Ángel Santo, amado de Dios, que después de haberme tomado, por disposición divina, bajo tu bienaventurada guarda, jamás cesas de defenderme, de iluminarme y de dirigirme: yo te venero como a protector, te amo como a custodio; me someto a tu dirección y me entrego todo a ti, para ser gobernado por ti. Te ruego, por lo tanto, y por amor a Jesucristo te suplico, que cuando sea ingrato para ti y obstinadamente sordo a tus inspiraciones, no quieras, a pesar de esto, abandonarme; antes al contrario, ponme pronto en el recto camino, si me he desviado de él; enséñame, si soy ignorante; levántame, si he caído; sosténme, si estoy en peligro y condúceme al cielo para poseer en él una felicidad eterna. Amén.
Altísimo Dios de todo lo creado. Verdad infalible en quien creo. Clemencia infinita en quien espero. Bondad inmensa a quien amo sobre todas las cosas y a quien me pesa haber ofendido. Te doy gracias por haberme creado, redimido, bautizado, y conservado; y por todos los beneficios que me has hecho hasta ahora. Te ofrezco todos los pensamientos, palabras, obras y sufrimientos de este día con intención de ganar sus indulgencias y aplicarlas por las almas del purgatorio.
No permitas, Padre mío, que te ofenda. Líbrame de las tentaciones del demonio. Dame fuerza para huir de las ocasiones de pecar y vencer mis pasiones. Haz que cumpla con el fin para el cual estoy en el mundo, que conozca tu voluntad, que me preocupe por la salvación de mi alma y por hacer el bien a mi prójimo. Que viva el día de hoy como si fuera el último de mi vida. Para que merezca gozarte en el reino eterno de la gloria.
Te lo pido por los méritos de mi Señor Jesucristo y la intercesión de mi Madre, la siempre Virgen María, de mi ángel de la guarda, de San José, de San(ta)..., y demás patronos y abogados míos. Amén.
Te ofrezco todo lo que soy y lo que tengo... Oh, señora y Madre mía, con filial cariño vengo a ofrecerte en este día cuanto soy y cuanto tengo: Mis ojos para mirarte, mi voz para bendecirte, mi vida para servirte, mi corazón para amarte.
Acepta, Madre, este don que te ofrenda mi cariño y guárdame como a un niño cerca de tu corazón.
Oh Dios que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén
¿Me necesitas? Estoy aquí contigo. No puedes verme, sin embargo soy la luz que te permite ver No puedes oírme, sin embargo hablo a través de tu voz. No puedes sentirme, sin embargo soy el poder que trabaja en tus manos. Estoy trabajando en ti, aunque desconozcas Mis senderos. Estoy trabajando, aunque no reconozcas Mis obras. No soy una visión extraña. No soy un misterio. Sólo en silencio absoluto, más allá del "yo" que aparentas ser puedes conocerme, y entonces sólo como un sentimiento y como Fe. Todavía estoy aquí contigo, Todavía te oigo. Todavía te contesto. Aunque me niegues, estoy contigo. En los momentos en que más sola crees encontrarte, Yo estoy contigo. Aún en tus temores, estoy contigo. Aún en tu dolor, estoy contigo. Estoy contigo cuando oras y cuando no oras. Estoy en ti y tu estas en Mí. Sólo en tu mente puedes sentirte separada de Mí, pues sólo en tu mente están las brumas de "lo tuyo" y "lo mío". Sin embargo tan solo con tu mente puedes conocerme y sentirme. Vacía tu corazón de temores ignorantes. Cuando quites el "yo" de en medio, estoy contigo. De ti misma no puedes hacer nada, pero Yo todo lo puedo. Yo estoy en todo. Aunque no puedas ver bien, el bien está allí, pues Yo estoy allí. Sólo en Mí el mundo tiene significado; sólo de Mí toma el mundo forma; Sólo por Mí el mundo sigue adelante Soy la ley en la cual descansa el movimiento de las estrellas y el crecimiento de toda célula viva. Soy el amor que es el cumplimiento de la ley. Soy seguridad, Soy paz Soy unificación, Soy la ley por la cual vives. Soy el amor en el que puedes confiar. Soy tu seguridad. Soy tu paz, Soy uno contigo, YO SOY. Aunque falles en encontrarme, Yo nunca dejo de encontrarte. Aunque tu fe en Mi es insegura. Mi fe en ti nunca flaquea Porque te conozco, porque te amo.
Padre, en tus manos me pongo, haz de mi lo que quieras. Por todo lo que hagas de mi, te doy gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal de que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi alma entre Tus manos, te la doy, Dios mío, con todo el ardor de mi corazón porque te amo, y es para mi necesidad de amor el darme, el entregarme entre tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre.
Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su Preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. Amen
Ángel Santo, amado de Dios, que después de haberme tomado, por disposición divina, bajo tu bienaventurada guarda, jamás cesas de defenderme, de iluminarme y de dirigirme: yo te venero como a protector, te amo como a custodio; me someto a tu dirección y me entrego todo a ti, para ser gobernado por ti. Te ruego, por lo tanto, y por amor a Jesucristo te suplico, que cuando sea ingrato para ti y obstinadamente sordo a tus inspiraciones, no quieras, a pesar de esto, abandonarme; antes al contrario, ponme pronto en el recto camino, si me he desviado de él; enséñame, si soy ignorante; levántame, si he caído; sosténme, si estoy en peligro y condúceme al cielo para poseer en él una felicidad eterna. Amén.