* - ¿Odio? – Cuestiona mientras avanza un par de pasos, buscando acercarse aún más a la imagen del Lemuriano. – No poseo esa clase de debilidad, ni sentimientos mortales. – Responde, haciendo evidente que su existencia es superior a la de los seres humanos en el instante en que se percata de la peculiaridad que comienza a sufrir el cuerpo del enemigo en turno, dejando notar como se frunce el entrecejo mientras observa en silencio, limitándose a escuchar lo que le comunica el ateniense. – Sin embargo, puedo notar como tu egoísmo contradice los ideales de los caballeros de Atenea… ¿Por qué la vida de Atenea es más importante que el orden del mundo? – Adjunta tajante y sereno, mostrándose inmutable aun cuando contempla como la efigie de Mu ha desaparecido del terreno de combate. – Las leyes del Rey de los Dioses han sido respetadas incluso antes de que existieran los humanos… No hay forma que se permita que actúen en contra de la voluntad de Zeus. – Determina justo cuando levanta la mano derecha, admitiendo una postura defensiva mientras sus sentidos se agudizan al máximo, notándose como algunas rocas se fragmentan a causa de la presión que ejerce sobre el ambiente. – No les permitiremos hacer uso de ese poder maldito. – …* Odiseo «« Ten no Tamashi »»

 

* En ese momento puede notarse como Odiseo abre los ojos más de lo normal, mostrándose sorprendido ante la repentina aparición, misma que ha generado una emoción que no había experimentado antes, pero que ahora le dominaba por completo, pues el respeto hacia la Deidad regente del Olimpo es absoluto, tanto que en ese instante solo alcanza a colocar una rodilla sobre el suelo. En tanto, inclina la cabeza. “¿Por qué ha descendido al Templo Lunar? ¡Es imposible!” Piensa mientras escucha con atención las palabras, las cuales le generan aún más extrañeza, ya que Zeus es firme a sus leyes. – Pero… Sus órdenes… - Menciona con lentitud mientras inclina nuevamente la mirada, resultándole a cada momento aún más extraño el comportamiento del Dios. “Esta presencia, es más débil… ¿Qué sucede?” Continúa analizando conforme empuña las manos, siendo esta una reacción involuntaria, una que demuestra la duda sobre todo lo que acontece en el campo de batalla. “En qué momento… ¿Dónde?”… * Odiseo «« Ten no Tamashi »»

* - Estoy aquí Odiseo - Palabras que se oyen desde el suelo, a un costado del ángel, mientras tanto la figura del Padre de los Dioses permanece estática, en tanto una delicada bruma lo cubre poco a poco, desde los pies hasta los cabellos, como si fuese encargada de bañar la figura del Dios la cual se observa resplandeciente a un punto que el brillo que despide es inimaginable, excesivo, hasta que ninguna de sus facciones son visibles, perdiéndose en medio de un estertor de luz que se irradia en toda su gama de tonalidades. Al parecer las últimas imágenes en el escenario obedecen a visiones proyectadas por el Atheniense, Hace muchos años existió una raza de seres especiales, que vivían en un sólo lugar, era conocido como el Continente de Mu. Eones de paz y sabiduría pasaron en ese lugar del que pocos se acuerdan, hasta que un cataclismo natural acabó con casi toda la raza y con el Continente. Muy pocos quedaron y uno de ellos es aquel que vuelve a aparecer caminando lentamente, rodeado de un manto dorado fabuloso y prácticamente vivo. - Odiseo, ¿acaso crees que un Padre dictaría reglas que luego pondrían en peligro de muerte a una de sus hijas? ¿No ves que esas reglas fueron creadas en una época de guerra? - Con tales palabras, la figura del Dorado se hace más nítida a medida que se acerca al lugar, con sus ojos fijos en la figura del emisario de los Dioses. - Levántate y honra tu palabra de proteger a los Dioses y ayúdanos! - Con éstas últimas palabras, el peli largo se detiene a pocos metros del Ángel, sin alterar en absoluto la determinación de su mirada, sólo su energía universal se hace más vívida, con una danza mucho más armónica y poderosa.*

* “¿Una ilusión?” Se cuestiona justo después de haber escuchado las palabras del invasor, así como de contemplar como desaparece la imagen de Zeus, el todo poderoso Dios que rige el Olimpo con una voluntad de hierro, así como con una disciplina que no puede ser violentada ni siquiera por los mismísimos Dioses que deben acatar sus mandatos. “¿Cómo es posible que haya caído en una trampa como esta?” Continua recriminándose justo cuando imprime mayor fuerza al puño cerrado que libera una pequeña onda de presión que incluso logra fragmentar el suelo, haciendo evidente el aumento en su energía cósmica que genera pequeñas partículas amarillas que descienden lentamente, siendo similares a plumas que delatan su naturaleza como un ángel, como un guardián de los aposentos de los Dioses que rigen desde los cielos. – Así que un humano ha logrado nublar mi vista… No, mis sentidos… Dentro de esta ilusión. – Exclama justo en el instante en que se encuentra erguido, con la cabeza levantada conforme la cabellera que sobresale de la tiara ondea constantemente aun cuando el viento es débil, lo cual indica que es producto de la energía que libera. – Nuestra misión es hacer respetar las leyes impuestas desde la era del Mito, honraré las órdenes de Artemisa-Sama, así como la voluntad de Zeus. – Anexa firme y sereno, mostrándose frío y sin dudas, como si aquel vestigio de sentimientos hayan sido olvidados al recuperar el control de los acontecimientos pasados. – Nadie descenderá a la Laguna del Tiempo, no romperán ni pactarán con la presencia que ha sido contenida… Aún si eso significa la muerte de Atenea, quien abandonó su rol como Diosa por los humanos. – Dice justo cuando levanta un poco la mano derecha, lo cual indica que se prepara para la batalla, una que sin duda pretende terminar con todo su poder, ya que después él es el Ángel de la Reversión, Odiseo…* Odiseo «« Ten no Tamashi »»

*Una ligera decepción cubre la faz del Ariano al escuchar la voz de su contraparte, misma que parece nublar por un instante los ojos del pelilargo "Debía intentarlo, tanta devoción no puede surgir de la nada, o bien les fueron arrebatados sus sentimientos como humanos o creen profundamente en su misión. Sea como fuere, ya no tengo tiempo que perder." Dicho esto, su cuerpo parece reaccionar de inmediato de forma que las partículas de energía titilan con un brillo dorado que va en aumento, proyectándose sobre las rocas y los cuerpos de agua cercanos. De repente se oye una especie de zumbido por todo el lugar, que proviene desde el suelo a varios metros, como si algo se desplazara con un poder enorme. Los riachuelos se filtran por entre las fisuras que empiezan a aparecer y que se hacen más largas y anchas a cada instante, a la par que los puentes se desmoronan al perder su sustento en uno u otro extremo. Casi todos los animales presentes, principalmente insectos voladores se alejan cual si fuese un estallido de colores que avanza hacia lo lejos de aquel lugar. En un momento dado el muviano cierra los ojos, elevando un tanto sus manos, reflejando una concentración tremenda y profunda, con lo cual su cosmos se eleva un poco más, sobrepasando la fisionomía del dorado. El movimiento del suelo continua, dejando ver ahora una grieta que empieza justo frente al Atheniense, avanzando luego hacia un puente cercano y luego girando a un riachuelo, hasta volver a concentrarse con el punto de partida, creando un cículo con un diámetro de unos 10 metros aproximadamente. Una vez que dicho círculo es visible, se puede notar como la figura del ángel queda en el centro exacto. En un tirón fuerte y poderoso, las manos del Ariano se alzan con una potencia enorme, movilizando todo su poder psicokinético en una presión fastuosa sobre el lugar, el cual pierde por completo la belleza que poseía unos segundos antes. Cual si fueran un sólo cuerpo, toda la tierra debajo del enviado por los dioses se fragmenta y se levanta con un poder enorme de varias toneladas de peso compuesto por tierra, piedras y algunas plantas, masa que se abalanza desde todas direcciones con una fuerza insorpotable sobre la humanidad del pelinegro, generando un ruido espantoso que rompe por completo con la armonía de aquel escenario. Cual si fuese un director de orquesta, las manos del muviano se mueven con una gracia perfecta, en tanto las masas de tierra y roca continua con su vaivén mortífero buscando atrapar y destrozar la figura de su oponente.*

* Es así como puede apreciarse un asombroso espectáculo en medio del aire, justo en donde aquella gran masa de tierra se fragmenta para dar paso a vertiginosos golpes que van de un lado a otro, buscando dar con la imagen del peleador celestial que gracias a sus cualidades puede maniobrar suspendido, sin siquiera hacer contacto con una superficie sólida al hacer uso de unas alas compuestas de energía que le brindan estabilidad, así como velocidad a la hora de evadir las gigantescas rocas que a cada momento parecieran ser más numerosas, pues incluso entre ellas chocan, creando una enorme cortina de polvo que se extiende por la zona después de cada impacto que hace vibrar cada rincón del terreno de combate que demuestra el inmenso poder que choca y que pareciera aumentar la tensión del ambiente con cada segundo que transcurre. Sin embargo, la velocidad y habilidad de Odiseo parece llegar a un punto en el que no es suficiente, pues se logra apreciar cómo es golpeado en algunas zonas aun cuando ha logrado esquivar la mayor del daño. “Este ataque… ¿Acaso posee un poder mental de tan amplio alcance?” Se cuestiona en el momento que logra apreciar con la mirada al Lemuriano, quien en ese instante se vuelve su único punto de atención, ya que comprende muy bien que la única forma de terminar con aquel asedio es rompiendo la concentración sobre la roca. “En ese caso…” Pensamiento que sucede justo cuando colisionan un par de enormes rocas que liberan un sonido estruendoso, así como una nube de polvo de gran tamaño que nubla la visión de lo que sucede momentáneamente, sumiendo la escena en expectación, una expectación que se rompe justo cuando de entre el polvo surge una jabalina que avanza veloz, girando sobre su mismo eje mientras transita en línea recta hacia el objetivo, al cual busca golpear con una precisión sobrehumana justo en el pecho del Lemuriano, teniendo como objetivo el perforar el corazón de éste con la finalidad de interrumpir la concentración mental que tiene o debería de ocupar para realizar una maniobra de tal magnitud…* Odiseo «« Ten no Tamashi »»

*Las manos del Muviano se mantienen en movimiento, un movimiento delicado, sutil, preciso, cual si fuese el rasgueo exacto de un arpa o el movimiento perfecto de una batuta. De tal forma cada dedo, así como la muñeca e incluso la palma realizan una danza de cierta belleza pero letal, manteniendo la dirección sobre aquella masa, de forma que cada roca o cada montón de tierra se muevan en aquella esfera creada por su poder mental. Sin embargo el rostro de aquél no demuestra signo alguno de victoria o placer, por el contrario y aparte de la concentración evidente en su rostro, se puede observar cierta incomodidad, pese a la cual toda su atención sigue fija en la humanidad del enviado de los Dioses. De repente se puede observar un brillo dorado al interior de la masa de roca y tierra, un brillo conocido para el Dorado, así como el objeto que surge de entre el polvo. - Odiseo, necesitas algo más que esas lanzas para impedir que siga mi camino! - Con tal pensamiento, la presión mental del Atheniense cambia al arma que lo amenaza, en tanto extiende sus manos hacia el frente dejando un espacio reducido entre ellas, un poco mayor al del diámetro de la lanza, Se puede notar como aquella arma reduce su velocidad tanto de rotación como de avance horizontal, hasta detenerse justo cuando la punta se posaba sobre el peto dorado. Sin pérdida de tiempo y en el momento en que aquella masa de tierra y roca parece desmenuzarse cediendo a la gravedad, la lanza es enviada con igual fuerza y velocidad hacia su destino de origen, generando un silbido que se logra escuchar en medio del estruendo de las toneladas de materia que se desprenden del aire para aposentarse de forma desordenada sobre el suelo otrora elegante y armónico de aquel lugar. "Esto no acabará con él, es mucho más fuerte y persistente, apenas conoceré su verdadero poder."*

* En ese momento la visibilidad es casi nula, pues el polvo continúa extendiéndose por una gran zona del terreno de combate que ha cambiado drásticamente de apariencia. Por lo que el panorama resulta desolador mientras la jabalina retorna hacia su creador a una velocidad impresionante, misma que amenaza con lograr alcanzar en muy poco tiempo la imagen del ángel que apenas y se alcanza a notar en una postura erguida sobre el cielo, sin siquiera moverse en lo más mínimo aun cuando la situación luce peligrosa para su integridad. Sin embargo, justo cuando la filosa punta está por alcanzarlo sucede una repentina explosión de luz, la cual desintegra por completo la estaca, de la que  solo quedan diminutos vestigios amarillos que ascienden por encima de la humanidad de Odiseo, alumbrándole el rostro que permanece inmutable, con una serena y fría mirada que delata la seguridad que posee, pero que sobretodo le da una apariencia de arrogancia. – Los caballeros dorados, la élite al servicio de Atenea… - Menciona en el momento que el viento se expande a los costados, dejando notar como alrededor de él permanecen restos de roca flotante que parecieran abrazarlo. – Serán completamente borrados del mundo, aquellos que han sido marcados por el castigo divino no tienen salvación. – Adjunta firme y tajante, dejando notar como instantes después levanta el brazo derecho, movimiento que es seguido por la roca que reacciona a la orden dada, misma que termina por ejecutarse justo cuando abre la mano, separando los dedos y trazando con ello el camino que debe recorrer un poderoso embate que parece poseer en primera instancia la misma fuerza y velocidad que cuando él lo recibió, pero aquella maniobra posee algo diferente, ya que además de todo pareciera estar recubierto por un poder extra, uno que lo potencia mucho más, haciéndolo incluso en apariencia el doble de veloz y fuerte, buscando golpear con ello repetidamente en cada parte del cuerpo enemigo y así, someterlo al inmenso poder que brinda la habilidad de Odiseo, la reversión…*

Odiseo «« Ten no Tamashi »»

 

* La tensión aumenta con cada segundo que transcurre, dejando notar como por un lado el ariano genera una reacción en el terreno que combate que pareciera responder a su poder, mientras que Odiseo permanece firme y tranquilo, con una esencia poderosa que en vez de influir sobre el ambiente pareciera unirse y complementarse a él, liberando una abrumadora calma que solo es comparable a la seriedad del rostro, el cual, mantiene la misma expresión. “Los seres humanos deben ser borrados, los Dioses recuperarán el control sobre la Tierra y corregirán los errores de Atenea… Así lo ha determinado Artemisa-Sama” Piensa justo en el momento que coloca las manos frente al abdomen, colocando las palmas paralelamente mientras la energía se concentra en el espacio que ha hecho, pues apenas y arquea un poco las manos para ir dando forma a una esfera púrpura que va ganando tamaño conforme emite un llamativo resplandor que incluso y logra crear un juego de sombras sobre todo el cuerpo del ángel, pero el que crea un mayor impacto es el que afecta el rostro, pues pareciera volverse más serio, demostrando una férrea determinación por cumplir con su deber, ya que carece de duda o alguna clase de temor. – Atenea ha ido en contra de la voluntad de los Dioses… Pero existen límites y no se tolerará un desafío más por parte de los seres humanos, ustedes, quienes siguen levantando los puños en contra de sus creadores serán erradicados. – Exclama justo en el momento que separa las manos, sosteniendo la esfera de energía en la extremidad derecha que retrocede con un rápido movimiento, mismo que le ayuda a genera impulso mientras abre las piernas en la forma de un compás, dejando que la izquierda quede adelante por un paso, así como con la rodilla apenas flexionada para generar estabilidad, una que le permite girar un poco el torso mientras lleva la extremidad donde sostiene la esfera hacia adelante, liberándola justo cuando el brazo queda completamente extendido y apuntado en dirección a Mu, quien en ese momento se vuelve el objetivo de la poderosa energía que recorre el camino trazado a una velocidad impresionante, viéndose en aquel momento la supremacía de un ser que ha trascendido más allá de un ser humano, pues su existencia apenas y es superada tan solo por la de los Dioses. Es así como el foco protagónico de la escena se concentra en el golpe cósmico que tiene la intención de crear severas heridas al más mínimo contacto. – Muere. – Sentencia, seco y tajante, dejando notar que no duda en eliminar a los traidores, a aquellos que buscan romper las leyes de los Dioses por mera vanidad, así como por egoísmo, uno que les ha hecho olvidar su auténtica posición como una creación más que conforma al mundo…* Odiseo || Saint´s Memories

*Cada dedo en las manos del Muviano se mueven a un ritmo un tanto acelerado, pero sin perder en absoluto la prefecta armonía que ha desarrollado hasta ahora. Con tal danza pareciera que aquella pared se desintegrara a medida que ésta se convierte en cientos de hilaturas casi cristalinas que viajan desde todas direcciones de aquella barrera hacia el centro de su figura varios centímetros por delante de su pecho, como si un átomo estuviese naciendo, o acaso una estrella se sobrecargara de energía justo antes de morir. La tierra se revuelve en un estertor magnífico que se observa a medida que el suelo se fractura en varios puntos, uno de los cuales corresponde al soporte del Dorado, que circunstancialmente no se mueve, evidenciándose como el centro de aquel maremágnum de energía. En un último ímpetu motriz el Atheniense extiende sus brazos a cada lado, con sus palmas fuertemente estiradas, en el instante que cada partícula de luz es absorbida por ese átomo que inunda de un brillo inigualable casi engullendo la imagen del Muviano que apenas se alcanza a ver a través del poderoso brillo. - SUTARAITO!! - Toda la estabilidad al rededor se pierde a medida que trozos de tierra, piedra y fragmentos de flora se desplazan con una ferocidad inusitada en todas direcciones, a medida que dicho átomo alcanza el máximo de energía. - EKUSUTE-INKUSHON!!! - Cual si fuese una declaración de muerte, aquel átomo se desprende de aquella órbita, desplazándose en línea recta hacia la figura de la contraparte. Tal claudicación corresponde a lo que dijera el antiguo Patriarca Shion, como la técnica de Mu de Aries, que al paso de cada nanosegundo se transforma de un imponente corpúsculo de energía en una amenaza imparable, pues tal carga de energía en una secuencia tan estrecha del espacio-tiempo conduce inexorablemente a la extinción de toda forma de materia, semejante a la destrucción de una estrella en la forma de una supernova, tras la cual hasta la luz queda atrapada, es por ello que después de una expulsión de energía en tales circunstancias, no queda rastro más que el de la explosión en sí misma. De igual forma el poder devastador de tal partícula lanzada por el Muviano, cuya trayectoria hacia el Ángel pasa por la esfera de energía proyectada por aquel, más el verdadero objetivo es no detenerse en ésta esfera, sino alcanzar a su creador. Los ojos verdes siguen tales sucesos, prestando especial atención al instante en que dichas energías se encuentres, poniendo todo su espíritu en aquella técnica, sintiendo la presencia de su Diosa, no como algo fijo, como un amuleto, sino como una razón por encima de toda esperanza.*

* En ese momento el foco protagónico de la escena se centra en la impresionante técnica del caballero de Aries, la cual pareciera devorar todo lo que se encuentra a su paso, incluso la bola de energía que ha usado Odiseo, quien se mantiene atento, con la mirada serena y los sentidos agudos, prestando especial atención a la luz que se expande en su contra al sobrepasar con facilidad su ataque. “Este cosmos… ¿Esta es la razón por la que los Dioses buscan exterminarlos?” Se dice mientras comienza a comprender al enemigo, algo que sólo dura un instante, ya que justo en ese preciso lapso de tiempo se observa como desciende lentamente, pero mientras lo hace comienza a girar sobre su mismo eje, manteniendo el brazo derecho extendido y con la palma semi abierta conforme realiza la maniobra que lo dota de una elegante e imponente estampa, ya que a medida que termina el giro puede verse como a su alrededor quedan suspendidas partículas de luz dorada que resplandecen intensamente, dejando notar como aquella destructiva técnica es controlada por una peculiar fuerza que pareciera absorberla, pero además de todo la controla hasta el punto en el que es invulnerable, pues toda aquella energía desplegada por el Lemuriano va siendo impregnada por un cosmos que roza lo divino, que manifiesta todo su poder conforme el tiempo transcurre. Es así como todo el entorno del ángel se ve rodeado por intensas y diminutas bolas de energía dorada que lo iluminan constantemente mientras se mueven, como si realizasen una llamativa danza que responde a la voluntad de Odiseo, quien finalmente toca el suelo, manteniéndose firme y con una tranquila expresión. Sin embargo, puede notarse como desde la sien desciende una línea de sudor que recorre la mejilla hasta caer al suelo, siendo un claro indicio del esfuerzo que necesita para contener tanto poder. – Puedo ver que aún no comprendes la diferencia que existe entre nuestros poderes, por ello es que serás borrado de este tiempo. – Comunica tajante mientras aquella manipulación del cosmos continúa progresando, pues justo en ese momento puede verse como los diminutos puntos comienzan a unificarse rápidamente…* Odiseo || Saint´s Memories

*La potencia de la técnica del Atheniense resuena aún en aquel escenario, mientras que algunos rastros de energía se ven deambular. La tierra empieza a asentarse con calma, con cierta gracilidad, como si cayera bajo su propia decisión, de igual forma el tibio viento vuelve a circular como si acompañara aquel lugar. La mirada del Muviano en articulación con aquellos sucesos también se torna más armónica, permitiendo que el ánimo belicoso sea reemplazado por la poderosa presencia de su ser, en tanto su cosmos toma una nueva forma, de aquellas lenguas enormes y vistosas, a un manto áureo que vive en torno a la corporalidad de quien lo invoca. - Te equivocas Odiseo. La Extinción Estelar no es un ken cualquiera, así como la muerte de una estrella no es una explosión cualquiera. - Diciendo eso, y haciendo gala del pleno control que éste guerrero posee sobre su propia técnica, recrea una presión mental sobre los últimos rastros de su ataque, de forma que cada corpúsculo que fuera embebido por el poder del Ángel vibra a tal grado que se vuelve inestable al máximo. De repente la calma del lugar se ve interrumpida de una forma atroz y caótica, cuando las referidas trazas de la ofensiva del Dorado explotan con una ferocidad enorme, cuyo retumbar se hace presente alcanzando gran distancia, así como el rugido de cada explosión al destrozar todo en su contorno, rasgando el aire mismo, en tanto la energía de tales corpúsculos se proyecta por todas partes, teniendo como objetivo el cuerpo cercano del enviado de los Dioses. De inmediato la escena se cubre de polvo y luces entre doradas y blancas que hacen imposible observar más allá de unos cuantos palmos. Entre tanto, la concentración y armonía de sus sentidos y de su espíritu combativo son notorios en la figura del pelilargo que enfoca toda su atención en éstos sucesos, manteniendo una postura elegante con sus brazos a cada lado, sus piernas abiertas a la altura de sus hombros y su frente en alto, dejando que su rostro encare directamente la batalla sin temor alguno, con una convicción y firmeza propias de un Caballero del más Alto Rango. Sin embargo, algo en su expresión, tal vez un dejo en su respiración o algún fruncimiento hacen ver un agotamiento no antes visto en lo corrido de la batalla. "No debo perder más tiempo. Odiseo, eres un oponente memorable, pero no permitiré que la Tierra sucumba ante la muerte!"*