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General: LIBROS LIBRES ... DESCARGAR " El encuentro de Fidel y Chávez en 1994 "
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 31/03/2014 12:04 |
Libro para descargar: “El Encuentro” de Fidel y Chávez en 1994 (+ PDF y Video)
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Descargue en Cubadebate el libro “Nuestro deber es luchar” (+ PDF en español y english)
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Archivo de Fidel en Cubadebate (+ Fotos, libros y Reflexiones)
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“Los combates de Baby William”, un libro para llevar (+ PDF)
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Fabio, el muchacho del Copacabana (+PDF)
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Descargue en PDF los Documentos y Reflexiones del VI Congreso
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Descargue “Bajo las alas del Cóndor”, un regalo de la Feria del Libro de La Habana (+ PDF)
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La agresión permanente
En este artículo: Barack Obama, Venezuela, Bolivia, Evo Morales, Estados Unidos, Bloqueo, Cuba, CIA, Honduras, Miami, América Latina, SIP, Terrorismo, Otto Reich, UnoAmérica, USAID, NED, Mafia de Miami, Luis Posada Carriles
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Bloqueo: El asedio económico más prolongado de la historia
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Camilo Cienfuegos: El hombre de las mil anécdotas
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Tenía una reservita
El campamento rebelde es actividad. Los combatientes se disponen a marchar a un combate.
El rebelde Horacio González Polanco, a quien Camilo había apodado cariñosamente el Mulato, pese a que la pigmentación de su piel no correspondía a la designación, se lamentaba junto al teniente de larga barbas.
- Óyeme, ¡con qué gusto me tomaría un jarro de café con leche…!
Camilo, que no participaría en la acción le sonrió y sin decir palabra alguna, se retiró lentamente, hacia el rincón del monte donde colgaba la hamaca.
Polanco se disponía ya a partir junto con el resto de los combatientes seleccionados para la acción, cuando, desde lo alto de un promontorio, oyó una voz conocida, que gritaba:
- Mulato, antes de irte, para por aquí…
Polanco cruzó con sus descalzos pies el tramo que le separaba y se aproximó. Frente a él, extendiendo en la mano un jarro, le sonreía Camilo.
- ¡Esto vale un tesoro!, ¿dónde lo conseguiste?
- Nada, tenía una reservita de lata de leche, y la sangré…
(Narrado por Horacio González Polanco, guerrillero)
El cartuchito de frijoles
Después de Uvero nos quedamos enterrando los muertos, porque esa era la misión de la vanguardia. El resto de la columna continuó retirándose y cogimos en un altico atravesando, y allí le dimos sepultura.
Camilo mandó a recoger y alcanzar a la tropa, y al poco rato la pasamos y volvimos a ocupar la vanguardia. Eso de andar alante siempre tiene sus ventajas, porque ese día, por ejemplo, cruzamos por un bohío abandonado y había un cartuchito y Camilo lo recogió, le echó un vistazo dentro y comentó:
- ¡Qué bueno, encontramos frijoles!
Víctor Mora vio una maceta de arroz para semilla y la cargó también y nos cargamos esas dos cosas pensando en el banquete que nos íbamos a dar con el arroz y los frijoles.
Cuando llegamos fuimos a preparar lo que traíamos y resultó que los frijoles que vio Camilo, que era un hombre de la ciudad, no eran frijoles sino semillas de júcaro para sembrar el café. El arroz también fue imposible cocinarlo y pasamos en blanco esa noche.
(Narrado por Walfrido Pérez)
Hay que guardar
Cuando se conseguía alguna comida, los combatientes acostumbraban a hartarse y abandonaban posteriormente las obras.
Una y otra vez sucedía lo mismo y después todos tenían apetito y se lamentaban por haber abandonado la comida.
Pero nadie escarmentaba, cuando el estómago se llenaba, ya no querían cargar.
Camilo, con su actividad de siempre notó el problema y, desde ese momento cuando se terminaba de comer y la gente abandonaba los restos de comida, la iba recogiendo en una cazuela grande y casi siempre la llenaba con las viandas sobrantes.
Hecho esto, la cargaba al hombro, sin solicitar ninguna ayuda y la trasladaba a los combatientes y a las distintas operaciones a las que era designado.
A la hora del hambre, Camilo, sonriendo con su acostumbrada picardía, exponía ante todos su cazuela repleta de viandas y llamaba al personal. “Ya ven caballeros, siempre hay que guardar; miren si no traigo la cazuela…”
(Narrado por Horacio González Polanco)
¿Se enteró de la paliza?
La comandancia general de la Columna 2 radicaba en el lugar conocido como montes de La Caridad, en Las Villas. Allí se encontraban además la planta de radio y el almacén y Puerto Gofio, nombre con el cual Camilo parodiaba al de la cárcel de Puerto Boniato.
Los rebeldes batían al ejército de la tiranía, hostigándolo en los caminos, carreteras y pueblos de la costa norte, como Venegas, Iguará, Mayajigua, Meneses, Zulueta, General Carrillo y otros.
Un día, en el campamento de La Caridad se suscitó un singular diálogo entre el jefe guerrillero y Lorenzo Pérez Pérez, conocido por Monino, carnicero de la zona y colaborador de los rebeldes.
- Viejo –le dijo Camilo–, sáqueme un bistec bien grande para un hombre que va a combatir hoy.
El viejo Monino, satisfaciendo la petición, lo preparó en la rústica cocina, acompañándolo con malanga.
Al día siguiente, al ver nuevamente al viejo Monino, lo envolvió con su franca sonrisa, comentando.
- Óigame, el bistec de ayer me dio muchas energías… ¿No se enteró de la paliza que les dimos a los casquitos en Zulueta?
(Narrado por Lorenzo Pérez Pérez, colaborador del Ejército Rebelde)
En el tailoreo
En el periódico vi que pedían un sastre para una fábrica; me presenté, llené los papeles, pero cuando me dijeron “Identifícate persona”, papeles de por medio, quedé por testarudo, les dije que los tenía en N. Y. y que mañana, una mañana que nunca llegó, se los llevaría. También el ciudadano ese me dijo que tenía que tener unión, pero ahí mismo se le fue la musa, le pedí la dirección de la unión y de ahí partí para allá (la unión esa tarde, sábado, estaba cerrada y entonces el lunes, a las 8 en punto, ya estaba haciendo posta en la unión.
Llegué a las oficinas y me preguntaron What you want, le dije a la “anciana” que hacía 10 días que estaba en el país y que era Taylor (sastre) no se rían, que ustedes saben de mis cualidades, que yo era Taylor, y que quería unionarme y quería una peguita, de ahí me pasaron a otro, donde llené una solicitud. El buen Mr. ese, me dijo que qué podía hacer, le dije que en sacos “any kind”, cualquier cosa, me preguntó Where you come fron (de dónde venía), le dije de Cuba, me pidió el social security y llamó por teléfono, después me preguntó si yo era P. Riqueño (que es como aparezco en el registro del S. C.) entonces di marcha atrás, le dije que yo era nacido en P. R. y me preguntó que de dónde venía y no dónde había nacido, entonces le tuve que dar una explicación explicativa, explicándole de cuando nací y dónde y cuándo me llevaron a Cuba, o sea, que dije mentiras de a burujón pila, montón puñao, por fin el tío me dijo: mira, vete ahora mismo a este lugar y ahí puedes trabajar.
Llegué, seguí llenando planillas y (diciendo mentiras, muy pocas), hombre, me decía, tú sabes hacer esto, aquello, lo de más allá y a todo el yes, que es lo que vale y camina en este país, de ahí me dijo venta tomorrow a las 8.
Efectivamente, con 2 metros de nieve en el cielo de la boda del frío (sin nevar), me pasaron a un quinto piso, me buscaron una silla y me preguntaron si tenía tijeras, dedal y demás, les dije que no, me consiguieron todo eso y después me pusieron a a a a a pegar cuellos, me tiraron un saco y fuera, ahí mismo fue el average, gracias a un viejo que estaba al lado mío me fui defendiendo, le dije: mire Mr. resulta que hace muchos year ago que yo no hago esto, y se me ha olvidado, dame una manito, yo lo que quiero es aprender no me interesan los Tikets para la money, efectivamente el viejo me indicó cómo era (no es difícil); ahí pasé como 2 horas, cuando el jefe vino me preguntó que de qué yo había pedido trabajo, yo le dije que en lo que yo era un trueno era haciendo bolsillos, que podía hacer cualquier cosa, pero necesitaba un poco de práctica. Me dijo que si quería coger un puesto para hacer bolsillos, le dije: ¿Today?, me dijo: sí, hoy: le dije: barín. Seguí subiendo pisos y llegué al Dpto. de bolsillos, ahí me dieron una pequeña indicación de cómo hacerlos y me hicieron uno, entones les tiré mis alardes, les dije: mire maestro yo los hago igual con un procedimiento más “Moderno”; me dijo: Ok, vamos a ver. Les hice uno y me dijeron: déjese de inventos y hágalo como le dijimos. En fin de cuentas hice más bolsillos que un buey, todavía no sé lo que me pagan, pero ya afinqué el puesto, pues el jefe me dijo que regresara mañana, así que como pueden ver, ya estoy tailoreando.
(De una carta de Camilo a sus padres)
De la memoria popular
El Caimito es un pequeño batey de Bayamo, bautizado cariñosamente como “Picio” por los rebeldes al mando de Camilo Cienfuegos que en muchas ocasiones recibieron un trato de Eupicio Ramírez, campesino del lugar.
La casa de Eupicio fue centro de colaboración para cuantos barbudos llegaran a cualquier hora en busca de ayuda. Además, en ella se confeccionaban los uniformes verde olivo, que la esposa de Ramírez cosía con esmero.
Al iniciar Camilo la histórica invasión, llegó hasta la casa.
La señora de Picio, se preparaba para coser los uniformes rebeldes en el momento en que le comandante de largas barbas penetraba en el humilde bohío.
- Señora –dijo el jefe rebelde–, déjeme a mí esa tarea, ¿no sabe que fui sastre?
Ocupó el lugar de la desconcertada campesina y ya frente a la vieja máquina de coser, pedaleó hasta bien entrada la madrugada.
¡Me encanta el sabotaje!
Caminamos como uno y medio kilómetro y se detuvo la columna al pasar una línea de cables telefónicos que existe entre Bayamo y Martí, en la provincia de Camagüey. La línea en cuestión fue cortada frente al chucho ferroviario Pastor. Causaba admiración ver a Santiago Rosales subir al poste telefónico. ¡Qué rapidez! Cortó los alambres y estos en el suelo fueron hechos añicos con extraordinaria velocidad por el Capitán, quien a la vez daba a los alambres más cortes que un sastre a un traje. Exclamaba: ¡Me encanta el sabotaje!
(Diario de campaña de Osvaldo Herrera, capitán rebelde que al caer prisionero optó por privarse de la vida)
Un minuto de silencio
Fuimos al panteón donde cayó el Apóstol y colocamos como él quería una bandera y un ramo de rosas, y se puso otra bandera, la del 26. Hicimos un minuto de silencio en memoria de los caídos y dos descargas de fusilería. De más está decirle que la aviación ametralló más tarde los alrededores.
Aquello es una vergüenza como está de abandonado. Tenía planeado mandar a limpiarle y arreglar el lugar. Ya nos encargamos de hacerlo.
(De una carta de Camilo a Fidel)
Un cartelito que decía: “COMUNISTA”
El día de enero fui al Parque Central, aquello parecía un desfile policíaco, estaban por docenas, no permitían grupos ni entrar al parque, al rato logré entrar. Cuando me acerqué a la estatua del Apóstol rindiéndole homenaje silente y pensando cómo estaba la tierra por al cual murió, se me acercaron dos policías moviendo amenazadoramente los palos, me alejé, todos esperábamos la llegada de Echevarría, la orden era que cuando él apareciera unirse todo el mundo, él llegó por Prado en una máquina con otros portando una corona, acto seguido empezaron los palos a todo el que intentaba acercarse. Echeverría y los demás peleaban cuerpo a cuerpo con la policía, la corona para el Apóstol destrozada por el suelo.
Yo estaba frente al Asturiano. Cuando corría hacia el lugar me cogieron tres “paisanos” y la emprendieron a golpes, me metieron en un carro “chapa particular”. Cuando lo llenaron (enseguida lo hicieron), nos llevaron a las oficinas del BRAC, Buró Represivo de Actividades Comunistas, según nos subían al carro nos daban golpes.
Ya dentro me dieron una patada en la cara. En el BRAC nos tuvieron como seis horas, nos tomaron las huellas, mil preguntas y me retrataron con un cartelito que decía: “COMUNISTA”. Este fue el homenaje que le brindó la dictadura a MARTÍ en su natalicio.
(De una carta de Camilo a José Antonio Pérez, amigo cubano que residía por entonces en Estados Unidos)
¿Para qué piensas que pelea?
Recuerdo que una vez un compañero le preguntó qué era los comunistas.
- ¿Tú qué eras antes de alzarte? –preguntó él como respuesta.
- Ordeñador –respondió el compañero.
- ¿Qué te han dicho que son los comunistas?
- Que son malos…
- ¿Y si tú ves a un comunista peleando junto a nosotros, para qué piensas que pelea?
- Para el bien del pueblo.
- ¡Ah,. entonces no son tan malos como te dicen!
(Narrado por Roberto Sánchez Berthelemy, guerrillero invasor de la Columna de Camilo, y combatiente en el Congo junto a Che)
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Los niños tristes
Los caminos estaban intransitables por las pulgadas de lluvia caídas y tuvimos que hacer un alto en La Jacinta, un pequeño batey de Ciego de Ávila.
Allí estuvimos desde horas tempranas, de la mañana hasta bien entrada la noche.
En ese lugar estaba una escuela, pero el maestro no había acudido a dar su clase por la lluvia y los niños nos recibieron con tremenda alegría; Antonio Sánchez Díaz, Pinares, se improvisó como maestro y dio una clase muy cómica sobre matemáticas, pero con problemas que eran como un juego. Les preguntaba, por ejemplo, el número del mes en que habían nacido y después de sacar montones de cuentas, de sumas y restas, concluís sonriente:
- Naciste un martes…
Los muchachos estaban divertidos; Camilo, aprovechando que los trabajadores y vecinos no podían abandonar, por razones de seguridad, el batey, los reunió y les habló a los niños y mayores. Recuerdo que a los muchachos les dijo que le pidieran a la maestra que cada viernes les hablara de Martí, Maceo, de nuestra guerra de Independencia.
Él nos orientó a los miembros de la columna repartir dulces a los niños y entregar a cada trabajador una suma equivalente a un día de haber, porque no podían presentarse al trabajo ese día por estar retenidos por nosotros.
Por último, todos cantamos –población y tropa rebelde– el Himno Nacional y la Marcha del 26 de Julio. Fue realmente un día inolvidable y Camilo tenía un regocijo tremendo porque se daba muy fácil con los niños y estos lo miraban con mucha admiración.
A la hora de partir los niños estaban tristes.
(Narrado por Orestes Guerra, guerrillero invasor, jefe del primer pelotón de la Columna de Camilo)
Chiste mutuo
Pasó aquello, salvamos la vida, la mía personalmente gracias a la intervención del compañero Almeida y vagamos cinco hombres por los acantilados cercanos a Cabo Cruz. Allí, una noche de luna encontramos a tres compañeros más, dormían plácidamente sin temor a los soldados y los sorprendimos creyendo precisamente que eran enemigos, no pasó nada, pero serviría después de base a un chiste mutuo que nos hacíamos; el que hubiera estado yo entre los que lo sorprendieran, pues otra vez me tocó levantar bandera blanca para que su gente no nos matara, confundiéndonos con batistianos.
(Narrado por Ernesto Che Guevara)
La “rendición” de los soldados
La orden era detener una tropa de Sánchez Mosquera. La vanguardia recibió la misión de adelantarse por uno de los flancos.
Mientras avanzaban localizaron al enemigo en una altura, con evidente ventaja sobre ellos. Pese a la desventaja, Camilo abrió fuego sobre la sombras con cascos.
El fuego de su fusil obligó a los hombres a echarse a tierra, y él continuó hostigándolos hasta que en la punta de un fusil flotó la bandera de rendición en la forma de un pañuelo blanco.
Avanzando cautelosamente llegó hasta los soldados. Su sorpresa fue mayúscula, el militar rendido desanudaba tranquilamente el pañuelo de la punta del fusil mientras le comentaba:
- ¿Vos no te diste cuenta que éramos nosotros? –preguntaba el argentino.
Che había avanzado por otro lado y ocupado una posición superior; al percatarse de que el agresor era Camilo izó la bandera de paz.
Con esto quedaba zanjada una vieja disputa. Luego de Alegría de Pío Ernesto había sorprendido dormido a Camilo y también lo había “capturado”.
(Narrado por Reinaldo Benítez, asaltante al Moncada, expedicionario del Granma)
Ese “matasanos”
La primera vez que William Gálvez vio a Camilo fue en el Hombrito. El guerrillero ya legendario venía a la “consulta” de Ernesto. Fue también la primera jarana que le escuchara. Estaba risueño y comentó su preocupación de extraerse una muela con el Che.
- ¿Cómo es posible –comentó William– si el Che es médico y seguro no te va a doler?
- No, no es porque me duela, sino porque ese “matasanos” de seguro me saca una buena y no la mala.
(Narrado por William Gálvez, guerrillero invasor, autor de varios libros sobre la vida de Camilo)
De la memoria popular
El Che visitaba la zona de Yaguajay para discutir con Camilo los pasos a seguir. La presencia del legendario guerrillero argentino provocó la lógica curiosidad y muchos pobladores del lugar se acercaron para verlo; se asomaban por todos lados.
En medio de la conversación, antes de iniciar la reunión que sería privada, Camilo, al notar la curiosidad de los campesinos, le comentó a Ernesto Guevara:
- Ya sé a lo que me voy a dedicar cuando triunfemos: Te voy a meter en una jaula y recorrer el país cobrando cinco kilos la entrada para verte. ¡Me hago rico!
¿Impresionar con tu estado mayor?
Una noche de finales de agosto llegó Camilo a Las Vegas para ver al Che. El Che estaba acostado en la cama, sin camisa, y conversando con Miguel, Ramón Pardo, Guile, y yo.
Desde que llegó Camilo se puso a jugar con el Che: a hacerle cosquillas, a imitarle el hablar. Entonces, riéndose, le dijo a Camilo:
- Mirá, Camilo, fíjate que estás jugando al lado de mi estado mayor.
- ¿Cuál es tu estado mayor? –le preguntó Camilo.
- Pues, mirá, aquí tienes al compañero Miguel, que es el jefe de la comandancia, al compañero Guile, que es el jefe de la escuadra, y a Pachequito, que es el jefe de suministros de la tropa.
Camilo lo miró y hablando en tono argentino, le ripostó:
- ¿Y vos creés que me vas a impresionar con tu estado mayor?
(Narrado por Raimundo Pacheco Fonseca, guerrillero)
De la memoria popular
Después del triunfo de la revolución, Fidel y Camilo, los inseparables guerrilleros, acudían con regularidad a los encuentros de pelota, algunas veces como espectadores y otras como activos participantes.
En una ocasión en que ambos acudieron al estadio del Cerro para participar en un desafío que se desarrollaría esa noche, surgió la idea de que en las dos novenas jugaran los guerrilleros en una división que daría al juego mucha viveza.
Camilo, acariciando su amplia barba oía la proposición y mascaba fuertemente su tabaco, mientras exhalaba el humo con vigor. Cuando concluyeron de explicarle la idea, respondió como un rayo: “¿Qué integre una novena contra Fidel? ¡Qué va! ¡Contra Fidel yo no estoy ni en juego!”
Ese día mientras Fidel ocupaba el montículo de los lanzadores, en la novena de Los Barbudos, Camilo le atrapaba sus líneas como receptor.
Cuando habla Fidel
Camilo y un grupo de compañero nos trasladamos a mi casa, que era la de mis padres. Muy próximo a comenzar Fidel su comparecencia por televisión, mi madre nos preparó comida a todos, y siguiendo la costumbre invitó a pasar al comedor. Camilo, muy cortésmente le dijo:
- ¿Usted no se pone brava, mi vieja, si nos llevamos los platos para la sala para poder escuchar a Fidel?
Mi madre respondió con una sonrisa –ella tampoco quería dejar de oírlo— y todos nos llevamos los platos para la sala y nos pusimos a oír a Fidel, que estaba a punto de comenzar.
En medio de la intervención del Comandante en Jefe sonó el timbre del teléfono: era una llamada local de un compañero que quería hablar con Camilo. Camilo se puso de pie, con rostro serio, y después de escuchar brevemente preguntó qué estaba haciendo. No sé lo que le contestaron, pero jamás podré olvidar la respuesta de Camilo:
- Cuando Fidel está hablando lo único que debe hacer un revolucionario es oírlo.
(Narrado por Jorge Enrique Mendoza, guerrillero, fundador de Radio Rebelde)
Es la sangre de mi hijo
Cuando terminó el acto nos dirigíamos a la Universidad, la masa del pueblo con el estudiantado al frente, con el estudiantado que marcha con entereza y heroísmo en la lucha contra el régimen, profiriendo voces contra la bestia de Batista, los gritos de cientos y cientos de jóvenes, viejos, mujeres, era grito de pueblo, de pueblo sufrido que quiere o morir o ser libre, gritando REVOLUCIÓN, REVOLUCIÓN, REVOLUCIÓN. Al llegar a la calle Hospital estaban entre las primeras filas Sierra y Osmany que estaban por su lado (como siempre) y a los demás ya no los vi. La policía y varios carros atravesados en la calle San Lázaro, seguíamos avanzando, y los más pequeños del grupo comenzaron a tirarnos, tiraban con rifles, recuerdo como Anillo, que iba al frente, quiso, cuando estábamos a unos solos metros, lanzarse contra la policía (lo hubiera destrozado a tiros. Los más serenos lo aguantaban, nadie se movía, seguían los tiros, comenzaban a caer la gente. En esos momentos fue que me hirieron en la pierna izquierda, fue un balazo de M-1. Ya las armas del pueblo respondían valientemente al ataque, llovían las piedras, palos, botellas y los gritos contra la porra traidora y mercenaria que acostumbra a marchar en las manifestaciones, para después emprenderla a golpes contra el pueblo (…)
Ya herido, a pesar de la confusión, me metieron en una máquina donde había tres heridos más. Cuando nos llevaron al Hospital, la policía volvía a tirarnos, sentimos los disparos contra el carro, 3 nos alcanzaron, uno de ellos alcanzó al que manejaba en la cabeza, fue solo una rozadura, de milagro no lo mató, nos llevaron al Calixto García, la confusión era terrible. En aquel momento cuando esperaba que me atendieran creí que se peleaba en las calles, cada vez más heridos y golpeados, decían que la policía iba a tomar la Universidad y el Hospital, el primero en llegar cuando me curaban fue Osmany, después los viejos, esos momentos son imposibles de olvidar, cuando el viejo en un verdadero arranque de emoción y tensión, cogiendo el jakey manchado de sangre con que me había vendado provisionalmente la herida, dijo: “Es la sangre de mi hijo, pero es sangre para la Revolución.”
(De una carta de Camilo a José Antonio Pérez)
Él se molestó
Siendo él Capitán nos fuimos a atacar Pino del Agua, con unos cuarenta y tantos hombres. Llegamos a eso de las cuatro y media o cinco de la mañana. Las postas estaban con ametralladoras treinta. Nos acercamos como a unos diez metros.
Camilo abrió fuego y tomamos las dos postas de delante. Nos hirieron al último hombre, familia de Delfín Moreno; Fernando Virelles llevaba una treinta y cuando empezamos a avanzar sonaron dos browning, unas San Cristóbal y unos Springfield, y todos los guardias de por allí cayeron. Entramos hasta el mismísimo estado mayor de Pino del Agua.
A Camilo lo hicieron y le tumbaron la gorra que llevaba como sí fuera de la legión extranjera.
Nos ordenó que nos retirásemos y cargásemos un herido que estaba cerca. Nadie quería irse dejándolo allí.
Él se molestó y salió caminando hacia nosotros con sus tiros en el cuerpo, exigiendo el cumplimiento de la orden o di no la cumpliría él mismo. El herido que le preocupaba se murió más tarde.
Camilo dirigió la retirada de su propia gente cuando íbamos lejos fue que logramos encamillarlo.
(Narrado por Alejandro Oñate Cañete, guerrillero, invasor de la Columna de Camilo)
Realmente infantiles
Camilo acostumbraba a hacerle bromas a todo el mundo, así que todos estábamos siempre un poco en guardia con él… eran bromas realmente infantiles, que hacían reír.
En los primeros tiempos, en el año 1959, cuando vivíamos en Ciudad Libertad, se celebraban en la habitación de Raúl y mía muchas reuniones.
Cuando Camilo salía, y como ya lo conocíamos, teníamos que registrarlo porque acostumbraba a llevarse, por broma, un montón de cosas en los bolsillos, y me dejaba las almohadas pintadas de corazones y con letreritos de las cosas que se habían estado conversando.
(Narrado por Vilma Espín)
De la memoria popular
El Capitán sitiado accedió a la conversación durante la tregua y se aprovechó la presencia de un vehículo para trasladar a la esposa e hija de un militar, de visita en el cuartel en el momento de comenzar el ataque.
Camilo llegó con sus ayudantes repartiendo cigarros y tabacos a los soldados, apiñados en la puerta para conocerle. A la entrada, contrastando con la alegría característica del guerrillero, estaba la marcialidad aprendida en la escuela de oficiales del jefe de la plaza.
Durante la conversación inicial, se le ofreció al capitán Abon Le garantía absoluta para él y su tropa, puesto que el objetivo era la ocupación del cuartel, las armas y el parque, Abon Le se negó a aceptar las condiciones rebeldes y decidió continuar peleando, pese a la evidente inutilidad de la resistencia.
Al salir del despacho, el Comandante se detuvo en la puerta.
- Es una lástima, Capitán –dijo– yo tenía el compromiso con sus soldados de comernos esta Nochebuena veinte puerquitos asados– y se volvió sonriente a la tropa.
Abon necesitaba una frase para escapar del ridículo y la encontró.
- Las circunstancias me hacen imposible aceptar el ofrecimiento, se desmoralizaría la tropa, señor.
Se dieron las manos, y el delegado barbudo se alejó hasta sus posiciones.
La “identificación” de los masferrerista
El comandante José Quevedo, hecho prisionero durante el combate de El Jigüe se había sumado a las fuerzas rebeldes. Una tarde, víspera de la invasión y a modo de despedida, Camilo preparó una fiesta. Antes hizo llamar a Quevedo.
- Tengo presos unos masferreristas y necesito que los identifiques –le precisó.
- Es difícil, porque yo no tengo contactos con esos elementos -respondió el oficial.
- Es que ellos insisten –agregó Camilo– en que usted puede dar fe de ellos.
- Si es así, tráigalos, para ver si los conozco.
A una señal de Camilo, William Gálvez fue hasta los mulos y trajo sobre el hombro un saco. Quevedo miraba con curioso asombro el bulto. Cuando ante sus ojos fue abierto y descubierto el interior, las carcajadas duraron horas. Varias botellas de ron eran sus presuntos conocidos.
(Narrado por William Gálvez)
El submarino
¿Que todavía no le han contado lo del submarino en las montañas de Villa Clara?
Camilo era así, ocurrente, jaranero, le corría una máquina a cualquiera, de una forma sana. No se podía uno disgustar con él porque no tenía ni una pizquita de maldad, sino que todo era entero, como de una sola pieza
Una vez estábamos conversando de muchos temas y él ve que está un compañero que nos escucha embelesado, como si aquello fuera algo de otro mundo y entonces se le iluminó la cara como solo él sabía iluminarla.
- Bueno, bueno, compañeros, a mi lo que más me preocupa ahora es qué vamos a hacer con el submarino que me manda Fidel desde la Sierra, porque yo sí no sé para qué sirve eso aquí en las lomas de Yaguajay.
Todo el mundo se quedó callado, a la expectativa, y el hombre aquel abrió los ojos en redondo.
- Sí, hay que traerlo porque si Fidel lo manda par algo tiene que servir, así que en cuanto llegue, usted –se dirigió al hombre– tiene la responsabilidad de subirlo hasta acá arriba
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Guillermo Cabrera Alvarez (1943 – 2007)
Periodista y político cubano, fundador de Cubadebate. Inició su vida como periodista en la revista Mella. Fundador de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, y del periódico, Juventud Rebelde, al morir era director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Había trabajado como director de La Calle, Somos Jóvenes y fue subdirector en el diario Granma. Obtuvo el Gran Premio de la Organización Internacional de Periodismo en 1972 por un reportaje a un soldado estadounidense destacado en la guerra de Vietnam.
Galería: Camilo Cienfuegos, Señor de la Vanguardia
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Honduras Contragolpe (+ PDF)
Libro preparado por el diario digital Rebelión
Al momento de la redacción, compilación y edición de este dossier se sigue desarrollando el golpe militar en Honduras, perpetrado el -28 de junio de 2009 contra el gobierno democrático del Presidente Zelaya, quien se ha propuesto reasumir en su cargo , rechazando los condicionamientos que le pretenden imponer -por distintas vías- los sectores que se han autoproclamado- a sangre, fuego y represión- gobierno en Honduras.
Hasta hoy dicho objetivo no se ha concretado. Mientras que, paralelamente el contexto regional da cuenta de un nuevo embate de la derecha. A 50 días del golpe escriben:
Stella Calloni-Atilio Boron-Pascual Serrano-Lidia Fagale-Thierry Meysan-Amy Goodman-Jean Guy Allard-James Crockcroft-Adolfo Perez Esquivel-Fidel Castro Ruz-Michael Parenti-Juan Gargurevich-M.h.Lagarde-Juan Carlos Camaño-Thelma Mejía-Carlos J. Rios-Roberto Bayley-Ernesto Carmona- Andrés Sallari -Genaro Carotenuto- Michel Colom -Organización Fraternal Negra Hondureña y Observatorio Social Centroamericano- Fotos: James —Entrevistas a Armando Sarmiento y Pedro Brieguer.
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“Caravana de la libertad”, en Cubadebate (+ Libro)
Descargar el Libro
El volumen que recoge por primera vez, íntegramente, el itinerario que siguió la tropa rebelde encabezada por Fidel hasta la capital, en los primeros días de 1959, está a disposición de los lectores de Cubadebate, por cortesía de sus autores.
Luis Báez y Pedro de la Hoz, los autores de “Caravana de la libertad” , han narrado el recorrido en 256 páginas bellamente que recogen el testimonio inédito de muchos de los protagonistas de este acontecimiento. El libro fue presentado en La Habana este 13 de agosto, para celebrar el 83 cumpleaños de Fidel.
“Caravana de la Libertad” incluye entrevistas con los Comandantes de la Revolución Juan Almeida Bosque y Guillermo García Frías; además de los choferes de la caravana José Alberto León y Alberto Vázquez; y el general de división Antonio Enrique Luzón, encargado de la seguridad, entre otros.
Báez manifestó que armar la historia fue el primer desafío. “Hubo que realizar una labor de arqueología periodística para reconstruir los hechos”, afirmó De la Hoz, en el Palacio de la Revolución, donde se presentó el libro este jueves.
El segundo reto fue ordenar las imágenes, “las cuales se tomaron de los archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado y de las revistas Bohemia y Verde Olivo. El tercero, que constituyó una gran dificultad, fue precisar los horarios de cada hecho registrado”, afirmaron los autores.
Selección de texto, página 9
El recorrido tenía por objeto transportar la columna en apoyo de los compañeros que iban hacia la capital; yo pensaba pasar rápidamente. Pero en eso se cae, mejor dicho: fue derrocada la tiranía, porque no se cayó: la derrocaron, al dictador y a los que quisieron sustituirlo; en un día se cayeron dos: Batista y Cantillo.
Ese era el objetivo del viaje. Yo no tenía pensado hacer una marcha triunfal, ni mucho menos; me parece que eso estaría un poco fuera de lugar en este momento. Yo me he detenido en los pueblos porque me han detenido en los pueblos, el pueblo. Y no he podido hacer otra cosa que hablar con el pueblo, a pesar de que me parecía que era necesario que estuviésemos en La Habana cuanto antes, y todo el mundo sabía que necesitábamos estar en La Habana cuanto antes; pero ya veníamos en este recorrido, y no podía menos que atender el deseo del pueblo de hablar con nosotros y de saludar a los combatientes del Moncada.
Fidel Castro Ruz Santa Clara, 6 de enero de 1959
Galería: Caravana de la Libertad, páginas de la memoria
Selección de imágenes que aparecen en el libro “Caravana de la libertad”, de los autores cubanos Luis Báez y Pedro de la Hoz. Reseña el recorrido de las tropas rebeldes encabezadas por Fidel desde el 1 de enero al 17 de enero de 1959, día en que llegaron a Pinar del Río para consolidar el triunfo de la Revolución.
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Libro para descargar: Documentos de la Revolución cubana – 1959 (+ PDF)
Libros libres en Cubadebate
Para palpar el primer año de la Revolución y atemperar las contradicciones y obstáculos que tuvo que enfrentar el joven gobierno, aparece el libro Documentos de la Revolución Cubana 1959.
Concebido por los investigadores José Bell, Delia Luisa López y Tania Caram, y publicado por la Editorial de Ciencias Sociales (2006), va más allá de una mera compilación de los documentos que prueban las primeras acciones estatales del Gobierno Revolucionario después de instalarse en el poder tras el triunfo del 1ro de enero.
Con la premisa de trabajar el año 1959 como un año nodal en el posterior desarrollo de la política revolucionaria y el trazado de las principales trayectorias del proyecto rebelde, este libro presenta documentos de diversa índole: desde decretos y leyes hasta órdenes militares y actas de gobierno; un enramado documental que se torna imprescindible para entender los engranajes que le dieron los primeros impulsos a esa Revolución que se instaló a sólo 90 millas de su más encarnado enemigo, en una época en que los movimientos de izquierda necesitaban la esperanza que ahora les llegaba desde una pequeña isla del Caribe.
La mayoría de los documentos no fueron reproducidos después de su emisión original y casi todos debieron ser rastreados en archivos específicos y hasta personales; de ahí la utilidad de tenerlos a mano en un único volumen, sobre todo para conocimiento de las generaciones más jóvenes.
El acceso a esta documentación permite arribar a la certeza de que las medidas tomadas por la Revolución cubana durante 1959 -que plasmaron los sueños del Moncada e iniciaron el camino al socialismo- no fueron, parafraseando a Mariátegui, ni calco, ni copia, sino creación heroica.
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La vida es un eterno batallar – Raúl Castro Ruz (+PDF)
12 mayo 2009
La vida es un eterno batallar - Raúl Castro Ruz
Incluye el discurso pronunciados por Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejo de Estado y de Ministro de la República de Cuba, en el Segundo Período de Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento cubano), el 27 de diciembre de 2008.
También, la entrevista realizada por la periodista Talía González Pérez el 31 de diciembre de 2008, y el discurso pronunciado en el acto por el 50 aniversario del Triunfo de la Revolución, el 1ro de enero de 2009.
Contenido
- Discurso pronunciado en el Segundo Período de Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 27 de diciembre de 2008 / 5
- Entrevista realizada por la periodista Talía González Pérez del Sistema Informativo de la Televisión Cubana el 31 de diciembre de 2008 / 19
- Discurso pronunciado en el acto por el 50 aniversario del triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 2009 / 39
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