Sus piernas colgaron por una distancia larga, y sus pies se fueron arrastrando entre las piedras como si flotara (Debido a
su altura ya que seguramente es más alto que Tateki). Sus ojos se encontraban cerrados y la debilidad de su cuerpo no
le permitía moverse ni hablar. Pero no fue hasta que se recostó en una superficie dura, pero estable, solo así su mundo
pudo dejar de dar vueltas y durmió pacíficamente en el desmayo pues ya se sentía tranquilo.

Para cuando abrió los ojos, dejando ver ese color casi trasparente de sus pupilas, notó que aunque sus músculos eran
una constante dolencia, se encontraba vendado y ya no había sangre en él. Solo un muchacho esforzándose por
arreglar algo… observó mejor, y pudo darse cuenta que ese algo era él mismo. Más precisamente en la zona de su
abdomen, que se encontraba abierto, justo en esa parte que la piel era como una tela que cumplía la función de
tapar las partes mecánicas en esa zona. En aquella parte no podía sentir dolor humano porque no había carne,
pero si dicha parte dejara de funcionar por alguna razón, él también lo haría sin lugar a dudas. Levantó su tórax,
ayudándose con sus codos en la mesa para elevarse y lograr divisar al muchacho. Sus ojos serios y fríos lo divisaron
de cerca, casi tanto que pudo sentir su respiración a un costado de su rostro. Murmuró - …quien eres – su voz era
masculina, baja y seria. Tal vez por naturalidad.