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General: Mi "Querido?" FBI (I)
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De: hr-mk (Mensaje original) |
Enviado: 06/05/2010 19:45 |
Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes
Mi… “¿Querido?”… FBI (I)
A punto de arribar a sus 102 años de vida el próximo 26 de julio de 2010, el Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI) cuenta con una larga y controvertida vida, marcada por numerosos escándalos, burdo espionaje y cuestionables métodos en los que el chantaje, la difamación y las oscuras maquinaciones han arruinado la vida a miles de norteamericanos, convirtiéndose en instrumento de políticas internas y externas de las administraciones norteamericanas de turno. El más acendrado anticomunismo, la frívola y empecinada intolerancia, así como las maquiavélicas conspiraciones de los grupos de poder, han encontrado en el FBI el instrumento propicio para el acoso, la persecución y la eliminación pública de intelectuales, artistas, científicos y personalidades progresistas a lo largo de estos años.
Hoy reverdecen el más burdo macartismo escudándose en la lucha contra el terrorismo, pisoteando a su antojo las libertades civiles y sirviendo de herramienta para consumar las viacrucis de terror implementadas desde las oscuras oficinas de la ultraderecha conservadora, no solo contra las fuerzas progresistas en Estados Unidos, sino también como soporte de su política internacional basada en el injerencismo y sus apetencias imperiales. Cuba, por supuesto, no ha escapado al agresivo avatar del FBI, a su confabulación y protección con los mafiosos anticubanos y, sobre todo, a su involucramiento en campañas de dudosa autoría, que solo buscan el destruir a la Revolución o, al menos, debilitar su imagen a nivel internacional.
Como parte protagónica de las campañas anticubanas, el FBI se ha prestado al hostigamiento a los simpatizantes de la Revolución en Estados Unidos, contra miembros de la emigración cubana favorecedores del diálogo con su país de origen, con los grupos solidarios, así como enfrentando a ciudadanos norteamericanos que participan en el legítimo intercambio cultural y científico entre nuestras dos naciones, lo que ha sido una de sus sistemáticas modalidades. Prueba de ello lo es la reciente denuncia ante el diario Huffington Post, en la que se imputa que el FBI ha interrogado a una decena de ciudadanos acogidos a los referidos programas de intercambio, ejerciendo diversas presiones sobre ellos a tenor con las disposiciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro, así como inusualmente recabando información sobre sus estancias en la Isla. La sospechosa actuación de los feds hace presuponer la existencia de una nueva disposición muy secreta del Departamento de Justicia y un recrudecimiento tras bambalinas de la política de la administración Obama hacia la Isla.
En esta serie de varios artículos podremos al desnudo el papel del FBI como instrumento de los gobiernos norteamericanos durante las últimas décadas, tanto como socavador de las libertades civiles dentro de los propios EE UU, como artífice y participante de la guerra sucia contra Cuba.
UNA LARGA HISTORIA DE ATROPELLOS Y ESCANDALOS
El FBI fue diseñado como el instrumento de investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, siendo este departamento, de acuerdo al artículo 28, del Código de los Estados Unidos, en su sección 533, el encargado de supervisar sus operaciones y subordinar a una vasta red de 56 oficinas locales a lo largo de la Unión, otras 400 pequeñas oficinas en pequeños pueblos y ciudades, y otras 50 que funcionan bajo el amparo de sedes diplomáticas en todo el mundo.
Desde que fue creado, a iniciativas del entonces fiscal general Charles Bonaparte, el 26 de julio de 1908, con un reducido grupo de 9 detectives y otros 25 investigadores, el Buró fue creciendo paulatinamente, alcanzando notorios resultados en la lucha contra el crimen organizado, el gansterismo, la venta e importación de bebidas alcohólicas burlando la ley “seca” y otras actividades delictivas. Vinculado a las labores de contraespionaje desde 1917, durante la presidencia de Woodrow Wilson, hizo de esta actividad una de sus labores de alta prioridad. Sin embargo, cuestionado y alabado por unos y otros, el FBI alcanzó un fatídico reconocimiento a partir del 10 de mayo de 1924, cuando pasó a ser dirigido por J. Edgar Hoover.
Hoover convirtió al FBI en un instrumento de persecución política, centrando su especial atención en las fuerzas progresistas y en los comunistas norteamericanos, contando con el espaldarazo del presidente Franklin Delano Roosevelt y la cuestionada Ley Smith de 1940, para llevar a cabo una guerra sin cuartel basada en detracciones, invención de conspiraciones y violación descarada de la constitucionalidad. Para ello, así como cumplir las misiones de búsqueda de espías alemanes, italianos y japoneses, incrementó su plantilla a 13,000 agentes en 1943. Mediante el Servicio Especial de Inteligencia (SIS), creado en 1940, el Buró extendió sus labores de contraespionaje por toda Latinoamérica.
El término de la contienda bélica en 1945, le confirmó al FBI nuevamente su papel de instrumento de persecuciones y abusos, enfocándose principalmente a la asechanza de personalidades progresistas y simpatizantes comunistas, convirtiéndose en un macabro protagonista dentro de la naciente Guerra Fría.
Con una vasta misión, el FBI se encarga a grandes rasgos de la protección de EE UU de ataques terroristas, de operaciones extranjeras de espionaje e inteligencia, de ciber ataques y crímenes de alta tecnología, de combatir la corrupción de los servicios públicos en todos los niveles, de “proteger los derechos civiles”, de combatir a organizaciones y empresas de carácter criminal nacionales y transnacionales, de enfrentar al crimen de cuello blanco, estafas corporativas, fraudes financieros, robo de identidad, etc., así como enfrentar igualmente a los crímenes violentos de conmoción pública, entre otras misiones.
El FBI cuenta actualmente con 30 847 empleados, entre ellos 12.737 agentes especiales, incluyendo a 18 110 profesionales vinculados a áreas de apoyo análisis de inteligencia, especialistas en idiomas, científicos, expertos en tecnología de la información y otras. Dirigido por Robert S. Mueller III desde 10 de agosto de 2001, se apoya en un presupuesto anual de cerca de 6 000 millones de USD. Los permanentes escándalos que han debilitado la imagen del FBI en las últimas décadas, han llevado a Mueller a renovar casi un tercio de los altos cargos, empezando por las secciones especializadas en la lucha contra el terrorismo.
Sin negarle el mérito del enfrentamiento al delito, el FBI se ha visto involucrado en hechos que han puesto en duda su eficacia, tales como los sucesos de Waco y Ruby Ridge, Idaho. En el primer caso, ocurrido en 1973, fueron virtualmente asesinados decenas de niños y mujeres pertenecientes a la secta de los davidianos. En el segundo caso, fue asesinada una mujer con un niño de meses pertenecientes a la familia Weaver.
La cacería de brujas protagonizada por el FBI en los años posteriores a la culminación de la Segunda Guerra Mundial y la exacerbación de la histeria anticomunista, provocaron hechos cuestionables como la captura y posterior asesinato judicial de los esposos Julius y Ethel Rosemberg. Cerca de 108 supuestos espías al servicio de la URSS, entre los que se encontraban asimismo Judith Coplon y Klaus Fusch, así como decenas de personalidades progresistas, fueron las víctimas de montajes, falsas acusaciones y juicios cuestionables.
Otro asunto sucio del FBI lo relacionó con Jack Ruby, nacido como Jacob Rubinstein, gerente de un cabaret y amigo de mafiosos como los hermanos Campisi y Carlos Marcello, así como de contrarrevolucionarios de origen cubano, quien edificara una juventud desordenada en reformatorios y clínicas mentales, y fuera el asesino del Lee Harvey Oswald, a su vez acusado del magnicidio cometido el 22 de noviembre de 1963 contra el presidente norteamericano John F. Kennedy, en Dallas, Texas.
Su alianza con el FBI tuvo sus orígenes cuando sirvió directamente a Hoover como delator de oficio, levantando falsas acusaciones contra diversos ciudadanos durante la cacería de brujas implantada por el senador McCarthy, durante los años 40 y 50 del siglo pasado. Sospechosamente, Jack Ruby apareció también dentro del equipo del entonces congresista Richard Nixon.
Quien asesinara a Lee Harvey Oswald el 24 de noviembre de 1963 ante las cámaras de televisión, en un montado show mediático, falleció en prisión en 1967 víctima de cáncer. Sus vínculos con el FBI hacen que no se excluya un conocimiento previo por parte del Buró de los planes magnicidas contra Kennedy y que sus jefes no levantaran un dedo para evitarlo.
Durante la presidencia de Richard Nixon, el 18 de noviembre de 1975, tuvo lugar el sonado caso Watergate, en que se puso en duda el papel del FBI durante el proceso investigativo por parte de las Audiencias llevadas a cabo por el senador Frank Church. En las mismas sobresalió la ineficacia de los feds para esclarecer el asesinato de Martin Luther King Jr. Igualmente, llamó poderosamente la atención el hecho de que, entre los cinco hombres vinculados a la CIA y capturados en la sede del Comité Demócrata Nacional, Virgilio González, Bernard Baker, James W. McCord, Jr., Eugenio Rolando Martínez y Frank Sturgis, se encontraba McCord, quien entonces era el Director de seguridad del comité para la reelección de Nixon y agente del FBI. Nixon dimitió el 8 de agosto de 1974.
En el caso particular del asesinato de Martin Luther King, ocurrido el 4 de abril de 1968, mientras se encontraba acompañado por Jesse Jackson y Ralph Abernathy, se capturó a James Earl Ray como autor del disparo mortal, aunque quedan serias dudas sobre la forma en que se condujo la investigación por el FBI. El propio Ray, quien recibió una condena de cadena perpetua por el hecho, mantuvo posteriormente su inocencia hasta su muerte en 1998.
La aceptación en diciembre de 1999 por parte de un jurado civil de los Estados Unidos de la existencia de una conspiración para asesinar a Luther King, puso en crisis la teoría del FBI sobre la existencia de un solo asesino: James Earl Ray.
Otros escándalos y pifias cometidas por el FBI han puesto en duda la aureola inicial de eficacia del mismo, como fue la detención errónea de una persona en el caso de la bomba durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, el espionaje realizado por uno de sus altos directivos a favor de la URSS y su incapacidad de prevenir los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono. Asimismo, un escándalo involucraría nuevamente al FBI, el 19 de julio de 2001, cuando éste se vio obligado a reconocer públicamente la pérdida de 446 armas y 184 computadoras portátiles, algunas de las cuales contenían información sumamente confidencial.
La ineficacia del FBI ha estado también puesta en tela de juicio a raíz del descubrimiento de que uno de sus altos oficiales, Robert Hanssen, espió para la URSS durante 15 años, así como la incapacidad del Buró de jugar limpio con los abogados de la defensa de Timothy McVeigh, el autor de los atentados de Oklahoma City, al ocultarle millares de páginas de documentos necesarios para su defensa.
El FBI se ha involucrado en sucios escándalos de hostigamiento a personalidades famosas, basados en chismografía inocua y dudosas fuentes, lo que lo ha convertido en un controvertido aliado de culebrones y de la prensa del corazón, tal como ocurrió el 14 de diciembre de 2006, cuando se dio a conocer que había espiado sistemáticamente a John Lennon, tildándolo de amenaza para la seguridad nacional norteamericana dadas sus ideas progresistas y su lucha a favor de la paz.
Pero no fue solo Lennon el espiado por el FBI. A lo largo de los años el Buró ha abierto expediente tras expediente a centenares de figuras públicas entre los que se han destacado los Beach Boys, Frank Sinatra, Albert Einstein, Bette Davis, Walt Disney, Robert Blake, Andy Warhol, Wladziu Valentino Liberace, Groucho Marx, Louis Armstrong, Efrem Zimbalist, Lucille Ball y Desi Arnaz, entre otros. Hoy por hoy, se estima que el FBI dispone de caso 6 millones de expedientes de investigación sobre diversas personas.
Otros escándalos han sacudido al FBI en los últimos tiempos, tal como el que tuvo lugar el pasado 16 de enero de 2010, ocasión en que el laboratorio del Buró realizó un retrato robot de Osama bin Laden, basándose en una imagen electoral de Gaspar Llamazares, ex líder y actual diputado de Izquierda Unida.
El espionaje descarado por parte del FBI ha sido recientemente también puesto en tela de juicio el pasado 17 de marzo de 2010, cuando se comprobó que el mismo emplea ilegalmente las redes sociales como Facebook, MySpace y Twitter, para llevar a cabo sus investigaciones, acudiendo a la creación de perfiles apócrifos para obtener información de ciudadanos comunes.
No hace mucho se comprobó la ineficacia del FBI al descartar la peligrosidad del comandante Nidal Malik Hasan y desestimar la apertura de una investigación sobre el mismo, quien efectuó una matanza de trece militares en las instalaciones de Fort Hood, Texas, el 11 de diciembre de 2009.
El FBI se ha dejado usar como una cuestionable punta de lanza en la lucha contra el terrorismo, tal como denunció la World Socialist Web el 18 de agosto del 2004, basándose en actividades de chantaje, intimidación, burdo espionaje y otros sucios métodos contra opositores a las administraciones de turno. Tal fue el caso de las presiones ejercidas por miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el Terrorismo (JTTF) del FBI, durante la realización de las convenciones Nacional Demócrata en Boston y del Partido Republicano, en Nueva York, realizadas en ese año.
Tal ha sido el desprestigio del FBI en los últimos tiempos que hace apenas unos meses, el pasado 1 de julio de 2009, el presidente Obama anunció su interés por incrementar las nóminas del FBI en 2.100 profesionales y de 850 agentes especiales más. Para su sorpresa, el Buró volvió a mostrar su ineficacia, lo que fue duramente criticado por el actual ocupante de la Casa Blanca el 5 de enero de 2010, al recriminarle al Buró no detectar que el nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab, abordara un avión comercial de la compañía Northwest Airlines, con casi 300 personas a bordo, procedente de Ámsterdam y con destino a Detroit, con explosivos y amenazara con volarlo en pleno vuelo.
Obama fue cáustico en su reprimenda: "El gobierno estadounidense tenía suficiente información para desbaratar el complot y quizá para evitar el ataque el día de Navidad, pero nuestros servicios de inteligencia no lograron reunir las piezas, lo que habría puesto al sospechoso en la lista de personas que no pueden volar”.
El propio Obama, si no se dejara engañar por sus agencias anti terroristas, hubiera podido comprobar que la "The United and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism" (Ley USAPATRIOT), emitida el 26 de octubre de 2001, en lugar de proteger al país no hace otra cosa que vulnerar las libertades civiles por las incongruencias de su aplicación.
El FBI se cubrió, empero, de una triste y repudiable fama con el asesinato del líder independentista boricua Filiberto Ojeda, ocurrido el 23 de septiembre de 2005, propiciado por casi un centenar de agentes del FBI en el municipio de Hormigueros, al oeste de la isla borinqueña. El vasto despliegue armado propició que Filiberto fuera herido y, posteriormente, privado de atención sanitaria hasta que falleció a causa de las heridas. El detestable crimen fue repudiado por todo el pueblo portorriqueño y aún se reclama justicia por ello, pues se sabe que el FBI no iba con intenciones de capturarlo, sino de propiciar su asesinato.
Un nuevo escándalo ronda por estos días al FBI cuando se dio a conocer el pasado 19 de enero de 2010, que el Buró violó la legislación norteamericana al recolectar aproximadamente 2,000 registros telefónicos en el territorio nacional, bajo el mandato de George W. Bush. Según The Washington Post el FBI se apoyó en leyes antiterroristas inexistentes y presionó a los directivos de empresas telefónicas para que les entregaran la información, de forma tal que accedieron ilegítimamente a dichos registros telefónicos entre 2002 y 2006, en franca violación de la Ley de Privacidad en Comunicaciones Electrónicas.
LOS ACTUALES PROBLEMAS DEL FBI.
El recrudecimiento de la actividad de grupos extremistas y de ideología ultra reaccionaria, mantiene en jaque por estos días al FBI, luego de que fueran arrestados varios miembros de Hutaree, uno de los casi más de 1 750 grupos de ideología reaccionaria y extremista asentados en el país, fundamentalmente pro nazis, anti inmigrantes y antigubernamentales, que cuentan con cerca de 30 mil miembros activos y aproximadamente 250 mil simpatizantes. El propio Hutaree planeaba un atentado en Ohio, durante un posible funeral de un policía que previamente sería asesinado por ellos.
Uno de los factores que propicia la existencia de estos grupos y su clara peligrosidad, resulta la facilidad con la que sus integrantes pueden acceder a cantidades ilimitadas de armamento. No es desconocido que, apenas entre noviembre del 2008 y enero de 2009, por citar un ejemplo, se vendieron en EE UU más de 3 millones y medio de armas de todo tipo sin restricción alguna por parte del FBI y otras agencias federales. Solo en el 2008 la cifra de armas adquiridas por los ciudadanos norteamericanos ascendió a 13 millones.
Lo absurdo del problema actual del crecimiento de la violencia en el país es que, mientras estos hechos ocurren, el FBI destina a varios de sus agentes a la protección del famoso Tiger Woods en el torneo de golf de Augusta, en Georgia.
Por si fueran pocos los problemas actuales que involucran al FBI, un grupo de importantes firmas han arremetido contra el Buró y otras agencias del gobierno por lo que consideran un exagerado acceso de estas instituciones a datos privados de las personas en la Internet. Tanto Google, eBay, Microsoft, Intel, AT&T, como otras compañías, buscan la actualización de la obsoleta Ley de Privacidad de Comunicaciones Electrónicas (ECPA) de 1986, mediante una coalición conocida como Digital Due Process (Debido Proceso Digital), solicitando la protección de los datos on line de sus usuarios. De esta manera, solo estarán obligadas a ofrecer información privada de sus clientes a partir de una orden judicial que presuponga una causa probable. Esta demanda evitaría la actual impunidad con la que el FBI y otras agencias acceden actualmente a los datos on line de los ciudadanos en franca violación de la ley.
El ataque solapado a las redes sociales como Facebook, Twitter, MySpace, LinkedIn y otras similares por parte del FBI y otras agencias gubernamentales, se basan en normas que son de desconocimiento público y que son establecidas internamente sin basamento jurídico.
Por otra parte, tanto el FBI como otras agencias, se encuentran abocadas al establecimiento de nuevas medidas de seguridad para los vuelos internacionales, anunciadas hace tres días por la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, basadas en un supuesto perfil de los viajeros. Al respecto, Napolitano declaró: “Estas nuevas medidas utilizan en tiempo real información de inteligencia basada en amenazas junto con otros múltiples y aleatorios controles de seguridad, algunos de los cuales son visibles y otros no para el pasajero, para prevenir de manera más eficaz amenazas terroristas”.
Las nuevas medidas, a diferencia de las existentes hace unos meses, buscan flexibilizar los controles a la entrada a EE UU, dándole un rol prioritario a la información de inteligencia recopilada con anterioridad más que a patrones como perfiles físicos y nacionalidad de los viajeros. Recuérdese que los viajeros procedentes de Cuba, así como de otros países como Irán, Sudán y Siria, Afganistán, Argelia, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Somalia y Yemen, eran sometidos a férreos controles como el escaneo corporal, registros y revisión pormenorizada del equipaje. Las nuevas medidas mantienen estos procedimientos, así como las controvertidas listas negras, pero se apoyará más en ciertos patrones obtenidos por la actividad de inteligencia tan controvertidos como la raza o la religión.
Otro de los actuales problemas que enfrenta el FBI es una carta amenazante recibida por cerca de 30 gobernadores norteamericanos por parte de un grupo extremista auto titulado Guardians of the Free Republics, en la que les otorgan tres días para que renuncien a sus cargos.
Por último, el FBI se ha visto envuelto en una oscura trama de espionaje hace unos días cuando, de acuerdo con el diario argelino Ennahar, un posible miembro del Mossad fue capturado en Argelia usando una falsa identidad, la del ciudadano español Alberto Vagilo. Este agente sionista trató de infiltrar en el país árabe a supuestos grupos terroristas, haciéndose pasar como Abu Ammar, un palestino de 48 años, natural de Al Quds. Lo sugestivo del caso es que el propio vice jefe del FBI, John Pistole, viajó el 25 de marzo a Argel para buscar la liberación del espía del Mossad. ¿Interesante, no?
A MODO DE CONCLUSION PRELIMINAR.
Mientras todo esto ocurre, centenares de individuos con amplio historial terrorista se pasean impunemente por las calles de ciudades como New Jersey, Nueva York y Miami, al amparo del FBI, cuyos jefes ignoran su pasado e, incluso, comparten con ellos momentos de placer como lo hicieron reiteradamente Héctor Pesquera y Jonathan I. Salomón, ex oficiales a cargo del FBI en Miami. Por su parte, el actual jefe del Buró en Miami, John Gillies, parece también ignorar que su ciudad es un turbio habitáculo de extremistas y terroristas, dedicando a sus 460 agentes desplegados desde Fort Pierce hasta Cayo Hueso en tareas anti corrupción y otros delitos.
Las confabulaciones entre los jefes del FBI con los grupos de poder en Miami, representados en las organizaciones mafiosas anti cubanas, vinculadas hasta los tuétanos a actividades terroristas, al tráfico de personas y al narcotráfico, son parte del modus vivendi establecido durante décadas en esa pequeña y soleada república bananera. En otros casos, la experiencia acumulada en largos años de práctica en el Buró, parece servirles de poco a la hora de detectar terroristas. El propio Salomon se hizo de la vista gorda ante gente como Posada Carriles, Santiago Álvarez y compañía. Sí son duchos, empero, en tratar de capturar a supuestos espías de Castro, aupando una histérica campaña contra un supuesto espionaje cubano en La Florida, mediante los más virulentos shows mediáticos.
Pero el dudoso contubernio del FBI con los mafiosos de Miami ha llegado a extremos impensables. Desde que el agente George Kyszinski entregara a Oliver North y a Posada Carriles, el 24 de marzo de 1986, un documento interno del Buró sobre la actividad de los contras en relación con el tráfico de drogas y contrabando de armas en Ilopango, hasta la sospechosa y burda destrucción en agosto de 2003 de las evidencias que implicaban a Posada Carriles en actos terroristas, nada menos que en los propios archivos del FBI en Miami y por parte de Ed Pesquera, otro agente del Buró, cualquier cosa es posible.
En los próximos artículos saldrán a la luz las verdades ocultas sobre el rol del FBI en las campañas anticubanas y su abierta complicidad con los grupos terroristas radicados en Miami, llegando al extremo de tender dudosas cortinas de humo sobre los abominables crímenes cometidos por estos.
La verdad se hará valer por sí sola.
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De: hr-mk |
Enviado: 07/05/2010 18:17 |
Mi…“¿Querido?”… FBI (II Parte)
Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes
Cuatro han sido, fundamentalmente, las misiones desarrolladas por el FBI contra Cuba en las últimas décadas, sirviendo como instrumento incondicional de la hostilidad de las administraciones norteamericanas para propiciar la caída de la Revolución. En primer lugar, el Buró ha vendido a su gobierno la falsa imagen de que Cuba se ha convertido en un paraíso de terroristas y delincuentes comunes, quienes son protegidos por el gobierno de la Isla. En segundo lugar, el Buró ha desarrollado en los últimos años una descomunal campaña contra el llamado espionaje cubano en Estados Unidos, totalmente parcializada y politizada, siguiendo procedimientos y métodos que solo se aplican a personas de nacionalidad cubana, sin la complacencia con la que tratan a espías de otras nacionalidades cuya peligrosidad para la seguridad nacional están debidamente probadas y tienen alta notoriedad. Por último, el FBI ha usado, entrenado y protegido, mediante los más abominables contubernios, a los grupos mafiosos y terroristas de origen cubano radicados en Estados Unidos, haciéndose de la vista gorda ante sus crímenes y tratándolos con una cómplice benevolencia. No podía faltar, por supuesto y, como elemento adicional, su comprometimiento en varias acciones terroristas contra la Isla, incluidos planes magnicidas contra el Comandante Fidel Castro.
Para nadie es un secreto hoy la confabulación de los feds en algunos de los 638 planes de atentado contra Fidel, teniendo el FBI el triste mérito de haber sido la precursora de las agencias norteamericanas en organizar el primero de ellos el 28 de diciembre de 1958, cuando infiltró en las serranías orientales de Cuba al agente del FBI, Allen Robert Nye, portando un fusil Remington con mirilla telescópica, calibre 30.06, y con la misión de asesinar al líder rebelde. Si bien el FBI ha participado de manera directa solo en algunos de estos planes magnicidas, distribuidos de la siguiente manera a los largo de las administraciones norteamericanas: Eisenhower (38), Kennedy (42), Johnson (72), Nixon (184), Carter (64), Reagan (197), George Bush padre (16) y Clinton (21), sin tener en cuenta aquellos que se han fabricado en el más absoluto silencio con posterioridad al 2007, ha recibido información sobre varios de ellos y ha hecho mutis al respecto, llegando a proteger, incluso, a los confabulados en estos criminales intentos.
De la misma manera, el FBI ha tenido conocimiento pleno de muchos de los casi cinco mil actos terroristas cometidos contra Cuba en estas décadas, que han provocado la pérdida de la vida a 3 478 víctimas inocentes, 2 099 lesionados y heridos, así como cuantiosas pérdidas materiales, sin que haya realizado decisivos y serios intentos por detener a los grupos terroristas que los han ejecutado. Tampoco ha parecido importarle que muchos de estos crímenes, casi 500 de ellos, se hayan realizado dentro de los EE UU y que fueran asesinados impunemente en su territorio cerca de 35 personas, incluidas el ex canciller chileno Orlando Letelier y el diplomático cubano Félix García Rodríguez.
La magnitud y la cantidad de los hechos criminales cometidos por los mafiosos terroristas de origen cubano en estas décadas, pone sobre el tapete el dudoso papel del FBI en su enfrentamiento. ¿Incapacidad o confabulación?, se preguntarán muchos. Por mi parte, como demostraré en esta serie de artículos, existieron siempre una clara confabulación y compromiso de tipo político y operacional entre los federales y los grupos mafiosos anti cubanos radicados en Miami, New Jersey y Nueva York. Muchos de estos terroristas, a la par que colaboradores del Buró, fueron leales empleados de otras agencias como la CIA y la DEA, así como ejecutores de la guerra sucia impuesta por EE UU contra Cuba.
Baste citar como ejemplo la investigación desarrollada por el Comité Church del Senado norteamericano en el año 1975, en la que se comprobó que varias agencias estadounidenses, entre ellas el FBI, se vieron involucradas en planes de atentado contra la vida de Fidel Castro. En un informe secreto al que tuvo acceso el citado Comité, fechado el 23 de mayo de 1967, se prueba que el entonces inspector general CIA, F.S. Earman, coordinó con el FBI el reclutamiento de personas para cumplimentar los planes magnicidas. Como resultado de estas coordinaciones inter agencias, Richard M. Bissell, jefe de operaciones encubiertas de la CIA, solicitó al entonces director de la Oficina de Seguridad de la CIA, el coronel Sheffield Edwards, la tarea de buscar a los ejecutores de los planes, siendo el enlace entre la CIA, el FBI y los mafiosos ítalo americanos John Roselli, Sam Giancana y Santo Trafficante, nada menos que el ex agente del FBI Robert Maheu.
El FBI, por orientaciones de su gobierno, presenta a Cuba como refugio de terroristas y delincuentes comunes
Cuba, que padeció durante cinco décadas el robo descarado de sus aeronaves por parte de delincuentes y batistianos, ha sido acusada injustamente de proteger a terroristas y secuestradores por parte de las administraciones norteamericanas y, particularmente, por los voceros del FBI. Parecen haber olvidado que en el período que medió entre 1959 hasta el 2001, fueron desviados al “país de las grandes oportunidades” nada menos que 51 aeronaves cubanas de distinto tipo, la gran mayoría de las cuales fueron virtualmente robadas por el gobierno estadounidense. Fueron contados con los dedos los secuestradores que recibieron algún tipo de pena judicial, ya que la gran mayoría de ellos fueron exonerados de cargos y recibidos como héroes por la mafia miamense.
Estados Unidos permaneció impasible ante estos hechos delictivos, irrespetando los dos Acuerdos de Extradición de 1904 y 1926 existentes entre ambas naciones, y solo tomó cartas en el asunto cuando el secuestro de aviones se volvió contra ellos en un efecto boomerang. Del estímulo descarado, se pasó a una real preocupación. Entre el lapso que medió entre 1968 y 1984 fueron desviadas a Cuba 71 aeronaves norteamericanas y de otras nacionalidades. Cuba, sin embargo, nunca se apropió de alguna de ellas y las devolvió de inmediato. Los secuestradores, por su parte, en un número de 69, fueron condenados por los tribunales cubanos a largas penas de prisión.
Fue tal la preocupación de las autoridades norteamericanas por el secuestro de sus aeronaves, no solo hacia Cuba sino hacia otras naciones, que implementaron una apresurada legislación en la que se enmarcada la figura del secuestro como acto de piratería, presionando a otros países y a organismos como la IATA y la OACI para crear una legislación internacional al respecto. Con Cuba, de manera particular, los EE UU firmaron un acuerdo bilateral para la devolución de secuestradores de aviones, irrespetado frecuentemente por la parte norteamericana.
Uno de los elementos de la política detractora contra Cuba fue la presentación el 11 de mayo de 1995 de una lista elaborada por el FBI, en la que se acusaba a la Isla de mantener bajo su protección a 78 delincuentes norteamericanos y de otras nacionalidades requeridos por la justicia estadounidense, mezclando en la misma, de manera deliberada, a un grupo de luchadores independentistas borinqueños y a la luchadores norteamericanos por la igualdad racial, con una mayoría de transgresores comunes de la ley.
La abultada lista, fruto de la invención de algunos oficiales del FBI incluye a personas que ni siquiera han estado en Cuba o se duda de su existencia. La lista existe, sin embargo, como instrumento de la sucia campaña ideológica anticubana, de la que se ha valido el Departamento de Estado para lanzar sus diatribas contra la Isla, provocando el enrarecimiento de las relaciones entre ambas naciones.
La lista de fugitivos del FBI está encabezada por Robert Lee Vesco, quien fuera acusado de fraude multimillonario por las autoridades norteamericanas y quien falleció en Cuba de un cáncer pulmonar el 23 de noviembre de 2007.
William Potts, quien en marzo de 1984 secuestró una aeronave norteamericana y la desvió a la Habana, y dijo pertenecer al Ejército de Liberación Negro, fue sentenciado por las autoridades cubanas a una larga condena por ese delito. Hoy se encuentra en Cuba tratando de regresar a su país.
Otro de los mencionados en la lista, Charlie Hill, quien fue acusado de asesinar a policía estatal en Nuevo México, devenido posteriormente en secuestrador de una aeronave en 1971, purgó también prisión en Cuba. Dijo pertenecer a un grupo secesionista negro denominado “New Afrika”.
Otros dos norteamericanos acusados de secuestro, Ralph Goodwin y Michael Finney, ya fallecieron. El primero ahogado en el mar y el segundo de cáncer.
Sí se pudo comprobar ciertamente la presencia en Cuba de Víctor Manuel Gerena, hace algún tiempo, aunque se desconoce su destino actual, y de Luis Soltren, independentistas boricuas que han luchado a favor de la justa causa de su pueblo. En el caso del segundo de ellos, Luis Soltren, éste tomó la decisión personal de retornar a los Estados Unidos el 19 de marzo de 2010, enfrentando actualmente un proceso legal en ese país. En el caso de Gerena, éste es buscado en relación con un robo a mano armada de a una compañía de seguridad en West Hartford, Connecticut, en 1983. Fue miembro del Movimiento Independentista Revolucionario Armado Los Macheteros.
Otra de las personas de la lista del FBI es Assata Shakur (Joanne Deborah Byron Chesimard), activista del Black Liberation Army y tía del fallecido rapero Tupac Shakur, quien fue condenada a cadena perpetua por el supuesto asesinato el 2 de mayo de 1973 de un oficial de policía de Nueva Jersey. Shakur se fugó de la cárcel, donde había sufrido innumerables torturas, y escapó a Cuba en 1984, ocasión en que le fue otorgado el asilo político. A pesar de ser acusada por el Buró y de que su nombre haya sido incorporado el 2 de mayo de 2005 a la lista de Terroristas Buscados por el FBI, Assata ha recibido un amplio apoyo por parte de diversas organizaciones como la National Conference of Black Lawyers y Mos Def, así como varios grupos progresistas norteamericanos. Es autora del libro titulado “An Autobiography”.
Otra luchadora norteamericana radicada en Cuba desde 1990 y buscada por el FBI es Nehanda Abiodun (Cheri Dalton), a la que se acusa de haber integrado el comando que liberó a Shakur y de haber cometido varios robos. Escritora incansable, sigue promoviendo una revolución socialista en Estados Unidos.
La abultada y vieja lista del FBI, ubica en Cuba, además de los ya mencionados, a los norteamericanos Eldridge Cleaver, James Patterson, Palm William, Teresa Grosso, William Brent, Clinton Smith, George Wright, Patrick Latortue, Montfort Ambrosa, Catherine Kerkow, Donald Rider y Francisco Teroll.
Asimismo, integran la lista del FBI los ciudadanos de origen cubano Richard Linares, Juan Marques, Orestes Bello, Cosme Iglesias, Bárbara Álvarez, Ofelia Bernardo, José Tuñón Bernardo, Ernesto Ferrero, Fidel Rego Otaño, Vicente Rego Otaño, Nacasio Delgado, Miguel Sánchez, Ricardo Coro, Rosalino Rodríguez Cabria, José Montero, Héctor Ochoa, Mario Fonseca, Divaldo Rojas Reyes, Wilfredo Oquendo, Eduardo Salgado, Roberto Salgado, Carlos Arias Valdez, Marino Samon, Rolando Cadenas, Silvio Cabrera, Crescencio Zamora, Sergio Rojas, Juan García, Robert Gracial, Ciro Granda, Santiago Guerra Valdez, Ramón Delgado, Brian Wilson, Héctor González, Daniel Abad, Joaquín Estrada Babin, Miguel Aguiar, Rogelio Leyva, Roberto Aguiar, José Caballero, Gilberto Calero, Miguel Toledo, Nelson Molina, Manuel Vargas Agüeros, Armando Díaz La Rossa, Esmeraldo Ramírez Castañeda, José García Sánchez, Pedro De Quesada, Rigoberto González Sánchez, Ramón Martín, Jesús Armenteros y Gilberto González Carrazana.
No podían faltar, igualmente, en la lista del FBI sobre presuntos delincuentes refugiados en Cuba, un grupo de ciudadanos de otros países como el colombiano Eduardo Jiménez, los dominicanos Payano Antajares y Félix Coolin, el ciudadano de Islas Vírgenes nombrado Ismael Ali y el italiano Rafaele Minichiello.
“Ni son todos los que son, ni están todos los que están“, reza un viejo refrán que puede ser endilgado a esta lista inventada por el FBI y que está llena de incongruencias y de nombres cuyos dueños se desconoce se encuentren en Cuba o hayan estado en la Isla alguna vez. Por abultada, es sospechosa y apócrifa como son los enredos calenturientos que se fabrican por trasnochados y bostezadores jefes del Buró desde sus oscuras y aburridas oficinas. Sin embargo, su existencia es una dañina y falsa acusación contra Cuba, que sirve de base a frecuentes ataques que la involucran injustamente como “paraíso” de delincuentes.
El manido tema del espionaje cubano en los Estados Unidos
Un coronel retirado de los servicios de contra inteligencia militar de Estados Unidos, Chris Simmons, se ha encargado de capitanear la actual campaña anticubana desarrollada por el FBI, la ultraderecha norteamericana y los representantes de los grupos mafiosos de Miami sobre una creciente actividad de espionaje cubano en Estados Unidos. Con la sobredimensionada fama de ser un “innato cazador de espías cubanos“, por haber participado en las operaciones de detección de la actividad de algunos supuestos agentes cubanos, se ha dedicado a confraternizar frecuentemente con los senadores de la intolerante ultraderecha contrarrevolucionaria de La Florida, Ileana Ros-Lehtinen, Mario y Lincoln Díaz-Balart, así como con notorios terroristas de la FNCA y del Consejo por la Libertad de Cuba, con vistas a lograr ese sucio propósito.
No hace mucho, Simmons montó un show propagandístico en unión de Ileana Ros Lehtinen, al declarar que, dada su experiencia, así como su labor como jefe del Cuban Intelligence Research Center, desde que lo fundó en el 2007, podía asegurar que Cuba cuenta con cerca de 250 “espías” en EE UU, de los que 175 se encuentran actuando en la ciudad de Miami. La Lehtinen, devenida también en burlesca cazadora de espías, aseguró a continuación que 30 de los espías actúan desde la Sección de Intereses de Cuba en Washington y otros en la Misión de Cuba en Nueva York. Lo sorprendente de las declaraciones de la Loba Feroz es que asevera que existen 69 posibles espías cubanos infiltrados en las altas esferas gubernamentales y otros 12 en Universidades como la de New York, Columbia, Georgetown, la Florida International University, Barry University, University of Miami, Harvard y Yale.
Lo peligroso de estas febriles aseveraciones de Simmons y la Ros Lehtinen es que anuncian y estimulan una cacería de brujas dirigida hacia todos aquellos ciudadanos norteamericanos que visiten la Isla o participen en los intercambios culturales y científicos entre las dos naciones. El neo macartismo de estos histéricos émulos de Edgar Hoover tiene un fin claro: enrarecer el acercamiento promovido por varios sectores del Congreso y la nación hacia Cuba, fomentar la falsa imagen de que la Isla es una amenaza potencial para la seguridad nacional de EE UU y, por último, enfrentar la creciente campaña a favor de la liberación de los Cinco Héroes injustamente condenados en ese país.
Simmons, impulsado por un enfermizo afán de protagonismo, sabe bien lo que hace al seguirles el juego a los enemigos de Cuba. Su papel en la detección y posterior captura de Ana Belén Montes, la analista principal sobre Cuba en la Agencia de Inteligencia en el Pentágono en el año 2001, así como su rol en la mascarada que llevó a la expulsión de 14 diplomáticos cubanos de EE UU bajo el falso cargo de espionaje, estimuló su egocentrismo y lo convirtió, a su vez, en instrumento de las apetencias mafiosas de la ultraderecha de origen cubano. Falsario redomado, acusó a Cuba de enviar agentes para monitorear la actividad de las organizaciones cubanas en Miami y espiar en las instalaciones militares norteamericanas.
Las maniobras en las que participó Simmons como enlace de la contrainteligencia militar y varios funcionarios del FBI, entre los que se encontraba el agente a cargo en Miami, Héctor Pesquera, con la finalidad de involucrar a funcionarios diplomáticos cubanos en actos de espionaje, tuvo una digna respuesta por parte del MINREX de Cuba el 13 de mayo de 2003, en una declaración en la que desmiente tales burdas acusaciones. La referida declaración, expresó: “La expulsión de catorce diplomáticos cubanos es un irracional acto de venganza del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba. Es una señal de la creciente desesperación de los sectores extremistas que reclaman un endurecimiento del bloqueo y nuevas agresiones contra el pueblo al que no han podido doblegar tras más de cuarenta y cuatro años de heroica resistencia.”
El gobierno de Estados Unidos ha empleado en más de una oportunidad al FBI como instrumento para propiciar montajes anticubanos en determinados momentos políticos de particular importancia. El primero de ellos ocurrió cuando se llevaba a cabo la batalla legal por la devolución del niño Elián González a partir de 1999. En este caso particular, el FBI, con Héctor Pesquera a la cabeza, fabricó una conspiración de espionaje cubano en EE UU que involucraba a un alto funcionario del INS y a dos diplomáticos cubanos. De acuerdo con el FBI, Mariano Faget, en esos momentos el subdirector del Servicio de Inmigración y Naturalización en La Florida, fue acusado de entregar información clasificada a la DGCI cubana, y detenido en el 17 de febrero del 2000. Posteriormente, sin pruebas y evidencias de peso, fue condenado a cinco años de privación de libertad.
El montaje de una supuesta actividad de espionaje cubano en EE UU y su sobredimensionamiento mediático por la prensa vinculada a la mafia anticubana, plagada de histeria y de mentiras, no tenía otra finalidad que sabotear la fuerte campaña a favor de la devolución a Cuba del niño secuestrado en Miami y predisponer a la opinión pública con respecto a la Isla. Era también un golpe bajo al INS, favorable al retorno del niño a su país de origen. Solo se buscaba, a todas luces, matar tres pájaros de un solo tiro.
Tanto el Director Regional de la Oficina Federal de Investigaciones, Paul Mallet, como su contraparte en Miami, Héctor Pesquera, involucraron falsamente a Faget con los diplomáticos cubanos José Imperatori y el vicecónsul Luis Molina, los que fueron instados a abandonar EE UU. La macabra conspiración anticubana estaba en pleno apogeo, al extremo que no se hizo esperar la complacencia de la Fundación Nacional Cubano-Americana, la que exigió a la administración de Clinton la suspensión de la deportación de Elián a Cuba, dado que el INS estaba comprometido en actividades de espionaje a favor de Cuba.
Otro caso que involucró al FBI y al propio Simmons fue el de Ana Belén Montes, ciudadana estadounidense de origen puertorriqueño, quien laboró inicialmente como analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) en la Base Bolling de la Fuerza Aérea estadounidense y luego como funcionaria del Pentágono, acusada de espiar para Cuba, la que fue condenada a 25 años de prisión el 16 de octubre de 2002.
Con una entereza digna de admiración, Ana Belén Montes reconoció haber colaborado con los servicios cubanos por convicción ideológica, lo que confirmó ante el juez federal Ricardo Urbina, luego de conocer la larga pena a la que fue sentenciada: “La política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta”. (…) “Me sentí moralmente obligada a ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos por imponerle nuestros valores y nuestro sistema político”.
Tanto para el caso de Ana Belén Montes, así como para otros norteamericanos como Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber, capturados el 21 de noviembre de 2009 por colaborar voluntariamente a favor de Cuba, son válidos y precisos los pronunciamientos de Fidel en una de sus Reflexiones del 7 de junio de 2009: “Los que de una forma u otra contribuían a proteger la vida de cubanos frente a planes terroristas y los proyectos de asesinar a sus dirigentes, de los numerosos programados por varias administraciones de EE.UU., lo hicieron por imperativos de sus conciencias y merecen, a mi juicio, todos los honores”.
Como resultado de la captura de Ana Belén Montes, se fabricó el 6 de noviembre de 2002 una sucia maniobra que comprometió falsamente a varios diplomáticos cubanos. Sabiendo que las acusaciones carecían de fundamento, el Departamento de Estado declaró personas “non grata” a cuatro diplomáticos cubanos, acusados de estar vinculados con la actividad de Montes. Dos de estos funcionarios, Oscar Redondo Toledo y Gustavo Machín Gómez, trabajaban en Washington, y los otros dos en las Naciones Unidas, en Nueva York.
La hipócrita maniobra fue sellada con una declaración de Charles Barclay, portavoz del Departamento de Estado en la Oficina de Asuntos Hemisféricos, quien declaró: “En respuesta a ciertas actividades inaceptables, hemos decidido actuar enérgicamente”.
No todo, sin embargo, salió a pedir de boca para los obcecados jefes del Buró. Una de las chapuzas del FBI y de la contrainteligencia militar norteamericana en relación con el supuesto espionaje cubano en La Florida, involucró a Alberto Coll, quien en ese entonces presidía el Departamento de Investigaciones Estratégicas del Colegio de Guerra Naval en Newport, Rhode Island. Supuestamente, Coll habría sido reclutado por la DGI cubana en un viaje que realizó a Cuba en el 2004. La alharaca levantada en torno a Coll, quien sirvió entre 1990 y 1993 como subsecretario adjunto en el Departamento de Defensa, puso en ridículo al FBI y a su investigación sobre esta persona, a la que no se pudo probar vínculos con los servicios de inteligencia de la Isla.
Aún en el año 2009, el FBI se mantenía renuente a desclasificar la investigación realizada contra Coll, alegando que la misma es considerada “top secret”, en un evidente intento de ocultar una de sus frecuentes meteduras de pata. Solo se pudo comprobar a Coll el haber mentido sobre su visita a la Isla, pues en lugar de visitar a una tía enferma, como declaró, el verdadero motivo de su viaje fue visitar a una novia que tenía en Cuba. Sin embargo, el romántico Coll fue sentenciado el 7 de junio del 2005, por mentir sobre los motivos de su viaje a Cuba, a un año de privación de libertad y a una multa de 5 000 USD, perdiendo a su vez su puesto en el Colegio de Guerra Naval en Newport. Ahora labora en la Universidad DePaul, en Chicago.
Otra de las burdas maniobras en las que participó el FBI para implicar a Cuba en actividades de espionaje que ponían en peligro la seguridad nacional de EE UU ocurrió el 31 de mayo de 2002, cuando agentes del Buró y del INS capturaron al ciudadano cubano Juan Emilio Aboy, quien había arribado en 1996, bajo el cargo de intentar infiltrarse en las fuerzas armadas para conseguir información para Cuba, así como monitorear a los grupos terroristas asentados en Miami.
Sin poder demostrar las acusaciones de espionaje esgrimidas por el FBI, Aboy fue deportado a Cuba en abril de 2005 ante su renuencia a aceptar los cargos que se le imputaban y declararse en huelga de hambre durante 38 días en digna respuesta ante las falsas acusaciones. Sacado por la fuerza del Centro de Detención de Krome, fue enviado a Cuba donde fue atendido de inmediato en el Hospital Salvador Allende.
La familia de Aboy libra hoy continuas batallas legales para lograr su retorno al seno de su familia, luego de que una apelación en el 11no Circuito de la Corte de Apelaciones en Atlanta, diera un espaldarazo a su deportación a Cuba.
No cabe duda que la acusación contra Aboy fue una chapuza del FBI y que su deportación a su país de origen fue la fórmula idónea encontrada por el Buró para cubrir sus espaldas ante el manejo cuestionado de la investigación, los cargos infundados que se levantaron y mantener, a toda costa, la histeria anticubana para complacer a sus socios terroristas de Miami.
Un nuevo caso de espionaje manejado por el FBI en Miami, encaminado a complacer a sus socios mafiosos anticubanos de esa ciudad y demonizar los acercamientos culturales y científicos entre las dos naciones tuvo lugar el 20 de diciembre de 2006, cuando Carlos Álvarez y su esposa Elsa Prieto, ambos trabajadores de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en Miami, fueron arrestados bajo la acusación de ser agentes no registrados a favor de Cuba, así como espiar para este país desde 1970, dentro del marco de un programa de intercambios del Instituto de Investigaciones Cubanas de FIU.
El juez federal de Miami, K. Michael Moore les condenó, luego de un arreglo con la fiscalía, de la siguiente manera: Carlos Álvarez a 5 años y a su esposa a 3 años de privación de libertad.
El último caso de espionaje montado por el FBI, calificado por Fidel como una “ridícula historieta” del supuesto fisgoneo cubano contra EE UU, tuvo lugar en junio de 2009 cuando fueron arrestados los ancianos Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber Myers, residentes en Washington DC, acusados de realizar actividades de espionaje a favor de la Isla.
Como resultado de la ridícula acusación montada por el FBI, los Myers fueron condenados el 21 de noviembre de 2009 por el juez de Distrito Reggie B. Walton, luego de arribar a un acuerdo con la fiscalía. Walter Kendall Myers, quien había trabajado desde 1977 en el Departamento de Estado hasta su retiro en el 2007, recibió una condena de cadena perpetua y la sanción accesoria de pagar 1,7 millones de USD correspondientes a su salario devengado en dicha institución durante sus 24 años de servicio. La esposa, Gwendolyn Steingraber Myers, fue condenada a siete años y medio de prisión.
Tal como ocurrió en el caso de Ana Belén Montes, los Myers actuaron “no por motivos egoístas o en busca de ganancias personales, sino debido a su conciencia y compromiso personal”, según manifestó su abogado defensor Bradford Berenson.
El análisis de los casos mencionados en este artículo pone al desnudo una verdad que no puede ocultarse: en la mayoría de los casos de supuesto espionaje cubano en Estados Unidos, los procesos investigativos del Buró han sido viciados políticamente por los sectores más intolerantes de la ultraderecha norteamericana, sirviendo de instrumentos para enrarecer las relaciones entre las dos naciones. Cuba, es cierto, se ha visto obligada a protegerse de los grupos terroristas ante la impunidad con la que los mismos actúan ante los ojos del FBI. Muchos cubanos valientes han asumido con orgullo, honra y sencillez, el papel de defenderla en las entrañas del monstruo. También aquellos nacidos en otros países que han colaborado en la defensa del pueblo cubano, actuando no por dinero sino por plena convicción, son legítimos depositarios de la admiración de todo ese pueblo.
Mientras cierro este artículo, nuevamente el FBI parece haber hecho el ridículo al endilgarle a un diplomático de Qatar la acusación de terrorismo mientras viajaba en el vuelo 633 de United Airlines entre las ciudades de Washington y Denver. Arrestado mediante un aparatoso despliegue policial, que incluyó el despegue de dos cazas a reacción de la Fuerza Aérea, el tercer secretario qatarí Al Modadi, fue interrogado por agentes federales hasta que se comprobó que no poseía explosivos en su poder. Por supuesto, el FBI tuvo que disculparse, argumentando que se trató de “un mal entendido”.
Pero si la metedura de pata del FBI ha sido sonada, peor ha sido que el agente del Buró John Thomas Shipley, haya sido acusado hace dos días en una corte federal de traficar armas de manera reiterada desde el 2005 hasta el 2008, para destinarlas al crimen organizado y narcotraficantes. El monto de sus ventas ascendió a cerca de 118 000 USD.
Lo interesante del caso es que este agente del FBI era poseedor de dos fusiles Barrett, calibre 50, idénticos a los que pensaban utilizar los terroristas de la FNCA en el atentado contra Fidel Castro en Isla Margarita, Venezuela, en 1997. No resultaría extraño, pues, que el propio FBI, interesado en exculpar a los magnicidas capturados en el yate “La Esperanza”, cerca de Puerto Rico, haya provisto o, al menos, se los hayan facilitado a sus dueños terroristas como Francisco José Hernández Calvo.
Un lugar especial en el controvertido papel del FBI contra el supuesto espionaje cubano, asumiendo el rol de instrumento de los intereses de la política ultraderechista de la mafia anticubana, lo representa el descubrimiento de la llamada Red Avispa y el amañado proceso judicial seguido contra nuestros Cinco Héroes, lo cual analizaremos en el próximo artículo. Las mentiras fabricadas por el FBI a solicitud de la mafia miamense, las oscuras y sucias confabulaciones saldrán a la luz en toda su putrefacta dimensión.
Para cerrar este artículo nada mejor que un fragmento aparecido en el día de hoy en el Editorial del Diario Granma: “El enemigo usa todas las armas de presión. Utiliza el chantaje político y ordena el aniquilamiento mediático de quienes pretendan ser solidarios con Cuba. Intenta acallar cualquier voz que discrepe de su dictado.” (…) “Daremos la pelea con nuestras ideas, en nuestras calles y en todos los escenarios internacionales.”
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NO SEAS ESTUPIDA , NO COPIES MAS , DE LOS PERIODIQUITOS NI LIBELOS FACISTAS QUE ES LO UNICO QUE HACES ,. ESCRIBE DE TU CEREBRO SOLAMENTE , O ES QUE NO TIENES CEREBRO , BUENO ES VERDAD QUE NO TIENEN CEREBRO ,. UDS LOS ESCLAVOS NO PUEDEN TENER CEREBROS PROPIOS ,
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De: hr-mk |
Enviado: 08/05/2010 17:04 |
Mi…“¿Querido?”… FBI. (Tercera parte)
EL FBI DE MIAMI ENTRE EL DILEMA DE CAZAR “ESPIAS” Y TERRORISTAS DE ORIGEN CUBANO.
Quien lee la historia del FBI en Miami no puede menos que dolerse de que el esfuerzo legítimo de un grupo de valerosos hombres y mujeres, dedicados a combatir el crimen organizado, los delitos significativos y el narcotráfico, haya sido mancillado por la actividad complaciente y cómplice de algunos de sus agentes y jefes los cuales, respondiendo a los dictámenes de la ultraderecha norteamericana y de los grupos y organizaciones mafiosas que controlan la política de la ciudad, hayan convertido al Buró en un sórdido instrumento de sus maquinaciones y lo hayan sumergido en oscuras componendas y compromisos, transformándolo en tácito compinche de delitos como el terrorismo y el narcotráfico.
Para vergüenza de la memoria de agentes fallecidos en el cumplimiento del deber en Miami, como Jerry Dove y Benjamin P. Grogan, muertos el 11 de abril de 1986, mientras enfrentaban a dos delincuentes comunes, así como la de sus cinco compañeros heridos en dicho tiroteo, otros oficiales se han dedicado a falsificar pruebas para inculpar a antiterroristas con falsos cargos de espionaje, a proteger sistemáticamente a sospechosos de terrorismo y a favorecerlos con una detestable colaboración. Es por ello que al leer la presentación de la Unidad del FBI de Miami, aparecida en su sitio web, y donde se expresa: “Nuestra gente en Miami posee una mezcla de talento y experiencia que nos permiten ayudar a proteger a ustedes, sus familias y sus lugares de trabajo de una amplia gama de amenazas a la seguridad nacional y los principales problemas del crimen”, no puede uno menos que experimentar sentimientos encontrados entre los que se entremezclan la admiración y el repudio.
La historia del FBI en Miami se remonta a octubre de 1924, cuando un agente especial a cargo nombrado Howe, inició su actividad combatiendo diferentes delitos que incluían la prostitución y el robo de automóviles. Luego la unidad de Miami cobraría notoriedad en 1929 al capturar al gánster Al Capone, por faltar a una citación federal.
Ya en 1937 el FBI instaló su propia oficina en Miami bajo el mando del Agente Especial a Cargo Robert L. Shivers, quien capitaneó una profunda cruzada contra la corrupción pública, el crimen organizado, los secuestros y la prostitución interestatal.
En 1942 el FBI de Miami se anotó un importante triunfo al capturar a un grupo de saboteadores nazis en Ponte Vedra Beach, Florida, recuperando una gran cantidad de armas y explosivos. Para los años 50, el FBI de Miami contaba con cerca de 150 agentes especiales y otros colaboradores.
Sin embargo, por arte y magia del diferendo impuesto por Estados Unidos a Cuba a partir del primero de enero de 1959, el FBI se supeditaría a la guerra sucia implementada por las administraciones norteamericanas contra la Isla. A pesar de que el Buró continuaría la lucha contra el delito como se demostró en el arresto del roba bancos Jerry Clarence Rush en 1963, en la detención de John Wesley Davis y Joel Leo Vedder, quienes planeaban sabotear el East Florida Ferrocarril en 1964; y la captura del terrorista Henry Kiter Jr. en agosto de 1969, quien amenazó con sabotear aviones de la compañía Delta Airlines; así como el combate a la delincuencia de cuello blanco, la corrupción, sobornos, malversación de fondos, pornografía infantil, otras actividades ilegales como el narcotráfico y el fraude en las décadas siguientes, su función principal fue investigar las actividades de las organizaciones terroristas de origen cubano en el propio territorio norteamericano en una vasta investigación denominada FREIGHTBOM, la que les permitió identificar a numerosos terroristas y organizaciones que desarrollaban acciones violentas contra Cuba, en abierta violación de la Ley de Neutralidad. No obstante, como analizaremos en los dos próximos artículos, nunca se tomaron medidas radicales contra estos grupos extremistas, protegidos por las administraciones de turno y la CIA.
La oleada de casi medio millón de cubanos dio un giro diferente a la soleada Miami. Los viejos males de la seudo república derrotada, se “exiliaron” junto a los miles de lumpen, funcionarios corruptos, criminales de toda laya, asesinos y sicarios, así como mafiosos enriquecidos a costa de expoliar a su propio pueblo, convirtiéndola en nuevo centro del vicio y el delito en EE UU. Es tal la magnitud de los delitos que cometen ciudadanos de origen cubano que Timothy Delaney, agente especial adjunto a cargo de la oficina del FBI en Miami y jefe del programa nacional contra el fraude a los servicios médicos entre el 2000 y el 2004, declaró asombrado al iniciar su gestión en esa ciudad: “Yo sabía que en Miami la situación era mala, pero cuando llegué quedé asombrado''. (…) “Aquí hay fraude como en ninguna otra parte del país. Los Ángeles está en segundo lugar, pero a mucha distancia'”.
La base principal de las actividades delictivas en aumento en Miami estuvo en el auto titulado exilio cubano, quienes promovieron de inmediato el narcotráfico, los juegos ilegales de azar, las corruptelas, el robo y particularmente, el terrorismo y los asesinatos violentos. Una prueba de ello es que ya el 19 de abril de 1965, por citar un ejemplo, un cubano que alcanzaría funesta notoriedad por sus crímenes, Luis Posada Carriles, se vio involucrado en Miami, junto al ricachón guatemalteco Roberto Alejos Arzú, dueño de la Finca Helvetia en la que se había preparado en 1961 la derrotada Brigada invasora 2506, en una operación subversiva contra el gobierno de Guatemala, contando por supuesto con el apoyo de la CIA y del FBI, de los que era activo colaborador.
Un documento del FBI, desclasificado en virtud de la Ley Pública 102-526. Con fecha de 28 de abril de 2005, referido al Archivo Nro. 2-380 y emitido por el Buró el 17 de mayo de 1965, acusó a Roberto Alejos Arzú, guatemalteco, residente en el 180 Palm Drive, en Palm Island, Miami Beach, de conspirar junto a Posada Carriles, el cubano Luis Sierra López y otros de sus co nacionales, de poseer un vasto arsenal compuesto por dos ametralladoras calibre 30, M-1919A4; 1 fusil automático Browning, 1 lanza llamas, con tanques y fusil No. M2A1, 6 carabinas M-1, 1 subametralladora Thompson calibre 45, modelo 1928; 1 pistola Colt automática calibre 45, 10 fusiles Grease M-3 calibre 45; 1 lanzacohetes de 3.5 pies, M-20 (bazooka); 2 morteros de 60 mm, M-5, con trípode, placa de base y cañón; 2 cureñas, con trípode, calibre 30, M-2; 2 cureñas, con bípode, calibre 30, M-2; 15 fusiles Garand, miles de cartuchos para estas armas; 28 adaptadores de granadas, fusil Garand M-1; 32 bloques de C-4 (2½ libra cada uno) 80 libras; 12 bloques de C-3 (2½ libra cada uno) 28 libras; 24 bloques de TNT (1 libra cada uno) 24 libras; 8 bloques de Pinolite (1 libra cada uno ) 8 libras; 2 latas de Napalm (3 galones cada una) 6 galones; 16 proyectiles de bazooka (de 3.5 pulgadas de diámetro, de alto poder explosivo); 44 barras de TNT (utilizadas por el ejército) 1 libra cada una, 44 libras; 46 cartuchos, proyectiles de morteros de 57 milímetros; 51 granadas de mano M-21 (de fragmentación): 3 granadas de gases lacrimógenos; 6 fusiles lanza granadas; 5 rollos de mecha Orange-wax, marca Clover (170 pies en total); 20 encendedores de mecha; 2 detonantes de gran potencia (de una libra cada uno); 1 caja de detonantes y encendedores (100 de cada uno); 53 detonadores; 1 rollo de cable para detonadores, aproximadamente ¼ de milla; 1 bolsa de municiones, fusil Garand M-1; 1 rifle Winchester semiautomático, calibre 12; así como otros medios de guerra.
A pesar de todas las pruebas en su poder y pleno conocimiento de la conspiración, el FBI solo se limitó a recoger el armamento y a exonerar de cargos a los implicados, lo que se convertiría en un hábito en los próximos años. Bastaría saber que entre 1959 y el año 2001, el Buró tuvo conocimiento de cerca de 360 actos terroristas realizados en suelo norteamericano, 186 de ellas afectando directamente intereses estadounidenses y, sin embargo, solo una mínima parte de los ejecutores fueron capturados y recibieron tan solo bochornosas condenas.
La posición contemplativa del FBI ante el asesinato de 35 personas en suelo norteamericano, incluidos nacionales de ese país; de 14 atentados contra aeropuertos norteamericanos, como los de La Guardia y John F. Kennedy (Nueva York), el Miami Internacional Aiport y el de Newark, Nueva Jersey; así ataques contra oficinas gubernamentales como las propias sedes del FBI y del INS en varias ciudades, la sede de las Naciones Unidas (ONU), embarcaciones de varias nacionalidades, aeronaves y otros objetivos como consulados de Nicaragua, México, Venezuela y otras naciones; agencias de viajes y centros nocturnos, prueba esta aseveración.
Aunque el Buró se vanagloria de haber llevado a cabo varios casos graves de terrorismo como el que involucró a José Padilla, el 22 de noviembre de 2005, así como la captura en el 2006 de siete hombres de la Florida acusados de conspiración para proveer apoyo material a Al Qaeda, lo cierto es que se ha hecho de la vista gorda en relación con las decenas de terroristas de origen cubano que han actuado y actúan con total impunidad en Miami. Adempero, sí ha hecho el Buró una fijación enfermiza sobre un supuesto espionaje cubano en La Florida, sobre todo a partir de la década de los 90, ante la imposibilidad de haber podido capturar con anterioridad a alguno del numeroso grupo de combatientes anónimos que enfrentan en Miami al terrorismo contra Cuba.
Si el FBI cumpliera a cabalidad su papel contra el terrorismo de la mafia anticubana, incluso cuando Cuba le ha facilitado abundante información al respecto, como lo ha hecho en varias oportunidades, no fuera necesaria la presencia de los luchadores de la Seguridad del Estado en EE UU. Eso es una verdad de Perogrullo.
LA BATALLA CUBANA POR SU DEFENSA EN LAS ENTRAÑAS DEL MONSTRUO.
Uno de los primeros valiosos compañeros infiltrados dentro de los grupos terroristas de Miami, particularmente Alpha 66, fue José "El Chino" Fernández Santos, quien inició su labor, apenas triunfó la Revolución, en las filas del Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER) y, posteriormente, dentro del Departamento de Seguridad del Estado (DSE). Su largo historial como agente, que lo hizo merecedor de la Medalla Al Valor “Eliseo Reyes”, tuvo sus inicios en 1961 cuando infiltró en Cuba a varias organizaciones contrarrevolucionarias, entre ellas el Movimiento de Renovación Revolucionaria (MRR).
A partir de 1968, ya en Miami, trabó contacto con Andrés Nazario Sargén, quien lo incorporó a Alpha 66, donde logró identificar los principales centros de entrenamiento de este grupo terrorista. En 1974, por encargo de Sargén y ascendido a capitán, dirigió una expedición integrada por Hugo Gascón, Roberto del Castillo, Ramón Cala, Jesús Vega, Santiago Acosta, y Mario Bello, la cual fue interceptada en Gran Inagua, en las Bahamas, el 12 de octubre de 1974. Comprometida su filiación revolucionaria, pudo escapar a Cuba burlando al FBI y a los propios sicarios de Alpha 66.
Su caso alcanzó renombre cuando Fernández testificó ante el "Tribunal Contra el Imperialismo", en la Habana y parte de su historia fue presentada en una de las obras de Luis Adrian Betancourt, titulada "Aquí las arenas son más limpias".
El FBI investigó varios casos de supuesto espionaje cubano, siendo uno de ellos el relacionado con René Valdés, representante de Alpha 66 en la ciudad de Los Ángeles, así como el de Edith Reinoso Hernández, quien más tarde lograría retornar a Cuba y publicar sus experiencias en un libro titulado “Testimonio de una emigrada”. Otros casos monitoreados por el FBI en los que los supuestos agentes cubanos involucrados actuaban en Miami fueron los de Julio César Ramírez, Emérito González, Mario "El Gago" Estévez y Néstor López Molina, aunque luego se comprobó lo infundado de sus sospechas, principalmente en los tres últimos individuos.
Carlos Rivero Collado también fue espiado por los Feds hasta que regresó a Cuba en 1974, donde puso al desnudo el rol terrorista de la mafia miamense y publicó un libro titulado “Los sobrinos del tío Sam”.
Otra pléyade de compañeros entre los que se encuentran Noel Salas Santos, Manuel Hevia Cosculluela, Juan Pablo Roque, así como el que escribe este artículo, estuvimos alguna vez infiltrados dentro de los grupos terroristas o vinculados a la actividad de la CIA, defendiendo en un terreno hostil la seguridad de nuestro pueblo, a la par que burlando las acechanzas del FBI, de la DIA y de la CIA. Por suerte, la labor abnegada de nuestros jefes, la orientación precisa y oportuna, así como el respeto a las medidas de compartimentación y seguridad, nos permitieron salir indemnes en nuestro avatar como revolucionarios en este campo de trabajo. Otros compañeros, dolorosamente, no corrieron la misma suerte, pues algunos murieron en este combate silencioso y anónimo, alejados de sus seres queridos y del privilegio de ser enterrados y llorados por los suyos, mientras que otros purgan injusta prisión por el simple hecho de defender a su Patria.
HÉCTOR PESQUERA, EL CASO DE LOS CINCO Y SU MANIPULACION POR EL FBI.
Es precisamente en la década de los 90, cuando Estados Unidos se duele con desesperación de la permanencia de la Revolución Cubana a pesar del derrumbe del campo socialista y cuando les fallan una tras otras otra las conspiraciones de asesinato contra Fidel y otros planes de atentado, luego de la oleada terrorista de 1997, que el FBI prioriza su labor de contra inteligencia contra un vasto y supuesto espionaje cubano en Miami. Otro elemento fue el bochorno sufrido ante las denuncias de los agentes Orión, Fraile, Olga, Félix y Julito, sobre el incremento de las actividades terroristas anticubanas desde Miami, que involucraban a la FNCA, al Ex Club, el CID y otras organizaciones extremistas ubicadas en la ciudad floridana, al amparo de la CIA y del FBI.
Para cumplir este sucio rol de promover una campaña mediática contra supuestos espías cubanos en La Florida, los mafiosos de la FNCA acudieron a Héctor Pesquera, promovido a jefe del FBI de Miami, en un intercambio de favores luego de que éste los protegiera, en octubre de 1997, durante los sucesos relacionados con el juicio que se les seguía por intentar asesinar a Fidel Castro en Isla Margarita. Pesquera propició la captura de la Red Avispa a pesar de las reticencias de la entonces Fiscal General, Janet Reno, de hacerlo, sabiendo la misma que no existían fundamentos de peso para elaborar la trama de espionaje que montó Pesquera. Su obcecado empecinamiento para favorecer a la mafia miamense, lo hizo caer en una trampa: Fue tal su empecinamiento en perseguir a los agentes cubanos, que descuidó a los grupos islámicos asentados en La Florida que, posteriormente, estarían directamente involucrados en el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.
Las oscuras artimañas y complicidades de Pesquera con los poderosos jefes de la FNCA, luego de la captura de los terroristas del yate "La Esperanza", en las aguas borinqueñas, el 27 de octubre de 1997, quien accedió al expediente manipulando pruebas y ocultando hechos comprometedores, condujeron a la bochornosa absolución de los terroristas implicados, entre ellos Francisco José Hernández Calvo, presidente de la FNCA.
El premio de Pesquera no demoró el tiempo en que se chasquea un dedo: los poderosos representantes floridanos en el Congreso “solicitaron” a Louis Freeh, entonces jefe del FBI, el traslado de Pesquera como Agente Especial a Cargo de la Unidad del FBI en la ciudad de Miami, en mayo de 1998. A partir de allí, la mafia contaría con otro aliado más para desarrollar sus campañas anticubanas y para proteger sus negocios sucios.
La primera acción anticubana del estrenado jefe del FBI en Miami fue la captura de los integrantes de la llamada Red Avispa, a las 5 de la madrugada del 12 de septiembre de 1998, acción que comunicó previamente a su ejecución a sus benefactores en la ciudad floridana, Ileana Ros Lehtinen y Lincoln Díaz Balart, así como presumiblemente a alguno de los jefes de la FNCA.
El egocéntrico jefe del FBI montó, en contubernio con la mafia anticubana, un sonado show mediático, en torno a la captura de una red de espías cubanos, la primera en la historia del FBI en Estados Unidos. En el propio cuartel general del Buró, situado en el 16320 NW 2nd Avenue, en North Miami Beach, Pesquera se regodeó con su momento de gloria. Parecía dejar atrás su oscura trayectoria en Tampa, Montevideo (Uruguay), Washington, las Islas Vírgenes y Puerto Rico, sin poder percibir que otro enemigo mayor y más peligroso, la red Al Qaeda, actuaba silenciosamente ante sus propias narices. Cegado por la vanidad y el odio contagiado a él por sus nuevos cómplices mafiosos, se ensañó en los antiterroristas cubanos, edificando falsas pruebas y acusaciones.
No pudiendo soportar el bochorno de su victoria pírrica en el campo del espionaje, ante su ceguera en cuanto a la actividad de los terroristas islámicos, renunció en el año 2003, siendo despedido en una opípara cena en la que participaron muchos de sus socios de la FNCA y de otras agrupaciones terroristas y mafiosas de Miami. Posteriormente, el 1 de abril 2004, Pesquera pasó a trabajar en el condado de Broward como enlace de la Oficina del Sheriff (OBS) con otras agencias locales, federales y del estado, bajo las órdenes del alguacil Ken Jenne.
El 14 de abril de 2004 fue ridiculizado por la prensa en Port Everglades, sobre su papel para prevenir los nefastos sucesos del 11 de septiembre y sus declaraciones ante la Comisión 9/11 en Washington, DC., cuestionado por haber usado solo a un agente del FBI para monitorear a los grupos de AlQaeda y no descubrir sus actividades preparatorias de los atentados, mientras destinada incontables recursos y agentes para monitorear a un grupo de cubanos a los que no se les pudo probar realmente cargos de espionaje.
Con desfachatez sin parangón dijo desconocer la nota de un agente de campo de Phoenix, Arizona, del 10 de julio 2001, en la que se recomendaba al FBI de Miami que investigara a un grupo de árabes entrenándose en escuelas de aviación en su ciudad.
Hoy, tras 12 años de estos bochornosos sucesos montados por el FBI, tiempo que nuestros hermanos llevan purgando inmerecida prisión, los funcionarios de la DIA como Chris Simmons y otros supuestos expertos en espionaje cubano, siguen especulando sobre la llamada la Red Avispa. Es evidente que no se ponen de acuerdo, pues la invención de espionaje fue tan absurda y apresuradamente elaborada, que recurrieron a falacias de las que ellos mismos no se acuerdan totalmente.
Según Simmons, por ejemplo, la Red Avispa contaba con 27 agentes, mientras las fuentes del FBI en Miami sustentan que el número de sus integrantes era de entre 13 y 16 miembros. Lo cierto es que 10 personas fueron capturadas con un aparatoso montaje de fuerzas en la madrugada del 12 de septiembre de 1998. De inmediato, fueron conducidos al Headquarter del FBI en Miami, donde fueron presionados con vistas a que se plegaran al montaje de supuesta actividad de espionaje preparado por Pesquera. Un tiempo después fueron trasladados al Federal Detention Center, situado en el Downtown de Miami.
Las presiones sicológicas, el burdo chantaje y todo tipo de amenazas surtieron efecto en cinco de los detenidos: Alejandro Alonso, Linda Hernández, Nilo Hernández Mederos, José Santos Cecilia y Amarylis Silverio García de Santos, quienes se prestaron al juego de Pesquera de intentar edificar un caso de espionaje a toda costa, aun teniendo que fabricar todo tipo de patrañas y acusaciones improbables. El premio a la traición cometida por estas personas, no solo por cooperar con el FBI y la Fiscalía reconociendo como válidas muchas de las quiméricas imputaciones, sino también por favorecer las falsas acusaciones contra sus compañeros, fueron reducidas sanciones y el ser agraciados por el Programa de Protección de Testigos luego de purgar sus breves condenas.
Otro grupo de los detenidos, integrado por René González Sehwerert, Antonio Guerrero Rodríguez, Manuel Viramontes (Gerardo Hernández Nordelo), Luis Medina (Ramón Labañino Salazar) y Rubén Campa (Fernando González Llort), con total entereza y dignidad, se negaron a cooperar con el FBI y las falsas imputaciones que debían aceptar a cambio de un deshonroso acuerdo.
Olga Salanueva, esposa de René, fue también acusada de pertenecer a la célula con el seudónimo de Ida, sin que se haya podido probar su participación real en la misma. Lo mismo ocurrió con Adriana Pérez O´Connor, esposa de Gerardo, a quien acusaron de ser la agente Bonsái y de actuar en Miami con una falsa identidad. Tales improbados argumentos sirven de dudosa base para impedirles que puedan visitar a sus esposos en prisión durante todos estos años.
Para las febriles manipulaciones de Pesquera y sus agentes, otros cuatro agentes de la red pudieron escapar a Cuba, entre los que se encontraban Juan Pablo Roque, Ricardo Villareal (Horacio) y Remigio Luna (Remi/Marcelino). A partir de allí y, siguiendo las instrucciones del gobierno norteamericanos y de la mafia miamense, Pesquera lanzó dos nuevas acusaciones: la primera de ellas estaba dirigida a comprometer a varios funcionarios diplomáticos cubanos de la Misión ante la ONU en Nueva York y de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, en un claro intento de enrarecer las relaciones entre ambas naciones, lo que llevó a la inmerecida expulsión del primer secretario Eduardo Martínez Borbonet y de otro compañero. Por otro lado, Pesquera mantuvo latente la supuesta amenaza del espionaje cubano en Miami y la histeria anticubana, al decir que había otros agentes actuando y que su actividad estaba monitoreada por el FBI.
Dos hechos significativos marcaron el papel del FBI y del gobierno norteamericano en relación con los cinco miembros de la Red Avispa que no se plegaron a los chantajes y las presiones a que fueron sometidos.
En el primer caso, estos compañeros sufrieron permanentes maltratos y presiones sicológicas de todo tipo. Con total ensañamiento, luego de apenas dos días de su captura en que el agente Raúl Fernández entrega a la corte un amplio dossier de dudosas y fabricadas imputaciones, los Cinco son trasladados el día 29 de septiembre a la Special House Unit, burda forma de llamar al “hueco”, una diminuta celda en la que se confina a peligrosos criminales y donde se les puede mantener solo por un período de 60 días. Los intransigentes y valientes cubanos son encerrados allí, en franca violación del Reglamento del Buró de Prisiones del Departamento de Justicia, por un término de 17 meses.
Una vez que el FBI y el gobierno movieron todo los resortes necesarios para montar un show mediático destinado a satanizar a los “espías” cubanos, con el pleno apoyo de los intolerantes Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, así como los principales capos de los grupos mafiosos y terroristas de La Florida, el 2 de octubre de 1998 se radicó la causa ante un Jurado Federal, acusándolos falsamente de los delitos de “cometer actos de espionaje, conspiración, conspiración para cometer actos de espionaje y de ser agente extranjero”.
El compañero Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba desnudó en su momento esta macabra conspiración, cuando expresó: “La Fiscalía no acusó a ninguno de ellos de espionaje en sí por una razón muy simple: no existió nada semejante y por lo tanto nunca pudiera ser probado.” (…) “Lo único que tenía que hacer la Fiscalía era “convencer” a los miembros del jurado que los acusados eran personas realmente malas capaces de concebir un intento de poner en peligro la Seguridad Nacional de los Estados Unidos en algún momento de un hipotético futuro.”
En segundo lugar, y siguiendo la dirección denunciada por Alarcón, el FBI y la Fiscalía se dedicaron a montar una increíble trama de espionaje encaminada a desvirtuar la real misión de los agentes cubanos, presentándolos como amenaza para la seguridad nacional por su pretendida actividad de indagación sobre objetivos militares norteamericanos. De acuerdos con estos febriles inventos, se trató de incriminar a los compañeros con las siguientes acusaciones:
En el caso de Gerardo Hernández Nordelo (Giro/Giraldo), bajo la identidad falsa de Manuel Viramontes, se dijo ser poseedor en su casa de Miami Beach de una computadora y disquetes con información comprometedora, grabadoras y cámaras fotográficas de alta sensibilidad. Como el FBI dijo monitorear la actividad de la red desde 1995, expresó disponer de pruebas suficientes de su papel como líder del grupo, obtenidas mediante vigilancia electrónica y visitas subrepticias a su morada, donde accedieron a mensajes codificados y las claves de decodificación. Se le acusó igualmente de disponer documentos falsificados obtenidos ilegalmente por el gobierno cubano a nombre de dos cubanos residentes en Broward y West Palm Beach, Osvaldo Reina y Daniel Cabrera. Se dijo que Gerardo usó la primera falsa identidad y destinó la otra a Fernando González Llort. Otras falsas identidades correspondieron a dos niños fallecidos en California en los años 60.
En el caso de Ramón Labañino Salazar (Alan), para el FBI el sub jefe de la Red Avispa, éste era el encargado de ejecutar y dirigir el supuesto espionaje contra instalaciones militares de Estados Unidos en el sur de la Florida, tales como el Comando Sur, la base aeronaval de Boca Chica, en Cayo Hueso, así como la base de la fuerza aérea McDill, en Tampa. Otra burda acusación del FBI era que Labañino era el contacto entre la Red y los diplomáticos cubanos de la Misión de Cuba ante la ONU.
En el caso de Rubén Campa o Fernando González Llort (Vicky/Oscar), éste fue acusado de ser enlace con otros agentes de la Red y de monitorear la actividad de grupos extremistas en Miami, buscando la manipulación de información para denigrarlos ante la opinión pública. Esta absurda acusación es insostenible ante el grado de deterioro de imagen que padecen los principales grupos mafiosos por sus propias cuestionables acciones.
Antonio Guerrero fue acusado falsamente de espiar en la base naval y aérea de Boca Chica, donde era un simple empleado civil, imputándole igualmente un aparente interés por acercarse a personal militar y de poseer cientos de direcciones de militares asentados en Boca Chica.
Por su parte, René González Sehwerert (Castor), tenía como misión, de acuerdo con el FBI, de monitorear las actividades de organizaciones extremistas radicadas en La Florida como Hermanos al Rescate, Movimiento Democracia, Militares y Profesionales por la Democracia, Comando Unidos para la Liberación, Partido Unido Nacional Democrático (PUND), Comisión Nacional Cubana y la Asociación de Pilotos Cubano Americana. En su rol de colaborador del FBI en relación con actividades de narcotráfico, el FBI lo acusó de usar esa condición para denigrar a los grupos del “exilio” en Miami.
El 20 de septiembre del 2001, Héctor Pesquera quiso sobresalir para paliar su infortunado y cuestionado papel en relación con las redes de AlQaeda en La Florida, al declarar el arresto de otros dos agentes de la Red Avispa: Gerardo Gari (Luis) y Marisol Gari (Margot), quienes dijo eran colaboradores de Fernando González Llort en la actividad de “espionaje”. El primero de ellos fue acusado de intentar infiltrar el Comando Sur en La Florida, particularmente en la base MacDill, en Tampa. Por su parte, Marisol fue acusada de usar su empleo en el Servicio Postal de Estados Unidos en el Miami International Airport, para recabar información confidencial, así como monitorear la actividad de la FNCA. Fueron acusados de espionaje con las sanciones de 7 años de prisión para Gerardo Gari y 3 años y seis meses para su esposa Marisol.
Otra vez Pesquera se vanaglorió de su éxito cuando declaró ante la prensa: “no fueron arrestados hace tres años porque tuvimos que ser selectivos. Esos arrestos fueron hechos con premura, porque sabíamos que algunos de ellos habían recibido la orden de regresar a la isla; en el caso de estos dos, teníamos la convicción de que no escaparían, como vino a suceder”.
Los miembros de la Red Avispa fueron sometidos a un juicio amañado en una ciudad llena de animadversión contra ellos y sobre la base de inventadas acusaciones. Gerardo Hernández Nordelo recibió dos cadenas perpetuas más 15 años, bajo los cargos de conspiración por espiar y por el ilusorio cargo de asesinato premeditado en relación con los pilotos de Hermanos al Rescate, derribados el 24 de febrero de 1996. Ramón Labañino Salazar fue sentenciado a una cadena perpetua más 18 años, sin derecho a salida, por improbado espionaje contra bases militares norteamericanas. Antonio Guerrero fue condenado a una cadena perpetua más 10 años. René González Sehwerert fue condenado a 15 años de prisión, mientras Fernando González Llort a 19 años de prisión. Recientemente, por disposición de una corte de apelaciones, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González Llort recibieron nuevas condenas al ser re sentenciados por la misma jueza Joan Lenard: al primero le cambiaron la sentencia inicial por 21 años más 10 meses de prisión; Labañino fue re sentenciado, a su vez, a 30 años de cárcel. Por su parte, Fernando recibió una modificación de condena de 17 años más 9 mese de prisión, solo uno menos que la condena anterior. Tanto Gerardo como René fueron excluidos de este beneficio.
Tal vez la prueba más evidente de la politización del juicio a los Cinco por parte del FBI y del gobierno norteamericano, así como de una justicia parcializada y de una actitud de relativa falta de coherencia en los casos de espías capturados in fraganti , es que otros casos de espionaje más peligrosos y dañinos para la seguridad nacional estadounidense, se han caracterizado por la aplicación de penas menos severas y condescendientes con los acusados.
Tres casos ilustran esta aseveración:
● Khaled Abdel-Latif Dumeisi, acusado de ser un agente no registrado del gobierno de Saddam Hussein. Recibió una condena de 3 años y 10 meses de prisión en abril de 2004, en medio de la guerra de Estados Unidos contra Irak.
● Leandro Aragoncillo fue hallado culpable en julio de 2007 de transmitir cerca de 800 documentos clasificados relacionados con la defensa nacional de los Estados Unidos, mientras era asistente militar de los vicepresidentes Al Gore y Dick Cheney. Solo recibió una condena de 10 años de prisión. Su socio de labores de espionaje, Michael Ray Aquino, purga una sentencia de 6 años y 4 meses.
● Gregg W. Bergersen, funcionario del Departamento de Defensa, de suministró información de defensa nacional por dinero y otros beneficios materiales en julio de 2008, siendo sancionado solo a 4 años y 9 meses de prisión.
● Lawrence Anthony Franklin, un coronel de la reserva en el Departamento de Defensa, vendió información secreta a un gobierno extranjero y fue sancionado solo a 12 años y 7 meses de prisión.
El caso montado contra nuestros Cinco Héroes, al que se le otorgó el número 98-3493, con 27 páginas plagadas de mentiras que sustentan un apócrifa acusación de espionaje, constituye, sin lugar a dudas, una prueba del execrable papel del FBI de Miami, con Héctor Pesquera a la cabeza, para favorecer las apetencias anti cubanas de la mafia de Miami y de la ultraderecha norteamericana.
Por su parte, los alegatos de nuestros hermanos en su defensa, así como la actitud firme mantenida en prisión, demuestran de qué lado está la verdad.
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QUE SE JODAN ESTOS HIJOS DE PUTAS TRAIDORES DE LA LIBERTAD DE CUBA , QUE SE CAGUEN EN SU PUTA MADRE ,ESBIRROS CASTRISTAS QUE SE PUDRAN,. Los miembros de la Red Avispa fueron sometidos a un juicio amañado en
una ciudad llena de animadversión contra ellos y sobre la base de
inventadas acusaciones. Gerardo Hernández Nordelo recibió dos cadenas
perpetuas más 15 años, bajo los cargos de conspiración por espiar y por
el ilusorio cargo de asesinato premeditado en relación con los pilotos
de Hermanos al Rescate, derribados el 24 de febrero de 1996. Ramón
Labañino Salazar fue sentenciado a una cadena perpetua más 18 años, sin
derecho a salida, por improbado espionaje contra bases militares
norteamericanas. Antonio Guerrero fue condenado a una cadena perpetua
más 10 años. René González Sehwerert fue condenado a 15 años de
prisión, mientras Fernando González Llort a 19 años de prisión.
Recientemente, por disposición de una corte de apelaciones, Antonio
Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González Llort recibieron nuevas
condenas al ser re sentenciados por la misma jueza Joan Lenard: al
primero le cambiaron la sentencia inicial por 21 años más 10 meses de
prisión; Labañino fue re sentenciado, a su vez, a 30 años de cárcel.
Por su parte, Fernando recibió una modificación de condena de 17 años
más 9 mese de prisión, solo uno menos que la condena anterior. Tanto
Gerardo como René fueron excluidos de este beneficio.
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De: hr-mk |
Enviado: 10/05/2010 10:42 |
Mi…“¿Querido?”… FBI. (Tercera parte)
EL FBI DE MIAMI ENTRE EL DILEMA DE CAZAR “ESPIAS” Y TERRORISTAS DE ORIGEN CUBANO.
Quien lee la historia del FBI en Miami no puede menos que dolerse de que el esfuerzo legítimo de un grupo de valerosos hombres y mujeres, dedicados a combatir el crimen organizado, los delitos significativos y el narcotráfico, haya sido mancillado por la actividad complaciente y cómplice de algunos de sus agentes y jefes los cuales, respondiendo a los dictámenes de la ultraderecha norteamericana y de los grupos y organizaciones mafiosas que controlan la política de la ciudad, hayan convertido al Buró en un sórdido instrumento de sus maquinaciones y lo hayan sumergido en oscuras componendas y compromisos, transformándolo en tácito compinche de delitos como el terrorismo y el narcotráfico.
Para vergüenza de la memoria de agentes fallecidos en el cumplimiento del deber en Miami, como Jerry Dove y Benjamin P. Grogan, muertos el 11 de abril de 1986, mientras enfrentaban a dos delincuentes comunes, así como la de sus cinco compañeros heridos en dicho tiroteo, otros oficiales se han dedicado a falsificar pruebas para inculpar a antiterroristas con falsos cargos de espionaje, a proteger sistemáticamente a sospechosos de terrorismo y a favorecerlos con una detestable colaboración. Es por ello que al leer la presentación de la Unidad del FBI de Miami, aparecida en su sitio web, y donde se expresa: “Nuestra gente en Miami posee una mezcla de talento y experiencia que nos permiten ayudar a proteger a ustedes, sus familias y sus lugares de trabajo de una amplia gama de amenazas a la seguridad nacional y los principales problemas del crimen”, no puede uno menos que experimentar sentimientos encontrados entre los que se entremezclan la admiración y el repudio.
La historia del FBI en Miami se remonta a octubre de 1924, cuando un agente especial a cargo nombrado Howe, inició su actividad combatiendo diferentes delitos que incluían la prostitución y el robo de automóviles. Luego la unidad de Miami cobraría notoriedad en 1929 al capturar al gánster Al Capone, por faltar a una citación federal.
Ya en 1937 el FBI instaló su propia oficina en Miami bajo el mando del Agente Especial a Cargo Robert L. Shivers, quien capitaneó una profunda cruzada contra la corrupción pública, el crimen organizado, los secuestros y la prostitución interestatal.
En 1942 el FBI de Miami se anotó un importante triunfo al capturar a un grupo de saboteadores nazis en Ponte Vedra Beach, Florida, recuperando una gran cantidad de armas y explosivos. Para los años 50, el FBI de Miami contaba con cerca de 150 agentes especiales y otros colaboradores.
Sin embargo, por arte y magia del diferendo impuesto por Estados Unidos a Cuba a partir del primero de enero de 1959, el FBI se supeditaría a la guerra sucia implementada por las administraciones norteamericanas contra la Isla. A pesar de que el Buró continuaría la lucha contra el delito como se demostró en el arresto del roba bancos Jerry Clarence Rush en 1963, en la detención de John Wesley Davis y Joel Leo Vedder, quienes planeaban sabotear el East Florida Ferrocarril en 1964; y la captura del terrorista Henry Kiter Jr. en agosto de 1969, quien amenazó con sabotear aviones de la compañía Delta Airlines; así como el combate a la delincuencia de cuello blanco, la corrupción, sobornos, malversación de fondos, pornografía infantil, otras actividades ilegales como el narcotráfico y el fraude en las décadas siguientes, su función principal fue investigar las actividades de las organizaciones terroristas de origen cubano en el propio territorio norteamericano en una vasta investigación denominada FREIGHTBOM, la que les permitió identificar a numerosos terroristas y organizaciones que desarrollaban acciones violentas contra Cuba, en abierta violación de la Ley de Neutralidad. No obstante, como analizaremos en los dos próximos artículos, nunca se tomaron medidas radicales contra estos grupos extremistas, protegidos por las administraciones de turno y la CIA.
La oleada de casi medio millón de cubanos dio un giro diferente a la soleada Miami. Los viejos males de la seudo república derrotada, se “exiliaron” junto a los miles de lumpen, funcionarios corruptos, criminales de toda laya, asesinos y sicarios, así como mafiosos enriquecidos a costa de expoliar a su propio pueblo, convirtiéndola en nuevo centro del vicio y el delito en EE UU. Es tal la magnitud de los delitos que cometen ciudadanos de origen cubano que Timothy Delaney, agente especial adjunto a cargo de la oficina del FBI en Miami y jefe del programa nacional contra el fraude a los servicios médicos entre el 2000 y el 2004, declaró asombrado al iniciar su gestión en esa ciudad: “Yo sabía que en Miami la situación era mala, pero cuando llegué quedé asombrado''. (…) “Aquí hay fraude como en ninguna otra parte del país. Los Ángeles está en segundo lugar, pero a mucha distancia'”.
La base principal de las actividades delictivas en aumento en Miami estuvo en el auto titulado exilio cubano, quienes promovieron de inmediato el narcotráfico, los juegos ilegales de azar, las corruptelas, el robo y particularmente, el terrorismo y los asesinatos violentos. Una prueba de ello es que ya el 19 de abril de 1965, por citar un ejemplo, un cubano que alcanzaría funesta notoriedad por sus crímenes, Luis Posada Carriles, se vio involucrado en Miami, junto al ricachón guatemalteco Roberto Alejos Arzú, dueño de la Finca Helvetia en la que se había preparado en 1961 la derrotada Brigada invasora 2506, en una operación subversiva contra el gobierno de Guatemala, contando por supuesto con el apoyo de la CIA y del FBI, de los que era activo colaborador.
Un documento del FBI, desclasificado en virtud de la Ley Pública 102-526. Con fecha de 28 de abril de 2005, referido al Archivo Nro. 2-380 y emitido por el Buró el 17 de mayo de 1965, acusó a Roberto Alejos Arzú, guatemalteco, residente en el 180 Palm Drive, en Palm Island, Miami Beach, de conspirar junto a Posada Carriles, el cubano Luis Sierra López y otros de sus co nacionales, de poseer un vasto arsenal compuesto por dos ametralladoras calibre 30, M-1919A4; 1 fusil automático Browning, 1 lanza llamas, con tanques y fusil No. M2A1, 6 carabinas M-1, 1 subametralladora Thompson calibre 45, modelo 1928; 1 pistola Colt automática calibre 45, 10 fusiles Grease M-3 calibre 45; 1 lanzacohetes de 3.5 pies, M-20 (bazooka); 2 morteros de 60 mm, M-5, con trípode, placa de base y cañón; 2 cureñas, con trípode, calibre 30, M-2; 2 cureñas, con bípode, calibre 30, M-2; 15 fusiles Garand, miles de cartuchos para estas armas; 28 adaptadores de granadas, fusil Garand M-1; 32 bloques de C-4 (2½ libra cada uno) 80 libras; 12 bloques de C-3 (2½ libra cada uno) 28 libras; 24 bloques de TNT (1 libra cada uno) 24 libras; 8 bloques de Pinolite (1 libra cada uno ) 8 libras; 2 latas de Napalm (3 galones cada una) 6 galones; 16 proyectiles de bazooka (de 3.5 pulgadas de diámetro, de alto poder explosivo); 44 barras de TNT (utilizadas por el ejército) 1 libra cada una, 44 libras; 46 cartuchos, proyectiles de morteros de 57 milímetros; 51 granadas de mano M-21 (de fragmentación): 3 granadas de gases lacrimógenos; 6 fusiles lanza granadas; 5 rollos de mecha Orange-wax, marca Clover (170 pies en total); 20 encendedores de mecha; 2 detonantes de gran potencia (de una libra cada uno); 1 caja de detonantes y encendedores (100 de cada uno); 53 detonadores; 1 rollo de cable para detonadores, aproximadamente ¼ de milla; 1 bolsa de municiones, fusil Garand M-1; 1 rifle Winchester semiautomático, calibre 12; así como otros medios de guerra.
A pesar de todas las pruebas en su poder y pleno conocimiento de la conspiración, el FBI solo se limitó a recoger el armamento y a exonerar de cargos a los implicados, lo que se convertiría en un hábito en los próximos años. Bastaría saber que entre 1959 y el año 2001, el Buró tuvo conocimiento de cerca de 360 actos terroristas realizados en suelo norteamericano, 186 de ellas afectando directamente intereses estadounidenses y, sin embargo, solo una mínima parte de los ejecutores fueron capturados y recibieron tan solo bochornosas condenas.
La posición contemplativa del FBI ante el asesinato de 35 personas en suelo norteamericano, incluidos nacionales de ese país; de 14 atentados contra aeropuertos norteamericanos, como los de La Guardia y John F. Kennedy (Nueva York), el Miami Internacional Aiport y el de Newark, Nueva Jersey; así ataques contra oficinas gubernamentales como las propias sedes del FBI y del INS en varias ciudades, la sede de las Naciones Unidas (ONU), embarcaciones de varias nacionalidades, aeronaves y otros objetivos como consulados de Nicaragua, México, Venezuela y otras naciones; agencias de viajes y centros nocturnos, prueba esta aseveración.
Aunque el Buró se vanagloria de haber llevado a cabo varios casos graves de terrorismo como el que involucró a José Padilla, el 22 de noviembre de 2005, así como la captura en el 2006 de siete hombres de la Florida acusados de conspiración para proveer apoyo material a Al Qaeda, lo cierto es que se ha hecho de la vista gorda en relación con las decenas de terroristas de origen cubano que han actuado y actúan con total impunidad en Miami. Adempero, sí ha hecho el Buró una fijación enfermiza sobre un supuesto espionaje cubano en La Florida, sobre todo a partir de la década de los 90, ante la imposibilidad de haber podido capturar con anterioridad a alguno del numeroso grupo de combatientes anónimos que enfrentan en Miami al terrorismo contra Cuba.
Si el FBI cumpliera a cabalidad su papel contra el terrorismo de la mafia anticubana, incluso cuando Cuba le ha facilitado abundante información al respecto, como lo ha hecho en varias oportunidades, no fuera necesaria la presencia de los luchadores de la Seguridad del Estado en EE UU. Eso es una verdad de Perogrullo.
LA BATALLA CUBANA POR SU DEFENSA EN LAS ENTRAÑAS DEL MONSTRUO.
Uno de los primeros valiosos compañeros infiltrados dentro de los grupos terroristas de Miami, particularmente Alpha 66, fue José "El Chino" Fernández Santos, quien inició su labor, apenas triunfó la Revolución, en las filas del Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER) y, posteriormente, dentro del Departamento de Seguridad del Estado (DSE). Su largo historial como agente, que lo hizo merecedor de la Medalla Al Valor “Eliseo Reyes”, tuvo sus inicios en 1961 cuando infiltró en Cuba a varias organizaciones contrarrevolucionarias, entre ellas el Movimiento de Renovación Revolucionaria (MRR).
A partir de 1968, ya en Miami, trabó contacto con Andrés Nazario Sargén, quien lo incorporó a Alpha 66, donde logró identificar los principales centros de entrenamiento de este grupo terrorista. En 1974, por encargo de Sargén y ascendido a capitán, dirigió una expedición integrada por Hugo Gascón, Roberto del Castillo, Ramón Cala, Jesús Vega, Santiago Acosta, y Mario Bello, la cual fue interceptada en Gran Inagua, en las Bahamas, el 12 de octubre de 1974. Comprometida su filiación revolucionaria, pudo escapar a Cuba burlando al FBI y a los propios sicarios de Alpha 66.
Su caso alcanzó renombre cuando Fernández testificó ante el "Tribunal Contra el Imperialismo", en la Habana y parte de su historia fue presentada en una de las obras de Luis Adrian Betancourt, titulada "Aquí las arenas son más limpias".
El FBI investigó varios casos de supuesto espionaje cubano, siendo uno de ellos el relacionado con René Valdés, representante de Alpha 66 en la ciudad de Los Ángeles, así como el de Edith Reinoso Hernández, quien más tarde lograría retornar a Cuba y publicar sus experiencias en un libro titulado “Testimonio de una emigrada”. Otros casos monitoreados por el FBI en los que los supuestos agentes cubanos involucrados actuaban en Miami fueron los de Julio César Ramírez, Emérito González, Mario "El Gago" Estévez y Néstor López Molina, aunque luego se comprobó lo infundado de sus sospechas, principalmente en los tres últimos individuos.
Carlos Rivero Collado también fue espiado por los Feds hasta que regresó a Cuba en 1974, donde puso al desnudo el rol terrorista de la mafia miamense y publicó un libro titulado “Los sobrinos del tío Sam”.
Otra pléyade de compañeros entre los que se encuentran Noel Salas Santos, Manuel Hevia Cosculluela, Juan Pablo Roque, así como el que escribe este artículo, estuvimos alguna vez infiltrados dentro de los grupos terroristas o vinculados a la actividad de la CIA, defendiendo en un terreno hostil la seguridad de nuestro pueblo, a la par que burlando las acechanzas del FBI, de la DIA y de la CIA. Por suerte, la labor abnegada de nuestros jefes, la orientación precisa y oportuna, así como el respeto a las medidas de compartimentación y seguridad, nos permitieron salir indemnes en nuestro avatar como revolucionarios en este campo de trabajo. Otros compañeros, dolorosamente, no corrieron la misma suerte, pues algunos murieron en este combate silencioso y anónimo, alejados de sus seres queridos y del privilegio de ser enterrados y llorados por los suyos, mientras que otros purgan injusta prisión por el simple hecho de defender a su Patria.
HÉCTOR PESQUERA, EL CASO DE LOS CINCO Y SU MANIPULACION POR EL FBI.
Es precisamente en la década de los 90, cuando Estados Unidos se duele con desesperación de la permanencia de la Revolución Cubana a pesar del derrumbe del campo socialista y cuando les fallan una tras otras otra las conspiraciones de asesinato contra Fidel y otros planes de atentado, luego de la oleada terrorista de 1997, que el FBI prioriza su labor de contra inteligencia contra un vasto y supuesto espionaje cubano en Miami. Otro elemento fue el bochorno sufrido ante las denuncias de los agentes Orión, Fraile, Olga, Félix y Julito, sobre el incremento de las actividades terroristas anticubanas desde Miami, que involucraban a la FNCA, al Ex Club, el CID y otras organizaciones extremistas ubicadas en la ciudad floridana, al amparo de la CIA y del FBI.
Para cumplir este sucio rol de promover una campaña mediática contra supuestos espías cubanos en La Florida, los mafiosos de la FNCA acudieron a Héctor Pesquera, promovido a jefe del FBI de Miami, en un intercambio de favores luego de que éste los protegiera, en octubre de 1997, durante los sucesos relacionados con el juicio que se les seguía por intentar asesinar a Fidel Castro en Isla Margarita. Pesquera propició la captura de la Red Avispa a pesar de las reticencias de la entonces Fiscal General, Janet Reno, de hacerlo, sabiendo la misma que no existían fundamentos de peso para elaborar la trama de espionaje que montó Pesquera. Su obcecado empecinamiento para favorecer a la mafia miamense, lo hizo caer en una trampa: Fue tal su empecinamiento en perseguir a los agentes cubanos, que descuidó a los grupos islámicos asentados en La Florida que, posteriormente, estarían directamente involucrados en el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.
Las oscuras artimañas y complicidades de Pesquera con los poderosos jefes de la FNCA, luego de la captura de los terroristas del yate "La Esperanza", en las aguas borinqueñas, el 27 de octubre de 1997, quien accedió al expediente manipulando pruebas y ocultando hechos comprometedores, condujeron a la bochornosa absolución de los terroristas implicados, entre ellos Francisco José Hernández Calvo, presidente de la FNCA.
El premio de Pesquera no demoró el tiempo en que se chasquea un dedo: los poderosos representantes floridanos en el Congreso “solicitaron” a Louis Freeh, entonces jefe del FBI, el traslado de Pesquera como Agente Especial a Cargo de la Unidad del FBI en la ciudad de Miami, en mayo de 1998. A partir de allí, la mafia contaría con otro aliado más para desarrollar sus campañas anticubanas y para proteger sus negocios sucios.
La primera acción anticubana del estrenado jefe del FBI en Miami fue la captura de los integrantes de la llamada Red Avispa, a las 5 de la madrugada del 12 de septiembre de 1998, acción que comunicó previamente a su ejecución a sus benefactores en la ciudad floridana, Ileana Ros Lehtinen y Lincoln Díaz Balart, así como presumiblemente a alguno de los jefes de la FNCA.
El egocéntrico jefe del FBI montó, en contubernio con la mafia anticubana, un sonado show mediático, en torno a la captura de una red de espías cubanos, la primera en la historia del FBI en Estados Unidos. En el propio cuartel general del Buró, situado en el 16320 NW 2nd Avenue, en North Miami Beach, Pesquera se regodeó con su momento de gloria. Parecía dejar atrás su oscura trayectoria en Tampa, Montevideo (Uruguay), Washington, las Islas Vírgenes y Puerto Rico, sin poder percibir que otro enemigo mayor y más peligroso, la red Al Qaeda, actuaba silenciosamente ante sus propias narices. Cegado por la vanidad y el odio contagiado a él por sus nuevos cómplices mafiosos, se ensañó en los antiterroristas cubanos, edificando falsas pruebas y acusaciones.
No pudiendo soportar el bochorno de su victoria pírrica en el campo del espionaje, ante su ceguera en cuanto a la actividad de los terroristas islámicos, renunció en el año 2003, siendo despedido en una opípara cena en la que participaron muchos de sus socios de la FNCA y de otras agrupaciones terroristas y mafiosas de Miami. Posteriormente, el 1 de abril 2004, Pesquera pasó a trabajar en el condado de Broward como enlace de la Oficina del Sheriff (OBS) con otras agencias locales, federales y del estado, bajo las órdenes del alguacil Ken Jenne.
El 14 de abril de 2004 fue ridiculizado por la prensa en Port Everglades, sobre su papel para prevenir los nefastos sucesos del 11 de septiembre y sus declaraciones ante la Comisión 9/11 en Washington, DC., cuestionado por haber usado solo a un agente del FBI para monitorear a los grupos de AlQaeda y no descubrir sus actividades preparatorias de los atentados, mientras destinada incontables recursos y agentes para monitorear a un grupo de cubanos a los que no se les pudo probar realmente cargos de espionaje.
Con desfachatez sin parangón dijo desconocer la nota de un agente de campo de Phoenix, Arizona, del 10 de julio 2001, en la que se recomendaba al FBI de Miami que investigara a un grupo de árabes entrenándose en escuelas de aviación en su ciudad.
Hoy, tras 12 años de estos bochornosos sucesos montados por el FBI, tiempo que nuestros hermanos llevan purgando inmerecida prisión, los funcionarios de la DIA como Chris Simmons y otros supuestos expertos en espionaje cubano, siguen especulando sobre la llamada la Red Avispa. Es evidente que no se ponen de acuerdo, pues la invención de espionaje fue tan absurda y apresuradamente elaborada, que recurrieron a falacias de las que ellos mismos no se acuerdan totalmente.
Según Simmons, por ejemplo, la Red Avispa contaba con 27 agentes, mientras las fuentes del FBI en Miami sustentan que el número de sus integrantes era de entre 13 y 16 miembros. Lo cierto es que 10 personas fueron capturadas con un aparatoso montaje de fuerzas en la madrugada del 12 de septiembre de 1998. De inmediato, fueron conducidos al Headquarter del FBI en Miami, donde fueron presionados con vistas a que se plegaran al montaje de supuesta actividad de espionaje preparado por Pesquera. Un tiempo después fueron trasladados al Federal Detention Center, situado en el Downtown de Miami.
Las presiones sicológicas, el burdo chantaje y todo tipo de amenazas surtieron efecto en cinco de los detenidos: Alejandro Alonso, Linda Hernández, Nilo Hernández Mederos, José Santos Cecilia y Amarylis Silverio García de Santos, quienes se prestaron al juego de Pesquera de intentar edificar un caso de espionaje a toda costa, aun teniendo que fabricar todo tipo de patrañas y acusaciones improbables. El premio a la traición cometida por estas personas, no solo por cooperar con el FBI y la Fiscalía reconociendo como válidas muchas de las quiméricas imputaciones, sino también por favorecer las falsas acusaciones contra sus compañeros, fueron reducidas sanciones y el ser agraciados por el Programa de Protección de Testigos luego de purgar sus breves condenas.
Otro grupo de los detenidos, integrado por René González Sehwerert, Antonio Guerrero Rodríguez, Manuel Viramontes (Gerardo Hernández Nordelo), Luis Medina (Ramón Labañino Salazar) y Rubén Campa (Fernando González Llort), con total entereza y dignidad, se negaron a cooperar con el FBI y las falsas imputaciones que debían aceptar a cambio de un deshonroso acuerdo.
Olga Salanueva, esposa de René, fue también acusada de pertenecer a la célula con el seudónimo de Ida, sin que se haya podido probar su participación real en la misma. Lo mismo ocurrió con Adriana Pérez O´Connor, esposa de Gerardo, a quien acusaron de ser la agente Bonsái y de actuar en Miami con una falsa identidad. Tales improbados argumentos sirven de dudosa base para impedirles que puedan visitar a sus esposos en prisión durante todos estos años.
Para las febriles manipulaciones de Pesquera y sus agentes, otros cuatro agentes de la red pudieron escapar a Cuba, entre los que se encontraban Juan Pablo Roque, Ricardo Villareal (Horacio) y Remigio Luna (Remi/Marcelino). A partir de allí y, siguiendo las instrucciones del gobierno norteamericanos y de la mafia miamense, Pesquera lanzó dos nuevas acusaciones: la primera de ellas estaba dirigida a comprometer a varios funcionarios diplomáticos cubanos de la Misión ante la ONU en Nueva York y de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, en un claro intento de enrarecer las relaciones entre ambas naciones, lo que llevó a la inmerecida expulsión del primer secretario Eduardo Martínez Borbonet y de otro compañero. Por otro lado, Pesquera mantuvo latente la supuesta amenaza del espionaje cubano en Miami y la histeria anticubana, al decir que había otros agentes actuando y que su actividad estaba monitoreada por el FBI.
Dos hechos significativos marcaron el papel del FBI y del gobierno norteamericano en relación con los cinco miembros de la Red Avispa que no se plegaron a los chantajes y las presiones a que fueron sometidos.
En el primer caso, estos compañeros sufrieron permanentes maltratos y presiones sicológicas de todo tipo. Con total ensañamiento, luego de apenas dos días de su captura en que el agente Raúl Fernández entrega a la corte un amplio dossier de dudosas y fabricadas imputaciones, los Cinco son trasladados el día 29 de septiembre a la Special House Unit, burda forma de llamar al “hueco”, una diminuta celda en la que se confina a peligrosos criminales y donde se les puede mantener solo por un período de 60 días. Los intransigentes y valientes cubanos son encerrados allí, en franca violación del Reglamento del Buró de Prisiones del Departamento de Justicia, por un término de 17 meses.
Una vez que el FBI y el gobierno movieron todo los resortes necesarios para montar un show mediático destinado a satanizar a los “espías” cubanos, con el pleno apoyo de los intolerantes Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, así como los principales capos de los grupos mafiosos y terroristas de La Florida, el 2 de octubre de 1998 se radicó la causa ante un Jurado Federal, acusándolos falsamente de los delitos de “cometer actos de espionaje, conspiración, conspiración para cometer actos de espionaje y de ser agente extranjero”.
El compañero Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba desnudó en su momento esta macabra conspiración, cuando expresó: “La Fiscalía no acusó a ninguno de ellos de espionaje en sí por una razón muy simple: no existió nada semejante y por lo tanto nunca pudiera ser probado.” (…) “Lo único que tenía que hacer la Fiscalía era “convencer” a los miembros del jurado que los acusados eran personas realmente malas capaces de concebir un intento de poner en peligro la Seguridad Nacional de los Estados Unidos en algún momento de un hipotético futuro.”
En segundo lugar, y siguiendo la dirección denunciada por Alarcón, el FBI y la Fiscalía se dedicaron a montar una increíble trama de espionaje encaminada a desvirtuar la real misión de los agentes cubanos, presentándolos como amenaza para la seguridad nacional por su pretendida actividad de indagación sobre objetivos militares norteamericanos. De acuerdos con estos febriles inventos, se trató de incriminar a los compañeros con las siguientes acusaciones:
En el caso de Gerardo Hernández Nordelo (Giro/Giraldo), bajo la identidad falsa de Manuel Viramontes, se dijo ser poseedor en su casa de Miami Beach de una computadora y disquetes con información comprometedora, grabadoras y cámaras fotográficas de alta sensibilidad. Como el FBI dijo monitorear la actividad de la red desde 1995, expresó disponer de pruebas suficientes de su papel como líder del grupo, obtenidas mediante vigilancia electrónica y visitas subrepticias a su morada, donde accedieron a mensajes codificados y las claves de decodificación. Se le acusó igualmente de disponer documentos falsificados obtenidos ilegalmente por el gobierno cubano a nombre de dos cubanos residentes en Broward y West Palm Beach, Osvaldo Reina y Daniel Cabrera. Se dijo que Gerardo usó la primera falsa identidad y destinó la otra a Fernando González Llort. Otras falsas identidades correspondieron a dos niños fallecidos en California en los años 60.
En el caso de Ramón Labañino Salazar (Alan), para el FBI el sub jefe de la Red Avispa, éste era el encargado de ejecutar y dirigir el supuesto espionaje contra instalaciones militares de Estados Unidos en el sur de la Florida, tales como el Comando Sur, la base aeronaval de Boca Chica, en Cayo Hueso, así como la base de la fuerza aérea McDill, en Tampa. Otra burda acusación del FBI era que Labañino era el contacto entre la Red y los diplomáticos cubanos de la Misión de Cuba ante la ONU.
En el caso de Rubén Campa o Fernando González Llort (Vicky/Oscar), éste fue acusado de ser enlace con otros agentes de la Red y de monitorear la actividad de grupos extremistas en Miami, buscando la manipulación de información para denigrarlos ante la opinión pública. Esta absurda acusación es insostenible ante el grado de deterioro de imagen que padecen los principales grupos mafiosos por sus propias cuestionables acciones.
Antonio Guerrero fue acusado falsamente de espiar en la base naval y aérea de Boca Chica, donde era un simple empleado civil, imputándole igualmente un aparente interés por acercarse a personal militar y de poseer cientos de direcciones de militares asentados en Boca Chica.
Por su parte, René González Sehwerert (Castor), tenía como misión, de acuerdo con el FBI, de monitorear las actividades de organizaciones extremistas radicadas en La Florida como Hermanos al Rescate, Movimiento Democracia, Militares y Profesionales por la Democracia, Comando Unidos para la Liberación, Partido Unido Nacional Democrático (PUND), Comisión Nacional Cubana y la Asociación de Pilotos Cubano Americana. En su rol de colaborador del FBI en relación con actividades de narcotráfico, el FBI lo acusó de usar esa condición para denigrar a los grupos del “exilio” en Miami.
El 20 de septiembre del 2001, Héctor Pesquera quiso sobresalir para paliar su infortunado y cuestionado papel en relación con las redes de AlQaeda en La Florida, al declarar el arresto de otros dos agentes de la Red Avispa: Gerardo Gari (Luis) y Marisol Gari (Margot), quienes dijo eran colaboradores de Fernando González Llort en la actividad de “espionaje”. El primero de ellos fue acusado de intentar infiltrar el Comando Sur en La Florida, particularmente en la base MacDill, en Tampa. Por su parte, Marisol fue acusada de usar su empleo en el Servicio Postal de Estados Unidos en el Miami International Airport, para recabar información confidencial, así como monitorear la actividad de la FNCA. Fueron acusados de espionaje con las sanciones de 7 años de prisión para Gerardo Gari y 3 años y seis meses para su esposa Marisol.
Otra vez Pesquera se vanaglorió de su éxito cuando declaró ante la prensa: “no fueron arrestados hace tres años porque tuvimos que ser selectivos. Esos arrestos fueron hechos con premura, porque sabíamos que algunos de ellos habían recibido la orden de regresar a la isla; en el caso de estos dos, teníamos la convicción de que no escaparían, como vino a suceder”.
Los miembros de la Red Avispa fueron sometidos a un juicio amañado en una ciudad llena de animadversión contra ellos y sobre la base de inventadas acusaciones. Gerardo Hernández Nordelo recibió dos cadenas perpetuas más 15 años, bajo los cargos de conspiración por espiar y por el ilusorio cargo de asesinato premeditado en relación con los pilotos de Hermanos al Rescate, derribados el 24 de febrero de 1996. Ramón Labañino Salazar fue sentenciado a una cadena perpetua más 18 años, sin derecho a salida, por improbado espionaje contra bases militares norteamericanas. Antonio Guerrero fue condenado a una cadena perpetua más 10 años. René González Sehwerert fue condenado a 15 años de prisión, mientras Fernando González Llort a 19 años de prisión. Recientemente, por disposición de una corte de apelaciones, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González Llort recibieron nuevas condenas al ser re sentenciados por la misma jueza Joan Lenard: al primero le cambiaron la sentencia inicial por 21 años más 10 meses de prisión; Labañino fue re sentenciado, a su vez, a 30 años de cárcel. Por su parte, Fernando recibió una modificación de condena de 17 años más 9 mese de prisión, solo uno menos que la condena anterior. Tanto Gerardo como René fueron excluidos de este beneficio.
Tal vez la prueba más evidente de la politización del juicio a los Cinco por parte del FBI y del gobierno norteamericano, así como de una justicia parcializada y de una actitud de relativa falta de coherencia en los casos de espías capturados in fraganti , es que otros casos de espionaje más peligrosos y dañinos para la seguridad nacional estadounidense, se han caracterizado por la aplicación de penas menos severas y condescendientes con los acusados.
Tres casos ilustran esta aseveración:
● Khaled Abdel-Latif Dumeisi, acusado de ser un agente no registrado del gobierno de Saddam Hussein. Recibió una condena de 3 años y 10 meses de prisión en abril de 2004, en medio de la guerra de Estados Unidos contra Irak.
● Leandro Aragoncillo fue hallado culpable en julio de 2007 de transmitir cerca de 800 documentos clasificados relacionados con la defensa nacional de los Estados Unidos, mientras era asistente militar de los vicepresidentes Al Gore y Dick Cheney. Solo recibió una condena de 10 años de prisión. Su socio de labores de espionaje, Michael Ray Aquino, purga una sentencia de 6 años y 4 meses.
● Gregg W. Bergersen, funcionario del Departamento de Defensa, de suministró información de defensa nacional por dinero y otros beneficios materiales en julio de 2008, siendo sancionado solo a 4 años y 9 meses de prisión.
● Lawrence Anthony Franklin, un coronel de la reserva en el Departamento de Defensa, vendió información secreta a un gobierno extranjero y fue sancionado solo a 12 años y 7 meses de prisión.
El caso montado contra nuestros Cinco Héroes, al que se le otorgó el número 98-3493, con 27 páginas plagadas de mentiras que sustentan un apócrifa acusación de espionaje, constituye, sin lugar a dudas, una prueba del execrable papel del FBI de Miami, con Héctor Pesquera a la cabeza, para favorecer las apetencias anti cubanas de la mafia de Miami y de la ultraderecha norteamericana.
Por su parte, los alegatos de nuestros hermanos en su defensa, así como la actitud firme mantenida en prisión, demuestran de qué lado está la verdad.
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De: hr-mk |
Enviado: 11/05/2010 14:58 |
Mi… “¿Querido?”… FBI. (IV)
UNA LARGA HISTORIA DE CRIMENES, DESMANES Y SUCIAS ACTIVIDADES CONTRA CUBA Y OTRAS VICTIMAS INOCENTES.
Las organizaciones terroristas anti cubanas radicadas en Estados Unidos, cuyos integrantes fueron entrenados por la CIA y el US Army, desarrollaron una oleada de acciones violentas dentro del territorio norteamericano que pusieron al FBI en completo jaque, al extremo que sus miembros se convirtieron en los criminales más buscados en esos momentos por el Buró. Sin embargo, aunque los Feds llegaron a monitorear sus delictivas actividades, determinando la composición de cada uno de estos grupos extremistas y sus movimientos, logrando infiltrarlos en su gran mayoría, los viejos compromisos establecidos con la CIA y las autoridades norteamericanas de turno impidieron neutralizar totalmente su accionar, deteniendo solo a unos pocos y logrando que un numeroso grupo de ellos escapara de la justicia sir purgar sentencia alguna.
Fue la época en que pulularon en las principales ciudades de la Unión como Nueva York, New Jersey y Miami, así como en Puerto Rico, grupos de línea violenta como Omega 7, Poder Cubano, Los Jóvenes de la Estrella y muchos otros.
HISTORIA DE DESCARADA PROTECCION DEL FBI AL TERRORISMO ANTICUBANO DE OMEGA 7 Y OTROS GRUPOS TERRORISTAS.
La década de los 80 se inició con el repulsivo asesinato de un diplomático cubano miembro de la Misión de Cuba ante la ONU en Nueva York, Félix García Rodríguez, ocurrido el 11 de septiembre de 1980, mientras transitaba en su automóvil en una populosa calle de Queens. La mano ejecutora del crimen fue la de Pedro Crispín Remón, integrante del grupo terrorista Omega 7.
Apenas dos meses después, en diciembre de 1980, Crispín Remón fue detenido en unión de Saúl Sánchez Rizo por funcionarios del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) en la frontera entre Canadá y EE UU , luego que participaran en un hecho terrorista contra el consulado cubano en Montreal, siendo puestos en libertad de inmediato. Al sumario de sus crímenes, Remón había incorporado previamente otros dos conatos de asesinato contra otros diplomáticos cubanos, a saber, Raúl Roa Kouri, el embajador de Cuba ante las Naciones Unidas, y Ramón Sánchez Parodi, Jefe de la Sección de Intereses de Cuba (CUBIS) en Washington DC .
Por todas estas oleadas de hecho criminales, luego de ser capturado en 1986, fue sancionado Remón con una bochornosa condena de 10 años de prisión y una sanción subsidiaria de 20 000 dólares de multa.
El 29 de octubre de 1993, el FBI expidió un documento en que caracterizó la actividad de Omega 7 desde su fundación el 11 de septiembre 1974, por Eduardo Arocena. Según se explicó en el mismo, Omega 7 fue fundado por siete miembros (de ahí su nombre), aunque fue nutrido por varios terroristas y recursos provenientes del Movimiento Insurreccional Martiano (MIM) y del Movimiento Nacionalista Cubano (MNC), esta última vinculada al asesinato del ex canciller Orlando Letelier y cuyo jefe, Armando Santana, purgaba prisión desde 1970.
El Movimiento Insurreccional Martiano (MIM) provenía de un grupo de terroristas que se fragmentaron del Movimiento Recuperación Revolucionaria (MRR). Mientras que el Movimiento Nacionalista Cubano (MNC) ya contaba con amplia experiencia en hechos terroristas, como el ataque por parte de los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampoll contra el edificio de la ONU, en 1964,cuando dispararon una bazuca contra esa instalación, precisamente cuando Ernesto Guevara (El Che) hacía uso de la palabra en nombre de Cuba en el marco de la Asamblea General.
De acuerdo con las investigaciones de FBI, Omega 7 centró su avatar terrorista en forma de atentados con bombas, tiroteos y asesinatos, caracterizados por un alto nivel de planificación “dado que muchos de sus miembros fueron entrenados por la CIA en técnicas de demolición, labores de inteligencia y artes de comando.”
Fue tal la impunidad empleada por los terroristas de Omega 7, que el gobierno de EE UU y la CIA dieron luz verde al FBI para que actuara contra esta organización, llevándose a cabo el arresto de Arocena y otros de sus cómplices en 1983, bajo 42 cargos relacionados con la violación de leyes federales, tales “como conspiración para tenencia de explosivos y armas de fuego; destrucción de la propiedad de gobiernos extranjeros en los Estados Unidos, así como la destrucción de la propiedad en el comercio interestatal y extranjero”. Aunque algunos de sus miembros fueron procesados al año siguiente, 1984, por negarse a testificar y solo tres de ellos aceptaron en 1986 el cargo de conspiración para destruir la propiedad de un gobierno extranjero, los asesinatos cometidos por ellos fueron ignorados por el FBI y la Fiscalía de manera deliberada, entre ellos los de Félix García Rodríguez y Orlando Letelier. Uno de los encartados, José Ignacio González, se fugó de EE UU y se encuentra todavía escondido en Guatemala.
Con independencia de que los terroristas mantuvieron engañado al FBI haciéndole creer que el Movimiento Nacionalista Cubano (MNC) era Omega 7, luego del atentado a Letelier se pudo comprobar la independencia operacional entre ambas. Hasta ese momento, tanto los hermanos Novo Sampoll como sus socios Virgilio Paz y Dionisio Suárez, actuaban supuestamente desde las filas de Omega 7. A esta organización pertenecían también Andrés García y Eduardo Fernández Losada.
Ya capturado, Arocena confesó que Pedro Crispín Remón no solo había asesinado al diplomático cubano Félix García Rodríguez, sino también a José Eulalio Negrín en Union City, Nueva Jersey, el 25 de noviembre de 1979, usando la misma subametralladora MAC 10. Arocena también reconoció el plan de asesinato contra Fidel Castro en ocasión de que el mismo asistió a la ONU en octubre de 1979.
Otro de los elementos ofrecidos por Arocena al FBI fue la relación mantenida por otros encartados de Omega 7 con planes terroristas, tales como Pedro Remón, Eduardo Ochoa, Ramón Saúl Sánchez, Alberto Pérez y José Gracia, Jr. , vinculándolos también a Huber Matos y a su grupo Cuba Independiente y Democrática (CID). Señaló como otros miembros de Omega 7 a Ernesto Gómez, Gerardo Necuze, Ignacio González y Justo M. Rodríguez.
Luego de que Arocena escapara del FBI tras cinco días de colaboración en septiembre de 1982, se enfocó en realizar una serie de atentados terroristas en Miami. Lo interesante del caso es que casi todos los encartados dentro de Omega 7 se cubrieron de sus culpas por la condición de haber sido agentes preparados por la CIA y por ser informantes de FBI. De tal forma, es absurdo pensar que el Buró no estuvo debidamente informado de las actividades terroristas de estos grupos como Omega 7, el CID, el MNC y otros, incluyendo los asesinatos cometidos contra Letelier, Félix García Rodríguez y José Eulalio Negrín.
Aunque se ha podido comprobar por el FBI que algunos ricachones de origen cubano en Nueva Jersey financiaron las actividades de Omega 7, el Buró estableció que su principal fuente de financiamiento provenía del narcotráfico, a través de Manuel Fernández, un importante traficante de marihuana, el que a cambio de su ayuda financiera empleó a Omega 7 para realizar asesinatos de miembros de la competencia en el narcotráfico y abastecerlo con armamento.
En resumen, Omega 7 desarrolló varios atentados contra sedes diplomáticas acreditadas en EE UU, tales como: Consulado de Venezuela en Nueva York (1 de febrero de 1975), Misión de Cuba ante las Naciones Unidas (CMUN) en Nueva York (6 de junio de 1976), Misión de Venezuela en Nueva York (26 de diciembre de 1976), Misión de Cuba ante las Naciones Unidas (CMUN) en Nueva York (14 de junio de 1977), Consulado de México (5 de diciembre de 1978), Misión de Cuba ante las Naciones Unidas (CMUN) en Nueva York (8 de septiembre de 1978), Misión de Cuba ante las Naciones Unidas (CMUN) en Nueva York (29 de diciembre de 1978), Sección de Intereses de Cuba (CUBIS) Washington DC (18 de mayo de 1979), Misión de Cuba ante las Naciones Unidas (CMUN) en Nueva York (27 de octubre de 1979), Misión de Cuba ante las Naciones Unidas (CMUN) en Nueva York ( 7 de diciembre de 1979), Misión Soviética ante la ONU en Nueva York (11 de diciembre de 1979), Consulado de México en Nueva York (12 de septiembre de 1981), Consulado de México en Miami (21 de septiembre de 1981), Consulado de Venezuela en Miami (2 de septiembre de 1982) y el Consulado de Nicaragua en Miami (25 de septiembre de 1982).
Otros objetivos del terrorismo de Omega 7 fueron, entre otros, el barco soviético "Iván Shipetkiv" ubicado en Port Elizabeth, Nueva Jersey (16 de septiembre de 1976), el Campus Hall en Nueva Jersey (11 de febrero de 1975), Almacén El Español (Restaurante) en Nueva Jersey (20 de diciembre de 1977), Goshy Gerry Sporting en Nueva York (5 de octubre de 1978), Avery Fisher Hall en el Lincoln Center de Nueva York (29 de diciembre de 1978), Programa Cubano en Nueva Jersey (25 de marzo de 1979), Terminal de la TWA en el Aeropuerto Internacional JFK de Nueva York (25 de marzo de 1979), Almacén El Español en Nueva Jersey (25 de marzo de 1979), Padrón Cigar Company en Miami (26 de julio de 1979), Iglesia Cristiana Evangélica de Reforma (8 de septiembre de 1979), atentado contra el pastor Manuel Espinosa, en 1890 West 4th Avenue, Hialeah, línea aérea Aeroflot en Nueva York (13 de enero de 1980), Padrón Cigar Co en Miami (13 de enero de 1980 y 11 de enero de 1983), Almacén El Español en Union City, Nueva Jersey (30 de enero de 1980), Revista Réplica en Miami (21 y 24 de septiembre de 1981, 9 de febrero de 1982 y 12 de enero de 1983); Almacén El Español en Nueva Jersey (17 de mayo de 1982), Agencia de Viajes Paraíso International en Miami (12 de enero de 1983) y el Banco Nacional Continental (27 de mayo de 1983)
El 16 de mayo 1990, el Federal Bureau of Investigation (FBI) y su Centro de Investigación y Análisis Terrorista (TRAC) habían realizado una recopilación de información sobre la actividad de los grupos terroristas anticubanos, señalando que: “Desde mayo de 1987, el área metropolitana de Miami, en la Florida, ha sido el escenario de al menos 25 atentados con bomba o atentados fallidos. Quince ataques han sido dirigidos contra objetivos similares, es decir, personas o empresas con simpatías o supuestos vínculos con el Gobierno de Cuba.” En este informe señaló el Buró a la Organización Intransigente por la Alianza de Trabajadores de Cuba, como una de las ejecutoras de uno de los atentados.
Finalmente, Arocena fue condenado a una pena de cadena perpetua más 35 años de privación de libertad y aún se mantiene en prisión, aunque la mafia miamense mantiene vivas las campañas para su excarcelación. Los otros condenados fueron Pedro Crispín Remón, Andrés García y Eduardo Fernández, a una pena de 10 años de prisión.
LAS ACTIVIDADES TERRORISTAS DEL FRENTE NACIONAL DE LIBERACION DE CUBA.
Dos miembros del Frente Nacional de Liberación de Cuba sufrieron severos daños corporales cuando, en marzo de 1974, les explotó una bomba que pretendían esconder dentro de un libro, para enviarlo posteriormente por correo a una determinada embajada cubana con vistas a realizar un atentado contra la misma. Los terroristas Luis Crespo y Humberto López, pertenecientes FNLC, fueron detenidos y vigilados hasta que sanaran sus heridas. Uno de ellos, Humberto López, aprovechó la oportunidad de estar bajo fianza para escapar a la República Dominicana, siendo capturado en ese país y devuelto a EE UU el 4 de octubre de 1975.
Los terroristas del FNLC empezaron a realizar una serie de atentados con bombas para protestar por el encarcelamiento de sus compinches. El 6 de octubre de 1975 hicieron explotar una bomba en la avenida Brickell de Miami. Con poco tiempo de diferencia explotaron dos bombas más: una frente a la Corte del Condado de Broward, zona en la que estaba arrestado Humberto López y otra en el consulado dominicano en Miami. Una semana después harían detonar otra bomba en la representación de las líneas aéreas dominicanas en el Miami International Airport. Días después, el 20 de octubre de 1975, fue encontrada una bomba sin detonar en la sede de Dominican Airlines en Biscayne Boulevard, Miami.
Las cuatro bombas colocadas por el FNLC en protesta por la devolución de López a EE UU, se sumaron a otra decena de atentados que había organizado esta organización terrorista con sede en Miami entre 1975 y 1976, justo frente a las narices del FBI. En dos días específicos, entre el 3 y el 4 de diciembre de 1975, ocho bombas explotaron frente a edificios federales, incluidas las propias oficinas del FBI.
Sorprendentemente, luego de demorar un exagerado tiempo, el FBI pudo determinar que las huellas dactilares encontradas en los restos de los explosivos detonados pertenecían a Rolando Otero Hernández, un ex miembro de la Brigada 2506 con un alto nivel de preparación en explosivos como agente de la CIA y quien había estado implicado en un atentado terrorista el 29 de diciembre de 1975, cuando colocó una potente bomba en un avión comercial en el Aeropuerto Internacional La Guardia, en Nueva York, que provocó la muerte de 29 personas y heridas a otras 75. Sin embargo, sabiéndose detectado por los Feds, Otero escapó a República Dominicana y continuó viaje por Venezuela y Chile, nada menos que bajo la protección de otros terroristas como Posada Carriles y Orlando Bosch. Finalmente, Otero fue capturado en Santiago de Chile y devuelto a EE UU, país en que fue juzgado e inicialmente declarado inocente de los nueve cargos que se le imputaron.
Un hecho de sumo interés en la investigación sobre Rolando Otero, identificada como caso Dade OCB archivo # 3-86-39, es que en la misma participó el agente especial del FBI George Kiscynski, amigo de Luis Posada Carriles y comprobado protector de terroristas de origen cubano y comprometido con la CIA. Tal elemento, puede esclarecer la impunidad con la que actuó Otero en Miami, sin ser rápidamente capturado aún cuando existían pruebas abundantes sobre sus felonías.
Su suerte, sin embargo, finalizó en enero de 1977, cuando fue juzgado nuevamente, esta vez por un Tribunal Estatal de la Florida, en Fort Walton Beach, y condenado a 45 años de privación de libertad.
Otro de los socios de Rolando Otero, nombrado Antonio De la Cova, vinculado a Rolando Mansferrer, fue sorprendido en el momento justo en que colocaba una poderosa bomba en una tienda de artículos pornográficos de la Pequeña Habana, en Miami, el 6 de mayo de 1976, en compañía de dos cómplices. Luego de ser apresados por la policía, fueron juzgados, recibiendo De la Cova una sanción de 65 años de prisión.
De la Cova se encargó desde la prisión de mantener y defender su postura terrorista en una columna de Crónica, una revista vinculada a la contrarrevolución cubana en Puerto Rico, hasta que fue excarcelado en agosto de 1982 gracias al apoyo de los mafiosos anticubanos y de los anexionistas boricuas vinculados a la ultraderecha norteamericana. A partir de allí, De la Cova se convirtió en informante del FBI en San Juan, particularmente entre 1985 y 1988.
Una de las últimas acciones realizadas por los remanentes del FNLC fue la colocación de una bomba el 25 de mayo de 1977, en Fort Lauderdale, Florida, contra la compañía Mackey Airlines, la que había manifestado su interés por realizar vuelos charters a Cuba, la que renunció a sus propósitos ante la violencia terrorista desatada contra ella.
Aunque el FBI logró desarticular a este grupo terrorista, fue demasiado lento en las investigaciones, lo que permitió que realizaran varios atentados que pudieron ser evitados a tiempo. Los remanentes no detenidos se incorporarían al CORU en los meses posteriores.
EL TERRORISMO DE LA BRIGADA 2506 Y EL FBI.
Otro grupo de terroristas de alta peligrosidad fue la Brigada 2506, integrada en su mayoría por los mercenarios bochornosamente derrotados en Playa Girón, en apenas 72 horas. Cargados de sed de venganza, los miembros de este grupo crearon una célula terrorista denominada “Movimiento 17 de abril”, la que ejecutó diversas acciones violentas y atentados entre 1975 y 1976.
Muchos de los integrantes de la Brigada 2506, 207 en total, pasaron un curso de formación especial en el mes de marzo de 1963, con autorización del gobierno de EE UU, en Fort Benning, Georgia, que incluía el uso y técnicas de combate, manejo y preparación de explosivos y empleo de armas modernas, conocimientos que usaron posteriormente en sus actividades terroristas contra Cuba.
El hecho más peligroso del prontuario terrorista de la Brigada 2506 fue la preparación de una invasión a Cuba a inicios del mes de junio de 1977. Una operación conjunta del FBI, la ATF, el Departamento de Aduanas, la Policía de Miami y la Guardia Costera, permitió desarticular esta operación, en una de las pocas acciones de enfrentamiento de las autoridades norteamericanas al terrorismo contra Cuba. La vigilancia montada contra los sospechosos permitió la captura de 4 encartados, entre ellos el jefe de la Brigada 2506, y el decomiso de un importante alijo de armas en agosto de 1977. Tres embarcaciones fueron incautadas.
Las armas requisadas fueron: 2 fusiles automáticos BAR, 1 - cañón de 20 mm, fabricados en el extranjero, una ametralladora calibre 50, una ametralladora calibre 30 y varios fusiles AR-15 con una considerable cantidad de municiones.
Aunque el FBI pudo anotarse un aislado triunfo contra los terroristas de origen cubano, las presiones de la ultraderecha norteamericana y de la mafia miamense permitieron que todos los encartados fueran liberados el 19 de octubre de 1977 por un complaciente juez federal en el Tribunal de Distrito de Miami.
EL FBI Y SU COMPLACENCIA CON ORLANDO BOSCH Y EL CORU.
Orlando Bosch, con un abultado prontuario terrorista como jefe del Movimiento Insurreccional de Recuperación Revolucionaria (MIRR), fue encausado por primera vez en junio de 1965, luego de ser detenido en Tampa, en unión de otros terroristas de origen cubano como José Díaz Morejón, Marcos Rodríguez Ramos y Gervelio Gutiérrez, junto a los norteamericanos William J. Johnson y Frank Bafferty, mientras eran poseedores de un cuantioso arsenal que sería dedicado a actividades terroristas contra Cuba, en el cual se encontraban 18 medios explosivos, 2 ametralladoras calibre 50 mm, 32 ametralladoras de 45 y 9mm, más de 200 granadas y alrededor de 300 libras de C-4.
Negándose a pagar la fianza impuesta por la justicia norteamericana, de la que se ha burlado reiteradamente, continuó sus actividades extremistas al fundar otro grupo terrorista denominado Poder Cubano, en enero de 1968, realizando serios ataques terroristas dentro de territorio norteamericano, como lo fue la voladura de un avión de carga B-25 en el Miami International Airport. Otros hechos de terror fueron realizados por una facción de Poder Cubano, encabezada por Héctor Cornillot. Empero, Bosch llegó a desarrollar entre enero de 1961 y mayo de 1968 alrededor de 50 actos de terrorismo, no solo contra Cuba, sino contra objetivos en varios países, incluidos los EE UU.
En un mensaje enviado a Wilson Purdy, Director del Departamento de Seguridad Pública por el Teniente Charles Black, Supervisor de la Sección de Inteligencia de Miami, el 16 de junio 1967, titulado “Resumen de la investigación de los atentados que tuvieron lugar entre el período del 29 de mayo de 1967 al de 16 de junio 1967”, aparecen varias de las acciones terroristas realizadas por Bosch.
Su avatar terrorista puede resumirse en las siguientes acciones:
● Colocación de bombas en las oficinas de correos en Nueva Jersey y en Nueva York en diciembre de 1967.
● Realización de otros 3 atentados con bomba en diversos establecimientos comerciales en Miami, que participan en el envío de suministros médicos a Cuba.
● 8 de enero de 1968: Envío de una bomba a Cuba que explotó en los almacenes del Ministerio de Comunicaciones de la República de Cuba.
● 8 de febrero de 1968: Colocación de una bomba en la residencia del cónsul inglés en Miami, Francis Pelly.
● 1 de marzo de 1968: Provocó un ataque contra el barco cubano 26 de Julio.
● 1 al 30 de julio de 1968: Ataques dinamiteros contra el barco inglés Lancastrian Prince, Morton Textil Company, de Montreal, Canadá, así como el barco Cubano Río Damují.
● Colocación de una poderosa bomba en febrero de 1968, en la Embajada de la URSS en Washington, DC.
● Atentado contra el carguero británico "Cranwood" cerca de Key West, en mayo de 1968.
● Atentado contra el carguero japonés "Asaka Maru" en Tampa, Florida, en mayo de 1968.
● Atentado contra el carguero japonés "Mikagesan Maru", el 1 de junio de 1968.
● Atentado contra el carguero británico Caribe "Venture", en agosto de 1968.
● Atentado contra el carguero español "Coromoto", en septiembre de 1968.
● Atentado contra el carguero británico "Príncipe de Lancaster", en agosto de 1968.
● Atentado contra el carguero polaco "Polanica", en la bahía de Miami, el 16 de septiembre de 1968.
● A mediados de 1968, los terroristas de Poder Cubano participaron en cinco atentados en la ciudad de Los Ángeles, California, contra oficinas de agencias aéreas y de viajes, así como una oficina de una compañía petrolera.
Por todos estos hechos violentos, Bosch fue capturado y declarado culpable el 13 de diciembre de 1968 y condenado a 10 años de prisión. Sorpresivamente, favorecido por las presiones de la CIA y la propia administración norteamericana, fue liberado condicionalmente de la Penitenciaría Estatal de Marion, en Illinois, el 15 de diciembre de 1972, luego de cumplir solo cuatro años de cárcel y, de inmediato, comenzó a ejecutar nuevas acciones terroristas, entre ellas el envío de cartas con explosivos a sedes diplomáticas cubanas en Perú, España, Canadá y Argentina. Tanto la bomba enviada a Perú como la dirigida a España, explotaron hiriendo a una menor que recibió el envío, en el primer caso, y a un funcionario madrileño de correos, en el segundo caso.
Sabiéndose protegido por poderosos intereses y usando su desparpajo habitual en él, burló su libertad incondicional en abril de 1974 y escapó hacia América del Sur, visitando durante cierto tiempo países como Chile, Costa Rica y Venezuela, a la par que continuaba sus actividades terroristas contra Cuba. Durante su estancia en Caracas fue protegido por Luis Posada Carriles, en esos momentos un alto funcionario de la DISIP venezolana, pero fue posteriormente detenido y expulsado del país por su actividad terrorista, dirigiéndose a Chile, país en el que fue recibido el 3 de diciembre de 1974 por la dictadura de Pinochet, gracias a los buenos oficios de los hermanos Ignacio y Guillermo Novo Sampoll, quien habían establecido fuertes vínculos con la DINA chilena.
Bosch, convertido en un asesino sin escrúpulos, sería usado por el gobierno de Pinochet para realizar una serie de actividades criminales contra los opositores a la junta golpista, entre ellas el intento de asesinato contra Pascal Allende en Costa Rica, país al que arribó con documentación falsa proporcionada por la DINA chilena. Tras el fracaso de este plan y luego de ser liberado por el gobierno tico, Bosch se dirigió hacia República Dominicana, país en el que fundaría el CORU, sabiéndose ya en serias contradicciones con sus socios chilenos que estaban preparando su expulsión, la cual ocurrió en agosto de 1976.
En junio de 1976, Orlando Bosch y otros connotados terroristas como Luis Posada Carriles, Frank Castro, Roberto Carballo, Guillermo Novo Sampoll y otros, representando a un grupo de organizaciones extremistas como la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos Brigada 2506, Alpha 66, Agrupación Juvenil Abdala, Acción Cubana, el Frente de Liberación Nacional de Cuba y el Movimiento Nacionalista Cubano, fundaron la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), en un pequeño pueblo dominicano llamado Bonao.
A partir de ese momento, la CORU usaría diferentes denominaciones para encubrir su actividad terrorista, a saber los nombres de Cóndor, Comando Pedro Luis Boitel, el FLNC y Comando Cero, de acuerdo con un documento desclasificado por el FBI, emitido en enero de 1978.
El accionar terrorista del CORU puede resumirse en varios hechos violentos tales como el intento de atentado contra un avión de Cubana de Aviación en Panamá y otro intento contra una aeronave cubana en Kingston, Jamaica, casi varias semanas después de la fundación del CORU. A estos dos hechos le suceden otras acciones terroristas realizadas en julio de 1976, como un atentados con explosivos en la oficina de la British West Indian Airline, representante de los intereses de Cubana de Aviación en Barbados, así como un atentado contra el automóvil del gerente de Cubana de Aviación en Barbados; el ametrallamiento de la embajada cubana en Colombia, el intento de volar la oficina de Air Panamá; el intento de secuestro del cónsul cubano en Mérida y, como consecuencia, el asesinato de Artagnan Díaz Díaz, técnico de la Flota Camaronera del Caribe; entre otras acciones violentas.
El mes de agosto de 1976 fue escenario de otros hechos terroristas realizados por el CORU, como el secuestro y posterior asesinato de dos diplomáticos cubanos en Argentina, Jesús Cejas Arias y Crescencio Galañega Hernández. El 18 de agosto pusieron una bomba en el aeropuerto de Panamá y otra en la oficina de Cubana de Aviación en esa misma nación.
En septiembre, fue encontrado un artefacto explosivo en la Embajada de Cuba en Georgetown, Guyana, a la par que plantaron una bomba en un barco soviético en New Jersey; mientras que el 22 de septiembre lanzaron una bomba desde un auto en marcha contra el edificio del consulado de Cuba en Ottawa, Canadá. Sin embargo, el CORU cometió uno de sus actos más abominables el 21 de septiembre de 1976, cuando fueron asesinados el ex canciller chileno Orlando Letelier y su ayudante, Ronnie Moffitt, por agentes vinculados a la CIA, la DINA chilena y al CORU. En este caso estuvieron involucrados Guillermo Novo Sampoll, entonces jefe del Movimiento Nacionalista Cubano (MNC), Virgilio Pablo Paz Romero (FBI, número 626.118 L9) y José Dionisio Suárez Esquivel (FBI, número 264.663). Paz Romero fabricó la bomba que mató a Letelier y el segundo la hizo detonar.
El 6 de octubre de 1976 tendría lugar uno de los hechos más detestables del terrorismo contra Cuba cuando se produjo la voladura de un avión DC-8 de Cubana de Aviación, matrícula CUT-1201, al despegar de Barbados, con 73 pasajeros a bordo. Mientras esta atroz matanza se ejecutaba, era tiroteada, desde una camioneta en marcha, la Embajada de Cuba en Caracas, Venezuela.
Las investigaciones realizadas corroboraron la participación de los venezolanos Hernán Ricardo Lozano y Freddy Lugo, como autores materiales de la acción terrorista contra la aeronave cubana, cumpliendo disposiciones de los terroristas de origen cubano Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, cabecillas del CORU.
Después de ser detenidos los autores materiales e intelectuales del crimen de Barbados, se inició un largo proceso judicial que se prolongó por más de 10 años, lográndose la absolución de Bosch en 1988 "por no encontrarse físicamente en el lugar de los hechos", cuando el entonces embajador norteamericano en Caracas, Otto Reich, presionó al gobierno venezolano, bajo la bendición de George Bush padre, entonces presidente de Estados Unidos, para liberar al afamado terrorista.
Ya en libertad, Bosch se introdujo de manera ilegal en Estados Unidos en febrero de 1988, entregándose a las autoridades de ese país, por lo que fue arrestado por haber violado su libertad condicional en 1974.
En una carta del Departamento de Justicia de EE UU del 23 de junio de 1989, el Fiscal General aborda el asunto de la exclusión de la solicitud de Bosch de acogerse al asilo político por “sus antecedentes terroristas y que debe ser deportado”, de acuerdo con los archivos A28 851 622 y A11 861 810.
El 9 de junio de 1990, Orlando Bosch Ávila fue liberado por la Secretaría de Justicia de Estados Unidos, dando un espaldarazo a su pasado criminal, estableciéndole varias condiciones que el terrorista reconoció como “ridículas” más adelante. La liberación de Bosch fue el resultado de las gestiones realizadas por los congresistas Ileana Ross Lehtinen y Lincoln Díaz Balart, el propio hijo del presidente, Jeff Bush, y otros grupos de poder de Miami.
Orlando Bosch Ávila fue perdonado por la justicia norteamericana, tratando de borrar de la memoria histórica el centenar de crímenes en los que ha participado, sin tener en cuenta que la sangre derramada por Bernardo Leighton y el general Carlos Prats todavía reclaman justicia.
LO QUE NO PUEDE OCULTAR EL FBI.
Otro elemento que permitió comprobar el pleno conocimiento del FBI, la CIA y el Servicio Secreto de EE.UU. sobre las actividades de los grupos terroristas cubanos en el territorio estadounidense, lo es el "Resumen de las conversaciones Dawson 6 / 18. 19/79" REF: Dade County Metro, Oficina contra la Delincuencia Organizada (OCB) Expediente sobre Terrorismo”.
De acuerdo con este documento, se esclarece el accionar terrorista de los grupos de la mafia anti cubana radicados en ese país, cuando se expresa: “Desde 25 de mayo 1977, en los EE.UU. y Puerto Rico, se han registrado 24 atentados con bombas y atentados fallidos. En realidad, desde 1970, ha habido 92 incidentes terroristas en el área de Miami. 65 de esos ataques fueron atentados con bomba o atentados fallidos. Otros fueron asesinatos de exiliados cubanos por motivos políticos. Diecinueve de estos incidentes fueron expediciones armadas intentadas o llevadas a cabo contra Cuba o sus aliados.”
El documento ofrece otras evidencias de la actividad terrorista de las organizaciones extremistas, con pleno conocimiento de sus actividades, apuntando que: “Terroristas cubanos exiliados han atentado contra embarcaciones en el puerto de Miami, así como contra barcos soviéticos en Puerto Rico y en Nueva Jersey; han volado un avión en el aire, matando a las 73 personas a bordo; han colocado una bomba en un avión en Miami, siendo programada la misma para explotar cuando la nave estuviera en el aire, llena de pasajeros; igualmente colocaron una bomba en un automóvil propiedad de un ex senador cubano y más tarde el director de un periódico en Miami, causándole la muerte instantánea;” (…) “En marzo de este año (1979), pusieron una bomba en una maleta que estalló cuando estaba siendo colocada a bordo de un avión de TWA que se dirigía de Nueva York a Los Ángeles. Los pasajeros ya estaban a bordo del avión cuando ocurrió la explosión, hiriendo a 4 controladores de equipaje.”
La creciente oleada terrorista, particularmente significativa en Miami, llegó al extremo de que, en tan solo un día, el 24 de diciembre de 1975, un solo terrorista de origen cubano colocó 8 bombas en Miami, para atentar contra edificios de gobierno, tales como oficinas de correos, de Seguridad Social, las oficinas del Fiscal y las propias oficinas del FBI de Miami.
Los asesinatos eran la comidilla diaria en la prensa sin que se cuestionara la incapacidad del FBI para detenerlos. El 12 de abril de 1974, fue asesinado en la sala de su casa en Coral Gables José Elías de la Torriente, corrupto y estafador, quien diseñó el llamado "Plan Torriente", con vistas a gestar una invasión que acabaría con la Revolución Cubana. Le seguiría el asesinato de Luciano Nieves, el 21 de febrero de 1975, en el parqueo de un hospital miamense, acusado por los extremistas de promover un acercamiento con el gobierno cubano.
La ola de asesinatos, fundamentalmente motivados por ajustes de cuentas entre mafiosos y luchas de poder, propició los homicidios en la ciudad de Miami de Rolando Mansferrer, el 31 de octubre de 1975, de quien se sospechaba era informante del FBI; Ramón Donesteves, el 13 de abril de 1976; y de Juan José Peruyero, ex jefe de la Brigada 2506, el 7 de enero 1977. Otra de las víctimas fue Aldo Vera Serafín, asesinado el 25 de octubre de 1976, en San Juan, Puerto Rico.
A MANERA DE CONCLUSIONES
El papel pasivo y complaciente del FBI con los terroristas de origen cubano, quedó en entredicho cuando se supo que entre 1973 y 1976, el Buró tuvo conocimiento, por citar un ejemplo, de 103 atentados dinamiteros y seis asesinatos realizados por estos individuos en territorio norteamericano. De la misma manera, en los casi 279 hechos de terror cometidos en la década de los 70 en varios países, participaron cerca de 200 individuos, algunos de los cuales, como Rolando Mansferrer, Antonio De la Cova, Luis Posada Carriles y otros, eran a su vez informantes del FBI.
Tanto la CIA como el FBI siempre emplearon informantes dentro de los grupos terroristas y tuvieron suficiente acceso para operar contra estos, pero se limitaron a cooperar con la guerra sucia implementada contra Cuba que, solo en la década de los 60, realizaron 731 actos terroristas contra el pueblo cubano.
La reciente revelación en documentos desclasificados por parte del Archivo de Seguridad Nacional de que el asesinato de Orlando Letelier y su ayudante, pudiera haberse evitado si el entonces Secretario de Estado Henry Kissinger, hubiera decidido mantener la indicación a sus embajadas en América del Sur de advertir el rechazo de su administración a que se ejecutaran “una serie de asesinatos internacionales”, emitida el 18 de agosto de 1976, y no revocarla con otra indicación fechada el 16 de septiembre, cinco días antes del crimen, tácitamente dando luz verde al mismo por parte de Pinochet, la CIA, la DINA y terroristas cubanos, pone al desnudo la responsabilidad del gobierno norteamericano en este hecho. Hoy no es un secreto que los oficiales del FBI, acreditados en esas embajadas, tenían conocimiento de estos planes de asesinato y se limitaron a acatar “la luz verde” emitida desde Washington.
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