Estoy en mi cama, me he quedado dormida y tu recuerdo se cuela entre
mis sueños. Mi mente te proyecta y te veo. Tu cuerpo desnudo sobre el
mío, yo desnuda bajo el tuyo. Extiendo mis manos queriendo acariciarte
y no te alcanzo, arqueo mi espalda para que mi sexo roce el tuyo y
excitado me penetre, me monte, galope sobre mi valle húmedo, se adentre
en el sudor del placer que se escurre por mi entrepierna y hace arquear
más mi espalda pero no te alcanzo y un espasmo se adueña de mi cuerpo,
una fiebre agónica me sacude y tirito, copulo con tu imagen que sólo es
aire y mis manos que son tu sexo me penetran con sus dedos y me
engañan, juegan con mi sueño, se disfrazan de tu imagen, satisfacen
este dolor vaginal causado por el placer de sentirte y no tenerte.
Los dedos se multiplican frotando, fregando el botón de mi rosita que
crece, se moja, mi boca que besa el fantasma de tu boca, mi lengua se
asoma, te busca, mi nariz olfatea queriendo encontrarte y sólo copulo
con el aire.
Estás, te veo, te siento, como un fantasma acaricias mi cuerpo, sales
de mi vagina y recorres mi vientre, subes hasta mis pechos, los
acaricias, los pellizcas. Mis piernas se extienden, se abren, te
esperan y sólo copulo con el aire.
Te adentras en mí, mi brazo se mueve a su propio ritmo y me lleva junto
contigo a un desvarío donde ya no sé si duermo, si sueño o realmente
estás ahí. Gimo, mi garganta clama por la saliva de tu boca, tu sexo,
mi mano que me pierde hasta que la pequeña muerte me lleva al más allá.

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