Evento - Cuarto Escenario - Saints Memories

"Los humanos serán eliminados, nadie debe alterar el flujo del tiempo..."

*El taconeo del peli violeta se escucha por las gradas y entre el susurro de las caídas del agua, como si fuese parte de aquel escenario majestuoso y fantástico, sin embargo esta perfecta belleza pasa en parte desapercibida a causa de la urgencia de aquel personaje que se mueve con soltura. La premura en sus ojos es evidente, así como las dudas y la tensión que se filtra en su rostro, demostrando el estado de aquel que por los cuernos en su ropaje, decididamente se demuestra como el guardián de la primera Casa del Zodiaco. En tanto mantiene sus pasos, su mente viaja por distintos derroteros. "Camaradas, no olviden que de nosotros depende que logremos salvar a Athenea." Mensaje que es enviado a los otros luchadores del Ejército de Athenea, quienes se mantienen firmes en la mente del Lemuriano, junto con sentimientos de afecto y orgullo, pues cada uno de ellos es leal y poderoso, y todos dejarán su corazón en la lucha por la Diosa. Con tales pensamientos, traspasa uno puente que se ha fijado sobre un arroyo, cuyo sonido mágico apenas distrae al Atheniense, quien no reduce pese a lo escarpado del lugar. Poco a poco el sol comienza a ponerse, levantando sombras que se alargan más y más, en tanto que el Atheniense gira su atención al lugar, pues debe estar preparado ante cualquier adversidad.*

Aries Mu || Saint´s Memories

Odiseo «« Ten no Tamashi »»

*Cual si fueran notas disonantes en una sinfonía entre mágica e irreal, las plumas doradas rompen por completo la hilatura de los pensamientos del Lemuriano, de forma que su atención se fija de inmediato en aquellos elementos, buscando con avidez la procedencia de las mismas. "Al fin ha surgido un enviado de los Dioses." Con tal pensamiento y sin belicosidad alguna, el Dorado ubica a quien sin duda alguna debe ser su contrincante de turno, suposición que se reafirma en el momento que una lanza dorada rasga el aire, arremetiendo con una velocidad tremenda y con una carga mortal enorme. La mirada sigue fija en aquella arma, aunando sus sentidos a la vigilancia de tal artefacto, así como del emisor. En un movimiento presto, el de cabello violeta eleva sus dos palmas, ubicándolas por delante de su pecho a modo de escudo, y en el instante preciso una onda de luz surge de cada mano, juntándose hacia la mitad en el exacto lugar en que dicha lanza pareciera estrellarse, sin embargo tal campo de energía genera una especie de barrera sobre la cual la punta dorada parece girar durante un segundo o dos. - Soy Mu de Aries, Guardián del Primer Templo del Zodiaco. Tú debes ser un defensor enviado por los Dioses. - Dicho ésto, la lanza finalmente pierde velocidad, hasta que cae con cierta suavidad sobre el suelo, elevando unos cuantos tintineos en cada rebote, hasta quedar estática apoyada junto a una piedra. - Así pues, debes saber que debemos pasar más allá de éste punto, y romper con algunas de las reglas que los Dioses han creado, pero también debes saber, que nosotros los Santos de Athenea, no nos rendiremos en nuestra misión. - Con calma, las manos se dejan caer hasta ubicarse a cada costado, en tanto su mirada se hace un poco más intensa, más fija, más decidida. - Por lo tanto, ambos debemos esperar desde éste momento, la mayor fuerza y determinación del espíritu del otro, pues al final, será nuestra fidelidad y la fuerza de nuestro amor el que de la victoría. - Finalizadas estas palabras, una delgada pero preciosa capa de energía recubre al Atheniense, la cual vista desde cerca, se compone de cientos y miles de átomos de energía que danzan con perfecta armonía sobre la superficie corporal del Ariano.*

Aries Mu || Saint´s Memories

Odiseo «« Ten no Tamashi »»

*La expresión del espigado Santo de Athenea reacciona de igual manera al anterior ataque, con el reconocimiento de tal poder en su mirada, sin embargo no aparece nada más, pues el factor sorpresa ya no existe y la naturaleza de tal embestida es conocida. Durante un brevísimo instante, la energía dorada de su contorno aumenta un tanto, cual si fuese un pico de emisión. Ésta vez sólo eleva la diestra, adelantándola a su cuerpo, a la altura de su pecho, desde la cual surge un punto de luz, cual si fuese un átomo más grande que aquellos que lo rodean. El brillo de dicha partícula aumenta poco a poco, hasta superar el límite de resistencia al ojo de un humano cualquiera. Pareciera que dicha luz habría absorbido las lanzas ya que la apariencia del Dorado se mantiene igual, sin embargo un cambio en la dirección del viento descubre una parte de su rostro que estaba cubierto por su cabello violeta, dejando ver una gota de sangre que se resbala por su mejilla. Acompañando ésta herida, una de las lanzas se ve incrustada en su pierna izquierda y la última, la que fue arrojada desde la mano del defensor se ve firme en la palma diestra, de la cual sendas gotas de sangre caen hasta estrellarse suavemente en el losado, formando éstas y las de la mejilla dos minúsculos charcos carmesíes que crecen poquito a poquito. "No puede ser." La mirada esmeralda se acrecienta, denotando enorme sorpresa cuando gira hacia su mano herida, momento en el cual un diminuto corpúsculo de luz viaja no muy lejos a varios metros de altura. El viento vuelve a aparecer sacudiendo de formas trémulas el largo cabello, sumiendo la escena en una que presagia un derramamiento inmisericorde de los defensores de la Diosa de la Sabiduría.*

Aries Mu || Saint´s Memories

* Finalmente desciende sobre el suelo, cayendo con lentitud mientras el viento apenas y mece la túnica que sobre sale de la protección que porta con distinción. - ¿Por qué buscan romper las leyes del Olimpo? – Cuestiona seco, sin mostrar alguna emoción aun cuando su ataque tuvo el éxito deseado, como si la batalla no fuera nada más que un deber y aquel cuestionamiento apenas y es un vestigio de curiosidad, algo que resulta ajeno en un ser como él, carente de sentimientos. – En realidad no importan los motivos, el resultado siempre será el mismo… Ustedes, humanos, morirán. – Adjunta mientras su presencia se hace más notoria, abrumando el entorno con un poder inmenso, uno que sin duda roza lo divino. – Y yo, Odiseo, me encargaré de eliminarte en nombre de los Dioses. – Sentencia con esa misma seriedad en la voz, la cual sin duda hace evidente la firmeza que posee para cumplir con su deber…*

Odiseo «« Ten no Tamashi »»