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General: Mi "Querido?" FBI (I)
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De: hr-mk (Mensaje original) |
Enviado: 06/05/2010 19:45 |
Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes
Mi… “¿Querido?”… FBI (I)
A punto de arribar a sus 102 años de vida el próximo 26 de julio de 2010, el Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI) cuenta con una larga y controvertida vida, marcada por numerosos escándalos, burdo espionaje y cuestionables métodos en los que el chantaje, la difamación y las oscuras maquinaciones han arruinado la vida a miles de norteamericanos, convirtiéndose en instrumento de políticas internas y externas de las administraciones norteamericanas de turno. El más acendrado anticomunismo, la frívola y empecinada intolerancia, así como las maquiavélicas conspiraciones de los grupos de poder, han encontrado en el FBI el instrumento propicio para el acoso, la persecución y la eliminación pública de intelectuales, artistas, científicos y personalidades progresistas a lo largo de estos años.
Hoy reverdecen el más burdo macartismo escudándose en la lucha contra el terrorismo, pisoteando a su antojo las libertades civiles y sirviendo de herramienta para consumar las viacrucis de terror implementadas desde las oscuras oficinas de la ultraderecha conservadora, no solo contra las fuerzas progresistas en Estados Unidos, sino también como soporte de su política internacional basada en el injerencismo y sus apetencias imperiales. Cuba, por supuesto, no ha escapado al agresivo avatar del FBI, a su confabulación y protección con los mafiosos anticubanos y, sobre todo, a su involucramiento en campañas de dudosa autoría, que solo buscan el destruir a la Revolución o, al menos, debilitar su imagen a nivel internacional.
Como parte protagónica de las campañas anticubanas, el FBI se ha prestado al hostigamiento a los simpatizantes de la Revolución en Estados Unidos, contra miembros de la emigración cubana favorecedores del diálogo con su país de origen, con los grupos solidarios, así como enfrentando a ciudadanos norteamericanos que participan en el legítimo intercambio cultural y científico entre nuestras dos naciones, lo que ha sido una de sus sistemáticas modalidades. Prueba de ello lo es la reciente denuncia ante el diario Huffington Post, en la que se imputa que el FBI ha interrogado a una decena de ciudadanos acogidos a los referidos programas de intercambio, ejerciendo diversas presiones sobre ellos a tenor con las disposiciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro, así como inusualmente recabando información sobre sus estancias en la Isla. La sospechosa actuación de los feds hace presuponer la existencia de una nueva disposición muy secreta del Departamento de Justicia y un recrudecimiento tras bambalinas de la política de la administración Obama hacia la Isla.
En esta serie de varios artículos podremos al desnudo el papel del FBI como instrumento de los gobiernos norteamericanos durante las últimas décadas, tanto como socavador de las libertades civiles dentro de los propios EE UU, como artífice y participante de la guerra sucia contra Cuba.
UNA LARGA HISTORIA DE ATROPELLOS Y ESCANDALOS
El FBI fue diseñado como el instrumento de investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, siendo este departamento, de acuerdo al artículo 28, del Código de los Estados Unidos, en su sección 533, el encargado de supervisar sus operaciones y subordinar a una vasta red de 56 oficinas locales a lo largo de la Unión, otras 400 pequeñas oficinas en pequeños pueblos y ciudades, y otras 50 que funcionan bajo el amparo de sedes diplomáticas en todo el mundo.
Desde que fue creado, a iniciativas del entonces fiscal general Charles Bonaparte, el 26 de julio de 1908, con un reducido grupo de 9 detectives y otros 25 investigadores, el Buró fue creciendo paulatinamente, alcanzando notorios resultados en la lucha contra el crimen organizado, el gansterismo, la venta e importación de bebidas alcohólicas burlando la ley “seca” y otras actividades delictivas. Vinculado a las labores de contraespionaje desde 1917, durante la presidencia de Woodrow Wilson, hizo de esta actividad una de sus labores de alta prioridad. Sin embargo, cuestionado y alabado por unos y otros, el FBI alcanzó un fatídico reconocimiento a partir del 10 de mayo de 1924, cuando pasó a ser dirigido por J. Edgar Hoover.
Hoover convirtió al FBI en un instrumento de persecución política, centrando su especial atención en las fuerzas progresistas y en los comunistas norteamericanos, contando con el espaldarazo del presidente Franklin Delano Roosevelt y la cuestionada Ley Smith de 1940, para llevar a cabo una guerra sin cuartel basada en detracciones, invención de conspiraciones y violación descarada de la constitucionalidad. Para ello, así como cumplir las misiones de búsqueda de espías alemanes, italianos y japoneses, incrementó su plantilla a 13,000 agentes en 1943. Mediante el Servicio Especial de Inteligencia (SIS), creado en 1940, el Buró extendió sus labores de contraespionaje por toda Latinoamérica.
El término de la contienda bélica en 1945, le confirmó al FBI nuevamente su papel de instrumento de persecuciones y abusos, enfocándose principalmente a la asechanza de personalidades progresistas y simpatizantes comunistas, convirtiéndose en un macabro protagonista dentro de la naciente Guerra Fría.
Con una vasta misión, el FBI se encarga a grandes rasgos de la protección de EE UU de ataques terroristas, de operaciones extranjeras de espionaje e inteligencia, de ciber ataques y crímenes de alta tecnología, de combatir la corrupción de los servicios públicos en todos los niveles, de “proteger los derechos civiles”, de combatir a organizaciones y empresas de carácter criminal nacionales y transnacionales, de enfrentar al crimen de cuello blanco, estafas corporativas, fraudes financieros, robo de identidad, etc., así como enfrentar igualmente a los crímenes violentos de conmoción pública, entre otras misiones.
El FBI cuenta actualmente con 30 847 empleados, entre ellos 12.737 agentes especiales, incluyendo a 18 110 profesionales vinculados a áreas de apoyo análisis de inteligencia, especialistas en idiomas, científicos, expertos en tecnología de la información y otras. Dirigido por Robert S. Mueller III desde 10 de agosto de 2001, se apoya en un presupuesto anual de cerca de 6 000 millones de USD. Los permanentes escándalos que han debilitado la imagen del FBI en las últimas décadas, han llevado a Mueller a renovar casi un tercio de los altos cargos, empezando por las secciones especializadas en la lucha contra el terrorismo.
Sin negarle el mérito del enfrentamiento al delito, el FBI se ha visto involucrado en hechos que han puesto en duda su eficacia, tales como los sucesos de Waco y Ruby Ridge, Idaho. En el primer caso, ocurrido en 1973, fueron virtualmente asesinados decenas de niños y mujeres pertenecientes a la secta de los davidianos. En el segundo caso, fue asesinada una mujer con un niño de meses pertenecientes a la familia Weaver.
La cacería de brujas protagonizada por el FBI en los años posteriores a la culminación de la Segunda Guerra Mundial y la exacerbación de la histeria anticomunista, provocaron hechos cuestionables como la captura y posterior asesinato judicial de los esposos Julius y Ethel Rosemberg. Cerca de 108 supuestos espías al servicio de la URSS, entre los que se encontraban asimismo Judith Coplon y Klaus Fusch, así como decenas de personalidades progresistas, fueron las víctimas de montajes, falsas acusaciones y juicios cuestionables.
Otro asunto sucio del FBI lo relacionó con Jack Ruby, nacido como Jacob Rubinstein, gerente de un cabaret y amigo de mafiosos como los hermanos Campisi y Carlos Marcello, así como de contrarrevolucionarios de origen cubano, quien edificara una juventud desordenada en reformatorios y clínicas mentales, y fuera el asesino del Lee Harvey Oswald, a su vez acusado del magnicidio cometido el 22 de noviembre de 1963 contra el presidente norteamericano John F. Kennedy, en Dallas, Texas.
Su alianza con el FBI tuvo sus orígenes cuando sirvió directamente a Hoover como delator de oficio, levantando falsas acusaciones contra diversos ciudadanos durante la cacería de brujas implantada por el senador McCarthy, durante los años 40 y 50 del siglo pasado. Sospechosamente, Jack Ruby apareció también dentro del equipo del entonces congresista Richard Nixon.
Quien asesinara a Lee Harvey Oswald el 24 de noviembre de 1963 ante las cámaras de televisión, en un montado show mediático, falleció en prisión en 1967 víctima de cáncer. Sus vínculos con el FBI hacen que no se excluya un conocimiento previo por parte del Buró de los planes magnicidas contra Kennedy y que sus jefes no levantaran un dedo para evitarlo.
Durante la presidencia de Richard Nixon, el 18 de noviembre de 1975, tuvo lugar el sonado caso Watergate, en que se puso en duda el papel del FBI durante el proceso investigativo por parte de las Audiencias llevadas a cabo por el senador Frank Church. En las mismas sobresalió la ineficacia de los feds para esclarecer el asesinato de Martin Luther King Jr. Igualmente, llamó poderosamente la atención el hecho de que, entre los cinco hombres vinculados a la CIA y capturados en la sede del Comité Demócrata Nacional, Virgilio González, Bernard Baker, James W. McCord, Jr., Eugenio Rolando Martínez y Frank Sturgis, se encontraba McCord, quien entonces era el Director de seguridad del comité para la reelección de Nixon y agente del FBI. Nixon dimitió el 8 de agosto de 1974.
En el caso particular del asesinato de Martin Luther King, ocurrido el 4 de abril de 1968, mientras se encontraba acompañado por Jesse Jackson y Ralph Abernathy, se capturó a James Earl Ray como autor del disparo mortal, aunque quedan serias dudas sobre la forma en que se condujo la investigación por el FBI. El propio Ray, quien recibió una condena de cadena perpetua por el hecho, mantuvo posteriormente su inocencia hasta su muerte en 1998.
La aceptación en diciembre de 1999 por parte de un jurado civil de los Estados Unidos de la existencia de una conspiración para asesinar a Luther King, puso en crisis la teoría del FBI sobre la existencia de un solo asesino: James Earl Ray.
Otros escándalos y pifias cometidas por el FBI han puesto en duda la aureola inicial de eficacia del mismo, como fue la detención errónea de una persona en el caso de la bomba durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, el espionaje realizado por uno de sus altos directivos a favor de la URSS y su incapacidad de prevenir los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono. Asimismo, un escándalo involucraría nuevamente al FBI, el 19 de julio de 2001, cuando éste se vio obligado a reconocer públicamente la pérdida de 446 armas y 184 computadoras portátiles, algunas de las cuales contenían información sumamente confidencial.
La ineficacia del FBI ha estado también puesta en tela de juicio a raíz del descubrimiento de que uno de sus altos oficiales, Robert Hanssen, espió para la URSS durante 15 años, así como la incapacidad del Buró de jugar limpio con los abogados de la defensa de Timothy McVeigh, el autor de los atentados de Oklahoma City, al ocultarle millares de páginas de documentos necesarios para su defensa.
El FBI se ha involucrado en sucios escándalos de hostigamiento a personalidades famosas, basados en chismografía inocua y dudosas fuentes, lo que lo ha convertido en un controvertido aliado de culebrones y de la prensa del corazón, tal como ocurrió el 14 de diciembre de 2006, cuando se dio a conocer que había espiado sistemáticamente a John Lennon, tildándolo de amenaza para la seguridad nacional norteamericana dadas sus ideas progresistas y su lucha a favor de la paz.
Pero no fue solo Lennon el espiado por el FBI. A lo largo de los años el Buró ha abierto expediente tras expediente a centenares de figuras públicas entre los que se han destacado los Beach Boys, Frank Sinatra, Albert Einstein, Bette Davis, Walt Disney, Robert Blake, Andy Warhol, Wladziu Valentino Liberace, Groucho Marx, Louis Armstrong, Efrem Zimbalist, Lucille Ball y Desi Arnaz, entre otros. Hoy por hoy, se estima que el FBI dispone de caso 6 millones de expedientes de investigación sobre diversas personas.
Otros escándalos han sacudido al FBI en los últimos tiempos, tal como el que tuvo lugar el pasado 16 de enero de 2010, ocasión en que el laboratorio del Buró realizó un retrato robot de Osama bin Laden, basándose en una imagen electoral de Gaspar Llamazares, ex líder y actual diputado de Izquierda Unida.
El espionaje descarado por parte del FBI ha sido recientemente también puesto en tela de juicio el pasado 17 de marzo de 2010, cuando se comprobó que el mismo emplea ilegalmente las redes sociales como Facebook, MySpace y Twitter, para llevar a cabo sus investigaciones, acudiendo a la creación de perfiles apócrifos para obtener información de ciudadanos comunes.
No hace mucho se comprobó la ineficacia del FBI al descartar la peligrosidad del comandante Nidal Malik Hasan y desestimar la apertura de una investigación sobre el mismo, quien efectuó una matanza de trece militares en las instalaciones de Fort Hood, Texas, el 11 de diciembre de 2009.
El FBI se ha dejado usar como una cuestionable punta de lanza en la lucha contra el terrorismo, tal como denunció la World Socialist Web el 18 de agosto del 2004, basándose en actividades de chantaje, intimidación, burdo espionaje y otros sucios métodos contra opositores a las administraciones de turno. Tal fue el caso de las presiones ejercidas por miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el Terrorismo (JTTF) del FBI, durante la realización de las convenciones Nacional Demócrata en Boston y del Partido Republicano, en Nueva York, realizadas en ese año.
Tal ha sido el desprestigio del FBI en los últimos tiempos que hace apenas unos meses, el pasado 1 de julio de 2009, el presidente Obama anunció su interés por incrementar las nóminas del FBI en 2.100 profesionales y de 850 agentes especiales más. Para su sorpresa, el Buró volvió a mostrar su ineficacia, lo que fue duramente criticado por el actual ocupante de la Casa Blanca el 5 de enero de 2010, al recriminarle al Buró no detectar que el nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab, abordara un avión comercial de la compañía Northwest Airlines, con casi 300 personas a bordo, procedente de Ámsterdam y con destino a Detroit, con explosivos y amenazara con volarlo en pleno vuelo.
Obama fue cáustico en su reprimenda: "El gobierno estadounidense tenía suficiente información para desbaratar el complot y quizá para evitar el ataque el día de Navidad, pero nuestros servicios de inteligencia no lograron reunir las piezas, lo que habría puesto al sospechoso en la lista de personas que no pueden volar”.
El propio Obama, si no se dejara engañar por sus agencias anti terroristas, hubiera podido comprobar que la "The United and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism" (Ley USAPATRIOT), emitida el 26 de octubre de 2001, en lugar de proteger al país no hace otra cosa que vulnerar las libertades civiles por las incongruencias de su aplicación.
El FBI se cubrió, empero, de una triste y repudiable fama con el asesinato del líder independentista boricua Filiberto Ojeda, ocurrido el 23 de septiembre de 2005, propiciado por casi un centenar de agentes del FBI en el municipio de Hormigueros, al oeste de la isla borinqueña. El vasto despliegue armado propició que Filiberto fuera herido y, posteriormente, privado de atención sanitaria hasta que falleció a causa de las heridas. El detestable crimen fue repudiado por todo el pueblo portorriqueño y aún se reclama justicia por ello, pues se sabe que el FBI no iba con intenciones de capturarlo, sino de propiciar su asesinato.
Un nuevo escándalo ronda por estos días al FBI cuando se dio a conocer el pasado 19 de enero de 2010, que el Buró violó la legislación norteamericana al recolectar aproximadamente 2,000 registros telefónicos en el territorio nacional, bajo el mandato de George W. Bush. Según The Washington Post el FBI se apoyó en leyes antiterroristas inexistentes y presionó a los directivos de empresas telefónicas para que les entregaran la información, de forma tal que accedieron ilegítimamente a dichos registros telefónicos entre 2002 y 2006, en franca violación de la Ley de Privacidad en Comunicaciones Electrónicas.
LOS ACTUALES PROBLEMAS DEL FBI.
El recrudecimiento de la actividad de grupos extremistas y de ideología ultra reaccionaria, mantiene en jaque por estos días al FBI, luego de que fueran arrestados varios miembros de Hutaree, uno de los casi más de 1 750 grupos de ideología reaccionaria y extremista asentados en el país, fundamentalmente pro nazis, anti inmigrantes y antigubernamentales, que cuentan con cerca de 30 mil miembros activos y aproximadamente 250 mil simpatizantes. El propio Hutaree planeaba un atentado en Ohio, durante un posible funeral de un policía que previamente sería asesinado por ellos.
Uno de los factores que propicia la existencia de estos grupos y su clara peligrosidad, resulta la facilidad con la que sus integrantes pueden acceder a cantidades ilimitadas de armamento. No es desconocido que, apenas entre noviembre del 2008 y enero de 2009, por citar un ejemplo, se vendieron en EE UU más de 3 millones y medio de armas de todo tipo sin restricción alguna por parte del FBI y otras agencias federales. Solo en el 2008 la cifra de armas adquiridas por los ciudadanos norteamericanos ascendió a 13 millones.
Lo absurdo del problema actual del crecimiento de la violencia en el país es que, mientras estos hechos ocurren, el FBI destina a varios de sus agentes a la protección del famoso Tiger Woods en el torneo de golf de Augusta, en Georgia.
Por si fueran pocos los problemas actuales que involucran al FBI, un grupo de importantes firmas han arremetido contra el Buró y otras agencias del gobierno por lo que consideran un exagerado acceso de estas instituciones a datos privados de las personas en la Internet. Tanto Google, eBay, Microsoft, Intel, AT&T, como otras compañías, buscan la actualización de la obsoleta Ley de Privacidad de Comunicaciones Electrónicas (ECPA) de 1986, mediante una coalición conocida como Digital Due Process (Debido Proceso Digital), solicitando la protección de los datos on line de sus usuarios. De esta manera, solo estarán obligadas a ofrecer información privada de sus clientes a partir de una orden judicial que presuponga una causa probable. Esta demanda evitaría la actual impunidad con la que el FBI y otras agencias acceden actualmente a los datos on line de los ciudadanos en franca violación de la ley.
El ataque solapado a las redes sociales como Facebook, Twitter, MySpace, LinkedIn y otras similares por parte del FBI y otras agencias gubernamentales, se basan en normas que son de desconocimiento público y que son establecidas internamente sin basamento jurídico.
Por otra parte, tanto el FBI como otras agencias, se encuentran abocadas al establecimiento de nuevas medidas de seguridad para los vuelos internacionales, anunciadas hace tres días por la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, basadas en un supuesto perfil de los viajeros. Al respecto, Napolitano declaró: “Estas nuevas medidas utilizan en tiempo real información de inteligencia basada en amenazas junto con otros múltiples y aleatorios controles de seguridad, algunos de los cuales son visibles y otros no para el pasajero, para prevenir de manera más eficaz amenazas terroristas”.
Las nuevas medidas, a diferencia de las existentes hace unos meses, buscan flexibilizar los controles a la entrada a EE UU, dándole un rol prioritario a la información de inteligencia recopilada con anterioridad más que a patrones como perfiles físicos y nacionalidad de los viajeros. Recuérdese que los viajeros procedentes de Cuba, así como de otros países como Irán, Sudán y Siria, Afganistán, Argelia, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Somalia y Yemen, eran sometidos a férreos controles como el escaneo corporal, registros y revisión pormenorizada del equipaje. Las nuevas medidas mantienen estos procedimientos, así como las controvertidas listas negras, pero se apoyará más en ciertos patrones obtenidos por la actividad de inteligencia tan controvertidos como la raza o la religión.
Otro de los actuales problemas que enfrenta el FBI es una carta amenazante recibida por cerca de 30 gobernadores norteamericanos por parte de un grupo extremista auto titulado Guardians of the Free Republics, en la que les otorgan tres días para que renuncien a sus cargos.
Por último, el FBI se ha visto envuelto en una oscura trama de espionaje hace unos días cuando, de acuerdo con el diario argelino Ennahar, un posible miembro del Mossad fue capturado en Argelia usando una falsa identidad, la del ciudadano español Alberto Vagilo. Este agente sionista trató de infiltrar en el país árabe a supuestos grupos terroristas, haciéndose pasar como Abu Ammar, un palestino de 48 años, natural de Al Quds. Lo sugestivo del caso es que el propio vice jefe del FBI, John Pistole, viajó el 25 de marzo a Argel para buscar la liberación del espía del Mossad. ¿Interesante, no?
A MODO DE CONCLUSION PRELIMINAR.
Mientras todo esto ocurre, centenares de individuos con amplio historial terrorista se pasean impunemente por las calles de ciudades como New Jersey, Nueva York y Miami, al amparo del FBI, cuyos jefes ignoran su pasado e, incluso, comparten con ellos momentos de placer como lo hicieron reiteradamente Héctor Pesquera y Jonathan I. Salomón, ex oficiales a cargo del FBI en Miami. Por su parte, el actual jefe del Buró en Miami, John Gillies, parece también ignorar que su ciudad es un turbio habitáculo de extremistas y terroristas, dedicando a sus 460 agentes desplegados desde Fort Pierce hasta Cayo Hueso en tareas anti corrupción y otros delitos.
Las confabulaciones entre los jefes del FBI con los grupos de poder en Miami, representados en las organizaciones mafiosas anti cubanas, vinculadas hasta los tuétanos a actividades terroristas, al tráfico de personas y al narcotráfico, son parte del modus vivendi establecido durante décadas en esa pequeña y soleada república bananera. En otros casos, la experiencia acumulada en largos años de práctica en el Buró, parece servirles de poco a la hora de detectar terroristas. El propio Salomon se hizo de la vista gorda ante gente como Posada Carriles, Santiago Álvarez y compañía. Sí son duchos, empero, en tratar de capturar a supuestos espías de Castro, aupando una histérica campaña contra un supuesto espionaje cubano en La Florida, mediante los más virulentos shows mediáticos.
Pero el dudoso contubernio del FBI con los mafiosos de Miami ha llegado a extremos impensables. Desde que el agente George Kyszinski entregara a Oliver North y a Posada Carriles, el 24 de marzo de 1986, un documento interno del Buró sobre la actividad de los contras en relación con el tráfico de drogas y contrabando de armas en Ilopango, hasta la sospechosa y burda destrucción en agosto de 2003 de las evidencias que implicaban a Posada Carriles en actos terroristas, nada menos que en los propios archivos del FBI en Miami y por parte de Ed Pesquera, otro agente del Buró, cualquier cosa es posible.
En los próximos artículos saldrán a la luz las verdades ocultas sobre el rol del FBI en las campañas anticubanas y su abierta complicidad con los grupos terroristas radicados en Miami, llegando al extremo de tender dudosas cortinas de humo sobre los abominables crímenes cometidos por estos.
La verdad se hará valer por sí sola.
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De: Rene Gomes (Mensaje original) |
Enviado: 10/05/2010 18:21 |
FIDEL CASTRO: Un terrorista y narcotraficante internacional. Por: JOSÉ L. MARTEL No
por que esté fuera de la esfera política y del gobierno en Cuba deja de
ser un peligro. Y desde el 31 de julio se ha constituido en un “secreto
de estado” su enfermedad cuando le cedió el poder a su hermano Raúl
Castro no deja de ser un personaje emblemático, controversial y
satánico encaramado en su lecho de moribundo Su trayectoria desde el
triunfo de la revolución de los “barbudos” en 1959 ha sido incansable
para producir mal a la Humanidad.. Castro y el terrorismo
internacional es una ligazón indestructible de divorcio ya que al
principio muchas personas no podía imaginar cuales eran sus
aspiraciones y sus macabros planes. Sin lugar a duda Fidel Castro es un
terrorista internacional de altos quilates. La televisión de
Miami nos brindó la oportunidad de ver, en dos ocasiones, la
comparecencia del Dr. Roberto Ortega, médico y ex – coronel de las
fuerzas armadas cubanas y ex – jefe de los servicios médicos del
MinFar. Denunció la morbosa instalación que se comenzó a construir en
Cuba durante los años 80, soterrada y de gran dimensión para el
procesamiento de gérmenes de enfermedades altamente epidémicas y de
fácil propagación con bacilos traídos desde África a La Habana. Este
laboratorio de armas bacteriológicas, conocido como “Labor Uno” esta
diseñado para la manipulación de gérmenes de muy alta peligrosidad que
pueden desencadenar epidemias de consecuencias fatales como la peste
bubónica, ántrax, fiebre amarilla y otras. Pero revisando
algunos materiales de archivo tomado de la página informativa
cibernética: Net for Cuba International [www.netforcuba.org] aparece un
trabajo cronológico del Instituto de Estudios Cubano-Americanos de la
Universidad de Miami donde se expone con claridad y precisión la
participación directa de Cuba en el terrorismo internacional desde 1959
a la fecha. Desde 1959 a 1967. Raúl Castro y Ernesto “Che”
Guevara visitan Egipto y establecen los primeros contactos con los
movimientos de liberación nacional africanos que eran apoyados por su
presidente, Nasser. Aprovechan la ocasión para visitar Gaza y conocer
de la causa palestina de Yassef Arafat. Desde territorio cubano
se comienza a entrenar a las primeras guerrillas de distintos países
latinoamericanos y del Caribe como: Guatemala, Venezuela, Colombia,
Paraguay, Honduras, Chile, Haití y República Dominicana y se celebró el
Primer Congreso de Partidos Comunistas de Latinoamérica. En Cuba
se entrenaron los líderes guerrilleros, César Montes, del Ejercito
Guerrillero de los Pobres [EGP] de Guatemala y Luis Turcios Lima, del
Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) del Perú. También se
unieron altos jefes del Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN) de El Salvador. Cuba tuvo su primer contacto con al
FATAH en 1968 en visitas a Argelia y Siria. Cuba celebró en La
Habana en enero de 1966 la primera Conferencia de Países de los
Continentes de Asia, África y América Latina (Tricontinental) presidida
por Fidel Castro donde se acordaron las estrategias de esos movimientos
contra el colonialismo, neocolonialismo y el imperialismo. Se aprovecho
ese marco de subversión para crear la Organización de Solidaridad con
los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAL) presidida por el
capitán Osmany Cienfuegos Gorriarán. En 1967 se formó la
guerrilla del Che que se infiltró en tierras de Bolivia. Durante los
años 1968 – 1975 Cuba ayudó a la formación y entrenamiento del grupo
terroristas, Tupamaros en la República Oriental de Uruguay. Se nombró
al comandante Manuel Piñeiro Losada “Barbarroja” al frente del
Departamento América para suplir armas y municiones a la guerrilla del
Frente Nacional de Liberación Sandinista en Nicaragua. En 1973 fueron
entrenados los miembros del Partido Panteras Negras (Black Panters
Party) en Canadá por personal cubano y en Cuba. Sus miembros
recibieron armas y abundantes pertrechos militar en su vuelta a Estados
Unidos. Yassef Araft visitó a Cuba en 1974 donde se firmaron acuerdos
de suministros de armas y explosivos.. El periodo de 1976 al
1982 fue caliente en acción militares y terroristas en Cuba. Se reportó
por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) que más
de 300 palestinos recibían entrenamiento militar en Cuba. Se denunció
la presencia del notorio terrorista que operaba en Europa, Illich
Ramírez Sánchez, alías Carlos el Chacal, que se entrenaba en tácticas
de guerrilla urbana, armas automáticas, explosivos y técnica de
sabotaje. Cuba e Irak establecieron fuertes nexos de cooperación de
asesoría militar. También el gobierno cubano estableció vínculos
estrechos con la República de Irán. Cuando el conflicto bélico
Irak-Irán y para mantenerse de forma imparcial Cuba retiró sus asesores
militares de Irak, aunque su preferencia siempre fue Bagdad. Un
noviembre de 1981 el Departamento Anti-Drogas de Estados Unidos (DEA)
capturó al cubano Mario Estévez González, oficial de la Seguridad de
Estado de Cuba, con 2,500 libras de marihuana arribando a las costas
norteamericanas. Esta operación descubierta se conoció con Caso
Blandón. Una cuestión sobresaliente fue la llegada de Robert Vesco a
Cuba en 1982. Un tipo prófugo de la justicia norteamericana por
narcotraficante internacional es recibido por Fidel Castro e instalado
en regio residencia en el reparto Siboney, antiguo Country Club
habanero. El ex – oficial del Ministerio de Interior, Manuel D’Beunza,
que dijo hacer dirigido la escolta de Fidel Castro declaró que en
varias ocasiones Robert Vesco y Fidel Castro salieron a pescar en el
yate Yaguaramas, una de las embarcaciones de lujo propiedad del
Dictador. El 15 de noviembre de 1982 se radica una causa en los
tribunales de La Florida contra Guillot Lara. Se encontraba detenido en
México por operaciones de narcotráfico y ventas de armas a la guerrilla
del M-19 de Colombia, con las participaciones de altos oficiales del
gobierno de Fidel Castro, que incluían a Aldo Santamaría Cuadrado, que
ocupaba la jefatura de la Marina de Guerra: Rene Rodríguez Cruz, que
ocupaba la presidencia del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos
(ICAP); Fernando Ravelo, ex – embajador de Cuba en Colombia y el
consejero cubano en dicha embajada, Gonzalo Bassols. En 1983 denuncia
el escritor Norberto Fuentes que Fidel Castro le ordena los generales
José Abrantes Fernández y Tony de la Guardia; conjuntamente al capitán
José Luis Padrón que realicen un estudio de factibilidad para facilitar
el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. En los años 1983 a
1990 Cuba financió el grupo terrorista “Los Macheteros” que operaban en
Puerto Rico y Estados Unidos. Se recuerda el secuestro al camión
blindado de la compañía Wells Fargo en la ciudad de Connecticut en
septiembre de 1983 donde se apropiaron de $7.2 millones de dólares.
Durante la década 1991-2001 la organización ETA del país Vasco
estableció su cuartel general y mis terroristas etarras se radicaron
permanentemente en Cuba. El 24 de febrero de los 1996 dos aviones de
guerra MIGS abatieron a tres avionetas indefensas de Hermanos al
Rescate en aguas internacionales en un acto criminal y de repulsa
internacional. La ONU condenó ese dantesco crimen. Ya en 1991 en
la prisión de Guanajay se escuchó una conversación de José Abrantes y
Patricio de la Guardia donde el primero le confiesa al segundo que el
siempre mantuvo a Fidel Castro al tanto de las todas las operaciones de
narcotráfico que se realizaban por Cuba. En 1987 fue capturado por la
DEA a Carlos Lehder, jefe del Cartel de Medellin y durante el juicio
celebrado en Jacksonville en 1989, el acusado relató que el coronel
cubano, Ronaldo Castañeda, ayudante de Tony de la Guardia, por
estrictas ordenes de José Abrantes y Fidel Castro aceptó el sobornó de
recibir $7 millones de dólares semanales por permitir que embarcaciones
cargadas con drogas provenientes del Cartel de Medellín, Colombia
reabastecieran esos barcos que su final eran las costas de Estados
Unidos. ¿Qué clase de negocio tenía ese sujeto de recibir $7 millones
de dólares semanales por este trabajo? Otros implicados y denunciados
fueron los Reinaldo y Rubén Ruiz (padre e hijo) siendo el primero primo
del capitán del ministerio del Interior, Miguel Ruiz Poo, para que
reabastecieran esas embarcaciones de drogas procedentes de Colombia por
la costa sur cubana. Ese capitán Ruiz Poo fue juzgado y condenado por
la Causa No. 1. Es bueno aclarar que este Carlos Lehder en 1991
tuvo que testificar durante el juicio celebrado al general panameño,
Noriega, donde manifestó que los puertos y costas cubanas por
autorización de Raúl Castro para el tránsito de drogas a Estados Unido
y Las Bahamas. No olvidemos que Rafael del Pino (desertor
general de la fuerza aérea en Cuba) declaró que el único que autorizaba
vuelos sobre territorio cubano era Raúl Castro. Otra captura
importante fue Amado Carrillo, conocido como Rey de los Cielos del
narcotráfico mexicano y también con el Zar de la Cocaína se convirtió
en amigo intimo de Fidel Castro. Sus visitas eran frecuentes y se
hospedaba en una de las lujosas Casas de Protocolo que domina el
dictador en el reparto Cubanacán, La Habana. Y continúan los hallazgos
cuando la DEA apresa Jorge Cabrera, alias El Gordito, con 6 mil libras
de cocaína procedentes de Colombia con una foto dedicada de “su amigo
Fidel Castro”. El detenido “canta” involucrado los nexos que mantenía
en estas operaciones con Castro directamente. Castro continua
con lazos de cooperación con los guerrilleros de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) y con el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) que tiene presencia física en la isla. Terroristas y
narcotraficantes buscados por distintas autoridades mundiales viven
permanentemente en Cuba gozando de todas las facilidades y comodidades,
sin que nadie los molesten. Ahora Cuba exporta su sistema a
otros países del continente. Preparó a Hugo Chávez con la sabiduría del
totalitarismo para que gobierne en Venezuela a cambio del petróleo y
sus dólares que recibe del chavismo. Exporta su revolución milenaria a
través del mandatario venezolano a Argentina, Bolivia, Ecuador y
Nicaragua. Cuba ha creado las condiciones de comprar y no pagar,
su deuda externa es incalculable e impagable. Recibe subsidios y
donaciones gratuitas de más de 20 países del continente recaudando unos
6 mil millones de dólares anuales. El negocio de barriles de petróleo
con Chávez es fabuloso, lo revende y aprovecha una parte para resolver
los problemas del régimen y seguir manteniendo al pueblo de a píe con
sus acostumbrados y eternos apagones. Cuba es una “lavadora automática”
de dinero, puerto seguro del narcotráfico internacional y es el país
que cuenta con millonarios colegiados y empresarios capitalistas dentro
de su sistema socialista catalogados como los mas solventes del mundo. Miami, Florida, USA.
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De: hr-mk |
Enviado: 13/05/2010 17:06 |
Luis Posada Carriles, eterno protegido del FBI
Mi… “¿Querido?”… FBI. (Quinta parte)
Por más que sus padres, Luis Faustino y Dolores, trataron de sembrarle en el alma sentimientos nobles y aprecio por lo bello de lo simple y cotidiano, nunca hubo en él momentos de disfrute al contemplar, desde cualquier lugar, el beso fogoso del sol sobre las quietas aguas de la bahía de Cienfuegos, su ciudad natal, más conocida como “La Perla del Sur”.
Su temperamento colérico y vivaz, unido al carácter intranquilo que siempre le ha acompañado a lo largo de sus 82 años de vida, no halló apenas espacio para el amor y la bondad, para la solidaridad legítima para con los demás. Desde temprano mostró apego al insano ejercicio de lastimar y herir, de insultar y provocar al más débil e indefenso. Los méritos dudosos obtenidos tras una reyerta y el regodeo con el abuso mostraron, en más de una ocasión, su baja escala de valores y su potencial tendencia a la violencia. Travesuras rayanas en la tortura y asesinato de animales, provocaciones al más frágil, disfrute con el temor ajeno y bravuconerías a ultranza, fueron los más notables atributos que mostró, convertidos ante los que lo trataron solo en malos recuerdos sobre su imagen.
Ni los nobles jesuitas que fueron sus maestros, ni la educación primaria privilegiada de los Maristas, pudieron enderezarlo. Su falta de escrúpulos y su enorme afán de protagonismo, lo convirtieron en un ser falto de escrúpulos e indolente.
El año 1946 lo sorprendió trabajando en la destilería del antiguo ingenio azucarero San Agustín, ubicado en el municipio de Santa Isabel de las Lajas. Bravucón y busca pleitos, asustaba a sus coterráneos con un arma de fuego, siempre a la vista de todos como un mal presagio y fruto de su apego a la amenaza y a la total impunidad. Hacer sentir el miedo fue la mejor arma que encontró para esconder sus complejos y bajo nivel de socialización. Fue su mórbida pareja en horas de desenfreno y megalomaniaco transitar y de una juventud sin destino aparente.
Esa terca e insaciable búsqueda de reconocimiento, unida a una personalidad sociopática a la que daba rienda suelta mediante la violencia, fueron factores favorables para que el FBI y la CIA lo usaran, indistintamente, como informante y como ejecutor de sus operaciones. La carencia de empatía hacia el prójimo y el insano morbo al lastimar serían sus principales leiv motivs para ejecutar a guerrilleros y revolucionarios en la Venezuela de los 60 y 70, asumiendo el seudónimo del Comisario Basilio, así como planear atentados contra Fidel y otras simpatizantes con la Revolución Cubana. Matar, pues, fue su divisa, y a ella se entregó en cuerpo y alma.
LUIS POSADA CARRILES, PRIMEROS CONTACTOS CON EL FBI, A TRAVES DEL BRAC.
Sus visitas frecuentes, en los años 50, al Cienfuegos Yatch Club, privilegiado centro ubicado en Punta Gorda, nunca fueron para practicar deportes y el disfrute del sano esparcimiento. Fueron el sitio ideal para sobresalir, para venderse sin remilgos ante los hijos de los burgueses y terratenientes, para codearse con el asesino uniformado y el politiquero corrupto, con el lumpen desvalorizado y sobre vividor. En más de una oportunidad se le vio, haciendo del alarde su bandera, bravuconear su pertenencia al Buró de Represión a Actividades Anticomunistas (BRAC).
No tuvo el menor recato, pues, de pavonearse ante los demás de ser parte de ese aparato represivo, creado el 27 de noviembre de 1953, mediante decreto No. 1170, subordinado al Ministro de Gobernación. Allí encontró su horizonte venidero, oscuro y detestable. Desde allí, cooperó descaradamente en la persecución de miembros del Partido Socialista Popular y de otros grupos revolucionarios. Y fue precisamente el BRAC quien le abrió las puertas de sus nuevos amos, la CIA y el FBI, a los que se entregaría sin vacilar, en sucio maridaje que dura hasta nuestros días. El BRAC había sido el monstruo ideado por Batista, como forma aún anticipada del COINTELPRO (Counter Intelligence Program o Programa de Contrainteligencia), implantado por el FBI en los Estados Unidos, para investigar y reprimir a los comunistas norteamericanos. Aunque incluyeron otros grupos extremistas como Ku Klux Klan, los Weatherman y el Partido Nazi Americano, sus esfuerzos y prioridades siempre estuvieron dirigidas se contra los comunistas, los Panteras Negras y los grupos no violentos pro derechos civiles como la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano de Martin Luther King. Sin dudas, el BRAC fue uno de los instrumentos del McCarthistismo del FBI, establecido en Cuba por el tirano, funcionando luego bajo la anuencia de Clark Anderson, ex jefe del FBI en Cuba, para complacer a sus amos del Norte. Contó para ello con Mariano Faget, jefe del BRAC, asesino de Pelayo Cuervo en el Country Club habanero. También incluyó Batista en el BRAC a Martín Díaz Tamayo, represor connotado, cuyas manos estaban ensangrentadas por los asaltantes al cuartel Moncada, capturados y, posteriormente, asesinados de manera brutal y repudiable. Por supuesto, Díaz Tamayo, en estrecha alianza con el jefe del Buró de Investigaciones (BI), el coronel Orlando Piedra, y del agente CIA acreditado en México, John Mac Maples Spiritto, no perdonó a los moncadistas y a su jefe, Fidel Castro. Durante los preparativos de la expedición a Cuba, fueron espiados, perseguidos e, incluso, padecieron intentonas de asesinatos organizadas por la CIA, el FBI, el BRAC y el BI. Incluso, cuando Fidel logró llegar a la Sierra Maestra e iniciar un considerable movimiento rebelde, el FBI, en unión del BRAC y del BI, organizó el conocido plan de asesinato contra el líder del M-26 de Julio por parte del agente federal Allen Robert Nye, el que llegó a las serranías orientales el 24 de diciembre de 1958, cerca de Santa Rita, actual provincia de Granma, con ese criminal propósito. Juzgado posteriormente, abril de 1959, fue sancionado y luego, por voluntad política de Cuba, expulsado del país.
El BRAC acogió a Posada desde muy temprano, atraído él por aquella denominación de “anticomunista” que no aparecía en otros órganos represivos como el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Buró de Investigaciones (BI), el Servicio de Inteligencia Regional (SIR), la Policía Nacional, la Policía Secreta y la Policía Judicial, Tribunales de Urgencia y otras bandas de asesinos de tipo paramilitar. Allí conocería a otras personas de su misma calaña como Bernard “Macho” Barker, Virgilio R. González y Eugenio R. Martínez (Musculito), con los que participaría mucho después, sin imaginarlo, bajo la sombra de la CIA, en la guerra sucia contra aquellos cubanos revolucionarios que desplazaron del poder a sus socios de la burguesía.
Para los años 50, cuando los años caían sobre él advirtiéndole del adiós a su descontrolada adolescencia, Posada Carriles laboró en una empresa nombrada CEFI y no cesaba de mostrar su abierta oposición al clamor ciudadano por cambiar la realidad política del país. En esta hora de definiciones y tránsitos difíciles, de esperanzas nacientes y sueños redimidos, Posada Carriles negó al porvenir y prefirió al pasado. Con la triunfante Revolución anunciando cambios incalculables, se trasladó en 1959 a la Habana, temeroso y frustrado, huyendo de su ciudad natal ante el peligro de ser vinculado con los torturadores y batistianos de cuya amistad se pavoneó en más de una ocasión. Fue éste su primer temor y su primer gran descalabro, la puesta en duda de los valores que había defendido hasta el momento y el anuncio de que en Cuba no habría espacio para gentes como él. Así se marcho, en silencio y discreto, de Cienfuegos. Estaba claro que ese adiós sería el definitivo y no volvería nunca más a ver a su ciudad natal, a la que le temió alguna vez. Se fue, es cierto, pero no se llevó a Cienfuegos en el corazón. Se la arrancó de un solo tajo y para ella solo guardó odio y animadversión, tal como lo hizo con su propia Patria. Tal vez esa sea la razón por la que nunca se le escuchó hablar de ella con nostalgia, ni la guardó en algún lugar del alma como lo hacen los hombres buenos ante el desarraigo y el exilio alguna vez.
En su odio permanente participarían con él otros cienfuegueros de nacimiento como los hermanos Lora Hernández y Enrique Basas, quienes promovieron oscuras y dañinas correrías con tal de herir a los suyos, a los que se quedaron allí, conviviendo con la vida y construyendo un hermoso porvenir.
Ya en la Habana, la contrarrevolución le abrió sus puertas y le cifró sus esperanzas. Contactó sin remilgos con los contrarrevolucionarios recién salidos de Cuba, así como los que todavía quedaban en la Isla, y con ellos conspiró, tejió crímenes y propuso tenebrosas acciones. Se regodeó con mal disimulada alegría por las acciones de aquellos que trataban de vengarse de los cubanos atacando embajadas y representaciones de la Isla en el exterior, asesinar milicianos y maestros. Ante la guerra terrorista impuesta contra ella, la Revolución, sin embargo, continuó su paso seguro hacia el porvenir.
LUIS POSADA CARRILES: INFORMANTE DEL FBI Y TERRORISTA SIN TRABAS.
Ya en la Habana, Posada Carriles comenzó a laborar en 1960 en la empresa norteamericana Firestone, donde pudo establecer vínculos con oficiales de los servicios secretos norteamericanos como David Atlee Phillips y David Sánchez Morales, uno de los principales operativos de la CIA en Cuba en esos momentos, así como mantener sus vínculos con el FBI. Su alianza con estos hombres marcaría su vida ulterior y daría inicio a oscuras y venideras relaciones con estos personajes, a quienes se vincularía como contrarrevolucionario y terrorista convirtiéndose para ellos en un soldado incondicional y duradero.
Posada, ávido por sobresalir y hacerse notar dentro de los opositores a la Revolución en 1960, trabó contactos con terroristas radicados en Miami, con los que coordinó el envío de armas para la contrarrevolución interna. Sin perder su apego a las balandronas habituales en él, en varias ocasiones alardeó de una supuesta fuga ante el G-2 cubano, cuando en uno de sus viajes entre Miami y La Habana fue detenido por éste y logró escabullirse de sus manos. Esta sospechosa historia no ha sido comprobada y puede quedar como una muestra más de su megalomanía.
Sus primeros contactos de la CIA permanecerán vigentes durante las décadas venideras como un compromiso incondicional entre ambos. El propio Atlee será unos de sus cabecillas operativos, primero como jefe de la “Operación 40” desde 1960 hasta 1973 y, luego, como Jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA en 1975. La Agencia será su eterna empleadora y recurrirá a él sin dilación en cualquier momento en que le sea necesario un gatillo alegre y sin escrúpulos. Mientras tanto, se mantuvo como informante del FBI.
Cuando cumplió 33 años de edad se asiló en la embajada argentina en la Habana bajo el pretexto de ser perseguido por el G-2. Abandonó su patria para siempre, cargado de resentimiento, el 25 de febrero de 1961, y se trasladó a Miami, vía Méjico. En la ciudad floridana se vinculó a grupos terroristas organizados por la CIA, integrando una célula denominada “Halcones Negros”, perteneciente a la organización Unidad Revolucionaria. En esa etapa se destacó por su destreza y puntería, ejercitada en su juventud ante animales indefensos como una cotorra de sus vecinos, lo que le mereció el apodo de “El Cazador”. Fue sospechosa su presencia en Dallas, Texas, unos años después, cuando fue asesinado el presidente John F, Kennedy, víctima de una conspiración urdida por la CIA, el crimen organizado y la mafia miamense. No es descartable, pues, que las ansias magnicidas hayan tenido sus oscuros inicios en noviembre de 1963, en la ciudad de Dallas, ya que Posada fue visto en una reunión efectuada en una casa de contactos de la CIA en la ciudad de Miami, en la que se encontraban Antonio Veciana, Lee Harvey Oswald, así como Ignacio y Guillermo Novo Sampoll; luego fue visto junto a otros terroristas de origen cubano, deambulando alrededor del lugar en el que se cometió el magnicidio.
Previo a estos hechos, su odio in crescendo hacia los cubanos de la Isla, amasado entre la impotencia y el desarraigo auto impuesto, lo llevaron a involucrarse a la frustrada invasión de Playa Girón. El 7 de marzo de 1961, según declaraciones de José Raúl de Varona, entonces jefe de la inteligencia de la Brigada 2506, fue enviado a la base de Retalhuleu, en Guatemala, sede de la fuerza invasora y a instancias del entonces jefe de la inteligencia Civil de la misma, Raúl Sanjenis, junto a un grupo de 53 individuos encabezados por Vicente León. Este grupo, cuyo indicativo era “Operación 40”, poseía, como misión operativa y autónoma dentro de la fuerza invasora, operar en la retaguardia de la misma con el propósito de realizar labores de inteligencia y exterminio de las autoridades de las localidades capturadas por la fuerza mercenaria. Una rigurosa preparación en técnicas de tortura e interrogatorios, manejo de explosivos y otras, capacitó a Posada Carriles y a 36 de sus socios como oficiales operativos. Allí trabó amistad con otros como él, cargados de odio, como Félix Rodríguez Mendigutía (El Gato), Orlando Bosch Ávila, Dionisio Suárez, Antonio Veciana, José Basulto, Gaspar Jiménez Escobedo, Jorge Mas Canosa y muchos más. Eran los cachorros de la División de Asuntos Domésticos en la ampliamente conocida Estación JM/Wave, radicada en Miami, bajo la tutela directa de sus antiguos conocidos de la CIA David Atlee Phillips y su tocayo David Sánchez Morales, así como de Frank Sturgis y Howard Hunt, estos dos últimos posteriormente involucrados en el escándalo Watergate, durante la presidencia de Richard Nixon.
En ese año de 1963 también se le ubicó trabajando un corto período como miembro de la tripulación de uno de los buques madre de la CIA, nombrado Venus, desde donde participó en agresiones contra instalaciones cubanas y en asesinato de personas inocentes.
Dotado ya de amplios conocimientos en el arte de la guerra sucia, participó Posada Carriles como instructor en el campamento de insurgencia José Martí, ubicado en Polk City y perteneciente a la Junta Revolucionaria Cubana (JURE), de amplia historia en la guerra sucia contra Cuba y aupada por la CIA, a fines de 1963 y parte de 1964. Allí no tuvo reparo en enseñar a sus pupilos las más novedosas técnicas de tortura y subversión aprendidas de sus profesores de la CIA. Durante el transcurso de este período, Posada Carriles completó su entrenamiento en Fort Benning como oficial de las fuerzas armadas norteamericanas con la matrícula de identificación C 2 312 445, en marzo de 1964. Es en ese período, de acuerdo con documentos desclasificados en mayo del 2005, que Posada Carriles es atendido por la CIA para desarrollar actividades contra el territorio nacional cubano y subvertir el orden constitucional en otras naciones del continente, lo que no tardaría en hacer cuando en 1965 se unió a Manuel Artime, como integrante del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR). Durante esta etapa se trasladó a Nicaragua, desde donde realizó varias acciones terroristas contra Cuba.
No era útil tan solo en el constante arremeter contra Cuba. Podría, y así lo hizo, ser útil en cualquier lugar donde la Agencia operaba de manera solapada y encubierta. El 19 de abril de 1965 participó, dirigido por Roberto Alejos Arzú, dentro de Guatemala, en un intento para derrocar al gobierno de ese país. Detrás de esta operación subversiva estaba la mano de las ultraderechas norteamericana y guatemalteca, así como de su instrumento de inteligencia y sedición: la Central de Inteligencia de los Estados Unidos. De acuerdo con el Archivo del FBI No. 2-380, fechado en Miami, Fla., el 17 de mayo de 1065, donde se detalla su implicación en este caso, Posada se vinculó a Alejos Arzú, residente entonces en Miami, junto a un grupo de terroristas cubanos. Para esos planes contaban con un vasto arsenal de armas y explosivos. Posada y sus cómplices fueron protegidos nuevamente por la CIA y el FBI, siendo exculpados de cualquier cargo.
Unos meses después, en julio de 1965, se vio implicado en un plan desarrollado por la organización terrorista Representación Cubana en el Exilio (RECE) para efectuar un sabotaje contra un barco cubano en la República de México, específicamente en el puerto de Veracruz. Lo acompañaron en esta aventura Jorge Mas Canosa y Ramón Escarda Rubio. Planeando ser el ejecutor del hundimiento del barco, recibió 5 000 dólares para el operativo criminal. Según consta en el Archivo del FBI No. 105-8280 Miami, Florida, del 13 de julio de 1965, desclasificado el 16 de abril de 1998, “El 11 de junio de 1965, un exiliado cubano experto en demoliciones y el uso de explosivos, instruyó en estas técnicas a tres cubanos que estaban a punto de infiltrarse en La Habana, Cuba, bajo los auspicios de la Representación de Cuba en el Exilio (RECE).”
“El 2 de julio de 1965, el MM T-1 informó que un refugiado cubano asociado a los activistas cubanos en Miami, que había proporcionado información confiable en el pasado, había afirmado que el 25 de junio de 1965, Luis Posada Carriles había dicho que Jorge Más Canosa le había pagado 5 000 dólares para cubrir los gastos de una operación de demolición en México.”
“Posada dijo que planeaba colocar minas magnéticas en buques cubanos o soviéticos en el puerto de Veracruz, México, y que tenía 100 libras de explosivos C-4 y detonadores. Luis Posada dijo que estaba preparando ciertos documentos que probaran que él era puertorriqueño con el fin de obtener una visa de entrada en México.”
Sus antiguos vínculos con el FBI, evidencian que Posada haya mantenido permanentemente informado al Buró de sus actividades, en la condición de informante secreto del mismo dentro de grupos como la JURE, el RECE y el MRR. Estas sospechas se irán fortaleciendo con evidencias que aparecerán posteriormente, ya que siempre el FBI le exculpó y le tendió la mano a lo largo de su devenir como terrorista.
POSADA CARRILES y SU ALIANZA CON EL FBI EN DECADAS POSTERIORES.
Por encargo expreso de la CIA y la complacencia del Buró, Posada se encargó de participar en una diversidad de operaciones encubiertas en América Latina, que contemplaban el asesinato político, las desapariciones forzosas y torturas, la represión selectiva para provocar el descabezamiento de los movimientos revolucionarios y progresistas, así como la internacionalización del miedo y la violencia. Para cumplir sus fines, contó con las decenas de terroristas de origen cubano como él, como Orlando Bosch, Virgilio Paz, los hermanos Novo Sampoll, Gaspar Jiménez Escobedo, Dionisio Suárez y muchos otros.
Una parte considerable de nuestras naciones latinoamericanas padecieron en esa época un permanente desangramiento sin parangón en su historia, en la medida en que el poder castrense fue entronizándose en las naciones del continente: primero en Paraguay (1954); luego en Brasil (1964); y, posteriormente, en otras naciones del Cono Sur como Perú (1968), Uruguay (1972), Chile (1973), Argentina (1976) y Bolivia. Fue la macabra época de los generalatos, torturas y desapariciones, protagonizadas por hombres sin escrúpulos como Alfredo Stroessner, Rafael Videla, Augusto Pinochet, Hugo Banzer y el no menos cruel, aunque civil, José María Bordaberry. Fue tal la bochornosa dependencia y la sumisión a Washington, que varios gobiernos, en apariencia democráticos, optaron por recurrir al patrocinio militar para enfrentar los justos reclamos populares. Así sucedió en Uruguay, Guatemala, El Salvador y Honduras.
La ideología de los generales, influida notablemente por el fascismo y las doctrinas de la ultraderecha conservadora norteamericana, tenía el doble propósito de detener, por un lado, a la legítima lucha de los pueblos y, por otro, incrementar los niveles de dependencia al capital extranjero. Toda esta amalgama ideológica, sustentada por la doctrina de la Seguridad Nacional, descansó en la defensa a ultranza del desarrollo de un capitalismo dependiente al capital foráneo y de las estrategias de desarrollo diseñadas por teóricos norteamericanos, así como en la represión y estigmatización de quienes propusieran otras alternativas de progreso. El ejemplo cubano fue excomulgado, censurado y perseguido, así como aquellos que le defendían como alternativa más viable para sus países.
La Operación Cóndor fue la consumación de los planes norteamericanos para garantizarse un traspatio seguro en la región y representó la internacionalización del terror por parte de los militares latinoamericanos. Sin lugar a dudas, luego de haberse establecido en un encuentro realizado a fines de noviembre de 1975, durante una reunión en Santiago de Chile y bajo la anuencia directa de Pinochet, en la que participaron represores de Chile, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, se crearon las condiciones organizativas, técnicas y financieras para llevar a cabo operaciones a gran escala, internacionalmente coordinadas, y encaminadas a reprimir de conjunto a las fuerzas progresistas de la región. Los argentinos, al igual que sus socios chilenos, paraguayos y uruguayos, desempeñaron un rol relevante en estos planes, apoyándose en una masa de más de un centenar de terroristas de origen cubano. La CIA, artífice de este plan criminal, colaboró con los militares sudamericanos en la confección de los listados de las potenciales víctimas. A la par, tanto ella, como el FBI, patrocinadores del terrorismo institucionalizado, supervisaron todo el andamiaje de muerte, torturas y persecuciones que arrebataron a nuestro continente centenares de víctimas.
El beneplácito de Washington ante el golpe de estado en Chile, el fortalecimiento de los órganos represivos como la DINA y la eliminación selectiva, hallaron eco en el propio Secretario de Estado norteamericano, cuando éste le expresó a Augusto Pinochet durante un encuentro que ambos sostuvieron en junio de 1976: "… en Estados Unidos simpatizamos con lo que usted está tratando de hacer aquí".
¿Qué papel desempeñó Posada Carriles en esta maquinaria de muerte internacionalizada por la CIA norteamericana y monitoreada por el FBI desde sus oficinas en las embajadas yanquis en América Latina?
Posada Carriles arribó a Venezuela a fines de 1966 y comenzó a laborar, por instrucciones de la CIA, en una Sección de Inteligencia y Servicios Especiales del MINREX de Venezuela. Un breve tiempo después, se trasladó a la DIGEPOL fungiendo como asesor. Cuando después ésta se convirtió en la DISIP, continuó sus labores en la misma hasta 1974. Siempre mantuvo informado al FBI sobre sus actividades, coordinando con los representantes del mismo en Venezuela sus actividades dentro del Plan Cóndor.
Es en este período que Luis Posada Carriles, auto nombrado como “el Comisario Basilio”, desempeñó tareas represivas y de asesoramiento en torturas a sus partners venezolanos. La bella ciudad caraqueña le vio deambulando con sus frecuentes huéspedes provenientes de la Florida. Otras veces, acompañado de esbirros y torturadores, recorrió los barrios de Caracas, en persecución de revolucionarios y gente progresista. Muchas denuncias obran hoy en manos del actual gobierno de Venezuela sobre la participación de Posada Carriles en el asesinato y caza de luchadores de esa nación durante ese período, entre ellos Pancho Alegría, Noel Rodríguez, Ramón Antonio Álvarez, Rafael Botini Marín y muchos más.
Nunca actuó solo en sus correrías, pues para gente como él es necesario tener compañía para que se le aplauda y reconozca. Contó con un grupo de sus amigos de Miami, enviados unos por la CIA y otros seleccionados por él, y otros nacidos en Venezuela, como Ricardo Morales Navarrete, Nelsy Ignacio Castro Matos, Joaquín Chaffardet, Orlando García Vázquez, Rafael Rivas y Hermes Rojas. Este último lo acompañó luego a El Salvador donde se convirtió en uno de sus colaboradores más cercanos durante el gobierno de Napoleón Duarte.
Acostumbrado a sobresalir por cualquier medio, alcanzó un papel prominente dentro de la DISIP que le permitió realizar labores de apoyo dentro del Plan Cóndor, llevando a cabo una fuerte persecución de revolucionarios de otros países exiliados en Venezuela y continuar participando en los planes terroristas contra Cuba. Posada nunca abandonó sus vínculos con el crimen organizado en Estados Unidos, particularmente de la familia de Santos Trafficante, manteniéndose activo en operaciones de tráfico de armas y drogas, como la cocaína colombiana, garantizando el envío de la misma hacia EE UU, a través de Venezuela. Estas actividades delictivas las realizó con pleno conocimiento de sus jefes de la CIA y de la DISIP.
Desde su puesto en la DISIP sirvió como soporte a algunos planes de atentado contra Fidel Castro, como cuatro de ellos preparados por la CIA y el CORU en 1971, a raíz de la visita a Chile del líder cubano, invitado por el gobierno de la Unidad Popular. En estos planes magnicidas participó la CIA en las personas de David Atlee Phillips, Frank Sturgis, Joaquín Sanjenis, Ricardo Morales Navarrete, Gerry Hemmings, Orlando Bosch Ávila y Antonio Veciana. Posada garantizó la documentación de acreditación como camarógrafos de Venevisión a los criminales de origen cubano nombrados Marcos Rodríguez y Diego Medina, quienes asesinarían al dirigente cubano. La DINA pondría su granito de arena mediante el general de los carabineros chilenos José María Sepúlveda, quien facilitaría a los asesinos el acceso a una conferencia de prensa en que participaría Fidel. Otro de los planes alternativos contemplaba el lanzamiento de explosivos desde la terraza del aeropuerto de Lima, por parte de tres contrarrevolucionarios, entre los que se encontraban Eusebio Ojeda, ex capitán del Segundo Frente Nacional del Escambray.
El otro plan alterno, a realizarse en Ecuador, preveía el uso de un fusil de mira telescópica para asesinar a Fidel, disparándole desde un avión parqueado en una zona aledaña al suyo, perteneciente a los hermanos Guillermo y Roberto Verdaguer. El propio Luis Posada Carriles, en unión de Osiel González, dispararía contra el mandatario. Todos fracasaron por diversos motivos, fundamentalmente por el miedo de sus ejecutores a perder la vida en el intento.
Salió de la DISIP venezolana en 1974, un poco cansado de su relativa dependencia, y creó la Agencia de Investigaciones Industriales y Comerciales, pantalla de una estación operacional de la CIA, dirigida a implementar los asesinatos, secuestros y desapariciones de revolucionarios latinoamericanos acordados dentro de la Operación Cóndor. Otra vez se sintió directamente apoyado por sus jefes de la Agencia y estuvo dispuesto a mejorar su imagen dentro de ella.
IMPLICACION DE POSADA CARRILES EN ATENTADOS CONTRA OBJETIVOS CUBANOS EN EL EXTERIOR.
El paso de Posada Carriles a la AIIC, su Agencia de Investigaciones Industriales y Comerciales , no fue un hecho aislado ni fruto exclusivo de su voluntad personal. Ese año 1975 fue el punto de partida de la internacionalización del terror contra la Revolución Cubana y era necesario disponer de una pantalla operativa que les permitiera moverse con impunidad. Los lazos establecidos por Posada con la DISIP y el gobierno venezolano, asegurarían protección e impunidad. Mientras tanto, sus socios de correrías se mantenían cumplimentando las operaciones previstas por la Operación Cóndor. Prueba de ello lo representa el capítulo borinqueño del terrorismo contra simpatizantes hacia la Isla y otras personas progresistas de Puerto Rico.
Otro de los crímenes de esta mafia anticubana en Puerto Rico fue el asesinato del joven de Carlos Muñiz Varela en abril de 1979, cuya única culpa era reencontrarse con la Patria. En este abominable hecho, cometido a mansalva, participó un grupo de criminales autodenominado “Los Amigos de la Democracia”, integrado por los ya fallecidos Julio Labatut Escarra, Waldo Pimental Amesto y José “Pepe” Canosa Rodríguez, así como Reynol Rodríguez González, José Dionisio Suárez Esquivel y Pedro Crispín Remón Rodríguez. Uno de estos tres último fue el ejecutor material del asesinato del joven integrante de la Brigada Antonio Maceo.
Con independencia del que el FBI en San Juan tuvo conocimiento con anterioridad sobre estos hechos, tal como lo corrobora la información de una de sus fuentes contenida en FBI - 105-22478, que recoge e identifica a Frank Castro y Reynol Rodríguez como involucrados en planes de asesinatos contra la familia Bras, nunca se tomó medida cautelar alguna contra los futuros comisores de estos delitos. La tolerancia de esta agencia federal norteamericana llegó al extremo de que, habiendo también dispuesto de informaciones sobre la existencia de un abundante arsenal de armas en manos de Frank Castro y Reynol Rodríguez, tampoco hizo nada al respecto.
Posada fundó entonces el CORU, es decir, la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas, junto a Orlando Bosch, Frank Castro, Roberto Carballo, Guillermo Novo Sampoll y otros, en junio de 1976. Reunidos en República Dominicana pusieron en claro sus pretensiones de internacionalizar el terror no solo contra objetivos cubanos dentro y fuera de la Isla, sino contra personalidades de la izquierda latinoamericana. Las montañas de Bonao fueron testigos exclusivos de esta conspiración. Allí planearon barbaridades tales como el asesinato de Orlando Letelier y Ronni Moffit, y el crimen de Barbados contra una aeronave cubana. No hubo preocupación por las víctimas en sus sádicos acuerdos y confabulaciones, solo un macabro regocijo por el daño a propinar.
Para regocijo de sus promotores, todos estos integrantes del CORU serían bendecidos por sus crímenes. Jamás pagaron enteramente sus culpas. Luis Posada Carriles, luego de ser detenido en Venezuela, logró escapar con la ayuda de la CIA y de la FNCA. El propio Jorge Mas Canosa desembolsó 26 000 dólares para propiciar su fuga. Por su parte, Dionisio Suárez y Virgilio Paz escaparon de la justicia norteamericana por su participación en el asesinato de Letelier y Ronni Moffit, ocurrido el 21 de septiembre de 1976 en la céntrica Massachusetts Avenue, en Washington. Capturados años después, fueron indultados por George W. Bush en el 2001, saliendo de su centro de detención con total impunidad. Otro de ellos, el propio Orlando Bosch Ávila, fue liberado en 1988 cuando el entonces embajador norteamericano en Caracas, Otto Reich presionó al gobierno venezolano, bajo la bendición de George Bush padre, entonces presidente de Estados Unidos.
La Agencia de Investigaciones Industriales y Comerciales, ubicada en la Avenida Libertador, piso Siete del Edificio Majestic, en Caracas, fue donde se planificaron, tanto el asesinato de Orlando Letelier, como varios atentados contra aeronaves cubanas y otros objetivos de la Isla en el exterior. En octubre de 1976, Freddy Lugo y Hernán Ricardo, participaron en tres atentados contra representaciones e intereses cubanos en Panamá. Posada Carriles los reclutó a ambos y les ofreció pingües ganancias por su participación. Uno de los atentados ejecutado por Hernán Ricardo Lozano y a otro de sus cómplices, nombrado Oleg Guetón Rodríguez de la Sierra Tetriakoff, se realizó entre los días 16 y 18 de agosto de 19976, y consistió en la colocación de dos bombas en Panamá: una en las oficinas de de la aerolínea Cubana de Aviación en el aeropuerto de Tocumen y otra en las oficinas de la propia línea aérea en Ciudad Panamá.
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De: hr-mk |
Enviado: 13/05/2010 17:08 |
Continuac
La voladura de una aeronave de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976, constituyó una de las más abominables acciones terroristas contra Cuba. En este hecho perecieron 73 personas, entre ellos 54 ciudadanos de origen cubano. Sus ejecutores fueron Freddy Lugo y Hernán Ricardo, asociados a Posada y a Bosch en acciones terroristas anteriores. Al día siguiente, 7 de octubre, fue detenido Luis Posada Carriles en compañía de su eterno socio de correrías Orlando Bosch Ávila.
Uno de los hechos en los que se muestra la tolerancia del FBI se manifestó durante el proceso seguido contra autores de la voladura de un avión civil cubano avión civil cubano en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976 frente a las costas de Barbados.
Un documento secreto del FBI sacado a la luz pública corrobora que Orlando Bosch, como jefe de la organización terrorista Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), se reunió con Luis Posada Carriles y otros criminales en Caracas el 8 de septiembre de 1976 para definir los tipos de acciones que podrían organizar en territorio venezolano. De la misma manera, un informante del FBI en Venezuela, siempre de acuerdo con la revelada documentación, identificó a Bosch junto a Posada Carriles como los responsables del sabotaje contra el avión cubano, en el cual perecieron 73 personas incluido el equipo juvenil de esgrima de la isla.
Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el Encuentro Internacional “Contra el terrorismo, por la verdad y la justicia”. Palacio de las Convenciones, 2 de junio de 2005, denunció el conocimiento del FBI sobre el crimen de Barbados: “Los documentos mutilados, con tachaduras, incompletos, pero aun así reveladores de algunos detalles, los documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos, del Buró Federal de Investigaciones, de la Agencia Central de Inteligencia, del Departamento de Estado, prueban, más allá de cualquier duda, varias cosas: que ellos sabían que Orlando Bosch y Luis Posada Carriles iban a destruir un avión civil cubano en pleno vuelo, como dice así, con todas sus letras, este documento, hoy desclasificado, lo tenían tres meses antes de que ocurriera la barbarie de Barbados”.
El agregado del FBI en Caracas, en esos momentos, estaba en contacto con el venezolano Hernán Ricardo Lozano, como confirma un informe confidencial de la agencia estadounidense del 9 de octubre de 1976. Lozano había hecho partícipe al FBI de su intención de realizar atentados contra la embajada cubana en Caracas. Por supuesto, el Buró no hizo nada para evitarlo.
Quien se imagine que aquel 6 de octubre de 1976 solamente se dañó, cuando se hizo explotar un avión DC- 8 en pleno vuelo, a sus 73 ocupantes, 57 de ellos cubanos, 11 guyaneses y cinco norcoreanos, se equivoca. El daño afectó a centenares de cubanos, norcoreanos y guyaneses cuyos familiares sufrieron con impotencia las irreparables pérdidas. Muchas fueron las víctimas de este crimen y algunos viven hoy con las heridas sin restañar.
Un informe del FBI, fechado en noviembre de 1976, confirma t la implicación de Luis Posada Carriles en el atentado contra el avión de Cubana de Aviación. “Algunos planes relativos al atentado con bomba contra un avión de Cubana se discutieron en un bar del hotel Anuco Hilton de Caracas, Venezuela. Frank Castro, Gustavo Castillo, Luis Posada Carriles y Morales Navarrete estaban presentes en la reunión”. Los detalles finales del atentado contra el DC-8 se discutieron luego en el apartamento de Ricardo Morales Navarrete, en el hotel Anauco Hilton, con la presencia de de Posada Carriles y de Frank Castro. Allí se acordó que el Frente Nacional de Liberación de Cuba (FNLC), debía reivindicar el atentado.
Las maniobras realizadas por los cómplices de los terroristas, de gran influencia dentro de las esferas gobernantes de Venezuela, así como ocultos manejos de la CIA y otras instituciones del gobierno norteamericano, empezaron a manifestarse abiertamente cuando se llegó al colmo de que el propio fiscal militar solicitara la absolución de los detenidos en el Cuartel de San Carlos. Otro elemento de distracción fue la dilatación del juicio a Luis Posada Carriles y a Orlando Bosch, lo que tenía el objetivo de no dar un veredicto final que les arrojara por largo tiempo a la cárcel, mientras se tejían diversos planes para su liberación.
La prisión le atormentaba a Posada Carriles y éste fraguó incontables planes de fuga, buscando cómplices y reclamando a Miami dinero para sobornar a sus carceleros. El 8 de agosto de 1982, Posada Carriles logró fugarse de su prisión y tuvo éxito en introducirse en la embajada chilena en Venezuela. Sin embargo, fue recapturado y devuelto a prisión. Dos años después, el 4 de noviembre de 1984, fracasó nuevamente en otro intento de fuga.
Todo parecía indicar en ese entonces que la suerte de Luis Posada Carriles estaba echada y tendría que pagar por los crímenes cometidos. Sin embargo, la mano tenebrosa de sus cómplices fraguaba entre telones su fuga definitiva. Posada Carriles fue arrestado y juzgado en Venezuela. Pero mientras su juicio estaba en fase de apelación logró escapar de la cárcel el 18 de agosto de 1985 gracias a la complicidad de la extrema derecha cubana de Florida. Después se reunió con el teniente coronel Oliver North en El Salvador y se instaló en la base aérea de Ilopango, donde participó en la organización de la guerra terrorista contra el gobierno sandinista de Nicaragua, proporcionando armas a los “contras”.
Un nuevo capítulo de impunidad y sórdidas confabulaciones se cerraba.
continuacion de "Querido? FBI (V)
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De: hr-mk |
Enviado: 16/05/2010 20:06 |
Mi… “¿Querido?”… FBI. (Sexta parte)
LUIS POSADA CARRILES, ETERNO PROTEGIDO DEL FBI (II)
Con su evasión de la prisión venezolana de San Juan de los Morros, en la medianoche del 18 agosto de 1985, Luis Posada Carriles iniciaría el capítulo centroamericano de las drogas y el terror. Sabiéndose impunemente libre, de inmediato se trasladó a Coro, luego a Vela y, posteriormente, a Aruba, portando un revólver Smith & Wesson y cerca de 4 700 dólares. Este último intento de fuga vio coronado sus esfuerzos y el de sus cómplices, tras el fracaso en dos oportunidades anteriores. Al fin se sintió el criminal nuevamente libre y protegido, carcomido su corazón por las nacientes expectativas, y gozoso de que la CIA y el FBI no se hubieran olvidado de él. Sin embargo, pensativo sobre el uso venidero que le darían sus jefes de la CIA en los próximos tiempos, especuló que esta vez debería ser más cuidadoso en cada paso que diera.
Su arribo a El Salvador ocurrió tras haber contactado a la CIA y al FBI, de quienes recibió inmediato apoyo: una avioneta bimotor, del tipo Cessna 310, con la que realizó breves escalas en Panamá y Costa Rica. Durante el trayecto hacia su nuevo destino, recibió del piloto, el capitán Roberto Leyva, subordinado a Félix Rodríguez Mendigutía, las documentaciones necesarias para penetrar a territorio salvadoreño con la identidad de Ramón Medina Rodríguez, nombre que usaría posteriormente y de manera alternativa para ejecutar sus fechorías. No podía imaginar Posada, que el documento recibido era una adulteración hecha por la CIA del número de identidad de una salvadoreña nombrada Mercedes Flores Funes.
Félix Rodríguez Mendigutía, “El Gato”, involucró de inmediato a Posada Carriles en la Operación Calypso, siniestro operativo de la CIA contra la Revolución Sandinista, creado al sustituir ésta al hatajo de especialistas argentinos, quienes operaban desde Tegucigalpa, Honduras, enviados por la dictadura militar en apoyo de la contra nicaragüense. Después vendría el traslado para la base de Ilopango, nuevo centro operacional en El Salvador, a donde arribaría Posada. Ya instalado, empezó a recibir su salario de la CIA, usando una fachada como Support Director del Nicaraguan Humanitarian Assistance Office (NHAO).
A Posada, cosa que él no puede negar, siempre le traicionó su afán de protagonismo y la necesidad de reconocimiento, aún a costa de violar la rigurosa compartimentación establecida por la CIA. Indiscretamente, estableció contactos con varios de sus congéneres de correrías como Armando López Estrada, René Corvo Lorenzo, residentes en Costa Rica; así como con Juan Pérez Franco, Rolando Mendoza, Gaspar Jiménez Escobedo, Ramón Font y otros, quienes lo visitaron a su base de operaciones, abriendo una peligrosa brecha de seguridad, que sería criticada por sus jefes.
No podría durarle mucho su nuevo trabajo con la CIA. El escándalo Irán-Contras se destapó con la denuncia del Viceministro del MININT de Nicaragua, Luis Carrión, el 15 de octubre de 1986, luego del derribo de la avioneta de Eugene Hassenfus. A partir de ese instante, salió a luz pública, en toda su dimensión, el rol de la CIA como soporte de la contra nicaragüense y la implicación de Posada Carriles y otros terroristas de origen cubano en esas actividades.
Posada Carriles permaneció en la base de Ilopango hasta fines de octubre de 1986, fecha en la que inició un proceso de continuos viajes en la sombra en espera de las consecuencias del escándalo Irán-Contras. Escondido en Xanadú, un lugar turístico de El Salvador, cercano a El Zunzal, esperó el incierto desenlace de la descubierta operación. En marzo de 1987 se movió hacia Panamá en donde recibió la visita de Gaspar Jiménez Escobedo, al que manifestó estar disgustado con la FNCA, pues creía que los jefes de la misma lo habían abandonado a su suerte, distanciándose de él como de un apestado. Tres meses después. Aquejado por el abandono, enfermo y con falta de recursos, se trasladó a Honduras, bajo la tutela del embajador yanqui en ese país, Everett Brigs. Allí se incorporó como instructor, aún sin ocultar su desazón, a los entrenamientos que recibía un grupo de la Brigada 2506. La suerte, sin embargo, pareció no abandonarlo del todo cuando se encontró allí con Hermes Rojas y a otros de sus ex socios de la DISIP venezolana, quienes lo introdujeron dentro del círculo de asesores del presidente José Napoleón Duarte. Para ese entonces usó el seudónimo de Ignacio Castro y contaba con el apoyo de varios jefes policiales y militares centroamericanos.
Para nadie hoy es un secreto que Posada supo establecer fuertes vínculos con sicarios, militares y terroristas de origen cubano asentados en Centroamérica, los que usaría con total impunidad desde su arribo a El Salvador en 1985, hasta su cuestionado indulto en el 2004 por la ex presidente panameña Mireya Moscoso. Su red de cómplices y colaboradores se extendió a Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y El Salvador.
Por citar un ejemplo, Posada estableció una red de terroristas en el territorio tico integrada por los hermanos Gustavo, Armando y Claudio Lora Hernández, naturales de Cienfuegos como él y vinculados a Posada Carriles durante sus actividades en el MRR y la Brigada 2506. Uno de ellos, Gustavo, trabó vínculos en Fort Benning con Posada, Jorge Mas Canosa, José Basulto León, Félix Rodríguez Mendigutía, Armando López Estrada y otros muchos importantes contrarrevolucionarios. A su vez, Armando López Estrada también había apoyado a Luis Posada Carriles desde que se vio involucrado con él en actividades patrocinadas por la CIA en Guatemala, Nicaragua, Honduras, Costa Rica y El Salvador. También en Costa Rica, Posada contó con el apoyo de Moisés Núñez Ruíz, dueño de los frigoríficos Punta Arenas S.A. y su grupo de amistades de origen cubano, integrado por varios terroristas como René Corvo Lorenzo, Orfilio Palacios, Eduardo Paz y Héctor Alfonso. Casi todos mantenían relaciones con el cabecilla dirigente de Cuba Independiente y Democrática (CID), Hubert Matos.
En noviembre de 1988, Posada Carriles participó desde El Salvador en la organización de un plan de atentado contra Fidel Castro, elaborado por éste en complicidad con Gaspar Jiménez Escobedo y el contrarrevolucionario Orlando Mendoza. El plan contemplaba asesinar al mandatario cuando éste realizara una visita a Brasil. Sin embargo, dando muestras de una obcecada y enfermiza beligerancia contra Cuba, particularmente hacia Fidel, se vio envuelto junto a Orlando Bosch, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Corzo Eves y otros individuos, en otro plan de atentado contra el líder cubano, a realizarse en diciembre de 1988, cuando éste asistiera a la toma de Posesión de Carlos Andrés Pérez, en Caracas, Venezuela.
Su involucramiento en estas actividades, volvió a ponerlo ante el centro de atención de sus ex socios de la FNCA, aunque él nunca olvidó sus desatenciones y guardó en su corazón un oculto rencor hacia ellos, sabiendo importante mantener contacto con esta jugosa fuente de financiamiento. Posada tenía bien claro, a pesar de todo, que el que quiere comer no puede pelearse con el cocinero. La FNCA, por su parte, estaba interesada en disponer de él para sus futuros planes contra Cuba, entre los que estaba la preparación de la oleada terrorista contra instalaciones turísticas en la Isla y realizar otros intentos magnicidas contra Fidel.
Viajero incansable, realizó un periplo por varios países, con breves estancias en Guatemala, El Salvador y Honduras, hasta que se radicó finalmente en Ciudad Guatemala, en abril de 1989, convirtiéndose de inmediato en jefe de seguridad de la empresa telefónica estatal Guatel. Este trabajo lo obtuvo gracias a la ayuda de Francisco Ramírez, en ese entonces director de dicha empresa de comunicaciones guatemalteca. Acostumbrado a relacionarse con gentes de escasa valía, Posada Carriles ignoró deliberadamente que Ramírez se hallaba involucrado hasta los tuétanos en actividades de narcotráfico y lavado de dinero, actividades que lo llevaron a prisión en octubre de 1994, en Nueva Orleans. Allí, en Guatemala, contó con el apoyo de varios funcionarios del gobierno guatemalteco, entre ellos el de Rolando Castro, director de Aduanas, uno de quienes lo ayudó a convertirse en asesor personal de investigaciones del presidente Marco Vinicio Cerezo Arévalo.
Poseedor asimismo de fuertes contactos con las redes de narcotráfico y tráfico de armas desde su estancia en Ilopango, Posada Carriles fortaleció sus vínculos de amistad con Mario Delamico, quien se convertiría en uno de los principales sostenes de sus planes terroristas en años posteriores. Con este individuo, obtuvo las armas necesarias para tramar nuevas intentonas magnicidas contra Fidel y otros objetivos cubanos, lo que incluyó a los planes de atentado contra Fidel Castro durante una posible visita a El Salvador durante la toma de posesión del presidente Reina, el atentado frustrado contra el líder cubano en Cartagena de Indias, en Colombia e, incluso, uno de los tres planes preparados contra Fidel durante su visita a República Dominicana en 1998.
SUS NUEVOS CONTACTOS CON EL FBI A PARTIR DE LA DECADA DE LOS 90.
Por primera vez en su vida debió experimentar miedo Luis Posada Carriles cuando el 26 de febrero de 1990 fue atacado en la Colonia Vista Hermosa, Ciudad Guatemala , por combatientes revolucionarios centroamericanos, en plena calle, en un intento por ajusticiarlo y hacer que pagara sus culpas. Nunca antes la muerte había estado tan cerca de él, reclamándole sus crímenes y poniéndole en dudas su tan acostumbrada impunidad. Recibió, sin esperarlos, dos tiros: uno cerca del corazón y otro en el rostro, en la zona de la mandíbula y que le seccionó la lengua, cuando se desplazaba en una Suzuki de color negro. Grande debió ser el susto de sus cómplices y protectores ante este suceso.
Luego de debatirse entre la vida y la muerte, salió del hospital guatemalteco y, al punto de recibir de sus socios de la FNCA la suma de 22 000 dólares para su recuperación , se trasladó a San Pedro Sula, en Honduras, a la casa de Rafael Hernández Nodarse, antiguo socio de correrías y uno de los miembros de su red terrorista en Centroamérica. Sobre esa estancia, relató en “Los caminos del Guerrero”: “La gente de Miami se comunica con Rafael Nodarse para que me dé apoyo. Rafael me lleva al mejor hotel de San Pedro Sula, el Copantl. Allí permanezco durante dos meses. Rafael paga los gastos. Sus hijos, Tadeo y Joaquín, me protegerán mientras dure mi lenta convalecencia. Rafael siempre estará cerca de mí.”
Es por esos años que Posada Carriles fue citado el 7 de febrero de 1992 por dos investigadores del FBI, quienes llevaban a cabo una investigación del Congreso norteamericano sobre el caso Irán-Contras. La entrevista, que duró casi siete horas, tuvo lugar en la embajada yanqui de EE UU en Tegucigalpa. Uno de los oficiales era George Kyszinski, con el que mantenía viejos lazos de amistad. El otro oficial acompañante era Michael Foster.
Posada no dudó en informar a los investigadores del FBI de todos los detalles de la Operación Irán-Contras, sobre todo lo relacionado con los intercambios de drogas por armas, dirigidos por el Coronel Steele, uno de los subalternos de Oliver North. Es en esta oportunidad que Posada explicó que, al ser derribado en Nicaragua el avión de Eugene Hassenfus en octubre de 1986, informó inmediatamente al coronel James Steele y a Félix Rodríguez Mendigutía sobre el suceso. El primero de estos acudió de inmediato al aviso con vistas a crear una cortina de humo que evitara la implicación de la CIA en este operativo. Lo absurdo de todo es que el FBI no tomó acción alguna contra él, lo que corroboró una vez más su permanente rol de informante de los Feds.
Que Kyszinski le tendió la mano a Posada Carriles no fue nada extraño. Kiszynski había sido cómplice del dispositivo CIA en Ilopango, lo que salió a luz pública cuando se dio a conocer que este oficial del FBI entregó a Oliver North, el 24 de marzo de 1986, un documento interno del Buró sobre la actividad de los contras en relación con el tráfico de drogas y contrabando de armas. Al haber alertado a un cabecilla del complot de Nicaragua, Kyszinski cometió un serio delito de deslealtad con su organización, pero nunca fue juzgado por esta traición.
Cinco meses después de su entrevista con el FBI en la embajada norteamericana en Tegucigalpa, fue visitado por Gaspar Jiménez Escobedo el 15 de julio de 1992, con la finalidad de coordinar un nuevo atentado contra Fidel Castro. De acuerdo con este plan magnicida, Posada Carriles se encargaría de conseguir un lanzacohetes RPG-7, de fabricación soviética, para atentar contra el avión del mandatario cubano durante su visita a España, en ocasión de celebrarse allí la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Otra vez los vínculos entre Posada y la FNCA se volvían a materializar en una nueva conspiración contra Fidel. Otra vez la sádica perseverancia sería premiada con el fracaso.
En 1993 Posada Carriles, totalmente recuperado de sus heridas, pero con permanentes secuelas, organizó un ataque contra un carguero cubano que realizaba operaciones entre el puerto de Cienfuegos, en Cuba, y varios puertos hondureños.
En enero de 1994, cuando se instaló en el apartamento 401 del Edificio Moncada, ubicado en la Avenida Juan Lido, Colonia Ninites, en Tegucigalpa, Posada Carriles preparó un nuevo atentado contra Fidel Castro, esperando la participación del jede de estado cubano en la toma de posesión del electo presidente Carlos Roberto Reina. Para ejecutar este plan, la FNCA desembolsó 20 000 dólares y planificó el empleo de un francotirador quien dispararía contra ambos mandatarios con un fusil dotado de mirilla telescópica. Junto a Posada Carriles estuvieron involucrados Roberto Martín Pérez, Ramón Orosco, Gaspar Jiménez Escobedo y Francisco Castro Paz.
Incansable en sus intentos de destruir a la Revolución Cubana, Posada Carriles viajó a Costa Rica el 15 de junio de 1994. Su misión, en este caso, era preparar un atentado contra un barco cubano que tocaba con relativa frecuencia el Puerto de Limón. Para esta misión y muchas otras, contó con el apoyo de sus colaboradores de la red terrorista centroamericana en Costa Rica, entre los que se encontraban Miguel Mariano Merino Márquez y los hermanos Lora Hernández.
Por esa época acababa de adquirir fraudulentamente el pasaporte a nombre de Franco Rodríguez Mena, en Tecapán, Usulután, haciendo uso de una fe de bautismo de otra persona ya fallecida. Esa nueva identidad le permitirá desplazarse por diversos países de la región, incluyendo los Estados Unidos, con total impunidad. La dirección de residencia de Mena Franco, que consta en este nuevo pasaporte salvadoreño, es Calle San Salvador Nro. 219, Colonia Centro América, San Salvador, detectándose posteriormente que la misma es inexistente.
Sin cejar en su permanente intento de agredir a la Revolución Cubana y de asesinar a su máxima figura, Posada Carriles, en unión de cinco terroristas fracasó una vez más en la realización de un atentado contra Fidel en Cartagena de Indias, Colombia, durante la celebración de la IV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Celebrada entre los días 14 y 15 de junio de 1994. Previsto a realizarse cuando el jefe de estado cubano realizara un paseo por la ciudad en compañía del escritor colombiano Gabriel García Márquez, este plan contó con abundante soporte monetario, cerca de 50 000 dólares, proveniente de los jefes de la FNCA. Asimismo, serían empleados diversos medios de guerra entre los que se encontraban bazookas, armas largas y explosivos. El plan contemplaba el empleo de un fusil Barrett, calibre 50, enviado desde Miami, presumiblemente aportado por Pepe Hernández, con el que se dispararía contra el mandatario cubano. Posada Carriles contó, en esta oportunidad, con la ayuda de Alberto Hernández, Félix Rodríguez Mendigutía, Gaspar Jiménez Escobedo, Ramón Orosco Crespo, Roberto Martín Pérez y Raúl Valverde.
Otro plan terrorista desarrollado por Posada Carriles por esa época, involucró a uno de los altos personeros del ejército hondureño, amigo suyo y de Mario Delamico, el Inspector de las FF.AA., coronel Guillermo Pinel Cálix, en ese entonces jefe de la inteligencia militar de Honduras. El plan consistió en crear un campamento secreto en esa nación centroamericana para emplearlo como campo de entrenamiento de contrarrevolucionarios cubanos y como base de agresiones terroristas contra la Isla. Una gran cantidad de dinero fue entregado a manera de sobornos a jerarcas militares hondureños, con independencia del cuarto de millón de dólares que costaría el establecimiento de la base operativa. Para concretar estos planes, el coronel marchó a Miami donde se reunión con altos miembros de la FNCA.
Mientras Posada Carriles preparaba desde Honduras la oleada de atentados contra instalaciones turísticas en la Habana y Varadero, se le vio inmerso en la preparación de terroristas del auto titulado Gobierno Provisional en Costa Rica, contando con el apoyo de contrarrevolucionarios residentes en ese país, en una abierta injerencia para usar ese país como base de operaciones contrarrevolucionarias. El FBI tuvo conocimiento de estos hechos, pero tampoco le molestó.
LA PROTECCION A POSADA CARRILES POR EL FBI: LA OLEADA TERROSITA DE 1997
Matar a Fidel y revertir el proceso revolucionario cubano fueron por estos años, como en toda su vida, su principal razón de existir. La ancianidad que se apoderaba de él no le hizo frenar y buscar un retiro tranquilo. Por el contrario, acrecentó sus odios personales y fortaleció a su empecinado carácter, acentuando su impiedad y su irracionalidad.
Para 1997, el terco e incansable Posada Carriles logró crear la infraestructura necesaria para llevar a cabo la oleada terrorista contra Cuba que había planificado, no sin tropiezos, la Fundación Nacional Cubano Americana. Contaba, por un lado, con incontables recursos provenientes de la FNCA y de las autoridades norteamericanas, sabiéndose protegido por la CIA y el FBI, así como varios gobiernos de la región. Organizador tenaz y viajero frecuente, ha desandado toda Centroamérica para cumplir este propósito. Creó, sin mucho esfuerzo, una numerosa red de colaboradores en Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Honduras, Venezuela, República Dominicana, El Salvador y otras naciones de la región, para obtener financiamiento, apoyo logístico y armas. Siempre dispuso de un potencial grupo de mercenarios centroamericanos, identificados por sus cómplices en esos países, debidamente desinformados sobre la realidad cubana y con disposición de arriesgarse por irrisorias sumas de dinero, que constituyen una fortuna en sus empobrecidos países.
La oleada de atentados terrorista con la que siempre soñó Posada Carriles se inició el 9 de abril de 1997, cuando Francisco Chávez Abarca arribó a Cuba por el Aeropuerto Internacional “José Martí”, empleando su pasaporte salvadoreño Nro. 816604. La primera de las bombas la colocó este terrorista centroamericano en los baños de la discoteca “Aché” del Hotel Meliá Cohiba y detonó, como un mal presagio, a las 3.53 de la madrugada del día 12 de abril. Contenía 600 gramos de C-4. La suerte ayudó esta vez a los cubanos, pues ninguno se encontraba en esos momentos en el local siniestrado.
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