El candidato republicano que avivó a la extrema derecha obtuvo 279 votos electorales y se convirtió en el presidente N° 45 de EE.UU.
El candidato republicano Donald Trump obtuvo 279 votos electorales y se convirtió en el presidente N° 45 de Estados Unidos tras vencer a su principal contrincante, la demócrata Hillary Clinton, que obtuvo 218.
En su primer discurso como presidente, Trump aseveró que "si trabajamos juntos podemos comenzar la tarea de reconstruir nuestro país". Expresó que "ahora es momento de que EE.UU. cure las heridas de la división trabajando juntos. Debemos unirnos como un solo pueblo".
Se comprometió a ser el presidente de todos los estadounidenses y aseguró que EE.UU. tendrá buenas relaciones con las naciones del mundo.
Trump tuvo al mass media en contra durante su campaña electoral, debido a que le acusaban de xenófobo, misógino y racista, debido a sus fuertes declaraciones sobre inmigrantes, entre ellas, la construcción de un muro en la frontera entre México y EE.UU.
En junio de 2015, desde la torre Trump, el empresario con ascendencia alemana y escocesa anunció su candidatura formal para las elecciones presidenciales 2016 de la mano del Partido Republicano.
Su campaña electoral estuvo sellada por una serie de propuestas que calaron en el público anti establishment y exacerbaron la extrema derecha nacional e internacional. Algunas milicias partidarias de Trump aseguraron previamente que estarían "alertas para defender los resultados".
Las promesas de Trump sobre migración
Muro Fronterizo
La construcción de la obra en la frontera sur con México para frenar los flujos de inmigración clandestina. “México debe pagar el muro”, precisó Trump. La frontera entre Estados Unidos y México mide 3 mil 185 kilómetros, lo que implicaría que la obra tendría un costo gigantesco, de miles de millones de dólares.
Expulsar a inmigrantes indocumentados
El plan de Trump de deportar a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados encogería la población estadounidense en un tres por ciento.
Con esta medida la economía estadounidense sufriría por la falta de esa mano de obra –que además es barata- y adicionalmente por los enormes costos, entre 400 mil y 600 mil millones de dólares que llevaría esa gigantesca labor, según el grupo conservador Action Forum en los que incurriría el Gobierno.
Los mexicanos representan casi la mitad de esa cifra. En 2014, había 5.6 millones de inmigrantes mexicanos no autorizados viviendo en Estados Unidos, de acuerdo con datos del Centro de Investigación Pew.
Bloquear remesas
Una propuesta iniciada en abril para presuntamente hacer que México pague por el muro: modificar una norma dentro de la ley antiterrorismo para cortar los envíos de dinero a México hasta que se realice el pago. De acuerdo con la campaña, México perdería más de 25 mil millones de dólares por el bloqueo de remesas.
19:46 › "NUESTRO OBJETIVO ES DEVOLVER AMERICA A LA NACION CRISTIANA BLANCA"
El KKK celebrará la victoria de Trump con un desfile
Los Leales Caballeros Blancos del KKK, nombre con el cual se identifican numerosas organizaciones de supremacistas blancos en Estados Unidos, que justifican su homofobia, antisemitismo y racismo en los mandatos de la Biblia, convocaron a través de las redes sociales a marchar el 3 de diciembre de 2016 en Carolina del Norte bajo la consigna "La raza de Trump unió a mi gente". El escueto anuncio no detalla la hora ni el lugar.
De acuerdo con el diario local The News & Observer, los Leales Caballeros Blancos tienen su sede en Pelham, una pequeña localidad del norte del estado, en la frontera con Virginia. En su web, el KKK asegura que no son un "grupo de odio", sino que odian "algunas cosas que ciertos grupos hacen a nuestra raza y nuestra nación".
"Nuestro objetivo es devolver América a la nación cristiana blanca", escribe la organización. "Esto no significa que queremos que nada malo suceda a las razas más oscuras. Simplemente queremos vivir separados de ellos".
La candidatura de Donald Trump recibió el apoyo oficial del KKK, un respaldo del que su campaña buscó desligarse en los meses previos a las elecciones del martes.
Además, en agosto, el supremacista blanco y exlíder nacional del KKK David Duke llamó a votar por Trump. "Si no detenemos la inmigración masiva ahora, ellos serán más que nosotros en nuestra propia nación. Está sucediendo", dijo Duke en una grabación que era transmitida en llamadas telefónicas automáticas.
La portavoz de la campaña del presidente electo, Katrina Pierson, dijo entonces que la grabación era "absolutamente inquietante".
Los Leales Caballeros Blancos nació tras la Guerra de Secesión, cuando se abolió la esclavitud, y marcó la historia estadounidense con sus frecuentes linchamientos a los negros del sur. La versión moderna ha sumado a su causa propósitos antiinmigrantes.
EL MUNDO › EL MOVIMIENTO NO ES MI PRESIDENTE SE NIEGA A RECONOCER A TRUMP
Protestas por todo el país
Desde la madrugada del miércoles las marchas contra el republicano se suceden en más de 25 ciudades y se está organizando por las redes una manifestación masiva frente al Congreso, en Washigton DC, el próximo 20 de enero, día de la asunción del presidente.
Desde que el miércoles a la madrugada se conoció la victoria electoral de Donald Trump, miles de norteamericanos protestan en las calles y universidades a lo largo y ancho de Estados Unidos y en las redes sociales con un único mensaje: no aceptan que el magnate será su próximo presidente.
Los manifestantes de todo el país fueron convocados por el nuevo movimiento Not my President (No es mi presidente), un nombre que surgió como una etiquete en la red social Twitter, ni bien se empezaron a conocer los resultados de las elecciones el martes a la noche.
Además de llamar a manifestarse en todo el país, el movimiento ya convocó en su página de Facebook a organizar una protesta masiva frente a la sede del Congreso en Washington DC, durante la jura presidencial que protagonizará allí Trump el próximo 20 de enero.
“Unete a nosotros el día de la investidura para hacer oír nuestra voz. Nos negamos a reconocer a Donald Trump como presidente de Estados Unidos y nos negamos a aceptar órdenes de un gobierno que pone a intolerantes en el poder”, reza la convocatoria. Mientras se prepara esa protesta, a lo largo y ancho del país las manifestaciones se multiplican.
Una de las protestas más multitudinarias hasta ahora fue la de Nueva York, donde miles de personas se concentraron durante la noche del miércoles frente a la Torre Trump de Manhattan, sobre la Quinta Avenida, al grito de “no es mi presidente”, una consigna que se repitió en el resto de marchas registradas en más de 25 ciudades del país.
“¡Donald Trump, vete! ¡Sexista, racista, antigay!”, coreaban los manifestantes en las calles de Nueva York.
Una treintena de manifestantes fueron detenidos por desórdenes públicos o cortar el tráfico, según las autoridades, que informaron también que agentes policiales de la ciudad californiana de Oakland resultaron heridos en las protestas.
También fueron numerosas las marchas en Seattle (Washington), Filadelfia (Pennsylvania) y Chicago (Illinois), esta última una ciudad en la que los manifestantes también escogieron el edificio de la Torre Trump como lugar de concentración y corearon insultos contra el magnate.
La capital, Washington DC, así como Atlanta (Georgia), Boston (Massachusetts), Denver (Colorado), Austin (Texas), Portland (Oregon), Saint Paul (Minnesota) y las ciudades californianas de Los Ángeles, San Francisco y San Diego fueron igualmente escenario de protestas y vigilias, muchas de las cuales terminaron con detenciones por parte de la policía.
En Portland, los 2000 manifestantes, según la policía, corearon: “No al KKK (Ku Klux Klan), no a Estados Unidos fascista, no a Trump”.
En Los Angeles, en tanto, centenares de personas ataviadas con banderas de Estados Unidos y México y al grito de “manos arriba, no disparen”, cortaron la autopista 101, una de las principales arterias de la ciudad, provocando enormes embotellamientos en un tránsito caótico de por sí. Todo ello se produjo instantes después de que los manifestantes quemaran una efigie de Trump frente a la sede municipal de Los Angeles. En algunas de estas marchas también se quemaron banderas estadounidenses.
Todas esas ciudades son bastiones demócratas en los que Hillary Clinton ganó este martes con grandes márgenes al republicano Trump, quien, pese a tener menos votos a nivel nacional, consiguió contra todo pronóstico más electores del Colegio Electoral que su contrincante.
Aunque la mayoría de las protestas transcurrieron sin mayores incidentes, en la ciudad de Oakland, cerca de San Francisco, parte de los 6000 manifestantes formaron barricadas a las que prendieron fuego y se produjeron choques con uniformados en el acceso a una autopista que pretendían cortar. Algunos policías resultaron heridos y varios manifestantes fueron detenidos.
La de ayer fue la segunda noche en la que se producen protestas en la erizada Oakland, donde los manifestantes se lanzaron a la calle en la noche del martes al miércoles poco después de conocerse la victoria de Trump y una persona resultó herida por la represión policial.
Mientras tanto, en la otra punta del país, en la ciudad de Richmond, en Virginia, lugar de residencia del senador Tim Kaine, compañero de fórmula de Clinton, los manifestantes rompieron los vidrios de la sede del Partido Republicano. Los incidentes en Richmond se saldaron con una decena de detenciones.
Finalmente, en Nueva Orleans, un grupo de manifestantes quemaron un muñeco de Trump y también rompieron vidrios de algunos edificios, como entidades bancarias.
“La gente está furiosa, no por los resultados de la elección, sino por el lenguaje y lo que dice Donald Trump”, aclaraban algunos manifestantes al referirse a los ataques que el actual presidente electo hizo durante la campaña contra las mujeres, los inmigrantes o los musulmanes.
Tanto Clinton como el presidente Barack Obama han pedido a sus seguidores que acepten los resultados y apoyen al proceso de transición, que terminará con la jura de Trump el 20 de enero, pese a lo cual la furia de las protestas parece lejos de remitir.
“Todos tenemos un amigo que votó a Macri y ahora se lamenta porque ganó Trump” dice una frase que circula por las redes. Ironías aparte, tiene algo de razón, Macri es más parecido a Trump aunque quisiera parecerse a Hillary. Los dos son de derecha, pero Hillary es más presentable. Para los macristas, el triunfo de Trump en Estados Unidos fue como si los hubiera sorprendido un espejo caminando por Florida y los enfrentara a la imagen del empresario rústico, ignorante y oportunista para los negocios, que se desayunó al sistema político y alcanzó la presidencia. Trump y Macri fueron socios en un emprendimiento inmobiliario en Manhattan. Forman parte del mismo universo cultural. El aparato mediático del macrismo, Canal 13, TN, Lanata y demás, se apresuraron a disimular esas semejanzas, lo hicieron como si les dieran vergüenza. “Trump es de derecha, como el kirchnerismo pero sin doble discurso”, dijeron.
Macri y Trump son parte de la propagación en todo el mundo de una hegemonía conservadora y regresiva. Se habla de Hillary como progresista y Trump conservador. Pero cada uno representa un aspecto diferente de la derecha. Es un fenómeno paradójico. Los obreros empleados y desempleados del cordón de óxido de los viejos estados industriales que hace pocas semanas votaron al izquierdista Bernie Sanders en la interna demócrata, ahora lo hicieron por el conservador Donald Trump. El principal motivo que traccionó esos votos las dos veces fue la necesidad de generar empleo y defender el que hay, un reclamo que relegó otros aspectos. Hubo “progresistas” que en Argentina votaron a la derecha y preferían que gane Hillary en Estados Unidos. Y hubo progresistas peronistas y no peronistas que preferían a Trump por sus promesas de menos intervencionismo. Cualquiera de los dos era un desastre para Argentina. Es posible que el intervencionismo de Trump sea menor, pero será más agresivo, sobre todo en la competencia con China. Rusia es más un problema para Europa y Alemania. Con Macri, Argentina quedó muy vulnerable ante la gestión de Trump. El presidente es más parecido a Trump y hasta puede entender su lógica chabacana de country de ricachones, pero necesitaba desesperadamente que ganara Hillary para mantener el Transpacífico, los tratados de libre comercio y las bajas tasas de interés de la Reserva Federal.
Hay similitudes para repartir. Pero a nadie le causaría sorpresa si se topara a Macri, Trump y Silvio Berlusconi abrazándose en Olivos. El abrazo kirchnerista, en todo caso fue entre Néstor, Lula y Chávez. Son fotos diferentes, con éticas y lógicas opuestas.
Los medios conservadores argentinos sueñan con parecerse a los grandes medios norteamericanos como The Washington Post o The New York Times, llamados “los medios serios” que apoyaron abiertamente la campaña de Clinton. Una gran cantidad de medios respaldó a la candidata y creó la sensación de que Trump no tuvo respaldo.
No fue tan así, porque en gran parte de su campaña recibió el soporte activo de Rupert Murdoch, el magnate mundial que encabeza un poderoso grupo multimedia que abarca desde prensa deportiva hasta la empresaria y bursátil, del ex News Corporations, hoy dividido en 21th Century Fox y NewsCorp. A los que se sumó una miríada de publicaciones localistas y el respaldo de los grandes Chicago Tribune y Los Angeles Times. The New York Times y The Washington Post son leídos por las capas medias y altas urbanas, pero los medios gráficos y de televisión, amarillistas y gritones, de Murdoch, son medios populares, que llegan a millones de esos trabajadores y campesinos del país profundo que pusieron su voto por Trump. Todos los medios, los que respaldaron a uno y otro son de derecha. En el sistema de medios norteamericano no existen medios importantes que expresen una mirada progresista y popular.
La batalla también se dio en las redes. Trump usó una artillería pesada de botts y trolls, y docenas de personas creando contenidos y estrategias provocativas para involucrar audiencias, además de su intervención personal. En Twitter, Trump tiene 11 millones de seguidores, en tanto que Clinton, con una campaña muchísimo más costosa y el apoyo de los medios “serios” tenía ocho millones. En Facebook, la relación era 10,2 millones de “me gusta” en la página del republicano, a 5,5 millones de la demócrata. Las declaraciones más bizarras del empresario recalentaban las redes. Podría decirse que el lenguaje ramplón y berreta que usó Trump encajaba mejor en la lógica crispada de las redes.
Otro parecido: la etiqueta más popular de Trump en Twitter fue #CorruptaHillary. Fue su caballito de batalla: “Hillary es tan corrupta que la echaron de la Comisión Watergate. ¿Cuán corrupto tienes que ser para que te echen de la Comisión Watergate? Bastante corrupto”, repitió en varios de sus discursos. La acusación de corrupción a su adversaria llevó a la presidencia a un empresario de la construcción, donde todos los norteamericanos saben que se lava dinero y que allí anidan mafias de las más pesadas. En Argentina, ese mismo discurso “anticorrupción” contra su oponente llevó al poder a un empresario que hizo su fortuna como proveedor del Estado que, como todo el mundo sabe, es un negocio plagado de tramposos y coimeros. La coincidencia es también que ambos presidentes fueron socios.
Los servicios de inteligencia: otro respaldo que se escapa en la mayoría de los análisis. El FBI respaldó abiertamente a Trump con fuertes operaciones de inteligencia. Pocos días antes de la elección, James Comey, director del FBI, hizo filtrar una carta donde informaba al Congreso que se había abierto una investigación sobre e-mails de Clinton. Fue un golpe mortal a la ex primera dama, terminó de alejar a mujeres, latinos y negros que directamente no fueron a votar. Ojo: en el equipo de Trump sobresale Rudolf Giuliani, lobbista del mundo de las armas y de la seguridad y un contacto directo con los servicios.
Es difícil englobar esta irrupción generalizada de las derechas con respaldo de masas en el mundo. Tienen signos diferentes en cada país y los significados tampoco son los mismos cuando se trata de economías centrales o economías periféricas. Y es difícil hacerlo en un mundo cambiante donde al producirse con rapidez muchas veces los procesos son asincrónicos: Macri y Trump surgen cuando decayó la estrella de Il Cavaliere Silvio Berlusconi en Italia.
Cuando habla de los derechos de las minorías, de la inmigración o de las mujeres, Trump saca conceptos del ideario restaurador y neoconservador que busca restringir derechos. “A todas las mujeres les gusta que les digan un piropo, aquellas que se ofenden, no les creo. No puede haber nada más lindo que un piropo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo tenés, está todo bien”. Bueno, ese no fue Trump, fue Macri. Trump dijo: “Cuando eres una estrella, las mujeres te dejan hacerles cualquier cosa, agarrarlas por el coño, lo que sea”. Bernasconi tiene a docenas. Para Trump, los inmigrantes latinos son lo peor, “violadores y ladrones”. Va en línea con lo de “resaca” como los calificó el senador Miguel Angel Pichetto y ratificó Claudio Avruj, el secretario de Derechos Humanos de Macri, que antes había dicho que acabaría “con el curro de los derechos humanos”. Trump prometió que sacará el plan de salud para los pobres, el Obamacare. Hay muchas acá sobre ese tema, desde la frase del radical Ernesto Sanz de que la plata de la AUH se va por la canaleta de la droga o la que dijo hace pocos días el mismo Macri al canal de La Nación de que había “muchos argentinos que son pobres y no se habían dado cuenta”. Se dan cuenta con él, pero eran pobres de antes.
Es probable que muchos votos de Trump hayan sido antisistema. Pero Trump es producto del sistema. Los mismos medios y periodistas que en Argentina estaban desolados por la derrota de Hillary Clinton, coincidían con Trump en su diatriba contra los inmigrantes. En Argentina se viene una crisis social muy fuerte y esos discursos que estimulan la guerra entre pobres son funcionales a la derecha. Ellos aquí y Trump allá, son una consecuencia del esquema de valores que puso en juego el neoliberalismo en su confrontación crispada con las experiencias democráticas y populares: la antipolítica, la exaltación de la riqueza como máxima virtud, la naturalización de la pobreza, la leyenda del empresario sin cultura ni escrúpulos que triunfó. Trump abona al mismo clima de época que Macri, que Uribe y el No a la paz en Colombia y que el Brexit en Gran Bretaña.
Muy pocos creyeron posible la victoria de un candidato tan excéntrico y xenófobo como Donald Trump. Muchos creían imposible que en la Meca del capitalismo global y la “libertad” un miembro del sistema, pero ajeno al establishment, pudiese llegar a conducir los designios imperiales.
Este escritor estuvo convencido de que la victoria del magnate estadounidense era posible porque reunía todos los requisitos para llegar a ser Presidente de Estados Unidos. Pues, Trump es un gran demagogo y prototipo del “sueño americano cumplido” que la mayoría de los estadounidenses ha visto esfumarse o convertirse en pesadilla. Su prédica se centraba en lo que deseaban escuchar las enormes masas de blancos empobrecidos.
Por fin, alguien se atrevió a señalar las fallas del sistema neoliberal y globalizador responsable de que muchas industrias salieran del país buscando mas plusvalía y rentabilidad muy lejos, donde existían gobiernos tiranos, o pueblos “dispuestos” a regalar su fuerza de trabajo.
Trump ganó en los estados centrales y sureños del país, precisamente los mas golpeados por la crisis económica generada por el neoliberalismo. La misma enfermedad vendida como panacea en los países del “Tercer Mundo”, está matando al primero.
Por otro lado, el magnate repitió la misma estrategia del jerarca nazi Adolf Hitler, al aprovecharse de la ignorancia política, los resentimientos y explotar los miedos de los blancos estadounidenses cuando señaló a los inmigrantes latinos como los “responsables” de la pérdida de empleos.
Si bien es cierto que el nuevo inquilino de la Casa Blanca no forma parte de las élites políticas-económicas que históricamente dominaron ese país, y que éstos últimos habían aportado enormes sumas de dinero para facilitar la victoria de la desquiciada Hillary Clinton, también es cierto que Trump no se distancia de las mismas.
El realizador nortemaricano Michael Moore, que hace cuatro meses había predicho que el candidato republicano Donald Trump ganaría las elecciones de Estados Unidos, ahora no cree que el magnate complete su mandato en la Casa Blanca.
Entrevistado por la cadena MSNBC, el realizador de cintas como ‘Bowling for Columbine’ aseguró que los ciudadanos no tendrían que sufrir a Trump por cuatro años porque su total falta de ideología acabaría costándole el cargo.
‘Cuando tiene a alguien tan narcisista para quien todo gira en torno a su figura, acaba rompiendo la ley, aunque sea sin intención, y él (Trump) lo hará porque solo piensa en lo mejor para sí’, pronosticó Moore.
El laureado cineasta definió a Trump como un ‘enfermo, misógino y autoritario’, y consideró que el futuro mandatario dejaría la presidencia bien por renuncia, o por un juicio de inhabilitación política, conocido como ‘impeachment’.
Para Moore, la gente reaccionará a medidas como el eventual nombramiento de Rudy Giuliani como Fiscal General o juez de la Corte Suprema de Justicia, y destacó la marcha de un millón de mujeres a Washington para protestar cuando Trump asuma.
El historiador político Allan Lichtman tampoco cree que Trump dure demasiado en el puesto, pues ni siquiera los republicanos lo quieren, porque es impredecible y piensan que el vicepresidente Mike Pence será más manejable.
EL MUNDO › EL PROTECCIONISMO Y EL AISLACIONISMO SERAN LOS EJES DE LA POLITICA EXTERIOR ESTADOUNIDENSE BAJO TRUMP
Repliegue en Europa y tensión con China
Desde las amenazas a la continuidad de la OTAN hasta un retroceso de décadas en la lucha contra el cambio climático, la nueva etapa traerá otros desafíos que el resto del mundo deberá resolver sin el apoyo de la principal potencia.
Página/12 En Estados Unidos
Con la victoria de Donald Trump no solamente se termina una etapa de la historia política de los Estados Unidos, que están ante la puerta de una restauración conservadora como no se vio en décadas, con las tres ramas del Estado en manos del Partido Republicano. Además, la llegada del magnate a la Casa Blanca provocará cambios profundos en todo el planeta, con efectos que comenzarán a verse pronto pero consecuencias que pueden durar décadas, en la medida que se modifiquen paradigmas arraigados hace más de un cuarto de siglo y se reconfigure el mapamundi. Desde las amenazas a la continuidad de la OTAN hasta un retroceso de décadas en la lucha contra el cambio climático, la nueva etapa traerá nuevos desafíos que el resto del mundo deberá resolver sin el apoyo de la principal potencia. La falta de definiciones de Trump en este área no hacen más que agrandar la incertidumbre.
La designación del próximo secretario de Estado es una de las noticias esperadas con más ansiedad no solamente en Washington sino en todas las capitales del mundo. Ese cargo equivale al ministerio de Relaciones Exteriores, pero en un gobierno de una potencia imperial goza de un status de primus inter pares del gabinete presidencial. Sin pistas sobre cuál será el enfoque de Trump, el nombre del elegido para ese cargo clave puede dar una idea de cuáles son los planes del presidente electo para el mapa global.
Durante la campaña, Trump mencionó varias veces la posibilidad de rescindir el apoyo a la OTAN, particularmente si algunos de los socios del tratado de defensa transatlántico no cumple con los compromisos económicos de manutención de la alianza. Ese solo paso podría, en cuestión de días, marcar el principal realineamiento del mapa mundial desde la caída del muro de Berlín. En el equipo de transición sostienen de todas formas que no es una decisión que se encuentre hoy en día en la carpeta del mandatario. Del otro lado del Atlántico, la presidenta alemana Angela Merkel ofreció colaboración al flamante mandatario, aunque con la necesaria aclaración de que la relación debía estar “basada en los valores compartidos” históricamente por las dos grandes potencias occidentales.
Sin embargo otras voces ya se alzaron para advertir sobre la urgencia de que la Unión Europea tome para sí la responsabilidad de defenderse sin depender de Washington. El presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, reconoció el miércoles, tras la victoria de Trump, aseguró que “siempre fue obvio que los Estados Unidos no iban a proteger este continente eternamente”; Francia, Alemania, España e Italia anunciaron que avanzarán con una agenda de ejercicios de cooperación militar a un ritmo mayor al previsto; esta semana habrá en Bruselas una reunión de ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de todos los países donde discutirán las alternativas para hace a Europa menos dependiente de los Estados Unidos.
Si bien la oportunidad para un Ejército Europeo unificado aún esté lejos, los pasos a seguir van en esa dirección. El ex primer ministro belga y presidente de la Alianza de Liberales y Demócratas de Europa, Guy Verhofstadt, aseguró que “la integridad territorial de Europa está en riesgo” ya que “por primera vez desde 1941 la seguridad de Europa no estará bajo el paraguas de los Estados Unidos”, que dejará de considerar a su socio una prioridad. “Europa no debe esperar para construir una Union de Defensa Europea para desarrollar su propia estrategia de seguridad”, agregó Verhofstadt, y apuntó a conformar “un comando europeo unificado” que incluya también a otros países que no forman parte del bloque continental.
Directamente relacionado al vínculo de Washington con Bruselas está la relación, siempre tensa, de la Casa Blanca con el Kremlin. Antes de ser elector, Trump y el presidente ruso Vladimir Putin habían intercambiado flores. Incluso se vinculó a Moscú con los leaks de documentos demócratas, y los demócratas denunciaron una campaña de Putin para ayudar al candidato republicano a llegar al poder. “Rusia está lista para reestablecer las relaciones bilaterales con los Estados Unidos”, dijo el mandatario ruso a la televisión estatal, luego de conocerse el resultado de los comicios. Advirtió, sin embargo, que “habrá dificultades” en el camino. Además, escribió un telegrama a Washington, pidiéndole a su par “el inicio de un diálogo constructivo basado en los principios de equidad, respeto mutuo y consideración genuina por los deseos del otro” para solucionar “la crisis actual” por la que pasa la diplomacia entre los dos países.
Más complicada promete ser la relación con Pekin. En su “contrato con el votante” que incluye las promesas de campaña del presidente electo, Trump se compromete a denunciar a China por manipular el mercado cambiario para perjudicar a la economía norteamericana, algo que podría desencadenar una guerra de divisas que hunda el comercio internacional. La salida de los Estados Unidos del TPP y nuevas barreras a su economía no ayudarían a revertir la situación. El presidente chino Xi Jinping ofreció sus saludos a Trump en un mensaje en el que dijo que ambos países “sostienen una responsabilidad especial” y que espera desarrollar una “relación estable de largo plazo” y “resolver las disputas de acuerdo al principio de no confrontación”.
Sin embargo, el ámbito en el que más puede incidir el nuevo presidente de los Estados Unidos en el corto plazo es uno de los que menos se ha discutido en estos días y tiene que ver con el cambio radical de paradigma respecto a la lucha contra el cambio climático. Trump prometió en campaña levantar automáticamente todas las barreras a la producción y uso de energías no renovables y contaminantes y retirar todos los aportes monetarios a programas internacionales referidos a la preservación ambiental a través de Naciones Unidas, lo que reduciría ese presupuesto a menos de la mitad.
Sucede que el magnate cree que el cambio climático es una “farsa” y en la campaña prometió varias veces “desmantelar” la Agencia de Control Ambiental. Luego de ocho años en los que Barack Obama avanzó como ningún presidente norteamericano antes en la agenda ecológica, la administración Trump podría “retroceder varias décadas” en la materia, coinciden la mayoría de los expertos. Las primeras señales no son alentadoras: el funcionario asignado por el presidente electo para supervisar la transición en ese área es Myron Evell, uno de los principales lobbistas de las empresas más importantes del sector de hidrocarburos. Además, los días del Tratado de París, firmado recientemente por Estados Unidos y China, además de otros 190 países, en el que todos se comprometen a reducir la polución, tendrá el 20 de enero sus horas contadas.
La llegada del magnate a la Casa Blanca provocará cambios profundos en todo el planeta.
ONU: Trump convertirá a EE.UU. en un "Estado canalla" si rompe sus acuerdos sobre el clima
Publicado: 14 nov 2016 13:09 GMT
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La enviada especial de la ONU ha tachado de "tragedia" la promesa del futuro presidente de EE.UU. de no cumplir con el Acuerdo de París, el mayor logro conseguido para luchar contra el calentamiento global.
EE.UU. se convertiría en "una especie de Estado canalla" si decidiera salir del Acuerdo de París, firmado el año pasado por 193 países del mundo para prevenir el calentamiento global reduciendo el uso de combustibles fósiles y la emisión de gases invernaderos. Así opinó en una entrevista con Reuters Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y en la actualidad enviada especial para el cambio climático de Naciones Unidas.
De esta manera respondió Robinson a las promesas electorales del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, que aseguró que abandonaría el acuerdo climático en los primeros cien días de su presidencia y que levantaría todas las restricciones sobre la extracción de combustible fósil que rigen en EE.UU. El Acuerdo de París, entre otras cosas, exige al país enviar fondos de ayuda a los países subdesarrollados para fomentar el uso de energías renovables y combatir así los efectos del cambio climático
"Es una obligación moral"
"Será una tragedia para EE.UU. y sus ciudadanos si este país se convierte en una especie del Estado canalla, el único país del mundo que no va a cumplir con el Acuerdo de París", afirmó Robinson.
De acuerdo con Robinson, el cumplimiento del acuerdo es una "obligación moral de EE.UU.", que históricamente es un "gran emisor" de gases invernaderos y que "construyó su economía sobre unos combustibles fósiles que tanto daño hacen al mundo". Pese a esto, la enviada especial no cree que el éxito del acuerdo "se vea afectado porque un país decida no seguir adelante, independientemente de lo grande o importante que sea este país".
Inmigrantes, negros, homosexuales, musulmanes e hispanos son blanco de intimidaciones. Miedo
CRISTINA GARCÍA CASADO
EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
Una ola de intolerancia recorre Estados Unidos desde la elección de Donald Trump como presidente, con 400 incidentes de odio contra inmigrantes, negros, homosexuales, musulmanes, hispanos y mujeres en solo una semana.
Desde el pasado miércoles se suceden historias de intimidaciones, insultos, amenazas y pintadas con mensajes supremacistas blancos, homófobos y misóginos que celebran explícitamente la victoria de Trump.
La organización Southern Poverty Law Center, que lucha desde 1971 contra la intolerancia, ha recopilado los sucesos recogidos en la prensa local, las redes sociales y una plataforma de su página web en la que los ciudadanos pueden reportar incidentes de odio.
En solo una semana se ha dado un número de casos equivalente al que la organización suele detectar en al menos medio año.
Los inmigrantes (136), los negros (89) y los homosexuales (43) fueron las víctimas de la mayoría de los sucesos, mientras que también hubo decenas de ataques contra los musulmanes y las mujeres.
En al menos 30 actos se usó una esvástica, símbolo adoptado por el partido Nazi en la alemania de los años 1920, mientras que en decenas de lugares del país aparecieron pintadas con mensajes como "Blancos solo. Nación Trump", "Poder blanco" o "Hagamos Estados Unidos blanco de nuevo", que parafrasea el lema de campaña del magnate: "Hagamos Estados Unidos grande de nuevo".
Entre los datos más alarmantes es que la mayoría de los sucesos ocurrieron en escuelas de educación primaria y secundaria, donde las organizaciones de derechos civiles ya habían detectado en el último año un reflejo de la retórica de odio de la campaña electoral.
Algunos expertos comparan este repunte de incidentes de odio con el que ocurrió contra los musulmanes tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra EE.UU., mientras que los vídeos de acoso a inmigrantes en transportes públicos recuerdan a los que se sucedieron en Reino Unido tras el triunfo del sí al Brexit, a la salida de la Unión Europea, en el referendo del pasado junio.
Organizaciones y expertos confirman la ola de intolerancia que ha desencadenado la victoria de Trump y temen que la elección de Steve Bannon, un explosivo agitador mediático cercano a la derecha radical, como su estratega jefe en la Casa Blanca, haga que los intolerantes se sientan legitimados.
Destacado
Desde la noche electoral, Donald Trump ha publicado 20 mensajes en Twitter, con ataques a la prensa y a quienes protestan contra él en las calles, pero ninguno condenando los incidentes de odio que decenas de ciudadanos están cometiendo en su nombre.
Destacado
El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, y algunos de sus asesores se multiplicaron ayer para acallar las versiones que hablan de desorganización en el equipo de transición o de feroces pugnas internas entre sus integrantes.
Manifestantes pisan una bandera estadounidense con la palabra "Amerikka" escrita en ella.
Manifestantes pisan una bandera estadounidense con la palabra "Amerikka" escrita en ella.
El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos nos obliga a pensar las consecuencias que su gestión tendrá sobre América Latina. En primer lugar, hay que recordar lo sucedido durante la gestión de Barack Obama y su secretaria de Estado Hillary Clinton, tendencia que se hubiera profundizado con el triunfo electoral de ésta. Nuestra región vivió una ofensiva del país del norte que se desató luego del No al ALCA. EE.UU. gestó un modelo de integración alternativa, la Alianza del Pacífico, cuestionó y desprestigió al Mercosur, Unasur y Celac. Alentó y apoyó golpes de Estado en Honduras, Paraguay y Brasil, colaboró con la creación de una “nueva derecha” con Mauricio Macri en nuestro país, con el venezolano Henrique Capriles, en Uruguay con Lacalle Pou, en Ecuador con Mauricio Rodas. Hostigó a los gobiernos que fueron pilares de la integración: Brasil, Venezuela y Argentina. Es decir, una actitud agresiva hacia la integración regional e intervencionista en lo político. Seguramente, Trump no cumplirá literalmente sus promesas de campaña, pero pensamos que su gobierno tendrá el sesgo de lo dicho en la campaña, y además, fue lo que lo hizo ganar. De lo planteado habría que destacar los aspectos que cumplirá y que nos atañen. Endurecerá la posición con Cuba, continuará confrontando con Venezuela y será muy duro con México, no sólo con los migrantes sino también con su gobierno. Sin embargo, será menos hostil e intervencionista con el resto de la región. Concentrará sus esfuerzos, especialmente, en lo interno. Será, como ya han hecho históricamente los republicanos, menos entrometido con Latinoamérica y habiendo vivido la injerencia de EE.UU. en nuestros países, sería lo más conveniente. Claro que nuestra responsabilidad es analizar y planificar más lo que debemos hacer nosotros en esta nueva etapa que sólo suponer la relación de EE.UU. hacia nosotros. Habrá más dificultades para exportar a EE.UU. y ellos tratarán de vendernos todo lo que puedan, con lo cual nos costará más colocar nuestros productos en ese país y, por otro lado, los que le vendían a Norteamérica tratarán de hacerlo en nuestras tierras. Si se siguen impulsando procesos de apertura indiscriminada, como lo están haciendo los gobiernos de Brasil y Argentina, el futuro será durísimo para las industrias nacionales, para su mercado y para los asalariados. Está claro que nunca fue virtuoso el proceso de “libre comercio” para nuestros países, pero con una China en expansión comercial, y un EE.UU. que se cierra, el cóctel puede ser explosivo. En esto, también tiene que ver más lo que hagamos nosotros por nosotros que pedirle a EE.UU. que nos favorezca. El mercado interno y el comercio interregional es la receta para sortear este momento mundial. Para atraer inversiones e impulsar su economía, EE.UU. aumentará las tasas, con lo cual es muy mala idea endeudarse, como está haciendo el gobierno argentino, ya que será más caro, más difícil y se puede entrar en un círculo vicioso que ya es conocido, que trajo resultados nefastos en el pasado. Una vez más, nuestro destino está en nuestras manos. Se trata de planear y concretar con los países de la región una estrategia que nos proteja de lo negativo de la globalización y nos potencie. ¿Serán capaces los que dirigen nuestros países de estar a la altura de esta coyuntura tan peligrosa? ¿El movimiento popular tendrá la fuerza para resistir los planes neoliberales y gestar nuevas mayorías? La solución de esta pregunta está, más que en el accionar de Trump, en la posibilidad de que se profundice nuestra dependencia o que transitemos un camino autónomo y de prosperidad.
* Diputado del Parlasur y director del Instituto de Estudios de América latina-CTA.
Trump contempla situar al frente del Pentágono al general James Mattis, alias 'perro rabioso'
Publicado: 20 nov 2016 14:36 GMT | Última actualización: 20 nov 2016 16:46 GMT
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El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, contempla nombrar al general James Mattis, alias 'Mad Dog' (perro rabioso), como jefe del Pentágono. ¿Quién es?
Mike BlakeReuters
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El futuro presidente de EE.UU., Donald Trump, ha confirmado a través de su cuenta de Twitter que contempla la candidatura del general James Mattis para encabezar el Departamento de Defensa de este país.
'Chaos' (cáos), 'Warrior Monk' (monje de guerra) y 'Mad Dog Mattis' (el perro rabioso Mattis) son algunos de los apodos de Mattis, general retirado del Cuerpo de Marines de EE.UU.
"¡Un verdadero general de generales!"
A la espera de que el equipo del presidente electo aún anuncie oficialmente el candidato a encabezar el Pentágono, Trump se reunió este sábado con Mattis. Interpelado por los periodistas sobre su candidatura a este puesto, Trump no dijo nada concreto, y se limitó a afirmar: "ya veremos" y "él es el verdadero negocio".
"El general James 'Mad Dog' Mattis, que está siendo considerado como secretario de Estado, estuvo ayer impresionante. ¡Un verdadero general de generales!", reza la publicación de Trump.
Según las normas vigentes en EE.UU., el candidato a secretario de Defensa de este país debe llevar más de 7 años retirado de las fuerzas armadas, requisito que Mattis no cumple. Aunque el caso de Mattis no sería el primero que no se atiene a dicha norma, para ello se requiere un permiso especial por parte del Congreso.
¿Quién es?
James Mattis sirvió 41 años en las Fuerzas Armadas de EE.UU.;
En 2003 participó en la invasión de Irak como comandante de la 1.ª División de los Marines;
Encabezaba el Mando Central de EE.UU. entre 2010 y 2013;
Al frente del Mando Central, estuvo a cargo de operaciones militares de EE.UU. en el Norte de África, Oriente Medio y Asia Central;
Desde aquel puesto se opuso a la política 'menos belicista' de la Administración de Barack Obama en lo que se refiere a Oriente Medio, así como la retirada de las fuerzas armadas de este país de Afganistán y de Irak;
Es uno de los llamados 'superhalcones' que, en el caso de que fuera nombrado, adoptaría un política de Defensa mucho más agresiva, opinan varios expertos;
Está considerado como un intelectual y especialista en historia militar y dispone de una biblioteca personal con miles de volúmenes;
Nunca estuvo casado ni tiene hijos, lo que le valió el apodo de 'Monje de guerra';
Considera que Irán es la principal amenaza de Oriente Medio, mayor que la de Al Qaeda o el Estado Islámico;
Apoya la creación de los Estados separados de Israel y de Palestina para resolver su conflicto.
Sus declaraciones rimbombantes e ingeniosas, en las que suele recurrir a palabras malsonantes, lo convierten en una persona apreciada entre los marines de EE.UU.
"Los marines no saben cómo se escribe la palabra 'derrota';
"Sé educado, sé profesional, pero ten un plan para matar a todo aquel que te encuentres";
"No hay nada mejor que te disparen y fallen. Es genial";
"La primera vez que haces volar en pedazos a alguien no es algo insignificante. Dicho esto, hay algunos hijos de puta que tienen que ser matados";
"Vas a Afganistán y ves a hombres que azotan a las mujeres durante cinco años por no haberse puesto un velo. ¿Saben qué?, a chicos como esos no les queda nada de hombría. Así que me resulta muy divertido dispararles. […] Me encantan las peleas".
"Vengo en son de paz, no traigo artillería. Pero les digo una cosa con lágrimas en los ojos: Si me joden, los mato"
China toma el relevo de EE.UU. ante la muerte inminente del TPP
Publicado: 21 nov 2016 14:40 GMT
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Ariel Noyola Rodríguez
La influencia de Estados Unidos en el comercio mundial está diluyéndose. Horas después de la victoria electoral de Donald Trump sobre Hillary Clinton, el equipo del presidente Barack Obama sorprendió a propios y extraños al abandonar, de forma súbita, la intensa campaña de cabildeo que venía realizando en el Congreso para conseguir la ratificación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés).
La muerte del TPP es inminente. Según sus cláusulas, para entrar en vigor es necesaria la aprobación legislativa de por lo menos seis países y, en paralelo, estos deben sumar el 85% del Producto Interno Bruto (PIB) de los 12 integrantes. La economía estadounidense por sí sola representa más del 60%. Por lo tanto, una vez que Obama ha dejado el TPP a disposición de Trump, es prácticamente un hecho que será sepultado por el próximo Congreso estadounidense.
Michael Froman, representante de Comercio de Estados Unidos, ya había advertido en julio de este año que si los legisladores de su país no lograban ratificar el TPP, entonces las “llaves del castillo” de la globalización comercial pasarían a manos de China. Fueron las palabras de un profeta. Las aspiraciones imperiales de Obama han fracasado. Estados Unidos ya no seguirá dictando las reglas del juego.
Una vez que Obama ha dejado el TPP a disposición de Trump, es prácticamente un hecho que será sepultado por el próximo Congreso estadounidense
En la actualidad, el grueso de los intercambios comerciales está concentrado en el Continente asiático, con China a la cabeza. Los líderes de Pekín vienen trabajando desde hace tiempo en diversas iniciativas de libre comercio de carácter multilateral con vistas a consolidar su influencia en los ámbitos regional y mundial: la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) y el Área de Libre Comercio de Asia-Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés).
Durante la XXIV cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), llevada a cabo en Lima (Perú), el presidente de China, Xi Jinping, propuso a los países firmantes del TPP, tanto de América Latina (Chile, México y Perú) como de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), sumarse a los acuerdos de libre comercio impulsados por su Gobierno y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés). Pero ¿Cuál de las dos iniciativas de libre comercio promovidas por China tiene realmente posibilidades de suplantar al TPP?
Para Pekín será muy complicado poner en funcionamiento el FTAAP, que incluye a Estados Unidos; pues si hasta la fecha Donald Trump se ha opuesto tajantemente al TPP, es evidente que jamás brindará su apoyo a una iniciativa de libre comercio liderada por China. Recordemos además que Trump ha prometido a sus electores abandonar y, en el mejor de los casos, renegociar, los acuerdos de libre comercio que Estados Unidos ha firmado durante las últimas décadas. En su opinión, acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) son un desastre.
Bajo este escenario, China busca sumar a su causa a los principales socios comerciales de Estados Unidos bajo el compromiso de que seguirá incentivando la libre circulación de mercancías. Desde mi punto de vista, la RCEP es la iniciativa de libre comercio que brinda a China la oportunidad de llenar el vacío que Washington dejó en el TPP. "China debe establecer un nuevo acuerdo que responda a las expectativas de la industria y mantenga el impulso para el establecimiento de una zona de libre comercio", sentenció a principios de noviembre Li Baodong, viceministro de Relaciones Exteriores del gigante asiático.
La RCEP está integrada por todos los países miembros del TPP, a excepción de Canadá, Chile, México, Perú y, por supuesto, Estados Unidos. Con un total de más de 3,000 millones de habitantes, la RCEP incluye además a otros países asiáticos con gran dinamismo económico: Camboya, China, Corea del Sur, India, Indonesia, Filipinas, Laos, Myanmar y Tailandia. Surge entonces la interrogante de si la RCEP sería una especie de TPP ampliado, y con China reemplazando a Estados Unidos. No precisamente.
Los alcances de la RCEP no son los mismos que los del TPP. Hasta el momento, los objetivos de la RCEP están limitados a la eliminación de barreras arancelarias. El TPP, en cambio, es mucho más que un acuerdo de libre comercio, pues entre otras cosas, pone a disposición de las grandes corporaciones los derechos sobre la propiedad intelectual, amenaza la protección del medio ambiente, atenta contra los derechos de los trabajadores y, por si fuera poco, deja en manos de tribunales internacionales la solución de controversias entre Gobiernos y empresas.
Por eso varios mandatarios ven con buenos ojos el ‘plan B’ sugerido por los chinos. Entre ellos, el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, quien considera que un acuerdo de libre comercio alternativo al TPP es por demás necesario. Aunque los países de la Alianza del Pacífico (integrada por los tres miembros del TPP de origen latinoamericano, más Colombia) están interesados en seguir manteniendo excelentes relaciones con Estados Unidos, al mismo tiempo varios de ellos quieren construir acuerdos con China y Rusia.
Sin lugar a dudas, la incertidumbre política que aqueja a Estados Unidos desde las elecciones celebradas el pasado 8 de noviembre está siendo aprovechada magistralmente por el dragón chino. Frente a las amenazas de Trump de inaugurar una nueva era de proteccionismo, la respuesta de Xi está cargada de contundencia: la globalización del comercio encabezada por Pekín seguirá su curso, con o sin el respaldo de Washington.