Hola a todos,

Con la tarea de relajación he podido comprobar cómo se van confirmando, repitiendo ciertas observaciones que hago en mí. Y, aunque no me ha salido exactamente como estaba redactada, esta vez no me ha causado malestar el hecho de que no me saliera completamente “bien”.

La respiración:

No consigo observarla sin intervenir. Cuando no estoy interviniendo es porque no le estoy prestando atención. Creo que mis respiraciones son más profundas y más largas en la inspiración cuando estoy pendiente de ellas que si no lo estoy.

Y no consigo estar atenta a mi respiración todo el tiempo. Cuando se me iba la cabeza por los cerros de Úbeda solía ser a costa de estar atenta sobre todo de la respiración: igual seguía contando e igual seguía recorriendo mi cuerpo, pero no seguía atenta a la respiración.

Por otra parte, la única manera de mantener la atención en la respiración al mismo tiempo que en el cuerpo ha sido llevando la respiración a esa parte del cuerpo, notando al inspirar cómo se “inflaba” esa parte y al espirar cómo se “desinflaba”. Si no lo hago así, o pongo la atención en el cuerpo o la pongo en la respiración, pero no consigo ponerla simultáneamente en las dos cosas. Lo que sí consigo es estar atenta al conteo y a la respiración al mismo tiempo.

El conteo:

Las primeras veces me dio por contar tan rápido como podía, creyendo que así estaba más atenta. Pasaron dos cosas: 1) solía equivocarme entre el 4 y el 6, tanto de subida como de bajada; 2) me di cuenta de que mantenía mejor la atención sobre el conteo junto con la respiración si contaba más despacio. El equivocarme con el 4 y el 6 me hizo pensar en la práctica de las palmadas, en la que también era sobre todo en estos dos números en los que me equivocaba. A ver si va a ser verdad que me pasa algo con estos dos números, o que algo importante pasó a mis 4-6 años…

Juntar el conteo con la respiración y con la atención en el cuerpo me cuesta menos porque para hacer la cuenta apenas tengo que estar atenta. Contar es lo más mecánico del ejercicio y, por lo tanto, lo que “más me sale”. A veces se me iba la cabeza y al volver me daba cuenta de que había seguido contando, de que no había parado de hacer el conteo durante el tiempo en que había “estado fuera”. Otras veces me iba del todo.

Me pasó una noche una cosa muy muy curiosa y que me dio a pensar (ahora lo releo en el diario, y me doy cuenta de que a pesar de lo que me impactó, ya se me había olvidado). Estaba acabando de hacer la práctica, ya iba por el pie izquierdo, y me doy cuenta de que había perdido la cuenta y la atención en la respiración. Me pongo a contar otra vez y, en lugar de “decir” los números, empiezo a recitar mentalmente el Padre Nuestro, mecánicamente, como he hecho tantos años antes de irme a dormir (era como mi tarea). Creo que algo dentro mío no lleva muy bien esta substitución que he hecho de las oraciones por las tareas, porque al pensar en lo que acababa de pasarme me vino un principio de angustia y una oleada de calor y sudor (lo cual, por otra parte, es muy frecuente últimamente en mí). Siento cierta culpa y tengo dudas sobre si estoy actuando correctamente.

Y otra cosa que me ha ido muy bien del conteo es que lo he aplicado haciendo natación y me ha ido superbien: estando atenta tan solo al conteo y dejando al cuerpo nadar y respirar a su ritmo, he aguantado más y sin cansarme tanto. Me ha hecho mucha ilusión encontrarle una aplicación fuera de mi habitación!

La relajación:

Los primeros días me ponía en el “no puedo” y en el “es imposible”, ya que no conseguía atender a la respiración y recorrer el cuerpo a la vez.

Pero al ir buscando las alternativas que he citado antes y poder estar algo más atenta al cuerpo, me ha dado mucho bienestar. Es verdaderamente relajante. Bueno, no sé si relajante es la palabra porque a veces me da cosquilleo, hormigueo, otras veces mucha pesadez sobre todo en los brazos, y más si la combino con la respiración.

No siento tanto las piernas como los brazos.

Aprovecho cuando llego al muslo derecho para visualizar como se recupera de una “lesión” que tiene, cómo se deshincha, cómo circula todo por dentro. Y, alguna vez, no me he dado cuenta hasta después de mucho rato de estar trabajando con ese muslo de que lo tenía tenso.

(Me ha pasado también con la mandíbula o con el dedo pulgar izquierdo, que no me dado cuenta de que los tenía en cierta tensión hasta el final de la práctica, al hacer un repaso de todo el cuerpo.)

En cuanto a la lectura: me ha gustado muchísimo la primera parte, la distinción entre los eventos y los estados. Es algo que se me olvida y quisiera recordar mucho más a menudo. El resto de la lectura me ha parecido claro y algo repetitivo en sí mismo y respecto a otras lecturas que hemos hecho ya en el grupo.

Muchas gracias a todos por vuestra ayuda. Un beso grande,

J

Reporte de la Tarea 4.

Hola a todos.

Decidí usar la postura de Sufí por las noches y por las mañanas en el borde de la silla.

He querido hacerlo en Sufi, para enseñarle al cuerpo una postura nueva y ver qué reacción tiene, y también porque tengo la sensación de que al obligarme a hacer algo desacostumbrado, la voluntad de alguno de mis “yoes” se fortalece.

Estoy viendo que los ejercicios donde se requieren movimientos físicos como el caso de la tarea anterior, se me dan mejor que hacer la relajación.

Estoy más lúcido, más atento y con más energía para observarme haciendo esas tareas.

Sin embargo la relajación me cuesta mucho, me pongo nervioso, la mente quiere controlar, y el querer relajar desde la mente cada parte del cuerpo es lo que impide que se relaje, se serene.

Aprendí hacer la relajación profunda, y tumbado en la cama, poniendo la respiración en la zona, hasta sentir latidos en ella, y así, escaneando todo el cuerpo, me sentía expandido, el pecho libre, y sin peso, como flotando.

En esta tarea no lo podía hacer así, pues necesitaba sincronizar el conteo en la respiración. No me resultó difícil sincronizarlo, por las noches lo hacía bien, pero con la postura de Sufi, a los 6 o7 minutos en las piernas sentía dolor, casi ardía, me levantaba en posición de gato, para descansar, y continuaba. Conteo, respiración y dolor.

Pero creo que ese dolor, era una bendición, porque sentía que las piernas estaban como revividas. Mi mente decía ¡ay que dolor!, y mis piernas las sentía vivas.

Una mezcla entre hormigueo intenso y centenares de pinchazos continuos que era como un tipo especial de masaje.

Me meto en la cama, y los pinchazos que ya me eran agradables, seguían ahí, y pensé que podría hace el “llenado”. Un ejercicio que nos enseño Carlos.

Bueno, no supe hacerlo bien.

Por las mañanas no he podido relajarme, los conteos y respiración estaban sincronizados, pero me ponía nervioso cuando intentaba relajar.

Me cuesta soltar, confiar, entregarme, porque mi mente quiere controlar.

A pesar de ello, si siento que tengo “yoes” más fortalecidos.

Referente al Texto;

Lo leo varias veces, me gusta leer, y soy conciente que muchas veces lo hago por el gusto de aprender. Mi ego, o esos “yoes” (aún no lo se) se sienten bien alimentados, y después compruebo que he olvidado muchas cosas de lo leído.

Sin embargo en otras ocasiones, cuando he estado en un estado, como decirlo, de mayor sinceridad conmigo mismo, más receptivo y donde buscaba respuestas sinceras, milagrosamente las respuestas me venían al leer el texto en el momento más oportuno. La impresión es totalmente nueva para mí, de leerlo mecánicamente, a recibirlo como un maravilloso regalo de ahí “arriba” y en el momento justo.

La sinceridad conmigo mismo es lo que más necesito trabajar, mi parte mecánica se resiste muchísimo. Siento angustia y bloqueo mental cuando quiero trabajar la sinceridad, le angustia al ego que quiera sincerarme, y me ataca con esos mareos. Voy comprendiendo la salida. Carlos siempre me lo recuerda. No poner la atención en esa angustia y bloqueo, y ponerla solo en el Trabajo. Sintiendo desde el cuerpo, bien anclado en el cuerpo.

Roberto