal a servicios educativos y de salud de calidad - y se introducirían los “valores y prácticas de libre empresa”, a semejanza de lo que ocurre en los propios Estados Unidos, país que siendo el más rico del mundo, mantiene sin seguro médico a más de 40 millones de personas.
En el llamado proceso de “transición” se desmantelarían los sistemas de servicios básicos que hoy disfrutan todos los cubanos y se implantarían en su lugar esquemas que respetarían las exigencias de las recetas neoliberales, con las consabidas consecuencias de exclusión y marginación de los sectores sociales con menos recursos. Se adelanta en el documento la intención de destruir los libros de textos actuales y otros instrumentos didácticos y pedagógicos, que califican como “profundamente politizados”, sin el más mínimo respeto por la calidad intrínseca de su contenido. La tormenta de bombas “inteligentes” y los ríos de sangre y lágrimas del pueblo cubano – según las mentes enfermas de los agoreros de la consolidación del Imperio estadounidense a escala global -, “desbrozarían” el camino de la “libertad” y el “conocimiento” al pueblo cubano. Se desempolvarían libros de textos utilizados como herramientas de dominación neocolonial durante más de medio siglo, que hacían creer a los niños cubanos, entre otras cosas, que las tropas estadounidenses tuvieron que intervenir desinteresadamente en Cuba a fines del siglo XIX para liberarnos del colonialismo español y poner fin al derramamiento de sangre, ante la incapacidad de nuestros mambises de conquistar por sí si solos la independencia de la Patria.
En el Informe de la Comisión se anuncia la eliminación del actual Sistema Nacional de Seguridad y Asistencia Social – que garantiza una cobertura universal -, y la privatización de los servicios de salud y educación, que dejarían de ser gratuitos y de acceso universal. En el caso de la educación, se proyecta la reapertura de escuelas para las élites, el desarrollo de la educación privada en todos los niveles de enseñanza y el cobro de la educación pública.
Los programas que se llevan a la práctica en Cuba para alcanzar la universalización de la enseñanza universitaria o las ayudas especiales para que continúen sus estudios los jóvenes procedentes de familias con más bajos ingresos, serían eliminados de un plumazo.
Se recomienda el establecimiento, “antes de la transición”, de un Comité para la intervención y asistencia gubernamental e internacional – constituido por agencias del gobierno de Estados Unidos -, que dirigiría las transformaciones en el sector social y convocaría a organizaciones internacionales como la OEA, a acompañar tales acciones.
Como muestra del burdo injerencismo y el despropósito que los alienta, se llega a descalificar como posible interlocutor social al Consejo Nacional de Iglesias, que queda tildado de “instrumento de control del Gobierno sobre las Iglesias Protestantes”, mientras se potencia el liderazgo de la Iglesia Católica.
En los lineamientos programáticos de la política anticubana endosados por el presidente Bush el 6 de mayo de 2004, se reconoce a la mafia terrorista anticubana de Miami el papel de garante de los intereses imperiales de Washington en el régimen de dominación neocolonial que se le impondría a la Isla. Personeros de dicha mafia serían colocados al frente de un gobierno títere, aportando sus rostros para crear la impresión de una administración “criolla”.
La mafia terrorista de origen cubano sería compulsada a establecer una “Fundación para la Asistencia a una Cuba Libre”. Dicha organización, en realidad, no haría otra cosa que conciliar y promover los intereses de los sectores más retrógrados, agresivos y anexionistas del lobby anti-cubano en Estados Unidos.
Se planea una verdadera cacería de brujas, un proyecto revanchista cargado del odio y el resentimiento acumulados durante 45 años en los que el pueblo cubano ha derrotado cada intento de destruir su Revolución. Con todo cinismo e hipocresía, enmascaran la ofensiva contrarrevolucionaria que piensan acometer tras la agresión militar a Cuba, con eufemismos tales como el de procesos de “justicia y reconciliación” o de “saneamiento social”.
Tratando de tapar la claridad del Sol con un dedo, se anuncia en el Informe de la Comisión un supuesto plan de inmunización contra las principales enfermedades de los niños menores de 5 años, como si necesitara algo así un país que garantiza la inmunización universal de su infancia contra 13 enfermedades, mediante 10 vacunas que se suministran gratuitamente, siete de las cuales son de producción nacional.
El tercer capítulo está dirigido a desmontar las instituciones que garantizan el ejercicio del poder por el pueblo cubano y desactivar las numerosas organizaciones que sustentan la participación plena de cada ciudadano en una sociedad civil de profundas raíces populares y de elevados valores patrióticos y solidarios.
No se promueve, sin embargo, un vacío de poder. Como se hace a lo largo de todo el documento, se presentan lineamientos concretos para regir el establecimiento del nuevo sistema político, jurídico e institucional que sería impuesto sin descuidar, por supuesto, las instituciones armadas que garantizarían la represión de las manifestaciones de descontento popular y la defensa de los intereses de Estados Unidos y de la mafia terrorista de Miami.
Sería el propio Departamento de Estado norteamericano quien organizaría, entrenaría y dirigiría a una “nueva policía”, con la asesoría de los Departamentos estadounidenses de Justicia, del Tesoro y del recientemente creado para la Seguridad Interior.
Está concebido el enjuiciamiento masivo de los actuales funcionarios del Gobierno, de los dirigentes del Partido Comunista, de los oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, de los líderes de las organizaciones de masas y sociales, y de todos aquellos ciudadanos que apoyaron activamente la Revolución, incluidos los dirigentes de los Comités de Defensa de la Revolución.
El Gobierno estadounidense queda facultado en virtud del Informe producido por la “Comisión para Asistir a una Cuba Libre”, para usurpar la función de suspender la vigencia de la Constitución de la República de Cuba, que fuera apoyada en referéndum por más del 95% de los cubanos.
El gobierno de ocupación modificaría y reestructuraría el sistema legal, los procedimientos civiles y criminales, las leyes y los programas de estudio de las facultades de Derecho. Impulsaría también la creación de partidos políticos a la usanza tradicional sindicatos amarillos comprometidos con los intereses de las corporaciones transnacionales estadounidenses y de los negocios turbios de la mafia anticubana de Miami y una institucionalidad que serviría de soporte a una caricatura de república al estilo de la que fuera dejada atrás por el pueblo cubano tras un profundo proceso de transformaciones revolucionarias.
Para un país que se encuentra entre los pocos en el mundo que pueden exhibir con orgullo el cumplimiento del objetivo del pleno empleo, se propugna sin embargo la revisión de sus leyes laborales vigentes y el cambio de estructura y funcionamiento de su Ministerio de Trabajo.
Más aún, a pesar de arrastrar Estados Unidos uno de los sistemas electorales más cuestionados en el mundo por su falta de transparencia y fiabilidad y su subordinación casi total a la riqueza y el poder – que ha mantenido de modo sostenido el fantasma del fraude en el encumbramiento del actual inquilino de la Casa Blanca -, la “Comisión para Asistir a una Cuba Libre” pide al Gobierno norteamericano “crear y asistir” el funcionamiento de un nuevo sistema electoral y de partidos políticos en una Cuba ocupada.
Las “democráticas” elecciones en una Cuba arrasada por las bombas y sometida a las sofisticadas prácticas de torturas de las tropas estadounidenses, serían “legitimadas” por misiones de observación que articularía Estados Unidos con el apoyo de la OEA, una vez calificada con certeza como su “Ministerio de Colonias”.
El cuarto capítulo prescribe la privatización acelerada y total de la economía cubana tras el derrocamiento del Gobierno Revolucionario; el sometimiento de las políticas económicas y financieras del país a Estados Unidos, como consecuencia de su subordinación a los dictámenes e imposiciones de las instituciones financieras internacionales; y el establecimiento de una economía de “libre mercado” que se ciña estrictamente a los las patrones de la doctrina neoliberal que tan funestas consecuencias ha tenido para las grandes mayorías de la población de América Latina y de muchos países del Tercer Mundo.
Exige la devolución de las propiedades nacionalizadas por la Revolución a corporaciones transnacionales norteamericanas y a los representantes de la antigua oligarquía criolla de profundos sentimientos antinacionales, la mayoría de los cuales han adquirido la ciudadanía estadounidense. Vale la pena recordar que parte importante de los principales propietarios pertenecientes a la oligarquía criolla estaba conformada por esbirros y torturadores de la tiranía batistiana, por corruptos politiqueros de sucesivos gobiernos entreguistas, por ladrones y estafadores del erario público y el patrimonio nacional y por personas inescrupulosas que lucraban con el sufrimiento, el hambre y la ignorancia del pueblo cubano.
En el documento se presenta la “devolución de propiedades” a los antiguos explotadores como la pieza clave para la reconversión económica y como la quimera para el crecimiento sostenido del país. Se obvia olímpicamente la realidad histórica de que esos mismos propietarios sumieron al país en el pasado reciente en una profunda crisis estructural y sólo fueron capaces de garantizar a la gran mayoría de los cubanos pobreza y humillación.
Se atiende especialmente en el Informe las modalidades de “devolución de propiedades” en los sectores agrícola, comercial y residencial. Se propone la creación de una Comisión del Gobierno de los Estados Unidos para asegurar la Devolución de Propiedades. La misma adoptaría las decisiones e impondría las medidas de fuerza necesarias para garantizar su ejecución. Sin dudas, sería necesaria mucha violencia para desalojar de sus tierras a los campesinos convertidos en propietarios por la Revolución o para reimponer el pago de elevados alquileres al 85% de las familias cubanas que gracias también a medidas revolucionarias hoy son dueños de la viviendas que ocupan.
Aquellos que pretenden desde Washington y Miami retrotraer al pueblo cubano a un pasado de sistemáticos desalojos, desahucios y despojos, se engañan si piensan que ello sería posible sin enfrentar una lucha de resistencia de millones de cubanos hasta la última gota de sangre.
En el Informe de la “Comisión para Asistir a una Cuba Libre”, se propone también que, para facilitar la administración de una Cuba ocupada desde Washington, el al Gobierno estadounidense cree un Comité de Reconstrucción Económica, formado por representantes de los Departamentos de Estado, Comercio, Tesoro, Justicia, Agricultura y Vivienda, así como la USAID.
Las recetas neoliberales que estos procónsules aplicarían en Cuba determinarían: el desmantelamiento de la actual política fiscal y monetaria que persigue una redistribución equitativa de los ingresos y el estímulo al desarrollo económico del país; la eliminación del control de precios y de los subsidios a los productos de consumo de primera necesidad, incluidos los servicios de suministro de electricidad y agua; la eliminación de las cooperativas y la expropiación de sus patrimonios; el replanteo de prioridades en la definición de gastos del presupuesto nacional; y la revisión y eventual eliminación de los numerosos programas sociales que han colocado a Cuba a la vanguardia del Tercer Mundo por su desempeño y resultados en esta esfera.
De modo consistente con la clásica práctica política del engaño desarrollada por el imperialismo estadounidense, acudiendo de modo oportunista a la conocida fórmula de “la zanahoria y el garrote” la Comisión en su Informe expresa su “confianza” en que serán movilizados los recursos necesarios para apoyar la privatización y la reconversión económica de la Isla, para lo cual tratarían de “compartir” costos con otros países, atrayendo a la comunidad internacional de donantes.
Como garantía de que el comercio entre Cuba y los Estados Unidos y las eventuales inversiones que se realicen cumplirán las expectativas y saciarán las ambiciones de riqueza de los principales grupos económicos norteamericanos y de los sectores dominantes de la mafia anticubana de Miami, en detrimento de los intereses más genuinos del pueblo cubano, se propone crear también un llamado Comité Conjunto Estados Unidos-Cuba sobre Comercio e Inversión, que, por supuesto, sería también dirigido desde Washington.
Cuba sería empujada a someterse a las condiciones del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la OEA y del Banco Interamericano de Desarrollo, quedando atrapada en una telaraña de condicionalidades e imposiciones que se encargaría de acabar de borrar cualquier sombra de soberanía que pudiera quedar a un país ocupado y sometido a la dominación de Estados Unidos.
En el quinto capítulo se detallan y amplían las modalidades de administración y privatización de los sectores económicos estratégicos y de la infraestructura productiva del país. Se reafirman concepciones, directivas y discursos ya presentados en capítulos anteriores, como para no permitir que alguien pudiera apartarse en el más mínimo margen, del diseño trazado para la recolonización de Cuba.
Se planifica promover cuatro líneas fundamentales de acción: la privatización de todos los servicios públicos; la intervención de la economía cubana por las instituciones financieras internacionales; la reconversión tecnológica de la industria y los servicios, forzando la compra de equipamiento norteamericano; y la intervención y “asesoría” estadounidense en todas las ramas de la economía cubana.
La codicia y el poder imperial lo devoraría todo: aviación, aeropuertos, operaciones marítimas, ferrocarriles, carreteras, plantas y distribuidoras de energía, transportes públicos, minería, telecomunicaciones, recursos hidráulicos y otros muchos sectores.
Para financiar la “reconversión” no se sugiere la asignación de fondos para ser concedidos a manera de donaciones. Cuba tendría que endeudarse, solicitando créditos millonarios para comprar productos estadounidenses y establecer garantías a sus inversiones de capital. Luego, los cancerberos financieros al servicio de los centros mundiales de poder - las instituciones de Bretton Woods -, se encargarían de mantener controlado por el cogote al país, convirtiendo la economía cubana en un simple enclave del capital transnacional y en un apéndice del Imperio.
Asesores norteamericanos, contratados por un mínimo de 2 años – a ellos sí se les brindarían facilidades y protección en el empleo -, supervisarían y garantizarían la norteamericanización de los ministerios e instituciones cubanas.
Se impondría – según el Informe con carácter de “excepcionalidad” -, la contratación de empresas norteamericanas para operar todos los servicios mencionados. ¿Estuvo acaso la “Comisión para Asistir a una Cuba Libre” afectada por tanta orfandad de ideas que no pudo si no limitarse a plagiar los esquemas diseñados para la llamada “reconstrucción” del Irak ocupado? ¿O será acaso que la experiencia de la agresión y ocupación al Irak representa el ensayo del modelo de conquista concebido por las fuerzas que propugnan la expansión y consolidación del Imperio estadounidense en una escala planetaria?
En el Informe de la Comisión se sugiere que las empresas e instituciones norteamericanas planifiquen y dirijan las actividades de construcción, mantenimiento y operación de carreteras, puentes, instalaciones portuarias, ferrocarriles y aeropuertos. Se impondría un acuerdo de cielos abiertos que arruinaría a la aerolínea nacional cubana.
Las grandes transnacionales norteamericanas dominarían la extracción y refinación del petróleo y el gas y los derechos de exploración y explotación de eventuales yacimientos petrolíferos en la plataforma marítima cubana, cercenando definitivamente la independencia y autosuficiencia energética del país. Los Estados Unidos se asegurarían el control exclusivo de cualquier reserva energética importante que se encuentre en el territorio o la plataforma marítima cubana.
Expertos norteamericanos dictarían también el texto de una nueva legislación en materia de telecomunicaciones e impondrían la firma de nuevos acuerdos bilaterales para la explotación del espectro radioeléctrico. Se liquidaría el carácter público de las estaciones radiales y televisivas – y con ello su utilización para fines educativos, culturales y una recreación sana del pueblo -, y se abriría el camino a la penetración sin control de la industria norteamericana del “entretenimiento”, con su consabido impacto ideológico y sus negativos efectos de transculturación, fomento a la violencia, hiperbolización del individualismo y promoción de los injustos valores de la sociedad plutocrática que impera en los Estados Unidos.
El sexto capítulo fue dedicado a la descalificación de las políticas de protección medio-ambiental vigentes en Cuba que, por demás, han sido reconocidas internacionalmente.
El gobierno que se ha negado a firmar el Protocolo de Kyoto y el Convenio sobre la Diversidad Biológica, y que levantó la prohibición para la explotación petrolera en las reservas naturales de Alaska, se arroga olímpica y cínicamente el derecho de ignorar las leyes, políticas y programas vigentes en Cuba, que demuestran la existencia de una profunda cultura y voluntad de protección medio ambiental. Cuba mantiene una estricta observancia y una rigurosa aplicación de las 26 convenciones, tratados y protocolos internacionales relativos al medio ambiente que ha ratificado, lo cual coloca al país a la vanguardia en el mundo en este tema.
En el Informe se propone la intervención mediante: la imposición de políticas de gobernabilidad medio-ambiental diseñadas en Washington; la modificación del cuerpo legislativo vigente en la materia; y el entrenamiento por agencias de Estados Unidos del personal al que asignarían responsabilidades claves a nivel nacional y local, tanto en el Gobierno, la industria, como en los medios académicos y de investigación.
No son nada sutiles en el planteamiento de sus pretensiones de saquear los recursos marítimos y pesqueros cubanos, y de asumir la administración y explotación de la biodiversidad atesorada en los parques naturales de la Isla.
En el terreno del abasto de agua potable y su tratamiento, se decide la sustitución del equipamiento y las fuentes de suministros de reactivos químicos, áreas donde garantizarían un mercado cautivo para los productos norteamericanos.
Aplicación de las medidas contenidas en el Informe de la “Comisión para Asistir a una Cuba Libre”.
Como fuera expuesto con anterioridad, el documento producido por la Comisión fue hecho suyo por el presidente Bush el pasado mes de mayo, instruyendo la instrumentación acelerada de sus propuestas.
Si este engendro anexionista llegara a consumarse en su totalidad, se aniquilaría la nación cubana, utilizando como pretexto la promoción de las libertades y la democracia”.
La aplicación de una parte importante de su contenido requiere la liquidación previa de la Revolución Cubana y de la resistencia heroica que impondrá su pueblo frente al agresor estadounidense.
Sin embargo, algunas importantes y graves medidas sugeridas en el Informe, sí pueden ser ejecutadas sin la ocupación militar de la Isla y de hecho han sido aplicadas de modo acelerado.
El 14 de octubre de 2004, el subsecretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental, Daniel Fisk, informó que 150 días después de la presentación del Plan de la Comisión, se habían entregado fondos adicionales por 14,4 millones de dólares (de los 29 millones propuestos como ayuda adicional), para apoyar el “desarrollo de la sociedad civil” – léase para el reclutamiento y financiamiento de mercenarios – en Cuba y transferido 6 millones de dólares a la USAID, para ampliar notablemente su labor con los “grupos de la sociedad civil”.
Según el propio funcionario, se habrían canalizado hacia “socios” internacionales – se refiere a gobiernos, organizaciones y “figuras” renombradas que rentan sus servicios de complicidad al mejor postor -, los restantes $8,4 millones, declarando el supuesto objetivo de fomentar una mayor “participación internacional” a fin de ayudar a los “activistas de la sociedad civil”, mediante un nuevo proceso diseñado para utilizar las “ideas” de los llamados “activistas democráticos” de todo el mundo.
Anunció, además, que fueron simplificadas las exigencias planteadas anteriormente al apoyo y suministro logístico a sus mercenarios en Cuba, a los que calificó nuevamente con el eufemismo de “grupos de la sociedad civil cubana”, asegurando que ya se habían iniciado las entregas de medios.
En la propia intervención, el señor Fisk apoyó irrestrictamente la creación – con el dinero y cumpliendo las instrucciones de Washington – del llamado Comité Internacional para la Democracia Cubana, presidido por el fiel asalariado de Estados Unidos y ex presidente checo Vaclav Havel. El señor Havel, quien se dice escritor, se destacó recientemente por cierto en el papel de actor, siguiendo al pie de la letra el libreto que le asignaran los servicios especiales norteamericanos en un show anticubano de poca monta en Praga, que contó, eso sí, con una amplia cobertura mediática.
El subsecretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental, aseguró, además, que con la aplicación a partir del 30 de junio de 2004 de las nuevas restricciones a los viajes y al envío de remesas y paquetes de regalo, hasta la fecha del 10 de octubre del propio año se habría logrado privar a Cuba de más de 100 millones de dólares en divisas y que, en el curso de un año, esta cifra ascendería a 375 millones, por lo que la reducción de todas las corrientes de ingresos llegaría a no menos de 500 millones de dólares.
En resumen, la escalada de la política de hostilidad, bloqueo y agresiones que propugna el Informe presentado por la llamada “Comisión para Asistir a una Cuba Libre” se encuentra en marcha aceleradamente. Las amenazas y desafíos al disfrute por el pueblo cubano de sus derechos a la libre determinación, al desarrollo y la paz crecen por día.
Libro de poemas dedicado a Pablo Neruda de uno de los Cinco cubanos prisioneros en EE.UU: “Que estos cálidos versos de amor de Antonio Guerrero Rodríguez sean un motivo más para comprender que es una injusticia su encarcelamiento, y que ya es hora de que se devuelvan a su patria, a la libertad, a los Cinco cubanos cuyo cruel apresamiento en los Estados Unidos es un baldón imperdonable para la administración de justicia de ese país”, afirma en el prólogo el poeta Ángel Augier.
Carta de Cintio Vitier y Fina García Marruz
La Habana 2 de agosto, 2004
Antonio Guerrero E,S,M
Poeta y amigo:
Haber escrito tan poderoso y sostenido canto de amor en tan ominosas e injustas circunstancias, pasará a la historia de la patria como un imborrable triunfo espiritual.
Solo podemos testimoniarte nuestra asombrada admiración, y agradecerte más allá de las palabras, este regalo incomparable.
Con nuestro abrazo siempre a los cinco,
Fraternalmente
Cintio Vitier y Fina García Marruz
Prólogo de Angel Augier
Hay una vía natural, directa, entre el sentimiento del amor y su expresión poética que es la más apropiada para manifestarlo, para proclamarlo a plena voz ante el mundo, como el maravilloso suceso que es en el ser humano. Suceso único y singular, aunque sea semejante en todos los casos. En este sugestivo poemario de Antonio Guerrero Rodríguez alienta algo de más capital trascendencia. También está vibrando en cada poema, en cada verso, el anhelo de liberación, mediante el amor a la poesía, de quien sufre una injusta prisión en circunstancias anómalas y con evidente y sañuda arbitrariedad judicial. La misma que padecen también sus compañeros, los otros cuatro héroes cubanos, en otras tantas cárceles norteamericanas, cuya justa liberación es reclamada en todo el mundo.
En sus Poemas confidenciales, que Antonio Guerrero Rodríguez consagra a Pablo Neruda en su centenario -sin que tengan sus versos rasgos nerudianos-, todos los poemas, numerados hasta el XXXII, mantienen la uniformidad de catorce versos. Hay, pues, una expresa intención de aproximarse al soneto, pero cultivado con máxima flexibilidad, no exenta de asonancias. Pero no falta el soneto en sus escasas variantes. El endecasílabo se le entrega en toda su grata y gallarda resonancia, sin que esta resulte monótona ni falten justificadas quiebras.
El cálido fervor lírico, la angustia teñida de ternura que todo amor inspira, el ansia de encontrar en la amada el consuelo y la esperanza que el alma necesita, se repite en su generosa y seductora variedad, para formar un canto único hecho de muchos y diversos capítulos. En Antonio Guerrero Rodríguez, como en sus otros cuatro compañeros, lo heroico, como máximo distintivo humano, está en la base de su ser.
No hay dudas de que los Cinco, formados en el culto del patriotismo y de la dignidad humana, frutos del esfuerzo de la Revolución, han mantenido y enriquecido esa condición heroica, y se han erigido en ejemplos inspiradores para todo el mundo. El compañero Tony se ha revelado no sólo como poeta, sino también como artista plástico -otra forma de hacer poesía, otra forma de liberación.
Cese la ignominia de mantener en aislamiento indebido a quienes merecen y tienen el cariño y respeto de sus compatriotas y de millones de seres en el universo. Que estos cálidos versos de amor de Antonio Guerrero Rodríguez sean un motivo más para comprender que es una injusticia su encarcelamiento, y que ya es hora de que se devuelvan a su patria, a la libertad, a los cinco héroes cuyo cruel apresamiento en los Estados Unidos es un baldón imperdonable para la administración de justicia de ese país. En tanto, que el amor continúe floreciendo en el corazón y en el verso de Antonio Guerrero como el más puro y esplendoroso emblema de su calidad humana y de su irrevocable vocación de libertad. (Ángel Augier)
Índice
Amor, poesía, liberación / 5 Carta de Cintio Vitier y Fina García Marruz / 7 Nota del autor / 9
Debes saberlo: soy un enamorado / 15
Amor, en este tiempo silencioso / 17
Un día a uno lo encierran de repente / 21
He conservado intacto tu paisaje / 23
No tuve dudas de que extrañaría / 27
Saber amar es escuchar al alma / 29
Amor, no importa nombre, ni apellido / 33
Desde la soledad de mi ventana / 35
Amo la soledad y también no la amo / 39
Yo anduve por allí, donde se posa / 41
Estar sencillamente sin un buenos días / 45
Porque tú siempre estás en las regiones puras / 47
Imagíname en medio de tu pecho / 51
Ebrio de soledad. Noche sombría / 53
Cae la lluvia y la noche augura / 57
Pienso en ti, nada lo justifica / 59
Aquello fue seguro, peligroso / 63
No sé qué han hecho de tus labios los años / 65
Fue un largo beso que me dijo: te amo / 69
Sin rumbo viajo, como una barca frágil / 71
Las noches en que estoy insomne y desconfiado / 75
¿Quién es Amy Goodman? Michael Moore la adora y afirma: ‘Es un tesoro nacional’. Bill Clinton ha dicho de ella: ‘Es hostil, combativa y hasta insolente’. Noam Chomsky la alaba: ‘Ha llevado el periodismo de investigación hasta nuevas alturas’. Goodman es la periodista más odiada por los políticos norteamericanos, y en este libro desenmascara las relaciones peligrosas entre los políticos, los empresarios del petróleo más importantes de Estados Unidos y los medios de comunicaicón, como CNN, Fox y NBC.
Primer capítulo de EN LA CAMA CON EL ENEMIGO de AMY GOODMAN
“El efecto bumerán”
Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo GEORGE SANTAYANA
La mañana comenzó como cualquier otra. Y terminó como ninguna otra.
Era el 11 de septiembre de 2001. Aquel luminoso martes, a eso de las seis de la mañana, salí corriendo de mi apartamento para hacerme con unos cuantos periódicos y cogí un taxi en dirección al parque de bomberos.
Portada del Libro
Una docena de manzanas más allá del World Trade Center, llegué al centenario edificio en desuso de la Engine Company 31. El edificio, con sus enormes puertas rojas situadas frente a las dársenas de los coches de bomberos, continúa sirviendo al hoy engrandecido vecindario con un centro comunitario de medios de comunicación y con el estudio de Democracy Now! Durante las horas siguientes, nos dedicamos a nuestra rutina diaria. Preparamos textos, investigamos historias, comprobamos datos y escribimos las entradillas. Estábamos apretujados en un espacio pequeño de techos inclinados. Mientras el segundero nos aproximaba al momento de entrar en antena, se desató el caos. Nosotros solemos gritar, debatir y discutir todo el rato sobre la forma en que vamos a cubrir las noticias del día. Para desplazarnos entre los pisos, normalmente subimos y bajamos por la antigua barra de incendios de latón. (Bueno, yo me dejo caer por ella; únicamente Anthony Sloan, nuestro ingeniero, es capaz de contonearse barra arriba.)
Mientras se aproximaba nuestro horario de emisión de las nueve de la mañana, comprobamos los micrófonos y conectamos con el satélite de Radio Pacífica. Sin que nosotros lo supiéramos, mientras llevábamos a cabo nuestro ritual matutino, el primer avión se estrelló contra el World Trade Center. Eran las ocho y cuarenta y siete de la mañana. Estábamos a sólo unos minutos de salir en antena, ignorantes de que una catástrofe global estaba cobrando forma a unas manzanas de allí.
Justo antes de las nueve, mi pulso se aceleró instintivamente al oír la tradicional cuenta atrás: .
Comencé con mi estribillo diario. Una vez pronunciadas estas palabras, suelo exhalar un callado suspiro de alivio: hemos logrado alcanzar un nuevo programa.
Pero ese día, después de tres minutos de programa, mientras presentaba los titulares de las noticias, escuché una sorda explosión que venía de afuera. Era el segundo avión estrellándose contra el World Trade Center. En seguida se oyeron los gemidos de las sirenas provenientes de la calle.
Momentos después, Keiko Tsuno, la codirectora de la Dowtown Community Television, el centro de formación y de producción televisiva al cual pertenece el edificio, entró en tromba en nuestro estudio. , gritó ella. Entonces nos dijo que iban a abrir el parque de bomberos para ayudar a la gente que huía del desastre.
La miré con incredulidad. ¿Un avión? Debía de estar equivocada.
Acabábamos de empezar a reproducir una entrevista grabada en la Conferencia Mundial sobre el Racismo de Durban, Sudáfrica, así que pude disponer de unos segundos para encender la televisión. Los cuatro que estábamos en el estudio nos apiñamos alrededor del monitor en un lúgubre silencio mientras mirábamos las imágenes de las torres en llamas.
Interrumpí el programa para anunciar lo que había pasado. Cogimos los teletipos de agencia y continuamos atentos a lo que sucedía en la televisión. Por aquel entonces ya estábamos emitiendo en directo. «Al parecer, en una horrible escena, dos aviones se han estrellado contra los pisos superiores de las dos torres del World Trade Center, causando sendos boquetes en ambos edificios. El presidente Bush ha dicho que se trata de un ataque terrorista. Probablemente, otro avión se ha estrellado contra el Pentágono, hay un incendio en el parque Mall [en Washington, D.C.] y un fuego detrás del antiguo edificio del gobierno federal. La Casa Blanca y el Pentágono están siendo evacuadas», dije. Las primeras historias sobre los incendios de, Washington y sus alrededores eran confusas; más tarde se supo que el choque del avión que había impactado contra el Pentágono había sido el causante del humo que cubría la ciudad.
Yo continué: .
Tan sólo unas horas después del ataque, comenzaron a surgir indicios que indicaban que todo aquello no era sino otro caso de lo que se ha venido a llamar el efecto bumerán, o la efectiva comprobación de cómo el apoyo a déspotas en lugares lejanos, inevitablemente, termina teniendo perniciosos efectos sobre nuestro propio país. Si alguna lección debemos sacar del 11 de septiembre y de las guerras en Irak y Afganistán, es la de que tendremos que pagar un precio cada vez que nuestro gobierno respalde a rufianes y torturadores en el extranjero, o cuando el propio gobierno se convierta en uno de ellos. Aquella terrible mañana, sin embargo, nosotros estábamos más preocupados por enfrentarnos al desastre que estaba teniendo lugar en nuestro propio barrio.
Abajo, nuestros colegas abrieron a la calle las puertas de la vieja estación de bomberos. Ofrecieron agua y permitieron utilizar el teléfono a todos aquellos que, en oleadas, se dirigían a la parte alta de la ciudad. El productor de Democracy Now!, Brad Simpson, salió a la calle y regresó con gente que deambulaba aturdida por el horror, como es el caso de un hombre que vino con su jefe. Les había caído encima una capa de escombros, pero milagrosamente se tenían en pie. Nos hicieron partícipes de su historia. Seguimos retransmitiendo durante todo el día.
A las cinco de la tarde, la productora Miranda Kennedy y yo salimos afuera y vimos cómo el edificio 7 se venía abajo. Ver ese edificio de cuarenta y siete plantas, situado tan sólo unos pasos al norte de las Torres Gemelas, hacerse añicos como si fuera una casa de muñecas fue una escena triste y surrealista. El edificio albergaba el búnker de ocho pisos del alcalde, que había costado muchísimos millones de dólares y que había sido construido después del ataque de 1993 contra el World Trade Center. En el centro de mando se guardaban 130.000 galones de gasolina. Como muchos señalaron -y objetaron- por aquel entonces, si a alguien se le ocurría atentar nuevamente contra el World Trade Center, el centro de mando del alcalde Giuliani explotaría, poniendo en peligro todo lo situado en sus alrededores, y envenenaría la parte baja de Manhattan con Bifenilos Policlorados (PCB).* Eso es exactamente lo que pasó.
Toda la parte sur de Manhattan fue declarada zona de evacuación. El límite se dibujó en la calle Canal, dos manzanas al norte de donde nosotros nos encontrábamos. El equipo de Democracy Now! decidió quedarse en la estación de bomberos para poder seguir teniendo acceso a nuestros equipos de transmisión. Dormimos en el suelo durante tres días, mientras el ejército tomaba rápidamente el Bajo Manhattan.
En los días que siguieron al 11 de septiembre, me sentí como un fantasma que vaga entre otros fantasmas. El único lugar donde podíamos obtener comida era una pequeña tienda de alimentación situada en la esquina de Broadway y Leonard. Una noche, ya tarde, me aventuré fuera del estudio de Democracy Now! El personal de los equipos de salvamento deambulaba por la zona. Yo sabía que esos muchachos eran héroes que hacían desesperados esfuerzos por salvar a todos los que podían, pero en ese momento no parecían más grandes que la vida misma. Eran flacos y gordos, algunos con mono de trabajo, otros en pantalones vaqueros y camiseta.
Los trabajadores de los equipos de rescate afluían de todas partes; un grupo de Buffalo, aquel grupo que salía de la vuelta de la esquina, todos cubiertos por la ceniza. Entre ellos no había sonrisas de compromiso ni saludos; los miembros del equipo tan sólo trataban de hacerse con algo de comida para poder seguir. No fui capaz de comer ninguno de los productos habituales de la barra de ensaladas, porque seguía pensando en la mortífera ceniza, así que me limité a los alimentos envasados. Parecían raciones de combate.
Una noche, mientras caminaba de vuelta a nuestro parque de bomberos, el aire acre empeoró. Mantuve mi cabeza inclinada hacia abajo y escuché mi respiración a través de la fina máscara que llevaba para protegerme del polvo. Cuando miré hacia arriba, vi un coche aplastado hasta la mitad de su altura. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Pasé mi dedo por el capó cubierto de ceniza, como si estuviera dibujando en la nieve. Pero estábamos en septiembre.
Cuando el ingeniero Anthony Sloan se fue un poco más al norte para conseguirnos algo de comida, no pudo atravesar de nuevo la línea de evacuación. Al día siguiente, nuestro grupo quedó reducido a tres personas, y fuimos nosotros los que tuvimos que hacer las labores de ingeniería. Yo ponía cuidado en no aventurarme demasiado lejos de nuestro estudio, ya que tenía miedo de ser expulsada de la zona de evacuación de forma definitiva. Teníamos que hacer el programa. Éramos la emisión diaria nacional más cercana a la Zona Cero. Escuchamos noticias que aseguraban que docenas de bomberos habían muerto; luego, que el número superaba el centenar; luego, que eran doscientos. ¡Dios mío!, ya eran más de trescientos.
El jueves por la noche fui a la Zona Cero con mi amigo y colega Denis Moynihan. Una vez más, me puse la máscara, intentando no inhalar el polvo. Mientras bajábamos por la calle Lafayette, pasamos por un parque donde la gente había estado amartillando hacía un rato improvisadas camillas de pino para transportar cuerpos. Todo el día con el soniquete del martillo. Pero lo peor fue cuando cesaron los golpes. El desagradable silencio. No había necesidad de camillas. No se encontraban cuerpos.
El sábado, atravesamos Wall Street para llegar a Battery Park. El extremo sur de Manhattan se había convertido en un bullicioso campamento militar. Vehículos color verde aceituna de todos los tamaños rodeaban el parque. Las señales con las instrucciones para el alojamiento de las tropas y con los horarios de las patrullas de seguridad estaban por todas partes, todo escrito en la inescrutable jerga del ejército. Todavía quedaban horas para el amanecer, pero había cientos de soldados despiertos y metidos en faena. Nos acercamos a una mujer vestida con un uniforme de camuflaje verde, una piloto de helicóptero en la Guardia Nacional de la parte norte del estado de Nueva York. Acababa de llegar y, probablemente, sería asignada a tareas de guardia, a la protección del acceso a la Zona Cero.
Le pregunté cuáles pensaba ella que serían las consecuencias del atentado de esa semana. Ella nos dijo primero lo horrorizada que se sentía al encontrarse en el lugar de la devastación. Luego hizo una pausa y miró a su alrededor para ver si alguien podía estar escuchando la conversación. Se dio la vuelta y me miró directamente, con ojos tristes.
Le pregunté si querría ir a nuestro estudio y hablar en nuestro programa. Ella rechazó la proposición, pero sus palabras permanecieron conmigo.
Tres mil personas fueron calcinadas en un momento. Nunca sabremos cuánta gente murió exactamente el 11 de septiembre de 2001. Aquellos a los que no se cuenta mientras están con vida se van sin contar cuando les llega la hora de la muerte. Numerosos inmigrantes indocumentados que trabajaban en el World Trade Center y sus alrededores, simplemente, desaparecieron. Sus familias aún tienen miedo de salir a la luz por lo que podría pasar. Podrían ser arrestados o incluso deportados, debido a las cada vez más estrechas relaciones entre la policía y las autoridades de inmigración. Algunas compañías no estaban dispuestas a dar un paso al frente para nombrar a los inmigrantes ilegales a los que habían empleado durante décadas. Nunca sabremos cuántos de estos últimos desaparecieron, ni tampoco sus nombres.
No en nuestro nombre
Refugiados en nuestro estudio, sentíamos que era de vital importancia seguir recabando las diversas opiniones de la gente en un intento de dotar de sentido a un acto que parecía no tenerlo. Comprendíamos demasiado bien que la maquinaria de guerra se estaba preparando en Washington. Queríamos estar seguros de que se oían todas las voces, no sólo las de aquellos que exigían una represalia militar.
Entre ellas estaba la de Rita Lasar, una mujer de setenta años que perdió a su hermano Abe Zelmanowitz, de cincuenta y cinco años, quien trabajaba en el piso veintisiete del World Trade Center. El 11 de septiembre, Rita oyó que algo había pasado en las Torres Gemelas. Se subió a la azotea, desde donde vio cómo las torres se derrumbaban. , me dijo más tarde. Eso hasta que se dio cuenta de que su hermano estaba dentro.
Su otro hermano había estado gritando a Abe por el teléfono móvil: .
Pero Abe no salía. Estaba esperando a que los equipos de emergencia llegaran para ayudar a su mejor amigo, Ed, un tetrapléjico que trabajaba a su lado. Y así, Abe se quedó y murió con Ed y con tantos otros. Rita comenzó inmediatamente el ritual mortuorio del 11 de septiembre. Fue de hospital en hospital, esperando contra toda esperanza encontrar a Abe. Más tarde, ella proporcionó muestras de su propio ADN con el fin de identificar los restos de Abe.
El 14 de septiembre, el presidente Bush invocó la historia de Abe Zelmanowitz en su discurso en la Catedral Nacional de Washington. Rita se percató en seguida de que el gallardo heroísmo de su hermano estaba siendo utilizado. Escribió una carta que apareció en The New York Times el 18 de septiembre de 2001. , escribió, .
Ésa fue también la plegaria que hicieron Phyllis y Orlando Rodríguez, quienes perdieron a su hijo. Greg Ernesto Rodríguez, de 31 años, trabajaba para Cantor Fitzgerald, que perdió aquel día a seiscientos cincuenta y ocho de los mil cincuenta empleados que tenía ubicados por encima del centésimo piso del World Trade Center. Cuando la familia Rodríguez se reunió para recordar a Greg, Phyllis y Orlando escribieron una carta que circuló ampliamente por internet:
Leemos lo suficiente en las noticias para darnos cuenta de que nuestro gobierno se encamina en la dirección de la venganza violenta, con la perspectiva de que hijos, hijas, padres y amigos en lugares remotos mueran, sufran y alimenten más resentimiento contra nosotros. Éste no es el camino a seguir. No servirá para vengar la muerte de nuestro hijo. No en nombre de nuestro hijo.
Ni tampoco en el de Jim Creedon. Lo conocí el 7 de octubre de 2001, el día en que las bombas comenzaron a caer en Afganistán. Miles de personas se congregaron en Manhattan para protestar contra la guerra y marcharon de Union Square a Times Square, donde se encuentra la oficina de reclutamiento del ejército (que no hay que confundir con el cercano edificio del periódico The New York Times). Portaban pancartas con mensajes tales como .
Jim Creedon se subió a una camioneta y habló por un megáfono sobre su experiencia como trabajador de los equipos de emergencia. Fue herido el 11 de septiembre pero volvió para intentar ayudar a más gente. , dijo.
Pensé que habría una larga fila de periodistas que querrían entrevistarle. Reunía todos los requisitos para una historia. Era uno de los héroes que habían intervenido en primer lugar. Y habían tenido que sufrir grandes penalidades.
Me apresuré a invitarlo al programa, pero no había necesidad de correr. Era la primera y la última de la cola para entrevistarlo. Me dijo: .
Creedon formaba parte de un movimiento que se creó en Nueva York y al que se le dio el nombre de Las Familias del 11 de septiembre por un Futuro Pacífico (www.peacefultomorrows.org). Son personas que han perdido seres queridos y que dijeron: . Nosotros vimos en televisión una y otra vez a los familiares contar las tristes historias de la gente que había muerto. Pero cuando Rita y Phyllis y Orlando y Jim y otros que se oponían a la guerra querían avanzar un paso -de la descripción a la prescripción- y decir: , los medios de comunicación se esfumaban. Se volvían hacia los presuntos expertos en terrorismo, gente como Oliver North y Henry Kissinger.
Quizá los medios corporativos acertaron por una vez. Estos tipos son expertos en terrorismo; después de todo, hace falta un terrorista para reconocer a otro.
Irónicamente, uno de los temas que estábamos cubriendo mientras los aviones se estrellaban contra el World Trade Center era la relación que existía entre el 11 de septiembre -en este caso, el 11 de septiembre de 1973-, y el terror. Fue ese día cuando Salvador Allende, que había sido elegido democráticamente líder de Chile, murió en el palacio presidencial en Santiago mientras el general Augusto Pinochet y el ejército chileno se hacían con el poder. Las fuerzas de Pinochet recibieron el apoyo del entonces presidente Richard Nixon y del secretario de Estado Henry Kissinger,2 y dispusieron de la ayuda financiera de dos grandes compañías multinacionales que operaban en Chile, Anaconda Copper y ITT, ambas con estrechos vínculos con la Administración republicana. Hacíamos ese programa porque habían salido a la luz documentos desclasificados que implicaban todavía más a Kissinger y a Nixon en aquel golpe y en la subida al poder de Pinochet, quien dirigió un reinado de terror que duró diecisiete años.
Kissinger una vez comentó que no veía ninguna razón por la que a Chile debiera permitírsele simplemente porque .3 ¿El resultado? Como ha contado Peter Kornbluh, del Archivo de Seguridad Nacional, el invitado de nuestro programa aquel día, «Pinochet asesinó a más de tres mil cien chilenos, hizo desaparecer a mil cien y torturó y encarceló a muchos más. Clausuró el Congreso chileno, prohibió los partidos políticos, censuró la prensa y se hizo con el control de las universidades. A fuerza de decreto, pistola y descarga de electrodo, impuso una dictadura de diecisiete años que llegó a ser sinónima de abusos de los derechos humanos en casa y de atrocidades terroristas en el extranjero». 4
El círculo se cierra
Mientras paseaba durante los días inmediatamente posteriores al 11 de septiembre, vi como se colgaban fotos por todas partes. La gente pegaba copias en color de fotografías de sus seres queridos. Había fotos de una mujer con su hija, de un hombre sosteniendo a su gato. Los carteles suplicaban silenciosamente desde las farolas: usted ha visto a mi hijo, por favor, llame a su madre. Fue visto por última vez en el piso número setenta y siete del World Trade Center. Mi número es..
Miles de estas fotografías se colgaron por toda la ciudad, en los postes telefónicos, en los muros de los hospitales, en los parques. Yo pensé cuán similares eran esas fotos a las imágenes que llevaban las madres de los desaparecidos en Argentina. Desde finales de los setenta, estas heroicas y tenaces mujeres se alzaban en silencioso testimonio en la Plaza de Mayo en Buenos Aires exigiendo la verdad sobre lo sucedido con sus seres queridos, quienes habían desaparecido en la de Argentina contra los presuntos disidentes. Las madres sostienen fotos y pancartas en las que se lee: , . Entre 1975 y 1983, el ejército argentino asesinó a treinta mil de sus conciudadanos. En noviembre de 1976, el entonces secretario de Estado Henry Kissinger le dijo a un almirante de la marina argentina: .5
El 11 de septiembre unió a los estadounidenses con todas aquellas personas que en el mundo han sido víctimas del terror. En mis años de trabajo como periodista, he cubierto muchos horrores: guerra, tortura, bombardeos, genocidio. En la mayoría de los casos, he tenido que luchar para contar las historias de las víctimas, porque al hacerlo a menudo implicaba al gobierno de Estados Unidos y a sus aliados.
Ya fuera en Timor, Irak o Haití, siempre tenía que haber una razón, una falsa interpretación, para disculpar las atrocidades. , dice la respuesta oficial.
Pero en el caso del 11 de septiembre, había una inequívoca repulsa colectiva hacia la enorme matanza. El modelo de cobertura periodística consistía en encontrar a las familias que habían perdido a sus seres queridos y en poner nombre a las historias personales. Ésos son los detalles que dignifican una vida; eso es lo que nos hace sentir la pérdida. Los retratos del dolor, los perfiles de los hijos que habían perdido a uno de sus padres, las hazañas de héroes que no han sido loados, éstos deberían ser los modelos con los que cubrir todas las atrocidades. Porque cuando la gente adquiere conocimiento del dolor ajeno, entonces es cuando encuentra la fuerza para actuar.
Nuestro hombre: ponemos el U-S-A en En un trágico cierre de círculo, el terror que durante tanto tiempo ha permanecido alejado de nuestra vista vuelve a nosotros con terrible ferocidad. La CIA lo llama golpe que se vuelve contra uno mismo, cuando el respaldo de EE UU a ejércitos represivos o a insurgencias armadas en algún lugar retorna como un bumerán a los Estados Unidos.
Después del 11-S, Osama bin Laden se convirtió en un nombre muy conocido en todo el mundo. Pero durante las dos décadas previas a los atentados, su nombre era únicamente familiar para un pequeño y poderoso grupo en Washington. ¿La razón? Osama bin Laden estaba financiado y entrenado por los Estados Unidos.
Como líder de combativos grupos de islamistas radicales, Bin Laden fue la respuesta que Washington obtuvo a sus plegarias en los años ochenta, cuando el gobierno estadounidense intentaba que la Unión Soviética interviniera en Afganistán. En palabras de Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del presidente Carter, el objetivo era proporcionar a . Entre 1982 y 1992, la CIA se gastó 3.000 millones de dólares entrenando y armando a islamistas radicales para que lucharan contra los soviéticos en Afganistán (exactamente, la misma cantidad que desembolsaron los saudíes, según un miembro de la CIA).6 Fue la mayor operación secreta de los Estados Unidos desde la segunda guerra mundial.
Brzezinski reveló más adelante que el programa secreto de ayuda y entrenamiento a los muyahidin afganos, o guerreros santos, había comenzado seis meses antes de la invasión soviética.7 Unos treinta y cinco mil musulmanes de cuarenta y tres países lucharon con los muyahidin, mientras que otros cien mil se vieron afectados por la guerra, ya fuera debido al entrenamiento militar o la asistencia a escuelas islámicas militantes.8 , o guerra santa, dijo el comandante afgano Noor Amin.9
Preguntado en 1998 sobre si sentía arrepentimiento, Brzezinski respondió: .
¿Tuvo alguna duda a la hora de armar y de asesorar a futuros terroristas islámicos? , espetó Brzezinski. 10
Brzezinski obtuvo su respuesta el 11-S.
Osama bin Laden era un proveedor de fondos para los muyahidin afganos. Su padre era un rico magnate de la construcción yemení que se había trasladado con su familia a Arabia Saudí. El negocio de la familia Bin Laden está valorado en la actualidad en unos 5.000 millones de dólares. Según Milton Bearden, el jefe de la oficina de la CIA en Pakistán de 1986 a 1989, Osama resultó crucial en la lucha contra los soviéticos. , dijo Bearden a la revista The New Yorker. 11
Estados Unidos se sentía satisfecho de fomentar una revolución islámica, siempre que los apoderados de Washington guerrearan contra el enemigo escogido. Pero después de la devastación de Afganistán y de la desintegración de la Unión Soviética, los grupos islámicos fueron, como era de esperar, desechados por sus mecenas estadounidenses. Los guerrilleros, entonces huérfanos, fijaron su mira en su siguiente enemigo. El objetivo de Osama bin Laden llevaba un uniforme militar estadounidense. Para los musulmanes de todo el mundo, la llegada de quinientos cuarenta mil soldados a Arabia Saudí para librar la guerra del Golfo fue un sacrilegio. El país es la tierra de La Meca y de Medina, los dos lugares más sagrados del islam. Ambos, Estados Unidos y el corrupto régimen saudí que había permitido la entrada de las tropas, se convirtieron a ojos de Bin Laden en los nuevos infieles.
Y entonces el hombre de Washington cayó en desgracia. Él había regresado a Arabia Saudí después de la derrota de los soviéticos en Afganistán, pero pronto fue conducido al exilio, primero a Sudán y luego a Afganistán, donde se convirtió en patrocinador del régimen talibán. Se pasó la década de los noventa entrenando y financiando combatientes árabes afganos, conspirando para asesinar a tantos estadounidenses como fuera posible.
Mi decisión de escribir un anecdotario y otros pasajes con mis recuerdos, y el de otros compañeros, sobre aquella parte de la vida del Che en que fuimos sus colaboradores, obedece a la recomendación que me hicieran varios lectores cubanos, y de otros países, después de ser publicado mi libro Che: El camino del fuego, en junio del año 2001.
Al terminar la lectura de mi modesta obra, ellos señalaban que allí aparecía lo esencial de su pensamiento teórico y la forma práctica de llevar a la realidad sus nobles y promisorios ideales, pero que en esa labor tan abarcadora y multifacética, seguramente existían muchos hechos conocidos por nosotros, asociados al Che cotidiano, que resultarían fundamentales dar a conocer.
Que si bien en el libro aparecían algunos pasajes de ese tipo, solo representaban, de seguro, una mínima parte de todos los que pudieran contarse para conocimiento de las actuales y futuras generaciones. No encontré argumentos válidos para negarme a esa pretensión de los lectores y me dispuse a poner manos a la obra, aunque consciente de mis obvias limitaciones como narrador.
El Autor
Orlando Borrego Díaz (Holguín, Cuba, 1936) Perteneció a la Columna 8 Ciro Redondo bajo el mando del comandante Ernesto Che Guevara donde alcanzó el grado de primer teniente. Después del triunfo de la Revolución ocupó los cargos de jefe de la Junta Económica Militar del Regimiento de La Cabaña (1959), segundo jefe del Departamento de Industrialización y luego jefe de dicho departamento (1959-1960). Subsecretario de Industrias Básicas y luego viceministro primero del Ministerio de Industrias (1961-1964). Ministro de la Industria Azucarera (1964-1968). Licenciado en Economía en la Universidad de La Habana (1973). Asesor del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1973-1980). Doctor en Ciencias Económicas en el Instituto de Economía Matemática de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética (1980). Actualmente es asesor económico de la Cátedra “Che Guevara” de la Universidad de La Habana y trabaja como asesor del Ministro del Transporte de Cuba. Sus publicaciones más conocidas son: El desarrollo de la industria azucarera en Cuba (1965), La ciencia de dirección, antecedentes y enfoques actuales (1987), El Che en el socialismo (1989), El Che del siglo XXI (1997), Che: el camino del fuego (2001).
Mi decisión de escribir un anecdotario y otros pasajes con mis recuerdos, y el de otros compañeros, sobre aquella parte de la vida del Che en que fuimos sus colaboradores, obedece a la recomendación que me hicieran varios lectores cubanos, y de otros países, después de ser publicado mi libro Che: El camino del fuego, en junio del año 2001.
Al terminar la lectura de mi modesta obra, ellos señalaban que allí aparecía lo esencial de su pensamiento teórico y la forma práctica de llevar a la realidad sus nobles y promisorios ideales, pero que en esa labor tan abarcadora y multifacética, seguramente existían muchos hechos conocidos por nosotros, asociados al Che cotidiano, que resultarían fundamentales dar a conocer.
Que si bien en el libro aparecían algunos pasajes de ese tipo, solo representaban, de seguro, una mínima parte de todos los que pudieran contarse para conocimiento de las actuales y futuras generaciones. No encontré argumentos válidos para negarme a esa pretensión de los lectores y me dispuse a poner manos a la obra, aunque consciente de mis obvias limitaciones como narrador.
El Autor
Orlando Borrego Díaz (Holguín, Cuba, 1936) Perteneció a la Columna 8 Ciro Redondo bajo el mando del comandante Ernesto Che Guevara donde alcanzó el grado de primer teniente. Después del triunfo de la Revolución ocupó los cargos de jefe de la Junta Económica Militar del Regimiento de La Cabaña (1959), segundo jefe del Departamento de Industrialización y luego jefe de dicho departamento (1959-1960). Subsecretario de Industrias Básicas y luego viceministro primero del Ministerio de Industrias (1961-1964). Ministro de la Industria Azucarera (1964-1968). Licenciado en Economía en la Universidad de La Habana (1973). Asesor del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1973-1980). Doctor en Ciencias Económicas en el Instituto de Economía Matemática de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética (1980). Actualmente es asesor económico de la Cátedra “Che Guevara” de la Universidad de La Habana y trabaja como asesor del Ministro del Transporte de Cuba. Sus publicaciones más conocidas son: El desarrollo de la industria azucarera en Cuba (1965), La ciencia de dirección, antecedentes y enfoques actuales (1987), El Che en el socialismo (1989), El Che del siglo XXI (1997), Che: el camino del fuego (2001).
Esta es la historia de un hombre sin más historia que su absoluto desprecio por la inteligencia de los demás. Alguien que quiso engañar a todo el mundo todo el tiempo y acabó engañándose a sí mismo. Una mentira, a quien le hicieron creer que podía ser el número uno de la “disidencia” fabricada por el imperio como “alternativa flexible” a la intolerancia de la mafia de Miami y que se acomodó en la idea, en el más rancio estilo de los viejos camajanes de la política cubana antes de 1959. Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco, quien una vez fue el mimado de la SINA, de sus superiores en los gobiernos de Estados Unidos, España y otros estados europeos; lugar común de la prensa extranjera, quiso ser tantas cosas de una sola vez, que solo fue… DESCUBIERTO.
Opiniones sobre Fidel en la voz de personalidades de la política, la ciencia, el deporte y la cultura mundiales del siglo XX, entre ellos varios jefes de Estado y Premios Nóbel. Ho Chi Minh, Juan XXIII, Lázaro Cárdenas, Salvador Allende, Nelson Mandela, Ernesto Che Guevara, Hugo Chávez, John F. Kennedy, Richard Nixon, Juan Domingo Perón, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, José Saramago, Diego Armando Maradona, entre otros, opinan sobre el líder de la Revolución Cubana en esta inusual antología.
Calibán, corno imagen simbólica del hombre americano. habita el espacio gnóstico que convoca Lezama: espacio abierto. desposeído. como la naturaleza. Naturaleza inteligente, antrópica. Imagen, pues, de un telúrico anhelo de libertad. Calibán, gracias a la mirada múltiple y dinámica de Roberto Fernández Retamar es un mito viviente de nuestra América. Imagen de esa otra modernidad que vislumbrara Martí para nuestras dolorosas repúblicas americanas; reverso, pero también futuro posible, de la que nombrara como una civilización devastadora. Como habita un vacío esta cargado de futuridad. Heraldo de una civilización natural, es también la imagen cósmica de una justicia postergada siempre. Aunque nace dc una vivencia americana se adueña de un valor universal. habita, como Segismundo, un confín, donde se confunden la vigilia y el sueño. De ahí la indomeñable esperanza de los pobres de la tierra: encarnar en el aquí ven el ahora reino de los cielos.
El Autor
Roberto Fernández Retamar (La Habana, 1930) Poeta y ensayista. Ha colaborado, entre otros, en Orígenes, suplemento de El Nacional (México), Triad (EE.UU.), Nuestro Tiempo, Lunes de Revolución, Bohemia, Cuba, Marcha (Uruguay),Revista Hispánica Moderna (Nueva York), Partisans (Francia), Literatura Internacional y La Gaceta Literaria (Unión Soviética), Ínsula (España). Es autor de la Órbita de Rubén Martínez Villena (1964), y de la antología de poesía Para un mundo amasado por los trabajadores (1973). En colaboración con Fayad Jamís compiló la antología Poesía joven de Cuba (1959). Desde 1962 y hasta 1965, respectivamente, es profesor de la Escuela de Letras y de Arte de la Universidad de La Habana y director de la revista Casa de las Américas. Actualmente preside la Casa de las Américas.
(El Pueblo en Línea) ,19/02/2013-El Presidente de Venezuela Hugo Chávez (derecha) y su hermano Adan en la foto de su infancia en su ciudad natal de Sabaneta, en el estado de Barinas. Imagen sin fecha publicada por el Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela.
El Presidente de Venezuela Hugo Chávez (segundo a la derecha) en la escuela de primaria Julián Pino en su ciudad natal de Sabaneta, en el estado de Barinas. Imagen sin fecha publicada por el Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela.
Mi insistencia en la exhaustividad de los contextos se debe a que son imprescindibles para entender la originalidad de los métodos de Fidel. Fidel es un genio político latinoamericano, un líder mundial del siglo XX. Predominará la admiración por sus métodos. Justamente desde esa perspectiva quiero comentar Palabras a los intelectuales.