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General: La teología de la liberación y la política.
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De: elsantaneco  (Mensagem original) Enviado: 12/06/2006 20:30

La teología de la liberación y la política.

La teología de la liberación. ¿Qué es la teología de la liberación?  Bueno la teología de la liberación ha sido vista e interpretada desde el punto de vista religioso; y sólo exclusivamente religioso. Por consiguiente, en está intervención no quiero hacer una interpretación de la teología de la liberación, sino un análisis de la misma, pero desde un punto de vista no religioso, sino estrictamente social. Pero antes de entrar a dicho análisis quiero hacer la siguiente observación. (Hay dos formas de interpretar la teología de la liberación: la forma Europea, qué es mediocre y ambivalente, y la interpretación Americana, definida y concreta)

Análisis: Sí, analizamos la teología de la liberación en realidad no es una teología nueva dentro de la Iglesia, sino por el contrario es una teoría propiamente original. Es decir, es el propio remanente de la inspiración Cristiana.

Empero, para comprender mejor esto, debemos de analizar por separados los términos compuestos, términos que dicho sea de paso, la dan al enunciado un doble fondo, es decir (titulo y acción, o sea sustantivo y verbo) Por lo cual, separemos el sustantivo del verbo; y tenemos de, Teología de la liberación; Teología  por un lado, como sustantivo, y liberación como acción.  Si a teología de la liberación la quitamos DE Liberación nos quedamos sólo con el sustantivo Teología. Entonces, para aun profundo análisis filosófico, debemos de analizar el sustantivo Teología.   

La teología: La teología en su parte que trata de Dios es su razón de ser, pero es considerada como ciencia social por su parte cultual. La parte cultural de la teología es la que mueve e influye como patrón de conducta social en los pueblos. Por ejemplo, en el mundo occidental dominada mayoritariamente por la fe Cristiana, la navidad, la semana santa son una tradición y parte de la cultura de los países. Aunque las tradiciones sean particulares en cada país, en cada región, pero el origen es el mismo. Son tradiciones, como por ejemplo, la visita de Santa Claus, con juguetes para los menores en navidad, que se convierte en una forma social de vivir y la fiesta misma en una conducta social. Lo mismo podemos decir de la semana santa. Con todas las tradiciones, costumbres, comida especiales en algunos pueblos, etc., hacen de la semana santa , más que una actividad religiosa un gran evento social.

Lo mimo podemos decir de la gran influencia de la teología en el hecho de humanizar socializar, y porque no decirlo, ¡sensibilizar!, el hecho de la muerte. Un entierro tiene una gran cantidades de ritos y reglas sociales, que forman también parte de la cultura de los pueblo. Se puede decir cultura porque cada pueblo, y cada país según a la religión que pertenezca así celebra sus funerales.  Lo mismo podemos decir, aunque es todo lo contrario, la gran influencia social de un matrimonio. El matrimonia aunque tenga generalmente en los países cristianos dos ritos, es decir, el enlace civil y el eclesiástico, pero no podemos perder de vista que el enlace eclesiástico es el que provoca una gran pasión social. Son en fin, muchas las cosas, costumbres y tradiciones sociales que son, se puede decir, de origen teológico.  Y por esto, es que la teología es considerada por la comunidad científica como una ciencia social.

Hoy veamos la acción liberación del sustantivo Teología. ¿Liberación de qué? Está seria la pregunta más correcta que todo católico critico, con la teología de la liberación, se debería de hacer. La liberación que proponen los teólogos americanos, es la liberación social, es decir, la liberación de los pueblo de la pobreza, de la esclavitud social provocada por la miseria. En este sentido, los teólogos no pretenden “modernizar” la iglesia sino humanizarla. Pero esto, no es nada nuevo para los Cristianos puesto que el mayor mandamiento es “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Por consiguiente, no estamos ante una liberación de orden religioso, ni de una “revolución” religiosa, sino ante una liberación social de los pueblo; es pues la acción dirigida hacia el exterior y no hacia el interior de la Iglesia.  ¡Me temo, que quizás los sacerdotes más fieles a la Iglesia misma y a su fe son los de la teología de la liberación!

El tabú y la ambivalencia europea. En muchos fieles católicos europeos se puede ver una hipocresía a la hora de tratar el tema de la teología de la liberación. Lo que más les asusta es su “vinculo con la política”. Les da miedo pensar que la teología de la liberación esta mezclada con la política. Pero cabe preguntarse ¿a que le tienen miedo? ¿Al hecho que la teología de la liberación, se asemeja a los postulados comunistas, o el simple hecho político? ¿Pero si es al simple hecho político, porque no dicen nada estos puritanos cuando los curas se meten en la política derechista a coquetearle a los opresores?

La política. ¿Qué es la política? Es un pecado, como dicen egoístamente los evangélicos? No, la política puede ser un pecado para una persona inculta, y poco racional. La política al igual que la teología es una ciencia social. Y el objetivo social de la política es organizar a la sociedad. Se puede decir en este sentido que todo acto o mecanismo organizativo siempre cuenta con “partículas” de las ciencia política o simplemente de la política como ciencia aplicada.  Queriendo decir esto que la política es tan natural, como las matemáticas mismas, porque lo cual es simple y sencillamente ignorante, creer que puede ser un pecado, hacer política.

¿Qué es hacer política? Hacer política es organizar. Toda persona que este organizando una actividad social, como puede ser un acto religioso, o simplemente social, está aplicando la política porque esta aplicando el principio de organización. Ahora bien, si unimos el fenómeno de la capacidad de “convocatoria” que tiene la teología con el objetivo científico de la política que es el de organizar, vemos que ambas se unen indirectamente, o sea, la teología y la política se unen.

Por otra parte, la misma inspiración divina está llena de acciones política, como la liberación de Israel de Egipto por Moisés, la reconquista de Canaán por Josué, la Liberación del asedio bajo el cual tenían los Filisteos a Israel, por David, etc. Sin embargo, el mero hecho de liberar a los pobres de la pobreza, o sacarlos de la pobreza, es una acción social más que político teológica. Teológica porque la misma teología es una ciencia social, y como tal también se ve afectada con la descomposición social de un pueblo.  Un vivo ejemplo de esto: En una zona de la bella ciudad de Santa Ana mi ciudad natal, en su campiña había una tradición dominical en la ermita de la zona. Una bellas ermita rodeada de cafetales. La tradición consistía en celebrar una misa, y después sacaban una virgen, para finalizar comiendo en el gran patio muy bien cuidado de la Iglesia. Dicha tradición desapareció en parte por el crecimiento de la pobreza y en parte por el auge de las sectas. La pobreza pues, no sólo es un mal social a combatir por la misma dignidad humana, sino también porque está produce deterioro cultural en los pueblo.

Pues en este caso, que la teología de la liberación use la política para liberar a los pueblo no es un desagravio a la teología sino una acción natural, tan natural como el dependiente debe de usar las matemáticas para devolver correctos los “vueltos”.  Evidentemente no se trata del uso de la política como el arte de mentir para beneficio propio, sino para servir al pueblo. Porque la política es una ciencia creada por el hombre para servir a sus semejantes, la política real pues es la que está el servicio del pueblo.  La teología de la liberación en este sentido se pone no en contra de sus principios teológicos al usar la política, sino  por el contrario al servicio de su prójimo, y en consecuencia practica su verdadera naturaleza social. 

En este punto estamos ya propiamente en la separación del sustantivo a la acción. La liberación de un pueblo de la pobreza, es la acción de sacarlo de la pobreza. Pero en está acción científicamente hablando ya la teología no tiene competencia, porque se trata de organizar a al gente de modo que tengan una vida más justa y más digna. Y para esto es necesario pensar en acciones de sentido político económico. Y es he aquí, donde los teólogos de la liberación miran hacia las teorías económicas socialistas o comunistas, porque dentro de las ciencia económicas, son las únicas que estudian la forma de repartir justamente las riquezas; curiosamente al igual cómo lo pretendieron hacer los apóstoles o primeros cristianos y es lo que Rutilo Grande predicaba y por lo cual la derecha lo mando a matar. Y es que sacar a la gente de la pobreza significa darle trabajo, darle vivienda digna, y para esto el nivel de organización debe de ser político, porque se trata de un nuevo concepto de repartiendo de las riquezas, o bienes como decían los primeros cristiano o apóstoles. Se trata pues de organizar a la gente no para  que vallan a misa, ni a una boda, sino para la creación de las riquezas sociales. Para que la gente valla a la misa o al culto con su barriga llena, y su “corazón”contento.

Si a la teología le quitamos la acción liberación, nos quedamos con un sustantivo mudo e hito. Hito en su fondo histórico y vació hasta del mismo sentido bíblico, como mudo en la acción social. Porque sin acción hasta las mas viejas tracciones tienden a desaparecer.  Por ejemplo, una tradición según muchos, de más 500 años de existencia, estaba a punto de desaparecer de la ciudad de Chalchuapa una ciudad salvadoreña situada a unos 20 kilómetros de Santa Ana. Se trata de sacar a la virgen de los milagros por las calles principales de la ciudad. Tradición que se retomo con la llegada del FMLN a la alcaldía municipal. Y como se comprenderá no es de extrañar que los teólogos de la liberación simpaticen con el FMLN, un partido que también apuesta por la liberación social y cultural del pueblo salvadoreño. En consecuencia la teología de la liberación apuesto por el rescate de todo las valores humanos, sin limitarse hipócritamente como hacen otros teólogos pasivos a los asuntos religiosos.

Es necesario pues, poner las cosa en su sitio.

ELSANTANECO .

 



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Resposta  Mensagem 2 de 19 no assunto 
De: matilda Enviado: 12/06/2006 21:26
elsantaneco:
 
Me gustó mucho el abordaje que realizas sobre el tema de la Teología de la Liberación,sobre todo porque junto con La teoría de la dependencia ,constituyen dos paradigmas propios de latinoamérica y como tales debemos rescatarlos.Mi visión escapa a la creencia religiosa,pero ya desde lo histórico,ya desde lo sociológico ,me parece que es hora de ir reinvindicando nuestras luchas cotidianas.Por mi parte opino que,la TL nos es útil como categoría más abarcativa que supera disyuntivas como campesinado / obrero y nos refiere directamente al pobre: sujeto de la lucha y de la historia latinoamericana.
Tengo aquí una pequeña parte de un trabajo de investigación que hice sobre la TL,como aporte nomás,aunque es más extenso y en la investigación fué muy enriquecedor conocer las experiencias de Brasil,Nicaragua y El salvador.
Decir que América Latina es en su gran mayoría cristiana es casi una tautología,de allí el valor de rescatar la Teología de la Liberación como agente movilizador de liberación,fuera de los partidos políticos y las eventuales "elecciones democráticas" emerge como una conciencia aglutinadora y transforma al pobre en protagonista de su propia historia,en hacedor de su praxis y en luchador solidario.
 

La teología puede ser definida como instrumento intelectual de una fe en Dios articulada, pensada y asimilada teóricamente. En este sentido, al igual que la filosofía y el arte, es una creación de la cultura de su tiempo y con ella interactuará. Expresa las expectativas, las preocupaciones reales y las ideologías de su tiempo. (:::)Como especulación idealista se diferencia de la “religión del pueblo” impregnada de materialismo y práctica, expresando la dualidad fundamental de toda ideología religiosa que desmiente la aparente homogeneidad doctrinaria.

Aunque su punto de partida lo constituyan dogmas y verdades no pasibles de comprobación científica, si examinamos críticamente las causas objetivas y subjetivas de las varias teologías, podremos saber cómo piensan las iglesias, cuáles son los temas de sus reflexiones y los vínculos que establecen en sus actividades concretas.

Seguimos aquí la definición gramsciana de la religión como una forma particular de ideología. Es tanto una concepción del mundo como una norma de conducta práctica, y es analizando la función histórica de cada ideología religiosa como apreciaremos su carácter activo y progresivo o pasivo y conservador, y las actitudes hacia las que conduce. La reflexión teológica puede constituirse en un estímulo para reflexiones más amplias o cerrarse dentro de conceptos mezquinos y limitados. Puede incentivar al hombre a abrirse a la problemática del mundo o inducirlo a la enajenación “narcótica” de la realidad, dependiendo esto de su utilización, del contexto y del grupo social en el que sea producida.

En definitiva, la religión no es, automáticamente, el “opio del pueblo”. Únicamente llega a serlo cuando, rebasada por una concepción superior del mundo, impide toda evolución y es freno para la emancipación de las masas. Pero también puede representar una “necesidad”, proporcionando a las clases subalternas la base ideológica para una acción positiva. Este planteo lo veremos retomado en muchos teólogos liberacionistas.


Génesis de la Teología de la Liberación: la tradición profética

Para enmarcar la TL en la historia del cristianismo y hacer inteligible su emergencia en el contexto latinoamericano del último tercio del siglo XX, iniciaremos el análisis considerando los dos paradigmas de Iglesia cristiana que se han alternado desde su surgimiento. Asumiendo que la Iglesia es para el cristianismo el instrumento de concreción del Reino de Dios, ambos modelos divergen en cuanto a su contenido y el momento de su realización.

La Iglesia de la cristiandad adopta una concepción dualista, ahistórica y jerárquica. Afirma la existencia de dos ámbitos, lo sagrado y lo profano, irreconciliables y de disímil importancia. El plano espiritual, por ser eterno y no estar sujeto a vicisitudes terrenas, es superior al temporal. A la Iglesia corresponde el primero, ajeno a los avatares históricos y morada del Reino de Dios

La Iglesia profética o Iglesia fermento parte de una concepción monista, histórica y servicial. Al ser lo sagrado insito a lo profano, ya no es necesario tender un puente entre lo espiritual y lo temporal, porque no existe separación entre ellos. La Iglesia realiza su labor en el mundo, y por ende el Reino de Dios se concretará en la historia y posee contenido humano.

Luego de tornarse en el siglo IV con el emperador Constantino una religión oficial, el cristianismo fue gradualmente perdiendo su aspecto místico y profético, sufriendo fuertes influencias del pensamiento griego y del espíritu legalista romano. Éstas se manifestaron en la formulación de la fe, en la elaboración de la estructura eclesiástica y en el comportamiento de la jerarquía. Desde entonces el modelo de la Iglesia de la cristiandad, dotado de una sólida formulación teológica y filosófica, sería el hegemónico, marcando la opción de la institución eclesiástica por el compromiso con las autoridades.

Pero a pesar de la imposición de la forma del culto y de la moral el pueblo continuó interpretando muchos elementos del cristianismo de forma pagana, reverenciándolo mediante formas devocionales marcadas por un dualismo entre cielo y tierra, entre reino de Dios y mundo, según sus costumbres anteriores. Se manifestó de este modo una discrepancia entre la fe bíblica y la teología de la Iglesia, de un lado, y de otro entre las representaciones populares de la fe y sus prácticas.

El sistema teológico tomista lo dotó de expresión intelectual. Este cristianismo medieval, como luego el tridentino, se centró autoritariamente en la institución jerárquica de la Iglesia, estableciendo un comportamiento ético-religioso para todos los fieles como elemento de sumisión a la autoridad eclesiástica.

La doctrina de la inmortalidad y del premio-castigo eterno fue utilizada como soporte de la obediencia a la Iglesia. El Dios cristiano se tornó el Dios de la ira, y la principal tarea del creyente, evitar el castigo divino. El buen fiel no se interesaba por cosas de este mundo sino sólo por la salvación de su alma. La experiencia de Dios era colocada en el contexto de la renuncia al mundo, y los santos sólo podrían serlo refugiándose en la Iglesia.

1H. Portelli, Gramsci y la cuestión religiosa, Barcelona, Laia, 1977.

Con el ascenso de la burguesía, la constitución de los estados nacionales y la progresiva secularización, la idea de una institución nacional decayó. La Iglesia como estructura política y económica asumió forma corporativa. La relación orgánica entre derecho civil y derecho canónico se desmoronó y la Iglesia perdió el control jurídico de la sociedad política. Ello fue compensado por la elaboración de una cultura y una ética dirigidas al perfil inmediatamente personal del individuo más que al social, persiguiendo el dominio del ámbito familiar.

El contexto latinoamericano

La década de 1960 en AL fue el contexto propicio para la gestación de la TL, planteando a la Iglesia un triple desafío. A la coyuntura económico-política del continente se añadió la renovación intraeclesiástica y nuevas herramientas teóricas, tres factores que confluyeron en la elaboración de una teología política inherentemente latinoamericana.

La creciente concentración de la renta y la centralización política en conjunción con el congelamiento salarial provocaron una fuerte radicalización popular, frente a la que surgieron como medidas de control la Alianza para el Progreso, la lucha antiguerrillera y la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN).

Ante la insuficiencia del modelo desarrollista y su gobierno formalmente democrático, se inició la época de regímenes dictatoriales amparados en la DSN, que desencadenaron violentas represiones contra el pueblo, obreros, campesinos, cristianos comprometidos, líderes sindicales y partidos populares.

Es dentro de este proceso revolucionario y popular, sobre todo a partir de la época de la dictadura explícita del gran capital, que podemos entender la evolución política de los católicos y de la iglesia latinoamericana. Su originalidad está ligada a la situación de miseria y pobreza de AL, en la cual los pobres han tomado conciencia y han irrumpido en la historia buscando su liberación. Fue en el marco de toma de conciencia crítica y de acción social de grupos de cristianos en el seno de la lucha de los movimientos populares que surgió la exigencia de una nueva teología, que por ello sería una teología de la praxis, surgida en un contexto social y un momento histórico determinado.

En síntesis, era la situación objetiva de subdesarrollo latinoamericano la premisa para el impulso hacia la liberación, que de hecho había ya estimulado en variadas regiones la organización de los sectores populares para la lucha. La nutrida participación de los cristianos en estos movimientos planteaba el interrogante sobre el carácter que ella debería tomar. De la reflexión sobre tales prácticas -momento inaugural- emerge, a modo de sistematización teórica y como una segunda instancia, la TL como respuesta de un grupo de teólogos latinoamericanos fuertemente comprometidos social y políticamente1.

Los aportes socio-analíticos que analizaremos en el próximo parágrafo no podrían haberse encauzado en la dirección de la TL si no se hubieran producido también importantes modificaciones al interior de la Iglesia Católica. El papado de Juan XXIII (1958-63) creó un nuevo clima interno, posibilitando la irrupción de una vigorosa corriente profética en su seno que alcanzó las cúpulas eclesiásticas. La encíclica Mater et Magistra (1961) inició la ruptura con la Iglesia de la cristiandad. Al hacer hincapié en las “tareas terrenas” y propiciar un acercamiento al mundo real, especialmente a los trabajadores, marcó un quiebre con respecto a la doctrina social de la Iglesia manifestada en las encíclicas Rerum Novarum (1891) de León XIII y Quadragesimo Anno (1931) de Pío XI, paternalista y disciplinante. Buscando “introyectar el evangelio en las venas del mundo moderno”2, el impulso en AL de la Pastoral de Conjunto fomentó la creación de consejos presbiterianos que iniciaron el análisis social de la situación de los grupos en los que desarrollarían su tarea evangelizadora.

El Concilio Vaticano II (1962-65) implicó la apertura de la Iglesia al dialogo abierto con los procesos del mundo y de la sociedad moderna. La búsqueda de coincidencias del cristianismo con realidades terrenas, significó la desarticulación del sistema teológico medieval y la tradición contrarreformada.

En 1968 se reunió en Medellín la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) para aplicar a AL los documentos conciliares Gaudium et Spes y Lumen Gentium. Pero las condiciones de vida en el Tercer Mundo mostraban que los adelantos modernos eran también un medio de dominio de los países ricos sobre los pobres, creando un submundo de miseria al que la Iglesia también debía atender. Aquí se prefiguró la opción por los pobres cuyo desarrollo continuaría en la CELAM reunida en Puebla en 1979.

Se produjo entonces un dislocamiento ideológico-político al interior de la Iglesia, orientándose amplios sectores de ella hacia movimientos populares empeñados en la transformación social. La Iglesia de los pobres, popular o profética marcaba una ruptura con el papel eclesiástico tradicional, consecuencia del compromiso cada vez mayor asumido por el mundo católico latinoamericano en los conflictos sociales que caracterizaban el período.

En suma, la TL no nació como una escuela de pensamiento más, procedente de las universidades o los centros teológicos, o, aún más, fruto de una reflexión post-conciliar europea, sino y sobre todo del esfuerzo original en nuestros países en pos de otra forma de hacer teología, entendida como reflexión crítica de la praxis histórica. El contexto de toma de conciencia y acción social y política de grupos de cristianos en el seno de la lucha de los movimientos populares fue el que motivó la exigencia de una nueva teología. Es por ello que no se comprenden las proposiciones de la TL aisladas del contexto de las prácticas sociales, políticas y eclesiales de AL, ya que constituye ablación, a nivel teórico, de lo que grupos de fieles venían realizando en sus vidas concretas.

Nuestra cuestión está pues planteada. Teología de la liberación quiere decir: establecer la relación que existe entre la emancipación del hombre –en lo social, político y económico– y el reino de Dios.”

Gustavo Gutiérrez3

1 La fecha de publicación de Teología de la Liberación (1971), obra pionera del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, a quien se suele considerar su padre fundador, da inicio formalmente y hace visible el proceso.

2 Mater et Magistra

3G. Gutiérrez, A forza historica dos pobres. Teologia da Liberta챌ao, Petrópolis, Vozes, 1976, p. .




Resposta  Mensagem 3 de 19 no assunto 
De: mfelix28 Enviado: 12/06/2006 22:17
Mira, Santaneco, respeto las creencias religiosas de cualquiera, pero hay una cosa clara, la Iglesia Católica, debido a su larga experiencia de como mantenerse en el poder, sabe que no se pueden poner todos los huevos en el mismo cesto.
Y de la misma forma que te sale un Moseñor Romero , te sale un capellan castrense argentino o un obispo venezolano defendiendo lo indefendible, y así, gane quien gane, siempre tendrá uno de los suyos en la pomada.
En la Iglesia española, tenías obispos  que proponían canonizar a Franco , hasta obispos amenazados de destierro, curas que predicaban la "guerra santa" y curas obreros cofundadores de sindicatos.

Cuando leí esto, y ví quien lo firmaba, se me confirmaron las sospechas,
http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/TL
/documentos/ratzinger2.htm

Si se trata de dar un juicio global, hay que decir que, cuando uno busca comprender las opciones fundamentales de la teología de la liberación, no puede negar que el conjunto tiene una lógica casi irrebatible. Con las premisas, por una parte, de la crítica bíblica y de la hermenéutica fundada en la experiencia y, por otra, del análisis marxista de la historia, se ha logrado crear una visión de conjunto del cristianismo, que parece responder plenamente, tanto a las exigencias de la ciencia como a los desafíos morales de nuestro tiempo. Y por lo tanto, se les impone a los hombres de inmediato la tarea de hacer del cristianismo un instrumento de la transformación concreta del mundo, lo que parecería vincularlo con todas las fuerzas progresistas de nuestros días. Se puede, entonces, entender cómo esta nueva interpretación del cristianismo atrae más y más a teólogos, sacerdotes y religiosos, especialmente a la luz de los problemas del Tercer Mundo. Sustraerse a dicha interpretación, necesariamente tiene que aparecer ante los ojos de ellos como una fuga de la realidad y como un abandono de la razón y de la moral. Pero si, de otro lado, se piensa en cuán radical es la interpretación del cristianismo que se deriva de ahí, entonces se vuelve más urgente el problema de qué puede, y debe hacerse frente a la misma.

[Fuente: Cardenal Joseph Ratzinger. “Presupuestos, problemas y desafíos de la Teología de la Liberación.” Paramillo 5 (1986): 574-580. También en La Segunda, Santiago de Chile, jueves 5 de enero de 1984

Resposta  Mensagem 4 de 19 no assunto 
De: matilda Enviado: 12/06/2006 23:08
Fíjate Félix ,esta es otra parte del trabajo................ahora que mencionás a Ratzinger.
 

Respuestas a la TL: el Vaticano se alinea con Estados Unidos

Los prácticamente coincidentes arribos de Karol Wojtyla al Vaticano y de Ronald Reagan a la presidencia de EEUU implicaron la constitución y el lanzamiento de la “revuelta” conservadora. Esta plataforma anticomunista se tradujo rápidamente en AL en una cruzada contra los cristianos de izquierda auspiciada por un neoconservadurismo y una nueva derecha resurgentes con fuerza a nivel internacional.

No tardarían en hacerse visibles las coincidencias entre ambas derechas. El intercambio de visitas se concretó en 1984 con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas mutuas. Esto puede ser interpretado como la comprensión de la identidad de estrategias globales, así como de la existencia de una política exterior coincidente y de similares objetivos y adversarios hacia AL: la TL y el FSLN.

La TL recibiría el doble ataque de fuerzas religiosas, trasluciéndose en ambos la utilización de lo religioso con finalidad política. Al interior de la Iglesia católica sería fustigada por la Curia, erigida en representante de las corrientes conservadoras. Por fuera sería la derecha protestante, el pentecostalismo, el segundo protagonista en esta ofensiva.

La nueva teología latinoamericana afectaba la “unidad de la Iglesia”, que en adelante no admitiría pluralismos ni heterodoxias, restaurando incluso posiciones preconciliares y procurando el control sobre cualquier criterio o actuación discordante a la doctrina oficial romana. Lo que estaba en discusión era, ni más ni menos, la hegemonía al interior de la institución católica en el continente que constituía su base social.

La “Iglesia de neocristiandad”1 basaría en la ortodoxia doctrinaria, la centralización de decisiones y la revitalización del papado y las jerarquías eclesiásticas su hostigamiento a los antagonismos internos facilitadores de la expansión de la amenaza marxista. A ello se sumaría una vasta red de instituciones y militantes laicos. Así, el Opus Dei, convertido por Juan Pablo II en prelatura personal, extendería capilarmente en la sociedad su influencia ideológica, política y económica.

Al constituir lo fundamental de la arremetida vaticana su faceta doctrinaria, sería su actor principal la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe y su entonces prefecto, hoy Benedicto XVI, el Cardenal Joseph Ratzinger. Su estrategia de ataque incluyó reuniones con la jerarquía eclesiástica de AL y el fomento de las comisiones doctrinales de las Conferencias Episcopales, la ordenación de cardenales latinoamericanos, la elaboración de documentos, el estímulo a organizaciones de laicos adictos, las repetidas visitas papales y de enviados vaticanos y el juicio a teólogos liberacionistas.

Vemos entonces cómo, ante la crisis de hegemonía y para recobrar el control de las clases subalternas, la reacción vaticana se dirigió tanto a una reorganización de la sociedad civil como a la recurrencia a fuerzas de la sociedad política. Los mass-media católicos, pilar del aparato ideológico eclesiástico, cumplieron una función ideológicamente homogeneizante. El refuerzo de algunas de sus organizaciones (laicas o religiosas) y la fijación de principios y directivas marcó una reestructuración defensiva y una disminución de la influencia de la corriente ortodoxa. En un contexto de necesaria lucha, el aparato ideológico de la Iglesia se hizo esencialmente represivo, y la opción por los pobres presentó a su debido tiempo una factura de víctimas que se sumó a la del campo popular.

El discurso de la monolítica ortodoxia cristiana, encapsulada en la tradición resistente a las reformas liberales o seculares y centrada en la ley moral, se basó en la atribución a la TL de reduccionismo y exterioridad en función de su identidad política.

A las divergencias teológicas en torno a la salvación, el pecado, la praxis, la liberación y sobre enfoques cristológicos y eclesiológicos, se agrega, como punto de mayor fricción, el uso del marxismo como herramienta de análisis de la realidad. Lo que el Vaticano ataca en nombre de principios doctrinarios esconde mal un temor a la radicalización política y a los riesgos de división interna.

Parece claro que cuando el Papa u otros objetaban la injerencia del clero en la política, su preocupación verdadera era un tipo particular de aquélla, aun cuando se expresara en términos de principios generales. Así, los sacerdotes que colaboraron con el gobierno sandinista fueron suspendidos, en tanto que el Cardenal Obando, que denunció a los sandinistas en toda oportunidad, olvidándose de denunciar el accionar de los “contras” apoyados y solventados por EEUU, celebraba misa con ellos en Miami y su autoridad era legitimada.

En cuanto a EEUU, la TL constituía un problema de seguridad nacional y un reto doméstica al evangelismo articulado con los “neoderechistas”. A partir de la presidencia reaganiana, y en consonancia con las posturas de la resurgente derecha, la ofensiva religiosa sería una actividad permanente, intensiva, organizada y estructurada como elemento de la política exterior estadounidense y factor central en la lucha ideológica internacional.

Los síntomas de este malestar ya se advertían desde la década del ’60, cuando Nelson Rockefeller advierte, a raíz de su visita, sobre los cambios producidos en un campo tradicionalmente defensor del statu quo: “vulnerable a la penetración subversiva, lista para echarse encima una revolución si fuera necesario para terminar con la injusticia”, “la Iglesia Católica ha dejado de ser un aliado de confianza para los EE.UU. y la garantía de estabilidad social en el Continente”2. Volvería a serlo años después.

Este diagnóstico motivó una nueva etapa de incursión protestante. La “Iglesia Mormona”, “Secta Moon” y “Hare Krishna”, entre otras, penetraron en los países importantes económicamente o con conflictos políticos. La explosión de la “misión evangelizadora” de la década del ’80 se compondría, además, de los grupos que habían arribado a principios de siglo con misioneros estadounidenses -Adventistas del Séptimo Día, Testigos de Jehová, Pentecostales-, de los surgidos internamente y de la “Iglesia Electrónica”, cuyos tele-evangelistas contribuirían a la manipulación de la fe a través de los medios masivos de comunicación.3

Estos grupos contaron desde los “80 con ingentes recursos del tesoro norteamericano para infraestructura, destinados a conseguir seguidores y espacio en la vida económica y política. Fueron la base de una doctrina política con fachada religiosa dirigida “a contrarrestar (no a reaccionar en contra) la Teología de la Liberación, tal como es utilizada en América Latina por el clero a ella vinculado.”4: “una doctrina política disfrazada de creencia religiosa con un significado antilibreempresa y antipapal, para debilitar la independencia de la sociedad del control estatista. (...) Así vemos la innovación de la doctrina marxista vinculada a un viejo fenómeno religioso y cultural.”5

Utilizadas como instrumento de manipulación ideológica de la base social que constituye la fuerza principal del cambio social, tienen en común el favorecer una actitud pasiva ante la realidad sociopolítica, operando como factor desmovilizador. También resaltan los valores de la ideología de la clase dominante, fomentando el individualismo y el modo de vida norteamericano como caminos hacia la salvación y dando legitimidad al sistema social que representan.

En síntesis, Juan Pablo II y Reagan fueron el resultado del avance conservador gestado como reacción a experiencias de renovación previas. Aún cuando el primero criticara la invasión de sectas en AL y el Vaticano hubiera optado por un discurso antiliberal, compartían un acuerdo básico, sustentado en la democracia política con economía capitalista. Por ello sus adversarios eran también comunes, y para combatirlos primaría la ideologización de una lucha que era política.

Se nos presenta aquí la otra cara de la iglesia, la de su opción conservadora. Quizás éste constituya un caso paradigmático de cómo la religión puede devenir el “opio del pueblo” y de un conflicto orgánico revestido de máscara ideológica, en este caso religiosa.

1Colectivo de Autores, La Teología de la Liberación desde una perspectiva cubana, La Habana, Academia, 1993.


2Citado en Colectivo de Autores, La Teología de la Liberación desde una perspectiva cubana, p. 168.

3El Vaticano asimilaría los métodos de la evangelización masiva o desde los medios de difusión a través de dos proyectos: Evangelización 2000 (formación de cuadros, especialmente laicos) y Lumen 2000 (entrenamiento en equipos televisivos).

4Comité de Santa Fe, Documento de Santa Fe I. Las relaciones interamericanas: Escudo de la seguridad del nuevo mundo y espada de la proyección del poder global de Estados Unidos, Difundido por Proyecto Emancipación, 1980, en http://www.geocities.com/proyectoemancipacion, p. 9.

5Comité de Santa Fe, Documento de Santa Fe II. Una estrategia para América Latina en la década de 1990. Difundido por Proyecto Emancipación, 1988. http://www.geocities.com/proyectoemancipacion, p. 6.

 


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