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De: Laura Frias (Mensaje original) |
Enviado: 31/08/2017 00:46 |
La nieve cortó el camino
La nieve
cortó el camino
tú no estabas
me senté con las piernas cruzadas
contemplando tu rostro
con los ojos cerrados.
No pasaban barcos ni volaban aviones
tú no estabas
yo permanecía apoyado en la pared
hablando y hablando
sin abrir la boca.
Tú no estabas
mis manos te acariciaban
yo me tapaba la cara con las manos.
Nazim Hikmet
Diciembre de 1959
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Este poema es genial, no pierde actualidad. Gran poeta Sor Juana Inés.
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De: diana72 |
Enviado: 01/11/2017 16:56 |
De verdad, sabias palabras. No conocía este poema. Gracias.
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El mar: El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar? En sueños la marejada me tira del corazón; se lo quisiera llevar. Padre, ¿por qué me trajiste acá? Gimiendo por ver el mar, un marinerito en tierra iza al aire este lamento: ¡Ay mi blusa marinera; siempre me la inflaba el viento al divisar la escollera! (Rafael Alberti)
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De: diana72 |
Enviado: 02/11/2017 15:55 |
Ausencia
Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde .
Jorge Luis Borges
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De: diana72 |
Enviado: 04/11/2017 16:21 |
El mañana efímero
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su marmol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
Antonio Machado
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De: diana72 |
Enviado: 06/11/2017 15:15 |
Poema Te Amo, Perdóname Mi amor
Te amo, sí ¡Perdóname mi amor!
Pajarito que yerras tu camino, como tú, estoy cazada.
Cuando mi corazón se estremeció de dicha,
perdió su velo y se quedó desnudo.
Cúbrelo tú de piedad, ¡y perdóname mi amor!
Si no puedes amarme, ¡perdóname mi pena!
¡Pero no me mires así, desde tan lejos!
Me arrastraré callada a mi rincón
y m sentaré en la sombra, tapando con mis dos manos
la vergüenza desnuda. No me mires , no me mires,
¡y perdóname mi pena!
Si me amas, ¡perdóname mi alegría!
No te rías de mi descuido porque ves que mi corazón
se me va en este mar de ventura.
Cuando me siente yo en mi trono,
y reine sobre ti, tirana de mi amor;
cuando, como una diosa, yo te conceda mis favores,
sé tú indulgente con mi orgullo,
¡y perdóname mi alegría!
Rabindranath Tagore
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Amor Importuno Dos dudas en que escoger Tengo, y no se a cual prefiera, Pues vos sentís que no quiera Y yo sintiera querer. Con que si a cualquiera lado Quiero inclinarme, es forzoso Quedando el uno gustoso Que otro quede disgustado. Si daros gusto me ordena La obligación, es injusto Que por daros a vos gusto Haya yo de tener pena. Y no juzgo que habrá quien Apruebe sentencia tal, Como que me trate mal Por trataros a vos bien. Mas por otra parte siento Que es también mucho rigor Que lo que os debo en amor Pague en aborrecimiento. Y aun irracional parece Este rigor, pues se infiere, Si aborrezco a quien me quiere ¿qué haré con quien aborrezco? No se como despacharos, Pues hallo al determinarme Que amaros es disgustarme Y no amaros disgustaros; Pero dar un medio justo En estas dudas pretendo, Pues no queriendo, os ofendo, Y queriéndoos me disgusto. Y sea esta la sentencia, Porque no os podáis quejar, Que entre aborrecer y amar Se parta la diferencia, De modo que entre el rigor Y el llegar a querer bien, Ni vos encontréis desdén Ni yo pueda encontrar amor. Esto el discurso aconseja, Pues con esta conveniencia Ni yo quedo con violencia Ni vos os partís con queja. Y que estaremos infiero Gustosos con lo que ofrezco; Vos de ver que no aborrezco, Yo de saber que no quiero. Sólo este medio es bastante A ajustarnos, si os contenta, Que vos me logréis atenta Sin que yo pase a lo amante, Y así quedo en mi entender Esta vez bien con los dos; Con agradecer, con vos; Conmigo, con no querer. Que aunque a nadie llega a darse En este gusto cumplido, Ver que es igual el partido Servirá de resignarse.
Sor Juana Inés de la Cruz |
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LA PANTERA
Su mirada se ha cansado de tanto observar esos barrotes ante sí, en desfile incesante, que nada más podría entrar ya en ella. Le parece que sólo hay miles de barrotes y que detrás de ellos ningún mundo existe. Mientras avanza dibujando una y otra vez con sus pisadas círculos estrechos, el movimiento de sus patas hábiles y suaves va mostrando una rotunda danza, en torno a un centro en el que sigue alerta una imponente voluntad. Sólo a veces, permite en silencio, la apertura de los cortinajes que ocultaban sus pupilas; y cruza una imagen hacia adentro, se desliza a través de los tensos músculos cae en su corazón, se desvanece y muere.
Rainer Maria Rilke
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De: diana72 |
Enviado: 14/11/2017 00:55 |
Sonatina
La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».
Ruben Darío
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Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal. ¡todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER |
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Es posible que haya insertado antes este poema de Lihn, porque es uno de los que más me gustan. Conocí superficialmente a Lihn y lo consideraba insoportable, su expresión facial parecía hacer sentir que todo le era antipático y desdeñable (era bastante feo) no lo habia leído y puede que no haya escrito mucho en esos años, mediados de los cincuenta. Mucho, muchísimo después conocí su poesía y la pude apreciar.
PORQUE ESCRIBÍ
Ahora que quizás, en un año de calma, piense: la poesía me sirvió para esto: no pude ser feliz, ello me fue negado, pero escribí. Escribí: fui la víctima de la mendicidad y el orgullo mezclados y ajusticié también a unos pocos lectores; tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto; una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies. Pero escribí: tuve esta rara certeza, la ilusión de tener el mundo entre las manos ¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco con toda su crueldad innecesaria Escribí, mi escritura fue como la maleza de flores ácimas pero flores en fin, el pan de cada día de las tierras eriazas: una caparazón de espinas y raíces De la vida tomé todas estas palabras como un niño oropel, guijarros junto al río: las cosas de una magia, perfectamente inútiles pero que siempre vuelven a renovar su encanto. La especie de locura con que vuela un anciano detrás de las palomas imitándolas me fue dada en lugar de servir para algo. Me condené escribiendo a que todos dudarán de mi existencia real, (días de mi escritura, solar del extranjero). Todos los que sirvieron y los que fueron servidos digo que pasarán porque escribí y hacerlo significa trabajar con la muerte codo a codo, robarle unos cuantos secretos. En su origen el río es una veta de agua allí, por un momento, siquiera, en esa altura luego, al final, un mar que nadie ve de los que están braceándose la vida. Porque escribí fui un odio vergonzante, pero el mar forma parte de mi escritura misma: línea de la rompiente en que un verso se espuma yo puedo reiterar la poesía. Estuve enfermo, sin lugar a dudas y no sólo de insomnio, también de ideas fijas que me hicieron leer con obscena atención a unos cuantos psicólogos, pero escribí y el crimen fue menor, lo pagué verso a verso hasta escribirlo, porque de la palabra que se ajusta al abismo surge un poco de oscura inteligencia y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados. Porque escribí no estuve en casa del verdugo ni me dejé llevar por el amor a Dios ni acepté que los hombres fueran dioses ni me hice desear como escribiente ni la pobreza me pareció atroz ni el poder una cosa deseable ni me lavé ni me ensucié las manos ni fueron vírgenes mis mejores amigas ni tuve como amigo a un fariseo ni a pesar de la cólera quise desbaratar a mi enemigo. Pero escribí y me muero por mi cuenta, porque escribí porque escribí estoy vivo.
Enrique Lihn
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DE ZORRILLA
Corriendo van por la vega,
a las puertas de Granada,
hasta cuarenta gomeles
y el capitán que los manda.
Al entrar en la ciudad,
parando su yegua blanca,
dijo éste a una mujer
que entre sus brazos lloraba:
_ Enjuga el llanto, cristiana,
no me atormentes así,
que tengo yo, mi sultana,
un nuevo Edén para ti.
Tengo un palacio en Granada,
tengo jardines y flores,
tengo una fuente dorada
con más de cien surtidores.
Y en la vega del Genil
tengo parda fortaleza,
que será reina entre mil
cuando encierre tu belleza.
Y sobre toda una orilla
extiendo mi señorío;
ni en Córdoba ni en Sevilla
hay un parque como el mío.
Allí la altiva palmera
y el encendido granado,
junto a la frondosa higuera
cubren el valle y collado.
Allí el robusto nogal,
allí el nópalo amarillo;
allí el sombrío moral
crecen al pie del castillo.
Y olmos tengo en mi alameda
que hasta el cielo se levantan,
y en redes de plata y seda
tengo pájaros que cantan.
Y tú mi sultana eres;
que, desiertos mis salones,
está mi harén sin mujeres,
mis oídos sin canciones.
Yo te daré terciopelos
y perfumes orientales,
de Grecia te traeré velos,
y de Cachemira chales.
Y te daré blancas plumas
para que adornes tu frente,
más blancas que las espumas
de nuestros mares de Oriente;
Y perlas para el cabello,
y baños para el calor,
y collares para el cuello;
para los labios.... ¡amor!-
_ ¿Qué me valen tus riquezas
_ respondiole la cristiana _
si me quitas a mi padre,
mis amigos y mis damas?
Vuélveme, vuélveme, moro,
a mi padre y a mi patria,
que mis torres de León
valen más que tu Granada.
Escuchola en paz el moro,
y manoseando su barba,
dijo, como quien medita,
en la mejilla una lágrima:
_ Si tus castillos mejores
que nuestros jardines son,
y son más bellas tus flores,
por ser tuyas, en León,
y tú diste tus amores
a alguno de tus guerreros,
hurí del Edén, no llores,
vete con tus caballeros.
Y dándole su caballo
y la mitad de su guardia,
el capitán de los moros
volvió en silencio la espalda.
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De: diana72 |
Enviado: 27/11/2017 23:56 |
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Angel Buesa Te digo adiós, y acaso te quiero todavía. Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós. No sé si me quisiste... No sé si te quería... O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco, me lo sembré en el alma para quererte a ti. No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco; pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, y el corazón me dice que no te olvidaré; pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo, tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida, mi más hermoso sueño muere dentro de mí... Pero te digo adiós, para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti.
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Descubrí, a través de dos poetas conocidos y dispares, al inquietante español Leopoldo María Panero, nacido en 1948 y ya fallecido. Su padre fue el Leopoldo Panero que estudiamos en la escuela, de la época franquista. El hijo siguió otros caminos hasta atravesar esa cortina de lo que se entiende por cordura. Sus últimas residencias fueron psiquiátricos desde donde siguió escribiendo.
La canción del indio Crow Qué larga es la ribera de la noche, qué larga es. No hay animales ya ni estrellas y el matorral de los recuerdos la vida es una línea recta, qué larga es la ribera de la noche qué larga es. El mar, al lado, tan oscuro ya ni la luna quiere verme y allá en el pozo sepultada la miel aquella de esos labios que de algo como amor me hablaron, luego en silencio se quedaron: qué larga es la ribera de la noche, qué larga es. Flotan cabellos en el agua de una mujer que no existió y en la cabeza hay unas letras la A, la V más dos Os: qué larga es la ribera de la noche qué larga es. Tal vez sea un oso lo que anda con una pierna y luego otra, las huellas son como de oso, no de yo. Qué larga es la ribera de la noche, qué larga es. No se terminará nunca la playa con esa sombra que recorre ese desierto tal un péndulo: qué larga es la ribera de la noche, qué larga es. Cómo saber si ya estoy muerto o si aún vivo como dicen si allá en la playa sólo hay playa atrás, delante sólo hay playa cómo saber si yo soy indio si yo soy Crow o yo soy Cuervo, si ni la Luna quiere verme y Padre Sol nunca aparece: qué larga es la ribera de la noche, qué larga es. No es que esté solo, es que no existo es que no hay nadie en esta playa y ya ni yo aun me acompaño son estos ojos cual dos cuevas y en mi cabeza sopla el viento: será la muerte como un vino? habrá mujeres en la tumba? Qué larga es la ribera de la noche, qué larga es. De El que no ve
La maldad nace de la supresión hipócrita del gozo
Una cucaracha recorre el jardín húmedo de mi chambre y circula por entre las botellas vacías: la miro a los ojos y veo tus dos ojos azules, madre mía. Y cantas, cantas por las noches parecida a la locura, velas con tu maldición para que no me caiga dormido, para que no me olvide y esté despierto para siempre frente a tus dos ojos azules, madre mía.
"Poesía" 1970 - 1985
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