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General: ADONDE VAYAN LOS IREMOS A BUSCAR: de a uno no va a quedar ninguno
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Respuesta  Mensaje 1 de 61 en el tema 
De: Matilda  (Mensaje original) Enviado: 28/07/2009 13:03
¿Quién es Jorge Alberto Sosa?


InSurGente.-  Este siniestro personaje fue subcomisario de la Policía Federal en Argentina. Está acusado de ser uno de los jefes de la tortura contra militantes de izquierda durante la última dictadura militar. El arresto se produjo en Valencia por orden del Juzgado Federal de Neuquén. Se tramitará su extradición para ser interrogado.


El ex subcomisario de la Policía Federal, Jorge Alberto Sosa fue detenido en España por orden del Juzgado Federal de Neuquén acusado de delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar, en tanto se tramitará su extradición para ser indagado.

La secretaria del Juzgado Federal de Neuquén, Silvina Domínguez informó a Télam que Sosa, quien en 1976 se desempeñó como segundo jefe de la delegación Neuquén de la Policía Federal, fue detenido en España el pasado 7 de julio por orden de ese juzgado.

“Teníamos varias direcciones pero el accionar rápido de INTERPOL permitió su localización y detención en la ciudad de Valencia ( se había instalado en Ontinyent en 1992 junto a su familia y había adquirido la nacionalidad española)  , donde residía desde hace varios años”, precisó la funcionaria judicial.

El ex jefe policial, de 73 años, está imputado de integrar una asociación ilícita, de privación ilegítima de la libertad agravada y de tormentos agravados por 19 víctimas que sufrieron el accionar represivo de la dictadura a partir de 1976.

Una de las víctimas es el docente Orlando “Nano” Balbo quien fue detenido en el centro de Neuquén, en la mañana del 24 de marzo de 1976 por un grupo de tareas encabezado por el ex agente de Inteligencia, Raúl Guglielminetti, quien está procesado con prisión preventiva en la misma causa junto a otros 29 represores.

Balbo fue torturado e interrogado en instalaciones de la delegación local de la Policía Federal en aquel entonces durante varios días y por la noche era trasladado a la Unidad 9 del Servicio Penitenciario Federal de Neuquén.

Testimonios de otras víctimas acreditan el funcionamiento en esa delegación de la sala de torturas y el traslado de detenidos-desaparecidos en los primeros meses de 1976, hasta que se puso en marcha poco después el centro clandestino de detención “La Escuelita” en el batallón militar de Neuquén.

El Juzgado Federal de Neuquén ya inició los trámites para que a través de la Cancillería se concrete la extradición de Sosa para ser indagado en la causa, que está en su tramo final para ser elevada a juicio oral en las próximas semanas.

El expediente comprende a 39 víctimas con 29 represores acusados de delitos de lesa humanidad. La primera parte de la investigación fue a juicio oral el año pasado, instancia en la que fueron condenados ocho ex jefe militares y ex agentes de inteligencia del ejército por 17 víctimas, una de las cuales permanece detenida-desaparecida.


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Respuesta  Mensaje 17 de 61 en el tema 
De: Rene Gomes Enviado: 19/04/2010 02:52
EL DIABLO DE BIRAN , PAPIYO ,ES LO MAS MALO QUE HA PARIDO MADRE ,.
thfideldiablo45.gif picture by terejodo


Respuesta  Mensaje 18 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 19/04/2010 03:14
Esto es de Setiembre del 2009 :
 
El presidente de la Asamblea General de la ONU, el nicaragüense Miguel D'Escoto, aseguró hoy en La Habana que el líder cubano, Fidel Castro, es "el mejor discípulo de Jesús". "Fidel es para mí, hoy en día, el mejor discípulo de Jesús. Me tocó el privilegio de estar cerca, de observarlo, de oirlo, de verlo, y es un hombre enamorado de la justicia, de la fraternidad, de la solidaridad", dijo el sacerdote y ex canciller sandinista.
D'Escoto insistió en que la ONU tiene que ser "reinventada", al presentar en La Habana su libro "Antiimperialismo y no violencia" ante el presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, y el ministro de Cultura, Abel Prieto, entre otros funcionarios.
El jueves dijo que vio con "excelente salud física, espiritual y anímica" al líder cubano, de 83 años, que dejó la Presidencia y no aparece en público desde 2006, aunque los medios de comunicación oficiales divulgan con frecuencia vídeos y fotos suyas.
 
Còmo te quedò el ojo, Rene Gomesssss   ?????? 
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)

Respuesta  Mensaje 19 de 61 en el tema 
De: Rene Gomes Enviado: 19/04/2010 03:28
MIGUEL D'SCOTO ES TAN CARA DE LATA COMO TU PAPIYO , DECIR ESO ES COMETER EL "SACRILEGIO" MAS GRANDE DE LA HISTORIA DE UN CRISTIANO ,..NO SEAN TAN CARA DE GUANTE ,ES RIDICULO, EL HACER ESE RIDICULO COMENTARIO AUNQUE SEA DE JODEDERA ,. FIDEL HITLER CASTRO ,. ES UN ASESINO CONSUMADO ,. NO DE AHORA SINO DE SIEMPRE , CASTRO SIEMPRE FUE UN MAFIOSO ,ASESINO A SU MANO DERECHA QUE ERA "EL COMANDANTE" CAMILO CIENFUEGOS ,. DESPARECIO LA AVIONETA EN LA QUE VIAJABA , AVERIGUA SI ALGUNA VEZ LA AVIONETA DONDE VOLABA CAMILO CIENFUEGOS APARECIO,.FIDEL HITLER CASTRO ES UN ASESINO .

Respuesta  Mensaje 20 de 61 en el tema 
De: Rene Gomes Enviado: 19/04/2010 03:52
De: Rene Gomes Enviado: 18/04/2010 21:52
EL DIABLO DE BIRAN , PAPIYO ,ES LO MAS MALO QUE HA PARIDO MADRE ,.
thfideldiablo45.gif picture by terejodo

Respuesta  Mensaje 21 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 03/07/2010 03:44
Viernes, 2 de julio de 2010
Córdoba

Comenzó el juicio a Videla y Menéndez

En la primera jornada del proceso se leyó la acusación contra los represores Jorge Rafael Videla y Luciano Benjamín Menéndez, imputados junto con otras 29 personas por el fusilamiento de 31 presos políticos cometidos en La Penitenciaria del barrio San Martín, durante la dictadura militar.

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Los represores en el banquillo.

Con la presencia de los 31 imputados de las dos causas, UP1 y Gontero, que se debate en este tercer juicio que se realiza en Córdoba en los últimos tres años, la audiencia fue habilitada a las 10.40 por los jueces del Tribunal Oral Federal 1 (TOF1).

El debate se extendió hasta las 18.10 con las formalidades de ley que vinculadas a la lectura de la acusación y de la parte resolutiva del auto de elevación a juicio, tras lo cual pasó a cuarto intermedio hasta el próximo lunes a las 9.30.

En las extensas conclusiones que surgen de la instrucción de las causas y que constan en la acusación fiscal, se sostiene que el "aparato represivo" había instalado el "terrorismo de Estado a partir del golpe del 24 de marzo de 1976" y que, en este caso, tenía como máximo responsable a Videla y se "extendía a los distintos niveles de mando".

Añade que "la toma ilegal del control de las instituciones del país se pergeñaron acciones secretas, de modo clandestinas y anormales hasta convertirse en una práctica sistemática para el aniquilamiento de personas con pensamiento distinto".

En otro de los párrafos se sostiene que "para ejecutar el aniquilamiento de los grupos políticos y sociales se utilizó toda la maquinaria y logística militar y de poder", a la vez que resaltaron que "el sigilo y la clandestinidad fue ejercido como política de Estado" por los represores militares.

En ese contexto se agrega que el accionar se apoyaba en un "sistema jurídico secreto para legalizar el secuestro, la tortura y en muchos casos la muerte simulando situaciones inexistentes", como así también para la "supresión de identidad de los niños" de las víctimas.

En cuanto a las maniobras criminales, se menciona como ejemplo la causa UP1, uno de los hechos de este juicio en donde fueron fusilados 31 presos políticos simulando una fuga de la Unidad Penitenciaria San Martín (UP1) entre abril y octubre de 1976.

Videla y Menéndez son los dos principales imputados de la causa UP1 por los delitos de `homicidio calificado, imposición de tormentos seguido de muerte y tormentos agravados`.

Por acumulación de causas en este proceso, se juzga también los hechos del expediente `Gontero` por los delitos de `privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos` y tiene como principal imputado a Menéndez, junto a ex policías del Departamento de Informaciones Policiales (D2).

La sala de audiencia, con capacidad para alrededor de 120 personas, estuvo colmada con la presencia preponderante de representantes de organizaciones civiles, de derechos humanos y de familiares de las víctimas.

También estuvieron el secretario de los Derechos Humanos de la Nación, Luis Eduardo Duhalde; el intendente capitalino, Daniel Giacomino; el viceintendente Carlos Vicente; el secretario de Derechos Humanos de la provincia, Raúl Sánchez y la diputada nacional del Frente para la Victoria de Córdoba, Carmen Nebreda, entre otros.

Duhalde calificó como "muy importante" a este nuevo juicio "tanto por crímenes que se juzgan, como por los represores sentados en el banquillo de los acusados".

"Deben ser juzgados todos los responsables, sean militares, civiles o policías; los que hayan sido miembros o los que hayan consentido" estos delitos, en tanto de aquí a fin de año van a desarrollarse otros juicios importantes.

El abogado Martín Fresneda, de la Agrupación Hijos y uno de los querellantes en este proceso de enjuiciamiento, calificó como `histórico` este tercer juicio en Córdoba, particularmente por el juzgamiento a Videla, a quien calificó como "uno de los principales responsables del terrorismo de Estado en el país".

El tribunal de enjuiciamiento está integrado por Jaime Díaz Gavier (presidente), Carlos Lascano y José María Pérez Villalobo (vocales).

La acusación está a cargo de los fiscales Maximiliano Hairabedían y Carlos Gonella, en tanto que en la sala participan del juicio 3 defensores oficiales, 11 defensores particulares y 11 abogados querellantes.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS

(Gran Papiyo)        


Respuesta  Mensaje 22 de 61 en el tema 
De: Matilda Enviado: 23/12/2010 01:21

De la primera, en 1985, se libró por un indulto. El tribunal le considera «máximo responsable» de confeccionar un plan sistemático «para eliminar opositores» entre los años 1976 y 1980. Deberá cumplir la pena en una cárcel común

Día 22/12/2010 - 22.46h
 
 
El dictador argentino Jorge Rafael Videla ha sido condenado este miércoles a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura (1976-1983). El Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba impone también a la misma pena al general Luciano Benjamín Menéndez y a otros 28 acusados que desde julio eran juzgados en esta capital provincial, a 800 kilómetros al norte de Buenos Aires. Variso organismos humanitarios han calificado el proceso como el más importante en el último cuarto de siglo, ya que se trata del primer veredicto que escucha Videla en 25 años, desde el juicio a las Juntas Militares de 1985, en el que tambié fue condenado a cadena perpetua de la que se libró por un indulto.
La sentencia, que ordena que la condena se cumpla en una cárcel común, ha sido recibida con muestras de satisfacción por familiares de las víctimas y supervivientes de la represión ilegal, tanto a las puertas del tribunal de Córdoba como en Buenos Aires, donde el veredicto fue transmitido en directo en la sede de la Secretaría de Derechos Humanos de Argentina. La condena atiende la solicitud del fiscal Maximiliano Hairabedián, quien señaló a Videla, de 85 años, como «máximo responsable» de la confección de un plan sistemático «para eliminar opositores» durante el régimen militar.
Quien fuera el primer presidente de la pasada dictadura argentina y el resto de los acusados fueron llevados a juicio por el asesinato de 31 presos de la Unidad Penitenciaria San Martín de Córdoba, conocida como UP1, y por los secuestros y torturas en 1976 de seis víctimas señaladas por el régimen como «infiltrados de organizaciones revolucionarias». En su alegato final, Videla insistió en que los militares libraron «una guerra justa» contra «terroristas» que buscaban «la destrucción de bienes materiales o de personas» y pretendían instalar en Argentina un régimen marxista leninista. Reclamó, además, «el honor de la victoria» ante la guerrilla y remarcó que asume «todas sus responsabilidades» como jefe del Estado, cargo que ocupó entre 1976 y 1980.
 

Respuesta  Mensaje 23 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 23/12/2010 02:14
El alegato del criminal :
 

Videla reivindicó la represión y atacó al Gobierno, en su alegato

En el final del juicio oral, el ex dictador dijo que “los enemigos de ayer, hoy gobiernan el país”. Y habló de “guerra justa”.

 

Imperturbable, el ex dictador Jorge Rafael Videla presentó ayer su alegato final antes del veredicto en el juicio que se lleva en su contra en Córdoba por delitos de lesa humanidad. “Los enemigos de ayer están en el poder y desde él intentan establecer un régimen marxista, a la manera de Gramsci, que puede estar satisfecho de sus alumnos”, lanzó el ex presidente de facto.

A sus 85 años, Videla volvió a reivindicar el plan de exterminio, al que definió como “guerra antisubversiva”, lanzado por la última dictadura. La argumentación le llevó 49 minutos, habló sin pausa y siempre de pie. Dijo que “el Estado había perdido el monopolio de la fuerza” y se vivía un “far west vernáculo”, y dudó que “haya realmente terminado” la “guerra justa” de los ‘70.

Contó que durante una cena en casa de un amigo común “unos 45 días antes del 24 de marzo de 1976”, el entonces titular del radicalismo, Ricardo Balbín, le pidió que “cuanto antes” las fuerzas armadas perpetraran el golpe de Estado y “eviten así una larga agonía a la República”. Además, le habría dicho que “no pretenda el aplauso” por interrumpir el orden constitucional, pero dijo que le garantizó que desde la UCR “tampoco sembraré piedras en el camino”.

El ex jefe del Ejército asumió toda la responsabilidad al advertir que “mis subordinados se limitaron a cumplir órdenes”. Pese a justificar a la última dictadura, Videla adelantó: “Asumiré, bajo protesta, la injusta condena que se me pueda imponer, para la concordia de nuestro país, como un servicio más”. Además de Videla son juzgados otros 29 represores, entre ellos Luciano Benjamín Ménendez. Querella y fiscalía pidieron perpetua. El fallo se conocerá hoy.

Sin mencionar las torturas y desapariciones, Videla dijo: “Se llegó a situaciones límites que ensombrecieron al país con actos rayanos en el horror. Horrores que serán difíciles de justificar pero que deben ser interpretados en el marco de una guerra”.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS  

(Gran Papiyo)         


Respuesta  Mensaje 24 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 02/03/2011 03:48
Martes, 1 de marzo de 2011
Empezó el juicio por apropiación de hijos de desaparecidos durante la última dictadura militar

El robo de bebés en el banquillo de los acusados

El caso de treinta y cuatro chicos nacidos en cautiverio llegó a la sala de audiencia después de quince años. Ocho represores, entre ellos los presidentes de facto Videla y Bignone, junto a Jorge “El Tigre” Acosta, empezaron a ser juzgados.

Por Alejandra Dandan
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En la puerta de tribunales, el cartel de Abuelas sintetizó el horror que empezó a juzgarse.

Las cámaras lograron durante el desarrollo de la audiencia lo mismo que la jueza María del Carmen Roqueta había conseguido en los primeros momentos del juicio: mostrar a los represores en un primer plano incómodo mientras se iban leyendo uno a uno los 34 casos de hijos nacidos en cautiverio o apropiados durante los años de la dictadura militar. Roqueta nombró al comienzo a los ocho acusados, a los que fue llamando por su nombre; cada uno respondió, en algún caso hubo quien se paró de la silla o levantó la mano para mostrarse. Entre ellos, dos de los ex presidentes de facto, Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. Las cámaras del Incaa luego los siguieron de cerca. Casi sin respiro, mostraron el cabeceo con el que Videla parecía esconderse detrás de vaya a saberse qué sueño y a Bignone asaltado repentinamente por planos cortos después de los cuales cambiaba incómodamente la posición de sus piernas, su único espacio de libertad.

El juicio oral que finalmente comenzó en los tribunales de Comodoro Py tuvo como punto de origen una denuncia del 30 de diciembre de 1996 de Abuelas de Plaza de Mayo, impulsada por Estela de Carlotto y María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani que ayer, pese a su ceguera y al estado de salud, se aproximó para estar presente con sus anteojos oscuros en este comienzo de juicio. Pese a haber quedado excluida del alcance de las leyes de impunidad, la causa conocida como el Plan sistemático de robos de bebés recién empieza a cerrarse con dos de sus principales acusados, como Emilio Massera y Cristino Nicolaides, muertos. Abuelas había impulsado aquella primera denuncia, entre otros delitos, por sustracción y ocultación de menores, ese aspecto de la represión ilegal que ayer se nombró como la “Cuestión de los niños”, una de las dimensiones de la dictadura urdida por las Fuerzas Armadas durante la marcha para “solucionar” de modo sistemático el problema de los menores que nacían en cautiverio o habían sido secuestrados con sus padres.

Entre los acusados, además de Videla y Bignone, están Antonio Vañek; Jorge Eduardo “El Tigre” Acosta, Santiago Omar Riveros, Rubén Oscar Franco y como autores materiales Juan Antonio Azic y el médico Jorge Luis Magnacco. En la primera hora, Roqueta, que preside el Tribunal Oral Federal 6 y estará a cargo del juicio, fue mencionándolos por sus nombres, luego de decirles “señor”, en un ritual que no sólo permitió individualizarlos sino que logró ponerlos en ese primer plano incómodo de la acusación. “Señor Acosta –dijo la jueza en un momento–. ¿Está? No lo veo.”

Tras ese comienzo, el TOF dio paso a la lectura de la acusación de la fiscalía de primera instancia, uno de los protocolos de toda apertura de juicio, pero que en este caso mostró ante la sala el interior de las maternidades clandestinas con la fuerza de la letra descarnada, quizá potenciada por la presencia de muchos de esos hijos de aquellos padres asesinados o desaparecidos por la dictadura, presentes metros atrás, entre el público de la sala.

“Es verdad que del examen del plan original no se advierte una dimensión que contemple la ‘cuestión de los menores’, pero justamente ese tópico emergió ‘durante’ de la represión –recapituló una de las secretarias–. Y por eso se improvisaron verdaderas ‘maternidades’ ubicadas en sitios estratégicos para responder a una cuestión natural: los embarazos de las detenidas y, más aún, se establecieron criterios de ‘asignación’ de los menores.”

La acusación de la elevación a juicio elaborada por el fiscal Federico Delgado fue así el punto de partida de un proceso por el que pasarán en los próximos ocho meses unos 370 testigos. La acusación intentó plantear el desarrollo de las maternidades clandestinas como una práctica sistemática. Mostró el montaje, describió los cuartos donde se instaló a las embarazadas, las vendas con las que les cubrían los ojos, las horas que algunas pudieron permanecer con sus hijos, pero además el robo y reubicación de esos niños y la aniquilación casi en todos los casos de sus padres. Una dimensión del plan general de la represión que la fiscalía en su momento presentó como “el gran secreto del ‘Proceso de Reorganización Nacional’”: “Ese plan tenía un fin –se recordó–: penetrar en todas las esferas de la sociedad civil para ‘normalizar’”, y “normalizar era redefinir a los sujetos conforme un elaborado ‘tipo ideal’: a la reformulación del otro que era su negación, no había alternativa, se ‘era como se debía ser’, o ‘no se era’”. Y es para eso “que se edifica el criterio para ‘asignar’ a los niños nacidos en cautiverio, había que cortar sus lazos de sangre para que ‘sean’ conforme al imaginario social que subyacía al régimen político”.

Los centros

En el esquema de Delgado los nacimientos siguieron dos caminos: los niños nacieron en lugares organizados como maternidades ilegales en centros clandestinos ubicados en lugares estratégicos o nacieron en lugares donde no había esa organización. “Nacimientos hubo en todos lados, pero ocurrió que en algunos centros clandestinos se montaron estructuras específicas a las que eran trasladadas algunas detenidas al solo efecto de dar a luz y luego regresadas a sus cárceles clandestinas de origen”, se leyó. Esas maternidades estuvieron ubicadas en diferentes lugares de Capital Federal y la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, se dijo, “existieron otros centros clandestinos de detención que si bien no cumplieron ese rol estratégico, fueron parte de la dimensión del plan criminal que se encargó de la ‘cuestión de los menores’, porque la prueba reunida indica que allí se produjeron nacimientos y apropiaciones que, o forman parte de este dictamen, o bien actualmente son materia de investigación”.

Entre los lugares, durante el debate empezaron a aparecer aquellos vinculados con los 34 casos en juicio. Entre ellos, la Escuela Mecánica de la Armada, Campo de Mayo y el Pozo de Banfield, tres de los centros clandestinos considerados estratégicos según el criterio de la fiscalía, donde existían o se montaron estructuras para las maternidades clandestinas. Y donde justamente por esa característica de estratégicos no sólo dieron a luz las secuestradas que estaban como prisioneras en esos ámbitos, sino otras que fueron trasladadas desde otros centros clandestinos o estuvieron incluso a disposición de otras Fuerzas.

De la ESMA se recordó, por ejemplo, que la maternidad clandestina funcionó en el casino de oficiales, y se la conocía como “La Sardá por izquierda”, “La maternidad Sardá” o “La Sardá de Chamorro”. Es uno de los lugares en donde dieron a luz parturientas de otros centros. Los sobrevivientes contaron que las embarazadas tenían un cuarto donde permanecían junto a sus niños y que se quedaban pocos días con ellos hasta que el prefecto Antonio Febres, el hombre a quien se lo vio en varias oportunidades salir de la ESMA con recién nacidos en sus brazos, se los llevaba. Entre los imputados por esos nacimientos están los médicos Arias Duval, Capdevilla y Magnacco.

Del Pozo de Banfield se lo recordó ubicado en el Camino Negro, en Lomas de Zamora. La maternidad ahí funcionó en una enfermería a donde llevaban a las detenidas a la hora de dar a luz. La pieza estaba en el segundo piso del centro clandestino, tenía una cama quirúrgica, instrumentales, un lavatorio y varios frascos; el médico ginecólogo que asistía a las parturientas era Jorge Antonio Bergés.

Por último, la acusación detalló que en Campo de Mayo los partos de detenidas embarazadas se efectuaron en unos galpones hasta mediados de 1977 y luego se hicieron en el Hospital Militar. Durante la primera etapa, cuando se hacían en el Pabellón 1, las parturientas contaban con un habitación de cinco metros por cinco metros que aparentemente había funcionado antes como cocina. Luego, en el Hospital Militar las pacientes permanecían en un cuarto con vigilancia en la puerta, no se registraba el ingreso ni de ellas ni de los niños que nacían.

Pero esas fueron las maternidades paradigmáticas. Entre los 34 casos que recoge la causa, existen casos de niños nacidos además en La Cacha, La Comisaría V de la Plata, Orletti, El Vesubio y Olimpo.

Algunos de ellos estuvieron ayer en la sala de audiencias. Entre ellos, Macarena Gelman, Victoria Donda, Leonardo Fosatti, Alejandro Sandoval. Además de ellos, también las abuelas ocuparon sus lugares, aquellas mujeres que durante estos años impulsaron la búsqueda de sus nietos, hijos de sus hijos desaparecidos, apropiados por los represores. Rosa Roisinblit, Buscarita Roa, Chicha Mariani o Elsa Pavón, cuyas imágenes replicadas por las cámaras del Incaa presentes en cada una de las audiencias de estos nuevos juicios iban generando un contrapunto con las caras de los represores.

“Estoy acá”, decía Chicha Mariani casi al comienzo de la audiencia. “Voy a intentar venir todas las veces que pueda.” Su caso se leyó con el número 32 durante la audiencia: Clara Anahí Mariani, leían los secretarios del TOF 6, hija de Diana Esmeralda Teruggi de Mariani y de Daniel Mariani, tenía tres meses de edad cuando fue separada de su madre, el 24 de noviembre de 1976. Todas las pruebas indican que sobrevivió al operativo en el que fue muerta su madre, pero aún hoy continúa desaparecida.

Videla al final de la audiencia se durmió.     

SALUDOS REVOLUCIONARIOS   

(Gran Papiyo)              


Respuesta  Mensaje 25 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 02/03/2011 03:51
Tapa de la fecha 01-03-2011 
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)             

Respuesta  Mensaje 26 de 61 en el tema 
De: Marthola Enviado: 02/03/2011 07:43
Tapa de la fecha 01-03-2011 
 

Bravo!

SALUDOS REVOLUCIONARIOS GRAN PAPIYO !!   

(marthola)              


 

Respuesta  Mensaje 27 de 61 en el tema 
De: Marthola Enviado: 02/03/2011 16:09
mati ayer era tannn tarde que
no me dí cuenta que el post era
tuyo y salude solo a papiyo
disculpá amiguita

Bravo!

SALUDOS REVOLUCIONARIOS MATI !!   

(marthola)              


 

 
 

Respuesta  Mensaje 28 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 10/04/2011 22:49
Más pruebas sobre la participación civil en el golpe militar de 1976

Los genocidas se aliaron con Ford para secuestrar a sus empleados

Publicado el 10 de Abril de 2011
Torturaron y desaparecieron a 25 obreros de la planta de Pacheco. Usaron el quincho como campo de concentración. Estuvieron un año a disposición del Ejecutivo, pero sobrevivieron para contarlo. Quien los delataba está en libertad.
 

El 24 de marzo de 1976 parecía un día más de trabajo para los 6500 obreros de Ford Motor Argentina. Al sonar la sirena de salida, cada uno volvía a su casa después de una larga jornada. Pero la sorpresa estaba en el portón de acceso. Allí, un grupo de militares de Campo Mayo había formado una fila, revisaba a cada operario y les pedía identificación. La pesadilla recién comenzaba. Esa mañana se llevaron a tres delegados de la comisión interna y en dos semanas los secuestrados llegaron a 26. Usaron tanquetas y hasta helicópteros para ocupar el predio. La mayoría fueron torturados en los quinchos del campo de deportes de la misma fábrica al grito de “zurdos, ustedes no tienen ni Dios ni patria”, donde entraron a punta de pistola recorriendo las líneas de producción.
La complicidad entre los directivos de Ford y el aparato estatal genocida quedó al descubierto tras una investigación encabezada por la periodista Mirian Lewin, emitida en Radio Nacional, al cumplirse un nuevo aniversario del último golpe de Estado. Tiempo Argentino reunió a cuatro de los sobrevivientes de aquella tragedia y volvieron al lugar del horror 35 años después.
“Ese día me presento a laburar como todos los días. Fichamos y voy a mi sección. Cuando me pongo a trabajar se acerca el capataz general y me dice: Troiani, no se mueva de acá porque lo están vigilando. Me voy al baño a ver si alguien me sigue. Y ahí tomé conciencia de que ese día me tocaba”, relata con la voz entrecortada Pedro Troiani, uno de los delegados detenidos de la planta de General Pacheco. Hacía 12 años que trabajaba como operario en el armado de las unidades. La carrocería llegaba pintada y en su sección armaban el motor y luego pasaba a reparación final.

–¿Cuándo lo detienen?
–El 13 de abril a las 10 de la mañana entra una camioneta azul que usaba mantenimiento por la puerta principal de la planta, la veo venir a 100 metros, con siete o diez militares caminando al lado de la camioneta. Llegan a la mitad de la planta y le preguntan a alguien quién es Troiani, y ese me señala. Después van a buscar a Conti y siguen levantando gente de toda la planta. Lo van a buscar a Propato, nos suben a los golpes con la culata de los fusiles a la camioneta, esposados. Nos sientan en el fondo y a él lo traen mal por el pasillo, lo venían golpeando delante de la gente.
–¿A dónde los llevaron?
–De ahí nos sacan mal a Conti, Propato, Traverso, Portillo y Arévalo. La camioneta sale fuera de la planta y van directo al campo de deportes, al famoso quincho nombrado en todas las denuncias. Nos bajan en el quincho y nos entran. Eran todos quinchos donde se hacían asados, con parrillas. Lo cerraron con lonas, lo techaron y nos amansaron a golpes. Ese fue el recibimiento del ejército de Campo de Mayo.

Carlos Alberto Propato estaba pintando la carrocería de un auto cuando vinieron a buscarlo. Fue uno de los delegados con el que más se ensañaron los militares. Una vez tirado en el piso, le cubrieron la cabeza con una bolsa de plástico y empezó a tener convulsiones.
Eran las 10:30 de la mañana cuando el capataz se acerca a la cabina de esmalte y le grita: “Te buscan.” Eran los muchachos de verde. Otra vez.
Tenía las manos y el cuerpo manchado de pintura. Pide permiso para cambiarse y buscar sus documentos. No lo dejan. “Adonde vas a ir no te van a hacer falta los documentos”, le dicen antes de pegarle un culatazo en la nuca.
A 35 años de aquel episodio que cambió su vida para siempre, Propato recuerda la crueldad de su detención. “Me ataron las manos con alambre y me subieron a la camioneta a las patadas. Y aparecimos en el quincho y la paliza fue infernal, una carnicería. La sangre brotaba por todos lados, un acto dantesco. La verdad es que no podía creer, nosotros nos preguntábamos, ¿todo esto por ser obreros?”
–¿Todo ocurrió dentro de la Ford?
–Sí, dentro de la Ford, porque a mí no me agarraron fuera de la planta. Mi turno comenzaba a las 6 de la mañana y terminaba 14:45 y a mí me sacan a las 10:45 de la mañana, el martes 13 de abril de 1976.
–¿Lo torturaron ahí?
–Sí, dentro de la planta. Me hicieron “submarino seco”, me zapatearon como 25 malambos con espuela y todo, una cantidad de culatazos. Cuando llegué a la comisaría de Tigre era un hígado como estaba.
–¿Qué responsabilidad tuvo la Ford en la desaparición de todos ustedes?
–Total. Cien por ciento. La Ford se asocia con el proceso, con Videla, Massera y Agosti y con la Triple A. Ellos están asociados. Los otros son los ejecutores, los milicos, porque a ellos les falta cerebro. A nosotros Ford nos recontra cagó la vida. Fue Ford quien nos entregó. Camps (Ramón, ex jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires) tomaba whisky con Curaut (José María, ex presidente de Ford) y nos decía: “Muchachos dennos la pelota, porque ahora la tenemos nosotros.”

Luis María Degiusti era delegado del comedor y apenas tenía 20 años cuando lo secuestraron. Levanta su mano derecha y, desde el puente que mira a la Ford sobre Panamericana, señala el lugar exacto de la detención. “Vinieron a buscarme directo a mí. Y de ahí me llevaron a la zona de los quinchos y me dieron una paliza infernal.”
Vicente Ismael Portillo muestra una foto en blanco y negro. Es el carnet que presentaba todas las mañanas antes de entrar a la fábrica. A él lo detienen el martes 13 de abril de 1976. También tiene en sus manos el último recibo de sueldo que cobró de la multinacional automotriz. “Mientras yo estaba detenido en la comisaría de Tigre a mi familia le llegaban telegramas de la empresa que decían que si no me presentaba a trabajar me iban a despedir. La situación era desesperante” (ver recuadro).
Ricardo Ávalos fue el último de los 25 en ser detenido. Su suerte estaba marcada el 21 de abril de 1976. “Yo no era delegado, pero siempre estaba tratando de resolver los problemas del resto de los compañeros. A las dos y media de la tarde mi capataz me dice: ‘Te tengo que entregar, y ahí caí con los demás’.”
Tanto los secuestrados en el interior como en la salida de la fábrica tenían un verdugo que los delataba: Héctor Francisco Sibilla. Este militar retirado, que tiene 85 años y aún hoy camina despreocupado por las calles del barrio porteño de Belgrano, fue jefe de Seguridad de la empresa y el que “marcaba” a los delegados y a otros operarios para facilitar a los militares la identificación de los que iban a ser secuestrados. Después prestó sus servicios a la embajada estadounidense.
“Este señor Sibilla tenía un lápiz grueso como un palo de luz: anotaba a morir. Estaba en todas las puertas, conocía a todo el mundo, tenía espías dentro de la planta, tenía operarios que trabajaban para la Seguridad de la empresa. Eran operarios y gente de Seguridad. Estaban infiltrados en las filas de los obreros”, recuerda Carlos Alberto Propato.
Pedro Troiani tiene la misma convicción y da su versión de los hechos: “La empresa se lavó bien las manos. Ellos permitieron que los milicos vinieran a buscar a cada uno. ¿Cómo nos identifcaban entre 6500 operarios? Venían con la fotito del legajo. La empresa marcó secciones, lugares, y sectores donde estábamos.”
Esto mismo fue denunciado por el abogado Tomás Ojea Quintana en la “Causa Ford”, que tiene a su cargo el juzgado de San Martín. “Tenemos evidencias de que el jefe de Planta, Muller, y el jefe de Seguridad, Sibilla, sabían que los secuestrados dentro de la Planta, reunidos en el campo de deportes, después eran retirados por la puerta 2, donde estaba instalada la guardia de seguridad privada. El personal militar que secuestraba personas venía con el legajo o la foto de los empleados. Hemos probado que esos legajos eran entregados por el área de Recursos Humanos, a cargo del señor Guillermo Galarraga, a los militares”, asegura Quintana.
Tomás Ojea Quintana es el abogado que patrocina la “Causa Ford” y defiende los intereses de los empleados de la empresa que fueron ilegítimamente detenidos durante la dictadura militar. La causa comenzó en 2003 cuando se reiniciaron los juicios vinculados al terrorismo de Estado, después de la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Pero luego de que el fiscal Delgado, a instancias de la querella, pidiera la indagatoria a José María Courard, ex presidente de Ford Argentina (ver recuadro), al señor Muller, jefe de la Planta de Pacheco, a Héctor Sibilla, jefe de Seguridad y al jefe de Personal, Galarraga, el expediente pasó a los tribunales de San Martín. Y hace dos años y medio que está virtualmente detenido y paralizado.

–¿En qué situación se encuentra la causa penal?
–Esperamos que la causa penal empiece a tener trámite. Que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación participe de estos juicios a partir de la constitucionalidad del juicio al señor Martínez de Hoz. Creemos que el Estado tiene que ponerse al frente de estos juicios vinculados a civiles que fueron cómplices de la dictadura, civiles entroncados en el aparato económico de la dictadura.
–¿Qué pasó con los puestos de trabajo de los secuestrados?
–Lo que hizo Ford después de conocer y ser artífice del secuestro de estos delegados gremiales fue mandarles un telegrama a sus domicilios, intimándolos a que se presentaran a trabajar bajo apercibimiento de despedirlos por abandono de trabajo. Un cinismo absoluto y perverso. Y efectivamente fueron todos despedidos por abandono del trabajo.

Unos meses antes del golpe, el clima ya era espeso dentro y fuera de la Ford. La Prefectura custodiaba las inmediaciones de la fábrica y algunos empleados pensaron que se trataba de una protección que la multinacional había pedido al gobierno por el reciente asesinato de un alto directivo a manos del ERP. Pero la realidad indicaba que los militares ya se habían instalado dentro de la fábrica y el campo de deportes era el centro de operaciones y, posteriormente, de secuestro y tortura.
Lo que iba suceder el 24 de marzo algunos ya lo sabían. Quince días antes, el secretario del SMATA, José Rodríguez, convocó a todos los delegados a la Federación de Box para realizar una asamblea. El mensaje fue premonitorio: “Muchachos, se viene el golpe. Yo, si tengo que hacerle la venia al milico, se la voy a hacer. Cuídense porque los cuadros intermedios van presos.”
Pedro Troiani recuerda que en aquel momento ni se imaginaban lo que podía venir después: “No teníamos idea de que los cuadros intermedios éramos nosotros. ¿Nosotros presos? No somos delincuentes, no agarramos jamás un arma. Y llegó el 24 y fue verdad, José Rodríguez nos lo había cantado.”
A diferencia de lo que sucedió en Mercedes Benz, los trabajadores de Ford sobrevivieron todos. Fueron secuestrados durante dos meses, en calidad de desaparecidos sin que sus familias supieran dónde estaban y después fueron legalizados. Permanecieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional alrededor de un año y después fueron liberados.
Treinta y cinco años más tarde, Portillo, Troiani, Degiusti, y Ávalos caminan al lado del portón de ingreso de los empleados de la fábrica y rodean el alambrado del enorme predio.
Se detienen y señalan las canchas de fútbol y los quinchos donde los empleados todavía hoy comen asados los fines de semana. “Ahí nos torturaron”, dicen los cuatro con los dedos en alto.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)         


Respuesta  Mensaje 29 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 28/05/2011 22:35
El Ministerio de Defensa dispuso las bajas de Menéndez y Bussi

Condenados y ahora degradados

Luego de la confirmación de la condena a prisión perpetua por el crimen de Vargas Aignasse, dos resoluciones del ministro Arturo Puricelli establecieron ayer las bajas de Menéndez y de Bussi de las filas del Ejército.

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Bussi y Menéndez pertenecían al Ejército desde hacía más de 60 años, cuando ingresaron al Colegio Militar.

Luciano Benjamín Menéndez y Antonio Domingo Bussi no integran desde ayer las filas del Ejército Argentino. La confirmación por parte de la Corte Suprema de Justicia de la condena a prisión perpetua que dictó en 2008 el Tribunal Oral Federal de Tucumán, por el secuestro y asesinato del ex senador Guillermo Vargas Aignasse, derivó en dos resoluciones del ministro de Defensa, Arturo Puricelli, por las cuales los dos mayores genocidas de la historia del norte argentino fueron degradados de la institución a la que pertenecían desde que ingresaron al Colegio Militar de la Nación, hace más de 60 años. La baja implica que los ahora ex generales dejarán de cobrar ingresos como retirados, recuperarán el estado civil del que gozaban cuando eran adolescentes y nunca más podrán volver a invocar al Ejército en primera persona. La noticia se conoció el mismo día en que el Tribunal Oral Federal de Salta, que juzga a Menéndez por secuestros y asesinatos en esa provincia, difundió un informe médico que dejaría al acusado fuera del juicio, el séptimo que afronta desde la reapertura de las causas, luego del infarto que sufrió el jueves.

La sentencia que deriva en las bajas de Menéndez & Bussi fue suscripta en agosto de 2008. El tribunal presidido por el juez Gabriel Casas e integrado por Josefina Curi y Carlos Jiménez Montilla condenó al ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército y al de la Quinta Brigada respectivamente a la pena de prisión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua, como caras visibles de “una asociación de jefes de distintas fuerzas militares y policiales que se reunían de manera subterránea para realizar delitos y garantizar impunidad”.

Los defensores de los genocidas apelaron el fallo que, casi dos años después, en junio pasado, fue confirmado por la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal, que integran los jueces Mariano González Palazzo, Augusto Díaz Ojeda y Gustavo Hornos. La misma sala rechazó luego una nueva apelación, por lo cual los abogados de los octogenarios decidieron presentar un recurso de queja ante la Corte Suprema de Justicia, que fue rechazado en los primeros días de 2011.

Según el comunicado difundido por el Ministerio de Defensa, tras el fallo del Tribunal Oral Federal de Tucumán la cartera dio intervención a la Auditoría General de las Fuerzas Armadas, que “opinó que resultaba procedente dictar la baja de ambos individuos como consecuencia de las penas e inhabilitaciones que se les aplicara”. Puricelli firmó ayer las resoluciones 408 y 409, por las cuales dispuso “la baja de las filas del Ejército Argentino de los Generales de División (R) Luciano Benjamín Menéndez y Antonio Domingo Bussi”. “Ambas resoluciones se adoptan en virtud de las leyes y las normativas militares vigentes”, agrega el comunicado. Voceros de Defensa precisaron que la baja implica el retorno al estado civil y la desvinculación definitiva de las filas del Ejército, que ya no tendrá que volver a pagarles su haber como retirados.

El Tribunal Oral de Salta, en tanto, dio a conocer ayer un informe médico según el cual Menéndez “no se encuentra en condiciones de seguir interviniendo” en el proceso por el secuestro y homicidio del ex gobernador Miguel Ramone. “La recuperación de su cuadro de infarto de miocardio demandará, salvo complicaciones, aproximadamente cuarenta días”, sostiene, y precisa que “el compromiso de tres vasos coronarios indica, desde el punto cardiológico (que se trata de) un paciente de alto riesgo”. Menéndez fue internado de urgencia el jueves y sometido a una angioplastia en una clínica de San Miguel de Tucumán, donde permanece internado.

El ex militar, de 83 años, afrontaba desde el mes pasado su séptimo juicio oral y público por crímenes de lesa humanidad y se alojaba hasta el momento de la internación en la casa de uno de sus hijos, en el country del Jockey Club del selecto barrio Yerba Buena, en Tucumán. No es mejor la salud de Bussi, que el mes pasado fue internado en terapia intensiva por problemas cardíacos y que también goza de arresto domiciliario en su casa de Yerba Buena.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)           


Respuesta  Mensaje 30 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 08/08/2011 01:34
Sólo 25 fueron procesados y apenas 16 recibieron condenas

La participación de los médicos durante el terrorismo de Estado

Publicado el 7 de Agosto de 2011
En La Pampa, el caso de tres profesionales de la salud puso en discusión el plan sanitario montado por la dictadura. Hoy atienden en sus consultorios, pero testigos aseguran que asistieron a los militares y presenciaron torturas.
 

Los médicos Miguel Antonio Aragón, Máximo Pérez Oneto y Atilio Cornachione, que en la actualidad ejercen su profesión en La Pampa, se desempeñaron activamente durante las acciones represivas desatadas por la última dictadura militar en la llamada Subzona 14, correspondiente a esa provincia, de acuerdo con las denuncias de varios ex detenidos desaparecidos, quienes señalan que los tres médicos presenciaron sesiones de tortura, asistieron a secuestrados en cárceles clandestinas y aconsejaron a los guardias que manejaban la picana eléctrica para que aflojaran con las descargas, haciendo indicaciones tales como “paren que se nos va”, frente a personas al borde de la muerte.
Aragón es hoy jefe de la División Sanidad Policial del Servicio Penitenciario Federal pampeano. Es decir, se encarga de velar por las buenas condiciones físicas de los reclusos. Toda una paradoja. Su nombre, dirección, número telefónico y correo electrónico de contacto, figuran en un listado oficial como parte del Departamento Personal de la Jefatura de Policía provincial.
Lo de Pérez Oneto y Cornachione es menos rimbombante. El primero es un especialista en enfermedades de piel, mientras que el segundo se ocupa de hacer tratamientos clínicos en su consultorio de la pequeña localidad de Toay, cercana a la capital Santa Rosa. Este presente de tranquilidad contrasta con la mano dura de aquellos años, que tuvo a este grupo de médicos en plena actividad como uniformados, de acuerdo con los relatos precisos de ex detenidos desaparecidos. De los tres, Pérez Oneto aparece como el más implicado, a partir de la existencia de cientos de fojas con su firma en el libro de entradas y salidas de “pacientes” que agonizaban en los centros clandestinos asentados en La Pampa.
Pero el trío era, en realidad, un cuarteto. El otro integrante era Juan Héctor Savioli, también visto en aquellos operativos durante los años de plomo. Sin embargo, a diferencia del resto del grupo, está confirmado que a Savioli la justicia ya nunca lo va a molestar por su pasado. Murió hace pocas semanas.
La denuncia contra Aragón, Pérez Oneto y Cornachione fue realizada por los mismos sobrevivientes de esa época: Nery Greta Sander de Trucchi (ex empleada del gobierno provincial), Raquel Barabaschi (entonces estudiante de la UTN de General Pico), Mireya Regazzoli (hija del gobernador destituido con el golpe de Estado de 1976), Luis Barotto (esposo de Barabaschi), Hermelinda Gándara (un agente de policía) y las celadoras Nilda Stork y Norma Trohil. Varios de ellos reconocen a los tres profesionales como las personas que los visitaron mientras permanecieron en cautiverio.
En estos momentos, la investigación conjunta para llevar a los médicos a juicio es realizada por un grupo de pampeanos integrado por Juan Carlos Pumilla, Norberto Asquini, Daniel Bilbao y Laura Cristina Rodríguez Kessy, entre otros. El trabajo se basa en la pesquisa y seguimiento que, sin ningún apoyo, llevó a cabo en la década de 1980 el fallecido periodista Marcelino Acosta; esfuerzo que hoy retoma su nieto Claudio. A eso se le suma el aporte de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, a través de la abogada que el organismo tiene en la provincia, Carina Mercedes Salvay.
Mientras tanto, los acusados realizan sus tareas con total normalidad. Tienen vigentes sus matrículas de habilitación, ya que el Círculo Médico de La Pampa, entidad encargada de avalar las colegiaturas, siempre se negó a expedirse sobre el tema.
El año pasado, Aragón, Pérez Oneto y Cornachione pudieron zafar de la justicia. Fue en noviembre, cuando el Tribunal Oral Federal pampeano, integrado por José Mario Tripputi, Armando Márquez y Eugenio Krom, tras el primer juicio desarrollado en la provincia contra responsables de delitos de lesa humanidad, condenó a penas de entre ocho y 12 años de prisión en cárcel común a genocidas de la Subzona 14. Después del veredicto, los acusados Roberto Constantino, Omar Aguilera, Roberto Fiorucci y Carlos Reinhart (comisarios), sumados a Néstor Greppi (edecán del ex presidente Raúl Alfonsín) y a Néstor Cenizo, Athos Reta, Oscar Yorio y Hugo Marenchino, tuvieron que mudarse a la Colonia Penal de Santa Rosa, conocida como Unidad 4.
Durante ese proceso, los apellidos de los tres médicos fueron mencionados en varias oportunidades como parte del engranaje sanitario de las fuerzas de seguridad, pero recién ahora las pruebas y testimonios que se están acumulando pueden lograr que finalmente sean sentados en el banquillo como principales acusados.
La causa, que actualmente se encuentra en los Tribunales Federales de La Pampa, está en la etapa de instrucción, reuniendo información para formalizar la acusación penal contra los médicos. Los querellantes esperan que la elevación a juicio oral llegue antes de fin de año.
“Se juntaron indicios cada vez más firmes con el objetivo de demostrar el papel directo e indirecto que el personal de la salud ocupó durante la represión en nuestra provincia, tanto en fuerzas policiales como militares”, explicó la abogada Salvay a Tiempo Argentino. También recordó que “en aquellas audiencias, la exposición de Pérez Oneto fue entrecortada, soberbia y confusa, y estuvo al borde de la detención por falso testimonio”. La integrante de la Liga agregó que “las palabras de las víctimas son incontrastables, porque dejan en claro que los médicos se encontraban presentes dentro de las salas de tortura, les efectuaban controles de pulso y presión, y hasta se animaban a dar instrucciones a los carceleros, como por ejemplo atenuar la tortura para que la persona no muriera”. De acuerdo a la acusación de Salvay, “ellos eran los que asistían diariamente a los detenidos en los centros clandestinos, y revisaban tanto a los secuestrados como a los reclusos comunes”.
Hasta ahora, todo ese material recopilado viene chocando con una estrategia ensayada por la defensa de los médicos: invocan supuestos documentos con los que “prueban” que ellos no estuvieron en La Pampa en el momento de las torturas, a pesar de la palabra de los mismos torturados, que los señalan por haber formado parte de las sesiones de picana. “Cornachione –que por entonces reportaba en el Batallón 101 de Toay– dice que permaneció en La Pampa entre junio de 1977 y la navidad de 1978, hasta que le dieron de baja. En el caso de Aragón, argumenta que llegó a la provincia recién en marzo de 1979”, relató Salvay. La abogada señaló que este tipo de maniobras “es algo repetido en los juicios a los genocidas: informes que las mismas Fuerzas se encargan de producir, que distorsionan las fechas de estadía de los acusados en los lugares donde se les imputan delitos de lesa humanidad”.
José Schulman, secretario de la Liga y detenido-desaparecido en la cárcel de Coronda durante siete meses, recordó que es determinante hablar de “Estado terrorista, es decir, de un conjunto de instituciones que componían un sistema represivo estudiado y organizado”. La importancia de esta mirada radica en que “en ese marco, una de las patas en las que se basó la política de genocidio fue la llamada fuerza sanitaria, con profesionales militares, policiales y penitenciarios, y un sistema hospitalario que manejaba desde maternidades clandestinas hasta servicios de rutina para el control de los secuestrados”. Schulman considera que “el caso de La Pampa es un ejemplo de ese entramado”, algo que fue quedando en evidencia a partir de un minucioso trabajo de investigación y una serie de informaciones cruzadas por el periodista Marcelino Acosta, que tuvieron que esperar mucho tiempo para ver la luz.
“Aragón, por ejemplo –sostuvo Schulman–, siempre ocupó funciones públicas, y a pesar de que existen testimonios que lo inculpan, ni la provincia ni el Colegio Médico hicieron absolutamente nada al respecto. En otras palabras: la corporación médica se calló la boca.” Esto a pesar de los reclamos de la liga, que exigió que de inmediato fuera separado de su cargo. “Más allá de cualquier supuesta documentación que presente para limpiar su pasado, los juicios y la memoria se construyen sobre la base de la palabra de los sobrevivientes, y son los sobrevivientes los que lo vieron mientras los picaneaban”, remarcó Schulman.
El otro punto que obstaculiza el avance de los procesos es que en muchos casos estos médicos incluso hicieron brillantes carreras y hasta son “respetados” por la comunidad científica y por sus pacientes. “Obviamente, no saben lo que esta gente hacía durante la represión, como pasó con Carlos Jurio, Enrique Corsi y Luis Favole, que atendían a detenidos en la Unidad 9 de La Plata”, explicó Schulman.
Otros testimonios que incriminan a Aragón, Pérez Oneto y Cornachione son los de los doctores Jorge Irazusta, Américo Taborda y Stella Truol, perseguidos y amenazados por la dictadura. El primero debió exiliarse junto a su esposa y compañera de militancia en Canadá, donde reside actualmente, mientras que Taborda y Truol salvaron milagrosamente sus vidas después que los grupos de tareas pampeanos intentaran asesinarlos por sus trabajos dentro del Plan Provincial de Salud, proyecto que entre 1975 y 1977 trató de poner en pie al Hospital Municipal Lucio Molas y reivindicar el papel de la atención pública en esa región.
“Mirá que hay que aguantar entrar a una sala de tortura, bancarse los gritos de dolor, la sangre, el olor a piel quemada. Algo terrible, no es para cualquiera”, sostuvo Schulman, y recordó que “la tradición represiva que tiene este país hizo que la policía y los militares fueran preparados para eso. Pero lo increíble es que los médicos se hayan plegado. Justo ellos, formados en una profesión que debería salvar vidas.”
Por todos estos elementos, para la abogada Salvay aquellos médicos que formaron parte del engranaje represivo local “no fueron un eslabón más, sino una pieza especialmente necesaria dentro del sistema genocida, porque con sus conocimientos sabían manejar los límites del dolor y el sufrimiento de cada víctima. Hasta su muerte quedarán convertidos en médicos torturadores, por acción u omisión.” 

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)       


Respuesta  Mensaje 31 de 61 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 14/09/2011 03:02
Martes, 13 de septiembre de 2011
Empezó el megajuicio por el secuestro y desaparición de 281 víctimas en el circuito represivo de Ramón Camps

Veintiséis represores frente a sus atrocidades

Durante un año y medio, más de 500 testigos contarán cómo fue el operativo en el que se secuestró a la hija de Chicha Mariani, cómo se torturó a los chicos de la Noche de los Lápices, qué le hicieron a Jacobo Timerman, entre otras causas emblemáticas.

Por Alejandra Dandan
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En el centro, el médico Bergés, uno de los represores que empezaron a ser juzgados por la represión ilegal ordenada por el fallecido Ramón Camps.

Esas palabras que podían llegar a perforarles los oídos a medida que bajaban esposados de los móviles del Servicio Penitenciario Federal se potenciaron, abrumadoras, dentro de la sala, acaso acentuadas por las escenográficas formas del Teatro platense de la AMIA. Víctimas y sus victimarios se juntaron cuando todo estaba listo para comenzar un juicio histórico: el primero oral por los crímenes cometidos durante la dictadura en los centros clandestinos que integraron el llamado Circuito Camps. Pese a eso, a que todo estaba listo, algo pasó. Durante veinte minutos la sala estuvo sin los jueces del Tribunal Oral Criminal Federal 1. Como en un ritual en el que de pronto se alteran todas las rutinas, las víctimas, solas, frente a las espaldas de los acusados, soltaron lo único que tenían a mano: sus palabras. ¡Cobardessss!, gritó alguien. ¡Asesino! ¡Hijos de putaaaa!, decía la sala convertida en una única voz. ¡Abusadores! ¡Violadores! ¡Pervertidos!, seguían. Y empezaron a pronunciar el nombre mántrico de los caídos: Jorge Julio López, Adriana Calvo. “¡Pónganle esposas al segundo que se hace el rengooo!”, dijeron. “¡Contestá dónde está López!”, se oyó. Dijeron y cantaron “Como a los nazis...”. Dijeron presente por los 30 mil desaparecidos. Volvieron a cantar hasta que entonces sí, dos horas después del comienzo previsto, y mucho después de que cada uno haya ocupado su lugar, el presidente del TOCF 1 Carlos Rozanski entró a empezar con el juicio.

El proceso que comenzó en La Plata tiene las dimensiones de una megacausa. Varios tramos de seis centros clandestinos que integraron el circuito de la Jefatura de Policía bonaerense a cargo del brutal Ramón Camps confluyeron en este juicio que reunirá durante un año y medio el tránsito de más de 500 testigos, por 281 víctimas, entre las que hay menores de edad y embarazadas, en contra de 26 represores, entre los cuales están las figuras negras de la represión de la provincia.

El jefe de la Brigada de Inteligencia de la Policía Bonaerense –el primer lugar al que llegaban las víctimas secuestradas y espacio de distribución de los prisioneros–, el policía Miguel Etchecolatz todavía no había llegado a la sala cuando empezó la audiencia. En ese comienzo, en cambio, se habían sentado los otros acusados, tres de los cuales subieron al escenario arrastrados en sillas de ruedas. Entre ellos, dos de los tres militares juzgados: Ibérico Saint Jean, ex gobernador bonaerense que llegó al juicio defendido por su hijo. Agustín Arias Duval, el ex jefe del Destacamento de Inteligencia 101 del Ejército y entre los dos se sentó el médico de policía Jorge Bergés, también reducido a la silla de ruedas. El resto ocupó otras tres tumultuosas hileras. En un extremo, se sentó el primer civil con rango de ministro que llega a ser juzgado por delitos de lesa humanidad: Jaime Lamont Smart, ex ministro de Gobierno de Saint Jean, pero además abogado que consiguió poco más tarde la autorización del Tribunal para asumir su propia defensa. La decisión, complicada, criticada en otras jurisdicciones porque de ese modo puede preguntar a los testigos y convertir el interrogatorio en una suerte de careo, le permitió rápidamente desplazarse, maletín en mano, de la silla de acusado a la mesa de los abogados. Los otros acusados son mayoritariamente los ex policías de la Bonaerense que libraron la batalla en nombre de la represión. Entre ellos, Norberto Cozzani, mano derecha de Etchecolatz, y Hugo Alberto Gullana, su chofer, acusado de robarse a Clara Anahí, la nieta de María Isabel “Chicha” Chorobick de Mariani.

Chicha también estaba ahí. Pese a sus ojos casi ciegos, a su bastón, se sentó a la espera, como en cada comienzo de juicio, de que, a lo mejor, alguno de ellos, esta vez, diga algo. “Para mí es muy distinto este juicio de los otros porque se va a juzgar el caso de Clara Anahí”, dijo Chicha. “No tengo muchas esperanzas porque los veo tan crueles, tan duros, pero uno siempre espera en un rincón del corazón que uno de ellos diga la verdad, es cierto que ya se murieron muchos, pero tengo la esperanza de que alguno hable.”

El hijo de Saint Jean en calidad de abogado dijo que su padre de 89 años tiene problemas de salud avalados por informes de tres peritos forenses: “¡Es estéril e ilegal que esté presenciando el debate en esta sala!”, clamó. La abogada de Arias Duval pidió lo mismo e invocó un cuadro de cáncer terminal. Se sumó el abogado de Rodolfo Campos, el tercer militar juzgado, subjefe de policía de Camps.

Rozanski reprendió al Servicio Penitenciario por las demoras. Y el más demorado fue Etchecolatz, que llegó después de la una de la tarde. Ante la ausencia, el juicio empezó con la lectura de los dos únicos tramos que no lo tienen de acusado. Uno, contra Bergés por falsificación de documentos en la apropiación de Pedro Luis Nadal García, y el otro contra el policía retirado Santiago Antonini por el secuestro de Chicha Mariani el 10 de diciembre de 1976, en su casa, durante media hora, pero cuando la patota que integraba buscaba a su hijo, a días del ataque a la casa de la calle 30. Ese comienzo azaroso por la ausencia de Etchecolatz se convirtió sin embargo en una entrada simbólica porque plantó en medio de la sala el ataque a la imprenta de Montoneros y el asesinato de los militantes de la calle 30.

Antonini estuvo en la casa de Chicha Mariani después del ataque. Ella lo reconoció en una audiencia de los Juicios por la Verdad, pero él participó a su vez del ataque a la casa de la calle 30, como surge de sus fojas de servicio. La Jefatura lo felicitó después del ataque “por haber participado” y abatir a quienes mantenían ocultas armas y hacer un hallazgo que calificaron de “sorprendente”, por la imprenta de Montoneros. El ataque, se recordó en la sala, buscó “anular el funcionamiento de una imprenta oculta ingeniosamente en la pared, donde se imprimía material de Montoneros”. Y “el objetivo principal fue exterminar a los ocupantes de la casa”. Recordaron el impresionante despliegue de fuerzas militares y policiales, la presencia anticipada de morgueros: “Esta es una muestra de la brutalidad que tenía quien comandó ese ataque, que fue Miguel Etchecolatz”, recordó la elevación. Hubo despliegue de todo tipo de armamentos, explosivos, lanzacohetes. “De allí que no hubo un enfrentamiento, sino una verdadera masacre planificada que cumplió con su objetivo de eliminar a los ocupantes para hacer tronar el escarmiento a implantar en La Plata y en el país y llevarse como trofeo a la pequeña hija de dos militantes de Montoneros.”

Ese será un eje al que volverá el debate en los primeros tiempos. De acuerdo con el cronograma, el debate comenzará con los casos que rodearon el ataque de la calle 30, el robo de Clara Anahí y el secuestro de Chicha. Esa escala permitirá ingresar a uno de los microcircuitos integrado por la Brigada de Investigaciones de La Plata, Comisaría V con jurisdicción en el lugar y el Pozo de Arana.

Claudia Belingieri es perito de la causa, investigadora a cargo de los archivos de la ex Dipba, la Dirección de Inteligencia de la Bonaerense. “Los 29 centros clandestinos que incluyó el Circuito Camps funcionaron en comisarías, puestos y destacamentos, es decir –dice–, estaban montados sobre la estructura de la Policía Bonaerense que conducía Camps y Camps militarizó a la policía para ponerla al servicio de la represión.”

El debate avanzará así en causas emblemáticas que tuvieron lugar en ese tramo: el secuestro de los Graiver, el de Jacobo Timerman, Julio López y Adriana Calvo, quien seguramente encontrará la forma de estar presente pese a su muerte, porque la fiscalía pidió que se incorpore uno de sus últimos testimonios filmados. Lo mismo se hará con Julio López.

Emilce Moler era estudiante de Bellas Artes cuando empezó a militar en la Unión de Estudiantes Secundarios. Parte de los jóvenes secuestrados en la llamada Noche de los Lápices, otro de los casos que integrarán la primera parte del juicio. Emilce, que estuvo ayer en la sala, aclaró que no los secuestraron por la pelea del boleto estudiantil, que eso sucedió un año antes, que los secuestraron por la UES. Ella pasó el primer tramo de su secuestro en el Pozo de Arana, de ahí pasó a la Brigada de Quilmes, luego a la Comisaría de Valentín Alsina y luego quedó blanqueada en el Penal de Devoto hasta 1978, en que salió en libertad vigilada. “Yo siento que éste es un juicio bueno y reparador”, dijo al comienzo, todavía en la entrada. “Un juicio de esta magnitud es muy emblemático porque se puede centralizar el Circuito Camps, pero porque también aparece un civil, policías y militares: es una muestra de lo que pasaba con los distintos actores que intervinieron desde distintos lugares para que la represión de una dictadura cívico-militar pudiera darse en los distintos grados.”

Afuera, mientras tanto, estaban los que todavía no iban a entrar. Las banderas de HIJOS La Plata y de las agrupaciones que montaron una radio abierta. Las fotos de Jorge Julio López. El paso raudo de Etchecolatz más tarde bajando en medio de nuevos gritos de cobarde y de asesino. Las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo. Vera Jarach, Carmen Lapacó, Enriqueta Maroni, Mirta Baravalle, Elsa Pavón, Adelina de Alaye, Alba “Nieca” Martino. Las querellantes de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, Justicia Ya!, Abuelas de Plaza de Mayo y Alejo Ramos Padilla, que acompañó por última vez a Chicha Mariani porque asumirá de juez en los próximos días. Entre el público, hubo sobrevivientes de todos los centros. La audiencia seguirá hoy y se hará lunes y martes en La Plata.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)           



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